Portal Guaraní - CRÓNICAS DE LA TRANSICIÓN - Por LINE BAREIRO

Un 3 de febrero como este, pero de 1989, el gobierno del general Alfredo Stroessner Matiauda fue derrocado. Hoy, en el trigésimo aniversario de la «Noche de la Candelaria», la socióloga Line Bareiro adelanta su prólogo al libro A 30 años del golpe (Asunción, Servilibro, 2019), de Carlos Martini y Víctor-jacinto Flecha, que será presentado este próximo jueves, en exclusiva para los lectores del Suplemento Cultural.

Víctor-jacinto Flecha y Carlos Martini nos ofrecen una crónica de la transición de la dictadura a la democracia en el Paraguay, entre 1989 y 1993. Es una crónica que recoge los principales acontecimientos políticos y para eso recurren a diversas fuentes, desde periódicos hasta revistas de análisis político y fuentes secundarias, pasando por investigación directa de los mismos autores.

Las crónicas son la principal fuente de la historia de la conquista y parte de la colonia en el Paraguay. Qué sabríamos de ese encuentro-desencuentro inicial entre los y las habitantes originarios/as del Paraguay con los llegados desde España, sin aquel cronista Ulrich Schmidl que fue relatando lo que veía y vivía.

Pero en este caso es más que una crónica de esas características. Es una crónica analítica de testigos y en algunos casos realmente protagonistas de la transición. Porque ciertamente, esa transición no fue construida solamente por militares, políticos y movimientos sociales, sino también por una emergencia ciudadana que quiso aprender cómo era la democracia y apostó al cambio de régimen.

Así como el título del libro nos lleva a pensar el hoy con los elementos del origen de esta democracia que tenemos, los autores piensan la transición 1989-1993, con elementos históricos del paso del Estado oligárquico liberal al Estado autoritario con dominio militar 1936-1989 o quizá 1936-1993 cuando se produce el traspaso pacífico del gobierno del último militar que gobernó el Paraguay a un civil electo en las primeras elecciones generales competitivas de la historia de nuestro país.

Me quedé pensando en el tiempo posterior, quizá el criterio del dominio autoritario militar a una democracia con conducción civil, que presentan los autores debería llevar esa transición hasta 1996. Ese año fue derrotado en su intento de insurrección el último militar en servicio activo que tuvo una clara injerencia en la política paraguaya, en el gobierno del Paraguay: Lino César Oviedo.

Lo que pasa es que los autores toman el concepto de transición de la dictadura a la democracia basado en el cambio de régimen, de la discusión desarrollada tan ricamente para las democratizaciones del sur de Europa en la década de 1970. Se trata específicamente de las experiencias de España y Portugal, ampliamente analizadas desde la ciencia política, pero también por la ciudadanía en general, por el periodismo y líderes de opinión entre otros.

En el caso portugués, al igual que en el Paraguay, el inicio del fin de Estado Novo salazarista hacia un Estado democrático, tuvo en su inicio conducción militar con Otelo de Carvalho, a la cabeza de la Revolución de los Claveles del 25 de abril de 1974, y se llegó a una constitución democrática, a elecciones competitivas y a un Estado de derecho. En el caso español en cambio, la transición, inmediatamente después de la muerte del dictador en el poder en noviembre de 1975, ya tuvo conducción civil. Aunque el principal liderazgo inicial fue de civiles que formaron parte de la dictadura franquista, se hizo un gran pacto civil entre todos los actores políticos conocido como Pacto de la Moncloa y desde ahí se derrotó al único intento de retorno militar, se aprobó una constitución democrática, se realizaron elecciones competitivas y tuvo vigencia el Estado de derecho.

Es decir, que la idea de transición de los autores, es la misma que se tenía en la Ciencia Política en esos años, el cambio de régimen de la dictadura de un militar a la democracia, basada en libertades públicas, posibilidad de organización sin las odiosas limitaciones previas contra la izquierda, elecciones competitivas, constitución democrática por su origen, procedimientos y contenido, un presidente civil electo a quien pacíficamente el militar que lideró el inicio de la transición le entrega el gobierno.

Ciertamente mucha gente siguió y sigue aún hablando de estar en transición, para otra terminó con el fin de la injerencia militar en la política y hay otras que consideran que se produjo con la alternancia de un partido a otro en el 2008. Sin embargo, la opción de los autores es totalmente válida desde la Ciencia Política y no se debe olvidar este texto se comenzó a publicar como fascículos del periódico Ultima Hora pocos meses después de que Juan Carlos Wasmosy asumiera la presidencia. Mis reflexiones son posibles porque escribo 25 años después del final de la transición según Martini y Flecha.

Los dos primeros capítulos del libro se dedican a las dictaduras militares posteriores a la Guerra del Chaco. Eso no significa que no haya habido dictaduras o gobiernos más que autoritarios liderados por militares en el Paraguay, pero también hubo dictaduras de civiles a sólo tres años de la independencia y se fueron repitiendo con posterioridad.

Tampoco los gobiernos emanados del voto han sido precisamente democráticos que hubiesen ganado elecciones competitivas. En la mayoría de los casos, quienes no subían por golpes armados, lo hacían por elecciones de candidato único con la única excepción de las elecciones semicompetitivas de 1928. Las elecciones semicompetitivas son aquellas en las que habiendo más de un candidato solamente uno de ellos podía ganar por el conjunto de condiciones de posibilidades de organización, propaganda, libertad de la oposición.

La primera vez en la historia en las que hubo elecciones competitivas fue en las primeras elecciones directas para elegir intendentes/as municipales en 1991, es decir en la transición y ello está perfectamente trabajado en el libro de Flecha y Martini. De la misma manera, las elecciones de 1993 fueron las primeras elecciones competitivas de la historia, aunque fue manchada por el fraude en las elecciones primarias de la Asociación Nacional Republicana (ANR - Partido Colorado) de 1992.

La diferencia entre las dictaduras militares anteriores y las posteriores a la Guerra del Chaco ha sido que los militares se habían convertido en los titulares naturales del poder, aunque no hubiesen tenido necesariamente la característica de las dictaduras militares posteriores a 1960 en la región en la que la institución militar decidía salvar al país adueñándose del poder y los bienes públicos. En el caso paraguayo y como lo presentan los autores, han sido facciones de militares, muchas veces en alianza con civiles o con organizaciones políticas patrocinando a su militar salvador de la patria. Del texto resulta claro la dificultad de asentar hegemonía ningún sector del Partido Colorado con posterioridad a su victoria en la Guerra Civil del 47.

Diecisiete capítulos del libro de Martini y Flecha nos muestran con detalle y análisis el proceso entre el 3 de febrero de 1989 y el 15 de agosto de 1993. Ahí desfilan, hecho, actores, propuestas, marchas y contramarchas del proceso de transición.

El mayor desarrollo es el de lo que podría denominarse como la sociedad política. La sociedad civil está trabajada con un concepto tradicional de la misma, con una idea de organizaciones sociales más que de organizaciones ciudadanas, aunque en algún lugar los autores califican también como sociedad civil a la población en general, aquella que no es parte de los militares ni del Estado. Se rescata mas que nada a las organizaciones campesinas, obreras y/o sindicales y de mujeres. En menos medida se nombra a quienes hicieron educación cívica y control electoral, quizá por aquella gran proeza de Sakâ de que el General Andrés Rodríguez reconoció la victoria de Carlos Filizzola en Asunción gracias a los datos del cómputo paralelo de esa organización ciudadana. Es notable, ya que los autores han tenido roles de liderazgo desde la prensa y la sociedad civil durante la transición.

Debo decir que quisiera darles más tarea a futuro a los autores, que tejan en esta historia de la transición al rol de la prensa y de las organizaciones ciudadanas en la transición. A fin de cuentas, los cuatro años y medio de los que se ocupan los diecisiete capítulos, son los años de mayor construcción democrática de la historia del Paraguay, en los que nada era imposible, en los que se aprobaron ideas e instituciones que parecían imposibles antes e incluso años después, en los que la libertad y el pluralismo se disfrutaron y ocuparon a pesar de todos los obstáculos que podemos reconocer en este libro.

El principal problema es que, visto desde este 2019, solamente hemos podido construir una democracia imperfecta, así es el régimen político que tenemos. Quizá eso se deba principalmente a que la justicia no formó parte del pacto tácito de la transición y continúa siendo una ausente o una presencia muy deficiente en el Paraguay. Por eso, si bien hay libertad, el pluralismo y las elecciones competitivas, no se consiguió que el Paraguay se convirtiese en un Estado de derecho, más allá de la hermosa autodefinición de ser un Estado democrático y social de derecho de la Constitución de 1992.

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