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JUAN CÁLCENA RAMÍREZ

  ELLAS CREEN, ELLAS CREAN - Por JUAN CÁLCENA RAMÍREZ


ELLAS CREEN, ELLAS CREAN - Por JUAN CÁLCENA RAMÍREZ

ELLAS CREEN, ELLAS CREAN

 

 

Por JUAN CÁLCENA RAMÍREZ

 

Fotos: ABC Color/Silvio Rojas/Celso Ríos

jcalcena@abc.com.py

El camino para hacer ciencia en nuestro país es todavía árido, pero las investigadoras Laura Mereles, Natalia Cabrera, Alicia Arévalos y Cecilia Llamosas no se amilanan. Trabajan, se capacitan, miran al futuro y esperan lo mejor.

Laura Mereles (40) recuerda que, cuando era niña, solía hurgar entre las cosas de su inspiradora en la ciencia: su mamá, Graciela Aguilar, que había estudiado Tecnología de Alimentos. Entre tubos de ensayo y mecheros, la pequeña fantaseaba convertirse en una científica.

“Como todo niño, que tiene una curiosidad natural, quería saber por qué la mandioca se cocina destapada, o por qué mi abuela ponía en agua los porotos un día antes de cocinarlos. Una vez que estudié Química en el colegio, entendí que en esa materia encontraría las respuestas que necesitaba”, dice Mereles, hoy doctora en Ciencias de los Alimentos por la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Asunción (UNA) y docente universitaria.

La doctora Mereles centró sus primeras investigaciones en la nuez de macadamia. Primero logró conocer sus propiedades nutricionales y determinar sus cualidades. Eventualmente, con un equipo de profesionales y la financiación del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt), consiguió establecer estándares científicos para su producción industrial y exportación. Hoy trabaja con otros colegas en el estudio y la descripción de la composición de alimentos autóctonos y tradicionales para determinar su calidad e inocuidad.

La científica hizo una maestría en España y regresó al Paraguay. Hoy, sus planes se centran en transferir sus conocimientos al sector productivo, mejorar la salud pública y fortalecer el derecho a la alimentación y la seguridad alimentaria. “Mi sueño a corto plazo es la elaboración de una tabla de composición de alimentos del Paraguay, que sepamos las propiedades y valoremos los alimentos autóctonos poco conocidos y que los beneficios lleguen a todos ”, precisa.

Sobre todo la familia

La doctora Natalia Cabrera (40) es pediatra con una especialización en Reumatología. Siempre quiso ser médica y su vocación como investigadora despertó cuando era una estudiante de Medicina en la UNA. También estudió en la Universidad de Lyon, Francia, donde trabaja una de sus principales inspiradoras: la doctora Justine Bacchetta, quien también es pediatra e investigadora.

La paraguaya se desempeña hoy en la Dirección de Vigilancia de la Salud del Ministerio de Salud Pública, en el área de enfermedades no transmisibles, donde busca crear un registro de todos los tipos de cánceres activos en el Paraguay.

Además, quiere preparar un listado de pacientes que tengan enfermedades reumatológicas. También activa en la Dirección de Investigaciones de la Facultad de Medicina de la UNA y en su consultorio privado realiza ecografías reumatológicas.

“Mi plan a futuro es poder hacer investigación clínica con un equipo multidisciplinario para atender a los pacientes pediátricos con enfermedades reumatológicas (…). El crecimiento y desarrollo del niño con una enfermedad crónica es un desafío para el médico y para el sistema de salud en el Paraguay”.

¿Y cuál es su sueño? Lograr compatibilizar lo personal y lo profesional en medio de tantas actividades. “Es un desafío compartir con la familia y amigos y, a la vez, cumplir con las obligaciones laborales. La mayoría de las veces, el trabajo desborda y debo poner límites. Es una disputa mental diaria y muchas veces me quedo con la sensación de haberme robado el tiempo que se merecen mis hijas”.

Jugar con la fuerza del viento

La ingeniera civil Alicia Arévalos (32) fue una de las mejores egresadas de su promoción. Se especializó en Infraestructuras. Estudió en Brasil y regresó cuando se enteró de que un programa de incentivo a la ciencia de Conacyt daba oportunidades para implementar proyectos de investigación.

La película, para Arévalos, también está muy clara: ella decidió regresar al Paraguay a retribuir lo que recibió. Hoy trabaja en estudios científicos sobre el impacto del viento en infraestructuras como edificios altos o estaciones de servicio desde la Facultad de Ingeniería de la UNA. Su meta es revisar las normativas nacionales para que las obras tengan los estándares de seguridad necesarios desde la ciencia.

“Lo que realmente inspira mi carrera, más allá del amor a la ciencia, es el bien que uno puede hacer con ella a la sociedad. Sentir la necesidad de líderes en educación, ver gente capaz con ganas de aprender, atender problemas nacionales que hay que resolver... eso es lo que me interesa”, afirma la ingeniera.

En el caso de Arévalos, su principal inspiración fue su hermana, Laura, que es ingeniera electromecánica. Ella “entró a la Facultad de Ingeniería cuando todavía era bajo el porcentaje de mujeres que aplicaba. También estaban las clases magistrales de la carrera de profesores apasionados”, añade.

Su meta a futuro es retribuir a la sociedad lo que el Estado invirtió en su educación y crear un impacto positivo con la investigación y el desarrollo de la ciencia. “Quiero generar más oportunidades para las nuevas generaciones y abrir camino a personas que sean capaces de aprovecharlas, motivar a los estudiantes a ser profesionales honestos y audaces, proporcionando desde mi puesto una educación integral dentro de la universidad”.

Del derecho a la energía

Las ciencias sociales son, con frecuencia, generalizadas como no urgentes en comparación con las ciencias formales o aplicadas cuando, en realidad, todas, de alguna forma, se complementan. Pero en el caso de Cecilia Llamosas (31), que se decantó por estudiar Derecho con especialización en política energética, la necesidad es más urgente que nunca.

El Paraguay es un país que produce muchísima energía con Itaipú y Yacyretá y, si bien una de las metas más próximas es la renegociación del Anexo C del Tratado de Itaipú con Brasil en 2023, también se debe mirar más allá, en cuanto al futuro y la seguridad energética de nuestro país.

Por eso Llamosas trabaja esos ejes temáticos tanto en la Universidad Nacional como en la de Sussex del Reino Unido. En esta última realiza su doctorado en la distribución de costos y beneficios en grandes centrales transfronterizas bajo contextos asimétricos en el mundo, “con un énfasis, por supuesto, en la central de Itaipú”.

En la UNA, la meta es conocer cómo el Paraguay llegaría a sus objetivos de desarrollo en los años 2030 y 2040. “Analizo las políticas vigentes en materia de energía y desarrollo, y realizo experimentos computacionales a través de modelos de simulación de sistemas energéticos, para ver bajo qué escenarios podemos llegar a las metas teniendo en cuenta el Programa Nacional de Desarrollo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, explica. Además, Llamosas centra su trabajo en cómo se puede aprovechar la energía eléctrica para la movilidad y el transporte público.

Su inspiración para hacer ciencia fueron sus padres, ambos médicos: María Isabel Del Puerto de Llamosas y Fernando Llamosas Bozzano. Con respecto a las ciencias sociales, “un gran punto de inflexión fue la exposición que tuve de una investigación promovida por mi profesora y mentora Graciela Fanego de Bianchi, que llevaba la materia Metodología de la Investigación para Ciencias Sociales en el Colegio de San José”.

Llamosas busca a corto plazo continuar con sus proyectos de investigación doctoral e iniciar una estancia en la Universidad de Florencia en abril. “Ahí voy a trabajar en transformar mis hallazgos científicos en materiales de divulgación y en una base de datos sobre todas las centrales hidroeléctricas transfronterizas en el mundo”.

¿Algunos retos? Contribuir a fortalecer la carrera científica y aumentar la presencia del país en las publicaciones internacionales. Además, “poner al servicio del país lo investigado para que haya más políticas basadas en evidencia científica”. Todo dicho.

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Laura Mereles

Doctora en Ciencias de los Alimentos (UNA) y máster en Toxicología por la Universidad de Sevilla, España.

¿Es el Paraguay un país hostil para la ciencia?

–Es un país hostil para la ciencia, pero no es una realidad muy distinta a otros países de la región (...), hacer ciencia requiere, además de recursos, dedicación. Nadie ganó un premio Nobel trabajando pocas horas al día. Necesitamos más docentes investigadores de tiempo completo, no para quedarse a trabajar todas esas horas en su laboratorio, sino que dediquen parte de ese tiempo a interactuar con la sociedad en los sectores de su competencia.

¿Cuál es la situación de la mujer en la ciencia del país?–Las mujeres hacen ciencia tanto como los hombres (...). No creo que el rol de la mujer sea diferente al del hombre, no existe ninguna limitación en su potencial. Sin embargo, todavía hay sectores donde la desigualdad de género limita el poder de las mujeres, que podemos ir mejorando con educación y seguridad alimentaria como prioridades.

2

Natalia Cabrera

Doctora en Cirugía y Medicina (UNA) y doctora en Farmacología Clínica (Universidad de Lyon, programa Becal)

¿Es el Paraguay un país hostil para la ciencia?

–El Paraguay está iniciando un proceso de apertura hacia la investigación, pero aún nos falta mucho. El programa Becal es una gran inversión para lograr mejorar la ciencia en el sentido amplio, sin embargo, pocos médicos han tenido la oportunidad de acceder a esas becas. Además, el sistema actual no está preparado para recibir a médicos con perfil de investigadores y las instituciones donde existen posibilidades de acceder, mediante concursos, favorecen a los que no han salido al extranjero.

¿Cuál es la situación de la mujer en la ciencia del país?–La mujer en la ciencia en nuestro país está conquistando espacios, pero depende de que sigan los esfuerzos.

3

Alicia Arévalos

Ingeniera Civil (UNA) y magíster en Ingeniería Civil (Universidad Federal de Río Grande del Sur, Brasil)

¿Es el Paraguay un país hostil para la ciencia?

–En el Paraguay hay mayor demanda de ingenieros civiles que lo que ofrece el mercado. Gracias a Dios hay mucho trabajo en el área, pero más se ve la necesidad de investigadores. Es por eso que estoy convencida de que mi carrera está en el Paraguay. Puedo ir al exterior a trabajar en laboratorios mejor equipados, pero tengo la certeza de que no es donde me sentiría realizada. Nuestro país necesita profesionales investigadores e infraestructura, no se trata de la percepción de lo que no podemos hacer, sino de crear lo que sí se puede, abrir caminos.

¿Cuál es la situación de la mujer en la ciencia del país?

–Con el transcurso de los años fue cada vez mayor el porcentaje de mujeres ingresantes a la Facultad de Ingeniería de la UNA y, por lo tanto, ha aumentando el número de investigadoras. Veo una gran participación y espero que esa tendencia continúe y siga aumentando.

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Cecilia Llamosas

Abogada (UNA) y magíster en Economía Pública, Leyes y Política (Universidad de Lüneburg, Alemania).

¿Es el Paraguay un país hostil para la ciencia?

–Creo que, por un lado, en el Paraguay se han hecho muchísimos avances. El rol del Conacyt fue fundamental para poder dar señales claras a los jóvenes que existe una carrera científica en el Paraguay y que se puede apostar por la investigación como profesión. Es indiscutible que no tenemos mucha tradición científica, menos aún en el ámbito de las ciencias sociales, donde llegamos al punto de que hay gente que la confunde con proyectos sociales o de tinte ideológico. Falta mucha más ciencia en el Paraguay.

¿Cuál es la situación de la mujer en la ciencia del país?

–Hay muchas mujeres en la ciencia. En la Politécnica, donde trabajo, conozco investigadoras admirables que se dedican a distintas áreas. Pero como en otros ámbitos, hay varias condiciones que deben seguir evolucionando para que cada vez más mujeres opten y se animen a hacer ciencia en el Paraguay.

El dato

El Programa Nacional de Incentivo a los Investigadores (Pronii) del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt) tiene categorizados a 568 investigadores hasta el 2019. De ese total, que varía cada año, 303 son varones (53,3%) y 283 (46,7%), mujeres.



 









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