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CATALO BOGADO BORDÓN

  ARSENIO ERICO, 2013 - Por CATALO BOGADO BORDÓN


ARSENIO ERICO, 2013 - Por CATALO BOGADO BORDÓN

ARSENIO ERICO

Por CATALO BOGADO BORDÓN

Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA N° 3

© El Lector (de esta edición)

Director Editorial: Pablo León Burián

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colección: Herib Caballero Campos

Diseño de Tapa y Diagramación: Jorge Miranda Estigarribia

Corrección: Rodolfo Insaurralde

I.S.B.N.: 978-99953-1-386-9

Asunción – Paraguay

Esta edición consta de 15 mil ejemplares

mayo, 2013



CONTENIDO


Prólogo

Presentación

Capítulo I

Arsenio

Breve reseña histórica

Asunción

Paraguay

Niñez y adolescencia

Debut en primera

El seleccionado de la Cruz Roja Paraguaya

Resultados de la primera gira

Pequeñas anécdotas de las giras

Capítulo II

Un ángel para los diablos

Independiente y River Plate en la puja

Puerto Nuevo

El inicio de la era Érico

1937, año de la gloria

1938, el comienzo de la gloria

Goleador récord

Los goles de Érico

Consagraciones

Independiente con Érico

Máximos goleadores de la AFA

Anécdotas de Érico

Érico y la selección argentina

Los goles más recordados de Érico

Capítulo III

Su retiro del fútbol

La despedida

Huracán

La fórmula del éxito

Érico y la hinchada

Cinco preguntas a Érico

Capítulo IV

Su partida a la inmortalidad

Pesar por la muerte de Érico

Algunas opiniones sobre Érico

La repatriación de los restos

SÍNTESIS

Oda a Arsenio Érico

Cronología

ANEXOS

Artículos

Cuando el hombre tiene alas

No hay grandeza sin humildad

Yo vi jugar a Érico

Fuentes Consultadas

Bibliografía

El autor




PROLOGO


         Esta biografía acerca al lector una visión general de la vida de una leyenda del fútbol sudamericano. Arsenio Érico es el símbolo de un período en el cual el fútbol iniciaba su profesionalización en nuestro continente.

         Artífice de brillantes jugadas, fue con el club Independiente de Avellaneda, del fútbol argentino, donde rompió records y alcanzó la gloria. Es por eso que con maestría poética Catalo Bogado al referirse al gran Arsenio lo llama "El Ángel que jugó para los Diablos".

         El autor va construyendo una descripción de la vida de Érico en torno a lo que era la Asunción durante la infancia del crac, y cómo se fue acercando al deporte que lo convertiría en un ídolo, desde muy niño llegando a debutar en la Primera División del fútbol paraguayo a la corta edad de 15 años.

         Aquel precoz jugador demostró un talento épico, razón por el cual dos clubes argentinos se disputaron su pase, a pesar de que uno de ellos le ofrecía más dinero -y posiblemente más fama-, Arsenio con sus 19 años optó por mantener la palabra empeñada al club Independiente, y es así que sus partidos con los "Diablos Rojos" fueron una sensación que llevaban a los aficionados del futbol no sólo a ver a su club jugar, sino a ver las genialidades de Arsenio con el balón.

         Este libro no muestra únicamente los aspectos deportivos de Arsenio, también nos retrata su lado humano y el sentido del honor que le caracterizaba; es así que al recibir su prima por el contrato con Independiente en 1934, el optó por dejar dicha suma en forma íntegra a la Cruz Roja Paraguaya para los gastos que implicaba atender a los heridos de la Guerra del Chaco.

         Y así mismo su lealtad a sus amigos, cuando rechazó el ofrecimiento para nacionalizarse argentino para poder jugar con la selección del país vecino, que no sólo implicaba una oportunidad de jugar internacionalmente sino que constituía la posibilidad de nuevas contrataciones y mayores ingresos.

         Se agradece al autor por su contribución a la colección GENTE QUE HIZO HISTORIA, por este libro que relata la vida de un gran paraguayo con letras mayúsculas, un paraguayo que brilló con propias luces, y al cual recientemente se le hizo el justo homenaje de repatriarlo, pues al igual que muchos compatriotas le tocó morir lejos del terruño.


         Herib Caballero Campos

         Mayo de 2013





PRESENTACIÓN


         La figura de Arsenio Érico, "el ángel que jugó para los diablos" convoca pasiones e invoca la maravillosa hazaña de un deportista incomparable. Como autor, no dudo un instante en que la breve semblanza de la vida del futbolista y del ciudadano ejemplar despertara gran interés y conducirá ineludiblemente a dos acciones; primero, que sus hazañas deportivas manifestadas a través de documentaciones fehacientes, testimonios personales, estadísticas, publicaciones de la época y actuales -sin caer en el chauvinismo ni el fanatismo absurdo-, servirá de inspiración a los jóvenes y para la reivindicación plena de su legendaria trayectoria. Y, por otro lado, su condición de patriota ejemplar animará a reconquistar los grandes valores morales: patriotismo, honestidad y solidaridad, que en aquella época adornaban a los ciudadanos de nuestra golpeada nación.

         Quién no ha escuchado a muchos comentaristas deportivos y no deportivos -incluso en el Paraguay- tratando de menoscabar su hasta hoy insuperable récord como goleador argentino, con el argumento de que "el fútbol de antes era más fácil", y que "hoy en día este deporte es de alta competencia". Nada más alejado de la realidad. Antes los jugadores se agenciaban solos para jugar, percibiendo una irrisoria paga y exigidos a obtener el máximo resultado a cambio. Pero ellos, como actores de un espectáculo pagado para presenciar, henchidos de una "vergüenza deportiva", ponían en cada juego todo su empeño y honor.

         Arsenio Érico vivió en una época en la que el fútbol estaba asociado fuertemente al arte-espectáculo y, con hondo sentido, que recuerda a los atletas de las Olimpíadas helénicas. La mística envolvía todo el deporte y el futbolista rendía en cada partido un tributo de profunda espiritualidad a los elegidos de las tribunas. En cambio hoy, el fútbol está basado en lo comercial y el negocio que posibilita todo y a todos, clubes, empresarios y jugadores, ganancias siderales, pero olvidando muchas veces el desarrollo del deporte estéticamente y convirtiendo al público aficionado en simple convidado de piedra, que muchas veces alientan a su equipo de espaldas a la jugada. De ahí la doble valoración de las aptitudes del deportista y las actitudes del jugador en tanto hombre de su época, en este caso Érico, que tiene la estrella más brillante en el firmamento del fútbol rioplatense.

         Arsenio Érico es la conjugación perfecta del deporte y la solidaridad, facetas admirables hasta hoy que deben servir de guía para las generaciones presentes y venideras. Por dar un ejemplo, en plena guerra del Chaco (1932-1935), a pesar de su tierna juventud y no poder ser aún soldado en la contienda, integra como voluntario la selección de fútbol de la Cruz Roja Paraguaya que viaja a Buenos Aires a buscar solidaridad para la causa nacional, recaudando fondos en diversos partidos. En la ocasión, fue "descubierto" y se abrió paso en el fútbol argentino, llegando a la cima más alta entre los goleadores.

         Hoy, así como había retornado del olvido con la repatriación de sus restos en el 2009, llega el glorioso momento del regreso del jugador memorable que forjó historia e hizo que el Paraguay espiritual ascendiera a lo más alto; llega, con esta justiciera edición, a reencontrarse con su amado pueblo. Arsenio Érico vive, llega para quedarse.


         El autor, mayo de 2013.





CAPÍTULO I


ARSENIO


BREVE RESEÑA HISTÓRICA


         A partir de 1880, llegaron en grandes oleadas al Río de la Plata los inmigrantes europeos; principalmente españoles, portugueses e italianos. Las causas de esta masiva inmigración fueron varias, principalmente la atomización de las parcelas cultivables, la escasez de fuentes de trabajo en las ciudades que comenzaban a industrializarse, las plagas que atacaban a los cultivos, especialmente la terrible "filoxera", que acabó con millones de hectáreas de viñedos y otros rubros agrícolas, obligando a cientos de miles de agricultores salir de sus países y del continente. Además estaban las cuestiones religiosas, políticas, etc. Así fue como llegó, tras abandonar la devastada campiña italiana, en busca de mejor horizonte, hasta la playa de la Asunción, quien sería el abuelo de nuestro gran Arsenio, don Paolo Errico Paciello.


         ASUNCIÓN


         Fundada sobre el barranco oriental del río Paraguay, originalmente sirvió de base a los conquistadores para sus exploraciones. Luego, sus hijos la convirtieron en "Madre de Ciudades". Desde allí salieron las expediciones para fundar, poblar y sostener en el tiempo: Santa Cruz de la Sierra, Corrientes, Santa Fe, Buenos Aires y otras ciudades argentinas.

         A comienzo del siglo XX, la capital paraguaya era, y sigue siendo, de un paisaje de belleza abrumadora. Como en toda aquella maravillosa región, el cielo, purísimo en sus calmas, eléctrico y desbordado en la tormenta; es de clima suave, aunque con más inclinación hacia el calor.


         PARAGUAY


         El país, a menos de medio siglo de haber soportado una larga guerra de exterminio (1865-1870) llevada adelante por Uruguay, Argentina y Brasil en Alianza contra el Paraguay, todavía mantenía su aire de nostalgia por la grandeza perdida. La capital, Asunción, no era más que una gran aldea silenciosa con atardeceres sangrientos, sin embargo, era muy celebrada la pureza de sus aires, la delicadeza de sus frutas, la abundancia de sus cosechas y sus noches con luna perfumadas por flores de jazmines y naranjos.

         De a poco, con gentes venidas de todas partes del mundo, el devastado país se fue regenerando y volvieron las grandes pasiones humanas a poblar de ecos el silencio de sus arterias. Volvió la pasión de su gente por la política. Se discutían las grandes noticias de guerra que llegaban de Europa y las constantes escaramuzas locales con seriedad doctoral. Pero los domingos, la pasión por la política daba un paso al costado para dejar pasar a otra mayor, a la gran pasión por el fútbol.

         Y fue tras un partido de fútbol que uno de los retoños del "tano" Errico "convertido por la mágica pluma de los jueces en Érico", ya nacido en Asunción, de nombre Guillermo Érico, conoció a la joven villarriqueña Margarita Martínez. Se enamoraron, se casaron y formaron su hogar en la periferia de la ciudad, en una zona destinada para la clase trabajadora bautizada con el nombre de Barrio Obrero.

         Allí, en aquel agreste barrio, erosionado por las aguas de los grandes aguaceros, en la esquina de las calles Iturbe y Cuarta Proyectada, en un sitio poblado por centenarios árboles, fundaron su residencia los Érico-Martínez.

         Barrio Obrero era un barrio de ambiente nítidamente futbolero, pues, más por el precio de los terrenos que por la bondad de su superficie, habían instalado su sede los clubes más importantes de la Liga Paraguaya de Fútbol: el Cerro Porteño, el Sol de América y el Nacional, todos de la primera división del fútbol paraguayo.

         Barrio Obrero, el barrio de los humildes, fue el sitio señalado por el destino para cuna de uno de esos hombres que ennoblecen el oscuro y anónimo lugar con sus venidas al mundo y traen sobre su hombro una fama que no pudieron darle, rodando al olvido, silenciosas, diez o veinte generaciones que le precedieron. Fue en aquel barrio de sacrificados trabajadores que, un 30 de marzo de 1915, nació al mundo Arsenio Pastor Érico Martínez, uno de los artífices más altos que hayan incursionado en el mundo del deporte paraguayo y sudamericano.

        

         EL SELECCIONADO DE LA CRUZ ROJA PARAGUAYA


         Corrían los primeros meses del año 1933. El doctor Andrés Barbero, director de la Cruz Roja Paraguaya, al ver como la institución que presidía era sobrepasada en su capacidad de atención, se reunió con los dirigentes de la Liga Paraguaya de Fútbol y propuso formar un equipo seleccionado a fin de recaudar fondos para su institución y así poder cumplir con sus fines, que eran los de atender a miles de heridos y mutilados de la guerra.

         Cuando apenas faltaban días para que Arsenio y sus compañeros fueran enviados al frente de batalla, llegó a oídos del comandante César Molina, destacado dirigente por muchos años del club Nacional, la noticia de que en la capital se estaba organizando una selección nacional de fútbol a fin de recaudar fondos. Inmediatamente pensó en Arsenio Érico y, tras conversar con sus superiores, ordenó a Arsenio para que regrese a Asunción y se ponga a disposición del seleccionador de la Cruz Roja Paraguaya.

         Los técnicos de la selección eran don Domingo Ciño y Eduardo Cardó. Ellos recibieron con agrado la presencia de Érico, pues conocían de su calidad, su elasticidad para el salto y su endiablada habilidad para la gambeta. En la primera práctica, el técnico Cardó le dio la bienvenida a Érico y le dijo, sin mucho preámbulo: "Tomó el 9, vas a dejar de chulear, lo que nos falta es un centro delantero que convierta goles".

         Conformado el equipo se inició la primera gira bajo la dirección técnica del señor Eduardo Cardó y la presidencia del señor Ricardo González, miembro de la Cruz Roja y activo dirigente del club Sol de América de Asunción. Los jugadores convocados fueron: Fortunato Mariotti, Adolfo Velásquez, Casiano López, Quiterio Olmedo, Marcos Gerinaldo Rojas, Lorenzo Romero, Enrique Amaré, Ramón Viccini, Mariano Álvarez, Pichico Salcedo, Andrés Mendoza, Carlos Aguilera Mazó, Eligió Esquivel, Arsenio Érico, José Ibáñez, Martín Flor, Rafael Érico, José Bernié, Timoteo Ramírez y José de la Cruz Franco.



 


         La selección de la Cruz Roja Paraguaya estaba muy disminuida en todas sus líneas por la gran cantidad de jugadores lesionados, lo que obligó a sus integrantes a regresar a Asunción a fin de prepararse y atender las invitaciones realizadas por los clubes River Plate y Vélez Sarsfield de Buenos Aires. Mientras, la guerra insaciable seguía engullendo vidas en los escabrosos terrenos del Chaco. La Cruz Roja había recibido, muy oportunamente, un importante monto de dinero, fruto de lo recaudado por su selección durante la gira por la Argentina y el Uruguay. Aquel aporte dio un respiro de alivio a las arcas de la humanitaria entidad, ya que eran cientos los heridos que se presentaban a diario en busca de asistencia.




         En total, durante las dos giras, los paraguayos marcaron 81 goles, de los cuales 56 tantos fueron convertidos por Arsenio Érico.


 

         PEQUEÑAS ANÉCDOTAS DE LAS GIRAS


         La selección de la Cruz Roja estaba disputando un encuentro contra su similar de la ciudad de Santa Fe (Argentina); los paraguayos se vieron sorprendidos por los adversarios con un gol tempranero. Érico, azuzado por su técnico a buscar el gol del empate, quiso cabecear un centro pero con tan mala fortuna que su salto de felino solo sirvió para golpear su cabeza por el travesaño del arco rival. Con la cabeza rota y el rostro ensangrentado fue asistido y sacado de la cancha.

         Luego de ser atendido, el técnico Eduardo Cardó se dio cuenta que el goleador ya no daba para más; pero Érico, acicateado por la energía y la ansiedad de sus 17 años, insistió y volvió a la cancha con la cabeza vendada y aún sangrando. Esa tarde, le dio el triunfo al equipo paraguayo marcando tres goles, uno de ellos de cabeza. El público local quedó gratamente impresionado por el equipo visitante y aplaudió de pie, largamente, la valentía y la actuación de su joven centro delantero.

 

 

         La segunda gira se inició en la ciudad de Buenos Aires enfrentando al poderoso equipo de River Plate. En aquella jornada, los compañeros de Érico estaban en una "mala tarde", pues nada les salía y, al término de la primera etapa, ya estaban perdiendo por 4 a 0. El técnico, debutante, estaba tan desorientado que lo único que atinó a decirles a sus jugadores fue que cada uno haga lo que sabe hacer, para evitar que el resultado sea aún más catastrófico.

         Los minutos corrían veloces. Érico comprendió que era inútil seguir esperando, solo, allá arriba, que le llegue una pelota bien servida para descontar el abultado resultado en contra. Fue entonces que se acercó a su arquero y le pidió la pelota y con ella fue recorriendo toda la cancha, eludiendo adversarios y compañeros hasta llegar al arco rival. Llegaba hasta su arco y volvía desde allí a remontar hacia el arco del contrario con un "dribling" endiablado, demostrando un dominio del balón nunca visto hasta entonces en la capital argentina. Era como si sus botines tuvieran imanes para la pelota. Lo perseguían dos, tres, cuatro defensores, como una jauría; nadie le podía sacar el balón. Así marcó tres goles. Al finalizar el encuentro, que River ganó 5 a 3, el público que había colmado los cuatro costados del estadio, se levantó a aplaudirlo hasta rabiar.







CAPÍTULO II


UN ÁNGEL PARA LOS DIABLOS


         El largo viaje de Asunción a Buenos Aires por fin concluyó con el último agitar de la máquina del tren. Era la mañana del 3 de mayo de 1934. Arsenio, al igual que los demás pasajeros del convoy, se desperezó, tomó su maleta y bajó al andén de la estación Retiro. Allí lo esperaba la gente del Independiente para llevarlo hacia la sede de su nuevo club.

         Para el joven Érico, con sus recién cumplidos 19 años de edad y con un montón de sueños e incertidumbres, la ciudad de Buenos Aires, con sus rumores, con sus conciertos de prisas, de gentes apuradas y con sus luces, se le presentaba alucinante.

         Tras el saludo y la consabida frase de ocasión, se inició el viaje hacia Avellaneda. Érico sabía perfectamente que el equipo donde iba a militar era un equipo modesto, históricamente lleno de fantásticas realizaciones, aunque en la era profesional del fútbol permanecía sin mayores logros. Pero estaba dispuesto a confundir su destino con el del club que eligió voluntariamente. En aquellos tiempos, la dorada cima del ambiente futbolístico pertenecía, casi exclusivamente, a dos grandes equipos: el Boca Juniors y el River Plate y, en este último, descollaba una leyenda del gol llamada Bernabé Ferreyra.

         El 6 de mayo, exactamente un mes después de la firma del contrato y tres días después de su arribo a la capital argentina, Érico, apenas cumplidos los 19 años de edad, debutó como profesional ante el Boca Juniors del competitivo futbol argentino. Aquella tarde, si bien fue un inicio tímido y no concretó ningún gol, escucho los primeros aplausos de la hinchada de su equipo, que terminó igualado en el marcador en un 2 a 2.

         "Cuando empezó el encuentro –contó tiempo después Érico- no nos conocíamos. Yo no conocía a ninguno de mis compañeros de equipo ni nadie de ellos me conocía, pues acababa de llegar; pero a los veinte minutos, quienes sabíamos jugar ya estábamos conversando; futbolísticamente, claro".


         ÉRICO Y LA SELECCIÓN ARGENTINA


         En más de una ocasión, Arsenio Érico fue tentado a vestir la "albiceleste" de la selección argentina. Pero él, pensando en sus compañeros, en aquellos amigos adolescentes que fueron a ofrendar sus vidas en el Chaco por defender el honor del Paraguay, nunca quiso renunciar a su nacionalidad. Una de estas ofertas fue realizada cuando la selección argentina se estaba preparando para participar en el Mundial de 1938 a realizarse en Francia. Érico estaba en aquel entonces considerado como el mejor jugador de toda la Argentina.

         La oferta para vestir la albiceleste vino acompañada con la friolera suma de 200.000 pesos. Para comprender cabalmente la dimensión del monto ofrecido, basta con recordar que el club Independiente solo pagó por su pase 5.000 pesos y que un automóvil último modelo apenas superaba los 4.000 pesos.

         Cuando la prensa se enteró que Arsenio Érico agradeció la oferta, pero dijo que no podía aceptar por razones ya comentadas más arriba, una revista especializada al deporte publicó:

         "Llora llora urutaú/ en las ramas del yatay/

         Yo no voy al mundial/ porque soy del Paraguay...

         Érico, el hombre de mimbre/ el paraguayo de oro/

         ¡Cuánto nos lamentamos que no fuera argentino!"

         Lo más cercano que estuvo Érico de vestir la camiseta de una selección argentina fue cuando integró un combinado que tuvo como base a los jugadores del Independiente y River; fue para disputar dos partidos amistosos contra el combinado brasileño integrado por jugadores del Flamengo y Vasco da Gama de Río de Janeiro.

         El anecdotario cuenta que aquella tarde Érico estaba realmente endiablado, que hacía magia con la pelota. El primer tiempo del primer encuentro de los dos partidos programados había terminado con el contundente marcador de 6 a 0 a favor del combinado argentino. Fue entonces cuando su compañero Antonio Sastre se le acercó a Érico y le dijo: "Che, paragua, tenemos que parar la maquina, seis goles son demasiados. ¿Quién va a querer venir para ver la revancha?".


         LOS GOLES MÁS RECORDADOS DE ÉRICO


         En la inauguración del estadio "Monumental de River", en el año 1938, se enfrentaron el local, River Plate, e Independiente. Dos golazos fueron convertidos por Érico, el segundo es recordado como el "gol de seda"; ocurrió así: primero eludió al defensor Cuello pasándole el balón por sobre la cabeza, luego le salió al paso otro defensor de apellido Bezos, a quien también eludió; después, tras esquivar la desesperada salida del arquero Sirve, tocó la pelota hacia la línea del gol. Fue tan suave el toque que, más que alegría, provocó angustia en el público presente. Lógicamente, después del gol hubo una explosión de júbilo en todo el estadio.

         En 1935, jugaron Independiente versus Boca Juniors en Avellaneda. Faltando seis minutos para finalizar el encuentro Boca estaba ganando 1 a 0. El arquero boquense, Yustrich, ese día estaba insuperable, luciéndose con tapadas espectaculares. A Érico lo marcaban tres defensores: Vernieres, Lazzatti y el brasileño Moisés. Todo indicaba que Boca ganaría el partido, pues, no solo quedaban pocos minutos, sino los avances de los "diablos" se iban debilitando, cuando viene un pelotazo para Érico. Éste se aprestó a recibir el balón cuando se le abalanzaron les tres defensores de Boca con el propósito de alejar el peligro de su valla.

         Era un balón "dividido" que parecía sobrar al delantero paraguayo cuando, estirando la pierna para atrás, enganchó la pelota de taquito pasándola sobre su propia cabeza y dejando sin chance a sus marcadores. Cuando la bola iba cayendo, de bolea clavó en uno de los ángulos. ¡Un tremendo gol!. Otro gol muy recordado fue el que le marcó al arquero del seleccionado argentino, Sebastián Gualco. Fue un tanto de picardía, pues, cuando iba a empezar el partido, Érico vio que el arquero aún no se ubicaba bien en su arco y lo que hizo fue, cuando el referí dio la orden del inicio, tirar directamente al arco desde la media cancha. Así marcó uno de los goles más tempraneros de la historia. Un golazo.

         Otro gol "tempranero" fue el que le marcó en 1940 a Boca Juniors. Érico puso en juego la pelota tocando largo para su puntero Zorrilla, éste corrió tras el balón, y de primera tiró el centro para la zambullida espectacular de Érico.

         Fue un gol espectacular e inolvidable antes del minuto de juego. Ese año, aunque Boca se consagró campeón, los "diablos rojos de Avellaneda" se dieron el gusto de ganarle por 7 goles a 1. Durante su magnífica actuación en canchas argentinas -que fue desde 1934 a 1946- Érico alcanzó su punto culminante en los años 1938 y 1939. En aquellos años su producción goleadora fue algo torrentoso, imparable.

         Marcaba el número de goles que prometía antes del inicio de los partidos. Cuantitativamente, sin proponerse llegar a ninguna marca, llegó a anotar una cantidad que superó a la producción de todos los artilleros del fútbol rioplatense. Y, en cuanto a la calidad de sus goles, éstos llegaron a agotar todos los adjetivos de los relatores.

         Cada domingo hacía estremecer el estadio con una inspiración volcánica, asombrosa y espectacular. Lo de Érico, más que goles eran obras de arte pensadas para el público. Así cada gol que el público gritó en las graderías, fue recordado por generaciones, como si se tratara de una obra de Da Vinci o de Miguel Ángel.




 

 

 

 

CAPÍTULO III


SU RETIRO DEL FÚTBOL


         Al término de la temporada de 1946, Érico marcó su último gol con Independiente frente al arquero Barrionuevo de Huracán y se despidió de su público con los brazos en alto, culminando así un ciclo maravilloso de su carrera como jugador.

         Al ver levantados aquellos brazos muchos lloraron. Pero él comprendió que era el momento de decir adiós a aquella gente que lo creía un semidiós. Hacía mucho tiempo que una de sus piernas estaba gravemente lesionada, desde 1936 que tenía los meniscos rotos, y era ya imposible seguir cabalgando cual potro herido, que seguía brincando pero con cuánto dolor.

         Con aquel gesto, de levantar las manos hacia el cielo, no solamente quería dar gracias a un público que le demostró sus más cálidos afectos y la garantía de que no lo iban a olvidar, sino también, a una institución engrandecida que supo valorarlo como deportista. Fueron doce años inolvidables, llenos de fama y de gloria.

         Un año después de su despedida, seducido por la nostalgia de pisar cancha los domingos, firmó un contrato con Huracán. Allí apenas pudo jugar siete partidos oficiales y algunos amistosos. Si bien su producción goleadora estaba intacta, las viejas lesiones de su rodilla le impedían realizar todas sus acostumbradas magias y decidió retirarse definitivamente del fútbol profesional.

         Así, el contorsionista del área, el "aviador" fantástico, había cerrado su majestuosa trayectoria por canchas argentinas donde alcanzó la idolatría del público de los "diablos rojos" y de todos aquellos amantes de un fútbol único, alegre, espectacular y maravillosamente efectivo. Desde aquella vez, el regocijo popular de los domingos empezó sus horas de añoranzas.


         LA DESPEDIDA


         Largo proceso tuvo la salida de Érico del club Independiente de Avellaneda, a quien en diciembre, apenas terminada la temporada del año 1946, se le concedió el permiso para que viajara al Paraguay para, de acuerdo a sus deseos, ver si allí tenía posibilidad de encontrar club donde actuar, para lo cual se le dio la promesa de concederle el pase sin cargo, con la única condición de no ser luego negociado fuera del Paraguay.

         En enero regresó de su viaje a Buenos Aires, manifestando que no había encontrado el ambiente ideal que buscaba, por lo cual se le prometió, siempre respetando sus inquietudes, que buscara colocación, que no se le pondrían trabas a sus aspiraciones.

         Mientras tanto se mantuvo vinculado a Independiente, participando de la gira que el equipo superior realizó en enero y febrero por el Litoral. En marzo se llegó a contemplar la posibilidad de que Érico continuara en Independiente, aunque su permanencia fuera pasiva. En ello se estaba, cuando el 25 de marzo de recibió su pedido de que se le diera libertad de acción, lo que se resolvió de conformidad, en la forma más amplia y libertad que se ha podido concebir.

         El 8 de abril, Arsenio Érico concurrió al Club y solicitó se extendiera el documento dejándolo en libertad de acción, lo que se hizo de inmediato, en una nota conceptuosa de la conducta seguida por el futbolista en el club, que fue publicada, teniendo amplia resonancia. Arsenio Érico, recibió del Independiente la totalidad de sus sueldos y primas hasta el 31 de marzo de 1947.


         HURACÁN


         El 20 de abril de 1947, segunda fecha del torneo argentino, Érico debutó con la camiseta del Huracán jugando contra el Atlanta al que ganan por 4-0. Pero la noticia fue el gentío extraordinario que había colmado el estadio del club San Lorenzo. La cancha de San Lorenzo, que el club de Parque Patricios -Huracán- seguiría utilizando hasta que se habilitara su estadio, presentaba un aspecto imponente pudiendo calcularse que unas 70.000 personas lo presenciaron. La venta de entradas estableció aquella tarde un record para un partido en que no interviniera ninguno de los equipos grandes (River o Boca). Pero si fue sensacional la cantidad de público que asistió al estadio de Boedo, no lo fue menos la derrota del cuadro de Pedernera, ampliamente superado por el Huracán de Érico, que, para delirio de los presentes, había colaborado para el triunfo de su nuevo club.

         Lastimosamente, la breve actuación de Érico en Huracán, nada agregó a su notable trayectoria. Algunas pocas fechas después de su debut, curiosamente, su último partido oficial en primera división lo había jugado contra el equipo y en la cancha de sus jornadas más gloriosas, el Independiente de Avellaneda, siendo recibido la tarde en que apareció en el campo de juego con una ovación que probaba el afecto y admiración que ganó en su larga trayectoria con los Diablos Rojos de Avellaneda.

         Tras su despedida del Independiente, seducido por la nostalgia de pisar cancha los domingos, había firmado un contrato con Huracán, pero allí apenas pudo jugar siete partidos oficiales y algunos amistosos. Si bien su producción goleadora estaba intacta, las viejas lesiones de su rodilla le impedían realizar todas sus acostumbradas magias, y decide retirarse definitivamente del fútbol profesional.

         Así, el contorsionista del área, el "aviador" fantástico, había cerrado su majestuosa trayectoria por canchas argentinas donde alcanzó la idolatría del público de los "diablos rojos" y de todos aquellos amantes de un fútbol único, alegre, espectacular y maravillosamente efectivo. Y desde aquella vez, el regocijo popular de los domingos empezó sus horas de añoranzas.


         LA FÓRMULA DEL ÉXITO


         Así como hay una teoría que indica que la plata no trae la felicidad, pero que la felicidad atrae a la plata, Érico tenía la filosofía de jugar para divertirse, sin pensar que su objetivo era convertir goles para su equipo. Entraba a la cancha para divertirse y, su diversión, casi siempre terminaba en goles magistrales, únicos, para total satisfacción del público que pagaba su entrada para verlos jugar sin importar si los goles eran contra su equipo favorito.

         Érico, más que un jugador al servicio de los honores del club al que representa, parecía corresponder al público que asiste a la cancha a ver un espectáculo. Y, a juzgar por los comentarios de sus compañeros, como Bienvenido Paranza, otro paraguayo que jugó junto a él en Independiente, esa era su filosofía.

         Cuenta Paranza que, cuando un periodista le preguntó a Érico, ya retirado del profesionalismo sobre la fórmula de su éxito, él, con toda modestia contesto:

         "Ninguna. Mi formula siempre fue no tener más formula de la que exige un espectáculo pagado. El público paga y los jugadores deben corresponder ese pago poniendo de su parte lo mejor, trabajando con honestidad y, por sobre todo, con humildad.

         Hoy, los jugadores se creen estrellas y andan con guardaespaldas. Nosotros, después de la práctica, nos íbamos a nuestra casa en ómnibus. Hasta el público parece hoy olvidarse de que el fútbol es simplemente un espectáculo con un final impredecible. Es una lástima de que los jugadores solo piensen en ganar dinero, que tomen la jornada como una cosa de vida o muerte (...), pero no arriesgan nada. Los partidos de hoy en día están llenos de especulaciones, se juega al empate, nadie piensa en el público que paga su entrada para ver un buen espectáculo."


         ÉRICO Y LA HINCHADA


         Son tantas las anécdotas que testimonian el cariño que tenía el público al centro delantero de "los diablos rojos". Así también, son innumerables los gestos de entrega al publico de parte de Érico, muchas veces peligrando su carrera y su salud, como aquella ves que teniendo un hueso de su brazo roto, al grito de "que entre Érico" cedió y entró al campo de juego con el brazo enyesado obteniendo, como resultado, la rotura del otro hueso del brazo. En fin, para ilustrar aquella particular relación entre jugador y público que se daba en aquella época, aquí van tres anécdotas de Érico.

         La primera cuando jugaba por el Huracán y el club estaba de gira por Santiago del Estero y Tucumán. En uno de los partidos, el estadio estaba repleto de aficionados que fueron a ver al "Saltarín rojo".

         A los quince minutos, más o menos, vino un centro a media altura para Érico, este hace el movimiento como para cabecear y, ya en el aire, sorpresivamente, se zambulle y de taquito clava la pelota en un ángulo del arco. Al concretarse el golazo se registra una avalancha de público impresionante en los cuatro costados del estadio que dejó, como resultado, la alambrada por el suelo. Los organizadores pidieron cordura a

la gente y, gracias a que todos colaboraron, incluso los jugadores contrarios, se pudo levantar rápidamente la alambrada caída y reiniciar el juego para seguir viendo accionar al gran ídolo.

         Otra de las anécdotas ocurrió en Formosa. Prácticamente retirado de la práctica del futbol profesional, Érico vuelve al Paraguay y juega por el club de sus amores, El Nacional. En 1950 el club recibe una invitación proveniente de la vecina provincia argentina, para enfrentarse al seleccionado local.

         El día del encuentro el estadio estaba lleno, ansioso de ver en acción al legendario Arsenio Érico. Al cuarto de hora de haber comenzado el encuentro el crac tomó la pelota y gambeteó a dos defensores y, el árbitro, sin más razón que para favorecer al seleccionado local, sorpresivamente ordenó la expulsión de Arsenio Érico.

         Cuando Érico se dispuso a abandonar la cancha, el público reaccionó amenazando con tirar todo abajo; lo cual obligó a los organizadores a sustituir al árbitro y permitir que Érico vuelva y siga jugando. Aquella tarde marcó tres goles y fue sacado en andas por el público local.

         En 1937, Independiente tenía que enfrentarse al poderoso equipo Boca Juniors. Llegó el domingo y Arsenio Érico se presentó con una fiebre de 40 grados, cosas que obligó al médico del equipo a dar al centro delantero un reposo total de 48 horas.

         Cuando, a la hora de anunciar por los altavoces del estadio la conformación del equipo de Avellaneda, el locutor dijo: "y..., como centro forward, Walter..." el público todo explotó en rechifla. Tanta fue la furia de la tribuna que el árbitro no pudo iniciar el partido por el ensordecedor "¡Huuuuuu...!", que provenía de los cuatro costados del estadio. Luego, el público, empezaron a corear: "¡Érico, Érico, Érico!". Y, aunque su médico se opuso y le prohibió, Érico se vio forzado a entrar, y entró a jugar. Su sola presencia en la cancha provocó un delirio inenarrable. Lo que nadie del público supo fue que, esa noche, Érico pasó delirando de fiebre en una cama de hospital. ¡Y, así es el público, así es el futbol!


         CINCO PREGUNTAS A ÉRICO


         El 22 de octubre de 1970, día en que se le brindó en el estadio Defensores de Chaco un gran homenaje, el periodista Roque Meza Vera (RMV) le hizo cinco preguntas a Arsenio Érico (AE), cuyas respuestas recordamos, pues creemos que pintan claramente la grandeza de su transparente personalidad.

         RMV: - ¿Cómo, señor Érico, llegó a ser tan extraordinario futbolista?

         AE: - No es que yo haya sido tan extraordinario jugador, sino que siempre tuve suerte de jugar con compañeros excepcionales con los que todo se hacía fácil. Si algún mérito tengo, es el de haber respetado siempre a mis compañeros de equipo y a mis rivales ocasionales en la cancha. Jamás cometí un gesto descomedido con ninguno de ellos.

         RMV: - ¿Alcanzó su mayor anhelo, señor Érico?

         AE: - Creo que sí. El haber procurado jugar bien para alegrar al público. Como futbolista profesional nunca tuve otro empeño que cumplir con el público.

         RMV: - ¿Cuál fue la mayor alegría de su vida?

         AE: - Hay muchísimas. Pero escriba: el haber conseguido, mediante el deporte, un montón de amigos.

         RMV: - ¿Cuál fue su más grande tristeza?

         AE: - Si..., fue cuando murió mi querida madre en 1958. Yo estaba lejos y por ende sin poder darle el último beso de adiós.

         RMV: - ¿Cree usted que ha cambiado el futbol?

         AE: - Claro... cambian las épocas. El futbol no puede escaparse a esas modificaciones. Ahora, nunca puede decirse cual época fue mejor. El de ayer o el de hoy, pero, personalmente me quedaría con "la nuestra" por la simple razón de que lo he vivido como protagonista.



 


CRONOLOGÍA


1915: El 30 de marzo nace en Asunción. Es bautizado con el nombre: Arsenio Pastor.

1922: Ingresa a la escuela Gral. Díaz para su educación primaria; luego, seguirá la secundaria en el Colegio Natalicio de María Talavera.

1927: Integra el equipo de "Los Azules" del Salesianito.

1930: Con sus 15 recién cumplidos años, debuta en primera división del futbol paraguayo vistiendo la casaca del club Nacional.

1932: Ingresa a la Academia de Aspirantes para Oficiales de Reservas de Paraguarí.

1933: Es movilizado para marchar al frente de batalla de la Guerra del Chaco. Retorna a Asunción para integrar la Selección de la Cruz Roja Paraguaya.

1934: El 6 de abril es transferido al club Independiente de Buenos Aires, Argentina. Su nuevo club es vice campeón con 54 puntos, a tan solo un punto del campeón, Boca Juniors.

1935: Vice campeón con el Independiente con 55 puntos, a tres puntos del campeón, Boca Juniors.

1936: Su equipo queda cuarto, con 21 puntos, a siete puntos del campeón, River Plate.

1937: Vice campeón con 52 puntos, a seis del campeón, River Plate. Érico es goleador del campeonato marcando 47 goles en 34 partidos.

1938: Campeón con 53 puntos. Érico es goleador del campeonato marcando 43 goles en 30 jornadas. Gana el premio de la firma Piccardo, cigarrillo "43".

1939: Campeón con 56 puntos. Goleador con 40 tantos en 32 jornadas.

1940: Vice campeón con 47 puntos, a ocho del campeón, Boca Juniors.

1942: Campeón con el Club Nacional de Asunción.

1947: El 27 de julio se despide del futbol profesional jugando por Huracán de Buenos Aires.

1960: El 18 de febrero, se casa con su "eterna novia" Aurelia "Perla" Blanco.

1977: El 23 de julio, siendo las 22:50 horas, fallece en el Hospital Argerich de Buenos Aires. Sus restos fueron depositados en el cementerio de Morón.

2010: El 25 de febrero, dentro de un gran marco de fiestas, cariños y de reconocimientos, retornan sus restos al Paraguay. Tras ser recibido por las más altas autoridades nacionales, es velado en el Congreso Nacional, al día siguiente es trasladado a un mausoleo especialmente construido en el Defensores del Chaco.




FUENTES CONSULTADAS


         Periódicos


ABC Color (Paraguay)

Crónica (Argentina)

El Gráfico, revista deportiva (Argentina)

Independiente, una mística copera (Argentina)

La Cancha, revista de deporte (Argentina)

La Nación (Argentina)

La Prensa (Argentina)



BIBLIOGRAFÍA


Bogado, C. y Ramírez G.: Érico, el ángel que jugó para los diablos. Edit. Arandurá, Asunción.


Vera Meza: El paraguayo de oro. Edición del autor.


Barraza, J.: Érico para siempre. Edit. El Lector, Asunción.


Independiente 100 años. Clarín, edición especial. Buenos Aires.

 



 

 

ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO

 

ERICO, MÁS QUE FUTBOLISTA, UN NOTABLE PARAGUAYO


La Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y El Lector, presenta hoy su tercer volumen: “Arsenio Erico”, de Catalo Bogado, libro que permitirá a miles de familias conocer la vida no solo de un gran futbolista, sino de un notable paraguayo. “El Saltarín Rojo” es uno de los mejores artilleros que tuvo el fútbol argentino.

 

Toda la estampa del crack. Arsenio Erico fue una figura excepcional

en una época en la que Argentina estaba llena de superestrellas futbolísticas./ ABC Color

 

¿Cómo llegó Erico a la Argentina y a la idolatría jugando por Independiente? He aquí un tema profundamente tratado por Catalo Bogado en esta obra.

A comienzos de 1934, la selección de la Cruz Roja Paraguaya hizo su última gira para recaudar fondos con miras a gastos de la Guerra del Chaco. En un partido contra River Plate, en Buenos Aires, la selección perdía 4 a 0 en el primer tiempo. En el segundo, Erico exhibió toda su magia e hizo tres goles para poner a su equipo a tiro de empate. Pero terminó ganando River por 5 a 3.

No obstante, aquella actuación deslumbró a la dirigencia de River y de Independiente. El presidente de este club se acercó a Erico apenas finalizado el partido y le propuso su fichaje.

Erico no pudo aceptar en ese momento porque se encontraba en servicio militar (destinado a jugar para recaudar dinero), pero se comprometió con Independiente en caso de poder obtener el permiso necesario.

El presidente de Independiente, Alfredo Roche, vino inmediatamente a Asunción e hizo las gestiones ante el Ministerio de Defensa, que le otorgó el permiso a Erico para que viajara a Buenos Aires.

River Plate también tentó a Arsenio con un contrato fabuloso para aquella época, pero el paraguayo se negó pues había dado su palabra a los de Independiente.

El club de Avellaneda le concedió 5.000 pesos de prima y un sueldo mensual de 200 pesos más premios, y una casa en Merlo. Antes de partir a su nuevo destino, Erico donó los 5.000 pesos de prima a la Cruz Roja.

Erico viajó en barco hasta Rosario donde, para eludir el acoso de los dirigentes de River Plate que seguían insistiendo en contratarlo, tomó un tren hasta la capital argentina. Llegó a Estación Retiro el 3 de mayo de 1934. Tenía 19 años de edad.

Debutó en Independiente el 6 de mayo, exactamente un mes después de la firma del contrato y tres días después de su arribo a la capital argentina. El rival era nada menos que Boca Juniors. El partido terminó 2 a 2 y la actuación del paraguayo no fue buena.

“Cuando empezó el encuentro –contó tiempo después Erico– no nos conocíamos. Yo no conocía a ninguno de mis compañeros de equipo ni ellos me conocían, pues acababa de llegar; pero a los veinte minutos, quienes sabíamos jugar ya estábamos conversando; futbolísticamente, claro”.

La historia comenzó a cambiar positivamente el domingo siguiente, 13 de mayo de 1934. Independiente jugó contra Chacarita Juniors y ganó 3 a 1. Uno de los goles fue de Arsenio Erico.

Comenzaba la leyenda del hombre que hizo que todos los adjetivos laudatorios del periodismo deportivo argentino se agotaran.

Pero no le fue fácil al “Saltarín Rojo” lograr continuidad en el equipo. Una fractura en uno de los brazos lo marginó de las canchas por cierto tiempo. Su verdadera eclosión se dio en 1937, cuando Independiente fue vicecampeón y Erico goleador absoluto del campeonato con 47 goles en 34 partidos.

En 1938, el club fue por primera vez campeón profesional y Erico volvió a ser el máximo score, como se decía entonces, con 43 goles en 30 partidos. En 1939 repetiría el suceso: 40 goles en 32 partidos.

Erico jugó en Independiente hasta 1946. Al año siguiente jugó unos pocos partidos por Huracán y luego dejó el fútbol argentino. Las lesiones hicieron estragos en él.

Publicado en fecha: 26 de Mayo de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY



ERICO, EL PARAGUAYO QUE FUE ÍDOLO EN ARGENTINA

 

Hubo muchos paraguayos que triunfaron en la Argentina, pero ninguno llegó a la categoría de ídolo como Arsenio Erico, goleador absoluto del fútbol argentino en 1937, 1938 y 1939. En 1940, ese título se lo escamoteó otro paraguayo, Delfín Benítez Cáceres, “El Machetero”, ídolo de Boca Juniors.


–Los argentinos descubrieron a Erico cuando él jugaba con la selección de la Cruz Roja Paraguaya.

–Independiente y River Plate disputaron por él. Pero él se comprometió primero con Independiente y aceptó su oferta, que era menor que la de River.

–Arsenio fue gran deportista y también una persona con muchos valores.

–Era grande pero humilde. Eso lo manifiestan quienes lo conocieron. Pese a los golpes que recibía en cada partido, no reaccionaba, y si cometía alguna falta, inmediatamente se disculpaba. En su vida privada no se le conoció otros vicios que no fueran el mate, la lectura y la música. Erico, además de gran deportista, fue un ciudadano ejemplar.

–¿Cuáles fueron las campañas de gloria con Independiente?

–En 1938, Independiente salió por primera vez campeón en el profesionalismo argentino, y Erico fue el goleador absoluto con sus 43 goles que le valieron unos 2.000 pesos de premio, recompensa de los cigarrillos 43, de Nobleza Piccardo. En el 39, el club repitió la hazaña y nuevamente Erico fue el goleador, esta vez con 40 goles en 32 partidos.

–¿Cuándo se retiró?

–El 4 de junio de 1950. En un partido amistoso entre Nacional y Olimpia, Erico jugó su último partido. Nacional venció por 5 a 4 y Erico solo jugó el primer tiempo.

–¿Qué actividades realizó tras su retiro?

–Incursionó brevemente en el periodismo deportivo y como director técnico. En 1948 había dirigido al Flandria, de la Tercera División de Argentina, sin mayor éxito.

–¿También dirigió en el Paraguay?

–Dirigió algunos partidos a Nacional, y en 1957 se despidió como técnico entrenando a Sol de América, con el que consiguió el subcampeonato.

–Él falleció relativamente joven...

–Sí, a los 62 años de edad. En 1977 su pierna izquierda tuvo complicaciones sanguíneas y le fue amputada. Falleció poco después, de un paro cardíaco, el 23 de julio de 1977. Al día siguiente, Independiente jugó contra River Plate, justamente los dos clubes que pujaron por sus servicios. La gente se la pasó coreando, muchos de ellos con lágrimas: “¡se siente, se siente, Erico está presente…!”. Los Rojos ganaron 2 a 1.

–Su repatriación fue un justo homenaje que se le debía a este deportista.

–La repatriación de los restos de Erico no solo fue un acto de justicia que él se merecía largamente; fue también un mensaje de la sociedad en ese momento sobre tantos otros héroes civiles que dieron lo mejor de sí para engrandecer el Paraguay, y que quedaron enterrados bajo el manto de olvido, que con el tiempo, los volvió anónimos.

–¿Fue el más grande jugador del fútbol paraguayo de la historia?

–Erico está considerado no solo el más grande futbolista paraguayo, sino de Sudamérica. Esto lo afirma gente prestigiosa de otras nacionalidades. Mucho antes que Pelé y Maradona, Erico fue el Rey.

Publicado en fecha: 25 de Mayo de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY



ERICO, DEL SALESIANITO PARA LA IDOLATRÍA EN LA ARGENTINA

 

Arsenio Erico comenzó a jugar al fútbol en la pedregosa cancha del Salesianito. Al mismo tiempo, practicaba en las inferiores de Nacional. Un día de 1930, con apenas 15 años de edad debutó en la primera de su club. De ahí en más, llegó a la gloria con el Independiente, en Argentina, país donde fue ídolo de todas las hinchadas.

 

Maril, De la Mata, Erico, Sastre y Zorrilla.

La mejor delantera de Independiente de todos los tiempos./ ABC Color

 

El libro biográfico “Arsenio Erico”, de Catalo Bogado, relata cómo fue la historia íntima y la historia pública del gran Saltarín Rojo. Y aparecerá el domingo 26, con el ejemplar de nuestro diario, como tercer título de la Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y El Lector.

Corría el año 1930. Paralelamente al equipo “Los Azules” del Salesianito, Arsenio jugaba en las inferiores del club Nacional. Un día, cuando se acomodaba para presenciar el juego de los mayores, el técnico le tiró una de las camisetas diciéndole: “apurate mita’i, vas a entrar de marcador de punta”. Así, Arsenio, con sus recién cumplidos 15 años, sorpresivamente debutó en primera en el puesto de marcador de punta izquierda.

Por entonces, su fama de goleador todavía era incipiente, pero ya demostraba una fuerza interna y una habilidad innata acompañadas de una constante inspiración que convertían sus jugadas en arte.

Dos años después, cuando Arsenio se afirmaba como titular indiscutido en la delantera de La Academia, se inició la contienda bélica en el Chaco. Miles de jóvenes paraguayos y bolivianos empezaban a ser tragados por el monstruo de la guerra. Boquerón, el bastión inexpugnable de los bolivianos, después de triturar la vida de cientos de jóvenes paraguayos fue recuperado por el Paraguay.

La guerra resultaba extremadamente violenta y hambrienta de vidas. En poco tiempo, los jóvenes amigos y vecinos de Erico que marcharon a participar de ella volvían heridos, mutilados o muertos.

Pero a pesar de la trágica visión, que se tornaba cotidiana, también Arsenio se sintió llamado a defender la patria. Y se alistó para marchar.

La movilización para la guerra con Bolivia era intensa. Una fría mañana, unos amigos suyos, con quienes hizo una breve pasantía en la Escuela de Aspirantes para Oficiales de Reserva de Paraguarí, se apersonaron en la casa de los Erico, y minutos más tarde, alegres, Arsenio y sus amigos se despidieron de doña Margarita, la madre del futbolista, quien resignada les dio la bendición al verlos marcharse rumbo al puerto.

Allí les esperaba el vapor Tacuary para trasladarlos hasta Puerto Casado, donde completarían sus formaciones de soldados para la guerra antes de ser conducidos por un tren de trocha angosta hacia el escenario de las hostilidades.

Corrían los primeros meses de 1933. El doctor Andrés Barbero, director de la Cruz Roja Paraguaya, al ver cómo la institución que presidía era sobrepasada en su capacidad de atención, se reunió con los dirigentes de la Liga Paraguaya de Fútbol y propuso formar un equipo seleccionado a fin de recaudar fondos para su institución y así poder cumplir con sus fines, que eran los de atender a miles de heridos y mutilados de la guerra.

Cuando apenas faltaban días para que Arsenio y sus compañeros fueran enviados al frente de batalla, llegó la noticia de que en la capital se estaba organizando una selección nacional de fútbol.

Publicado en fecha: 24 de Mayo de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY



EL FÚTBOL SALVÓ A ERICO DE LA GUERRA DEL CHACO

 

Arsenio Erico fue además de un futbolista venerado por los hinchas un gran paraguayo. A punto de entrar a la Guerra del Chaco, aquel jovenzuelo fue rescatado para integrar la selección de la Cruz Roja Paraguaya, con la que salió a recorrer la región en búsqueda de dinero para los gastos de la contienda. El libro “Arsenio Erico”, de Catalo Bogado, aparecerá el domingo próximo. El autor habla al respecto:

 

La selección de la Cruz Roja Paraguaya salió a buscar dinero para la guerra.

Erico es quien aparece con el balón./ ABC Color

 

–Al leer el libro nos enteramos de que el apellido original de la familia del crack paraguayo era Errico y que luego quedó en Paraguay como Erico.

–La metamorfosis de apellidos es un fenómeno americano. Muchísimos apellidos, a la hora de anotar en los registros públicos, sufrían algún cambio. En este caso, el abuelo de Arsenio, don Paolo, había llegado de Italia al Paraguay con el apellido Errico, y seguramente al secretario no le parecía muy eufónico y optó por suprimir una de las “r” y así quedó en Erico; apellido que hoy en día se usa como nombre en el Paraguay.

–¿Dé que barrio era Arsenio?

–La familia Erico-Martínez se había instalado en la actual calle Iturbe y 4ª Proyectada. Aquella zona de la Asunción, a principio del siglo XX, se había habilitado para facilitar a las familias de menores recursos económicos acceder a una casa propia, y de allí viene su nombre, que hasta hoy orgullosamente mantiene: barrio Obrero.

Publicado en fecha: 23 de Mayo de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY



VIDA DE ARSENIO ERICO, EN UNA GRAN BIOGRAFÍA

 

El próximo domingo llegará la tercera entrega de la Colección Gente que hizo Historia, con el ejemplar de nuestro diario. Se trata de “Arsenio Erico”, la vida del mágico futbolista, el máximo exponente de este deporte que dio el Paraguay, una obra escrita por Catalo Bogado.

 

 

Erico es hasta hoy el máximo goleador del fútbol argentino –pese a que algunos periodistas “encontraron” algún gol para que otro jugador de aquel país lo “alcanzara”–, jugando por el Independiente de Avellaneda en los años finales de la década del 30.

Su memoria es venerada no solamente por los hinchas del mencionado club sino por los memoriosos de otros clubes. Publicaciones de la época y de épocas posteriores a su carrera, prueban el grado de idolatría que llegó a alcanzar este paraguayo en la Argentina.

En el Paraguay, Arsenio Erico militó en filas del Club Nacional, en cuyo equipo de primera división debutó cuando solo tenía 15 años de edad. Arsenio Erico nació el 30 de marzo de 1915 en el populoso Barrio Obrero. Su abuelo paterno fue un inmigrante italiano, don Paolo Errico Paciello. Por la pronunciación, su primer apellido perdió una “r” y quedó luego solo como Erico. Don Paolo tuvo un hijo, Guillermo, quien se casó con la joven villarriqueña Margarita Martínez. Ambos vivían en una casa ubicada en Iturbe y Cuarta Proyectada, donde vino al mundo Arsenio Pastor Erico Martínez.

EL GRAN ARSENIO

Arsenio Erico vivió en una época en la que el fútbol estaba asociado fuertemente al arte-espectáculo y, con hondo sentido, que recuerda a los atletas de las Olimpiadas helénicas. La mística envolvía todo el deporte y el futbolista rendía en cada partido un tributo de profunda espiritualidad a los elegidos de las tribunas.

Publicado en fecha: 22 de Mayo de 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR/ PARAGUAY

 

 

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