HISTORIA DE LA LOMBRIZ, REBELIÓN EN EL JARDÍN ,
EL VIAJE DEL GATO CANUTO, EL VIENTO NORTE Y LA LLOVIZNA
y LINCOLN SALVADOR
Poesías y cuentos de LITA PEREZ CACERES
LITA PEREZ CACERES (Asunción, 1940)
Periodista, cuentista y novelista. Aunque pasó gran parte de su juventud en la Argentina (1947-1965), sólo empezó a escribir sus primeros cuentos luego de regresar a su país natal en 1965. Miembro de la Sociedad de Escritores del Paraguay (SUP), tiene, hasta la fecha, una docena de libros publicados: tres de cuentos-MARÍA MAGDALENA MARÍA (1997), LA PASIÓN (2006) y CUENTOS DEL 47 Y DE LA DICTADURA (2008)-, dos novelas -ENCAJE SECRETO (2002) y AMALIA AL AMANECER (2004), obra en co-autoría con MARIO HALLEY MORA-, y dos obras infantiles: REBELIÓN EN EL JARDÍN (cuentos, poemas y teatro para niños, 2004) y CHEREA, LA NIÑERA Y LAS LUCIÉRNAGAS (2005). Tiene además cuentos incluidos en antologías y en varios suplementos literarios y culturales, y ha recibido distinciones importantes (como el Premio "Challenger", 1990) en diversos concursos de cuentos. También ha publicado libros de contenido biográfico: MI VIDA CON HERMINIO GIMÉNEZ(2005), inspirado en recuerdos y anécdotas de la viuda del gran músico paraguayo, LUIS BORDÓN, VIDA Y OBRA (2008), EL ARPA SOY YO (2009), BIOGRAFÍA DE NICOLASITO CABALLERO, y CANTANDO VOY COMO LA CIGARRA (2010), biografía de WILMA FERREIRA FALCÓN. De más reciente aparición es Cartas de amor y otros cuentos (2010), obra por la que se le concedió el premioRoque Gaona 2010 de la sociedad de Escritores del Paraguay.
HISTORIA DE LA LOMBRIZ
Una lombriz se quejaba
en el fondo del chiquero
porque nunca fue elegida
para ir al extranjero
o para ser la carnada
de algún esbelto dorado
o de un humilde pacú.
Grr, grrr, grr, grrr
gruñía la lombriz flaca. Grr, grrr, grr, grr, grr
y mordía la raíz
de una planta de albahaca.
Tengo un primo en Paraguay
que se llama seboí.
El pudo entrar en el pié
de un terrible mitaí
y yo me paso encerrada
en el barro del jardín.
Ay, ay, ay, ay, ay de mí.
Grr, grrr, grr, grr, grr
se quejaba la lombriz.
Grr, grrr, grr, grr, grr
y asomaba la cabeza
cerca de un troto lozano.
Un domingo caluroso
a su ansiedad puso fin
un pescador apurado
que le atravesó el anzuelo
para pescar surubí.
Oh, ya no volveré a quejarme,
dijo la terca lombriz.
Por fin salí de aquel barro,
ahora viajo en un delfín
que se tragó al surubí
y llegaré hasta Miami,
a México y a París.
***
REBELIÓN EN EL JARDÍN
Una mañana de julio
de llovizna y humedad,
en el jardín de don Tulio
Hortensia quiso llorar.
Caían sus lagrimones
sobre los rojos malvones
que despertaron con susto.
¿Qué le pasa doña Hortensia?
preguntaron al unísono.
¿A qué se debe su pena?
Las campanitas de ónix que
bailaban en el viento
y esparcían sus sonidos
tilín, tilín, tilón, tilón,
tilón, tilón, tilín, tilín,
trataban de consolar
a la hortensia desvalida.
Es que me siento muy gorda,
dijo la azulada flor.
Ya me lo dijo la rosa,
ya me lo dijo el clavel
tan elegante y delgado.
Dijeron que no podré
ir al desfile de abril.
¡Ay, no sé qué debo hacer!
Tilín, tilín, tilón, tilón,
cantaban las campanitas,
tilín, tilín, tilón, tilón
en la mojada mañana.
¡No podemos permitir
que nuestra amiga
la hortensia esté triste
y se marchite!
Se alteraron los geranios,
los tulipanes de antaño,
y hasta la flor de mamón
incitó a la rebelión.
Se preparó una pancarta
escrita por Margarita
que es una flor muy, muy lista
y se organizó una marcha
por todo el vasto jardín
para poder poner fin
al desprecio de la rosa
y para siempre callar
al vano y fatuo clavel.
Tilín, tilín, tilón, tilón
se alegran las campanitas.
Ya triunfó la rebelión:
¡tilín, tilín, tilón, tilón!
***
EL VIAJE DEL GATO CANUTO
A la ronda, ronda
del tren y del grillo.
Mi gato Canuto
se vistió sencillo.
Con corbata verde
y amarillo traje
mi gato Canuto
pagó su pasaje.
Llevaba en las patas
sus guantes granates
y en negra maleta
bombilla y un mate.
¡Ay! gato Canuto,
te voy a extrañar.
Él recorre el mundo,
montañas y mar.
DE: REBELIÓN EN EL JARDÍN
(Asunción: Editorial Servilibro, 2004)
EL VIENTO NORTE Y LA LLOVIZNA
Una tarde de muchísimo calor, el viento norte llegó cansado a Filadelfia, en el Chaco paraguayo. Se sentó, en la rama de un samuhú, resoplando, para calmarse un poco y una gran polvareda se levantó por su resoplido. El samuhú se encontraba al lado del patio de la casa de Gabi. El viento norte es un viento gordo porque va comiendo arena a su paso y aunque arrastra un poco de humedad, sus alas no se secan.
El pícaro viento norte estaba persiguiendo a su amiga, la llovizna, pero ella no se quedaba quieta y desde Asunción hasta Pozo Colorado se escondió de él en las nubes altas, se recostó en los tajamares y no sintió pena por los pastizales quemados, de color paja, que se iban agrandando cada día, la llovizna no los mojó porque el viento estaba muy cerquita.
Cuando se queman los pastos, todo el paisaje se vuelve rojo, las llamas comen muchos yuyos secos y sólo el agua las apaga, pero la llovizna no tuvo ganas de refrescar el ambiente.
Frente al samuhú, en una torre de madera que sostenía un tanque de agua, conversaban dos cotorritas, eran comadres muy charlatanas, una se llamaba Pica y la otra era Tucu, ellas usaban como casa un inmenso nido, al lado de unas tunas altas y espinosas. Cuando el agua del tanque goteaba, las dos cotorritas la bebían gota agota. En el Chaco hace mucho, pero mucho calor y casi no hay agua.
Pica y Tucu estaban contentas, habían ido de paseo hasta Pozo Colorado y sabían que iba a llover, se lo habían contado otras aves que espiaban las señales del cielo chaqueño.
-¡Por fin va a llover! Estoy cansada de tanta sequía, ya ni una fruta podemos comer- dijo Pica.
--¡Cierto! Por fin va a llover- dijo Tucu, que siempre repetía lo que decía Pica.
-¿Y ustedes como saben que va a llover?-preguntó el viento norte con un vozarrón que hizo temblar las plumitas de las cotorras.
--Nos contaron las cigüeñas que se bañaban en la laguna del Toro Negro.
-¡Pero qué van a saber esas pájarracas!
-No diga eso de nuestras amigas, ellas saben todo lo que va a pasar, viajan mucho y miran los cielos de otras partes, hablan con las nubes....
-¡Otras chismosas! -dijo otra vez el viento norte con un bufido que casi desmoronó el nido de Pica y Tucu.
-Ayy... ¡Señor viento! No vuelva a resoplar así o nuestro nido se va a caer-lo retó Pica, muy enojada y gritando.
-Bueno, perdonen ¿qué dijeron las nubes?
-Que lallovizna pasó por allí y les prometió volver con una gran lluvia, las nubes están muy felices porque así ellas adelgazan.
-¡Qué suerte, por fin voy a bañarme con mi amiga la llovizna! - el viento norte cantaba y bailaba y el nido de las cotorritas se sacudía muchísimo. Ellas gritaban demiedo.
En la casa de Lincoln y de Flor, los perritos escucharon el sarnambí y salieron a ladrar. Lascotorritas también ladraban y ya nadie más pudo dormir la siesta. Cuando Gabriela se levantó la lluvia empezó a gotear con gotas gordas y frescas que bañaron las flores de las santarritas, el pastito del jardín y la tierra de la calle. Era una delicia, por fin la llovizna había cumplido su promesa.
Gabi también salió a mojarse y a cantar "Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva, los pajaritos cantan"...
LINCOLN SALVADOR
Lincoln se había escapado de la casa porque Gabriela y sus papis habían viajado a Asunción para visitar a la abuela Dalinda, entonces el perrito travieso decidió salir a vagar. Flor se quedó sola y tenía miedo, lloraba y lloraba.
Lincoln había conocido a una linda caniche blanca en el Hotel Florida y ella lo esperaba con un huesito de caracú que había sobrado del almuerzo. Lincoln entró por el costado, muy cerca del jardín que rodea la pileta de natación para los huéspedes. Allí se escondió para que no lo viera el portero, hasta que Lulú, la caniche, corrió a su encuentro.
-Hola Lincoln, que bueno que viniste-le dijo en idioma perruno.
-Hola Lulú, estás muy linda-respondió Lincoln y se acercó para darle un besito en la nariz.
En ese momento olió un aroma muy extraño, parecido al olor que tienen las serpientes.
-¿Que perfume te pusiste? -preguntó a Lulú.
-Ninguno, los perros no usamos perfumes.
-Pero hay un olor muy raro, voy a ver de dónde viene -dijo Lincoln
y olfateando el pasto, llegó hasta el corredor de las habitaciones donde se quedó oliendo como una aspiradora, frente a una puerta.
-Pronto Lulú tenemos que entrar en este cuarto, hay un animal pidiendo auxilio y huelo a víboras y a otro animales.
-No puede ser, este es un hotel para personas, no para animales.
-Pero yo te juro que aquí adentro hay animales silvestres, por lo menos una serpiente, estoy seguro. Tenés que avisar al portero o al guardia.
Lulú fue corriendo hasta donde estaba el portero y comenzó a ladrar.
El hombre no entendía lo que pasaba pero le llamó la atención que la perrita estuviera tan alterada y fue tras ella hasta la puerta de la habitación. Ahí estaba Lincoln, ladrando también y olfateando bajo la puerta, como si quisiera avisar que adentro había un enemigo. El portero llamó al gerente para abrir la puerta del cuarto. Cuando entraron vieron a un tatú mulita que parecía muerto, un tambor cerrado que se movía y unas cuantas bolsas. Lincoln ladraba al tambor y daba vueltas alrededor de él, los dos hombres tenían miedo de encontrar algo feo y no se animaban a sacarle la tapa. De las bolsas salieron un montón de sapos grandes arañas peludas de todos los tamaños y tres cotorritas que parecían mareadas. En el barril de plástico había una enorme serpiente, una boa que no era venenosa pero que podía comer hasta un ternero. El gerente y el portero salieron de la habitación, cerraron la puerta con llave y llamaron a la policía ambiental, la que cuida la vida de los animales del Chaco.
Lincoln se asomó a la ventana y llamó a las dos cotorritas. Lulú estaba a su lado.
-¿Cómo llegaron hasta aquí?-les preguntó.
-Un cazador puso una trampa y nosotras caímos en ella. Después nos metió en la bolsa y nos trajo hasta acá.
-¿Y los otros animales?
-No sabemos, seguro que nos iba a vender, dicen que valemos mucha plata-respondió la cotorrita más sabia.
-Vos nos salvaste, gracias a vos nos descubrieron, pero el tatú mulita no aguantó el calor.
En ese momento asomó la cabeza la boa y abriendo la boca grandota,
dijo:
-Muchas gracias, perito. Nos salvaste avisando con tus ladridos.
Los animales silvestres necesitamos que nos cuiden, no somos malos y formamos parte del ecosistema. Ahora que cortan todos los árboles ya no tenemos lugares donde vivir.
-Yo siempre voy a defenderlos -dijo Lincoln inflando su pecho como un Súperperro.
-Y yo voy a ser siempre tu amiga-le dijo Lulú, la caniche valiente.
Ese mismo día los traficantes de animales quedaron presos en la comisaría de Filadelfia, sufriendo más calor que los animales que habían cazado.
DE: CUENTOS INÉDITOS.
Fuente: LITERATURA INFANTO-JUVENIL PARAGUAYA DE AYER Y HOY. TOMO II (K – Z). TERESA MÉNDEZ-FAITH, INTERCONTINENTAL EDITORA S.A. Pág. web: www.libreriaintercontinental.com.py. Asunción – Paraguay, 2011.
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