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DELFÍN CHAMORRO (+)
24 de Diciembre de 1863 - 15 de Agosto de 1931
 
DELFÍN CHAMORRO (+)






Biografía

DELFÍN CHAMORRO

El poema de Ortiz Guerrero -escrito cuando el autor estaba en sus pasos finales- tiene, aparte de su condición nostálgica, esa otra de retrato moral. “Chamorro” trasunta en versos elegíacos lo que significara este “profesor de firmeza y de decoro” para varias generaciones de paraguayos.

Todo está allí, líricamente dicho: “el carácter del agua transparente” que lo distinguía; la “línea de firmeza de su vida”; su espíritu libertario, cercano a las tristezas y esperanzas del pueblo:

“Con humildad de pan daba sustento

a la virtud callada del trabajo

en los hijos sin luz del sufrimiento:

los indoctos, los tristes, los de abajo.”.

Había muerto el maestro Don Delfín Chamorro (15 de agosto de 1931) y esa voz poética simbolizaba, además de la emoción venida de las aulas, el homenaje de la expresión literaria, no ajena a las recatadas inquietudes líricas que manifiesta en su juventud (“TODO ESTÁ PERDIDO”) y más tarde en su madurez (“ADIÓS A YBYTY”).

Poco dejó don Delfín, en apariencia: esos versos, otros de intención jocosa, algunas colaboraciones en el periodismo lugareño, unas lecciones de edición póstuma: “Hacia la gramática” (1932). Materialmente nada, desde su existencia transcurrió con suma modestia en su barrio por entonces suburbano.

En cambio muchas cosas quedaron para continuarlo: su espíritu de humanista auténtico, que tan bien supo captar don Manuel Gondra, aquel caraí guasú que descendiera del poder con las manos limpias y los bolsillos vacíos; el discipulado intemporal recogido de don Andrés Bello, mediante el cual pudo sustituir la vigencia de una gramática extranjera por otra propia; algunos continuadores que en la docencia siguieron su norma: Juan C. Díaz, J. Inocencio Lezcano y sus hijos Luis A. y Gustavo Adolfo. Y también el recuerdo de aquella “escuela de educadores del Guairá”, que él integrara con Ramón Indalecio Cardozo, Atanasio C. Riera, Simeón Carísimo, Nicolás E. Sardi, Clotilde Bordón, Juan F. Giménez..

Puede afirmarse que a más de medio siglo de su muerte el magisterio de Don Delfín - afianzado en la versión oral de quienes lo conocieron a través de las épocas- no ha perdido su realidad ni su impulso. Supera la tradición y llega hasta nuestros días como ejemplo de lo que en su imagen iluminara el poeta, su coterráneo.

Una sociedad mercantilista y amonedada, como la que se está construyendo en nuestros días con la eufemística denominación de progreso, no podrá dar guías de la estatura intelectual y ética de Chamorro y menos alumnos y egresados que reciban su norma y que ella sirva, a la vez al ejercicio de una conducta.

Porque lo que está vacante es la figura carismática del maestro, de algún maestro con sentido apostólico y moral, como lo fue este grande de la educación nacional. No el rábula de la pedagogía rara y complicada que sólo cumple en las aulas para satisfacción de la pedantería foránea, sino el de la simple y sencilla enseñanza que mira ante todo el corazón de sus discípulos, la disciplina de su mente y la limpieza de su alma.

A lo largo y ancho de nuestra América se advierte este vacío, esta ausencia, y en los muchachos que comienzan su adolescencia prácticamente solos, eso que un rioplatense ilustre calificara, no hace mucho, de “una ansiedad discipular sin respuesta”.

Don Delfín Chamorro (nacido un 24 de diciembre de 1863), heredero de nuestro posromanticismo y manifestado en él, representa una categoría moral, una capacidad de conducta semejante a la que encarnaran Alejandro Korn, en la Argentina; Carlos Vaz Ferreira, en el Uruguay; Manuel González Prada, en el Perú y Francisco Giner de los Ríos en España, entre otros.

La lección del maestro Chamorro no ha terminado, pues cuando los vivos no aciertan el camino, corresponde a los muertos indicarlo. (1983)

Fuente: ESCRITOS PARAGUAYOS – 1- INTRODUCCIÓN A LA CULTURA NACIONAL. Ensayos de RAÚL AMARAL. Esta es una edición digital corregida y aumentada por la BVP, basada en las ediciones Mediterráneo (1984), la edición de Distribuidora Quevedo (2003), así como de fuentes del autor. Edición digital: BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY



DELFÍN CHAMORRO

Hijo de Juan de la Cruz Chamorro y Juana Martínez, nació en Caaguazú en 1863. Con la guerra a breve plazo, sobrellevó la muerte del padre y las angustias de la aniquiladora lucha. Realizó sus estudios elementales en la ciudad guaireña, y luego el bachillerato, inconcluso, en el Colegio Nacional de la Capital, y volvió a Villarrica. Maestro por innata vocación, ejerció la docencia inicialmente a nivel primario para luego enseñar historia y gramática castellana en el Colegio Nacional de Villarrica. El elogio de su magisterio trascendió el ámbito de su nativa Guairá, y fue llamado a la capital, otorgándose cátedras en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal. Para entonces, su dedicación se había volcado íntegramente a la enseñanza del castellano, vehículo insoslayable de todo aprendizaje trascendente. Sostuvo que la dificultad de idioma no radicaba en sí sino en el sistema de su enseñanza. Por ello aprendió el método de los grandes maestros venezolanos; Andrés Bello y Rufino J. Cuervo, del que se constituyó en el primer abanderado y maestro de maestros; así de J. Inocencio Lezcano, por ej.

"...Todos sabéis que él, Delfín Chamorro, es hombre que no se empina -escribió JI Lezcano- porque más le vean; es uno de aquéllos, que ya que no puede evitar que su imagen salga en algún grupo fotográfico, no ocupará atropelladamente asiento en primera fila, sino modestamente en la tercera... es hombre que no se impulsa. Delfín Chamorro ha encanecido en la cátedra; cuánta paciencia, cuánta abnegación, cuánto amor a la patria no se requerirá para poder asistir diariamente durante treinta y tres eternales años para alimentar el fuego robado al cielo por Prometeo! Quién de nosotros no le ha visto cruzar las calles de nuestra ciudad, camino del Colegio, llevando el cuaderno en que se contienen los trozos literarios con que se apacienta el gusto y la curiosidad de sus alumnos! No se avergonzaba de ser maestro; ni trató de ocultar las señales de serlo".

Un desengaño amoroso lo reveló vate exquisito; su obra poética trascendió mediante dos producciones: TODO ESTÁ PERDIDO y ADIÓS A YVYTY. Delfín Chamorro es un verdadero poeta, un gran poeta, y lo que es mejor, un poeta clásico de buena ley, pues su modalidad interna es la profundidad del sentimiento y sus cualidades externas, la pureza y la sencillez de expresión. La túnica de su musa está aromatizada con la fragancia con que el aire halaga los sentidos en los jardines por el bardo frecuentados..." (JI Lezcano).

Admirado por sus excelsas condiciones de maestro y hombre de bien, Delfín Chamorro vivió los últimos años de su vida con la austera dignidad que fue toda su vida. Falleció en Asunción en 1931.

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)



CHAMORRO, DELFÍN: Docente y poeta. En el sencillo hogar formado por Juan de la Cruz Chamorro y Juana Martínez, situado en Pizadera, valle agreste distante de la ciudad de Villarrica, nacía quien con el correr del tiempo llegaría a ser uno de los más insignes representantes de la cultura nacional, el 24 de diciembre de 1863, época en que el Paraguay del siglo XIX había llegado al apogeo de su grandeza.

Al sobrevenir la guerra, alistado el padre, el pequeño Delfín y la madre buscaron refugio en la región de Caaguazú, lejos de los trajines sangrientos de las batallas, hasta la terminación de la tragedia. Finalizado el conflicto, regresó a su villa natal donde aprendió los principales rudimentos de las primeras letras. Como todos los niños que pasaron su infancia en el tiempo de la posguerra, la suya no estuvo ausente de la miseria y del cuadro de desolación que se vivía en todo el país. El año en que cumplía 14 años, se fundaba el Colegio Nacional y con el fin de proseguir sus estudios se trasladó a la capital, pero llegó a cursar sólo hasta el cuarto año. Sin embargo se distinguió por su lúcida inteligencia y una marcada inclinación hacia las letras. El abandono de sus estudios se debió a que el novel poeta sufrió un desencanto amoroso, el cual hirió sus sentimientos de adolescente. Escribió su dolor en versos armoniosos y tituló sus estrofas "TODO ESTÁ PERDIDO". Poesía muy popular y conocida por casi todos los paraguayos.

A raíz de esta situación se refugió en San Juan Bautista de las Misiones y empezó a enseñar en la escuela local. Aprovechando la soledad del campo, leyó a los clásicos de la lengua y con el vigor del estudioso incansable, se impregnó de las corrientes gramaticales de Andrés Bello, Rufino José Cuervo y otros célebres estudiosos de la lengua. A partir de entonces el estudio del castellano y el cultivo de las letras dominaron su vida.

En 1889 regresó a Villarrica y ejerció la docencia primero en la escuela "La Patria" y tres años más tarde en el Colegio Nacional. La juventud de aquella institución recibió las lecciones de Retórica Práctica, Gramática e Historia, las que eran dictadas por un maestro de gran sapiencia y notable apostolado. Pese a poseer un carácter introvertido y una mentalidad profunda, tenía una manera peculiar de enseñar. Sus ejemplos eran clásicos y su cátedra se hizo famosa. El cuadernillo de tapa oscura y el inseparable lápiz, que siempre llevaba consigo, constituían parte integrante, casi esencial, de su personalidad magistral.

Gracias a su laboriosa actuación y su meritoria integridad moral, ocupó en 1896 el cargo de Director del antedicho Colegio y dos años después integró la Honorable Junta Municipal de aquella ciudad.

En el transcurso de 1911, Chamorro se trasladó nuevamente a la Asunción, atraído por los centros culturales capitalinos que por ese tiempo se hallaban en auge. Ejerció la docencia en el Colegio Nacional y en la Escuela Normal, dictando las mismas materias que había enseñado en Villarrica. Antes de partir escribió "ADIÓS A YBYTY", poema de profunda emotividad. Esta composición poética fue hallada en un álbum, y sirvió - caso excepcional- para probar, en su juicio sucesorio, una filiación natural.

En las citadas instituciones donde brindó a sus alumnos el arte del lenguaje y de la retórica, Delfín Chamorro fue siempre el "maestro". Sus clases complacían sobremanera a sus alumnos. Las instrucciones por él dictadas se convertían en célebres disertaciones, las que se grababan con increíble facilidad en la memoria de sus educandos. Es que realizaba el ideal docente: enseñaba deleitando. Por espacio de quince años la juventud estudiosa asuncena que asistía a sus aulas se honró con su magisterio, a través del cual se desarrolló ricamente la cultura idiomática que él inició en el Paraguay. Creó un método didáctico. Enseñó a escribir correctamente e hizo amar a todos los que pasaron por sus cátedras el pujante idioma castellano. Interpretó cabalmente la necesidad que padecía el país con relación al reducido léxico que poseía. Implementó un programa sistemático y organizó un modelo de enseñanza a acuerdo a la idiosincrasia y las peculiaridades propias del pueblo paraguayo. Condicionó la cultura idiomática autóctona en los moldes de la "Gramática Castellana" de Bello en la que el autor destaca el carácter funcional de las partes de la oración y la terminología de los tiempos verbales.

Según Franco Preda, uno de sus biógrafos, luchó como "un Quijote contra el tradicionalismo nacional que considera que sólo en guaraní se traducen nuestros sentimientos" "...abogó por un castellano castizo, e inició desde la cátedra la defensa del español, constituyéndose en verdadero vindicador de los fueros del idioma. Comprendió que el español es el único y verdadero vínculo de la cultura y la civilización; el vínculo fraterno que une a millones de hispano hablantes". Empleó el ilustre maestro el método inductivo preconizado por el filólogo venezolano y luchó por desterrar los textos prosopopéyicos, abarrotados de aserciones escolásticas -como los de Hidalgo Martínez- de común uso en los colegios de nivel medio. Chamorro puso en circulación la obra de Bello e introdujo la utilización de los "cuadernos de ejercicios" en donde los alumnos trataban de redactar, corregir, mejorar y organizar el lenguaje con su propio esfuerzo.

Pese a su misantropía, era poseedor de un alma noble y de una integridad intachable. Tenaz en sus propósitos. Enseñó con inmenso amor. Logró diseminar entre sus discípulos la riqueza de la lengua española e hizo asequible la interpretación de las nuevas corrientes introducidas por célebres gramáticos a inicios del siglo XX.

Delfín Chamorro, ilustrado por Natalicio González como "un hombre fornido de breves mostachos y cutis aceitunado, de andar pausado, de mediana estatura, de voz mansa y cordial”, humano, sencillo, extraordinario en su capacidad laboriosa, terminó sus días en la mañana del 15 de agosto de 1931. Manuel Ortiz Guerrero, el eximio poeta paisano suyo, cantó la emoción de su partida con letras que emiten profundos sentimientos de congoja en su poema "Chamorro". Otros literatos y poetas también recitaron odas encomiatorias en su honor.

Fue el maestro Delfín Chamorro un pionero en los estudios gramaticales hasta entonces no abordados en el Paraguay. Brilló por su austeridad y su prolongada actuación en la cátedra. Como poeta, "ADIÓS A YBYTY” fue su canto del cisne. "Ausente del Guairá, enmudeció su lira. Este clásico de nuestras letras...", al decir de J. Natalicio González, "... vivió lejos de los truenos y de las egolatrías románticas. Y como sus poesías, a su entender, carecían de aquel sentido social que él preconizaba en el arte, se negó siempre a publicarlas y la mayor parte de ellas fueron destruidas por las propias manos del autor”. Entre sus obras llegadas a nuestros días se citan "LECCIONES DE CASTELLANO" -trabajo inconcluso-; "CRÍTICA DEL DICCIONARIO GRAMATICAL DE HÉCTOR L. BARRIOS"; LA ENSEÑANZA DE LA GRAMÁTICA EN NUESTROS COLEGIOS"; De sus poemas, solo llegaron a nuestra manos "TODO ESTÁ PERDIDO"; "DESPUÉS DE LA GUERRA DEL 70"; "LA DESPEDIDA"; "LA ESPERANZA"; "LEANDRA Y SU MUÑECA"; "JUEGO DE PELOTAS"; "EN EL ÁLBUM DE MARÍA RUFFINELLI”; "ADIÓS A YBYTY”; "LOS SOCIALISTAS Y LOS COLONOS" y otra versión de "EL ZAGAL Y EL NIÑO".

Por toda su sabiduría, por la rectitud y honestidad impuesta a su vida. Delfín Chamorro es un orgullo de las letras paraguayas. Falleció el 15 de agosto de 1931.

Fuente: FORJADORES DEL PARAGUAY – DICCIONARIO BIOGRÁFICO. Realización y producción gráfica: ARAMÍ GRUPO EMPRESARIAL. Coordinación General: Ricardo Servín Gauto. Dirección de la obra: Oscar del Carmen Quevedo. Tel.: 595-21 373.594 – correo: arami@rieder.net.py – Asunción-Paraguay 2001 (716 páginas).

 

 


 

DELFÍN CHAMORRO: Este maestro extraordinario, creador de métodos pedagógicos, autodidacta formado sin tutelas ni academias, sigue siendo a través del tiempo el mejor gramático del Paraguay y uno de los primeros de la lengua española en Hispanoamérica, inspirado en la sabiduría genial de Andrés Bello.

Nació Delfín Chamorro el 24 de diciembre de 1863, en el pueblo de Caaguazú, donde estaban entonces confinados sus padres guaireños José de la Cruz Chamorro y doña Juana Inés Martínez. Luego de su primera cultura escolar en la ciudad de Villarrica, inició su bachillerato en el Colegio Nacional de Asunción, que por razones económicas se vio obligado a interrumpir después de cumplir el cuarto curso. Regresó a Villarrica y en su plácido ambiente siguió estudiando solo con ahínco, en horas hurtadas al trabajo cotidiano. Durante su juventud, el amor a la lectura selecta y su fina sensibilidad con vocación poética le inclinaron a escribir versos, de hechura romántica, que el maduro profesor de más tarde se encargaría de destruir implacablemente. Pero la gran difusión alcanzada por algunas de sus composiciones las ha salvado del olvido incorporándolas a las antologías nacionales.

El joven sin títulos académicos pero nutrido de sólida erudición en la disciplina del propio esfuerzo, inició su carrera docente como preceptor de la escuela pública de San Juan Bautista de las Misiones. Sus conciudadanos guaireños lo trajeron nuevamente a Villarrica en 1887, como maestro de grado en la escuela de la patria. Por entonces, Chamorro cimentó una sólida amistad, que debía durar toda la vida, con el profesor Ramón Indalecio Cardozo, quien logró para el amigo, en 1892, las cátedras de Castellano y Retórica Poética en el Colegio Nacional de aquella ciudad.

Era la edad de oro de aquella institución docente y a Delfín Chamorro le tocó enseñar al lado de maestros tan ilustres como Atanasio Riera, Ramón I. Cardozo, Simeón Carísimo, Nicolás E. Sardi, Carlos Ventura de Permi, Virgilio Barrios. En ese cuerpo de doctos catedráticos Delfín Chamorro se destacaba por el brillo de sus lecciones. "Chamorro -dice Ramón Indalecio Cardozo- fue maestro, reformador y todo un carácter. Enseñó con su ejemplo y en su cátedra sustituyó el vetusto método de una gramática ilógica por el racional y lógico; y persistió toda su vida en la implantación de su reforma, un método personal conocido por el método Chamorro, mal comprendido y peor practicado por muchos". Su inventor lo justificaba explicando: "De pretender clasificar las palabras según las ideas que representan, ha nacido esa eterna controversia sobre cuántas son las partes de la oración, sin advertir los controversistas que, aunque se pusieran por fin de acuerdo, la gramática no ganaría con ello, pues esa base de clasificación es extra gramatical. El análisis gramatical consiste en explicar la estructura del lenguaje descomponiendo el razonamiento en las unidades llamadas oraciones, y éstas en sus miembros constitutivos, hasta llegar a lo más simple e incomplejo. Pero, como el razonamiento es casi siempre un organismo complicadísimo, se deben tomar al principio los ejemplos más sencillos y explicar las partes de que constan y el papel que cada una desempeña en el conjunto".

El doctor gramático de antigua lira abandonada se sentía también profundamente atraído por el periodismo. En el año 1902 fundó en Villarrica, con el profesor Ramón I. Cardozo, El Libre, periódico que publicaba regularmente las lecciones de Gramática de Chamorro. Y un año después -en 1903- fundaba otro periódico titulado El Guairá, de vida menos efímera.

La justa fama del profesor Chamorro se extendió por el país. En el año 1911, el gobierno de Manuel Gondra lo llamó a la Asunción para que dictara sus clases en el Colegio Nacional de esta ciudad y desempeñara las funciones de secretario de la Universidad Nacional. En ejercicio de sus cátedras estuvo largos años formando ilustres discípulos, algunos de los cuales -como Inocencio Lezcano- debían ser después brillantes continuadores de su método pedagógico. El año 1923, Delfín Chamorro fue honrado con el título honorífico de profesor y se acogió a los beneficios de la jubilación.

La vida del maestro se extinguió en Asunción el 15 de agosto de 1931, en la austera pobreza que había presidido su vida. Su antiguo alumno José P. Guggiari, entonces presidente de la nación, costeó su sepelio. Desgraciadamente, la obra didáctica de Delfín Chamorro nunca se publicó sistematizada en libro. Los gruesos cuadernos en que resumía sus lecciones, tan conocidos por varias generaciones de discípulos, desaparecieron con su muerte.

BIBLIOGRAFÍA

Ramón I. Cardozo: El profesor Delfín Chamorro.

J. Inocencio Lezcano: Homenaje a Delfín Chamorro (LA ENSEÑANZA, año VII, N° 12, 1919).

Natalicio González: Delfín Chamorro, poeta del Guairá (Asunción, N° 12).

Silvio Codas: Delfín Chamorro (Conferencia publicada en GUAIRÁ, N° 17, 1956).

Carlos R. Centurión: Historia de las letras paraguayas.

Fuente: CIEN VIDAS PARAGUAYAS Por CARLOS ZUBIZARRETA. Prólogo a esta edición CARLOS VILLAGRA MARSAL. Prólogo a la 2ª edición de 1985 ALFREDO M. SEIFERHELD. Comisión Nacional de Conmemoración del Bicentenario de la Independencia del Paraguay. Biblioteca Bicentenario Nº 6. EDITORIAL SERVILIBRO. Asunción – Paraguay. 2011 (240 páginas)



CHAMORRO, DELFIN

Ciudad de Villarrica, 1863 - Asunción, 1931.Periodista, docente, ensayista y poeta. Notable gramático, considerado en su época como el discípulo paraguayo de Andrés Bello (id est, de su método), Delfín Chamorro dio comienzo a su prolongada docencia en San Juan Bautista de las Misiones (1885), trasladándose después (1887) a Villarrica, donde desempeñó las cátedras de Retórica y Poética y de Gramática Castellana en el renombrado Colegio Nacional de dicha ciudad. Fundador allí de dos periódicos (El Libre y El Guairá, 1902-1903) y delegado a la Segunda Conferencia Internacional del Magisterio Americano celebrada en Montevideo en 1930.-

Delfín Chamorro publicó, entre otras aportaciones, "ROMPAMOS EL SILENCIO”, los comentarios al Diccionario Gramatical de Héctor L. Barrios, difundidos en edición póstuma: "HACIA LA GRAMÁTICA” (1932). Explica el profesor Amaral: «Se estrena como poeta de tono festivo (por ejemplo: el himno-parodia: 'Los socialistas') en sus tiempos juveniles.-

A raíz de una crisis sentimental escribe en 1890 el poema "TODO ESTÁ PERDIDO", de acentuación becqueriana, que tuvo incalculable popularidad. En 1911 el presidente Manuel Gondra, que fue su descubridor literario, favorece su residencia efectiva en la capital, donde continuó su docencia hasta jubilarse en 1919. Produce entonces una despedida de valiosa entonación lírica: "ADIÓS A YBYTY", el cual (poema), con el anterior, han justificado la permanencia de Delfín Chamorro en las letras paraguayas y su incorporación a las antologías.-

Fue un auténtico maestro 'de saber y de virtud' con una casi unánime influencia moral (republicano y libertario en sus ideas) en las distintas promociones de quienes fueron sus discípulos». [Datos bio-bibliográficos del profesor Raúl Amaral].-

Fuente: "BREVE DICCIONARIO DE LA LITERATURA PARAGUAYA"/ 2da. Edición – Autora: TERESA MENDEZ-FAITH  Editorial EL LECTOR, Asunción-Paraguay 1998.






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