EL ETERNO COMPROMISO DEL PENSADOR

Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN

De toda la vida del ser humano pensante ha surgido la situación del creador comprometido consigo mismo y con la obra autoral (la estética), y la que de análoga responsabilidad la asume con sentido de compromiso personal y colectivo (lo ético).

Esa bella dicotomía surge ya en la Grecia, en Roma y asume aún figuras de interés en el Renacimiento (siglo XVI), el Siglo de las Luces (XVIII), pero es en Europa, al bordearse los movi- mientos presocialistas, el santsimonismo, el anarquismo, y el marxismo, que el escritor, el intelectual, el artista, el filósofo, el ser pensante, asume un compromiso ante su tiempo y su entorno.

Así el dramatismo de la Primera Guerra Mundial origina la brecha de las ideologías en pugna: marxismo, fascismo y sus variantes que son el capitalismo y el liberalismo.

Se tornó un hecho común entre 1920 y 1970 las declaraciones y manifiestos de artistas y escritores, y se volvió casi necesaria que “la literatura fuera servicial”, como lo sostenía la gran projimidad de Herib Campos Cervera. La obra básica de Olga Blinder, Arístides Díaz Peña, Manuel Verón de Astrada, Luis María Martínez, Elvio Romero, etc., parte de lo producido por el ya citado Campos Cervera, Carmen Soler, Joel Filártiga, Carlos Colombino, entre otros, quienes hicieron notar al mundo externo que el artista y su obra tenían el compromiso de despertar, azuzar, sacudir, hacer pensar y ser útil a su tiempo. La obra en historia de Ricardo Caballero Aquino y Guido Rodríguez Alcalá tiene, en muchos aspectos, este sesgo.

El ejemplo contemporáneo

Podría pensarse que para este tiempo el mundo habría perdido mucho de sus anteriores valores éticos. Pero no, el testimonio de la Dra. Milda Rivarola, persona profundamente comprometida con la cultura, que avizora y sostiene firme su punto de vista ante lo recientemente acontecido en su actual terruño-hogar elegido en Quyquyho, deja ver que ello no es así.

Titular de una buena biblioteca y centro documental propios, eligió como hábitat y punto donde dejar un invalorable legado, una emblemática casona en la referida ciudad; y no la eligió solo por sus pretéritas batallas por la democracia e independencia de sus originarios más notables. Lo hizo también, y se nota, en labor social y cultural, pues le preocupa el estado urbano y el “progreso” de dicha comunidad.

Gran viajante y observadora del patrimonio arquitectónico y urbanístico, le produjo pena que el “progreso” de la ciudad destruya un patrimonio identitario tan valioso por lo que asumió, con decisión y valentía, tomar una postura de protesta firme bajo riesgo de no ser comprendida o aceptada. No quiso dejar que el “asfalto” borre las verdaderas huellas que trasmiten el alma de la ciudad, y no solo el asfalto, sino también lo que pudiera conllevar a temibles modernizaciones con alto riesgo de perder el alma de sus casas pretéritas, casas de lance, columnas y corredores, todos amenazados por un mal entendido “progreso” que consume tradición y que a largo plazo conlleva un alto riesgo de rajaduras y asentamiento de las antiguas casas, por la vibración producida por el aumento en cantidad y velocidad del tráfico. Además de la polución sonora, lo que sin duda atenta contra la preservación y conservación del patrimonio arquitectónico y ambiental del casco histórico.

La Dra. Rivarola, en lugar de vivir a plenitud simple sus días, lo hace, en este caso, aportando con su presencia y su saber a la preservación de un bien comunitario (por lo menos en lo concerniente al área céntrica), que fue rebatida con inusual violencia y falta de respeto, incluso poniendo en riesgo su integridad física.

Paradójicamente, quienes pudieron sumar su visión y conocimientos para bien comunitario, fueron líderes negativos y protagonistas de una actitud indigna y deshumanizada. Por poco fue corrida de la ciudad, por mantener una postura firme y con conocimiento de causa.

Gracias al apoyo moral emergente de sus pares a nivel cultural, de tantos amigos que conocen y respetan su labor volcada a la historia y la cultura, se puso un freno a tan vandálico proceder. Mas lamentablemente no hubo una reacción ciudadana de dicha comunidad en reconocimiento y apoyo a su labor, o por lo menos no se supo de ella.

Mucho de ese esencial batallar nos hizo recordar la validez del compromiso del intelectual.

Como conclusión a esta reflexión acerca del compromiso del intelectual, y recordación de la obligación de sostener valores que se poseen y que son en alguna forma propiedad y servicio a nuestro país, me cabe recordar la reciente partida de Basilio Bogado Gondra, proveniente de un hogar de encomiables padres: Don Basilio Bogado, ex oficial de la Guerra del Chaco; su madre, Susana Gondra Alfaro, una suerte de heroína que vio partir a su esposo, teniendo lejos a sus hijos. Era ella hija de Manuel Gondra Pereira, una de las mentes más lúcidas de nuestro país.

Basilio se recibió de abogado, pero ejercía la vida más bien como filósofo. Fue director de la revista cultural Criterio (1967-1969), y luego se lanzó a la lucha por las libertades. Fue perseguido y exiliado. Más tarde, en la incipiente democracia, fue designado embajador en Venezuela.

Basilio fue un hombre que no tuvo precios, ni dio precios a las cosas. Su norte fue su deseo, casi gondriano, de ser libre y pensar. Él lo logró.

Fuente:  ULTIMAHORA.COM (ONLINE)

Sección CORREO SEMANAL

Sábado, 04 de Mayo de 2019

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