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MARÍA GLORIA BÁEZ RECALDE

  HUMANIDAD Y PANDEMIAS - Por MARÍA GLORIA BÁEZ - Sábado, 21 de Marzo de 2020


HUMANIDAD Y PANDEMIAS - Por MARÍA GLORIA BÁEZ - Sábado, 21 de Marzo de 2020

HUMANIDAD Y PANDEMIAS

 

Por MARÍA GLORIA BÁEZ

 

El mundo se encuentra en las primeras etapas de lo que puede ser la pandemia más mortal de los últimos 100 años. Todavía no sabemos si el resultado final se medirá en miles o cientos de miles de muertes. A pesar de todos nuestros avances en medicina, la humanidad sigue siendo –más de lo que nos gustaría creer– mucho más vulnerable a las pandemias.

Para comprender nuestra vulnerabilidad y determinar qué pasos se deben tomar para ponerle fin, es útil preguntar sobre los peores escenarios. ¿Qué tan grave puede ser una pandemia? En ciencia ficción, a veces nos encontramos con la idea de una pandemia tan severa que podría causar el fin de la civilización, o incluso de la humanidad misma. Tal riesgo para todo el futuro de la humanidad se conoce como un riesgo existencial. Podemos decir con certeza que el nuevo coronavirus, llamado Covid-19, no representa aun tal riesgo. ¿Pero, podría ser una próxima pandemia? Para averiguarlo y poner el brote actual en un contexto más amplio, volvamos al pasado.

En 1347, la muerte llegó a Europa. Entró por la ciudad de Caffa en Crimea, traída por el asediado ejército mongol. Los comerciantes que huían lo llevaron sin saberlo de regreso a Italia. A partir de ahí, se extendió a Francia, España e Inglaterra. Luego, hasta Noruega y el resto de Europa, hasta Moscú. En seis años, la Peste Negra había tomado el continente, devastándolo; entre un cuarto y la mitad de todos los europeos fueron exterminados. El Medio Oriente también fue devastado, matando a uno de cada tres egipcios y sirios. Y también pudo haber devastado partes de Asia central, India y China. Debido a los escasos registros del siglo XIV, nunca sabremos el costo real. La Peste Negra no fue el único desastre biológico que marcó la historia humana. En el año 541, la peste de Justiniano golpeó al imperio bizantino. Durante tres años, le costó la vida a aproximadamente el 3% de la población mundial.

EL FLAGELO EN AMÉRICA

Cuando los europeos llegaron a América en 1492, las dos poblaciones se expusieron entre sí a enfermedades completamente nuevas. Durante los siguientes 100 años, una combinación de invasión y enfermedad tuvo un costo enorme, una escala que nunca se conocerá, debido a la gran incertidumbre sobre el tamaño de la población preexistente. No podemos descartar la pérdida de más del 90% de la población de América durante ese siglo, aunque el número también podría ser mucho menor. Y es muy difícil descubrir cuánto de esto debe atribuirse a la guerra de ocupación, en lugar de a la enfermedad. Según un cálculo aproximado, hasta el 10% de las personas del mundo pueden haber sido muertas.

Siglos después, el mundo se había interconectado tanto que era posible una pandemia verdaderamente global. Hacia el final de la primera guerra mundial, una cepa devastadora de gripe, conocida como gripe de 1918 o gripe española, se extendió a seis continentes e incluso a islas remotas del Pacífico. Alrededor de un tercio de la población mundial estaba infectada y entre el 3% y el 6% sucumbió. Este número de muertos superó al de la primera guerra mundial.

Nuestra población ahora es mil veces mayor de lo que fue durante la mayor parte de la historia humana, por lo que hay muchas más oportunidades para que se originen nuevas enfermedades. La civilización moderna también puede facilitar la propagación de una pandemia. La mayor densidad de personas que viven juntas en las ciudades aumenta el número de personas que cada uno de nosotros puede infectar. El transporte rápido a larga distancia aumenta en gran medida la distancia que los patógenos pueden propagarse, reduciendo los grados de separación entre dos personas.

NUEVAS PANDEMIAS

Estos efectos juntos, sugieren que podríamos esperar más pandemias nuevas, para que se propaguen más rápidamente y lleguen a un mayor porcentaje de la población mundial. Pero también hemos cambiado el mundo de maneras que ofrecen protección. Tenemos una población más sana; saneamiento e higiene mejorados; medicina preventiva y curativa; y una comprensión científica de la enfermedad. Quizás lo más importante es que contamos con organismos de salud pública para facilitar la comunicación global y la coordinación ante los nuevos brotes. Pero, ¿qué pasa con los casos en los que tenemos una mano mucho más directa en el proceso, donde deliberadamente usamos, mejoramos o creamos los patógenos?

En 2011, Fouchier y Kawaoka alarmaron al mundo al revelar que habían modificado por separado el mortal virus de la gripe aviar H5N1 para que se propagara entre los hurones. Los defensores de tales estudios de ganancia de función (GOF) dicen que pueden ayudar a los expertos en salud pública a comprender mejor cómo se pueden propagar los virus y planificar las pandemias. Pero al permitir que el virus de las aves se propague más fácilmente entre los mamíferos, los experimentos también generaron temores de que el patógeno pueda saltar a los humanos. Y a los críticos del trabajo les preocupaba que un virus tan mejorado pudiera provocar una pandemia si escapaba de un laboratorio o era liberado intencionalmente por un bioterrorista. Después de una extensa discusión sobre si los dos estudios deberían incluso publicarse (finalmente lo fueron) y una moratoria voluntaria por parte de los dos laboratorios, los experimentos se reanudaron en 2013 bajo las nuevas reglas de supervisión de los EE.UU. La investigación de Fouchier proporciona un claro ejemplo de científicos bien intencionados que mejoran las capacidades destructivas de los patógenos que se sabe amenazan a una catástrofe global. Por supuesto, tales experimentos se realizan en laboratorios seguros, con estrictos estándares de seguridad. Es altamente improbable que en cualquier caso particular los patógenos mejorados escapen. Pero, ¿qué tan improbable es? Desafortunadamente, no tenemos buenos datos, debido a la falta de transparencia sobre las tasas de incidentes y escape. Esto evita que la sociedad tome decisiones basadas en informes fidedignos que puedan equilibrar los riesgos y beneficios de estas investigaciones. La seguridad de la manipulación de patógenos altamente peligrosos ha sido profundamente defectuosa y sigue siendo insuficiente. Con muchos de los laboratorios actuales, el escape de un patógeno pandémico es solo cuestión de tiempo.

AMENAZAS A LA HUMANIDAD

Las amenazas a la humanidad, y cómo las abordamos, definen nuestro tiempo. El advenimiento de las armas nucleares planteó un riesgo real de extinción humana en el siglo XX. Hay fuertes razones para creer que el riesgo será mayor este siglo, y que aumenta con el continuo progreso tecnológico.

No estoy afirmando que la extinción sea la conclusión inevitable del progreso científico, o incluso el resultado más probable. Lo que estoy afirmando es que ha habido una tendencia hacia el aumento del poder de la humanidad, que ha llegado a un punto en el que representamos un grave riesgo para nuestra propia existencia. La forma en que reaccionemos a este riesgo depende de nosotros. Tampoco estoy argumentando en contra de la tecnología. La tecnología ha demostrado ser inmensamente valiosa para mejorar la condición humana.

El problema no es tanto el exceso de tecnología como la falta de sabiduría. Carl Sagan lo expresó especialmente bien: “Muchos de los peligros que enfrentamos en realidad surgen de la ciencia y la tecnología, pero, más fundamentalmente, porque nos hemos vuelto poderosos sin ser proporcionalmente sabios. Los poderes que alteran el mundo que la tecnología ha entregado a nuestras manos ahora requieren un grado de consideración y previsión que nunca antes se nos había pedido”.

Debido a que no podemos regresar de la extinción, no podemos esperar hasta que llegue una amenaza antes de actuar; debemos ser proactivos. Debemos abordar estos desafíos de frente con un pensamiento claro y riguroso, guiados por una visión positiva del futuro a largo plazo que estamos tratando de proteger.

Ensayos
La crisis provocada por el Covid-19 lleva a reflexionar sobre el aumento del poder de la humanidad, al punto de poner en riesgo su propia existencia.

 

Fuente:  ULTIMAHORA.COM (ONLINE)

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