AMOR DE CAMINANTE
Versos de JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ
Editorial AYACUCHO
Cubierta por JUAN SORAZABAL
Libro de edición Argentina
1943 (81 páginas)
JOSÉ CONCEPCIÓN ORTIZ
Lírico y panteísta. Nació en Valle Pucú, al iniciarse el presente siglo. Es hijo del agro. Cursó sus estudios en la escuelita rural de aquella localidad. Completó el bachillerato en el Colegio Nacional. Aprendió a amar la lengua castellana y cultivarla con cariño apasionado, desde que escuchó a Delfín Chamorro, el "maestro" y el esteta que nos dejó un arte de enseñar y “Todo está perdido" aquella "perla del mar en que se hundió su amor", como diría el verso inmortal de Guido Spano.
En 1920 Ortiz dejó el antiguo instituto de enseñanza. Más tarde se hizo profesor de Castellano, como Chamorro. Y como Chamorro, hosco, modesto, pensativo y estudioso. Enseñó en el Colegio Politécnico y en el Colegio Nacional. Y escribía versos a escondidas. En su afán tenía el pudor de las sensitivas. Algún amigo le descubrió y le hartó un soneto y lo lanzó a la luz. Ortiz se encerró en su casa avergonzado. Pero de allí lo sacaron manos cordiales y también manos cordiales le sustrajeron los poemas que enjoyaron las páginas de "Juventud."
Cuatro años después ingresó a "El Diario.” En esa casa fuimos testigos de su labor. Durante mucho tiempo escribió notas y editorales lanzados al viento por linotipos y rotoplanas. Desde las siete de la mañana, bajo la vigilancia severa de Eliseo Da Rosa, propietario y director de "El Diario", Ortiz producía en medio de un ambiente saturado de tinta y de papeles, entre ruidos de máquinas y las interminables y acaloradas disputas de Facundo Recalde y Manuel Campaya, sobre cualquier tema, mientras por allí trazaba páginas admirables Pablo Max Insfrán y chispeaba el talento de justo Pastor Benítez. En aquel tiempo, Ortiz escribió "Vaivén' y "Amor de Caminante."
Este poeta es un observador callado y pensativo. Contempla la naturaleza, se arroba ante el embrujo de sus misterios y los canta en estancias salidas con dificultad, pero expresivas, hondas, delicadas, con perfumes de jazmines y pureza de flor de caña. No cumple Ortiz, como se dijo, la bella e inútil misión del ruiseñor. Sus versos son engarces de idealismos que exornan y eternizan las tradiciones patrias.
La desaparición, prematura y trágica, de Raúl Battilana, le inspiró su más famoso soneto.
Después, los días triunfales de la revista "Alas", de la que fué director. En "Alas" aparecieron "Siderea", "Ocaso sentimental", "Delirio Lírico" y otros poemas.
Posteriormente abandonó el periodismo y se dedicó a la cátedra. Hasta hoy sigue enseñando con apostólica dedicación. Cultiva la poesía y el cuento. Y sigue soñando en bellezas imposibles, enamorado del Misterio y del Gran Todo.
C. R. C.
PRÓLOGO
Cuando hace ya muchos años me propuse, en Buenos Aires, editar en folleto el "magnífico "Canto Secular" de nuestro magno poeta, Eloy Fariña Núñez, poco conocido en las letras y casi desconocido en su país, me pidió que le hiciera un prólogo. Me negué porque me consideré incapaz de juzgar su obra. Poco sabía de leyes de versificación, de ritmo y versos libristas. Amaba y siempre amé la poesía, al extremo de aprender de memoria las que me parecían bellas. Mi admiración por Dante, Shakespeare, Byron, Virgilio y Horacio, que sólo conocía a través de traducciones, me obligó a estudiar el latín, a perfeccionar mis conocimientos del inglés y del italiano para poder saborear en su propio idioma sus versos inmortales.
Hablé de ellos en conferencias y revistas, sin atreverme a enunciar juicios propios, sino a repetir los de sus admiradores más eminentes, que estaban de acuerdo con los míos. Esto motivó que alguien me llamara plagiario.
Citaré el caso. Había dado una conferencia, que se publicó después, sobre Alfredo de Musset. Dije al comenzarla: "Para no verme obligado a acumular citas, tanto como para evitar la sospecha de que pretendo pasar por erudito, formidable adjetivo que no puedo merecer y que deveras no ambiciono, diré de una vez que las fuentes de mi información se hallarán en Sainte Beuve, Hipólito Taine, Guyau, Engel, Anatole France, Menéndez y Pelayo y otros de menor envergadura consultados al azar". De nada me valió mi previsión. Mi acusador no se había tomado el trabajo de leerla.
Si me allano ahora, contra mi costumbre, a prologar el libro de versos de este poeta de nombre eufónico, no es porque sepa más que antaño de. aquellas teorías de versificación y ritmo, sino porque siento hondamente la dulzura de su inspiración.
No canta al mar ni a los astros, canta al campo, al bosque, al pueblo, a la querencia, al Ycuá, a los difuntos, al ocaso, a la bonanza. Nada de exotismo se encuentra en sus versos, no desfilan pajes, ní marquesitas, ni guerreros de férreas armaduras. Todo es nuestro, típicamente nuestro. Sus estrofas fluyen armoniosas como las cristalinas aguas de nuestros arroyuelos.
Su obra, "Un puño de versos", es poco conocida, sin duda a causa de su excesiva, de su incurable modestia. Y hay poesías suyas que debieran ser puestas en música, que merecen los honores de una bella guarania de Flores.
Hay una trilogía de poetas guaraníes, puramente nuestros, inspirados en seres y cosas de nuestra tierra: José Concepción Ortiz, Julio Correa, dramaturgo y comediógrafo en la dulce lengua nativa, y Vicente Lamas. El primero acaba de encontrar su editor, el segundo un Mecenas para sus versos, el tercero lo espera aún. Yo no sabría a cuál dar la preeminencia. Los tres me seducen por igual.
Ortiz ha escrito sólo cuatro sonetos, nada más que cuatro. Los cuatro bellísimos y de perfecta estructura. Los dedicados a dos poetas muertos en plena juventud, que fueron sus amigos, sus hermanos en el "terco ideal de la belleza", revelan hondo sentimiento y conmovedora ternura.
Transcribo el dedicado a Raúl Battilana:
Yo sé que todo sobra cuando se está ya muerto: palabras, flores, lágrimas; todo eso, ¡qué más da! Se muere y... polvo... nada. Después, lo único cierto es que tarde o temprano se nos olvidará.
¿Tus cantos? Pues, apenas un trino en el desierto que el viento de la hora siguiente apagará;
¿tu amor? ¡Quién ama a un muerto! Cuando se está cubierto de tierra, ya no hay "antes", "después" ni "más allá". Hermano en el ensueño terco de la belleza,
este puñado de versos vuelco sobre tu huesa y me voy. Yo no puedo ser mejor que la vida ni peor. Y me voy. Quizá, ante tu partida, me invada un egoísta deseo de llorar mucho... y aun sea poco para mi llanto el mar.
Asunción, agosto de 1943.
INDICE
Prólogo
Amor de caminante
Día de difuntos
Siderea
Noche de augurios
Ocaso sentimental
A una aldeana
Delirio lírico
Vaiven
A Raúl Battilana
A Pedro Herrero
Esquela
Estampa de navidad
A una colegiala
Canción de Judit
Canto de Bonanza
AMOR DE CAMINANTE
Si florecen tristezas en tu senda
y sangra en tu interior oculta herida,
yo extenderé mí amor como una venda
sobre los sufrimientos de tu vida.
Sobre tus padeceres y quebrantos
derramaré, como un prodigio de hada,
el bálsamo sedante de mis cantos,
y te sabrás después transfigurada.
Y ya tus días no serán de angustia,
ni tus noches serán de desamparo,
porque pondré mí amor en tu alma mustía
y te cobijaré como un avaro.
Bajo las lunas dulces de tus ojos
me sentiré feliz con tu cariño,
pues hallarán albergue mis antojos
en tu opulenta juventud de armiño.
Tus senos me darán calor de nido
para mis orfandades prematuras
y mis ansías se habrán desvanecido
en el remanso azul de tus ternuras.
Olvidaré por siempre la tristeza
de vivir en mitad del abandono,
y a través del fulgor de tu belleza
ya no veré la vida con encono.
Y sí con mi cariño aun no consigo
curar tu corazón, ya moribundo,
seremos, ¡qué me importa sí es contigo?
dos dolores errantes por el mundo.
Más, si mi afán es vano; si mi anhelo
se frustra en el umbral de tu destino,
me alejaré de tí con el consuelo
triste de haberte amado en mí camino.
DIA DE DIFUNTOS
UNA oración ahora
por los lejanos muertos:
que no se aprenda ni se rece, sino
se esconda y sufra adentro.
Una plegaria sin palabras, hecha
de miedo y de silencio
desde la ciega angustia de la vida
hacía el límite sordo del misterio.
Una emoción, en fin, un vago rito
por los profundos y lejanos muertos,
que tardíamente vuelven, se aproximan
por la planicie blanca del recuerdo.
Su rito cada cual: yo, por los míos,
muero un poco: enmudezco.
SIDEREA
ESTRELLA que has de alumbrar
otro cielo, otro destino,
y que nunca en mí camino
llegarás, dulce, a brillar:
Te dedico mí cantar,
deslumbrado peregrino
ante el milagro divino
de tu belleza estelar,
que se detiene a tejer
esta corona de lirio
para tu frente, mujer;
aunque dieran en decir:
fué un loco que, en su delirio,
quiso a un lucero subir.
NOCHE DE AUGURIOS
CONMIGO. En la quietud de mi cartuja,
ni un motivo que engañe a mí tristeza.
Sobre el silencio de esta noche pesa
no sé qué helada sugestión de bruja.
Me encuentro solo, más que nunca, en frente
de todo mí pasado y mi presente;
y pienso que mi vida es un absurdo
que rueda a la deriva, mientras urdo
este vano crespón de mi nocturno.
Fuí un ser taciturnamente huraño
antes; y hoy sigo siendo taciturno
y esquivo como antaño.
Pero, ¿a qué hacer mi historia? Toda historia
me sabe a inconsistente vanagloria,
y además trato de olvidarlo todo:
porque en mi senda hay menos flor que lodo;
mucha más sombra que serena lumbre.
Soy un viandante que en inútil paso,
incapaz de subir hasta la cumbre,
ha caído al abismo del fracaso.
Mí vida, en fin, es un dolor cobarde,
que pudiendo extinguirse en la mariana,
prefiere despedirse por la tarde.
-¡ Oh, femenina timidez humana?
Pero sé que me iré, yo no sé cuándo,
-cuando menos lo espere- andando, andando,
hasta la Nada, y tendrá fin, al cabo,
con mí existencia, mi dolor de esclavo.
OCASO SENTIMENTAL
FUERON los días de pasión: te pierdo.
Sobre las ruinas del amor vencido,
tras el otoño blanco del recuerdo
ha bajado el invierno del olvido.
En el silencio cada vez más hondo
del alma, se irán luego, poco a poco,
sumiendo tu perfil divino y blondo
y mi sombra sonámbula de loco.
Del mundo extinto del pasado, nada.
Alguna moribunda voz, ¡quién sabe?
y allá en el porvenir, novia encantada,
la esperanza que canta como un ave.
Con otro amor restañaré mí herida,
con otro amor restañarás la tuya:
y a una nueva ilusión que dé la vida,
mañana cantaremos, ¡aleluya!
No decir males del destino malo
que en polvo anónimo el cariño aventa:
¿no queda al corazón, de él, como un halo
de dulzura remota y cenicienta?
¡Quién te dice que nadie llora junto
a los escombros tibios del presente,
el rojo llanto del amor difunto:
rocío tinta de fulgor poniente!
A UNA ALDEANA
Tu juventud evoca en el ardido
ambiente de la aldea virgilíana,
a una ninfa que huyendo del olvido,
se reencarnara esta lustral mañana
en tu fresca belleza adolescente
y enciende en mi cansada fantasía,
al cruzar por el valle lentamente,
el resplandor de una ilusión tardía.
Sueño al mirar tu cabellera bruna
y tu rostro de lírío de ladera,
que prestaron: tu faz, luz a la luna
y a la noche, negror tu cabellera.
Tus ojos insondables y estelares
son dulces como mi melancolía,
y una hemorragia tibia entre azahares
es tu boca: fontana de ambrosía.
Es un cofre tu cuerpo, en que se anída
un tesoro de amor inexplorado,
donde asoman -colinas de la vida-
tus pezones de nardo y de pecado.
Como un vano holocausto a tu hermosura,
amortajo en mis versos la divina
impaciencia que al verte me tortura,
y la ínhumo en tu senda, Campesina.
DELIRIO LIRICO
ENTRE tu oscura melena
confundir quiero el negror
de mi fortuna, morena,
(de mi infortunio, mejor).
En su espesura serena
ocultaré bien mí amor
guardándole de la pena,
librándolo del dolor.
Y preso en su fronda amena,
seré luego un ruiseñor,
feliz de estar en cadena,
divinamente cantor.
Liberado de la pena,
bien guardado del dolor,
¡cómo cantará mí amor
bajo tu negra melena?
VAIVEN
TENGO un capricho, mía: quiero volver ahora
contigo a aquellos días lejanos y divinos
como la juventud. No digas "No" ... ¡Quién sabe
sí los podré mañana resucitar contigo?
Vuelve a traer la hamaca con tu labor más blanca
bajo la fronda umbrosa del naranjal longevo,
y aguárdame de nuevo, como antaño en las siestas
de sol, mientras la aldea duerme su sueño lento.
No me traerás asiento; para adorarte, amada,
como reclinatorio me servirá la tierra.
Y vé, entre tanto acuda, tejiendo juntamente
con tu labor, tus sueños, para abreviar la espera.
Un instante tornemos a vivir aquel tiempo
aromado de anhelos, cuyo postrer minuto
se esfumará, tal vez, con la última cita
que a la sombra nos demos de los naranjos mudos.
... ¿Recuerdas cómo, apenas llegabas, con vehemencia
nos dábamos un largo beso de bienvenida?
Florezcan nuevamente, como antes, hoy, tus besos
en el claro silencio de la tarde amarilla ...
Enamorado un día remoto del ingenuo
florecimiento de tu cuerpo -nardo y mirra-,
te envolví entre las redes de mis ansias, ¿recuerdas?
y temblorosamente fundímos nuestras vidas.
Soltando nuestras almas unidas de las manos,
por los caminos anchos y amigos del recuerdo,
amémonos y olvidaremos los dolores
que como vientos malos batieron nuestros sueños,
Después... ¡qué nos importa lo de después, amada!
Bésame, como siempre, largamente, y soñemos ...
Que la vida es movible, fugaz, ¡como el vaivén
de tu hamaca en la umbría del naranjal longevo!
A RAUL BATTILANA
Yo sé que todo sobra cuando se está ya muerto:
palabras, flores, lágrimas: todo eso, ¡qué más da!
Se muere y... polvo... nada. Después, lo único cierto
es que tarde o temprano se nos olvidará.
¿Tus cantos? Pues, apenas un trino en el desierto
que el viento de la hora siguiente apagará;
¿Tu amor? ¡Quién ama a un muerto! Cuando se está
[cubierto
de tierra, ya no hay "antes", "después" ni "más allá".
Hermano en el ensueño terco de la belleza,
ese puñado de versos vuelco sobre tu huesa
y me voy. Yo no puedo ser mejor que la vida,
ni peor. Y me voy. Quizá, ante tu partida,
me invada un egoísta deseo de llorar,
mucho , . ., y aun sea poco para mí llanto el mar.
A PEDRO HERRERO
TE traicionó la Vida, te condenó el Destino,
¡y en medio del sendero te ejecutó la Muerte!
Tu corazón, en vano rodó por el camino
sonando ... La Implacable había de vencerte.
Y te venció. No más canciones al divino
dulzor de las amadas, que nunca ya han de verte.
Te has ido .Te rodea ya el blanco y vago lino
que visten los fantasmas. Fantasma, ¡ésa es tu suerte!
Violo tu silencio con mí palabra vana
y pongo en él mí inútil desolación tardía,
a modo de blasfemia o en forma de oración,
¡Qué importa! Inútilmente el sol cada mañana
pondrá sobre tu polvo, en su guarida fría,
su tibia luz ... ¡Ya se apagó tu corazón!
ESQUELA
AL leer tu misiva
con tristeza sonrío:
voy leyendo entre líneas, esquiva,
que tu amor ya no es mío;
que mí ardiencia votíva
y mi canto bravío,
fueron culto a una bárbara díva,
oración al vacío ...
Es verdad que no dura
el bien. Nada es eterno;
todo llega y se va. La ventura
tuvo siempre su invierno...
Oh, lo sé; pero ignoro
si aun estoy sonriendo, o sí lloro.
ESTAMPA DE NAVIDAD
AMADA: en el retablo pobre de mí fortuna,
ha nacido tu amor como un divino infante.
Lo aguardó la esperanza, tenaz. Ya no hay ninguna
sombra en mi vida: deja que mí alegría cante.
En el hospitalario portal de tu belleza
se ha guarecido al fin todo mi desaliento
de vagabundo alucinado por la espesa
soledad, en que iba lo mismo que va el viento.
Que mil pascuas floridas de amor, mi errante paso
se oriente en el desierto de tu luz estelar,
hacia el tibio y fragante Belén de tu regazo:
oasis a mi ensueño; fin de mi caminar.
A UNA COLEGIALA
No conozco tu ruta, ni tu nombre: por eso
te llamaré la novia del ensueño más pura.
(Después diré tu nombre, quedo, como en un rezo,
hasta endulzar la boca triste con su dulzura).
Sobre tu adolescencia ruborizada, el beso
de mí desesperanza no grabará la oscura
huella de la pasión. (El anhelo ínconfeso
será en la tarde en sombras un reventón de albura).
Te pasarán doliendo la fe, el amor, la gloría,
por el desnudo corazón harto de olvido.
Descrífrarás en sílabas de llanto la ílusoría
lógica del destino, que brinda y quiebra el ala
del sueño ... y seré entonces, acaso, en tí un florido
recuerdo de tus claros tiempos de colegiala.
CANCIÓN DE JUDIT
Amé en vano a aquella pequeña
novia de encanto colegial,
que hoy al alma, que evoca y sueña,
aun baña de luz quinceañal.
A aquella intacta amada niña
aun la recuerda el corazón,
entre fragancias de campiña
y un colorido de ilusión.
Y ese amor en blanco, que guardo
sobre el velador del ayer,
aun me perfuma como un nardo
o un beso antiguo de mujer.
Quizá en él estaba la dicha,
predestinada, para mí,
¡y tú me la llevaste, "Chicha",
y me la perdiste, Judit?
Ya se van todos los amores
de la ,juventud, corazón.
Pon, corazón, en los dolores
el bálsamo de tu canción.
CANTO DE BONANZA
POR fin he acariciado su cuerpo adolescente.
Gímíendo entre mis manos de amor gozosamente,
me ha dado ella en el ánfora de su carne florida,
a beber la abundancia oscura de la vida.
Sabe a fruta silvestre su pubertad, tan blanda
al destino, que a ciegas el instinto presume
sea una primavera que Dios gratis me manda
para aplacar mi otoño a fuerza de perfume
y de candor. . . Aun debo tener el rostro ungido
de un ténue olor a novias, al morir, como ahora…
Siento el mundo impregnado de músicas de nido,
de efluvios de jardín y de tintas de aurora.
... Aún guarda paraísos la tierra: todavía
sobre el lote de angustias que se fuera a imponernos,
hay para nuestro herido sueño de ser eternos,
nacientes de esperanza, veredas de alegría.
QUERENCIA
EN la tierra natal, de dulzura materna,
-míño, esmeralda y oro: labranza, selva y sol-
hallaré al fin holgura, de regazo o caverna,
suficiente para llenar mí humilde rol.
En la quietud antigua de la campiña eterna
seré un indio que dice su alma en español:
-alma donde el recuerdo con la esperanza alterna
con ronco acento de marino caracol-.
Allí mi vuelta aguardan, para inducirme a coro,
-son ancestral, aromas de infancia, luz de origen:
"hinca aquí tu raíz".
Acaso se me preñe la boca, en el sonoro
silencio campesino, del ímpetu aborigen,
y en mi voz rompa entonces a cantar mi país.
VISPERA
CAOS festivo donde se tiñe aun más de sombra
el adormido instinto de mi gente: mañana
ha de surgir el alba lustral que atíza y nombra
desde la madrugada mi corazón (campana
echada por heliófilas esperanzas a vuelo
-y por la desventura común, y toda mía-
sobre la errante multitud, en son de duelo
por quienes van ansiando redimirse de la orgía
ritual de sus males, y han de volver a cuestas
con su dolor crecido). Paso, en el campanario
cordial, urgiendo soles tardíos, llamo a fiestas
futuras, pensativo de auroras, solitario.
CANCIÓN DE ELLA
ANTOJOS de la edad (ya no me abraso,
fe de la juventud esperanzada,
en tu glorioso fuego astral) : acaso
no amanezca ya nunca en mi jornada...
……………………….
Más, vierte claridad sobre mis males,
lo mismo que una aurora, su presencia:
un amor de virtudes matinales
hoy me rejuvenece la existencia.
Suspiro oral, su voz, como ninguna
pacífica, jamás Ella me esconda:
¡Habría para siempre en mi fortuna
soledad y silencio a la redonda!
PLEGARIA
ME pareció aguardar siglos enteros
tu amor, velando envejecí de anhelo.
Nadie tanto esperó en tan poco tiempo.
Tu juventud es en mi ruta el último
oasis: el destino nunca puso
en mi sendero tantos dones juntos.
Puesto que al fin me olvidarás mañana,
prodígame en un beso, ahora, tanta
ternura como para siempre, y pasa.
YCUA TUPASY
FONTANA de aguas claras en la aldea
natal, junto al sendero: en tanto apago
la sed en ti, mi lengua saborea
como un gusto de infancia, puro y vago;
En pueriles recuerdos se me aniña
la mente, desandando años y males
y viendo transcurrir en la campiña
la imagen de mis días iniciales ...
Es como si bebiese en la frescura
de tu caudal, toda mí infancia pura.
ANIVERSARIO
OTRO año vacío de tu presencia. Dulce-
mente se va trocando mi dolor en nostalgia:
rasgo a rasgo, tu imagen revivo de memoria,
al recordarte ya sin lágrimas.
Las angustias de muchas madres por muchos hijos
padeciste por mí: ¡Cuánto he tardado para
vislumbrar el secreto maternal? Guía, amparo
y don, tu amor era una gracia.
Entonces me sabía siempre bajo la firme
sombra de tu asistencia, ya cerca, ya a distancia
de donde tú, en perenne vela por mí existencia,
mis ciegos pasos vigilabas.
Ahora, empobrecido para siempre me siento
sin tu sonrisa sobre mí destino, apagada
por la muerte, y a veces me duelo de mí mismo,
madre, desde que tú me faltas.
CANTOS DE LA SEGUNDA JUVENTUD
MADUROS de nuestro amor, uno tras otro
se van cumpliendo los desígnios de antaño.
Dicen que el tiempo de morir se aproxima
cuando al fin de la felicidad fruímos.
Quién sabe. Voy a asirme de ti con fuerza
y echar en torno de nosotros raíces.
(De todos modos te hubiera sido fiel:
imprescindibles como tú, hay mujeres
sin cuya presencia está incompleto el mundo;
¡sí concebí hasta la idea difícil
de amarte sin ser correspondido nunca!)
Siento gana otra vez de vivir ahora:
ya no es insípida la existencia; infundes
deseos de durar, y aun he de tornarme
capaz de tender contra la muerte algún
vástago victorioso ... un hijo, un renombre ...
Va a repercutir en todas mis palabras
venideras, una infinidad de besos.
Desde los bancos del colegio, en la adolescencia,
nos extasiábamos los camaradas felices
ante su rostro iluminado de pensamientos.
Otros la ansiaron después; la habrán querido mucho
sintiendo que nunca es posible amarla bastante.
Hubo enamorado de su tranquila hermosura
que bellamente la apodó " la novia de todos",
el origen de su gracia adivinando casi,
y es que llena con sólo existir, su destino.
Sobremanera y para siempre amabilizada
por la simpatía de tantos adoradores,
al canto en la segunda juventud me conduce,
pues hace brotar más que el deseo, la canción.
Es como el ideal: a la vez alegra y duele,
mi hermana, la de los tímidos pechos de niña,
y yo no sé qué tardía dulzura de gloria.
NO SE DONDE
FUÉ muy lejos, en un reinó de quimera
do la vida se devana en lenta calma,
que una tarde de muriente primavera
yo te dije los secretos de mi alma.
Yo te dije -tú me oías pensativa
remontando tu mirada en lontananza
“Como sombra de una muerta rediviva,
al mirarte, ha resurgido mí esperanza".
-Tú callabas, contemplando con desgano
la agonía ensangrentada de la tarde-
". . . y de haberte hallado a tiempo yo me ufano:
¡para amarnos siempre es tiempo, nunca es tarde!"
Me miraste, levemente conmovida
y armoniosa musitaste: -Más, ¿quién eres?
-Soy un lírico creyente de tu vida,
que en su amor te diviniza, ¿no me quieres?
Cual sí en tí un viejo dolor resucitara
mí reclamo, me dijiste con tristeza:
"De otro amor grande y perdido frente al ara,
se arrodilla para siempre mí belleza".
Descendía lentamente la sombría
noche al mundo ... y en las sombras te perdiste.
¡Oh!, también dentro del alma descendía
otra noche negra y honda, densa y triste.
Sobre mis angustias viejas, el martirio
de perderte derramó sus amarguras ...
Desde entonces, por las sendas del delirio
fui buscando, vanamente, tus ternuras ...
CANCIÓN ANDARIEGA
OTROS llegaron a tu vera,
antes que yo, con su esperanza
y su perenne sed viajera
de amor perfecto y dicha mansa.
Y sin el goce que se espera
siempre, pero nunca se alcanza,
se alejaron con su quimera
camino de la lontananza.
Hoy llego yo también: ¿qué pido?
Un recuerdo para el olvido
y un seno fiel donde soñar . . .
. . . Después, en tí, hecho una vaga
y antigua voz que el tiempo apaga,
quedará mí último cantar.
MUSGO Y CENIZA
SIN tí es corno un inmenso vacío él mundo: un yermo
cargado de silencio, de soledad de polo.
Lejos de tí, por eso, soy un callado enfermo
que apura el inefable tormento de estar solo.
Para aplacar la angustia que me labró tu olvido,
me escudo en el exiguo broquel de tu recuerdo:
y como un vago espectro, desde que tú te has ido,
entre brumososlimbos de saudades me pierdo ...
En la orfandad en que tu desamor me sume,
florece el solitario dolor de tu abandono.
¡Y me impregné, otro tiempo, de edén en tu perfume
¡Y ahora me atosigas de llanto ... y te perdono!
Cruzaste, pasajera divina, por mí vida
como aromado aliento sobre rincón sombrío.
¡Después ... de mi camino la noche renegrida
por tí será más densa, fugaz ensueño mío!
¿Por qué se van algunos mientras se quedan otros
y todo es breve como fugaz hervor de espuma?
No pudo el buen cariño durar entre nosotros
acaso porque todo como tu amor, se esfuma ...
Para que veas cómo, lejana, te he querido,
este montón de versos te ofrendo: son mi herencia;
¡son ... la ceniza vana que amontonó tu olvido
sobre el estéril musgo que vegetó en tu ausencia?
"YSAU"
Como ojos de agua, por incontables bocas
surgen a borbotones desde los hormigueros,
noche y día -perenne mal de la agricultura-
y a talar los cultivos se encaminan por valles,
llanuras y laderas. Inútil resistirlas,
pues donde, no es creencia, sus desmanes aumentan.
Sin embargo, el labriego monta en cólera, a veces:
fuego, raudal, arena contra sus líneas lanza,
o con solicitud, por distraerlas, pone
como cebo en sus sendas apetecibles ramos.
En balde: ni por malas ni a buenas las reduce:
tornan cargando en fila presas y maldiciones.
LANGOSTAS
LEGAN, y por el haz de los campos calientes
un vago escalofrío pasa, como de asco.
Van a ser devoradas por millones de bichos
todas las frondas, todas las verdes sementeras.
Improvisan banderas y bullas los labriegos
en la lucha sin tregua contra la manga innúmera.
Tuesta el sol de verano. Sudor, en vez de sangre,
mana de los sufridos paisanos y su prole.
Alzan por fin, el vuelo -noches de plenilunio-
Nadie quiere pensar en la míes malograda;
mas en secreto echa la esperanza retoños
en las almas, al tiempo de renacer las hojas.
SEQUIA
ESTÁ ardiendo sin llamas todo el campo amarillo
(Las invisibles lenguas del incendio, este viento
donde pasa en volandas el monstruo de la seca).
Sueña entre pesadillas, sueña la tierra lluvias.
Agonizan de sed bestias y vegetales,
y el gran abandonado, hasta de Dios, el rústico.
Van husmeando aquellas hacia imposibles aguas,
cabecean las plantas desesperadamente,
y la gente labriega ni alza ya los ojos
al cielo, de la inhóspita, desolada campiña,
que en los ocasos lentos rompe a llorar a veces
en la lamentación de las cigarras locas.
PUEBLO
VEGETA aún, el mismo siempre a través de años.
En torno, la agonía verde de la campaña.
Hay un silencio antiguo. Habla de desengaños
irremediables todo. Una visión que daña.
Al pasar, contemplando su abandono de lejos
(la vida, allí parece que va a extinguirse y reza,
y los rostros y formas, borrosos de tan viejos),
dan ganas de quedarse a curar su tristeza.
¡Cómo debe soñar desesperadamente
la juventud en esta soledad olvidada,
y cómo ya no debe soñar la añosa gente
ninguno de sus sueños de antes, ni un poco, nada!
Para sobrellevar, resignados, la suerte,
dánse al amor o al odio, al azar o al brevaje;
más el amor y el odio tienen sabor a muerte,
y el juego y la ebriedad, un ímpetu salvaje.
CAMPO
ALBUM de Dios abierto en horizontes,
para abarcado desde las alturas
de la oración o el canto sólo: mundo
donde, sin lenguaraz que lo interprete,
callado el hijo de la tierra sufre.
Todos sois extranjeros a su espíritu:
se esconde a nuestra vista, o bien se torna
y ausenta hacía sí mismo el paisanaje,
ya de tal modo herido de silencio,
que veis la cicatriz de la sonrisa
sin percibir nunca jamás la queja.
No columbráis tampoco lo que el humus
-metáforas del trópico en el álbum-
en su vocabulario inverosímil
rojo, amarillo, verde, azul, os dice.
………..
Campo, fuera de tí soy grano estéril
de agrícolas estímulos privado,
mas en tu seno, como en un oasis,
revivo y crezco: siento sobre el hombro
el recio padrinazgo del destino,
y la ancestral legión a mis espaldas.
LOS FRUTOS DE LA TIERRA
CANTANDO y girando
vamos a decir
qué comimos antes
de venir aquí:
Ya sea el pan claro,
ya el moreno pan,
o los ricos zumos
que la tierra da.
-Yo he comido en casa
mandioca y maíz,
los providenciales
frutos del país.
-Yo comí poroto
y maní, las dos
más alimenticias
legumbres de Dios.
-Yo comí de postre
tanta fruta y miel,
que aún tengo la boca
dulce de comer.
-Dí ¿,por qué en silencio
sólo quedas tú?
-Es que tengo hambre:
no he comido aún.
( CORO )
Giremos cantando,
para no quedar
en la tierra nunca
ninguno sin pan.
LA CASA AZUL ROSA
UNA casa hagamos
de nuestra invención.
-Yo pondré unas cosas,
tú las otras pon.
-Pondré los andamíos
para comenzar.
-Y yo los ladrillos,
la arena y la cal.
-Yo traeré cuchara,
plomada y nivel.
-Pues yo la argamasa
voy a revolver.
-¡Ya la casa nuestra
está lista, al fin,
para ir en ella
todos a vivir?
-Pintémosla toda
de rosa y azul,
como son los días
de la ,juventud.
( CORO )
Llenemos ahora,
rincón por rincón,
la casa azul-rosa
con nuestra canción.
SUSPIRO
No haber sabido de algún modo,
cuando era tiempo todavía,
que nunca ya la olvidaría
del todo. . .
Y hoy sentir en lo profundo,
que pudo ser la compañera
más ligera
del mundo.
A JAVIER VILLAEAÑE
HE leído tus "Coplas, poemas y canciones",
(estos versos maravillosamente leves,
aptos para los frágiles y tiernos corazones
de las novias, los niños y los ángeles). Debes
tener, poeta, el alma como los ojos, clara.
Hasta el dolor se dulcifica en tu poesía.
¡Cuánta luz de bondad se te enciende en la cara!
¡En tus estancias, cuánta simple sabiduría!
Sí bien a burla, a queja suena tu acento a veces,
para mí tengo, desde luego -tal vez me engañe-
que algo de santo hay en tí, aunque no reces.
Nada más. Hasta siempre, ¡oh, Javier Villafañe!