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JOSÉ CANTERO VERNI

  EL UTURUNCO - Obra de JOSÉ CANTERO


EL UTURUNCO - Obra de JOSÉ CANTERO

EL UTURUNCO

Obra de JOSÉ CANTERO


RELATOR:


Aniceto Fermín Peralta
está llorando de pena,
allá escondido en el monte
a Dios le pide respuestas.


Se siente discriminado
apartado de la huella,
dando tumbos sin destino
como corcho en la marea.


Por ser huérfano de padres
se fue a vivir con la abuela,
que sólo le dio lonjazos,
sin piedad y sin clemencia.


A trabajar lo mandó
por unas cuantas monedas,
de sol a sol en el surco
sufrido de la cosecha.


Lo hacía dormir en un catre
debajo de una morera,
tan sólo pa´ que se tape
con la luz de las estrellas.


Así soportó Peralta
viviendo tanta miseria,
con ese calvario adentro
sin omitir una queja.


Así siguió como esclavo
con invisibles cadenas,
sin jamás haber pisado
el aula de alguna escuela.




Hasta que un día se fue
con quince años a cuestas,
aprovechó en un descuido
que estaba la jaula abierta.


Alzó sus alas al viento
girando como veleta,
con una herida en el alma,
con el rencor en las venas.


Se conchabó como hachero
pa´ darle al hacha sin tregua,
pechando monte a lo toro
pa´ desgarrar la madera.


Un día se enamoró
entonces soltó las riendas,
pa´ que salga ese bagual
corriendo a campo traviesa.


La moza se fue con otro
a galopar sin fronteras,
la traición lo devoró
como una garra siniestra.


Cayó en el alcohol Peralta
pa´ mitigar las tristezas,
afilando la venganza
sin importar consecuencias.


Aniceto Fermín Peralta
está llorando su pena,
está invocando a Mandinga
pa´ que venga y aparezca.










ANICETO FERMÍN PERALTA

(EL UTURUNCO)


En este mundo sin Dios
Mandinga te estoy llamando,
aquí te entrego mi alma
no quiero ser más cristiano.


Del gusto de los sabores
la vida sólo me ha dado,
pa´ que tenga y no me falte
la hiel con su trago amargo.


Aquí en este monte oscuro
Mandinga hagamos un trato,
con mi sangre sin problemas
te firmo un papel en blanco.


Yo sólo busco venganza
ser verdugo en el cadalso,
de aquella moza traidora
que me dejó lastimado.


Desde chico recibí
como premio a mi trabajo
de pago por mis favores
mil golpes y latigazos.


Y para colmo de males
llovido sobre mojado,
en cuestiones del amor
sin asco me traicionaron.


Aquí te espero mandinga
pues quiero firmar un pacto,
si ya este mundo maldito
me tiene bien olvidado.






RELATOR:


En el silencio del monte
la noche desgarra un grito,
que en un murmullo incesante
se convierte en alarido.


Olor a azufre se siente,
olor a azufre maldito
con carcajadas siniestras
retumbando en los oídos.


Caballos negros bufando
dan vueltas en remolino,
con sus pupilas en llamas
de puro fuego encendido.


Un perro de tres cabezas
muestra sus largos colmillos,
se esconden pa´ no mirarlo
los coyuyos y los grillos.


Un jorobado gigante
deja escapar sus gruñidos,
con un pelotón de monstruos
de espantos y aparecidos.


Diez jinetes sin cabeza
al frente vienen erguidos,
son los guardias de mandinga,
sanguinarios y aguerridos.


Mandinga llega en un carro
de rojo todo vestido,
con un cuervo sobre el hombro
como edecán del abismo.







MANDINGA:



Me has llamado y aquí estoy
pa´ hacer realidad tus sueños,
tenés el alma cargada
de rencor y de veneno.


Aquí tengo este papel
que traigo desde el infierno,
tan sólo falta tu firma
pa´ que lo demos por hecho.


Así se consume el trato
que a gritos me estás pidiendo,
pa´ erigirte en el verdugo
dolido de tu silencio.


Ese silencio que azota
el mar de tus sentimientos,
que te sangra por la herida
abierta de los recuerdos.


Yo soy Mandinga, Peralta,
cuando me invocan yo vengo,
del dolor de cada humano
sin clemencia me aprovecho.


Así que toma esta daga
y anda cortándote el dedo,
que quiero ver esa sangre
impresa en el testamento.


Este papel está en blanco
ese ha sido tu deseo,
así que en estos renglones
escribo lo que yo quiero.


Vas a tener tu venganza
Peralta te lo prometo,
la guillotina del odio
tendrá el filo de tus celos.

Se contará una leyenda
andando de pueblo en pueblo
una leyenda de sangre
teñida sólo de miedo.


Y vos serás el actor
principal del argumento,
de una historia de terror
que va a trascender los tiempos.


ANICETO FERMÍN PERALTA

(EL UTURUNCO)


Con todo el odio que siento,
mandinga te doy las gracias,
quiero cortarme ya el dedo
así que dame esa daga.


Aquí te entrego mi sangre
con el rencor de mi alma,
mis pensamientos oscuros
infames de la venganza.


Hace tiempo con mis manos
estoy afilando el hacha,
pa´ ir cortando cabezas
con el dolor de mi rabia.


Mandinga te lo aseguro
que me salgo de la vaina,
el odio me está quemando
adentro de las entrañas.


Te firmo ahora el contrato
pues ya no me importa nada,
seré uno de tus diablos,
con cola, cuernos y garras.






RELATOR:


Aniceto Fermín Peralta
firma sentencia de muerte,
le está regalando su alma
a mandinga para siempre.


Corta su dedo la daga
libra al infierno su suerte,
usa su sangre cristiana
para firmar los papeles.


La lechuza lanza al aire
un chistido diferente,
y el viento desnuda un grito
con sonido de grilletes.


A coro gritan los diablos
batiendo palmas, muy fuerte,
mientras un tigre rugiendo
de pronto sólo aparece.


Arrastra el tigre en sus patas
murmullo de cascabeles,
y a Peralta sin aviso
con sus colmillos lo muerde.


Peralta cae de rodillas
y adentro del pecho siente,
como esa herida le quema
igual que un hierro caliente.


A carcajadas mandinga
ríe mostrando los dientes,
no sabe el pobre Peralta
que está sentenciado a muerte.


El tigre de los infiernos
con veneno de serpiente,
a Peralta lo ha mordido
pa´ transformarlo en un ente.

 


MANDINGA:


Desde esta noche sin luna
Peralta te lo aseguro,
serás como un tigre hambriento
vagando por todo el mundo.


No te podrán detener
ni alzando quinientos muros,
vas a dejar a tu paso
tan sólo tristeza y luto.


Con tu leyenda obtendrás
la fama como ninguno,
con título de hombre-tigre
con el nombre de Uturunco.


Como un lamento a tu nombre
lo cantarán los coyuyos,
y llorará todo el monte
con el dolor más profundo.


Serás un monstruo rugiendo
abriendo en la tierra surcos,
con la fuerza de diez toros,
Peralta yo te lo juro.


Serás del infierno el tigre
con ojos fríos y oscuros,
conocido en todas partes
con el nombre de Uturunco.


Tan sólo podrá vencerte
un hombre creyente y puro,
con un facón bendecido
que pueda hacer el conjuro.







ANICETO FERMÍN PERALTA:

(EL UTURUNCO)


Un tigre ruge en mi sangre
pa´ consumar mi venganza,
tengo colmillos gigantes,
y bien filosas las garras.


Te doy las gracias Mandinga
le diste aliento a mis llamas,
pa´ convertir en hoguera
mi sentimiento de rabia.


Por cada pueblo que pase
voy a matar la esperanza,
pa´ hacerles sentir el miedo
desde la piel hasta el alma.


Ninguno se va a escapar
los voy a acechar sin pausa,
y a todo el que se me cruce
le voy a dejar mi marca.


Soy el Tigre del infierno
voy sembrando la desgracia,
es Mandinga mi padrino
que con su nombre me avala.


No habrá ninguno en la tierra
que pueda frenar mi marcha,
a cualquiera de un zarpazo
le rompo el cuello y la espalda.


Con ocho letras me nombran,
con ocho letras me llaman,
soy Uturunco “El Maldito”
y la muerte me acompaña.







MANDINGA:


Así vivirás Peralta
andando por todas partes,
temido por todo el mundo
viviendo como un errante.


El pacto está consumado
pues firmaste con tu sangre,
si intentas volver atrás
pa´ arrepentirte ya es tarde.


Así que ahora Peralta
vas a darle pa´ adelante,
enarbolando en la noche
del infierno el estandarte.


Vas a morder a tu antojo
con tus colmillos de sable,
¡ay pobrecito! Peralta
de aquel que caiga en tus fauces.


Acecharás esos montes
como un animal salvaje,
no vas a mostrar clemencia,
mi compasión ante nadie.


Te vos a soltar cadenas
para eso tengo la llave,
pa´ que siembres el terror
por montes, cerros y valles.


Uturunco ya estás libre
pa´ comenzar tu combate,
yo me vuelvo pal´ infierno
pa´ descansar en mi catre.







RELATOR:


Con gemidos y lamentos
se vuelve la comitiva,
los monstruos y los espantos
al infierno se retiran.


Con siniestras carcajadas
va en su carruaje Mandinga,
la mirada de la muerte
se dibuja en sus pupilas.


Las lechuzas con sus ojos
desde los árboles miran,
ese teatro montado
de terror y pesadilla.


Ruge fuerte el Uturunco
pone la piel de gallina,
mientras de a poco se marchan
los diablos a su guarida.


Queda libre el Uturunco
con sus garras asesinas,
sediento de sangre corre
con la mirada perdida.


Comienza con sus ataques
con sus garras que lastiman.
Pal´ Uturunco maldito
no vale nada la vida.


Acecha por todas partes
y siempre deja una herida,
de dolor y de tristeza
con sangre roja teñida.


Nada detiene su marcha
la rabia sólo lo anima,
es un volcán desatado,
pura pólvora encendida.

Deja su marca de tigre
de infierno y de brujería,
por donde pasa, las flores,
se resecan y marchitan.


A la novia que lo hirió
la lleva como cautiva,
adentro del mismo monte
en una cueva escondida.


No hay hombre que lo detenga
ni hay leyes con su justicia,
que puedan echarle el guante
a este monstruo de mandinga.


Estragos sigue causando
con su presencia maldita,
va plantando con su furia,
oscura y negra semilla.


Hasta un Viernes que atacó
en un baile a la salida,
a la tía y a la hermana
de Vicente Echeverría.


Desde entonces sin descanso
lo rastrea noche y día,
Juan Vicente con sus perros
pa´ cortarle la salida.


Juan Vicente es hombre honesto
de una inmensa valentía,
caballero respetable
sin fronteras, ni medidas.


Ha encontrado en que lugar
tiene el monstruo su guarida,
Juan Vicente es un baqueano
bien de fama conocida.




Con un grito al Uturunco
Juan Vicente desafía,
este hombre bien curtido
no conoce cobardía.


Una daga de oro y plata
en la iglesia bendecida,
es el arma que Vicente
porta audaz con hidalguía.


Es la daga mata monstruos,
es el arma que conspira,
pa´ enfrentar al Uturunco
el ahijado de Mandinga.


JUAN VICENTE ECHEVERRÍA:


Uturunco a vos te busco
no te tengo ningún miedo,
yo me llamo Echeverría
y jamás arrugo el cuero.


Aquí estoy para enfrentarte
con el filo de mi acero,
esta daga bendecida
pa´ mandarte a los infiernos.


Valentía es el conjuro
que retumba aquí en mi pecho,
no me importa si es mandinga
quien protege tu pellejo.


No me achico si sos tigre,
de la noche algún engendro,
si tenés como padrino
al monarca del tormento.


Yo te llamo pa´ que salgas
pa´ empezar el entrevero,
a luchar sin una queja
mano a mano a campo abierto.

Con mi daga y mi coraje
murmurando un padrenuestro,
Uturunco con mis ganas
bien plantado aquí te espero.


Deja libre a esa cautiva
que te ha herido el sentimiento,
tu venganza es un capricho
que te tiene prisionero.


Uturunco a vos te llamo
de la cueva anda saliendo,
tus terribles fechorías
se terminan sin remedio.


Aquí espero con mi daga
pa´ mostrarte lo que es bueno,
y te invito mano a mano
a batirte en este duelo.



ANICETO FERMÍN PERALTA:

(EL UTURUNCO)


Soy el tigre del infierno
es la muerte mi bandera,
me llamaste y aquí estoy
pa´ enfrentarte sin problemas.


Con mis garras afiladas
haré surcos en tus venas,
mis colmillos son facones
que desgarran y laceran.


No tendrás ni pa´ empezar
con mi empuje y con mi fuerza,
pa´ alimento de buitres
quedarás con tu osamenta.





Soy del diablo, el Uturunco,
del terror esa leyenda,
que a su paso sin piedad,
el temor y el miedo siembra.


Ahora sí verás al monstruo
desatado con fiereza,
esa monstruo de la noche
que la vida no respeta.


Preparate que aquí voy
y si hay Dios que te proteja,
pues no creo que me aguantes
un minuto de pelea.


Cuando quiero soy temible
no hay cristiano que detenga,
a mi furia incontenible
que es diabólica y siniestra.


A pelear Echeverría
ya no demos tantas vueltas,
vos y yo en este monte
sin piedad y sin clemencia.


RELATOR:


Se abalanza el Uturunco
con sus garras y colmillos,
esos colmillos punzantes
que parecen dos cuchillos.


Juan Vicente Echeverría
sin temor y decidido,
con un salto esquiva el golpe
del Uturunco maldito.


Pelean bajo la luna
los dos a brazo partido,
ninguno afloja ni un metro
y no se dan por vencidos.


De un zarpazo el Uturunco
al aire le saca brillo,
Echeverría responde
con entrega y con ahínco.


El Uturunco con rabia
emite largo rugido,
con las fauces entreabiertas
tan negras cono el abismo.


Echeverría se agita
 como un volcán encendido,
y tira sus estocadas
al Uturunco pa´ herirlo.


Se revuelve el Uturunco
como un fuerte torbellino,
adelante sin cansarse
sin dar, ni pedir respiro.


Bajo la luna pelean
con los búhos de testigos,
los dos lanzados a muerte
como eternos enemigos.


Se entrelazan en combate
lo mismo que un remolino,
ninguno saca ventajas
con el pleito dividido.


Hasta que entonces de pronto
entra a tallar el destino,
se escucha el alba a lo lejos
que viene por el camino.


En un veloz movimiento
lo toma desprevenido,
Echeverría al Uturunco
pa´ cortarlo con su filo.



La daga de siete iglesias
abre un profundo orificio,
se tambalea el Uturunco,
cae al suelo malherido.


Como un pez fuera del agua
mira el azul infinito,
boqueando está el Uturunco
hasta el último suspiro.


El tigre vuelve a ser hombre
allá en el suelo caído,
aquel famoso Uturunco
por todo el mundo temido.


La cautiva es rescatada
de aquel infierno vivido.
Echeverría lo sepulta
a Peralta en aquel sitio.


Muchas veces en el monte
se escuchan fuertes rugidos,
es la leyenda del monstruo,
del Uturunco maldito.



José Cantero Verni.





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