BITACORA DEL AIRE (2000)
Poemario de FERNANDO PISTILLI MIRANDA
Obra de la Portada: Hugo Pistilli
Fotografía: Anthony van Humbeck
Retrato contratapa: Juan Manuel Prieto
Diseño de tapa: Any Ughelli
Año 2000, Editorial Arandurã
Telefax: 595 - 21 - 214.295
e-mail: arandura@telesurf.com.py
(un paraguayo 11 años y unos días después)
A veces me siento
como polvo cansado
de buscar el sol
en el haz pasajero
de la mañana.
Y soy parte
de esta atmósfera
saturada de polvo,
cansado e inerte
en los muebles
del cuarto.
No fue amor
fue la oscura mancha
que cubría su seno derecho
violando lo blanco de su piel.
Nacidos para unos segundos de pasión
-vencidos antes de empezar-
a pesar de buscar la luz
estábamos muertos
como la mancha
-hoy pienso-
azul de su pecho.
Cuántas veces
te habrás tentado
frente a este espejo
y habrás deseado
que la imagen fuera él,
su piel, su aroma, su carne,
y entonces tus manos, fueron
en tu piel
las suyas.
Cuántas veces la furia
y el éxtasis de tu cuerpo
habrán vencido las distancias,
astillando tus piernas,
la esquina de tu reflejo.
Cuántas veces
el último sol de la tarde
habrá bañado
tus senos tensos
y tus ojos
que piensan
en un campo de Francia.
TURIFERARIOS
Turiferarios enamorados
¡qué sacrilegio!
ellos lo saben
y no la miran.
Sólo mecánica y fríamente
saturan de incienso
el aire a su paso
para ocultar este amor.
Ella, sabiendo
y sabiéndolos
mira al frente,
porque también los desea
y la delatarían mujer.
DOS CONTRA POEMAS
1
Me dices que soy
el amo,
y así lo espero
los domingos
-domingos de por medio-
en los que intento
dibujar en tu cuerpo
los colores de la pared.
Y que entienda la niña
que lo que hacemos es poesía.
2
Me hubiese gustado amarte
en las sillas vacías,
a lo largo de las escaleras
y el desafío.
Me hubiese gustado
vencer tu tristeza
y estar en ti cuando tus ojos,
casi cerrados sonríen
y me esquivan.
Me hubiese gustado
no estar pre-ocupado
invocar los siglos
y afirmar
que así es.
LLUVIA DE DICIEMBRE
Lo sé,
el aire es distinto ahora.
Se transformó
lo transformaste.
Fuiste una lenta y suave
lluvia de diciembre
que clara cayó sobre mi cuerpo
penetrando en mis huesos
y rebosando mi mente.
Y así,
tú, la lluvia, sigues aquí
cayendo constante,
empapando, mojándolo todo
en este pausado lento
y casi eterno día de lluvia,
en que a pesar de tanta agua,
te siento lejana.
Tus ojos me miran,
tus manos me tocan y huyen
y hay un secreto que no me dices,
y todo sigue siendo lluvia, lluvia...
Mis velas mojadas esperan el sol
para hincharse
y salir a navegar.
BITÁCORA DEL AIRE
Bitácora del aire
mi vida,
norte de siempre
tu cuerpo
Surcando el azul
de tu piel
busco encallar en la suavidad
de tus senos
y desembarcar masivos
-Capitán y marineros-
a tu vientre blanco y ardiente
como las arenas del deseo,
y terminar, tendidos y exhaustos
con sabor a sal en los labios.
Pirata de ilusiones
me encuentro atrapado
por este aire
tu aire
que respiro.
HEIDI
para los Torfs
Heidi canta
una canción extraña,
sus cabellos sonríen
y bailan al ritmo
de su voz.
Heidi canta, ríe
y danza en la tarde de Amberes,
y la lluvia de ese puerto
y de este abril
me saturan de nostalgia.
MIENTRAS DUERMES
Tantos mundos
y de repente
es uno solo el que vivo,
en que las noches
las caricias
las voces
parecen lejanos,
o apenas un sueño.
Tantos cuerpos,
tantos días,
tantas horas
convertidas
en la cicatriz
de tu espalda
que beso,
mientras duermes,
mientras río.
Un aeropuerto más
una fila más
un checking más
un asiento más
un café frío más
un largo, muy largo día más.
Y esta fe constante
de saber
tus manos
y tu cuerpo tibio
al final del día.
ESCRIBO
Me preguntas cuándo escribo.
Escribo mientras camino,
mientras encienden sus computadoras
y navegan por Internet,
mientras manejan y hablan por celular.
Escribo cuando otros duermen,
pasan películas malas
o entran goles del equipo que no es mío.
Escribo cuando tú te enojas y no me llamas,
mientras me hablas de esas cosas
que parecen un mundo y no entiendo,
cuando unos ojos me ríen en el colectivo.
Escribo cuando abro la puerta de casa,
me quito el reloj, la billetera,
la ropa y los zapatos y toda ella es mía.
Escribo cuando me baño,
pues sigo cantando mal.
Escribo...
Sólo dejo de hacerlo
cuando te sé, toda mujer en mis manos,
Entonces
¡Vivo!
DUEÑO DEL AIRE
para Silvio Pettirossi y José María Adorno
Dueño del aire
lo cortas, lo partes
en una y mil partes.
Y nuestra bandera
flamea orgullosa en lo alto.
Treinta y siete loopings
no son una ilusión,
son una marca imborrable.
Pero tus alas
al fin te roban
a ti de nosotros.
Aunque siempre
Silvio,
tu nombre será
el Sur
de nuestros sueños.
AMIGO
para José-Luis Appleyard
Era de mayo,
era mi amigo
y amaba vivir.
Le gustaban tantas cosas,
le gustaba como suena un "vaso de bon vino",
aunque tomaba vinos malos
encorchados y marcados varias veces,
por eso yo no lo acompañaba.
Odiaba las mañanas y tenía mal carácter
-era poeta-
pero amaba las siestas y las primas.
Veía telenovelas y almorzaba con Mirtha Legrand,
una parte suya siempre quiso actuar.
Amaba las violetas, por su sencillez decía,
aunque yo creo que por las de Madrid
y por Casilda.
Mi madre y Pilar dicen que nunca vieron
manos más bellas.
Monologaba con sus fotos de juventud
de un amor y una playa muy lejanos.
También plantó un árbol y tuvo un hijo.
Le gustaban las rosas y el lazo
a mí sólo me gusta la rosa
pero eso no nos distanciaba.
Los viernes
las diez como hora
el San Roque, una mesa,
los Plá, William, mis padres,
Víctor y sus olvidos,
los amigos recordados,
los cañonazos,
las anécdotas,
su corona rota por ser cerrista
-¡que triste nunca me vencía!-
el ciprés,
las palabras,
las palabras siempre
y esa eterna Vagabunda
de silencios compartidos.
Luego un taxi y el lugar
que más tardara en cerrar.
Cada marzo le ganábamos una hora a la vida.
Editamos un libro, ganó un premio y perdimos dinero.
Es febrero
los periódicos cuentan que murió el poeta,
el poeta está vivo.
Yo les cuento que se me murió mi amigo.
ASUNCIÓN
Me han robado Asunción.
Me han robado su día,
con sus máquinas feroces
me la han quitado,
y solo quiero
recorrerla en silencio,
doblar sus esquinas
dejarla ser en sus muros
los amantes nocturnos
que buscan transgredir
el ruido hipócrita
de una ciudad que muere
en sus torres nuevas.
Por eso,
la camino de noche
-cuando es mía-
a lo largo y a lo ancho,
la subo, la bajo y la cruzo
siete veces.
Camino
sus veredas irregulares
donde ya casi no hay naranjos,
donde ya no hay flores
pero siento el olor intenso
-imaginario o imaginado-
de jazmines,
en el asfalto aún tibio
por el sol de temprano.
La voy caminando,
y cuando empieza
a llegar la mañana
parto la Oliva
y me siento entre 14 y 15
a esperar un colectivo,
que también recuerda
la ciudad que amo
y se va quedando
en estos versos
ya lejanos.
Dirán
que no son poemas,
que Pistilli se ha vuelto loco,
que para qué publica tanto
que no riman
que no suenan
que son muy cortos
que es muy joven
que para eso luego se casa.
Dirán eso y más.
Pero no me importa
porque sé,
sé que has vuelto
Poesía.
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