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RAÚL AMARAL

  LOS ESTUDIOS NORMALISTAS DE ADELA SPERATTI - Por RAÚL AMARAL


LOS ESTUDIOS NORMALISTAS DE ADELA SPERATTI - Por RAÚL AMARAL
LOS ESTUDIOS NORMALISTAS DE ADELA SPERATTI

Por RAÚL AMARAL
 
 

La actuación docente de Adela Speratti ha sido poco estudiada; sólo datos fragmentarios se conocen de ella y no todos en coincidencia. Tampoco es muy pródiga la información en lo que se refiere a sus antecedentes familiares, pese a que su hermana Celsa le sobrevivió por espacio de 36 años. Versiones orales adjudican la paternidad de ambas al Coronel Espínola, muerto en la batalla de Abay. Esto es lo episódico. Menos se sabe aún de sus estudios, salvo alusiones incidentales y anecdóticas, que no ayudan a formarse una idea del conjunto de métodos y sistemas que aprendiera y que indudablemente trasplantó al país, donde su ejecutoria se extenderá por algo más de una década, o sea desde 1890, año del regreso, hasta el de su muerte, ocurrida el 8 de noviembre de 1902 en esta capital.
 
De su condición de alumna de la Escuela Normal de Concepción del Uruguay han quedado algunos testimonios, que bien vale la pena exhumar. Pero antes corresponderá explayarse sobre las características de ese establecimiento educacional, fundado en marzo de 1873, es decir, casi un cuarto de siglo después que lo fuera el célebre Colegio del Uruguay, al cual funcionó anexo.
 
Sus planes de estudio y su reglamentación fueron trazados por el jefe de Educación de la Provincia de Entre Ríos, Dr. Martín Ruiz Moreno, habiendo sido tomados ambos de uno más moderno implantado en los Estados Unidos de Norteamérica. Se supone que la inspiración provino del hecho de que por esa época la Escuela Normal de Paraná -de la que ésta aspiraba a ser un reflejo- estaba dirigida por el pedagogo norteamericano Jorge Steams.
 
Dicha Escuela Normal del Uruguay (lo de Concepción estaba implícito) funcionó primero como instituto de preceptores, pasando luego, al ser nacionalizado en 1876, a convertirse en Escuela Normal de Maestras. De su original paranaense habrá de conservar dos orientaciones: la del curso normal para aspirantes a maestros y la de la Escuela de Aplicación, destinada ésta a la práctica de la enseñanza de las futuras docentes.
 
Uno de sus propósitos esenciales consistía en responder al espíritu de formación femenina, con un sentido práctico; por eso en su programa figuran algunos ramos propios de la educación de la mujer, como "labores", y quizá con el mismo criterio se proporcionaba enseñanza religiosa, puesto que en el hogar es la mujer quien mayor influencia tiene en la formación individual.
 
Su primera directora, que lo será durante 25 años, fue Clementina Conllo de Allió, educadora francesa que tenía un concepto amplio y, por aquel entonces, moderno de la significación del naciente normalismo. Para asegurar su emprendimiento solicitó el concurso de las madres, y en todo instante, bajo su mando, la escuela habrá de constituirse en un puente entre la educación y la familia, como quien dice entre el saber y la vida.
 
¿Qué ofrece en cuestión de aprendizaje, aquel recinto en el que Adela Speratti pasará los años de su adolescencia? Al respecto puede afirmarse quo el régimen de enseñanza está imbuido de las leyes y principios pestalozziano y que mediante él, al par que se facilita en el niño la observación y la discriminación consecuentes, en las alumnas predocentes se fomenta el hábito del juicio y del discernimiento.
 
La educación moral se imparte en todo momento y trasciende el mero quehacer de las aulas. También se atiende al cultivo de la sensibilidad estética a través del dibujo y la música, principalmente.
 
Las recomendaciones a las jóvenes practicantes de la Escuela do Aplicación, entre las que se cuenta Adela, tendían a facilitar la libertad de acción y, por sobre todo, la espontaneidad. Veamos algunas de esas recomendaciones:
 
a) No esclavizarse a un plan elaborado, ni a un método;
 
b) Puede alguna de ellas emplear, si se le ocurre, algún método original;
 
c) Se recomienda no aprender los interrogatorios del aula de memoria, de manera que las preguntas puedan fluir con normalidad, dando así la sensación del dominio del asunto;
 
d) Se sugiere no acudir a recursos preparados ni a las ilustraciones efectistas.
 
Por otra parte, el cumplimiento de los deberes, tanto para sí como para impartirlos, debe serlo por convicción y no por imposición "porque el concepto del deber no nace espontáneamente, sino que se forma a través de la experiencia".
 
Los sistemas de enseñanza -de acuerdo al plan vigente entre 1882 y 1885, fecha de los estudios de Adela- se perfeccionan con la evolución de los métodos. En relación con ellos queda proscripto el memorismo, en beneficio de la ejercitación de la inteligencia. Los profesores deben dar, además de las lecturas consideradas obligatorias -cuya nómina se ofrece en síntesis más adelante- una bibliografía de consulta que contribuya a ampliar los conocimientos contenidos en los textos oficiales.
 
En las clases el alumno no es el eterno "convidado de piedra" sino que en torno suyo se promoverán discusiones o debates dirigidos por profesores, en los que estará permitida la libertad de opinión para mejor dilucidación de los temas y en ayuda de la formación del juicio personal de los estudiantes. En lo que se refiere a la conducta y a los actos que pudieran revelar en los jóvenes la presencia de una verdadera personalidad, serán juzgados y calificados por un Consejo de profesores.
 
Aparte de los parciales, el puntaje se obtenía mediante dos exámenes anuales, uno, al promediar el   Adela Speratti curso, que debía versar sobre temas fundamentales en preparación, y el otro, al finalizar el año, que estaba destinado a desarrollar el contenido íntegro del programa. Las pruebas de suficiencia eran asimismo de capacidad e instrucción. En lo relativo a los exámenes públicos se sabe que constituían verdaderas fiestas familiares, presenciadas por padres e invitados.
 
En el aspecto didáctico-formativo se concede extrema importancia a la práctica pedagógica, centrada en tres niveles:
 
1) La observación;
 
2) La aplicación o las lecciones practicadas en la Escuela anexa;
 
3) La crítica. Las observaciones se iniciarán en el primer año. Las alumnas-maestras -ese es el criterio- están distribuidas en todos los grados.
 
Una vez por semana se las instruye en los principios pestalozzianos, planes de lecciones y táctica escolar. Igualmente quedan encargadas de observar las clases de las profesoras o de otras alumnas practicantes.
 
Dichas prácticas pueden ser diarias. A las alumnas del curso superior se les confía la enseñanza de las materias fundamentales y las de ejercitación. También se hace la lectura de críticas formuladas a las practicantes. Estas previsiones están contenidas en el plan de 1881, que rigió mientras estudiaron en Concepción del Uruguay las hermanas Speratti.
 
Ha de añadirse que quienes se hubieran destacado en el Curso normal tenían asegurada la primera vacante en la Escuela de Aplicación al tiempo inmediato al de su egreso. Eso ocurrirá con Adela, quien pasará a incorporarse como maestra en 1886. Celsa lo hará tres años después. Las becas para la prosecución de los estudios eran concedidas, indistintamente, por los respectivos gobiernos nacional y provincial.
 
Un año antes del ingreso de Adela, por decreto del 7 de enero de 1881, el gobierno del General Roca fija una nueva reglamentación y plan de estudios. Este tiene una duración global de cuatro años, dividido en uno del preparatorio y tres del Curso normal. En aquel se estudia lectura, escritura, aritmética elemental, gramática, francés, historia de la República Argentina, geografía, moral, labores, religión, costura y bordado en canevá. El primer curso comprende: aritmética, gramática, geografía, historia de la Edad Media, anatomía, fisiología e higiene, ejercicios, composición y declamación, caligrafía, dibujo, gimnasia, canto, labor, observación de las lecciones modelo en la Escuela de Aplicación. En el segundo las asignaturas son las siguientes: aritmética, geometría, gramática, geografía, historia moderna y contemporánea, física, química, pedagogía, ejercicios de composición y declamación, dibujo, gimnasia y canto, labores, observación de las lecciones modelo en la Escuela do Aplicación. El plan para el tercer curso contiene: aritmética, geometría, literatura, cosmografía, historia nacional, higiene natural, filosofía, instrucción cívica, pedagogía, ejercicios de composición, dibujo, gimnasia, práctica de la enseñanza en la Escuela de Aplicación.
 
Entre 1884 y 1885 la escuela se fortalece con la incorporación de un núcleo de profesores de Paraná, acentuándose el carácter científico y pedagógico de la enseñanza. De los diez catedráticos debe señalarse que sólo tres son argentinos. La figura más importante es la educacionista norteamericana Isabel King, quien supo ser más tarde la verdadera orientadora y madre espiritual de Adela Speratti.
 
Miss King -como la llamaban- había nacido y estudiado en Indianápolis, llegando a la Argentina en 1883, luego de una actuación de casi diez años en su país. En 1884 hace una breve aparición en Catamarca y casi de inmediato pasa en calidad de contratada a la Escuela Normal de Concepción del Uruguay, donde ingresa al Curso normal como profesora de crítica pedagógica y de dibujo; subsiguientemente desempeña funciones de regente en la Escuela do Aplicación. Entre 1885 y 1887 actúa como vicedirectora de la Normal; tiempo después se traslada a la ciudad correntina de Goya, a donde lleva a las hermana Speratti. Más tarde viaja a su patria, vuelve a Corrientes y luego a Concepción del Uruguay, para morir en Buenos Aires el 10 de junio de 1904. Está sepultada, por disposición testamentaria, en el cementerio de Goya, donde la gratitud vecinal le ha erigido un monumento recordatorio.
 
Isabel King es férrea, práctica, una típica mujer de su tierra, "constructiva, tenaz, humana y sensible". La enseñanza de la pedagogía sufre una fuerte evolución con su presencia, pues en ella han influido las ideas filosóficas francesa o inglesa del siglo XIX. Sus lecciones se basaban en Froebel, Pestalozzi y Rousseau y sus clases se desarrollaban siempre "sobre un fondo spenceriano" Además impartía a las estudiantes todas las enseñanzas que podían asimilar (No debe olvidarse que se estaba en pleno auge del positivismo).
 
Adela Speratti ingresa en 1882. Las condiciones para aspirar a un sitio en las aulas no son del todo fáciles, pues se requiere gozar de buena salud, tener moralidad intachable, acreditar catorce años cumplidos (Adela tenía 17 luir esa época), poseer el consentimiento de los padres, saber leer, escribir al dictado y las cuatro operaciones de los números enteros, obtener una de las becas provinciales, pudiendo concurrir como externas las que no hubieran conseguido tal beneficio. Las aspirantes estaban obligadas al ejercicio de la enseñanza en la provincia en los primeros cuatro años siguientes a su graduación. Percibirían 40 pesos fuertes mensuales desde la recepción del diploma hasta la fecha del nombramiento. Los requisitos indican que al término del plan de cuatro años se efectuará un examen final, oral y escrito, el primero cobre asignaturas del plan y el posterior sobre pedagogía.
 
La joven paraguaya egresa con el título de maestra en 1885, siendo sus compañeras Laura Allende, María Colombo, María Miguens, Victoria Olivera, Agustina Canales, Regina Plaza, Adela Sobrero, Rosario Noailles y Modesta Salaverry, muchas de ellas de brillante trayectoria en la educación argentina. A la promoción inmediata pertenece Celsa.
 
Al año siguiente Adela se incorpora como maestra a la Escuela de Aplicación, acogiéndose a lo dispuesto por el plan de 1881, en el que se estipulaba que las alumnas "que obtuvieran distinguido en todas las asignaturas tendrán derecho a ser nombradas preceptoras de la Escuela Normal". En 1887 es nombrada secretaria-contadora del Curso normal, y un año después figura además como bibliotecaria. Por su parte Celsa, en 1889, enseña en la Escuela de Aplicación.
 
Los torneos literarios, que fueran uno de los rasgos distintivos tanto del Colegio como de la Escuela, siguen realizándose con la participación de "aventajadas alumnas". El periódico El Uruguay, del 9 de agosto de 1885, consigna la noticia de un discurso pronunciado por Adela Speratti, cuyo tema es "IMPORTANCIA DE LAS CIENCIAS NATURALES EN LA EDUCACIÓN DE LA MUJER". La disertación ha sido dividida en dos puntos:
 
1) Su necesidad en el hogar;
 
2) Su papel en la sociedad.
 
Adela manifiesta en su trabajo que cumple un deber complaciendo a la dirección y profesores de la Escuela Normal "a quienes debo el don más precioso con que puede engalanarse la mujer, es decir: la instrucción". Y aclara que esa la primera vez que se presenta ante el público en un "torneo de la Inteligencia". La mencionada publicación agrega que la pieza oratoria de la maestra paraguaya "es una filigrana literaria y científica sobre un fecundo tema tratado con admirable síntesis".
Al recordarse el 65 aniversario de la Escuela, en el capítulo correspondiente a su obra civilizadora y a la que realizaran las egresadas en lo que allí se denomina “tierra extraña", se alude a la tarea efectivizada por las hermanas Speratti, quienes "cumplieron una función educadora-instructiva de gran significación y fueron sembradoras eficientes y generosas". En esa evocación queda señalado que ambas emprendieron una "verdadera cruzada contra la ignorancia y el analfabetismo" y que en el Paraguay organizaron la Escuela Graduada y la primera Escuela Normal de Maestras. Y nombra entre sus discípulas a docentes paraguayas de relevante misión pedagógica, entre las cuales cabe citar a María Felicidad González, Concepción Silva de Airaldi, Serafina Dávalos, María Casal Ribeiro de Vierci.
 
Por esas aulas entrerrianas pasa Adela Speratti, por aquella Escuela que fuera alma mater de la enseñanza y que juntamente con la de Paraná simbolizara por mucho tiempo, en el Río de la Plata, las aspiraciones de modernidad y progreso social propias de la época. Y algún día habrá que referirse a dos de las maestras argentinas que siguiendo las huellas de las hermanas Speratti llegaron al Paraguay cinco años después, o sea en 1895: las docentes Lorenza y Honoria Torrá (luego señora de Vico), quienes habían egresado en 1888 y 1890 respectivamente. La primera organizará la Escuela Graduada N°- 2 de Villa Rica del Espíritu Santo, ejerciendo hasta 1907; la segunda, en tanto, será directora de la Escuela Graduada N°  2 de la Asunción, en 1901. En 1903 reemplaza a Celsa Speratti en la regencia y luego en la vicedirección de la Escuela Normal cuando ésta ocupe la dirección dejada vacante por el fallecimiento de Adela. Las hermanas Torrá volverán a su país a comienzos de 1909.
 
Con ellas culmina una larga serie de maestros argentinos que contribuyeron a la evolución de la enseñanza en el Paraguay en una trayectoria que se extiende a los treinta años. A su posterior asentamiento concurrirán, a su vez, los maestros paraguayos que fueran especialmente a graduarse de profesores en la Escuela Normal de Paraná entre 1902 y 1910.
 
La nómina de los docentes rioplatenses a que se ha hecho alusión, aunque por supuesto sin agotarla, puede ser encabezada por la figura prócer de don Juan Pedro Escalada, guía de tres generaciones de paraguayos, juntamente con el sacerdote José Joaquín Palacios, de la misma nacionalidad. A tales nombres pueden sumarse -además de las citadas hermanas Torrá- los de Fidel Sáenz Cavia, Antenor Gerez, Clodomiro Rodríguez, Francisco Tapia, Fortunato Toranzos (padre del poeta Fortunato Toranzos Bardel), Amalia Iraola de Santa Marina, Corina Echenique y José María Monzón.
 
El ejemplo dejado por Adela Speratti, que regresara a la Asunción gracias a los desvelos del por entonces Superintendente de Instrucción Pública, don Atanasio Riera -recibido en Corrientes- ayudando así a recuperarla para el país, será desde todo punto de vista trascendental. Aunque la inquietud pedagógica y el afán educativo tenían lejana tradición, corresponde indicar la difusión de algunas publicaciones especializadas con aparición posterior a 1890.
 
Entre ellas debe incluirse a las siguientes:
 
·         EL LECTOR PARAGUAYO, primer libro de lectura, 1895;
 
·         LAS ESCUELAS EN EL PARAGUAY, ensayo de Manuel Domínguez, 1897;
 
·         LAS ESCUELA AGRÍCOLAS, PLAN TRAZADO POR DON ENRIQUE SOLANO LÓPEZ, 1898;
 
·         BASES PARA UN PLAN DE EDUCACIÓN, por Antenor Gerez, 1899;
 
·         COMPENDIO DE ECONOMÍA DOMÉSTICA, por la libre-pensadora Ramona Ferreira, 1900;
 
·         DICCIONARIO GRAMATICAL, por Héctor L. Barrios, 1901.
 
Otros aportes en materia de textos se producen en 1902:
 
·         EL BUEN ALUMNO (LE BON ELEVE) del Padre Miguel Casabianca, traducido por Juan E. O'Leary, y
 
·         EL NENE PARAGUAYO, por Manuel W. Chaves.
 
Contemporáneamente a estos esfuerzos se realiza el Primer Congreso Pedagógico Nacional y es editada la "Revista de Instrucción Primaria", importante elemento de difusión y consulta.
 
Perpetúa la memoria de Adela Speratti un sencillo monumento ubicado en el recinto de lo que fuera la Escuela Normal de Profesores N°- 1 erigido como expresión de gratitud por el magisterio nacional. Durante años el Centro de Estudiantes Normalistas y la revista por él editada llevaron su nombre. También, y desde hace tiempo, una escuela y una calle de la capital.
 
La fecha del nacimiento de esta educadora ha sido motivo de controversia, ya que se le ha dado un origen guaireño, en tanto que su hermana habría nacido en Luque. En contraposición, el historiador y profesor don Andrés Aguirre ha hecho conocer el verdadero lugar, que no sería otro que la antigua Barrero Grande, hoy Eusebio Ayala, donde asimismo viera la luz don José del Rosario Miranda. Con ese aporte documental -que es su partida de defunción-queda dilucidado y corregido un prolongado equívoco, aunque el acta de bautismo no ha sido todavía encontrada, circunscribiéndose la noticia solamente al año de 1865.
 
Otro error muy difundido es el que hace aparecer a Isabel King como actuando en Concepción del Uruguay al momento de ingresar las hermanas Speratti, siendo que Adela llevaba dos años de estudio a la fecha en que iniciara sus funciones la pedagoga norteamericana.
 
Tal es la ejecutoria de Adela Speratti como estudiante y en sus primeros pasos en la docencia. Alguna vez corresponderá tratar sobre lo que ella brindara al país y de qué modo las nociones que recibiera, bajo la influencia del normalismo argentino, tuvieron aplicación en la enseñanza normal y primaria del Paraguay durante la última década del siglo anterior.
 
(1974)

 
 
Fuente: ESCRITOS PARAGUAYOS 1 – OBRAS DE RAÚL AMARAL. INTRODUCCIÓN A LA CULTURA NACIONAL. Distribuidora QUEVEDO de Ediciones Paraguayas. OSCAR DEL CARMEN QUEVEDO, correo oscardelcquevedo@hotmail.com , Asunción-Paraguay, setiembre 2003.
 
 
 
 
 
 

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