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PEDRO JOSÉ GAMARRA DOLDÁN

  LA ACADEMIA UNIVERSITARIA DEL PARAGUAY - Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN - Domingo, 25 de Noviembre del 2012


LA ACADEMIA UNIVERSITARIA DEL PARAGUAY - Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN - Domingo, 25 de Noviembre del 2012

LA ACADEMIA UNIVERSITARIA DEL PARAGUAY

 

Por PEDRO GAMARRA DOLDÁN (*)

 

En 1895, se crea en Asunción el Instituto Paraguayo, que va a durar hasta el año 1933, en el que al fusionarse con el Gimnasio Paraguayo se tornará en el Ateneo Paraguayo, respetada entidad, continuadora de ella y del primer Ateneo Paraguayo, 1883, tal vez la entidad cultural de mayor abolengo y, sin duda, la más antigua en nuestro medio, donde los centros culturales no sobrevivirán en mucho al de uno o más mentores.

El Instituto Paraguayo, sobre todo en el período en que editan la famosa revista del citado grupo, va a constituirse en el movimiento de mayor trascendencia, contenido y obra. Era, hasta ese momento, el cenáculo de asociados más calificados y formados que había tenido el país. Es el Novecentismo estudiado por el maestro Raúl Amaral. Es la llamada Generación del 900, o del Instituto Paraguayo, de un fuerte contenido ético y estético, que lo aproximan al “anielismo”, movimiento cultural de contenido intelectual y compromiso comunitario.

Debieron pasar cuatro décadas hacia 1940 para que comenzara a agestarse la creación, ya intencional, y con un cuadro formativo, severo y profundo para su tiempo.

En efecto, al arribar al Paraguay en 1940 el padre César Alonso de las Heras (1913-2004), que enseñara en el Colegio San José de la capital, se aplicó, asimismo, de lleno a la Academia Literaria de ese colegio. Esta estaba ya activa y en funcionamiento en esa institución educativa desde 1911.

El padre Alonso, pleno de juventud (27 años), y capacidad formada y a formar, tendrá un gran éxito en dicho colegio y en la sociedad paraguaya. Sobre todo tuvo éxito en que los académicos que irán retirándose del citado colegio desearan proseguir un proceso educativo –y generacional– de debida capacitación.

Fuerte debía ser el espíritu de los jóvenes egresados de su etapa escolar secundaria en proseguir sus estudios intelectuales y profundizarlos en un país no alejado de la Guerra del Chaco (1932-1935), ya sobre la II Guerra Mundial (1939-1945), pero sobre todo teniendo muy cercano al gobierno del Gral. Higinio Morínigo (1940-1948), una “dictablanda” muy cercana, si no próxima a la dictadura. Fuerte debía ser la personalidad del padre Alonso para que los conciliados desearán formar un centro expresivo.

Así, en 1945, inicialmente bajo el nombre de Círculo Literario, formado casi íntegramente por egresados del Colegio San José. En 1947, ya bajo el nombre de ACADEMIA UNIVERSITARIA DEL PARAGUAY, lanzan este movimiento de escritores e intelectuales, abocados por la síntesis expresiva del padre César Alonso. Era un deseo seguir en el empeño y lo hicieron.

 

 

 

ÉTICA Y ESTÉTICA

Una sesión común era más o menos de este contenido:

1) Grecia: Introducción a la comedia. Aristófanes, el hombre y las nubes. Los pájaros, etc.

2) Historia: Concepto, importancia y ámbito griego. Herodoto, pensamiento y obra.

Importancia científica.

3) Tucídides: Sus relatos, épocas.

4) Jenofonte.

5) Poesía: “Me llaman al reino”, de Gustavo Gatti Cardozo.

La estética de la entidad, como puede verse, no tiene equivalencia en método investigado, desde sus raíces mismas, de aquel entonces a esta parte. Ha habido diversos grupos, pero su duración ha sido directamente menor.

Su ideario está contenido en esta declaración ideológica, intelectual y de compromiso.

 

IDEARIO DE LA ACADEMIA UNIVERSITARIA:

“Nosotros

tenemos un empeño: la conquista del Paraguay por la cultura, informada de espíritu cristiano.

Todo lo paraguayo es nuestro para dolernos y corregirlo o bien para ensalzarlo. El mal y el bien no creemos que deban atribuirse a un solo grupo. Son obra de la comunidad paraguaya, como las desdichas y las glorias.

Creemos en nuestra patria. Somos paraguayos totales y veneramos los tres colores hermanados de nuestra enseña patria.

El Paraguay es complejo y difícil; por eso nos preocupa y por eso lo amamos entrañablemente.
Queremos compenetrarnos con la cultura extranjera en la medida que responda a nuestro espíritu; por eso, reconociendo una comunidad hispana, sin mayorazgos, buscaremos asimilar su esencia occidental y cristiana.

Propiciamos una revisión total de valores: la cultura guaraní, la conquista y la colonia, la historia de nuestra vida independiente.

Juzgamos los hechos y a los hombres sin petulancia, pero sin miramiento a endiosados criterios, con la serena franqueza de la verdad.

Buscaremos la esencia de nuestra nacionalidad en la fusión hispano-guaraní, dándole a cada cual su valor. El guaraní es nuestra lengua sentimental; el castellano, la de nuestra cultura.

Estudiaremos la tradición y el folklore, y depuraremos nuestras leyendas. Imprimiremos el sello paraguayo en todas nuestras creaciones.

¡Por la cultura hacia un Paraguay nuevo, hacia Dios!”.

Este documento, claro y preciso para definir la visión del mundo y de la cultura de ese grupo, en ese momento y época, es más que claro. Cabe destacar la precisión del método de trabajo que se deseaba realizar. La unificación de metas y valores allí expresados es muy precisa, sobre todo si se aclara que sus miembros tenían 20 o poco más de años y el propio padre Alonso tenía apenas 34 jornadas de vida.

La Academia Universitaria nunca poseyó estatutos sociales, existiendo solo un anteproyecto elaborado por el Dr. Carlos Raúl Troche y que significó el marco de su estructura formal.

Pero como la academia creció, se elevaron también los deseos de patria de estos intelectuales.

En conversación privada, me relató el hoy lastimosamente fallecido Dr. Adriano Irala Burgos que al lanzarse oficialmente la candidatura del Gral. Alfredo Stroessner como presidente de la República, en el Estadio Comuneros, a mediados de 1954, se reunieron en casa de mi interlocutor casi todos los miembros de la Academia que se hallaban en ese momento en el país y creyeron que las palabras iniciales, del general dicho, podrían significar un hecho positivo para la patria, por lo que a través del Dr. Luis A. Argaña y el hijo de este, Cnel. José María Argaña Ferraro, ofrecieron colaborar con el gobierno que se iniciaba, en la medida que se cumpliera el plan trazado en aquella disertación pública y se diera apertura democrática al país. Nunca fue contestado el ofrecimiento.

Tras largos meses de esperada mejora, la situación no cambiaba, antes bien, empeoraba.

Habiendo ocurrido hechos de violencia en la Facultad de Medicina, en 1956, la Academia Universitaria emitió una declaración pública, repartida puerta a puerta, en forma reservada y que me permito trascribir, porque significa e identifica un proceso y a sus firmantes.

“VISTOS: los lamentables incidentes acaecidos en la Facultad de Medicina el día viernes 13 del mes en curso y CONSIDERANDO:

1º. Que los mismos configuraron actos de extrema violencia contra la integridad física de estudiantes de la Universidad Nacional, consumados dentro del propio recinto de la nombrada facultad, por grupos de gente armada, extraña a las actividades universitarias, y con el insólito apoyo de las fuerzas guardadoras del orden público.

2º. Que la ACADEMIA UNIVERSITARIA, como institución de cultura, propiciadora y acogedora de las más nobles inquietudes de patria, no puede permanecer silenciosa ante aquellos hechos de tan honda repercusión en la sensibilidad ciudadana. Su voz, empero, no obedece al mero afán de tomar partido, sino a la decisión de contribuir a la orientación serena de la opinión, en momentos en que es necesaria la palabra clara que haga posible la convivencia y la tolerancia entre los miembros de la familia paraguaya.

3º. Que toda lesión injusta, ocasionada por el ejercicio irregular de la autoridad pública, ya sea a los derechos humanos de sus miembros o de cualquier habitante de la República, como a los intereses morales y materiales de cualquier entidad colectiva de existencia legal en la misma, sin distinción alguna derivada de la naturaleza de sus actividades (religiosa, política o cultural), afecta directamente los principios esenciales que sostiene la Academia en el orden de la convivencia necesaria para el normal desenvolvimiento de su actividad cultural.

4º. Que si bien la defensa de los derechos cívicos y políticos del hombre no constituye un objetivo propio y particular de la AU, el ejercicio normal de tales derechos no puede menos que ser un ANHELO PERMANENTE o inalterable de la misma, derivado de la propia naturaleza cultural de sus fines, asentados sobre su concepto de CULTURA que entiende por tal: el perfeccionamiento del hombre en todos los órdenes, por vía del cultivo y del desarrollo de sus facultades y derechos naturales.

5º. Que en un pronunciamiento inequívoco sobre los hechos precitados está indudablemente empeñada la dignidad cívica de los miembros de la Academia Universitaria, quienes, en la emergencia, recurren a él como necesidad moral absolutamente indispensable para mantener incólume su propia estimación.

Por tanto, en virtud de tales consideraciones, LA ACADEMIA UNIVERSITARIA

 

RESUELVE:

1º. DECLARAR su más categórico repudio a la violencia como forma de solución de los problemas nacionales, sean ellos políticos, sociales o simplemente estudiantiles, y concretamente, el atropello de que fuera objeto el recinto de la Facultad de Medicina el día 13 de los corrientes, por grupos civiles no universitarios en concierto con las fuerzas guardadoras del orden público;

2º. REAFIRMAR, una vez más, que el ideal de cultura que persigue, tiende espontáneamente, por apetencia natural y por imperativo de orden lógico, a la vigencia continuada y estable de la libertad;

3º. FORMULAR un fraterno llamado al buen sentido y a la cordura, con el objeto de evitar que el encono generado en esta hora ingrata, retarde el intensamente anhelado advenimiento de condiciones propicias para una convivencia armónica, afirmada sobre bases regulares, en la Universidad Nacional y en la dimensión entera de la patria.

Aprobado por Asamblea General Extraordinaria de la Academia Universitaria de fecha 20 de abril de mil novecientos cincuenta y seis.

NOTA: A pedido de los interesados, se hace constar el voto en disidencia de los señores académicos Ing. Ricardo Mazó U., Dr. Walter E. Insfrán, Dr. José Luis Appleyard y Sr. Gustavo Riego”. (Termina la transcripción).

La declaración ocurrida, dada por la mencionada academia, nos ha de significar que por ello, y por otros motivos, pero principalmente para hacer terminar la labor del padre Alonso en el país, lo que da lugar que en marzo de 1959 el mismo tiene que trasladarse a España, país donde al volver al Paraguay, en 1967, la institución ya había concluido su labor en 1959, siendo su último presidente el Dr. José Félix Fernández Estigarribia.

La Academia Universitaria va a durar de 1947 a 1959, por doce años; pocos, pero ininterrumpidos y fructíferos. Nótese que se constituye el año de la guerra civil del mismo año. Sus integrantes militan en diversos puntos de vista, pero el resto por el valimiento cultural. El padre Alonso decía: “A veces venían con olor a pólvora”, y era “irse con un portazo, para luego, entreabriendo la misma decir, volveré la próxima sesión”.

Las sesiones se hacían, rotativamente, en casa de cada académico. Así una vez fue la reunión en casa del Lic. Rolando Niella y allí concurrió especialmente invitado el poeta Herib Campos Cervera; uno leyó su entonces recién compuesto poema Balada de los árboles ausentes. En la ocasión, Campos Cervera recordó que, siendo académico del Colegio San José, mantenía ásperas disensiones ideológicas con Carlos A. Pedretti y Carlos R. Andrada.

Sus medios de comunicaciones eran los diarios de la época: La Nación, La Tribuna, El País”, que ponían sus páginas a disposición de los académicos. En forma impresa recurrían al mimeógrafo, teniendo a la vista sus publicaciones de julio de 1955, que contiene poemas de Oscar Insfrán, José Luis Appleyard, Belén Talavera, César Alonso de las Heras, Rubén Bueno Saguier, Carlos Villagra Marsal, entre otros todos.

Publicaron en 1952 un texto pequeño, pero bueno, bajo el nombre de Poesías, que incluyó poemas de Ramiro Domínguez, José María González Sanjurjo y José Luis Appleyard.

No fue órgano oficial de la Academia Universitaria, pero sí oficioso de muchos de sus miembros, Cuenca/Alcor, revistas que entre 1955 y 1966 publicara una de las publicaciones culturales más brillantes del país, en preciosa diagramación y con ilustración de brillantes artistas plásticos.

 

LOS MIEMBROS

Los integrantes de la Academia Universitaria eran entre otros: Nicolás María Angulo, José Luis Appleyard, José María Bonin, Luis A. Breuer, Jorge Cabrera, Enrique Codas, Gustavo de Gásperi, Juan E. Díaz Bordenave, Ramiro Domínguez, Miguel Ángel Ferrara, Gustavo Gatti Cardozo, José María Gómez Sanjurjo, Adriano Irala Burgos, Jerónimo Irala Burgos, Lorenzo Livieres Banks, Manfredo Ramírez Russo, Gustavo Riego, José Raúl Silva Alonso, Rubén Talavera, Carlos Raúl Troche, Rafael Eladio Velásquez, Oscar Facundo Insfrán, Walter Enrique Insfrán, Juan Santiago Dávalos, Emilio Frachia, José Ricardo Mazó, Rubén Bareiro Saguier, Carlos V. Ibáñez, Justo José Prieto, Rodrigo Díaz Pérez, Carlos Villagra Marsal, Luis M. Ortúzar, Alberto Cassola, Laureano Pelayo García, Juan Andrés Gill, Enrique Ibarra, Rolando Benedicto Niella, Miguel A. Reyes, Enrique Riera Figueredo, Alfredo Troccoli, Carlos Alfaro, Miguel Ángel Pesoa, Luis Barriocanal, José María Espínola, José Gaspar Gómez Fleytas, Juan Gualberto Morales, José Domingo Zanotti Cavazzoni, Eliseo Sosa, Guillermo Gómez Mazzei, José Emilio Gorostiaga, Alberto Doria, Cristóbal Duarte Miltos, Augusto Cáceres Carísimo, Jesús Cáceres Carísimo, Miguel Ángel Parini, Julio Salcedo Milleres, Justo Díaz de Vivar, Hernando Urbieta Fleytas.

A estos enunciados hay que sumar otros y la colaboración cercana de la recitadora Gladys Gavilán Cálcena de Bordenave, de las poetisas Elza Wiezel de Espinola y María Luisa Artecona de Thompson, la pianista Victoria Alfaro. Se colaboró continuamente con la Escuela de Humanidades (luego Facultad de Filosofía).

 

CONCLUSIÓN

El grupo de intelectuales y artistas que integran la Academia Universitaria es conocido como la Generación del 50. Es como puede verse una conjunción de hombres, nombres y personas que realizaron una labor cultural perdurable en el país (y fuera de él). La capacidad de ello es inevitablemente eficaz, su testimonio inevitable y su presencia en obras, labores y educación una de las más valiosas ocurridas en nuestro medio.

A esa tarea buscará acercarse, más tarde, el grupo Asedio en la década del 60 y el grupo Ortiz Guerrero en el 80, ambas del siglo XX, de alto contenido cívico, autocrítico, de avanzada y de no menor ética y estética.

Vayan para esos académicos que hicieron patria la gratitud del país.

 

(*) Abogado. Investigador.

Fuente: SUPLEMENTO CULTURAL del diario ABC COLOR

Domingo, 25 de Noviembre del 2012

Fuente digital: www.abc.com.py

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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