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TERESA LAMAS DE RODRÍGUEZ ALCALÁ (+)
10 de Diciembre de 1887 - 21 de Diciembre de 1975
 
TERESA LAMAS DE RODRÍGUEZ ALCALÁ (+)






Biografía

TERESA LAMAS CARÍSIMO - LA GRAN DAMA PARAGUAYA

El sitial que le corresponde a Teresa Lamas Carísimo en las letras paraguayas va mucho más allá que el haberse revelado como la primera mujer paraguaya en publicar un libro de autoría propia. Un estudio acabado de su obra en la forma de dos libros: Tradiciones del Hogar (1921) y La casa y su sombra (1955), así como de innumerables artículos periodísticos y discursos por diversas ocasiones conmemorativas permitió descubrir en ella a una escritora con una misión, la de reivindicar al Paraguay, que a lo largo de cuatro siglos lo fueron construyendo sin prisa ni pausa los miembros de la clase social más elevada que se fue gestando a medida que avanzaba la colonización de la anterior Provincia Gigante de las Indias. Técnicamente, no se trató nunca de una oligarquía porque el Gobierno jamás les perteneció como clase o como partido. La política en el Paraguay independiente respetaba los orígenes familiares pero no al punto de quedar de rehén de toda una categoría de individuos.

En algún momento, los cronistas que se interesaron por describir y analizar la evolución histórica paraguaya desde los albores del siglo XX, tuvieron la inclinación de caracterizarla como una gesta de una germinal lucha de clases donde triunfó el pueblo llano, desplazando a las clases distinguidas, pudientes o aristocráticas autóctonas. La gran ruptura hubo de acontecer aparentemente, al romperse los lazos con la Madre Patria aquellos leales a la cual, ostensiblemente, habían permanecido los así llamados criollos o españoles americanos, como si la urgencia de la emancipación solo afectara a los demás sectores de la población, entre ellos a los menos favorecidos por la prosperidad.

Hay una cierta tentación a suscribir este postulado si se examinan los escritos de José Gaspar de Francia, uno de los pocos que dejara esa herencia. Cuando todavía no se entendía bien adonde llevaba el Cabildo Abierto bonaerense del 25 de mayo de 1810 ni la revuelta de los cuarteles del 14 de mayo de 1811, la población se dividió claramente entre el "partido patriota" y el "españolista". Interesantemente, todas las referencias semánticas al patriotismo, a la negación de lo extranjero, a la opresión provenían de la misma España que en la época sufrió la invasión de las tropas napoleónicas, la imposición de un rey no nacional y la prisión del monarca legítimo. Al acumular poder personal habida cuenta su preparación personal y capacidad política, Francia intentó trasladar a su Provincia los principios de la Revolución Francesa y a la organización de la misma, los postulados del libro El contrato social de Jean Jacques Rousseau que propugna la estructura republicana romana con las instituciones acostumbradas del consulado y la dictadura para casos de crisis donde la misma supervivencia de la República estuviese en disputa. Francia usó el consulado mientras tuvo que compartir autoridad con los militares de 1811, pero a partir de 1814, debido al casus belli porteño en la forma de la declaración de "Provincia Rebelde" por negarnos a enviar delegados al Congreso del antiguo Virreinato devenido en Provincias Unidas del Río de la Plata, Francia se hizo cargo en solitario del poder y no lo abandonaría hasta su muerte en 1840.

Desde la Dictadura, Francia se dedicó a perseguir a algunos criollos que él consideraba enemigos personales y, por ende, del Estado. A medida que fue consolidando su poder, la República de ciudadanos se convirtió en un experimento fallido porque los paraguayos siempre se comportaron como súbditos ante Francia y él mismo consideraba "insolentes" a quienes se dignaban a mantenerle la mirada o hablarle sin autorización. En algunos de sus frecuentes escritos a sus delegados del interior, el Dictador se quejó de que la falta de educación de sus compatriotas les impedía manifestarse como ciudadanos. Quedó para la historia esa pregunta si el paraguayo tenía un hueso extra en el cuello porque andaba siempre cabizbajo. Hubiera agregado que la represión gubernamental también tenía que ver en esa poquedad. Es muy ilustrativa del nivel educativo general la anécdota ocurrida en San Pedro del Ycuámandyjú en los albores de la era independiente, cuando deseosos de comprender el espíritu de la Revolución Francesa invocado desde Asunción, gente de pueblo recurrió al cura párroco para una explicación sobre el significado de "Libertad, Igualdad y Fraternidad" como principios políticos, a lo que el azorado sacerdote respondió: "igual que las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad". Pronto, la idea republicana original dio paso a la prioridad de mantener la independencia de los porteños y al Dictador en su trono, aunque los porteños estaban ensimismados en sus propios dramas y la recuperación de la Provincia Rebelde pasó a un distante plano inferior al que nunca renunciaron pero tampoco buscaron afanosamente. El recuerdo de Belgrano y su expedición "auxiliadora" de vuelta con las manos vacías después de tantos sacrificios y desembolsos debía primar entre los más sensatos.

La llegada al poder de Carlos Antonio López también primero por la vía consular acompañado de un militar y luego ya en unicato no varió mucho la relación entre gobernante y gobernados. La pretensiosamente denominada "Constitución" de 1844 puso por escrito lo que Francia dejó tácito, que al presidente, también "supremo", se le debía "obediencia", pero solo una vez asumido el poder. Es decir, técnicamente, no era una monarquía hereditaria aunque hasta los monarcas tienen su coronación para comenzar a mandar. Cuando el Capitán Thomas Jefferson Page del vapor WATER WITCH le solicitó a Don Carlos Antonio una copia de la Carta Magna para leerla, la respuesta fue por la negativa bajo la excusa de que estaba siendo enmendada. En realidad, el presidente tenía embarazo por estar consciente de que la suya no era verdaderamente una constitución republicana sino apenas un reglamento de gobierno diseñado por López que centraba toda la autoridad en él mismo y que bien pudo tener un solo artículo.

Según se nota en los escritos de Teresa Lamas Carísimo, las relaciones de los López con la clase distinguida asunceña eran un tanto incómodas, pero se daban dentro de un ritual mutuamente llevadero. Carlos Antonio no pertenecía a esa clase social aunque su esposa, una Carrillo Viana, sí. Para el lucimiento de sus veladas sociales, la participación de los de abolengo era necesaria a la hora de aportar brillo. Los informes de EL SEMANARIO, vocero gubernamental de las actividades de aquella sociedad, tanto las de entretenimiento como del movimiento de buques y el comercio en general así como de las visitas de extranjeros, relataban en detalle las fiestas de disfraces anotando qué representaba cada invitado e incluso aquellos que no llevaban disfraz alguno. Fue en estas soirées en el Club Nacional, en las que Elisa Lynch tenía vedado mostrarse mientras permanecieran el Presidente y esposa, donde se comenzó a generar la tirria de ésta hacia la clase alta. Luego de la muerte de Don Carlos y de la asunción de Francisco Solano, Linch intentaba imponerse desplegando sus modas y costumbres europeas que eran deslumbrantes pero no suficientes para alinear a las familias patricias en un rol subalterno a ella. Por eso se recurrió a extremos para neutralizar la obligación de asistir a sus fiestas e incluso de vestir a sus niñas con los regalos de la consorte presidencial narrada tan acertadamente en el cuento de la abuela que se deja morir con tal de dar a sus familiares una excusa para no adornar con su presencia la casa de una mujer que vive "en pecado," por poderosa que fuere políticamente. Es casi un drama digno de García Lorca dentro de la gran tradición española que era anterior a lo Victoriano. Las otras narraciones del noviazgo eternamente trunco de la tía Antonia que juró amar a uno solo en la adolescencia y nunca más abrió su corazón a nadie, o de la niña de 13 años que todavía jugaba con muñecas siendo pretendida en casamiento por un jovenzuelo algo mayor también le harían justicia al mundo cultural hispánico tradicional. Como en España, la mujer es muy fuerte y muy débil.

La apertura del país al comercio mundial con la exportación de sus productos y la muy incipiente industrialización hizo posible la emergencia de una suerte de burguesía comercial que logró respetables fortunas en asociación con la familia López, pero no por eso eran aceptados entre los patricios aunque algunos de éstos últimos se dedicaron al comercio o se pusieron al servicio del gobierno como José Falcón, en roles sumisos y leales, aunque nos enteráramos de su desafección por los López solo en sus memorias ya pasada la guerra. Esa condición de Falcón fue un enigma incluso para los victoriosos brasileños que lo llevaron prisionero a Río de Janeiro hasta después de la firma del Tratado Loizaga-Cotegipe por albergar temores de que el ex Ministro de Relaciones Exteriores pudiera ser parte de alguna reacción nacionalista, ya muerto López.

Los patricios se reconocían como los verdaderos baluartes de la sociedad. Dando continuidad a la cultura española y católica de la que eran herederos, formaron sus esquemas de estratificación en esas líneas. Guardaban celosamente sus orígenes genealógicos como signo de distinción y prueba de lo que los españoles llamaban "pureza de sangre." La categoría superior llevaba a reconocerse como herederos directos cualquiera de los conquistadores que había desposado a una de las hijas mestizas del primer Gobernador, Domingo de Irala. Alguno que otro antepasado pudo ser un hidalgo llegado más tarde cuyos descendientes podían ascender a la cima siempre que desposaran a hijas de las familias descendientes de Irala.

Estos conquistadores habían sido en su momento los receptores de las mercedes reales en la forma de tierras y estancias, aunque en un principio tenía más valor ser encomendero o receptor de "encomienda de indios" donde los naturales les eran cedidos para que recibieran la correspondiente educación religiosa a cambio del servicio personal, principalmente apreciadas fueron las mujeres guaraníes que eran tan hacendosas como prolíficas. Así se fueron creando las estancias y, una vez logrado que todo el mundo hispanoamericano se enviciara con la infusión de la yerba mate, los obrajes de esta hoja disecada y molida cuyo comercio pronto fue la fuente de prosperidad de la Provincia.

Aunque Teresa Lamas Carísimo no lo menciona, en algún momento esos colonos distinguidos entraron en conflicto con los sacerdotes jesuítas que se embarcaron en la producción y comercio de la yerba mate con mejor organización, mano de obra abundante y gratuita y exención de impuestos, lo que significó el enriquecimiento desmedido de la Orden de los Ignacianos a la par que la ruina del resto del coloniaje. Esa competencia sorda se trasladó después a la política con gobernadores pro y anti jesuítas hasta desembocar en las dos guerras comuneras donde por primera vez se cuestionó el absolutismo monárquico en nombre de la necesidad de gobernar para el bien de los gobernados. Muchos de los líderes comuneros eran destacados miembros de esas familias distinguidas de la Asunción. Es decir, la historia y la tradición les iban dotando de mayor sedimentación social y un relato heroico que transmitir.

El movimiento independentista naturalmente se gestó entre los miembros de esa clase alta, que, como correspondía en una sociedad rígidamente estamental como la española, tenía también un Ejército dividido de acuerdo a la clase social de sus miembros reservándose los cargos superiores a los de mayor prominencia, los Yegros y Ledesma con tierras en Quyquyhó y los Cavallero Bazán en Tobatí, entre otros. A pesar de ser solo menor en cinco años a Pedro Juan Cavallero, Carlos Antonio López, al no formar parte del Ejército ni ser de las familias distinguidas, a pesar de su origen criollo y esmerada educación, no figuró entre los próceres. Gaspar de Francia, aunque casi doblaba en edad a los rebeldes de mayo, se incorporó a la gesta por ser también un Yegros y Ledesma por la vía materna y por su fama de letrado hábil y catedrático que le permitió ser electo por el Cabildo como Diputado Provincial a las Cortes de Cádiz de 1812 cuya reunión dejó de interesar al asumir esos mismos patricios los destinos de la Provincia. Y si bien Francia desde la dictadura destruyó a todos sus pares revolucionarios y dio los primeros atisbos de populismo para justificar la Independencia como la obra de él en asociación con el pueblo llano, es imposible negar la contribución esencial de los jóvenes de abolengo en la obra independentista.

Más adelante, pasada la guerra y encarada la Reconstrucción surgió la necesidad de explicar la contienda que para la historia escrita por los vencedores era poco más que el desquiciado absolutismo lopista desbocado hasta la autodestrucción. Para los escritos de los victoriosos, la única explicación a la ciega devoción del pueblo paraguayo a su Mariscal comandante era el temor a la furia de éste y a la historia de represión y sojuzgamiento que la había precedido. El orgullo nacional que hizo que jamás estuviera en tela de juicio la supervivencia del Estado-nación Paraguay dada la voluntad de los pocos sobrevivientes de seguir siendo paraguayos y la muy útil rivalidad acérrima entre ambos aliados, hizo necesaria otra explicación menos simplista que la del López tirano suicida.

Estaba de moda el romanticismo de los hombres providenciales, á-la Napoleón, las gestas ciclópeas ante enemigos infinitamente superiores y los pueblos predestinados a grandes glorias. Así fue surgiendo la figura del paladín de la epopeya, Solano López, quien para cumplir con su destino de encarnar la patria en su persona debió superar escollos formidables como ejércitos y marinas enemigos todopoderosos, falta de recursos humanos y materiales con los que debía obrar milagros y finalmente, para completar la tragedia griega personal, debía superar la traición de los suyos incluso en su propia familia cercana. Era material de un Sófocles o Esquilo, donde el ganador era el perdedor. Y en algún momento de ese relato modificado de lo acontecido en la guerra, comenzó a deslizarse una idea atractiva a los germinales populistas que ya se iban denominando revisionistas de la visión convencional: López debía también tener como enemigo interno a la propia clase alta de su país de modo a presentar la heroica resistencia precedente como una comunión entre el pueblo llano y su líder que a su vez tuvo que lidiar con la traición de los poderosos y la deserción de su propia madre y hermanos. Como constructo literario de ficción es un poco exagerado, como libro de historia es francamente inverosímil. Contra esta fabricación surgen las memorias de los combatientes que describen al Mariscal como menos romántico que el prototipo de la "visión/revisión". También se contraponen a aquella historia excesivamente maniquea el recuerdo de los sobrevivientes que a su vez retransmitían lo que le relataron sus mayores.

Cuando en la segunda década del siglo XX, los revisionistas se iban imponiendo en sus escritos consagratorios del Mariscal, Teresa Lamas Carísimo decidió recopilar esos recuerdos familiares y darle una atmósfera autobiográfica para indicar que hablaba con autoridad. Al narrar la historia del sacrificio de su propia familia, de sus queridos antepasados, estaba dotando de sentido a sus hazañas y padecimientos. Se había renunciado a todo, futuro, familia y bienes porque la patria lo exigía. En otros lugares y en otras guerras, los poderosos y pudientes enviaban substitutos a combatir por ellos, como miles de irlandeses terminaron peleando la Guerra Civil estrictamente norteamericana. Mismo en el Brasil Imperial, un hacendado podía enviar esclavos a pelear a la "Guerra do Paraguai" con una difusa promesa de libertad si sobrevivía.

Eso no ocurrió en el Paraguay de la guerra total. Acá se jugaron por la patria todos, incluyendo y precedidos por los de abolengo del patriciado que se presentaron ante el Mariscal Presidente con la humildad y abnegación de los peones rurales. No saltaba ni por inadvertencia crítica ninguna a quien estaba a cargo de los destinos nacionales. Se anotaba como factual pero sin comentario editorial alguno que estos distinguidos caballeros patricios, retratados al óleo por artistas bonaerenses con sus marciales botas, debieron combatir en el frío de mayo en el Estero Bellaco descalzos sufriendo los estragos de las piedras, las espinas y las plantas de carrizo que pululaban en los humedales del Sur.

Tampoco aparecen en los relatos pasados a la siguiente generación una sola impugnación al hecho de que al Batallón 40 de esa hidalga juventud patricia le fueron asignadas las operaciones más letales del ataque en el descampado esteral de Tuyutí donde le fue fácil al enemigo abatirlos desde posiciones parapetadas en la que por siempre será considerada la batalla más sangrienta de Sudamérica. Ahí sucumbieron casi todos los jóvenes de las familias destacadas. Hasta esa anotación imparcial y carente de reproche se lee en los cuentos de Teresa Lamas Carísimo. En ellos se nota la voluntad de dejar claramente testimoniado el patriotismo y la heroicidad de los caídos así como la resignación de sus familiares que antes que impugnar más bien se vistieron del blasón de orgullo por tener progenitores tan abnegados y tan dedicados al lema de la patria de "Vencer o Morir".

Después de leer los escritos de la autora, nunca más se debería difundir la historia de que la guerra la pelearon solamente los humildes bajo la sabia conducción del Mariscal, quien a pesar de todas sus dotes debía morder el polvo de la derrota por la descomunal magnitud de medios y soldados del enemigo. Tampoco soporta un análisis certero la tesis de que por ser la mayoría de los legionarios miembros de aquella clase alta, todos los miembros de ésta élite social simpatizaban con la Legión. Cualquier simpatía aunque sutil hacia los Aliados desapareció con la publicación del "Tratado Secreto de la Triple Alianza" y los reclamos territoriales al Paraguay. Tanto internamente como en el mundo exterior, la causa paraguaya se impuso por sobre la propaganda aliada,

Es a partir de entonces que la figura de López se confunde con el país. Hasta sus críticos más escépticos deben aceptar que Solano fue capaz de imponer un liderato y un patriotismo inigualable entre los paraguayos. Su romántica muerte no hizo sino acrecentar el sentimiento. Antes del ingreso de López al Panteón de los Inmortales del Paraguay, el gran héroe militar a quien se honraba en actos oficiales era el general José E. Díaz, pero más adelante ya no hubo lugar para el disenso, el Mariscal se fue convirtiendo en el paraguayo paradigmático al honrar a quien los visitantes oficiales extranjeros están expresando su admiración por todo el pueblo.

Si bien la figura de Francisco Solano López fue impulsada por razones políticas, la búsqueda o la conservación del poder, de alguna manera la selección de él como el héroe máximo fue ratificada por la sociedad toda a lo largo de varias generaciones y la lectura de las hazañas de los sufridos paraguayos en aquella guerra demencial no hacen sino agigantar su figura montada sobre el blanco Mandijú. Precisamente, éste es el icono en la mente de los paraguayos cuando hay que jugarse al todo o nada y no queda alternativa que defender la dignidad nacional hasta las últimas consecuencias. El mismo evoca toda la heroica aunque trágica historia del Paraguay batallador, nada inapropiado para una colonia que de imposible ruta al oro del Perú se convirtió en la marca militar para frenar las tropelías de los portugueses siempre ávidos en busca de esclavos y territorios.

Ningún paraguayo puede dejar de sentir escalofríos al escuchar las estrofas de "Cerro Corá", en la que Herminio Giménez le puso música inmortal a la letra de Félix Fernández para decir en fúnebre expresión guaranítica que después del Mariscal solo queda nuevamente el Mariscal con una hazaña insuperable y cuya heroica muerte se vuelve liturgia a contar a todos los paraguayos porvenir para que jamás lo releguen al olvido:


Mariscal rire Mariscal jevy

mamópa oime nde rahasaharã

nembochyryry, nereñentregái

ndéko Paraguay mombe'u pyrã.


La gran contribución de Teresa Lamas Carísimo fue dejar asentada por escrito las crónicas de las familias patricias que se convirtieron en el arquetipo de nuestro sentido de nacionalidad, tan apropiadamente hispana en orígenes y paraguaya en resultado. Sus rígidos valores católicos se reflejaron y dieron consistencia a los nuestros. Su abolengo y su prestigio es lo que persigue como objeto aunque ubicuamente elusivo. Es cierto que en el mundo contemporáneo existen otras virtudes y características que conforman una ciudadanía distinguida más allá de la simple estirpe. Pero es igualmente innegable que aquellos valores defendidos y propugnados por esta destacada escritora van a seguir constituyendo los jalones esenciales de la paraguayidad. Así, mientras en aquella misma era, O'Leary escribía literatura épica y la presentaba como historia; Teresa Lamas Carísimo se esmeró en inmortalizar una historia social de su tierra raigal hasta entonces solo difundida por la narración oral, y la vistió de literatura del mejor nivel. Y la construyó con maestría, bajo la tónica de una autobiografía extendida que incluyera a todos sus antepasados y, por extensión, a todo el Paraguay.

Fuente: TERESA LAMAS CARÍSIMO. Por RICARDO CABALLERO AQUINO Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA N° 16 © El Lector (de esta edición). Asunción – Paraguay. Esta edición consta de 15 mil ejemplares Agosto, 2013 (123 páginas)



LAMAS DE RODRÍGUEZ ALCALÁ, TERESA : Ciudad de Asunción, 1887 - 1975. Narradora.

Ganadora del primer premio en un concurso de cuentos nacionales (1919), Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá es autora de “TRADICIONES DEL HOGAR” (volumen I, 1925), relatos costumbristas y primer libro publicado por una mujer paraguaya.

Tres años después editó un segundo volumen de “TRADICIONES DEL HOGAR (volumen II, 1928)”.

En 1944 salió su novela “HUERTO DE ODIOS” y en 1955 apareció “LA CASA Y SU SOMBRA”, su última novela y obra publicada.

Fuente: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH  , Editorial EL LECTOR. Asunción-Paraguay 1998-

 


LAMAS DE RODRÍGUEZ ALCALÁ, TERESA (…) Esposa del escritor argentino José Rodríguez Alcalá, uno de los extranjeros ilustres que llegaron al país y sembraron aquí su tarea provechosa. Precisamente a él se debe, en 1905, la publicación de la novela “Ignacia”, una de las primeras editadas en Paraguay. (…) Históricamente, Teresa Lamas fue la primera mujer que publicó un libro en Paraguay.-

(…) Como ciudadana, fue una mujer destacada en la sociedad de su tiempo, en la que hizo valer a menudo su palabra y su postura ante hechos que afectaban al país. Mostró su temple y su espíritu patriótico durante la guerra y su profunda sensibilidad humana en todas las circunstancias que le tocaron vivir.

Están trascriptas en el libro sus siguientes obras: “Romance del camino”; “Junto a la reja”; y “El origen del mono”.

Fuente: páginas 133 al 149 del libro 25 NOMBRES CAPITALES DE LA LITERATURA PARAGUAYA - Compilación y selección: SUSY DELGADO - Editorial Servilibro, Asunción, 2005.

 


TERESA LAMAS CARÍSIMO DE RODRÍGUEZ ALCALÁ (1887): Ganadora del primer premio del concurso de cuentos de "EL DIARIO" en 1919. El relato premiado se titula “LA VENGADORA" Estaba en la línea inaugurada por Goycoechea Menéndez esto es, de la "narrativa apologética".

Publicó en 192l el primer tomo de "TRADICIONES DEL HOGAR", en 1928, el segundo tomo y luego un libro epigónico "LA CASA Y SU SOMBRA" (1954).

ES LA PRIMERA MUJER PARAGUAYA QUE HA PUBLICADO LIBROS.

Como tal, su juzgamiento debe tener las consideraciones del caso. Militó en las filas del catolicismo paraguayo, dentro del cual ocupó puestos relevantes como activa e ilustrada dirigente. Oradora de palabra fácil y contagiosa. Es una típica matrona de una sociedad tradicional. Pese a ello, Teresa Lamas, ha rasgado las vestiduras de la mudez pacata de sus congéneres aristócratas. Se ha dicho que lo más valioso de su obra son sus relatos etiológicos. Es la única sobreviviente de la generación del 900.

TEXTOS DEL 900 : RODRÍGUEZ-ALCALA, TERESA LAMAS DE: "RUINAS DE LA CASA HIDALGA"./  "ENTRE LAS DOS HOGUERAS".

VALORACIÓN INDIVIDUAL : Era original y tenía talento; Toda la pasión de la residenta que un día tomó la pluma con la misma fiereza con que ayer el fusil o el azadón, se refleja en esta mujer líder, que por mucho tiempo fue la única que rasgó las vestiduras pacatas del matriarcado asunceno. Tiene cuentos etiológicos verdaderamente antológicos.

FICHA BIBLIOGRÁFICA:

*. AMARAL, Raúl: "El romanticismo paraguayo". Separata de Comentario N° 47. Bs. As. 47. Bs. As. 1966.

*. AMARAL, Raúl: “El novecentismo paraguayo”. Publicación del Instituto Judío-Argentino de Cultura e Información. Bs. As. Nº 61. Julio-Agosto 1968.

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*. ZUBIZARRETA, Carlos: "Cien vidas paraguayas". Ediciones Nizza. Bs. As. 1961.

Fuente: ANTOLOGÍA DE LA PROSA PARAGUAYA (TOMO I)  GENERACIÓN DEL 900. Obra de ROQUE VALLEJOS- EDICIONES DEL PUEBLO - COLECCIÓN CENTAURO. Fundadores: LIC. MARÍA LUISA ARTECONA DE THOMPSON, DR. JOEL FILÁRTIGA y DR. ROQUE VALLEJOS. Director de publicaciones: LIC. SEBASTIÁN DÍAZ ROIG (h) Asunción – Paraguay, Imprenta Comuneros S.A., 1973 (150 páginas).

 


Lectura recomendada (enlace) TERESA LAMAS CARÍSIMO DE RODRÍGUEZ ALCALÁ:  PRIMERA ESCRITORA PARAGUAYA - Autora: BEATRIZ RODRÍGUEZ ALCALÁ DE GONZÁLEZ ODDONE. Fuente: "REVISTA DEL PEN CLUB DEL PARAGUAY. POETAS – ENSAYISTAS - NARRADORES”  - IV ÉPOCA - Nº 9 - Homenaje a Hérib Campos Cervera en el centenario de su nacimiento. Arandurã Editorial, Asunción-Paraguay, Diciembre 2006.



 



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