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REVISTA URUTAÚ ELECTRÓNICO

  URUTAÚ ELECTRÓNICO - NÚMERO 12 - AÑO 7 - DICIEMBRE 2009


URUTAÚ ELECTRÓNICO - NÚMERO 12 - AÑO 7 - DICIEMBRE 2009

URUTAÚ ELECTRÓNICO

Revista


AÑO 7

NÚMERO 12

DICIEMBRE 2009

ASOCIACIÓN GUYRA PARAGUAY

 

 


Foto de tapa: urutaú común. Sjef Ollers.

Diagramación y diseño: Andrea Ferreira.

Revisión de textos: Lourdes Aquino, Alberto Yanosky, José Luis Cartes,

Silvia Centrón.

Recopilación de textos: Lourdes Aquino.

Redacción:

Especie del mes: Andrea Ferreira.

Observaciones Ornitológicas: Alberto Yanosky, Silvia Centrón.

Aves del nido: Rob Clay.

Birding Sustentable: Alistair Kerlin

Notas de Interés: Andrea Ferreira, Alberto Yanosky y Lourdes Aquino.



 

ESPECIE DEL MES

URUTAÚ (NYCTIIBIDAE)


Los urutaúes o nictibios son aves de la familia Nyctiibidae del orden Caprimulgiformes, su distribución geográficaes tropical, siendo oriundas de América Central y América del Sur.


Son aves nocturnas, de aspecto muy particular. La cabeza es achatada, con los ojos muy grandes. El pico es pequeño y curvado y al abrirse muestra una gran cavidad bucal. Los tarsos son muy cortos y tienen dedos pequeños con uñas en punta y pectinadas. La base del pie tiene una almohadilla carnosa que les ayuda a permanecer posadas durante horas. Estas aves nunca se posan en el suelo, durante el día permanecen quietas, generalmente posadas en troncos secos (Canevari et al. 1991).

Al atardecer y en la noche salen desde una percha expuesta para atrapar insectos voladores grandes, sobre todo escarabajos (Elateridae, Scarabaeidae, Curculionidae, Dermestidae) y polillas y en especial con mayor intensidad durante el crepúsculo.

Durante el día permanece inmóvil, posado verticalmente en las ramas de árboles con los ojos cerrados, generalmente en estratos medios, semejando la prolongación de un tronco seco.

Al advertir algún peligro adoptan una postura característica, con el cuerpo vertical, apuntando con el pico hacia

el cielo. En esta actitud mantienen los ojos cerrados pudiendo observar igualmente gracias a dos pequeños cortes que poseen en los párpados.

El plumaje del urutaú es de coloración muy críptica, que los disimula notablemente en los troncos y ramas quebradas. Los sexos son similares, tienen voces muy llamativas, guturales y ásperas (Canevari et al. 1991).

Durante la reproducción están más activos en las noches de luna. No construyen nidos y ponen un solo huevo en alguna oquedad natural, en ramas quebradas o gajos de árboles, Los pichones permanecen en el nido durante mucho tiempo

Tienen los ojos color naranja, grandes. De noche podemos encontrarlo por la reflexión de luz de sus ojos rojos, o por su grito melancólico persistente, como un lamento humano, que disminuye en intensidad y volumen: urutaúuu, urutaúuuu.

En Paraguay hay tres especies de urutaúes, ellos son también conocidos con el nombre de guaimingue en guaraní.

Por Andrea Ferreira

 

Bibliografía:

Canevari, M., Canevari, P., Carrizo, G. R., Harris, G., Rodriguez Mata, J. & Straneck, R., J. (1991) Nueva Guía de las Aves Argentinas. Tomo II. Fundación Acindar. Buenos Aires, Argentina.

 

 


AVES DEL NIDO DE GUYRA

Por ROB P. CLAY


EL CALOR DISMINUYE LAS ACTIVIDADES DE LAS AVES DEL NIDO DE GUYRA PARAGUAY


La llegada del calor en noviembre resultó en una notable disminución de la actividad de las aves en el nido (y de los observadores, ya con ventanas cerradas y aire acondicionado prendidos), al menos durante las horas de oficina. No obstante, el mes comenzó bien con una nueva especie para el nido, un taguato’i ka’aguy (Accipiter erythronemius), registrado el 2 de noviembre. Por ser una especie bastante común en zonas aledañas a Asunción, es una especie sorprendentemente rara en la ciudad. El registro actual representa sólo el tercero en Asunción para el observador durante 18 años observando aves en la ciudad.

Agregamos otras dos especies a la lista, durante el mes, el fiofío grande (Elaenia spectabilis) y golondrina ceja blanca (Tachycineta leucorrhoa). El fiofío grande es una especie migratoria, que fue registrada con frecuencia a partir de mediados del mes, mientras que la golondrina fue observada en un pequeño movimiento de golondrinas, principalmente de golondrina tijerita (Hirundo rustica), el 18 de noviembre.

Son pocas las especies que cantan ya, y poco el tiempo que dedican a ello. Las especies más vocales durante el mes de noviembre fueron havía pytâ (Turdus rufiventris) y san francisco (Zonotrichia capensis), con aportes ocasionales de parte del canario Paraguay (Sicalis flaveola) y la corbatita (Sporophila caerulescens). Muchas aves destinan la mayoría de su tiempo a alimentar sus pichones, en algunos casos no siendo los suyos, sino del guyraû (Molothrus bonariensis), un notable parasito de nidos.

En los alrededores del nido de Guyra, al menos una pareja de havía morotî (Turdus leucomelas) y una de san francisco (Zonotrichia capensis) han sido parasitados por guyraû (Molothrus). A mediados del mes, apare- ció un havía morotî (T. leucomelas) alimentando a dos pichones de guyraû, un macho y una hembra. El guyraû (Molothrus bonariensis) es una de las pocas especies que demuestran dimorfismo sexual en el plumaje juvenil, el macho es negruzco y la hembra marrón estriada.

Y a finales del mes, la pareja local de san francisco apareció con un pichón de Guyraû. Pero otras especies lograron escapar de los guyraû: tres pichones de había korochire (Turdus amaurochalinus) salieron de un nido en los árboles frente al balcon del Director Ejecutivo, mientras que una pareja de sîritui (Polioptila dumicola) sigue, a fin de este mes, alimentando pichones en su nido.

A principios del mes, la floración de un lapacho amarillo (Tabebuia pulcherrima) proveyó a los sai hovy (Thraupis sayaca) locales con una fuente inesperada (en noviembre) de alimentos (sus flores). Pero el gran cambio para las especies nectaríferas fue a fin de mes, cuando hasta tres mainumby hovy (Chlorostilbon aureoventris) comenzaron a frecuentar el bebedero.



NOTAS DE INTERES


El Hornero es Ave de la Patria de la Argentina desde 1928,

elegida a través de una encuesta nacional donde 40.000 niños

la eligieron como un nuevo símbolo argentino.


Durante abril y junio de 1928 el diario “La Razón” organizó una encuesta nacional destinada a chicos de las escuelas primarias de la Argentina, donde compitiendo contra otras aves como el ñandú y el chajá, el hornero fue consagrado como “Ave de la Patria” por 39.818 votos. El hornero es nuestro alonsito en Paraguay, que engalana nuestras plazas y patios por su elegancia y nos demuestra con su capacidad arquitectónica cómo construir su casa de barro, toda una rareza para muchos que visitan esta parte del punto.

La Sociedad Ornitológica del Plata en ese entonces (hoy Aves Argentinas) notando la simpática encuesta apoyó la designación del hornero, ya que este daba nombre (y lo sigue siendo hasta hoy) a su revista científica oficial creada en 1917. En su carta de apoyo, el presidente de la SOP, Pedro Serié, describe al hornero como “símbolo completo, pues encarna y resume trabajo, inteligencia, industria, fidelidad conyugal, alegría, mansedumbre, tenacidad y patriotismo”

Hoy recordando más de 90 años de la edición del primer número de la revista “El Hornero”, nace la publicación “El Hornero Ave Nacional” de nuestros amigos de Aves Argentinas, escrita por nuestro querido Tito Narosky (coautor de la Guía de Aves de Argentina y Uruguay y la Guía de Aves del Paraguay) y Raúl L. Carman.

En este sintético material se rinde homenaje a esta ave, personaje principal de canciones, leyendas, historias y anécdotas. Los autores de gran experiencia como naturalistas nos presentan de la manera más completa y sencilla las características que distinguen al hornero y su influencia en la cultura argentina.

El libro puede ser adquirido en la página web de la Editorial Albatros http://www.albatros.com.ar/catalogo/arg_silvestre/elhornero.html o con nuestro socio en Argentina, Aves Argentinas (www.avesargentinas.org.ar).

Nuestra ave nacional es el pájaro campana, pronto esperamos publicar una obra que recopile al igual que hicieron nuestros hermanos argentinos todas las cualidades y habilidades de nuestro Guyra Pong.

Por Andrea Ferreira y Alberto Yanosky



NOTAS DE INTERES

 

LA TRISTEZA DEL URUTAÚ

LEYENDA DE LA PROVINCIA DE CORRIENTES


Ñeambuí era hija de un aguerrido cacique guaraní, que se había instalado con su gente en un lugar hermoso, muy codiciado por sus vecinos.

La joven guardaba un recuerdo triste de las continuas luchas que su padre debió enfrentar para conservar ese paraje de la invasión de sus enemigos, y de cómo el cacique con el correr de los años se había vuelto cada vez más duro e implacable.

Hacía tiempo que Cuimaé, el joven cacique de una tribu vecina, estaba enamorado de Ñeambuí.

La muchacha aceptaba los regalos que le traía su pretendiente, pero después corría al monte a jugar con los pájaros y a trenzar guirnaldas de flores para adornar sus cabellos negros.

Un día su padre le ordenó que aceptara a Cuimaé por esposo, así las dos tribus unidas podrían luchar mejor frente a cualquier invasor. Ñeambuí obedeció el mandato de su padre y Cuimaé, feliz, comenzó los preparativos para la boda. La joven también se sintió contenta, aunque seguía recorriendo el monte a pesar de las advertencias de su enamorado, quien temía por ella, ya que conocía muy bien los peligros de la selva.

Una mañana la joven escuchó gritos y al salir de su toldo vio a los guerreros preparándose para la lucha; una tribu vecina se aprestaba para invadirlos y el cacique, ayudado por Cuimaé iba decidido a luchar hasta las últimas consecuencias.

Después que partieron, Ñeambuí se refugió de nuevo en su toldo; no podía unirse a las otras mujeres de la tribu, que sentadas alrededor de una fogata, clamaban por el triunfo de sus hombres. Sufría demasiado al imaginar la lucha, pues pensar en los heridos y muertos de uno y otro bando, la llenaba de tristeza.

Llegó la noche y aún los guerreros no habían vuelto, cuando Ñeambuí escuchó de pronto un extraño lamento.

Primero sintió miedo, pero después casi contra su voluntad, se asomó afuera y vio la sombra de un hombre, iluminada por la luz tenue de la luna. Le pareció que se paralizaba de terror, y ya estaba a punto de pedir auxilio, cuando la sombra se desplomó. Entonces impulsada por una fuerza extraña se acercó y vio a un joven indio tendido en el suelo. Por su vestimenta se dio cuenta que era de una tribu enemiga y al inclinarse sobre él, descubrió que tenía una profunda herida en una pierna.

Supuso que, confundido, no se había dado cuenta que se introducía en el campamento del enemigo.

Sacando fuerzas de flaqueza, la muchacha lo arrastró hasta ocultarlo detrás de su toldo, que quedaba algo apartado de los demás. Después buscó hierbas y ungüentos que aplicó sobre la herida del joven. Este abrió un momento los ojos y al verla, la miró extasiado. No entendía cómo esa bella muchacha lo estaba cuidando.

Desconcertado, pero ya más aliviado de su dolor quedó dormido.

Cuando Ñeambuí lo vio descansar tranquilo, entró rápidamente en su toldo y trató de calmarse. Temía por la suerte del joven enemigo y conociendo el carácter de su padre, deseó que el muchacho, una vez repuesto, se alejara de allí lo antes posible. Envuelta en sus temores quedó ella también dormida y soñó con el indio herido, cuyas facciones le hablan parecido muy dulces.

La despertaron los gritos de los hombres que volvían de la lucha. Temblando se asomó afuera y escuchó que su padre y Cuimaé la saludaban; se acercó tratando de no hacer caso de los latidos de su corazón.

La mirada de los guerreros era dura; habían podido frenar los avances del enemigo, pero a costa de la pérdida de muchos hombres. El cacique dijo a su hija:

-Muy pronto se festejarán tus esponsales con Cuimaé; es un valiente guerrero y tendremos que partir de nuevo, pero antes quiero que sea tu esposo.

La joven se inclinó ante su padre, mientras Cuimaé se adelantaba para abrazarla. En eso se escucharon gritos y algunos soldados trajeron prisionero al joven enemigo.

Lo arrastraban, ya que apenas podía caminar y el cacique, ordenó que lo encerraran inmediatamente.

La muchacha no pudo evitar lanzar un suave quejido; sólo, fue escuchado por Cuimaé que observó la palidez de su rostro y mil sospechas lo invadieron. Hacía tanto que esperaba a Ñeambuí, hacía tan poco que ella le sonreía como aceptando su cariño, que ya no podía tolerar ningún rechazo. Fue así que preparó los festejos para la boda con un apuro febril.

Ñeambuí por el contrario parecía languidecer día a día y mientras las mujeres de la tribu le probaban la túnica nupcial, mientras alrededor de ella los preparativos se sucedían unos a otros, permanecía pasiva en medio del bullicio. La mirada resignada del joven prisionero la perseguía constantemente, y a menudo paseaba como por casualidad frente al toldo donde estaba encerrado.

El joven también se había sentido hechizado por la dulce india y aunque sus miradas sólo se encontraban fugazmente, expresaban todo lo que los dos sentían. Nadie se percató de lo que sucedía; sólo Cuimaé no perdía los gestos y miradas de la joven, y sentía su corazón estallar de dolor.

La noche anterior a la boda se celebró un festejo prenupcial; después toda la toldería quedó dormida, menos Ñeambuí. Se acercó sigilosamente al toldo del prisionero

... hasta su guardián dormía. Haciendo un gran esfuerzo pudo desatar las lianas que lo sujetaban y los dos huyeron al monte. Allí, apenas iluminados por la luna, se abrazaron; no se imaginaban que Cuimaé, enloquecido de celos los había seguido.

Desesperado, el joven cacique sacó la flecha más afilada de su carcaj y, armando su arco, la despidió con fuerza

sobrehumana. Ñeambuí y el joven se desplomaron, mientras la selva vibró bruscamente, sacudida por una carcajada de loco.

Amor y odio habían sido demasiado fuertes para Cuimaé, pero los dioses se compadecieron de él y lo convirtieron en ave. Desde entonces el Urutaú recorre los campos con sus tristes lamentos. Todas las noches llora a su bien amada y recién descansa al amanecer.

Recopilado por Lourdes Aquino

Fuente:

http://members.fortunecity.com/detalles2002/elpais/costumbres/leyendas/urutau.html

 

 


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