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CATALO BOGADO BORDÓN

  UN SIGLO DE ORTIZ GUERRERO La vigencia de «Manú» - Por CÁTALO BOGADO - Domingo, 12 de Julio de 2015


 UN SIGLO DE ORTIZ GUERRERO  La vigencia de «Manú» - Por CÁTALO BOGADO - Domingo, 12 de Julio de 2015

 UN SIGLO DE ORTIZ GUERRERO

La vigencia de «Manú»

 

Por CATALO BOGADO

 

catalobogado@gmail.com

Tempranamente condenado por el estigma siniestro de la lepra a huir de la mirada de sus semejantes y de la luz del día y a recorrer las noches de su Villarrica natal y de su adoptiva Asunción envuelto en su capa negra y cubierto con su sombrero de ala ancha para esconder de los demás los estragos del mal de Hansen, pobre y digno, tipógrafo y poeta, disoluto y alegre, y una de las pocas figuras lo bastante macabras de nuestra historia como para tener que esconderse, hasta su muerte, del sol del Paraguay, ese morador de las tinieblas que en vida se llamó Manuel Ortiz Guerrero (1897-1933) está de aniversario esta semana, el jueves 16 de julio, fecha de su nacimiento en el barrio de Ybaroty de la capital del Guairá. En espera de ese día, y a un siglo (1915-2015) de la publicación de sus primeros poemas, el escritor Catalo Bogado nos habla en este artículo acerca de la vigencia de «Manú»

Este año, 2015, se cumple un siglo de las primeras publicaciones, en 1915, de Manuel Ortiz Guerrero: sus poemas Loca, Ofrendaria y Aromas en la revista Letras. «Manú» era bastante conocido ya en el ambiente artístico por haber ganado el primer premio del concurso de poemas organizado por el Colegio Nacional con motivo de la visita del poeta uruguayo Zorrilla de San Martín, y por su participación como actor en una obra de teatro, en el Teatro Nacional, como parte del homenaje a los caídos de Chicago que organizó la Agrupación Rafael Barrett.

En la página 7 de El Liberal y en la página 11 de El Nacional del 29 de abril de 1915 hay noticias de esta hoy poco conocida actividad del poeta: «1° de Mayo, drama social de un solo acto, del dramaturgo P. Gove, con el siguiente reparto: Prólogo: Señor R. Rigamazi, Joven campesina: Señorita R. Boettner, Vieja Dama: Señorita G. Medina, Joven señor: Manuel Ortiz Guerrero, Granjero: Señor A. Marín, Viejo campesino. Marzan, Marinero: J. A. Medina, obrero: J. A. Vinader».

Si bien el joven artista se había retirado a Villarrica tras serle diagnosticado el mal de Hansen, en 1922 está, con un poemario (Nubes del Este) y una obra de teatro (El crimen de Tintalila) editados en Villarrica, de regreso en Asunción, donde monta su famosa imprenta Surucu’a, de la que salen «recibos burgueses», libros, panfletos y revistas como La Órbita, en la que colaboran Darío Gómez Serrato, Manuel Cardoso, Facundo y Jesús Amado Recalde «Papotín» Recalde, Arturo Alsina y, como ilustrador, el dibujante Rivas Ortellado, entre otros amigos.

Recuerda Arturo Alsina: «Tenía las puertas de su casa [en Antequera 528 y Progreso, hoy calle Ortiz Guerrero] siempre abiertas. El recinto del pequeño galpón donde funcionaba su imprenta fue escuela, taller, hogar y amparo donde, entre mate, cocido y chipa, los mostradores y sillas servían de escenario y platea para discutir sobre arte, política y filosofía... El poeta, el músico, el dramaturgo, el pintor, encontraban allí el clima necesario para sus inquietudes, porque éste [Ortiz Guerrero], acuciado por su excelso espíritu, amaba con delirio el arte en general. Así, su vida, vida dedicada íntegramente a la cultura, a la justicia, a la prosa y sobre todo a la amistad y a la poesía, a pesar de lo trágico, se había convertido en algo conmovedoramente bello y ejemplar».

Muchos de sus coetáneos afirman que el género musical creado por José Asunción Flores allá por 1925 nació en ese galpón, y que fue Ortiz Guerrero quien le dio el nombre de guarania.

Sobre esto se ha fantaseado mucho, pues, por alguna extraña razón, hasta su creador afirma que conoció a Manú en 1929 y que él «rotuló» su creación basándose en unos versos del poeta misionero Guillermo Molina Rolón:

«…y fue también Guarania la región

prometida

Como tierra de ensueño, de ilusión y

de vida;

Tierra donde crecieron las flores

suntuarias

De robustas pasiones y gentes

fabularias…»

Hoy, con las informaciones acumuladas en las últimas décadas, podemos demostrar con documentos quién «rotuló» como guarania el nuevo género musical y cuándo se conocieron músico y poeta.

Nuestras aserciones acerca de que fue Ortiz Guerrero el que denominó «guarania» al nuevo género musical están cimentadas en datos proporcionados por testigos, coetáneos y amigos del músico y del poeta, como Carlos Centurión, Pablo Max Insfrán, Antonio Ortiz Mayans, Ramualdo Martínez, Federico Riera, Carlos Miguel Jiménez, Teodosio González y Max Boetner, entre otros, que han aportado evidencias escritas (obviamos las orales).

Por supuesto, la palabra «guarania» no es invento de Manú. Siempre es importante, en estos asuntos, establecer una cronología. A partir de 1920, Natalicio González publicó su revista Guarania, y Narciso R. Colmán, en 1921, dentro de su Ocara Poty, publicó la separata El Parnaso de Guarania; aunque se sabe que el primero en usar esta palabra, para nombrar la región habitada por los guaraníes, fue Moisés Bertoni.

Ahora, ¿cuándo se conocieron músico y poeta? Algunas biografías de Flores afirman que en 1929; podemos demostrar el error con un dato: la guarania India –con música de Flores y letra de Ortiz Guerrero– fue publicada en la revista Ocara Poty Cue Mi Nº 53, página 25, en 1928; o sea, ¿un año antes de conocerse?

Arturo Alsina, amigo de ambos, en una entrevista en ABC Color del 18 de mayo de 1972, página 8, a raíz del deceso de Flores en Buenos Aires, dijo: «Yo lo conocí a Flores alrededor del año 1925. Él escribió en esa época dos composiciones que fueron el nacimiento de la Guarania: una se llamaba Jejuí. Conocí a Flores […] siendo él músico de la banda de Policía, y fue en casa de Ortiz Guerrero, es decir, en la imprenta con que el poeta se ganaba la vida; en ese momento, además de Flores, estaba el señor Rivas Ortellado». Rivas Ortellado, compañero de Flores en la Banda de Policía, trabajaba con Manú en Surucu’a como ilustrador.

En Evocación de Ortiz Guerrero (Asunción, El Arte, 1952), página 21, Facundo Recalde, también amigo de los dos, escribe: «Un soldadito de la Banda de músicos de la policía de la capital llamado José A. Flores, con el rollito semivergonzante de una partitura, andaba por ahí. No pude allegarle el padrinazgo del Maestro de la hora, con carrocería de Err profesor que me pidieron Flores y el poeta; pero estaba Ortiz Guerrero con su palanca ígnea».

Y el músico, y compañero de Flores en la Banda de Policía, Mauricio Cardozo Ocampo, dice en Memorias de un pychãi (Asunción, Comuneros, 1980): «...llegó a oídos del querido maestro, nuestro lírico Ortiz Guerrero, la idea “rara” de un joven músico de la Banda de Policía, que estaba creando polémica entre sus propios compañeros y fuera de ellos. El poeta manifestó su deseo de conocer al protagonista de la polémica y fue Darío Gómez Serrato, también músico de la Banda de Policía y feliz poeta guaraní, el gestor del encuentro entre Flores y Ortiz Guerrero. Desde ese instante, entre músico y poeta nació una perdurable amistad y de allí hasta su muerte Ortiz Guerrero se erigió en animador y consejero del creador».

El músico y poeta sindicado como el responsable del encuentro de Flores y Ortiz Guerrero, Darío Gómez Serrato, en el Tomo I de sus Obras completas (Asunción, Servilibro, 2009), afirma que «la Guarania fue creada por Flores y Ortiz Guerrero». Y en su columna de ABC Color del 18 de mayo de 1972, al día siguiente del entierro de Flores en Buenos Aires, comenta: «Últimamente se ha suscitado seria polémica sobre la creación de la Guarania. Una parte sostiene haber sido Flores el único creador. La otra parte, haber sido Ortiz Guerrero el único. Las dos partes han recurrido a mí, pidiendo que corrobore sus tesis, en razón de constar documentalmente que, a pedido de Ortiz Guerrero, le puse por primera vez a Flores en contacto con Ortiz Guerrero; además de haber gozado del privilegio de la íntima confianza y amistad de ambos. Y es así que ahora, más allá de la noche, más allá de la muerte, los vemos a los dos abrazados en espíritu, en conjunción de méritos, en conjunción creadora de la guarania».

También en Evocación de juventud, Arturo Alsina nos dice: «Soñadores ambos, planean una ópera, letra del uno, partitura del otro, con el fabuloso argumento de la leyenda de Urutaú. Ya han ideado los decorados: fogatas sagradas reflejando sus luces sobre tenues hilos de ñandutí, sombras móviles de litúrgicas danzas: Ya están escritos los primeros versos y compuestos algunos compases. De este propósito desmedido nace la Guarania que bautizan así en homenaje a la raza y a su lengua...»

Al decir de Facundo Recalde que «un soldadito andaba con una partitura semi vergonzante en el bolsillo» es sustancial recordar que en 1929 Flores ya no era un «soldadito», pues ya estaba retirado de la Banda de Policía y había adoptado como nombre artístico «Asunción», en vez de José Agustín Flores.

Y en la misma página de ABC Color citada más arriba, dice Arturo Alsina: «Ortiz Guerrero era un artista que veía las cosas en un panorama siempre de grandeza, siempre de pureza, siempre de paraguayidad verdadera, fue el hombre que lo impulsó a Flores, el hombre que lo alentó cuando recién comenzaba a vivir la vida del arte».

Augusto Roa Bastos, en «Surgimiento y evolución de la guarania» (revista Paraguay Nº 7, 1944, de la Agrupación Folclórica Guaraní, presidida por Flores), dice que al nacimiento de la guarania «está vinculado, como se sabe, el nombre de uno de los más grandes poetas que tuvo nuestra patria: Manuel Ortiz Guerrero. Flores encontró en él, desde un comienzo, la comprensión y el apoyo fervoroso que provenían de una estrecha afinidad espiritual».

Pero la prueba concluyente la dejó el propio Manú en su obra de 1925, editada en 1926, La Conquista (está en todas las ediciones de sus obras completa), en el Cuarto Acto, Escena I: «Urutaú, desordenada y magnífica, procura inútilmente conciliar el sueño, en una hamaca radiante. Con pantallas de karanda’y la abanican doncellas indias, modulando tonadas melancólicas… Cantando Polca Guarania con un violín y una guitarra en sordina». Repetimos: la obra fue publicada en 1926 y en ella la palabra «guarania» designa un género musical.

Precisando que José Asunción Flores es el músico y creador, creemos innegable, al menos en el «rótulo», para el surgimiento del género musical conocido como «guarania», el aporte de Ortiz Guerrero, Manú, sin duda el poeta más querido e importante de Paraguay, como lo prueban los nombres, en nuestro país y en cuanto punto del orbe hay paraguayos, de tantos centros culturales, plazas, calles, avenidas, rutas, comisiones vecinales y hasta asentamientos. Si la gente sigue declamando extasiada sus poemas un siglo después de que salieran por primera vez a la luz pública, es porque han logrado llegar al rincón más profundo de su alma.

Fuente: Suplemento Cultural de ABC Color

 Domingo, 12 de Julio de 2015

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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