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GLADYS CARMAGNOLA (+)

  UN SORBO DE AGUA FRESCA - Autora: GLADYS CARMAGNOLA - Año 1996


UN SORBO DE AGUA FRESCA - Autora: GLADYS CARMAGNOLA - Año 1996

UN SORBO DE AGUA FRESCA

Mención de Honor del Premio Nacional de Literatura 1995

y

Premio El Lector de Poesía, 1995

 

Autora: GLADYS CARMAGNOLA

 

 

Idioma: Español

Año: 1996


 

 

 

A Julio
A Cecilia
A Alejandro
A Negra y Chinota Carmagnola
A Oli, Lalo y Osvaldo

y a la memoria de quienes nos aguardan
hoy
a más de treinta años del primogénito



  —9→   

Un sorbo de agua fresca nació de una de esas mágicas visitas con las que la Poesía me inunda cada tanto, tal vez sólo para que no me atreva siquiera a intentar desviar de mí su curso, hacerme la desentendida.

Incluye poemas -no todos- brotados a borbotones en enero de 1989 -mes de vacaciones en las tareas laborales con las que me «gano la vida» que pierdo y recupero en pos de la Poesía-; mes en que, gracias a la magia poética, no existieron el calor; los mosquitos ni las molestias inherentes, en este pequeño y cálido rincón del universo donde habito. Sólo quedó en mí, pasado el aluvión, la certeza de que en verdad nada necesito sino quizás Un sorbo de agua fresca (unas hojas blancas y algunos años de gracia para seguir bebiendo de este manantial inagotable) y...

Si jamás daré a luz el verdadero libro de poemas, ése que vive en mí ardiente y puro, renuente a mitigar la sed de mi reclamo, entrego al menos éste, cuyos versos, por la exigencia de su arribo, merecen un albergue más decoroso y una existencia algo menos efímera que el cajón de mi escritorio en el que los dejé arrumbados.

Por comprenderlo, gracias.

Asunción, 29 de marzo de 1995
G. C.





 


 

Cárceles

 

Este antiquísimo ritual doméstico

   
 

de cubrir bien el pan,

   
 

de ver que haya mantel para la mesa

   
 

y que no falte sal,

   
 

de tan asiduo escapa de mis manos

 5

 
 

sin querer ni pensar

   
 

y es casi ya defecto irremediable

   
 

que no logro curar.

   
 


 

 

Del mismo modo, llevo en mí las sílabas

   
 

que alguien alguna vez escribirá,

 10

 
 

aquí, en la yema tibia de los dedos

   
 

prontos a acariciar

   
 

o a extenderse en rotunda bofetada

   
 

que no alcanzo a frenar.

   
 


 

 

De cualquier modo vive encarcelada

 15

 
 

quien no quiere escapar.

   
 
 



 


 

Además del amor

 

He vivido mis horas

   
 

acunando preguntas sin respuesta.

   
 

Además del amor dilapidado,

   
 

¿qué olvidé ya otra vez, tirado, afuera?

   
 


 

 

Preguntas y preguntas; dudas siempre.

 5

 
 

Brotaron, hoy; sobre mi almohada, éstas:

   
 


 

 

¿Quiénes recogerán lo que mis manos

   
 

no han podido abarcar, de tan pequeñas?

   
 


 

 

¿Qué mirada un día los ojos

   
 

que violarán, impúdicos, mi letra,

 10

 
 

y pasarán de largo; indiferentes,

   
 

mientras ella se encoge de vergüenza?

   
 

 

   


 

 

¿De dónde es este cáliz pertinaz

   
 

que me envenena?

   
 


 

 

Y sin embargo hay algo que comprendo,

 15

 
 

muy parecido, casi una respuesta,

   
 

porque a fuerza de andar y desandar

   
 

esta jornada larga e incompleta,

   
 

es como si de pronto despertara

   
 

en enero, de alguna larga siesta,

 20

 
 

para encontrar que nada necesito

   
 

salvo quizás un sorbo de agua fresca.

   
 
 



 


 

Espera

 

 Viene la Crin del Sur a nuestra cita

   
 

cada noche, invariable.

   
 


 

 

¿En dónde estás? ¿Qué órbita navegas

   
 

que no te han visto por ninguna parte?

   
 

¿Cuál es tu ruta? ¿La velocidad

 5

 
 

se mide en años luz; o eso era antes?

   
 


 

 

Hace ya tanto tiempo

   
 

practico la costumbre de esperarte

   
 

mientras, la Cruz del Sur

   
 

simula acompañarme.

 10

 
 

(¡Quién sabe dónde está

   
 

cumpliendo su misión infatigable!)

   
 


 

 

Cada vez que la miro

   
 

siento aquí, en el torrente de mi sangre,

   
 
 

como una invalidez

 15

 
 

irremediable.

   
 


 

 

No llegues, por favor,

   
 

demasiado tarde.

   
 
 


 


 

Si llegas hoy

 

Si llegas hoy, recuerda

   
 

que has de venir primero hasta mi patio.

   
 


 

 

¿Cuál bandera agitar para que entiendas

   
 

que de verdad te aguardo?

   
 

¡Y cómo contenerme

 5

 
 

para no armar un soberano escándalo:

   
 

recibir de tan lejos

   
 

a un hermano!

   
 


 

 

Dime qué idioma entenderás mejor

   
 

y decido estudiarlo.

 10

 
 

Que no haya interferencias

   
 

aunque sea a señales nuestro diálogo.

   
 


 

 

-En eso aquí tenemos experiencia:

   
 

por siglos lo venimos intentando.

   
 
 

De tanto practicar, quizá contigo

 15

 
 

veremos finalmente el resultado-.

   
 


 

 

(¡Ayayay! Por favor, sin darme cuenta

   
 

me brota sin querer el tono amargo

   
 

de quien comprende ya todos sus límites

   
 

y no puede evitarlos.)

 20

 
 


 

 

Siéntate aquí. Al lado, el jazminero

   
 

te aromará de blanco.

   
 

Prueba qué fresca el agua de este cántaro.

   
 

Y qué dulce la fruta del guayabo.

   
 


 

 

Espero aún aquí, bajo la sombra

 25

 
 

generosa, del mango.

   
 

Es enero. Es sábado.

   
 

No tardes más, hermano.

   
 
 


 


 

Cita cancelada

A Celeste Velázquez

 

Perdona que no acuda a nuestra cita

   
 

-ausencia por demás justificada-

   
 

No. No. No tengo tos. No necesito

   
 

un rico té de malva

   
 

como aquél tibiecito, azucarado,

 5

 
 

que irremediablemente se perdió en mi infancia.

   
 

Tampoco siento frío ni calor,

   
 

a casi todo estoy acostumbrada;

   
 

ni es cuestión de abalorios o vestidos:

   
 

cuando hay amor -Amor-, nada nos falta.

 10

 
 


 

 

Desde hace tiempo se me hizo tarde

   
 

para casi cualquier cita mundana.

   
 


 

 

¡A quién puede ocurrírsele a estas horas

   
 

estar enamorada,

   
 

o escribiendo poemas

 15

 
 

perder una tras otra las pestañas,

   

 

 

o andar con corazón adolescente

   
 

por los blancos rincones de la casa!

   
 


 

 

¿Serán las manecillas del reloj

   
 

irresponsables, locas o sonámbulas?

 20

 
 


 

 

Claro que no: me acosan mi bolígrafo

   
 

y una bella hoja blanca.

   
 


 

 

Queda entonces; por esta vez, la cita

   
 

indefinidamente postergada.

   
 

En realidad (disculpa, tú lo entiendes)

 25

 
 

es cita cancelada.

   
 
 



 


 

Calendario

 

Nadie me ha consultado mis deseos.

   
 

No. No elegí el mezquino calendario

   
 

que me dispensa estos exiguos límites

   
 

de tan severos cálculos:

   
 

me dieron el tamaño de los ojos

 5

 
 

y recibí las manos

   
 

que me fungen de alas dondequiera

   
 

aunque emprendamos vuelo equivocado.

   
 


 

 

Ignoro casi todo lo referente a un triste calendario.

   
 

Mas sé bien que hoy es sábado:

 10

 
 

la vida toda es sólo para mí,

   
 

y nadie, aunque lo intente, va a evitarlo:

   
 

el universo es brevemente mío

   
 

y nuevamente voy a inaugurarlo.

   
 
 


 

Salario

A Nina Cuquejo

 

 

 

De repente las horas

   
 

se han vuelto polvo y agua entre mis brazos.

   
 

¿No existe una moneda algo más justa

   
 

que la que recibimos de salario?

   
 

¿He de mendigar siempre unos minutos

 5

 
 

sabiendo la respuesta de antemano?

   
 


 

 

¿Cómo que no soy dueña de mi voz?

   
 

¿No son míos los dedos de mis manos?

   
 


 

 

Si es ajena la letra que pronuncio

   
 

¿de quién son estos labios

 10

 
 

que hoy protestan por mí,

   
 

que pretenden gritar su desamparo?

   
 


 

 

Si no soy dueña de mis propios huesos,

   
 

no me robes, al menos, su cansancio.

   
 

Y déjame que diga mi verdad

 15

 

 

 

con estos fieles labios alquilados

   
 

-pobre compensación

   
 

del mezquino centavo

   
 

por la disponibilidad que nos exigen-

   
 

en un lugar definitivamente equivocado.

 20

 
 
 



 


 

Retraso

 

Sí. Pude haber tenido algún cincel

   
 

-allá en el cuaternario-

   
 

e invadido de imágenes rupestres

   
 

las cavernas de todos mis hermanos.

   
 

Pero he nacido en pleno siglo XX,

 5

 
 

con algo más que relativo atraso.

   
 


 

 

Aunque a veces retorna a la memoria

   
 

mi ancestral, verdadero calendario,

   
 

no consigo llegar hasta las grutas

   
 

que fueron una vez mi único ámbito

 10

 
 

y no logro encontrar en el paisaje,

   
 

ni siquiera un poema solitario,

   
 

ni un rasgo que me indique

   
 

la huella de mis manos.

   
 


 

 

Vivo por eso aquí

 15

 
 

como esperando,

   

 

 

ya sin barrera temporal que impida

   
 

aguardar el momento de encontrarnos

   
 

con palabra y cincel que nos recuerden

   
 

que nada ocurre en vano.

 20

 
 
 


 


 

Oveja negra

 

Tanta magnificencia me intimida.

   
 

Me empequeñece tanta maravilla.

   
 

Nada más puedo hacer: dale que dale

   
 

indago, araño; escarbo en la poesía.

   
 


 

 

(Hay quienes buscan expandir sus límites

 5

 
 

navegando amarrados a una silla

   
 

-millones y millones de billetes

   
 

que cada vez más bocas necesitan-.)

   
 


 

 

¿Pretender enjuiciar la humana especie?

   
 

-¿Este ingrato rebaño, mi familia?-.

 10

 
 

Aquella de la oveja descarriada

   
 

es una vieja historia resabida.

   
 


 

 

Asumo, pues, mi rol de oveja oscura

   
 

y salgo brevemente de la fila;

   
 
 

miro a mi alrededor, husmeo, reviso;

 15

 
 

me concedo la exacta jerarquía;

   
 

disperso las marañas; me sacudo

   
 

de todo lastre, toda rebeldía;

   
 

busco dentro de mí los ojos puros,

   
 

el claro corazón de aquella niña.

 20

 
 

 

 

Y ahora sí, con sólo un buen bolígrafo,

   
 

papel en ristre, afán de golondrina,

   
 

recojo, selecciono, ordeno, limpio

   
 

lo que más de un rebaño desperdicia.

   
 


 

 

Heme aquí, nuevamente ante tus ojos:

 25

 
 

lágrima, letra, amor, hechicería,

   
 

quizá porque tan sólo para eso

   
 

me han puesto en esta vida.

   
 
 


  
 


 

Cómplice

 

Guardo en algún rincón aquel aroma

   
 

de lluvia sobre el monte;

   
 

de musgo pisoteado en el arroyo

   
 

en pleno bosque.

   
 


 

 

¿Era más fresca el agua de los cántaros

 5

 
 

o el aire que corría en los corredores

   
 

como escapando de la resolana

   
 

a protegerse en la mansión de adobe?

   
 


 

 

Estaba siempre allí la parralera.

   
 

Y la belleza parecía entonces

 10

 
 

ser exclusividad de las guayabas,

   
 

de las sandías, de los caracoles...

   
 


 

 

Era hermoso saber que las palomas

   
 

habían nacido para ser mis cómplices.

   

 

 

Cuando de aquel rincón llega el aroma

 15

 
 

de musgo en pleno bosque;

   
 

el aire me trae súbitamente

   
 

el frescor del helecho de los montes;

   
 

intacta recupero la certeza

   
 

de mi horizonte,

 20

 
 

y toda la hermosura

   
 

del universo es simplemente cómplice.

   
 
 


 
 


 

Asesinar a un ángel

 

Me viene de muy lejos este amor

   
 

a los cañaverales;

   
 

al luminoso verde de sus lanzas;

   
 

al coro susurrante

   
 

de sus pétalos ásperos, erguidos

 5

 
 

contra el telón celeste del paisaje.

   
 


 

 

He bebido del jugo de su pulpa

   
 

su esponjoso dulzor inigualable;

   
 

y llevo desde entonces su legado

   
 

confundido en los zumos de mi sangre.

 10

 
 


 

 

Quizá por eso entiendo, machetero:

   
 

tu diligente brazo no es cobarde.

   
 

Es que de veras duele

   
 

asesinar a un ángel.

   
 

 

   


 

 

Termina tu misión ineludible:

 15

 
 

da el golpe de una vez sin lamentarte.

   
 

Y ven a compartir después conmigo

   
 

la belleza, ofensiva, de la tarde.

   
 
 

 
 


 

Clave

 

Si apenas sé de mí,

   
 

brevísimos fragmentos

   
 

y si de ti conozco mucho menos,

   
 

me queda solamente rastrear

   
 

mi corazón por dentro

 5

 
 

a ver si él sigue dándome la clave

   
 

de lo cierto.

   
 
 


 


 

Viaje

 

¿Podré entonces al fin

   
 

saber más del amor?

   
 


 

 

¿Cómo en su presuroso carruaje

   
 

osan viajar las dudas, el temor,

   
 

y por qué en el trayecto hay siempre sitio

 5

 
 

reservado al dolor?

   
 


 

 

¿Cuál es el calendario que lo rige?

   
 

¿Qué extraño mecanismo del reloj

   
 

logra que un día se detenga solo

   
 

sin ninguna razón?

 10

 
 
 


 
 


 

Los duendes del amor

 

¿Sabré también al fin dónde se ocultan

   
 

los prodigiosos duendes del amor?

   
 

¿Dónde cultivan, afanosamente,

   
 

la flor

   
 

que alguien deja olvidada o ex profeso

 5

 
 

al pie de mi portón?

   
 


 

 

¿Dónde viven los duendes? ¿No descansan

   
 

los duendes del amor?

   
 


 

 

¿O sólo son fantasmas los que habitan

   
 

-quizá a destiempo ya-

 10

 
 

en mi corazón?

   
 
 



 


 

Qué me cuesta

 

Entre tanto trajín, he hallado un sitio

   
 

donde reconciliarme con los ángeles;

   
 

donde hablar el idioma y los dialectos

   
 

de los valientes y de los cobardes;

   
 

un sitio donde ocurre que el secreto

 5

 
 

se muestra cada vez más vulnerable

   
 

y del que un día nomás, sin darme cuenta,

   
 

descifraré la clave.

   
 


 

 

Aunque nadie lo sabe con certeza,

   
 

lo que se busca está en alguna parte.

 10

 
 


 

 

Y qué me cuesta entonces

   
 

vivir un poco más; reconciliarme.

   
 

Y dejar al arbitrio y al esfuerzo

   
 

de los ángeles

   
 

buscar por mí

 15

 
 

mientras llega el momento de marcharme.

   
 
 



 


 

Y sin embargo sigo

 

Y sin embargo sigo,

   
 

con estos mismos pies, con estos ojos

   
 

moviéndome, buscando

   
 

hasta el límite mismo del asombro.

   
 


 

 

(Resulta a veces casi tan sencillo

 5

 
 

como al paso arrancar la flor de agosto;

   
 

sobre el pasto perlado de rocío

   
 

ir descalza al arroyo;

   
 

o a la sombra del mango

   
 

nutrirse de su fruto generoso.

 10

 
 

Pero más a menudo se transita

   
 

tambaleante en el polvo;

   
 

como escarbando viento entre cenizas,

   
 

o hundiéndose hasta el miedo en los escombros,

   
 

con riesgo de caer en un descuido

 15

 
 

y nunca más lograr salir del fondo).

   
 

 

   


 

 

Sigo buscando aquello que perdimos

   
 

a ver si encuentro por ahí un cerrojo

   
 

que pueda destrancar

   
 

ayudadas mis manos por el óxido.

 20

 
 
 



 


 

Seguir

 

Cuando se han balbuceado

   
 

las sílabas más bellas del idioma;

   
 

cuando se ha penetrado

   
 

la corteza sutil que las custodia,

   
 

y al menos se ha vadeado

 5

 
 

un poco más allá de su corola

   
 

-aún lejos del portal de su hermosura

   
 

pero ya encaminada hacia su aroma-,

   
 

es imposible detenerse allí

   
 

-fingirse meramente espectadora-:

 10

 
 

es preciso seguir:

   
 

buscar en su aparente paradoja.

   
 

Y en la tenaz certeza

   
 

de la indudable fuerza de sus dogmas

   
 

escoger la materia

 15

 
 

que aguarda oculta, pródiga,

   
 

las manos que pretenden modelar

   
 

la verdadera forma de las cosas.

   
 
 



 


 

Experiencia

 

Indiscutiblemente, los humanos

   
 

somos expertos en variados dogmas

   
 

que figuran así en el diccionario:

   
 

dolor, invalidez, duda, congoja.

   
 


 

 

¿Hay sitio que podamos habitar

 5

 
 

donde el pecado no nos reconozca?

   
 


 

 

¿Donde el llanto jamás sea la moneda

   
 

de la dicha que implora nuestra boca?

   
 


 

 

¿Donde nadie un buen día nos descubra

   
 

temblando de impotencia entre las sombras?

 10

 
 


 

 

¿Donde nunca la muerte nos exija

   
 

entregarnos día a día, gota a gota?

   
 

 

   


 

 

¡Qué impertinencia! ¡Cuánta indiscreción!

   
 

¡Pues claro que lo sé por cuenta propia!

   
 


 

 

Ignoro si es propicia la ocasión

 15

 
 

para invitarte a levantar la copa:

   
 

el viento nos regala una canción

   
 

y, pronta a florecer, vive la rosa

   
 
 


 


 

Búsqueda

 

En un viejo baúl yo había olvidado

   
 

el rostro de una niña muy querida.

   
 


 

 

Andando presurosa como tantas

   
 

en los trajines propios de la vida,

   
 

casi renuncio al respetuoso amor

 5

 
 

que le tenía.

   
 


 

 

Al mirarla de pronto contemplándome

   
 

serenamente en la fotografía,

   
 

recordé la promesa de ser fiel

   
 

que le debía.

 10

 
 


 

 

Y fui a buscarla. (Hace ya tanto tiempo).

   
 

Desde entonces, la busco todavía.

   
 

 

 


 

Desamparo

 

Me pasaría las horas contemplando;

   
 

el vuelo de los pájaros,

   
 

el agitar de los cañaverales,

   
 

el temblor del rocío sobre el pasto.

   
 


 

 

Me pasaría la vida simplemente

 5

 
 

oliendo los aromas del verano,

   
 

ensayando un idioma

   
 

con el cual entenderme con los astros.

   
 


 

 

Es una vocación de verde y de paisajes

   
 

este añorar aquel remoto ámbito

 10

 
 

en el que alguna vez, tímidamente,

   
 

posé los ojos y los pies descalzos.

   
 


 

 

Y sin embargo a veces tengo miedo

   
 

de confundir mi antiguo itinerario:

   
 
 

que ya no estés aquí cuando regrese;

 15

 
 

que haya pasado el tiempo de encontrarnos.

   
 


 

 

En fin, que sólo soy lo que se dice

   
 

un ser humano

   
 

que busca aprisionar algún segundo al menos

   
 

entre los labios

 20

 
 

y logra apenas susurrar, a veces;

   
 

su desamparo.

   
 
 


 
 


 

Destiempo

 

Si necesariamente debo marcharme ya,

   
 

quiero dejar al menos muy bien clarificado

   
 

que prefiero quedarme: ni siquiera conozco

   
 

los nombres de las plantas y yuyos de mi patio,

   
 

e ignoro todavía a quién pedir ayuda

 5

 
 

-que no converse mucho ni exija demasiado

   
 

por desyerbar la tierra y podar bien los árboles

   
 

respetando los nidos donde empollan los pájaros-.

   
 


 

 

Pronto estaré dispuesta. Cuando sea mi casa

   
 

si no la más hermosa, la más limpia del barrio.

 10

 
 


 

 

No. Aún no estoy lista. Quisiera discutir

   
 

las cláusulas que rigen el leonino contrato.

   
 
 



 


 

Entretanto

 

Entretanto, sigamos trabajando,

   
 

mientras alguien negocia cada cláusula

   
 

que nos permita prolongar el término

   
 

de legal permanencia en esta casa.

   
 


 

 

Sigamos trabajando:

 5

 
 

alrededor es mucho lo que falta.

   
 

Quién sabe, alguna vez,

   
 

quizá en otra posada.

   
 

-Ya sin urgencia, sin severas normas

   
 

cronológicamente tan exactas-,

 10

 
 

podamos ayudar a los gorriones

   
 

-sostenerles el peso de las alas-.

   
 

O en las ardientes siestas del verano

   
 

afinar su violín con las cigarras.

   
 


 

 

Y cumplida por fin nuestra misión

 15

 
 

de voluntarias,

   
 

disfrutar de la vida, simplemente

   
 

contemplándola.

   
 
 


 
 


 

Mañana

 

Déjame la migaja cotidiana

   
 

que recibí hasta hoy sin mendigarla.

   
 

Bastante humilla ya mi corazón

   
 

el anhelarla.

   
 


 

 

Podrá esconder en una densa bruma

 5

 
 

su redondez huidiza la palabra.

   
 

Pero están al alcance de mi mano

   
 

las llamaradas,

   
 

y cuando sea la hora llenarán

   
 

de resplandores puros la jornada

 10

 
 

y brotará el poema, incontenible,

   
 

de entre las llamas.

   
 


 

 

Déjame este silencio que me habita

   
 

cuando el deslumbramiento me amordaza.

   
 


 

 

Ya tornará mi voz en una sílaba.

 15

 
 

Mañana.

   
 
 



 


 

Jornada

 

Fecunda y generosa,

   
 

puntual se ha presentado la mañana.

   
 

Y vieja sabedora

   
 

de mis claudicaciones y mis mañas,

   
 

de la inexactitud de los relojes

 5

 
 

que presiden mis horas y mis ganas,

   
 

desplegó su experiencia y alegría

   
 

en esta pura vida enmarañada,

   
 

y a pleno regocijo

   
 

me dio la descripción de mi jornada

 10

 
 

dejándome elegir

   
 

entre hojas amarillas y otras blancas

   
 

y mostrándome sílabas dormidas

   
 

plácidamente sobre mi almohada.

   
 


 

 

Como siempre, segura de su método

 15

 
 

-infalible en efecto y eficacia-

   
 
 

me dejó libremente

   
 

que yo las despertara.

   
 


 

 

Y está midiendo ahora por ahí

   
 

la exacta dimensión de las palabras.

 20

 
 
 



 

Un poema

 

Anda de un sitio a otro

   
 

como canto rodado.

   
 

Que nadie lo despierte:

   
 

está cansado.

   
 


 

 

Cuando arrope el crepúsculo

 5

 
 

las hojas del guayabo,

   
 

y sea el firmamento

   
 

como un bálsamo,

   
 

quizá se desperece

   
 

de su cansancio

 10

 
 

y vuelva a canturrear

   
 

entre mis labios.

   
 
 


 


 

Poema unánime

 

Jamás quise una letra sólo para mí.

   
 

Quiero un bello poema para todos.

   
 

Que el canto tuyo y mío sea

   
 

para todos.

   
 

Y que en nuestra canción riamos juntos

 5

 
 

todos;

   
 

lloremos juntos

   
 

todos;

   
 

gritemos juntos

   
 

todos.

 10

 
 

Que se abra a nuestra voz el oxidado,

   
 

enmohecido cerrojo

   
 

y brote la verdad que aprisionamos

   
 

todos.

   
 

Que irrumpa la verdad, aunque lastime

 15

 
 

al arrancar la venda, nuestros ojos;

   
 

aunque destroce

   
 

a su paso los labios temblorosos.

   

—50→

 

Que viva libremente:

   
 

que por fin aliviemos nuestros hombros.

 20

 
 

Juntos.

   
 

Todos.

   
 


 

 

Llorar. Reír. Gritar nuestra verdad

   
 

todos.

   
 

Como lloran y ríen. Como gritan

 25

 
 

los niños, los borrachos, los poetas y los locos.

   
 
 


  
 


 

Quiero verlo

 

¿Dónde se encuentra el hombre que han llamado

   
 

amo del universo?

   
 


 

 

¿Eres acaso tú, el de la voz

   
 

de límites impuestos?

   
 

¿Es ése, en cuyas manos sobreviven

 5

 
 

unos míseros gestos?

   
 

O aquél quizá que arrastra los zapatos

   
 

fatigados de polvo, en el desierto?

   
 

¿Será tal vez el de los ojos tristes

   
 

de irrealizables sueños?

 10

 
 


 

 

Si alguno lo conoce. por favor,

   
 

¿me tendería una mano en el intento?

   
 


 

 

Yo, mujer como soy, delegaría

   
 

en voluntarios mi ritual doméstico:

   
 

-uno, al laboratorio gastronómico,

 15

 

 

 

y otra, al resto.

   
 

Las sílabas tendrán que acompañarme.

   
 

¿O aguardarán, ansiosas, mi regreso?

   
 


 

 

Casi todo lo tengo meditado

   
 

desde hace mucho tiempo:

 20

 
 


 

 

no me interesa conocer su nombre,

   
 

su dirección, su método.

   
 

¿Para qué? No es preciso. Simplemente

   
 

deseo saber si existe. Quiero verlo.

   
 
 


 


 

Historia

 

Si vive; si murió, nadie lo sabe.

   
 

No indagues, por favor.

   
 

¡Es que lo ignoro!

   
 

Sólo creo recordar que alguna vez

   
 

se echó sobre los hombros

 5

 
 

un manto desteñido y deshilado

   
 

y se marchó de pronto.

   
 


 

 

No sé, de veras.

   
 

Cuanto más pienso menos lo conozco.

   
 


 

 

Adiós.

 10

 
 


 

 

Recuerdo haber oído decir

   
 

«nada» y «todo».

   
 


 

 

Sí. Se fue de repente

   
 

con su manto raído. Solo.

   
 


 

 

Sólo falta añadir que a veces aún lloro.

 15

 
 

 

   
 



 


 

Esta mañana

 

Hay tanto que decir

   
 

esta mañana:

   
 


 

 

apaga ya la luz

   
 

de aquella lámpara

   
 

que nada necesita

 5

 
 

esta creatura humana

   
 

sino la limpidez

   
 

de algunas páginas,

   
 

un sorbo de agua fresca

   
 

y esta vida que llega casi intacta.

 10

 
 


 

 

Que espere. Sí. Que espere.

   
 

Apaga ya la lámpara.

   
 
 


 


 

Mejor no me preguntes

 

Mejor no me preguntes

   
 

lo que sucede aquí.

   
 

La mañana es tan viva, tan hermosa,

   
 

y mi boca no logra sonreír.

   
 


 

 

Se desliza el rocío, tímidamente,

 5

 
 

del pétalo fragante del jazmín

   
 

y es como si de pronto hasta mis lágrimas

   
 

estuvieran allí.

   
 

Como si alguna rara hechicería

   
 

que jamás nos es dado predecir

 10

 
 

me hubiera desgajado de la vida,

   
 

macheteando, certera, mi raíz,

   
 

y yo estuviera ciega, sorda, muda,

   
 

temerosa de huir,

   
 

impotente, cobarde, malherida,

 15

 
 

sin posibilidad siquiera de morir.

   
 
 


 



 

 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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