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JULIO CÉSAR URBINA

  EL DESPERTAR DEL ALBA, 2012 - Novela de JULIO CÉSAR URBINA


EL DESPERTAR DEL ALBA, 2012 - Novela de JULIO CÉSAR URBINA

EL DESPERTAR DEL ALBA

Novela de JULIO CÉSAR URBINA

Editorial SERVILIBRO

Dirección editorial: VIDALIA SÁNCHEZ

Corrección: BEATRÍZ POMPA

Asunción – Paraguay

Agosto 2012 (278 páginas)

 

 


I - La DECISIÓN

Un día como cualquier otro, con el cielo despejado dando su mejor color, un celeste otoñal, el Gobernador español de la Provincia seguía los trazos hechos por alguien que el tiempo se encargó de borrar, pero no en su totalidad, los límites del territorio que él regía eran regentados por los Reyes de la comarca de la eñe en el viejo continente, quienes poseían mapas de pinturas al óleo no bien definidos, pero sí bien custodiados a las órdenes del Castillo de las Piedras de Oro. Se llamaba así, pues el metal precioso era enviado desde el nuevo continente, por vía marítima durante unos largos meses, hasta desembarcar en puerto; posteriormente, se fundía para limpiarse completamente de sus impurezas, como unas mil veces, hasta que los ojos brillasen; se sumergían enormes piezas de ladrillos en el metal derretido, adhiriéndose en armonía. Fue así como el Rey construyó el castillo por capricho a la arrogante Reina; todos los gobernadores estaban en la búsqueda del precioso oro, faltando tan solo unas cuantas piezas para culminar las últimas habitaciones.

El gobernador Hernando Pinzón y Arana tenía recorrido ya media docena de días bien contados, con una escolta que superaba los veinte hombres; iban con intenciones de seguir viajando hacia el sur en busca del oro, metal que al norte de la provincia no fue hallado por el completo desabastecimiento. La noticia molestó a los Reyes con amenazas de cortes de cabezas en todos los ángulos si no encontraban una pronta solución al problema.

La comitiva de españoles aventureros seguía su travesía indecisa, topándose con el viento sur al salir de los interminables laberintos de la selva y con unos cuantos habitantes nativos de esa bella zona boscosa. Los cultivos indicaban que era un lugar aparéntemente apto como se podía observar, los inmigrantes recién llegados decidieron de alguna u otra manera quedarse y desembarcar; desde el primer momento, tuvieron un buen recibimiento y una buena acogida por parte de los aborígenes, se podía notar a las bellas indias trabajando dispersas en el campo, exhibiendo la esencia de su piel color tierra lustrosamente salvaje descubierta al brillo del sol, a pesar del aire fresco que se paseaba de arriba a abajo, situación que llamó inmediatamente la atención de la comitiva española sedientos de curvas tan bien torneadas por la naturaleza, y hambrientos, pero no de alimentos; optaron por explorar el sitio, más que nada se encontraron con un ambiente que les prometía de todo, un lugar que podía servir como una posada para los viajes realizados hacia el sur, y lo mejor de todo, jóvenes indias corriendo con sus atributos desnudos daban un toque sensual al selvático paisaje inexplorado y húmedo de la zona.

—Nos quedaremos aquí unos días -dijo Hernando Pinzón y Arana con voz de mando.

—¡Desembarquemos ahora! -ordenó.

Desde su llegada, los españoles observaron cultivos de naranjales que coloreaban vistosamente aquel lugar, existía mía variedad prominente a cualquier otro fruto cítrico jamás visto, algunas llegaban a ser tan grandes como la cabeza de un niño, jugosas, con pulpas carnosas y cáscaras brillantes; cada fruta siempre contenía en su interior tres semillas, una para ser plantada, la otra para tomarla con té de hierbas y la última debía ser triturada y plantada junto a la primera. La leyenda era respetada rigurosamente por los aborígenes del lugar, quienes por olvidables décadas lo realizaban, sabían que si no cumplían la fruta dejaría de ser en esas tierras fértiles y además perdería su poder curativo. Gustaron que el fruto fuese exquisito, mucho más que las anteriores naranjas que alguna vez saborearon, las indígenas preparaban jaleas y jugos con miel o la saboreaban en ronda después del almuerzo o durante las charlas. Lo extraño era que la fruta perdía su sabor, textura y fragancia al salir del valle, enseguida se pudría y al cabo de tan solo un día quedaba arrugada y sin ningún uso, por ese motivo muchos la llamaron “la fruta muerta”; pero los españoles no comprendieron hasta un tiempo ulterior y entendieron porqué las demás tribus no hablaban de ella ni le prestaban interés alguno, porqué solo al ingresar al valle podrían probar el exquisito sabor, fuera del territorio se convertía en un fruto agrio, seco y deforme a la vista.

Y bautizó a ese lugar Naranjo.

Hernando Pinzón y Arana fundó la ciudad de Naranjo el primero de julio de mil quien sabe cuándo, año discutido hasta la fecha si fue anterior o después al señalado en el calendario gregoriano, antes que la nación tomara su independencia; dicha tribu que habitaba el territorio es considerada hasta el día de hoy como de seres amigables y pacíficos. En la zona se establecía un cacique llamado Juno, quien poseía pleno dominio del asedio; sus antecesores ya vivían allí, no teniendo un cálculo exacto de cómo llegaron o cómo se dispusieron a hacer uso de los recursos que les brindaba la tierra, principalmente de las naranjas y de sus beneficios; las mujeres dedicadas a la crianza de sus hijos, muchas de ellas con los pechos descubiertos, que hacían un apetecible alimento para los crios, se ocupaban igualmente de realizar prendas con un tejido de algodón especial, a la cocción de alimentos y hierbas medicinales; en cambio, los machos se dividían el trabajo en centinelas que velaban por la seguridad al asecho de otras tribus, otros se consagraban a la caza de animales silvestres o peces, siendo una aventura diaria que se llevaba a cabo en grupos, al entregar estos la provisión alimenticia salían nuevamente a seguir explorando e inspeccionando la impenetrable selva, descubriendo nuevas plantas que quizás podrían servir para la cura de algún mal. Cuando el crepúsculo comenzaba a dar toques al cielo volvían a sus chozas como grandes triunfadores, para obtener el dominio dejado en reposo durante el transcurso del día a las hembras aborígenes.

Un suceso que causó más de una risotada a los españoles fue una noche cuando nacía un eclipse lunar, los antiguos oráculos anunciaron el hecho unas semanas atrás y los nativos prepararon sus arcos y flechas con miras al cielo. Al comenzar la desaparición del acontecimiento, pasada la medianoche, empezaron los gritos, las danzas alrededor de una enorme hoguera acompañaron con escandalosos júbilos al cielo, el cual se convirtió en el principal blanco de sus ataques por más de una hora, lanzaron piedras y flechas con fuego en sus puntas cuando la luna tocó su máxima penumbra, el ataque consistía en ahuyentar a la pantera que se estaba comiendo como bocado a la dama nocturna. Lo mismo ocurría cuando existía un eclipse solar. Los españoles creyeron que se trataba de un ataque y se alistaron, pero cuando se enteraron de sus ridiculas creencias cayeron en un conjuro de lluvias de carcajadas que molestó al cacique Juno, quien les respondió molesto en el idioma de ellos:

—Si se siguen riendo de nuestras creencias, tendrán que irse -continuó-, nunca nos divertimos de sus vestimentas o de su piel sin color.

El idioma nunca fue un impedimento para los españoles, porque muchos de ellos no tenían ninguna intención en aprenderlo; al principio, la comunicación solo se realizaba por señas o por dibujos hechos en la tierra, entonces, el idioma español fue más rápidamente aprendido por los aborígenes que por los blancos de su lengua nativa.

La realeza española exigió al gobernador Hernando Pinzón y Arana que envíe alguna provisión de oro, pues llevaba meses siendo un gasto para la Corona sus viajes de aventuras; por lo tanto, decidió enviarle a la Reina cajas y cajas de las mejores naranjas, con un pequeño recado: “Mi excelentísima Reina, estas frutas son milagrosas, espero que las disfrute”, pero al llegar al Castillo de las Piedras de Oro estaban en un estado lamentable, al no entender las advertencias hechas por los indígenas; la cabeza de Hernando Pinzón y Arana cayó rodando por el suelo de la ciudad que él mismo fundó, como lo predijeron los antiguos oráculos de las pitonisas.

Con el correr de los años y mucho tiempo después de la independencia de la República, la ciudad fue creciendo siendo una parada casi obligatoria de los viajeros que se disponían a remontarse hacia el sur de la capital, trayendo consigo a colonos europeos, principalmente italianos, dando un toque de singular arquitectura del viejo continente a algunas de las fachadas del lugar, y otros inmigrantes que llegaban, de oído a oído escuchando que las naranjas cosechadas allí poseían dones sobrenaturales. Sin embargo, tiempo después los nativos decidieron mantener el secreto de la siembra tan bien resguardado por tantas generaciones, para no ser aprovechado afuera del territorio; el siglo venidero prosiguió en disconformidades entre los nativos con los nuevos inmigrantes que llegaban a edificar sus casas coloniales, escuelas, iglesias, entes públicos que hasta el día de hoy perseveran y son declarados sitios históricos y de patrimonio nacional. Con el clima más frió que el resto de las demás ciudades los naranjeros se dedicaban a la agricultura, floreciendo rápidamente como el principal puje económico, no así la desventajosa exportación del fruto tan bien aprovechado por sus ciudadanos. Ya para el año 1940 era una ciudad digna de ser vista como una más de la región, y con no más de siete mil habitantes podría decirse que adquiría las características de “pueblo chico infierno grande”, donde todos sus residentes se conocen y saben de las actividades, a veces privadas, de los vecinos más lejanos. En un lugar remoto se encuentra Naranjito, un pequeño suburbio perteneciente al distrito de Naranjo, el cual se caracterizaba por tener el mismo sabor y dones curativos que las naranjas de Naranjo, pero más pequeñas, de ahí el nombre. Allí yace edificado con no más de una docena y media de casas efímeras, tristes de apariencia por el abandono, en su mayoría de madera, quizás sean menos, pero ahí están y estuvieron siempre; se dibujó sin caminos, donde la gente utiliza a unos cuantos caballos arcaicos para el transporte a Naranjo, cuyo punto céntrico transciende alrededor de la plaza Franco Ignacio Gutiérrez Alvarez, quien fue un intelectual polifacético, uno de los grandes musícos, poetas y escritores de la República, oriundo de dicha ciudad; sus habitantes estaban más que orgullosos que una eminenciacomo él hubiese nacido en una ciudad tan trivial, pequeña y pobre como esa. Los jóvenes, cotidianamente, se reunen en aquel lugar a tomar jugo de naranja, a saborear la fragancia de las flores que perfuman el ambiente y a charlar de cosas muchas veces incoherentes. En la plaza también se encuentra una estatua de bronce del fundador de la ciudad, Hernando Pinzón y Arana; desde allí se pueden contemplar los caserones coloniales que están todavía habitados, con sus paredes originales, cuya arquitectura se conserva intacta, sus calles siguen empedradas y mucho no ha cambiado desde la llegada de los colonos.

Sus llanuras y colinas la convierten en un paisaje majestuoso en toda época del año, sobre todo en verano, cuando sus cascadas y arroyos de frías aguas cristalinas la hacen un deleite para sus pobladores; un vasto forraje da una mezcla de matices verduscos que llega hasta los pies del cerro Agridulce, el más alto del país, transformándola en un panorama que toca el cielo, siendo otro motivo de regodeo y orgullo para sus pobladores que piensan que dicha reserva no está muy explotada por el turismo interno, pudiendo atraer también a turistas extranjeros. Para llegar a la ciudad, entrar y salir, se sigue la ruta número 84 que pasa por todo el centro de la localidad, de extremo a extremo, uniéndose con la ruta 11 Mariscal Carmelo Amarilla, que la comunica con la capital del país y con la capital de la provincia; es la única calle que fue revestida por asfalto después de unos años.

En una familia humilde de Naranjito habitaba un matrimonio joven, ya con algunos hijos en su haber y otro apunto de nacer; buscando progreso y superación decidieron dejar atrás sus vivencias y tomar nuevos rumbos.

—Me comentaron que en La Perla hay más fuentes de trabajo, podríamos tener un mejor futuro para nuestros hijos, inclusive una mayor comodidad, dicen que la ciudad está creciendo rápidamente -insistió don Baldomero.

Cinco meses después, Consuelo, su esposa, dio a luz a un niño, las estrellas se alinearon y el cosmos marcó la hora de su nacimiento con el polvo que desprendía un cometa, que calendarizó en el universo que medio siglo después pondría fin a un prolongado predominio político narcisista. El niño nació en la cocina de la humilde casa, Consuelo rompió bolsa cuando estaba cocinando para su familia y su esposo, del susto, fue de inmediato a llamar a la partera del barrio, quien se encargaba de ayudar a dar a luz a las docenas de hijos que tenían los matrimonios de Naranjito y sus alrededores; la mujer ordenó a Baldomero que levantara a su esposa sobre la mesa de la cocina, que consiguiera unas toallas y una palangana con agua tibia. El parto fue normal. Nació sano, con casi seis kilos, arrugado y con ojos orientales que los conservó hasta los tres meses, luego cedieron. Vendieron el terreno que poseían y emigraron cargando las pocas pertenencias que ostentaban, abriéndose camino más al sur; iban en una jardinera con los niños sobresaltados en su nueva aventura, dejaron atrás esos pequeños recuerdos que llevaban en el baúl de sus cabecitas de la ciudad de las jugosas naranjas; mientras viajaban, el bebé estaba en los brazos de su madre, contemplando a la mujer más hermosa de la tierra.

La Perla, en los años cincuenta, estaba creciendo con gran ímpetu, poseía el Ferrocarril Central de la Repúblicadonde cuadrillas de hombres trabajaban, debido al duro afán que realizaban de ser unos flacuchentos pasaron atomar cuerpos gigantescos y musculosos; las vías del tren se deslizaban por tierras áridas, pantanos y arroyos, colinas y ríos, el viaje en esa máquina de acero y hierro puro se convertía en una odisea para niños y adultos, transportando en su larga cola todo lo que un tren podía llevar, madera y carbón, animales y un surtido contrabando, mientras en la ciudad se levantaban estructuras de ladrillos y cementos por todas partes. La Perla está ubicada a orillas de un cauteloso río, El Dorado, que durante la naciente del astro rey le da un espejismo del más brillante oro, mientras que en el ocaso sus aguas se convierten en miles de soles chispeantes.

Sus habitantes nunca olvidarían aquella tarde primaveral cuando el cielo cerró sus cortinas y comenzó a oscurecerse, el río formaba grandes olas que golpeaban con fuerza la orilla, los pobladores ni se imaginaban el horrible suceso que la noche guardaba en complicidad con el agua, un ciclón; un ciclón arrasó con todo el perímetro comercial que llaman hasta el día de hoy Zona Dinámica, dejándola totalmente en ruinas; la muerte estaba al asecho buscando victimas y así lo hizo, llevando consigo a casi cuatrocientas personas y una gran amargura de recuerdos por generaciones. Con parte de la ciudad sumergida en destrozos, no tardó en llegar el auxilio para los damnificados; entre los escombros se observaban extremidades de cadáveres repartidos, llantos encontrados e insomnios afligidos. La desgracia salvó únicamente a la plaza Mariscal de Acero, localizada en pleno centro de la ciudad, siendo el emblema para pasar una tarde otoñal o simplemente para una salida; fue llamada así porque en aquellos días partieron de ese mismo lugaraquellos mártires que deseaban parir una patria nueva con rumbo a la libertad de la vieja madre patria opresora.

Los tres cines solo funcionan los fines de semana y los estrenos llegan casi siempre con un mes de atraso; sin embargo, son la máxima atracción después del Casino La Roca que trae a artistas internacionales y nacionales. Eso sí, la ciudad ofrece una variedad de gustos, por eso, en la clandestina noche, abre sus puertas el burdel Esmeralda, que funciona durante toda la semana excepto los lunes, existe allí un pequeño puñado de mujeres pretenciosas y ociosas que son la otra cara de la moneda, vistas de manera gastadas y nada convincente para las damas de la sociedad quienes, por lo menos una vez a la semana, se reúnen en el club social para jugar a la canasta y tomar el té. Se podría decir que los ciudadanos de La Perla se caracterizan por ser amistosos y agradables, de buen vestir y de buen comer, pero siempre pendientes del qué dirán, teniendo en cuenta, en muchas ocasiones, las decisiones tomadas; si alguien les preguntaba por Naranjito era muy posible que no la conocieran, pero la relacionaban siempre con Naranjo, y si la respuesta era afirmativa decían que quedaba por ahí y que tenían las naranjas más sabrosas que debían consumirse al instante o si no mataban.

Los turistas llegaban principalmente en lanchas y botes del otro lado del río, para realizar sus compras en los variados comercios; gracias a esto, la ciudad se despertó rápidamente de su ruina ocasionada por la naturaleza, el trabajo era afanoso durante todo el día, con mayor auge los fines de semana. Además de ser un importante centro fluvial donde se realiza la comercialización de madera, ganado, cuero, maíz, especias, entre otros, posee también industrias como aserraderos, curtidurías y desmotadoras de algodón.

Pero, sin lugar a duda, la principal actividad es el comercio; eseintercambio de dinero y monedas que pasa demano en mano, recorriendo todo el día hasta perderse o pudiendo llegara las manos del mismo emisario que las libró, es la palanca de esa zona del país, que por la belleza de su gente, su arquitectura y sus paisajes sin igual es llamada La Perla.

 

2

Comenzaba la segunda semana de marzo y, como todos los sábados de mañana, me preparaba para ir ayudar a papá en el trabajo, él estaba dispuesto a enseñarme los conocimientos que adquirió en su profesión y yo estaba listo para aprender. Don Baldomero me explicaba que siempre es importante formarse en algún oficio, especialmente cuando llegara el momento indicado en tomar nuevos vuelos y así defenderme en la vida; además, “cuando trabajas desde temprano valoras mejor lo que has ganado con sacrificio”, consejo que guardé hasta que descubrí en un futuro no muy lejano mi verdadera vocación.

Cuando íbamos caminando para llegar al trabajo, recuerdo que todos saludaban a papá, él tenía muchos amigos y era conocido por los hombres como un buen comerciante, vendía de todo, desde ropas para mujeres, hombres y niños, hasta hamacas, sillones, cosméticos, entre tantas otras cosas; yo, en cambio, era su mano derecha y, con mis apenas doce años, él dispuso que fuese un fiel reflejo suyo.

—Vivíamos en Naranjo desde que tengo memoria -me relataba papá.

Le gustaba contarme muchas historias de su pasado, como por ejemplo de aquellos tiempos de antaño.

—Creo que tu tatarabuelo ya nació por esas tierras criando a tu bisabuelo, este a tu abuelo y tu abuelo a mí; cuando tenía más o menos tu edad, tu abuela enviudó y vendió las pocas parcelas que poseíamos, dos vacas, un caballo llamado Tucha con quien aprendí a galopar, más de una docena de gallinas ponedoras y algunas que otras pertenencias que teníamos en la casa, y nos dedicamos a un pequeño negocio familiar. Tu abuelo falleció debido a los paros cardíacos que azotaban sin discriminación a las personas mayores de cuarenta años; entonces, tu abuela con mi ayuda no tuvo más remedio que criarme y hacerse cargo de todas las tareas diarias; nos encargábamos de la huerta, de los pocos animales y a vender nuestra producción, las más ricas masas dulces y panes con anís y con queso, a la única tienda de ramos generales que quedaba a unos tres kilómetros de casa.

—Siempre recuerdo que anhelaba tener una hija, pero tu abuela no pudo tener más hijos que yo, fue porque al irse la epidemia de la fiebre amarilla, vino otra donde las mujeres no podían concebir niñas solo niños, tal vez porque la nación necesitaba poblar nuevamente de hombres en caso de que existiera otra guerra, pero porqué no tuvo más hijos, nunca lo supe -concluyó Baldomero.

—¡Llegamos, papá! -dije con alegría.

Abrimos el portón y casualmente salió Hueso, un perro que teníamos desde años atrás; lo encontré no sé cómo ni cuándo, medio muerto, más muerto que vivo, y lo llevé a casa, mamá le realizó una excelente atención de primeros auxilios, le acercó un tarro con agua, le dimos la sobra delmediodía y al instante comenzó a sentir mejoría. Luego fue idea de papá llevarlo al patio que estaba al lado del negocio,para hacer guardia, porque en casa no había suficiente lugar para tener una mascota, había niños que podía morder en un estado de rabia.

-Mejor lo llevo al negocio -dijo don Baldomero.

-Hola, Hueso, aquí te traje algo de comida -corriendo vino a saludarme como un saltimbanqui, agarrando de un mordiscón la bolsita que contenía su comida, la devoró tan ráрidamente que casi se atraganta.

-Parece que está con hambre -dijo papá entre carcajadas y me ciñó el ojo.

-Como siempre -le contesté.

Y comenzamos el día laboral.

Hueso era de esos perros que no le importaba nada, solo comer y dormir, si gruñía lo hacía por el simple hecho de que su naturaleza animal lo obligaba, sin ningún motivo aparente o solo para complacer a su amo; volvía a dormir por largas horas luego de comer, jamás llegó a subir de peso, sino que fue adelgazando cada vez más, tenía la cola larga y su pelaje era mulato acentuado con un circulo blanco en el pecho, que lo caracterizaba y distinguía desde lejos de cualquier perro del mismo color, nunca supimos cómo apareció, pero nos encariñamos con él, no conocíamos su edad y jamás nadie reclamó su propiedad. Una mañana, como tantas mañanas sabatinas que iba al trabajo, lo encontramos tirado en el suelo boca arriba, alrededor de su cabeza un líquido espumoso y verdoso, aparentemente era mi propio vómito que terminó ahogándolo, murió de viejo, enfermo, cansado, no lo sé, fue así como terminó la vida de mi primera mascota, un can llamado Hueso.

Durante la semana iba a la escuela y, como todo niño, hacía mis travesuras, ayudaba con las tareas de la casa y con el trabajo de papá los fines de semana. Un día, con el cielo casi despejado porque unas cuantas nubes grisáceas lo ensuciaban, se escuchaba del otro lado del muro el parloteo del loro del vecino, un excombatiente de la Guerra de las Cuarenta Noches, quien llegó a conocer a mi abuelo.

Como todos los sábados, cuando el reloj casi pisaba las doce, era común que apareciera don Justiniano Parra, con sus relatos sobre la guerra y comenzaba a rezar, con los detalles de sus hazañas y los momentos vividos de la contienda que se disputaban solo en horas nocturnas, de cómo tomaban agua del charco, que la mayor guerra que se combatía era el ataque de los enormes mosquitos, del sulfurante calor y del peligro eminente que la selva boreal asechaba a sus visitantes; asimismo, había que permanecer siempre en guardia, a cualquier hora, en cualquier momento, porque podía aparecer algún jaguar apretado del estómago.

—¡Nosotros nos turnábamos para hacer guardia, pues eran más peligrosos esos bichos de la selva que nuestros mismos adversarios que con sus honditas no mataban ni a un tatú! -exclamó don Justiniano Parra.

—Yo tendría como catorce años cuando fui a la guerra, los hombres maduros estaban escaseando y buscaban niños, la escasez no se trataba de ninguna epidemia, más bien esa pugna maldita los llevó a todos. Vine hasta La Perla a alistarme para la guerra... parecía una guardería de niños, si mi memoria no me falla recuerdo que el más joven tenía, mmm..., no sé, alrededor de unos once años; posteriormente, éramos llevados a la capital donde nos proveían los armamentos y uniformes.

—¡Alístense para entrar al camión! -dijo con voz ronca un hombre que fumaba, que por cada cinco palabras daba grandes toses.

—¿Cómo te llamas? -me preguntó un niño que estaba a mi lado.

—Justiniano, ¿y tú?, ¿cómo estás?

—Me llamo Baldomero, todo bien, gracias. Soy de Naranjo.

—Parece que quiere llover -prosiguió Baldomero.

—Fue lo primero que me dijo y desde ahí nos hicimos muy buenos amigos, tu abuelo Baldomero y yo.

—Siempre estuvimos juntos, hasta que esos muertos de hambre me acertaron con un tiro en la pierna, fue bajo la rodilla y me tuvieron que llevar nuevamente a la capital, nos volvimos a encontrar en el hospital porque a él también lo habían herido pero en el brazo. Al terminar la Guerra do las Cuarenta Noches vinimos nuevamente a La Perla, Haldomero volvió a Naranjo para casarse, éramos como hermanos y compañeros de timba, ¡uuu... uuu!, sí señor, no podíamos ver polleras, ese cabrón era un jodido pillo, tú tienes su misma mirada, seguro que serás igualito a él, ¡un mujeriego!

Sonreí a su predicción. En cierta manera, esperábamos a mamá con ansias porque ella nos traía el almuerzo.

—Parece que llegó Consuelo -dijo don Justiniano Parra.

Salí corriendo a darle un abrazo.

—Cuidado, hijo, que traigo la comida y tengo una sorpresa para tu papá -dijo como sosteniendo la respiración.

Eran esas horas las que deseaba que no terminaran nunca, cuando mamá traía la vianda para el almuerzo, por cierto, lamejor comida del mundo; ella se quedaba con nosotros a compartir el tiempo familiar más sublime, nos tomábamos un receso y conllevábamos unos buenos momentos. Viernes por la noche. Se preparaba el. almuerzo para la jornada siguiente, pues la falta de tiempo la convertía en el día con más movimiento, la fila de turistas y clientes que visitaban la Zona Dinámica, el lugar comercial por excelencia, la transformaban en una corriente de muchedumbre tremenda que debía ser aprovechada al máximo. Ella salía temprano por las mañanas, vendiendo cosméticos y mercaderías con la ayuda de mi hermana Lisaida, quien me superaba en estatura y era dos años ocho meses y veintiocho días mayor. Ella heredó el carácter y el temperamento de papá, cualquier circunstancia la sacaba de quicio y desde lejos era incomparable con otras chicas por su estilo de caminar, pasos agigantados y sus brazos los movía en forma de hamaca, como si un niño se estuviera columpiando en las palmas de sus manos, nada sensual, pero sí humorístico; en su ser llevaba esa sazón igual que mamá, una excelente cocinera.

—Aquí les traemos el almuerzo -manifestó Lisaida.

Coloqué los platos sobre la mesa y se sirvió guiso de arroz con carne y batatas, luego nos sentamos a comer, charlamos y veía cómo papá cortejaba a mamá, era digno de admiración cómo se amaban; no faltaban minutos en que yo le dijera algo a Lisaidita, sabía que no le gustaba que la llamaran así, pero lo hacía de igual manera para comenzar la riña, ella era la única aparte de mis padres que tenía todo el derecho de corregirme por ser mayor; pero ese día fue distinto, vi un semblante diferente en mamá, la vi feliz y no quise causar ningún disturbio ni pleito en horas del almuerzo.

—Estoу, estoy embarazada у creo que va a ser un varón- estirola voz y sonrió Consuelo.

Papá la abrazó con tanta fuerza que mamá replicó: — Querido, me dejas sin aire -y ambos rieron. Mientras yo seguía comiendo, ellos conversaban acerca del nombre que llevaría el bebé, y papá, como si fuera su primogénito, le preguntaba de todo, sería el sexto hijo en parir de los siete quetendrían en total. Muchas atribuciones de hombre de la casa me tocaban, como por ejemplo alimentar a las gallinas olimpiar el jardín, cada quien tenía que cumplir con las farras asignadas al igual que el resto de los miembros de mi familia.

Cuando nací, era todavía de esas épocas en que los padres, como un hecho de maldición, otorgaban a sus hijos nombres de algunos héroes difuntos, santos patrios, abuelos o tíos muy lejanos o nombres quién sabe Dios de dónde los los sacaban; así fui sorteado con uno poco común. Tertuliano.

Veía cómo el barco se adosaba a la orilla, trayendo consigo pequeñas olas que chocaban contra estas, bajaban del navio unos hombres vestidos todos de manera uniforme, de camisas blancas como si fuesen recién almidonadas, calzando unos zapatos negros carbón y los pantalones del mismo color, el agua del río acarreaba junto a la alborada una brisa que seescondía en el horizonte que gratificaba una temperatura exquisitamente fresca, un crucifijo reflejó los rayos del astro rey que eclipsaron mi vista en un impacto de primera a última al contemplar al hombre de barbas blancas que lo llevaba colgado al cuello. Parecían solazados y con rostros lúcidos, también pude observar a un pequeño niño cargando una biblia gastada, en su mano derecha, y con la otra tomabala mano del hombre con barba blanca que bajaba del barco hasta que tocaron tierra firme.

Volví a tener el mismo sueño unas semanas atrás; en realidad, no recuerdo si ya pasaron unos meses o un año, pero se volvió a repetir. Para mi sorpresa ese niño ya no era tan niño, estaba más crecido, logré verlo mejor y más cerca en este último sueño, ese niño ya no tan niño era yo.

—Anda, Tertuliano, tu mamá ya término de preparar el desayuno -dijo papá.

—¡Vamos, arriba hijo! es hora de ir a misa -insistió.

—¡Ah! y no te olvides de llevar tu Biblia -volvió a reiterar mamá aquella mañana de domingo.

Me calcé mis medias negras que me llegaban casi hasta las rodillas, un pantalón gris que todos los domingos y en ocasiones especiales lo usaba, una camisa celeste que mi tío Franco Ignacio Gutiérrez Álvarez me obsequió luego de uno de sus tantos viajes que realizaba a la capital del país. Mi querido tío Franco Ignacio, quien se convertiría en todo un suceso nacional al componer músicas folclóricas y poemas, era hermano de mamá y a causa de la sangrienta y desmesurada dictadura que estaba viviendo el país fue exiliado tiempo después, como todas aquellas personas que no estaban de acuerdo con la ideología política del gobierno, eran perseguidas, condenadas al exilio, al fracaso, a las torturas, a la cárcel o inclusive al pago de sus propias vidas; jamás lo volví aver, pero sí supe que trabajaba en movimientos y asociaciones con orientación centroizquierdista en el país donde fue recibido.

Mi Biblia personal era para adolescentes, con dibujos de los grandes siervos de Dios, como Noé, Elias, Moisés y Jesucristo, desde su nacimiento hasta su ascensión alos cielos; la tapa estaba gastaba y vieja, pero me gustaba el estado en que se encontraba, no sé cómo llegó a casa, siempre hay una en todas, supongo, pero pocas son abiertas, bueno, el caso es que siempre estuvo ahí.

Mi atracción por la vida religiosa fue creciendo de manera desmesurada desde mi adolescencia y todo lo que tenía que ver con la liturgia y la Santa Biblia atraía a mi alma y a mi espíritu, muchas veces me quedaba toda la noche leyendo esas fascinantes historias, como las del profeta Jonás que fue tragado por un enorme pez para llevar el mensaje de Dios a Nínive. Estaba terminando la preparación para mi Primera Comunión y ya tenía bien en claro lo que quería ser cuando glande.

—Ataja a Plinio -ordenó mamá.

Plinio es mi hermano menor, tiene cinco años y podía decir que es el niño más travieso e inquieto que conozco, su pasión: todo insecto volador que exista. En la esquina dela cuadra donde vivíamos estaba ubicada una casa enorme que las personas llamaban El Caserón Blanco, pertenecía auna familia de franceses que llegaron al país durante la Segunda Guerra Mundial, la edificaron con una arquitectura majestuosa y en poco tiempo, sin tener nada, tuvieron más que cualquiera en la ciudad, se enriquecieron comprando uvas de las zonas coloniales y realizaban vino dulce casero que se vendía como pan caliente.

En El Caserón Blanco las plantas florales abarcaban todo el jardín de enfrente, había rosas y claveles, margaritas y orquídeas silvestres, hortensias, entre millones de variedades más; los pájaros se agrupaban en coros, brindando unos cánticos matutinos de los mejores, llenaban las gradas en las ramas de los árboles del majestuoso palacete y las polillas nofaltaban a cualquier hora del día. Plinio, un cazador experto en atrapar mariposas, corrió a sacarles las alas, unos metros antes de llegar al caserón ya estaba con ojos de león para agarrar a sus presas.

—¡Ataja a tu hermano! -volvió a decir mamá, y en un abrir y cerrar de ojos se me escapó de mis manos, corriendo directamente hacia el jardín del Caserón Blanco, entre saltos y saltos agarró la primera mariposa y papá se la sacó de las manos.

—¿Hijo, te gustaría que ellas te quitaran las piernas?, ¡me supongo que no!, entonces déjalas volar.

Y sonaron por segunda vez las campanas de la iglesia Catedral, la cual no está muy lejos de casa. Entonces, sabíamos que la liturgia estaba por empezar. Una tradición familiar era asistir a misa los domingos, la mía en particular era muy devota y concurríamos obligados por mis padres; las actividades sociales que se llevaban a cabo durante la semana no eran muchas, entonces ir a la iglesia era una tarea voluntaria que se tenía que cumplir; mamá tenía muchas amigas de la Legión de María y mi papá trabajaba también en las diversas actividades que se realizaban, aparte de ser maestro de confirmación y dar charlas a jóvenes matrimonios que tomaban el sí quiero como un juramento eterno o hasta que la muerte los separara.

—Pórtense bien, nada de estar molestando, especialmente tú, Plinio -continuó-. Lisiada, cuida de tu hermano y que no se porte mal -ordenó mamá.

Ella realmente era una mujer encantadora, de esas amas de casa que sabe y hace de todo, conoce cada rincón del hogar, sus comidas eran únicas, convertía en un manjar lo que sus delicadas manos cocía, su dulce manera de ser y locordial que era con todas las personas sin importar quién fuese, siempre dispuesta a dar una mano y ayudar a aquel que lo necesitara. Le gustaba estar bien presentable los domingos para ir a la iglesia, al igual que yo, ella también poseía una Biblia vieja y gastada; con la poca ropa que tenía le era más que suficiente: dos par de zapatos y una cartera tierra que siempre la llevaba a todas partes, trataba de combinar, domingo de por medio, los pocos vestidos que sus laboriosas manos multifacéticas confeccionaban. Consuelo era muy fiel y creyente, nos enseñaba a orar y estaría más que orgullosa si yo tomara el compromiso del celibato como un modo de vivir, siendo un respetado cura. “Tenemos que irnos de la mejor manera posible, por más que no tengamos todo, debemos dar lo mejor de nosotros a quien tanto nos dio". Esas eran sus palabras, o “cómo no nos vestiremos bien para el Señor, si para las personas lo hacemos, mucho más debe ser para ir a la casa de Dios”.

La misa comenzó con el canto de Ave María Purísima, yla liturgia casi siempre se realizaba en latín, por lo que entendíamos muy poco o, mejor dicho, a veces nada, más nada que poco.

—Estamos en Cuaresma (se extendía siempre la última letra), un tiempo para meditar y reflexionar sobre la pasión de Cristo en la cruz del calvario. Queridos hermanos, hoy tenemos la visita de un gran amigo mío -dijo el padre Pablo Cáceres.

—Él es teólogo y filósofo, ha llegado ayer a primera hora con un grupo de novicios, y en su estadía por Sudamérica nos visita, desde España, el padre Juan José María -puntualizó.

—¡Dios mío!, no puede ser.

—Es el mismo hombre con quien soñé.

Me quedé pasmado y boquiabierto de la experiencia extraordinaria que estaba viviendo, el mismo hombre que nunca había visto en mi corta vida estaba frente a mí, llegado de tan lejos y con un grupo de jóvenes, como lo había soñado. Esa mañana fue la experiencia más gratificante y extraña que me tocó vivir, las palabras del padre Juan José María fueron conmovedoras, explicó con tanto amor todo lo que Cristo sufrió por nosotros y cómo debíamos vivir y servirle a Él; la liturgia no fue larga, pero directa y clara, con un acento español fuerte que acaparaba toda la atención de los creyentes.

—Realmente, eres una bendición padre Juan José María, démosle un fuerte aplauso a este gran siervo de Dios - expresó el padre Pablo Cáceres.

Fue un domingo distinto, fue una misa distinta, por primera vez pude contemplar todo el amor de Jesús en mi vida. Sabía lo que quería ser, mi llamado estaba cada vez más cerca, quería ser sacerdote.

 

3

Lo conocí cuando tenía trece años y desde entonces fuimos inseparables, fue el primer día de clases, habíamos llegado a La Perla unas semanas antes, con mi familia, de Coronel Chávez Vallejo, más conocida como la capital de la sandia; mi hermana mayor, Clotilde, me acompañó a mi primer día de clases, hasta el aula de la escuela Centro Nacional de Educación La Perla, iba a cursar el sexto grado. Era una de las primeras escuelas de la ciudad en donde la mayoría de los niños asisten, la primaria se extendía desde eljardín hasta el sexto grado; poseía una arquitectura colonial, el techo alto daba la primera impresión que fue construida enla época de la Independencia, con un largo pasillo y una veintena de altas columnas, las paredes y aulas pintadas deun color verde yerba y los zócalos de color tierra; tenía, además, una pequeña cantina donde se vendían golosinas, pelletitas, jugos, gaseosas y empanadas. La cancha de fútbol erala más grande que existía y todos los días, inclusive los fines de semana, se colmaba de fanáticos del deporte, porque se realizaban torneos escolares o simplemente porque los niños aprovechaban el previo para echarse un partido.

—Siéntate a lado de Tertuliano, el niño que está en la tercera fila -ordenó la maestra Dorotis.

—Él es Claudio, y desde hoy será compañero de ustedes, viene de Coronel Chávez Vallejo y se mudó con su familia hace unas semanas -dijo en voz alta la señorita Dorotis.

Me senté junto a Tertuliano, su camisa le quedaba holgada y su pantalón también, era un niño delgado, de cutis blanco y ojos saltones, ya bastante alto en comparación con el resto del grupo, se notaba que le estaban saliendo unos que otros mostachos mal formados. Su voz de gallo delataba su entrada a la pubertad.

-Siéntate -continuó-, si necesitas algo o alguna ayuda solo pregúntame -me dijo-, ciñó los labios dando un gesto de cordialidad. Claudio siempre se caracterizó por su cortesía y amabilidad con todos.

—Yo soy de Naranjito de Naranjo, pero vine también con mi familia cuando apenas tenía unos cuantos meses -dijo Tertuliano.

—¿El lugar de las mágicas naranjas?

—Tal vez -expresó Tertuliano.

Desde entonces los tres fuimos inseparables, digo los tres, porque su mejor amigo y confidente Rústico, un adolescente un poco más bajo que él, de contextura también delgada y algo narigón, con uno de esos lunares inconfundibles en el cachete izquierdo, con el tiempo llegó a ser muy amigo mío, inclusive lo apreciaba como a un hermano. Después de clases salíamos al patio a jugar fútbol, con las canicas o corríamos carrera hasta la plaza Mariscal de Acero, si se presentaba alguna riña éramos aliados en uno y Tertuliano, como era mucho más alto que nosotros, nos defendía de alguna situación desventajosa. Durante todo el año escolar le poníamos los pelos de punta a la maestra Dorotis, nos divertíamos un montón y no cerrábamos la boca nunca, así nos apodó: Los tres mosqueteros.

La maestra Dorotis, una señorita, por no decir una solterona excedida de peso, era una mujer única en su ejemplar, de esas que un alumno de primaria jamás se enamoraría para contarle a sus hijos que alguna vez ella se encargó de conquistar el primer amor de un escolar o alguna experiencia similar, no, no creo que eso haya ocurrido en la escuela Centro Nacional de Educación La Perla. Con un temperamento fuerte y una voz potente, algo ronca, tenía a todo el grado aislado a su mandato, menos a nosotros que éramos los causantes de las tareas extras, nos quedábamos después de hora, incluso muchas veces nos dejaba a todo el grado sin recreo, ocasionando miles de disgustos a los compañeros.

Su manera de vestir era el centro de atención en cualquier lugar, parecía un papagayo, mezclando los colores más inusuales; llevaba unas gafas bien gruesas como el trasero de una botella, pero eso sí, cada semana cambiaba de peinado, su hermana era propietaria de una peluquería,laque se convertía en su parador preferido; la peluquera le debía una gran cantidad de dinero, entonces, para saldar ladeuda, se iba dos a tres veces por semana, poniéndose al día con los últimos chismes, leyendo revistas de moda y esperando que la vida le otorgara un apuesto príncipe que nunca llegó a aparecer; el lugar se convertía en una jaula de cotorras parlanchínas, principalmente los sábados de tarde, donde todas las amigas de Dorotis asistían fielmente al igual que las maestras de la escuela a quienes ella comandaba como a un pelotón. Su imaginación divagaba en un sinfín de situaciones amorosas, delatada por el espejo de sus ojos que latransportaba a un mundo rosa, de peluches y chocolates.

—Hola, chicas, ¿cómo están? -preguntó Dorotis.

—¡Qué calor de locos! -dijo. Llegaba a las tres de la tarde más o menos al salón de belleza y permanecía más de dos o tres horas.

—Este ventilador que tienes no está soplando nada, ¡sofoca, sofoca...! -expresó. Se sentó en el sofá, al instante sacó su pañuelo bordado con sus iniciales para secarse la frente y un abanico con dibujos chinos.

—Mira, Dorotis, tienes que viajar, querida, has cobrado mucho dinero con la venta de tus terrenos y seguro que ahorraste algo enseñando, pégate el lujo de recorrer el mundo -dijo una.

—¡Ay, no, querida, eso no es para mí!, fíjate que tienes que preparar tus maletas, andar quién sabe con quién en lugares que no conoces, de aquí para allá, comiendo quién sabe qué cosa, no sabes quién las prepara, si se lava o no lasmanos -prosiguió-, no hay nada mejor que tu ciudad y dormirplácidamente en tu propia camita.

—¡Odio los hoteles! -exclamó.

Y comenzaban a parlotear todas juntas.

—Te enteraste lo que pasó con el marido de Lisaida...

—Ja ja ja.. .-las carcajadas inundaban el salón.

—¿Qué? Nooo..., no te lo puedo creer.    

—¿Quién está embarazada?

—Lucía, la hija de doña Azucena y de don Vicente, ella que se creía tan casta y pura, mirá cómo terminó la muy santa -decía otra por ahí.

—¿No se enteraron la última, última de las últimas? -se zambullía en la charla una más.

Y así transcurría la tarde con novedades a costos de precios en peinados pagados por las señoras, en diversión y diversidad de opiniones sobre las personas ausentes, recomendando malos consejos entre ellas mismas.

Dos años después, la maestra Dorotis moriría de un infarto, en el lecho de su habitación, a altas horas de la madrugada, seguramente soñando un sinfín de situaciones amorosas, llevándola a un mundo rosa, de peluches y chocolates; en cuanto a su hermana la peluquera, se quedó con toda la herencia, siendo esta la única pariente de la difunta.

 

4

Los mejores momentos que vivimos fue en nuestra adolescencia, llegamos a divertirnos como nunca; Los tres mosqueteros, como nos solía llamar la finada maestra Dorotis, tuvo su acierto, estábamos terminando el colegio ylas hormonas ya nos ponían en apuros, los juegos de niños quedaron atrás y otros intereses nos abocaban. Tertuliano decidió cambiarse el nombre, porque ya no iba acorde con la epoca y ese castigo no le parecía digno de seguir pagándolo, entonces fue al edificio de Identificaciones Personales y antes derecibir su título de bachiller y de maestro decidió llamarse JoseLuis, como el actor de telenovelas del momento; desde entonces, su antiguo nombre quedó en un olvido sin retorno, con ese prestigio de dos palabras que marcaría a su llamado. Laschicas y las fiestas de tertulias de los sábados rondaban nuestras cabezas, siendo siempre Rústico el más audaz entodo sentido, quien también en algún momento deseó cambiarse de nombre, pero al final no lo hizo por respeto a su finado bisabuelo de quien asumió el apelativo. En José Luis nacía el interés hacia el sacerdocio, manteniéndose al margen de algunas circunstancias, creo que estaba con nosotros por el aprecio que nos tenía, aunque ya no compartía muchas cosas; en cambio, yo no me mantenía ni muy caliente a los pensamientos de las fechorías de Rústico ni muy frió a la castidad de José Luis, más bien tibio.

Las fiestas a la que solíamos asistir se realizaban en el Club La Primavera, en donde, además, José Luis era un dignorepresentante del equipo de baloncesto. La tertulia empezaba a las siete de la tarde y terminaba un poco antes de las once, las chicas llevaban sus mejores vestidos, acompañadas de sus respectivos padres, y los varones iban en grupos, con sus pantalones anchos, camisas coloridas demangas largas, conforme a la moda vigente. La música lenta de los cantantes de ocasión invitaba a un baile, con el permiso, por supuesto, de toda la familia presente de la pretendiente, y si existía un sí como respuesta, era la mayor satisfacción de la noche para el astuto que se lanzaba.

Rústico fue el primero del grupo en tener novia, ella lo acompañaba siempre; aunque seguíamos gozando del lazo de su amistad, ya no nos prestaba la misma atención que antes, bueno, el motivo era obvio. La afortunada era su vecina María Alfonso, una chica dos meses mayor que él, de contextura delgada, quien al reírse a carcajadas como lo solía hacer constantemente dejaba notar que le faltaba una muela superior. Estuvieron de novios como seis meses, cuando un día, al salir del colegio, la encontró detrás del baño besuqueándose con otro; era de sospechar, pues al corto tiempo ella demostró téner poco interés en él. Rústico provenía de una familia humilde y no conseguía los privilegios que ella le exigía, con todos sus gustos y caprichos que quizás otro sí los pudiera cumplir. Fue en esos meses de parciales que el consagrado novio buscaba a su enamorada:

—No sé dónde está María, quizás todavía no terminó de rendir -dijo Rústico. Fue hacia el aula y no la encontró. Cuando le preguntó a un compañero de ella, este le informó que la vio dirigiéndose hacia el baño, sola.

Fue corriendo fugazmente, con la sangre sulfurando por sus venas, evaporándose por sus poros al acecho de la sospecha de algo. Nosotros le seguíamos muy de atrás y ahí, al instante, se lanzó contra Vicente Ocampo, el carilindo del colegio, con casi metro ochenta de estatura, músculos bien desarrollados, era admirado por todas la chicas, trabajaba con su padre en un estudio contable, siempre estaba bien peinado separando su cabello en dos partes, con una línea perfectamente recta y bien definida, vestía en todo momento camisas de distintos colores pasteles, brillantes zapatos de cuero que hacían juego con su cinto y pantalones casualmente ajustados. Vicente Ocampo lo empujó contra la pared y nosotros nos lanzamos al refuerzo, sabíamos quenuestro amigo iba a salir muy mal herido, como si la disputa de la pelea fuese entre un perro de raza amaestrado contra uncaniche. Rústico era de contextura delgada, apenas llegaba al metro setenta y daba la impresión que no mataba ni una mosca, pero eso sí, tenía el carácter mucho más rudo que nosotros, algo explosivo y sin temor a nada ni a nadie, sabíamos que se enfrentaría a cualquier fulano a un desafío para defender lo suyo.

—¡Puf! -repiqueteó la espalda de Rústico.

— ¡Te voy a reventar la cara idiota!, te metiste con mi novia -le gritó Rústico.

—¡Ella me buscó, imbécil! -le contestó el otro.

A tiempo llegamos a separarlos, pero para desgracia de José Luis recibió un puñetazo en su nariz que lo dejó sangrando como canilla abierta, manchando todo su uniforme, su única camisa blanca. Aquel suceso sería el comentario de todo el colegio al siguiente día. Rústico se distanció de María Alfonso, aunque a veces sentía buscarla. Fúe la primera pelea a puños que tuvimos en defensa de nuestro querido amigo. Entrando la primavera, cada Veintiuno de setiembre se realizaba la fiesta de la juventud en el patio del colegio, se ponía música y cada curso preparaba agasajos y aperitivos, con el fondo de ahorro se compraban tortas, globos, servilletas, entre otras cosas, para que todo seconvirtiera en una gran celebración. Luego, salíamos al patio donde todos los alumnos se divertían festejando con llegría el Día de la Juventud; a primera vista, notamos a la ex novia de Rústico con Vicente Ocampo, con la advertencia hecha a nuestro amigo, con anterioridad, de que esa chica no era para él, que ella no le convenía, consejos que fueron aceptados para no ocasionar nuevamente algún incidente

en la fiesta; unos meses después, María Alfonso quedaría encinta, el involucrado, un conocido primo hermano paterno de su actual novio, Vicente Ocampo.

—Sí, debemos irnos, quiero conocer, quiero saber lo que es... ¿acaso ustedes no? -exclamó Rústico con júbilo desesperado.

José Luis dio como respuesta un rotundo: —¡No!

Al terminar la tertulia, faltando quince minutos para las ocho de la noche, salíamos los tres, Rústico seguía insistiendo en irnos a la casa de cita nocturna, no sé cómo llegó a convencernos aquella noche y fuimos a ese lugar, comarca de las mujeres excluidas de la sociedad. Era una pequeña casa en las afueras de un barrio llamado Villa Hermosa, las paredes mal pintadas y de un color rosa viejo denunciaban que hacía años que un pincel no las bañaba en pintura, con una luz roja casi tenue que iluminaba el frente del predio; al ingresar, poseía una habitación que si fuese una casa familiar quizás se la usaría como sala principal, pero era la recepción; decidimos entrar, una cortina de tela floreada separaba la vista de la calle con la entrada, en el interior se encontraba un sofá de cuero azul, la pared igualmente desgastada daba la misma impresión de falta de refacción, una mesita de luz con un velador que no funcionaba, o tal vez, sí funcionaba pero no poseía lámpara, y un cuadro torcido de Marilyn Monroe vestían la pared.

—Qué tenemos aquí, tres hombres grandotes, hermosos, listos para descargar sus furias como feroces tigres -dijo la Madame con voz acatarrada.

Su rostro dibujaba una risa mal formada, así nos recibió esa dama de la noche que llevaba encima más experiencia en la vida que cualquier otra. Sabíamos que lo decía en formasarcastica у lo tomamos como de quién venía, Deuna más;JoseLuis temblaba como un papel, yo solamente hablaba con los ojos y Rústico, quien pretendía tener más hombría y experiencia que nosotros, demostraba totalmente lo conlrario; la Madame llamóauna mujeryesta, acercándose, nos dijo:

—Yo me llamo Zulindá, ¿a cuántas mujeres bellas piensan tener esta noche? -nos miramos, un poco nerviosos, un pocoasustados, un poco de todo.

-Queremos una para los tres -apuró Rústico.

-Está bien -replicó José Luis, yo simplemente no dije nada y lo miré sorprendido.

Bueno, eso les va a costar mucho más -dijo la mujerona, despachó a Zulindá y llamó a otra.

—Ella es Lila la mariposa, es casi virgen y seguro que noles supera en edad; acompáñalos, Lila. Pero antes ¡páguenme! -concluyó la Madame.

La Madame abrió su puño izquierdo como una flor para recibir el pago, en el derecho resguardaba todo el dinero cobrado por otros clientes, intranquilos quitamos de nuestro bolsillo lo que traíamos, unos pocos billetes y monedas que lo completamos con el ahorro que llevaba encima Rústico, legítimos a la joven mariposa, bañada en una mezcla de sudor y perfume que desprendía en su andar quedando en el aire que la rodeaba, la imitación de niña inocente no coincidía con su personalidad. Nos llevó a una habitación oscura. Prendió la luz. La morada estaba húmeda, la amoblaba una cama de una plaza y media que aparentaba gastada por tanto uso, sus sábanas tantas veces usada estaban casualmente floreadas, fueron confeccionadas por la misma tela al igual que las cortinas de todas las puertas de

las habitaciones y ventanales de la casa. En una triste esquina había un pequeño ropero gris, con una pata faltante que fue reemplazada por tres ladrillos para equilibrarla, no existían dos perillas en sus cajones, y la cabecera de la cama poseía un supuesto intento de espejo, por el cual, podría decir, hasta en un charco de agua sucia uno podía verse mejor.

—Bueno, bueno, chiquillos, con quién comenzamos porque iremos de a uno -dijo Lila la mariposa.

Se quitó el cinturón rojo carmesí al igual que sus zapatos del mismo color, sus uñas y labios carnosos bien definidos, pero mal pintados, combinaban con su atuendo, tenía una camisola rosa fuerte y su cabello negro le colgaba hasta sus hombros.

—¡No tengo toda la noche, vamos, quién empieza primero! -perdió la paciencia rápidamente.

Con un exabrupto estirón me llevó hacia ella, ¡estás gordito! -me dijo—tocándome la panza. Pero seguro que eres todo un tigre -prosiguió. Le contesté con un silencio, entre los tres yo era el más bajo, de cabello castaño claro tirando a rubio, cejas de color negro y algunos granos esparcidos en mi rostro marcaban los rasgos de mi etapa, siempre me decían que le parecía mucho a papá y a mi abuelo, el mismo color de ojos miel verdoso, el mismo físico, el mismo carácter.

—Vamos, vamos, si vinieron para divertirse pásenla bien.

—Otros quisieran estar en su lugar -replicó Lila la mariposa, soltando una carcajada.

Miré a mis amigos y me vestí en vergüenza, mi primera vez con una mujer, nunca pensé que llegaría a ser así; en realidad nunca pensé que sería en estas circunstancias, o sea, sí lo pensé muchas veces pero también pensaba ensercura, era lo que siempre hablábamos con José Luis, eso de ser curas, de servir a los más pobres, de ayudar a los marginados, no podía creer que estuviéramos los tres aquí, bueno, al menos José Luis y yo, pues de Rústico no nos sorprendería si ya hubiese pisado este lugar, estando con la misma mujer, o tal vez con otra o en cualquier otro sitio similar, quizás el otro, que se encuentra a tres cuadras.

Enseguida, la mujer dejó mostrar todos sus atributos, sus curvas bien redondeadas y unos pezones circulares como jugosos pomelos. Ante tal nerviosismo no dejaba de pensar en mil cosas a la vez, mi corazón latía de tal manera que parecía que saldría disparado de mi pecho y volvería a entrar para jugar con mi inestabilidad momentánea, me desprendió la camisa, dos botones para ser exacto, sus dedos tenían tanta práctica que en un instante los deslizó por mi hombro y desnudó mi pecho, mientras yo curioseaba su desnudez general; era la primera vez que tenía a una mujer desnuda frente a mí, dispuesta a hacerme suyo, mi inexperiencia solo me llevaba a no hacer nada, solo a esperar su voz de mando y la manipulación a mi persona como un niñito al que su madre está desvistiendo para bañarlo; arrojó lacamisa a un lado, besó mi pecho y se sentó audazmente en la cama, comenzó a desprender mi cinturón y notó que no estaba preparado, pero eso no le importó, igual cobraría su comisión por tres pendejos calentones e inexpertos y seguro que no éramos los primeros en su jornada laboral en hacerle alquel favor a otro necesitado.

Lila la mariposa, miró a José Luis y a Rústico y les dijo:

—¿Alguien de ustedes quiere unirse?

Creo que fue el punto detonante, agarré mi camisa del suelo y salí dando un empujón a mis amigos que estabanobservando expectantes, como si estuvieran en la primera fila de una sala de cine.

—No, no lo puedo hacer -dije. José Luis me siguió y expresó:

—Creo que yo tampoco lo podré hacer, no sé, pero no estoy preparado todavía, no es el tiempo, no es el momento y no es lo que quiero, menos con ella y con ustedes mirándome.

Llevábamos más de media hora en el patio de atrás esperando que Rústico saliera y preguntándonos: ¿Será que lo hizo?, ¿cómo fue?, ¿por qué tarda tanto? Pasó casi una hora, cuando por fin salió. Lo miramos y después de contados segundos abrió la boca:

—Fue excelente, ustedes se la perdieron -nos respondió y sonrió.

Esa vivencia jamás olvidaré, no por el hecho de no poseer valentía en acostarme con Lila la mariposa, sino porque días después Rústico contrajo una de esas enfermedades de mala vida. Fue por ese entonces, durante las vacaciones de verano, que realizamos el Servicio Militar Obligatorio establecido por ley, teníamos la edad para alistarnos y no podíamos estar exentos a ello, sirviendo los periodos correspondientes, primero como aspirante, cabo, sargento y egresamos como subteniente de Reserva del Ejército. Era nuestro primer viaje lejos de casa.

El encargado del pelotón era el coronel Caballero, un hombre de escasa estatura, calvo, con la frente bien ancha y un carácter de mal humor a cada segundo. Sí que nos hizo pasar un mal periodo de nunca acabar, los primeros tiempos, luego nos fuimos acostumbrando al maltrato. El país estaba viviendo una época de dictadura igual que lamayoría de los países de la región, una dictadura sangrienta queduraría treinta y seis largos años de hegemonía, con la desaparición de jóvenes que quisieron lidiar contra tal régimen o expresarse ante tal imperio de corrupción. Fue dificilderrocar a un presidente que gozaba del apoyo de las Fuerzas Armadas de la Nación y del partido que lo elevó a lo más alto de la cúspide nacional; por otro lado, el gobierno y la iglesia no mantenían las mejores relaciones y esta última se encontraba al margen, al igual que todo ente que no deseaba tener algún tipo de desigualdad ante el gobierno, para nosufrir las consecuencias. Ese fue el caso del tío de Jose Luis, don Franco Ignacio Gutiérrez, quien comenzó a dar fuertes críticas hacia el gobierno narcisista de aquel entonces, lo que le valió la cárcel, junto a múltiples torturas, para posteriormente ser exiliado así como algunos de sus parientes y allegados.

En la capital del país las personas no podían reunirse en las esquinas, en los bares, restaurantes, y los clubes mantenían sus puertas abiertas solo hasta tempranas horas dela noche, nosotros también respetábamos al pie de la letra lasleyes impuestas o seríamos uno más de las secuelas que de|a un gobierno sanguinario de esa calaña. Los militares estaban al servicio del presidente y sus amigos, el temor de muchos representaba una corriente que influenciaba a las demás masas mentalizadas que era la mejor manera de vivir, que teníamos un excelente presidente quien con soberanía y ética manejaba en condiciones prósperas a la nación.

Аlconcluir el servicio militar volvimos a La Perla; a José Luis, por no estar afiliado al partido político gobernante, nole otorgaron el reconocimiento distinguido de nuestra promoción, como se lo merecía, y quedó como segundo egresado, pero a él prácticamente no le importó porque sabíaque era el mejor de la clase. En esos tiempos empezamos a estudiar profesorado en enseñanza primaria, era lo que estaba a nuestro alcance y a la educación que podíamos acceder. Al año nos recibimos de Maestros en Educación Primaria. Escaseaban docentes y, al poco tiempo, ambos estábamos enseñando en escuelas del campo, nuestras vidas se basaban en nuestro trabajo y familia, una vida hogareña, de amigos y de religión muy tradicionalista. Comenzamos a trabajar con los niños, José Luis dedicaba más tiempo al servicio de la iglesia de nuestra comunidad, como ayudante de confirmación dominical, estando siempre en el mismo sentir, y yo también ofrecía mi apoyo. Por ese entonces, Rústico decidió ir a trabajar a la capital del país vecino y fuimos a despedirlo a la Terminal de la ciudad, llevaba solo un bolso negro y algo de dinero; un mes después, recibiríamos una corta carta enviada por encomienda, sin fecha alguna, la cual decía:

Amigos, espero que estén bien, extraño mucho La Perla y principalmente a ustedes. La ciudad es muy grande, creí que mi primo Alberto me ayudaría, pero fue distinto, él vive en su mundo y yo en el mío, trabajo desde las cinco de la mañana hasta muy tarde, los domingos solo descanso, duermo, duermo y duermo, estoy ganando buen dinero, pero no sé cuánto tiempo más aguantaré. Mandaría todo al carajo ahora mismo, espero que nos veamos pronto, si Dios lo permite estaré ahí para pasar las fiestas.

Saludos, Rústico.

Fue la primera y única vez que supimos algo de su vida en el exterior, hasta fin de año.

 

5

Dos días después de Navidad, haciendo compras para Año Nuevo, me encontré por la calle con una de mis mejores amigas, Ika, que iba a pasos apresurados; nos conocimos enla escuelita rural donde trabajaba también como docente.

—Voy a buscar a mi prima de la Terminal, ¿me acompañas? -dijo Ika.

Como me caracteriza ser un buen caballero accedí cortésmente. El calor adquirió contextura espesa durante la caminata y nuestra charla transcendió a limitarse solo en el interés hacia la prima de mi amiga. Quien no cree en el amor a primera vista no cree realmente en el amor, me comenzaron a sudar las manos, unas cuantas mariposas colmaron mi estómago revoloteando por todo mi ser hasta llegar a mi cabeza, donde existían unos pájaros haciendo sus nidos, casi un zoológico de animales voladores, creando ideas de un millón de razones para saber más de ella, y mis ojos brillaron como diamantes; fue la primera vez que sentíque la hermosura acertaba en veracidad su significado representado por esa mujer. Las primas se abrasaron, se dierón besos en la mejilla y largaron una que otra lágrima, sepercibía el aprecio mutuo de hermanas.

—Ella es Malena, mi prima, y él es José Luis, un amigo nos presentó Ika.

—Es oriunda de Palo Santo y va a quedarse un mes de vacaciones en La Perla -replicó.

—Hola, un gusto conocerte, José Luis -dijo Malena, y ambos expresamos rostros alegres al contemplarnos.

Eltiempo se congeló por un instante y quedé pasmado por su belleza. Su cabello color castaño violento le llegaba hasta la cintura, unos dientes perfectamente blanquísimos encandilaban la sonrisa más brillante, su piel inmaculada combinaba con sus negros ojos, regalo de la naturaleza divina, dando a esa mujer una magnificencia sin igual jamás percibida por mis sentidos, me perdí entre sus curvas, mi inspección no disfrazaba igual admiración hacia tal milagro que la vida me estaba regalando.

—También el gusto es mío, señorita -dije y sonreí.

—Ella es docente igual que nosotros, ahora iremos a casa de una amiga, ¿nos quieres acompañar? -preguntó Ika.

—Sí, por supuesto -contesté. Con gusto accedí al pedido, cargué su bolso de cuero más los bolsos de las compras que Ika realizó, era una mula de carga, pero no me importó, saqué fuerzas hasta de donde no tenía. Sulfuré en sudor. Con el calor de verano el sol parecía que estaba a lado mío. Entre Ika y Malena había mucho de qué hablar, por sus pláticas incesantes noté que hacía un buen tiempo no se veían, no faltaba tema de conversación entre ambas, me sentía contento de verlas así charlando de sus cosas, de sus parientes, de los tiempos en que Ika iba a visitarla, de las salidas que daban por los parques y arroyos de aguas azules, allá en Palo Santo, entre tantas otras cosas.

—Bueno, llegamos -dijo Ika agotada-. Nos quedaremos aquí un rato, quiero que Malena conozca a una amiga mía, gracias por tu ayuda, José Luis -culminó.

—No es nada, en realidad -dije exhausto, tratando de cohibir el menor cansancio posible.

—Gracias, José Luis, en serio, has sido muy amable -dijo Malena.

—¿Te parece si mañana sábado salimos a dar un paseo y a tomar algo?, yo invitó.

Ese día fue el más feliz de mi vida hasta entonces, creo queme estaba enamorando; tiempo después supe que realmente estaba enamorado, pero el destino no quiso que fuera correspondido. Fui a buscarla al día siguiente yle entregué una rosa roja que quité del jardín de casa, si mimadre supiera me arrancaría las manos, para ella sus cosas eran sagradas, solo crecían para engalanar la iglesia. Caminamos, hablamos, nos reímos de nosotros mismos, de nuestras vivencias. Aunque yo nunca me consideré muy apuesto, para mi mamá siempre fui el más lindo de todos, en realidad no creo que lo fuera, además de que soy algo tímido y de perfil bajo, según me decían algunas amigas como por ejemplo Ika, pero ellas puntualizaban algún atractivo oculto, no sé si porque era alto y a temprana edad mi cuerpo adquirió forma de hombre robusto o porque tenía una voz muy potente y masculina que atraía a las mujeres, pero nunca descartaba el hecho de que pudiera llegar a ser sacerdote.

Ese mismo año comencé a usar lentes, sumando más puntos en mi contra de ser un galán, me acostumbré mucho a ellos y a no andar por la vida sin su ayuda. Al siguiente día volvimos a salir a la misma hora, le invité al cine donde se estrenaba una película italiana muy triste, Malena lloró como una niñita, mientras yo, por supuesto, debía aguantarme para no arrojar ni una lágrima, aunque estaba igualmente a punto de llorar pude contenerme para demostrarle que estaba siendo protegida.

Ika, aparte de ser una excelente amiga, no tiene un pelo de tonta y no tardó en darse cuenta de los nuevos sentimientosquе fluían en el aire cuando su prima y yo nos vimos desde el primer momento.

Al entrar el sol y esperando que no fuera muy tarde, la llevé a mi lugar preferido, un tronco grande junto al río El Dorado, donde podíamos contemplar el cuadro más ameno pintado por manos divinas, la luna estaba adquiriendo un color amarillo rojizo, mis dedos buscaban en el aire la invitación a la aceptación de los suyos, encontrándose con nuestras miradas, pero no transcendió a más que una pequeña risa picara. Me convertí en su confidente en poco tiempo. Me confesó que su papá había abandonado a su familia cuando ella todavía era una niñita y que su mamá asumió la responsabilidad de todo, hasta que la carga terminó abatiéndola, entonces no tuvo más remedio que repartir primeramente a sus hijos mayores y pronto le tocó a ella ir a vivir a casa de una tía, a quien tenía que asistir porque sufría de serios problemas en la columna, además del poco tiempo que le restaba por el trabajo debía hacer los quehaceres del hogar, entre barrer, cocinar, lavar y planchar.

—Me fue casi imposible convencer a mi tía de que una amiga la cuidara y así poder venir -añadió.

Por las situaciones narradas, pude entender la avanzada madurez que asumió obligada, me comentaba que veía poco a sus hermanos y que luego casi se volvió una relación distante entre encuentros y trayectos.

—Siempre quise superarme, por eso nunca dejé de estudiar, también me gusta mucho la historia y me encanta la lectura. Creo que es hora de irnos -dijo Malena.

Realmente, sus relatos eran muy conmovedores, con lodo lo que vivió desde pequeña hacían de ella un ser único. Ambos comenzamos a descubrir gustos similares, Malenadisfrutaba de un carácter jovial, verdaderamente esos días eranlos más felices para ambos. Se aproximaba el Año Nuevo yencasa se realizaba un gran festín para recibir al año 1971, lainvité y su respuesta eludió al mejor formalismo para no darme una negativa directa, me dijo que le encantaría, pero le sería imposible porque hizo un compromiso mucho antes de llegar a la ciudad, pasaría por un hecho de descortesía consus familiares, principalmente con los abuelos de Ika quetanto la estiman; sin embargo, después de las doce del nuevo año podríamos ir a bailar en algún club (único día en que el gobierno permitía fiestas a altas horas de la noche). Y así mismo fue, entre tantas comidas elaboradas, las ansias y en compañía de mis seres queridos recibí al año nuevo con mi familia, el brindis con sidra a las doce marcaba augurios de los mejores deseos en salud, dinero y amor. Nos encontramos con Claudio en la casa de Rústico, quien había llegado hacía unos días de su travesía por el exterior, luego pasamos a recoger a Ika y a Malena. con miles de saludos repartidos de infinita prosperidad. Les presenté a mis amigos yquedaron hipnotizados por su carisma, humildad y alegría, pero todo eso quedaba en la nada cuando su belleza opacaba asus mejores virtudes. La engalanaba un vestido suelto blanco, como el blanco mismo, el cual le llegaba hasta las rodillas, los zapatos le combinaban a la perfección, parecía una princesa salida de un cuento de hadas; yo, en cambio, llevaba un pantalón azul marino, mis zapatos de trabajo negro bien lustrados, una camisa color perla mangas cortas y mis infaltables gafas. Fue una noche espléndida donde nos divertimos un montón, Claudio bailó con Ika, Rústico en todo momento zumbándome al oído que me había sacado lalotería al conseguir una mujer tan hermosa, él no tardó en conquistar a una señorita a quien sedujo con su nuevoacento extranjero; sin embargo, yo deseaba que el tiempo se quedara dormido para que la noche nunca acabase.

El primer día del año fuimos todos a refrescarnos a El Dorado, a pescar y a compartir una jornada asombrosa, toda la ciudad estuvo allí, incluso Vicente Ocampo, quien trató de llamar la atención de Malena, sin éxito; al ir cayendo el sol decidimos marcharnos, los demás se nos adelantaron y durante el camino nos detuvimos bajo un frondoso árbol, mis dedos volvieron a seducir a los suyos y se entrelazaron armónicamente.

—Te amo -le dije con todo mi ser.

—No dejo de pensar en ti, ni si no quiero -me susurró.

Mis labios se acercaron a los suyos y con un suspiro absorbí su suave aliento sin dejarlo escapar. El beso cerró con llave nuestro secreto, a lo que ella replicó con las mismas palabras, un te amo y dos te quiero. El mes estaba terminando de concluir sus días y así como se dice, pasó volando; nuestros encuentros se tornaron en una permanencia de afectos en puro amor.

 

6

Unos días antes de Navidad, partimos con Claudio a la Terminal a buscar a Rústico; llegó con los ojos iluminados, su madre había enfermado gravemente de un posible cáncer que le diagnosticaron a mediados de año, nosotros no sabíamos nada al respecto porque ella lo guardó en secreto para que nadie se enterara de la acechante desgracia; pero,cuandose supo de lo ocurrido en la iglesia y en los hogares no dejaronde realizar cadenas de oración, rifas e innumerablesactividades para generar ingresos en ayuda.Fue por ese entonces que Rústico enviaba el dinero que ganaba para el tratamiento de su madre, los viajes a la capital del país, la quimioterapia, los medicamentos, tenían altos gastos, hasta que decidió llevársela consigo para que la operasen. El jefe de Rústico lo estimaba mucho y logró que la operación fuera totalmente gratis, a través de sus contactos. La intervención quirúrgica se realizó en uno de los mejores sanatorios con los profesionales médicos más respetados. Todo fue un éxito. Después de una semana de reposo, su madre se encontraba más sana que nunca, pero con un sinfín de medicamentos y cuidados especiales, él y su hermana Clotilde daban gracias al Señor por regalarle al ser que les dio la vida una nueva oportunidad. Volvieron los tres a casa.

—Sinceramente, desde que llegué no hice más que trabajar, trabajar y trabajar, solo tenía un día a la semana libre y, por cierto, solo lo usaba para descansar y dormir, así como les escribí en la pequeña carta, bueno, más que carta una pequeña esquela; gracias a Dios por algo ocurren las cosas y pude viajar, de lo contrario, no sé en qué condiciones estaría mamá en estos momentos, pude solventar todos los gastos, además, no hay mal que por bien no venga, pero volver allá, la verdad que por el momento no lo creo - comentaba Rústico.

 

7

Sé que ella es para mí y que siempre lo fue, desde el primer momento que la vi, ese primer beso marcó lo que realmente quería: estar con ella toda la vida. Planeamosestar siempre en contacto y antes de que comience el nuevo año escolar estaría visitándola, para pedir su mano a la tía, como corresponde, con planes de casarnos en un futuro no muy lejano. Hablábamos de cómo sería nuestra boda, de cuántos hijos querríamos tener, de cómo les llamaríamos si fuesen varones o si fuesen mujeres, ahora pude entender aquella vez cuando mi madre quedó encinta, no sé si nos apresurábamos demasiado, pero ambos estábamos viviendo los deleites del éxtasis del amor. Lo eterno mantenía su presencia, el presente es siempre, no hubo pasado ni el futuro apareció, era el segundo a segundo vivido.

Teníamos que planear su traslado a La Perla para que pudiera trabajar, y la forma de convencer a su tía para que viniera a la ciudad; les había comentado a mis padres cómo resolveríamos ese inconveniente, ellos estaban dispuestos a ayudarnos. A mamá le encantaba Malena, su manera sencilla de niña de campo, dulce y alegre; a mis tías, que son muy detallistas, también, y mis primos hacían comentarios de cómo una mujer tan hermosa se había fijado en alguien como yo. Las dudas nunca surgieron porque estaba seguro de su amor. Recuerdo que me decía cuánto me amaba, que siempre existieron muchos pretendientes, pero ella pensaba que todavía no llegaba el hombre indicado, el hombre de su vida, o que no estaba preparada; por eso, de ningún modo accedió a tener algún compromiso serio con alguien. Ika fue la primera en darse cuenta de nuestro amor, no dudó en aceptar ser la madrina de casamiento, anticipándose a los hechos; mis dos buenos amigos, Claudio y Rústico, también estarían en la lista, cuando les anuncié me respondieron:

—¡Estás loco!, recién se conocen, no hace ni cuatro semanas y ya piensan en casarse.

Alo que correspondí:

—¡No ahora mismo!, quizás dentro de un año. Pero estaremos trabajando en eso. Hay muchas cosas todavía por ver, ella no tiene más que a una tía enferma y no la puede dejar así por así nada más; no, no, eso tampoco lo voy a permitir.

Tenía 19 años, a punto de cumplir los veinte, una excelente edad, aunque quizás para muchos era muy temprano en asumir un paso tan significativo como el matrimonio. Malena tenía mi misma edad. Mis padres y abuelos se casaron también muy jóvenes, posiblemente por ese motivo no se opusieron a mi decisión.

Dos días antes de que Malena partiera hacia su ciudad natal, fui a buscarla de la casa de Ika, caminamos hasta la Terminal para comprar su pasaje y luego hacer algunas Compras en la Zona Dinámica; ella estaba feliz, comentaba que le gustaba mucho la ciudad, que la gente es muy amigable, que la vista al río El Dorado es maravillosa y, por sobre todo, yo:

—Sí, tú, José Luis, eres un ser increíble y no puedo creer que tan pronto te adueñas de mi corazón.

Cuando dijo eso ¡uf!, me compró todito. Las invité a almorzar un rico asado en una de las parrilladas, no de esas lautas que existen por ahí, sino en la mejor. Fue esa misma noche que nos sentamos en la vereda de casa, con mis amigos y ellas, y tomamos como media docena de sidras de manzana, bien frías. Al siguiente día, duro por el efecto del alcohol, casi no logro despertarme para partir de paseo a las Ruinas Jesuíticas, que se encuentran ubicadas al noreste de I a Perla, a unos 32 kilómetros, un sitio donde los primeros jesuítas tomaron por residencia aquel lugar, edificandoviviendas, templos, criptas arquitectónicas, en base a modelos utópicos, también se encargaron de evangelizar a los antiguos indígenas que vivían allí, quienes fueron los obreros en la lucha de dicho monumento.

Salimos casi a las diez de la mañana, en el ómnibus que nos acercaría al lugar, para luego bajarnos en la ruta, pues para llegar debíamos caminar como ocho cuadras. Las chicas prepararon unos aperitivos, llevé jugo y compré una gaseosa y unas cuantas golosinas, en una pequeña despensa hecha de madera; nos atendió una señora regordeta, con una remera blanca con la bandera flameante del partido político imperante, una de las tantas que regalaban en las campañas políticas, vestía una calza negra muy gastada y unas zapatillas de cuero. Casi sofocante por el calor compré también hielo y lo introduje en el termo que cargaba, para así apagar un poco la sed de nuestra sedienta caminata. Disfrutamos del lugar, observando esas enormes piedras puestas una encima de otra, de forma sólida, concisa, transformándolas en una exuberante edificación. De regreso a casa y con los nervios de punta, con el corazón en una mano y con la otra sosteniendo una sortija que había comprado en dieciocho cuotas a una vendedora de joyas, amiga de mi madre, le entregué el presente a Malena, poco antes de llegar; los ojos le brillaron y su santa expresión contempló el obsequio, sus brazos se extendieron y me regaló un gran abrazo y un beso tan rico, de esos que no se pueden parar. Desprendió su cadenita de plata y me colocó alrededor del cuello, sacó de su cartera una foto suya y una carta de tres hojas que me escribió la noche anterior; cuando llegué a casa la leí cuatro veces, la primera vez zambullido en unprofundo amanecer, la segunda vez descubriendo el significado del amor, la tercera vez la memoricé y la cuartafue para nunca más olvidarla. Estaba detallado todo desde el primer momento que nos vimos, con una descripción de nuestras ropas, lugares, clima, cielo y el sentimiento más profundo que mana del fondo del corazón de una mujer.

Esa misma noche me acosté pensativo en lo feliz que estaba, agarré pluma y papel en mano y me dispuse a escribirle un poema, mi primer poema dedicado a una mujer, aunque no soy muy bueno en eso y creo que nunca lo fuí. decidí escribir lo que fluía dentro mío; antes de subir al ómnibus que la llevaría de retorno a Palo Santo, le entregué en sus manos:


Tu sonrisa

Quítame el aliento si quieres,

quítame el aire, mi vida,

pero no me quites tu sonrisa,

porque así me moriría.


Me hablas cuando callas.

Me has alumbrado mis días,

cuando te vi sabía que eras mía

y tus lunares afirmaron mis dudas.


Tus ojos, tus labios y tus cabellos,

tu forma de ser que me cuenta tu silencio,

pero al ver tu sonrisa, mi cielo,

se encienden mis días.


Será un deleite para mis manos

dibujar en tus labios junto

al mar en otoño la sonrisa

más amada de un te amo.

Me encanta cuando callas

tu tristeza y tu alegría,

tus ojos, tus labios y tus cabellos

tu forma de ser que me cuenta tu silencio.


En primavera nace la flor,

y crece el amor.

Pero todas ellas piden

tu sonrisa esperada.


Ríete de la noche,

del día, de la luna.

Pero quiero encontrarte

aquí, amada mía.


Cuando mis pasos van,

cuando vuelven mis pasos,

cuando abro mis ojos y los cierro,

deseo que estés aquí, mi vida.


Niégame el aire todo,

la luna, las estrellas y la primavera.

Pero tu sonrisa nunca,

porque así me moriría.


Con todo mi cariño...

José Luis


“Mi vida era una pesadilla, con todos los problemas queestoy viviendo, creo que siempre lo fue; pero hoy es unsueño, hoy todo tiene sentido, porque por primera vez me siento amada y tengo un amor correspondido”, fueron sus ultimas palabras antes de subir al ómnibus, se despidió deIka, luego le entregué el poema que le escribí y le dije que lo leyera durante el viaje, me dio un beso, un gran abrazo y semarchó. La seguí con la mirada hasta que se sentó en laquinta fila junto a la ventanilla y partió, fue la última vez que la vi. Solo quedaría en mi recuerdo y permanecería allí para siempre.

Fue un lunes gris, garuaba mojando apenas el pastizal delpatio de casa, pero durante la madrugada una fuerte tormenta sacudió toda la zona sureste del país, con granizos y ráfagas fuertes de viento. Alguien golpeó la puerta de casa, eranlas ocho de la mañana y me disponía a preparar mi plan escolar del año lectivo.

Es Ika -dijo mamá-, pregunta por ti.

Con sus ojos llorosos, noté en su expresión que algo había pasado con Malena.

—¡Qué pasó! -exclamé y como deletreando me dijo:

—Murió esta madrugada.

—¿Qué?

—Malena murió -me respondió con una voz inentendible y angustiosa.

Me senté en la silla y con mis manos me agarré la cabeza. Mil, quizás dos mil, cosas se me cruzaron en la mente.

—¿Estás segura? -repliqué.

—¿Cómo sucedió?, ¿cómo lo sabes? -las preguntas comenzaban a fluir de manera desmesurada.

—Sí, me confirmó su tía, el ómnibus chocó contra un camión de cargay volcó hacia un precipicio; además, escuchéen la radio muy temprano, hay pocos vivos y están muy mal heridos, dieron la lista de las personas fallecidas y figuraba el de Malena Estigarribia. No entendía, no comprendía, el ahogo por dentro formó un nudo en mi garganta y comencé a llorar, se acercó mamá y la abracé pidiéndole explicación de por qué le había ocurrido justo a ella, la palabra “por qué” no dejó de sonar en mi boca por un buen tiempo.

Casi un mes después, en compañía de mi viudez de soltería, un domingo de febrero me desperté con la cabeza en la luna, tuve un sueño en el que yo bajaba de un barco enfrente de un grupo de jóvenes, fue todo lo que recordé en ese momento, pero no le presté mucha atención; entonces me preparé y fui a la iglesia Catedral, el padre Pablo Cáceres predicaría el sermón dominical, pero mi mente estaba en cualquier lugar, menos allí, seguía pensando en Malena.

—Tengo una invitación para todos los jóvenes que tengan en su corazón una vocación de servir al Señor en cuerpo y alma, en quince días habrá un encuentro espiritual de toda la zona sur del país, el costo es muy accesible, es solo para pagar a las cocineras y por los alimentos, así que todos los que estén interesados pueblen hablar conmigo al final de la misa -invitó el cura.

En ese mismo momento vino a mi mente el sueño que tuve cuando era más pequeño, y el que tuve a la madrugada y el que me perseguía constantemente. En mi corazón algo se encendió aquella mañana y volví a sentir ese llamado, muy dentro mío, de servir a Dios. Al terminar la misa, hablé con mis padres sobre mis sueños y los sucesos ocurridos, ellos estuvieron muy contentos, más aun mamá que papá, y fui aconfesarme con el padre Pablo Cáceres; al mismo tiempo,se acercó Claudio, quien también estaba entusiasmado conla invitación porque él tenía el mismo sentir; el cura no disimuló el gozo por nuestra decisión y por dar el primer paso en tan importante acto. Durante el transcurso de la semana, le insistíamos a Rústico para que nos acompañara, pero él no estaba muy seguro, lo convencimos con el hecho de que concurriríamos a pagarle los gastos, y finalmente accedió a participar del retiro espiritual, agradeciendo a Dios por darle una nueva oportunidad de vida a su madre. Los tres amigos estábamos decididos en seguir la llamada del camino del Señor, renuncié a la enseñanza al igual que Claudio, quien con Rústico ya se habían marchado a la capital, un día antes.

No lo tomé como una escapatoria, ni una forma de olvido a lo que me había sucedido, tenía la fe bien en alto y la decisión apropiada, pero mi corazón seguía destrozado, me despedí del pasado, mamá volvió a recalcar por décima vez que estaba muy orgullosa de mí, papá me dio un apretón de manos. Luego de la despedida de mi familia, subí al ómnibus que me llevaría a la capital del país, me senté junto a la ventanilla y durante todo el trayecto contemplé el paisaje, los pueblos, el camino a un nuevo destino; pensaba en los niños que tanta falta me harían, en los largos y sacrificados viajes que realizaba a pie para llegar a la escuela a enseñar, en las tardes sentado en aquel tronco cerca del río, en mis amigos, en mis seres queridos, en mi querida ciudad y, sobre lodo, extrañaba como el enorme mundo a Malena, pero me tranquilizaba sabiendo que estaba en las mejores manos. Antes de quedarme dormido, con los ojos cansados y con ansias de llegar a destino, dije una pequeña oración:

—Querido Dios: te serviré a Ti hasta la muerte.



V - PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

PRIMER DÍA

De traje negro Channel, vistiendo un aroma del mismo diseñador, engalana la alfombra roja, con sus zapatos haciendo juego con el fino atuendo, esos labios rojos carnosos bien dibujados por un prestigioso maquillador y eternamente peinada, pisa el suelo nacional caminando de puntillas, como una bailarina de danza clásica acompañada de una infinidad de abogados, guardias de seguridad, asistentes personales y más custodiada por su esposo que por todo el resto de la comitiva. Es recibida en el aeropuerto internacional para la asunción del histórico suceso en ese inolvidable día; el sofocante agosto hacía del ambiente algo desfavorable, debido al calentamiento global que pisaba a la estación invernal con el clima no tan propicio para la circunstancia.

Con mandato estricto de no querer hablar con la prensa, se forma un muro humano alrededor de ella y accede al vehículo que se enlutó para la ocasión, llevándola al mejorhotelcon suite presidencial, escoltada por un enjambre de seguidores. Media hora después, los helicópteros toman total posesión del custodiado tráfico aéreo, su agenda lo invitaba para disfrutar de dos noches de estadía y las mejores mujeres de la nación elegidas en fotografías que fueron enviadas a su correo ficticio, pero bien conocido por sus íntimos, entre ellos el elogiado sucesor de la víspera, quien pasó al segundo juramento más importante de su vida, en ese entonces olvidado el primero, borrón y cuenta nueva.

—¿Qué opina del señor José Luis Blanco? -le preguntó un corresponsal de noticias.

—Bueno, mire, es lo mejor que le pudo pasar a esta nación -contestó.

Con aires revolucionarios, saluda solo levantando un brazo con la mano inmóvil, sin agitarla, deseando haber conocido a aquel que quedó inmortalizado en una fotografía con la boina, era la ideología del eje de su mundo, leía biografías editadas sobre él, conseguía todos los discos exaltando tributo a su persona y durante las tardes se sentaba en el palacio con su habano, a contemplar el horizonte del océano que se perdía en su mente estremecida, pensado con cuidado de celo gobernante que custodiaba hacia el rumbo que debía tomar hasta quién sabe Dios cuándo, o la naturaleza le quite el último aliento de las entrañas de sus pulmones, o algún errante amigo del alma le apuñale extrayéndole el líquido vital de sus venas.

Él estaba fumando los últimos sorbos de su coca mañanera, como era su habitual costumbre desde su juventud, cuando los hombres aborígenes obtienen la mayoría de edad y deben ir con los jefes de la tribu a cumplir ion la misión en la selva, sobrevivir a los recursos que la

naturaleza le provee en el centro del Sagrado, cerca del Amazonas, donde el peligro salvaje corre por los espesos aires. Se ducharía con agua fría y desayunaría lo que trajo de su país. Llegó mucho antes que los otros mandatarios, porque quería conocer las Ruinas que estaban hacia el sur, construidas con manos indígenas instruidas por jesuítas, con un estilo de arquitectura barroca; también fue a conocer la ciudad de Naranjo, y Naranjito, no pudiendo creer que en algún tiempo atrás esas tierras hayan producido tales frutas de milagro celestial.

El atrio ya estaba preparado esperando la asunción al juramento del cargo, él se presentaba ante la presencia del Todopoderoso para levantar una plegaria, sin mucha certeza que se elevaría más allá del techo y que el mensaje llegaría a destino. Cerró la puerta del dormitorio y comenzó a llorar como un niño desamparado, se arrepintió, lloró y se volvió arrepentir, hasta que quitó todo el peso de su conciencia y durmió con la madrugada, faltando pocas horas para dar inicio al juramento. Muy temprano, antes que despierte el alba, él ya estaba arriba, la mañana no lo sorprendió y la noche se le hizo larga, tan larga como nunca la vivió y tan corta como un estornudo. Franco Midas, su asesor de imagen, le propuso un traje negro casimir de las exclusivas tiendas Dior de París, lo cual sentaría al futuro gobernante para el evento más importante de los últimos años, pero él lo rechazó rotundamente. Se vistió con sus habituales sandalias, un pantalón gris y una camisa blanca, bordada enteramente a mano, típica de la región, fue un obsequio en uno de sus últimos viajes al interior, se colocó el cinto y ajustó la malla de su reloj, se observó en el espejo sin decir nada, y salió de la habitación.

Elbastón de mando y la banda presidencial lo estaban aguardando, el país viviría lo que en los ojos de muchos era un acto, sin lugar a duda, único, un exobispo asumiría el mandato presidencial y el partido imperante por tantos años ocuparía un lugar apartado de su trono. La escolta alcanzaba tres cuadras, él iba como un tesoro bien resguardado rumbo a la plaza de La Democracia donde se aglutinaban más de diez mil personas, dentro del vehículo con vidrios polarizados se encontraba su amigo de infancia, Claudio Torales, con quien repasaba el discurso que le redactó el futuro Secretario de Estado.

—Realmente es un hecho memorable, José Luis, el mundo está siguiendo este acontecimiento -dijo Claudio.

—Sinceramente, lo que está ocurriendo esta mañana es inexplicable, todo lo que pasé, tantos momentos difíciles, pero bueno, Claudio, aquí estamos -respondió con una leve sonrisa.

—El país depositó toda su confianza en ti, solo te quiero decir, mi amigo, que tienes completamente mi apoyo, eres una excelente persona, justa, sana, honesta, valiente...

—Bueno, hermano, sabes que no me gustan los elogios, pero gracias. ¿Sabes qué? -preguntó con cierta indecisión de lo que iba a responder.

—No, dime -dijo Claudio.

—Llegamos.

En esos momentos tenía ganas de desahogarse, contarle a Claudio lo mal que se sentía todo este tiempo, de que no pudo cumplir con su juramento con Dios y no sabría si lo haría con la nación, de que era un mentiroso, que si realmente se confesara contándole todo lo que había hecho, jamás nadie lo hubiese votado ni siquiera su propia madre.

No podía hacer eso. Si la última gota rebosara el vaso, su vida se convertiría en la más mediática de todas.

—Por aquí, Señor Presidente -dijo el Secretario de Estado, y lo condujo hacia la alfombra roja.

Los invitados esperaban al sucesor, quien con una sonrisa demostró una tranquilidad fingida, los nervios le estaban por traicionar, enseguida saludó amablemente a cada uno de los invitados, un apretón de manos, un abrazo, o un gesto aún más cariñoso, dos besos en la mejillas a las dos Presidentas invitadas, saludos a discreción a los militares y posteriormente a los ministros, solo faltaron el ya olvidado expresidente, Margaret Kennedy y el popular caudillo, quienes decidieron simplemente no asistir. Las banderas tricolor adornaban la igualdad, en el centro del escenario el escudo patrio, se cantó el himno nacional, se leyeron los versos que se suelen escuchar en todos lados con un montón de promesas, los nombres del nuevo Presidente y del Vicepresidente de la República se pronunciaron en orden y el eco de los mismos se expandía a lo lejos, hasta que fue invitado a pasar al frente, las voces de los presentes gritaban en una su apellido, y el discurso fue pronunciado en lengua de los ancestros y en castellano.

—Ciudadano José Luis Blanco Gutiérrez, ¿jura usted que debe desempeñar con fidelidad y patriotismo el cargo de Presidente de la República, respetar y hacer observar la Constitución y las Leyes? -dijo el anfitrión.

—Sí. ¡Juro! -lo marcó con un fuerte grito de júbilo.

—Si así no lo hiciereis, Dios, la patria y el pueblo os lo demandarán.

Una vez formalizado el tan solemne juramento, el flamante Presidente Constitucional de la República secoloca la banda presidencial y se le hace entrega del bastón demando; mientras tanto, las Fuerzas Armadas de la Nación saludan al flamante nuevo Jefe de Estado con veintiún cañonazos.

—¡El pueblo unido jamás será vencido, el pueblo unido jamás será vencido! -mil veces llenaron la atmósfera con la misma alabanza alegre.

—Saluda al pueblo el nuevo Presidente de la República -señaló el anfitrión.

Posteriormente, se invita al Vicepresidente a prestar juramento.

El día que sé fundó la que sería la capital del país fue fecha elegida hace mucho tiempo para que cada presidente asumiera el cargo, y no fue distinto para José Luis Blanco Gutiérrez, quien aseveró, ante más de diez mil personas, nueve jefes de Estado y noventa y siete delegaciones extranjeras, poner fin a la etapa exclusiva, secretista y con fama de corrupción que vivió el país por más de sesenta años.

—Asumimos el compromiso con los hombres y mujeres de nuestra historia que nos interpelan hoy a no desperdiciar esfuerzos, a no fallar el rumbo, a no bajar los sueños del altar de la esperanza -tomó una pausa y luego continuó-, declarando un cambio a una apuesta cultural, la cual es la más importante.

—Ahora es tiempo de mirar y trabajar. La ingeniería colectiva del futuro de la República no será fácil, pero no será imposible -pronosticó.

Afirmó que los funcionarios de su gabinete serán implacables con los ladrones de su pueblo.

—Hoy termina el antiguo país exclusivo para algunos que dieron fama de corrupción -auguró.

—Nuestra bandera de campaña es el liderazgo colectivo, para derrotar el caudillismo con una economía sustentable, con entidad social de esos ingenios que nos ocupan como presidentes, con una lectura puntual de los fenómenos mundiales que no será posible si no insertamos como transversal una educación para el cambio social, basada en la defensa de los Derechos Humanos -puntualizó.

La jornada continuó con festejos de norte a sur, de este a oeste, alaridos de gozos, infinitas felicitaciones, miles de llamadas, algunas personas rieron, otras lloraron, otras cantaban felices, en los hogares celebraban con surtidos banquetes tradicionales de las mejores comidas típicas o lo que estaba al alcance para celebrar el triunfo del pueblo, el nuevo mandatario agasajó a todos los invitados con un gran almuerzo. La tarde seguía espléndida, embriagada por la euforia del cambio, la noche prendió sus estrellas como parte del escenario cuando el mandatario y otros más se dispusieron a entonar canciones que transciende las fronteras, las mismas fueron acompañadas por un gran coro representado por el público presente en la plaza de La Democracia. En ese entonces, alguien gritó también:

—La voz del pueblo es la voz de Dios, Voxpopuli vox Dei.

Llegó cansado a su nuevo hogar, La Residencia de los Escudos, como fue llamada por todos, desde su construcción, a una de las mansiones más lujosas del país, allí se alojaban durante el tiempo de mandato todos los presidentes desde hacía más de cien años, posee las mejores remodelaciones realizadas, una arquitectura colonial, pero con un modernismo actual, ocupa prácticamente una cuadra sobrela avenida Los Inmigrantes, en cercanía a la embajada de losEstados Unidos y la Española, sus jardines están llenos de flores y plantas verdes en toda época del año, un pavo real se pasea por el jardín exhibiendo orgulloso su plumaje; en el centro, una fuente de mármol, donde un querubín derrama agua de un cántaro sosteniéndolo con un brazo y en el otro una pequeña arpa, más al fondo deslumbra la piscina con una cascada de casi tres metros de altura que durante las noches es iluminada.

Solo pide tomar un té de tilo a la mucama de turno, abre la puerta de su habitación, la cual está adornada con figuras de leones talladas y el picaporte es de oro, da solo dos sorbos al té y lo coloca en su mesita de luz, se desviste y el cansancio trae al sueño exhausto al mandatario, al instante se queda dormido.

 

SEGUNDO DÍA

—¿Buenos días, Señor Presidente de la República? - saluda el Secretario de Estado por celular.

—Muy buenos días, ¿cómo estás, Rústico? -respondió felizmente.

—Bien gracias, Señor Presidente, le comento su agenda del día; a las once tiene su primera conferencia de prensa, el discurso de mañana ya lo envié a su correo electrónico y por fax, escribí en el idioma nativo y en castellano. Luego, un almuerzo a las trece horas en el restaurant Ventanas de Hierro, con los ministros del Interior y de Obras Públicas sobre unos temas puntuales; posteriormente, con los ministros de Salud y Educación para tratar el ajuste salarial y la huelgageneral que van a realizar los funcionarios públicos la semana entrante. Su agenda termina a las cuatro de la tarde con la cónsul de Alemania, sobre las nuevas negociaciones de exportaciones de trigo, soja y carne a esepaís.

—Está bien, en minutos parto hacia ElPalacio de la Libertad, ¿el discurso de mañana está redactado así como lo estipulé?, ¿cierto?

—Sí, Señor Presidente, así mismo, enfocado a todo el pueblo como lo habíamos hablado -manifestó Rústico.

Cuando me llamó a última hora del día, ocho meses antes de las elecciones, me comentó que necesitaba una persona de su confianza para orientarle en todos los procesos, decisiones y proyectos a realizar. Estaba en el CAP, trabajando para la campaña política, cuando José Luis me comunicó que sería el hombre idóneo a cumplir con el cargo de Secretario de Estado. Desde ese mismo instante, puse todo mi empeño en hacer el mejor trabajo posible sobre mi futuro cargo, busqué información sobre otras personas que ocuparon dicho puesto y me propuse innovar muchas áreas, también emprendí en hacer averiguaciones sobre los secretarios de otros países que están actualmente ejerciendo el cargo y, efectivamente, era un compromiso muy pretencioso e interesante, trabajé arduamente para la campaña de José Luis y durante ese tiempo culminaba un posgrado de maestría en Sicología y Educación.

Comenzaba a las seis de la mañana para cumplir al pie de la letra todo lo estipulado dos semanas atrás, inauguraciones de hospitales, escuelas, rutas, centro de beneficencia, viajes al interior del país, reuniones con los ministros, conferencia de prensa e innumerables ocupaciones que llenaban la agenda cotidiana presidencial. Aquel día me preguntaron más de lo previsto, los periodistas voraces por conocer los nuevos planes del gobierno y sacar el mayor provecho posible a las contestaciones también dadas por el primer mandatario, para tener en archivo cualquier caso al no cumplimiento y así reclamar en pruebas más que suficientes.

Al mediodía se realizó un almuerzo con dos de los nuevos flamantes ministros que ocuparían los distintos cargos de la comitiva, para luego hacer una presentación general de sus pares. Después de redactar todo en acta los diferentes asuntos que se llevarían a cabo, el Señor Presidente bendijo la mesa y se procedió a invitar a todos al manjar que nos estaba esperando. Chorizo a la sidra como entrada, para luego pasar al plato principal, cerdo agridulce a la manzana, a cargo de un chef francés que vivía hace mucho tiempo en el país, el mejor vino tinto de los Andes y de postre, helado de fresas. Noté que José Luis poseía dos agendas bien resguardadas, una de un tono marrón, la que se refería a las cuestiones gubernamentales y otra de color negro, a la que nadie tenía acceso a las anotaciones, quizás de los hechos más importantes que ocurría en su vida personal; solo lo supe tiempo después que ese pasatiempo lo plasmaba al terminar el día, como un diario, pasando desde su niñez, su cotidiano vivir, su época memorable a su nombramiento por la Santa Sede en Roma, al cargo de obispo de la Provincia de Las Cordilleras; poseía ya como veinte agendas negras completas de hojas tachadas, vueltas a escribir, con lágrimas, con letras cursivas, otras derechas, juntas, separadas, y en letras mayúsculas que muchas veces eran tan grandes que se podía distinguir a cierta distancia una sopa de letras que se formaba en la hoja.

Esa tarde continuaba con una cita en la embajada de Alemania, con la cónsul residente en la República, hacíaunos meses que estaba por cumplir el periodo de mandato; toda la comitiva acompañó al electo, se tocaron temas varios, entre ellos la exportación, la triple frontera, zona que el país del norte veía como un refugio para el terrorismo y la corrupción de los ingresos, y de las citadas actividades en negro. Por otra parte, la Casa Blanca, en nombre del Presidente de los Estados Unidos, a través de su embajada en el país, invitó a José Luis Blanco Gutiérrez a reunirse en unos meses para llevar a cabo una reunión entre ambos, lo cual aceptó con gusto.

Fuimos al Palacio de la Libertad para buscar alguna solución a los problemas primordiales, repasando los anteproyectos, modificando notas y devolviendo llamadas, seguía en pie las negociaciones sobre la huelga de docentes. Nuestro trabajo terminó a las nueve de la noche, y despedí al Presidente José Luis, quien fue a descansar a La Residencia de los Escudos para reponer fuerzas. A eso de la medianoche me llamó para comentarme que no podía conciliar el sueño, comentándome que terminaba de ver el segundo tiempo de un partido de fútbol internacional a nivel amistoso, que el mismo estaba muy aburrido y que terminó con un empate de cero a cero; luego, ya culminando nuestra charla, entre bostezos puntualizamos algunos temas no menos triviales.

 

TERCER DÍA

Aquella vez que hablamos por teléfono, José Luis me comentó su determinación indeclinable de colgar la sotana y sinceramente me entristecí, siempre creí que era una decisión errónea de su parte; pero en fin, ningún pretextoera lo suficientemente convincente para que cambiara de opinión, deseaba gobernar el país y, bueno, yo sería su Primera Dama. Recuerdo que unos cuantos meses antes al lanzamiento de su candidatura me llamó y me dijo:

—Lisaida, no habrá otra mujer que represente mejor a la Primera Dama de la Nación que tú.

No estaba preparada para asumir un compromiso de esa envergadura, era simplemente una humilde docente que enseñaba en una escuelita primaria del interior, esposa de un herrero y madre de tres hijos. Dentro de mí pensaba que tal vez a mi hija Catalina le sentaría mejor el cargo, estaba más preparada y tenía mayor conocimiento de esas cosas de la vida; un segundo llamado me hizo cambiar de opinión y acepté.

Fui presentada como tal el mismo día que José Luis asumió la Presidencia, toda esa gente gritando nuestro apellido, amándonos como nunca antes se vio el cariño del pueblo demostrado a sus nuevos elegidos.

El asesor de imagen, Franco Midas, me sugirió lucir otro aspecto de mi persona, no ya el de una maestra y ama de casa, más bien de una dama al mejor estilo Jackie Kennedy, él me ayudaría a cambiar, tenía el cabello enrulado crespo de color tabaco, mis gafas gruesas y mi estilo de vestir, bueno, nada moderno, siempre vestía de color muy oscuro y el negro siempre fue mi preferido, camisas mangas largas y polleras sobre las rodillas, con zapatos bajos de puntas cuadradas. Mi cabello se tornó un color más natural y usaba trajecitos para damas, diseñados por el más distinguido modisto del país. Con él compartía gran parte del tiempo, instruyéndome en clases de protocolo y etiqueta. Al igual que a mí, también a José Luis lo ayudó, cambió sus antiguasgafas por unas de marco más moderno, un nuevo corte de cabello, le sugirió cambiar esas sandalias franciscanas por unos buenos zapatos, siempre manteniendo su propio estilo, el cual se basaba en camisas bordadas, que son típicas de la República, con un saco encima.

Mientras transcurría la tarde, fui con José Luis a realizar donaciones a la organización de la Primera Dama, dicho ente se creó con ayuda del gobierno para subsidiar a madres y niños carenciados, siempre a cargo de la esposa del presidente, pero en este caso era totalmente distinto. Luego, el mandatario fue a reunirse con los ministros y sus asesores.

Pronto me sentí a gusto con mis deberes y con el cargo que ocupaba, tenía un sueldo que nunca imaginé que cobraría, casi diez veces más a mi salario de docente en la escuelita. Las llamadas de nuestros parientes, allegados, amigos, conocidos y vecinos más humildes no se hicieron esperar, por tal motivo tuve que cambiar el número de mi celular días después. En La Residencia de los Escudos tenía cita con algunas esposas de los ministros y senadores, quienes voluntariamente se prestaron para dar ayuda a la organización que estaba bajo mi cargo, tomamos té inglés acompañado con masitas dulces. Rústico llegó porque lo cité para orientarme en algunos puntos, no fue incómodo para ninguna de las damas, más bien aportó ideas útiles sobre la visión que teníamos planeado poner en marcha en unos días sobre un proyecto, principalmente los problemas de salud y alimentación de las mujeres indígenas y campesinas con sus crios; al llegar la noche, me acosté en un diván y miré las noticias, parte de mi familia estaba viajando rumbo a la capital para vivir conmigo.

 

UNA SEMANA

La incipiente decepción del pueblo llegó a primeras horas de la mañana, cuando a través de un medio de comunicación se filtró la información de que dos sobrinos del presidente fueron nombrados para ocupar cargos importantes en distintas entidades públicas, desayuno que se llevó toda la nación, tomado con gran disgusto y decepción.

—¡No es posible que se vuelva a repetir lo mismo, queríamos el cambio y vaya cambio!

—¡Realmente es decepcionante volver a escuchar que los parientes de las autoridades vuelvan a ocupar cargos públicos, con jugosos salarios!

—¡Dónde está el cambio...! -respondían a las preguntas formuladas por los cronistas que circulaban por la vía publica.

El acceso al Palacio de la Libertad se llenó de periodistas en busca de respuestas por parte del Presidente José Luis Blanco, quien dijo que se enteró al igual que el resto de la ciudadanía sobre el hecho. Inmediatamente, llamó a sus sobrinos para que renunciaran a sus cargos. Se planificaron once viajes en lo que restaba del año, lo que acarreó muchas más repercusiones, muchas de sus salidas al exterior eran temas que carecían de importancia para el país, como por ejemplo su participación en el festival de la Virgen de los Milagros, crisis nacional que afrontaba el vecino país, vacaciones de fin de año a tan solo meses de ocupar el cargo o un viaje misterioso al Caribe.

Elpueblo comenzó a mostrar sus disconformidades .Elreciente gobierno, mientras el Secretario de Estadoapuntaba más viajes al exterior. Las desigualdades con el vicepresidente Augusto Solís se hicieron notar, por los diferentes pensamientos que empezaban a surgir entre ambos, pues este último decía que gracias a la unión de su partido con el CAP, José Luis ocupaba el cargo presidencial, debiendo más de un vela a sus correligionarios.

—Gracias a la oposición y al partido al cual yo pertenezco ganamos las elecciones -respondía el Vicepresidente al Señor Presidente, en una conferencia de prensa. Y este daba su respuesta también a través de los medios de comunicación.

El programa de gobierno de los cinco años establecía en impulsar el desarrollo económico con la participación de la sociedad civil, declarado en un discurso que quedó impregnado en el diario de la vida; solucionar los problemas y obstáculos en los diferentes sectores a través del CAP, eran los puntos prioritarios. Una semana después de haber asumido el cargo, los canales de televisión volvían a recalcar dicho programa que iniciaba con la siguiente frase reflexiva escrita por él mismo:

—La mayor ramera de las naciones es la corrupción y los ignorantes duermen con ella -y continuó:

Este mensaje se remonta sobre la visión y el compromiso del nuevo gobierno con la gente, en un proyecto abierto a todas las fuerzas democráticas del país, sin privilegiados excluidos, que se comprometen a realizar las grandes innovaciones necesarias para que la República supere las limitaciones que hoy impiden su desarrollo, que la conviertan en un Estado Social de Derecho afirmando a sus habitantes a la libertad, la justicia social, la estabilidad y el desarrollo económico, el equilibrio ecológico y el respeto de sus vidas e intereses.

Elprograma de gobierno, elaborado colectivamente, es la expresión de lo que reflexivamente podemos realizar en cinco años de gobierno. Como corresponde a un documento de esta naturaleza, plantea primordialmente los problemas a ser enfrentados, los grandes lineamientos de la futura acción gubernativa, poniendo énfasis y mayor detalle en aquellas cuestiones cuya trascendencia exige especial atención.

Estas áreas de priorización programática son resultados de una tarea pluralista y de contribuciones desinteresadas que la dirigencia política ha recibido con la colaboración de técnicos, especialistas en diversas ramas del quehacer nacional y distintos sectores de nuestra sociedad: empresarios, artistas, jóvenes, mujeres, sindicatos, campesinos y organizaciones no gubernamentales. De esta manera, recogen las inquietudes de las consultas provinciales y distritales, mediante reuniones de diversa naturaleza de las cuales hemos participado.

Asumimos el compromiso de iniciar la gran tarea de cambiar el estilo de gestión gubernativa y de convivencia política, así como de promover un nuevo modelo de desarrollo.

Este desafío nos implica a todos y se irá realizando día a día, cuando cada compatriota asuma ser parte de esta gran tarea, bajo la orientación de un gobierno justo y honesto, que anteponga en sus decisiones los intereses nacionales a los de cualquier otra naturaleza.

Para derrotar el atraso se requiere, en primer lugar, desplazar del poder a sus responsables, cómplices y encubridores, ya que de lo contrario solo cabe la regresión política y la incertidumbre económica.

Si el pueblo quiere darse la posibilidad de superar el pasado, debe emprender la solución de sus problemas con la in onstrucción de una sociedad más justa, una economía más

competitiva y equitativa para mejorar las condiciones de vida de todos.

El dilema no es hoy entre mercado y Estado; tampoco entre sector privado y sectores pobres, ni desiguales entre partidos y movimientos. El dilema es entre la discrecionalidad y la arbitrariedad y el Estado Social de Derecho como consagra nuestra Carta Magna.

La pluralidad ideológica es saludable porque permite la unidad en la diversidad basada en los grandes objetivos nacionales. La amenaza a la gobernabilidad tiene origen en las violaciones de la ley y de los derechos de la persona.

El gobierno no funcionaba como un medio para mejorarla calidad de vida de nuestros compatriotas. Era una máquina que generaba nuevos ricos y una fábrica que producía ciudadanos de segunda clase, impidiendo el desarrollo económico y la vigencia real de la democracia. El gobierno no se ocupaba de apoyar con políticas públicas proactivas para la producción y la creación de empleo que evite el éxodo de padres, madres y jóvenes al exterior o a poblar los barrios marginales de las ciudades del país.

El Estado anterior ha perdido su capacidad de garantizar la seguridad de las personas y de los patrimonios bien habidos y ha sido incapaz de liderar la construcción de un consenso para impulsar un nuevo modelo de desarrollo, donde todos puedan crecer y vivir mejor. No se ha implementado una política social para ir superando la pobreza y las desigualdades sino que se ha dedicado a entregar dádivas y denigrar a la gente.

El Estado no trabajaba con la sociedad civil y el sector privado, para defender los intereses nacionales en el campo energético, comercial, económico y social. En estascircunstancias, по se cumple con las funciones para generar los condiciones apropiadas para una economía pujante donde lodos logren beneficios. Hoy nos enfrentamos:

Con una economía que crece coyunturalmente, pero sólo en beneficio de algunos sectores, razón por la que se genera desempleo, ocupación disfrazada, pobreza, marginalidad, mendicidad y migración.

La economía está centrada sobre algunos productos expuestos a la volatilidad de los cambios externos, por su poca diversificación y bajo nivel de valor agregado.

El crecimiento económico actual no puede ser sostenido, sustentable ni equitativo por estar basado en pocos productos primarios, degrada el medio ambiente y margina a un sector grande de compatriotas.

La dictadura aplastó a la ciudadanía y negó la vigencia de los derechos humanos. La transición ha defraudado el sueño de las grandes mayorías de acceder a recursos para mejorar la calidad de vida. El proceso democrático necesita dar pasos firmes para mejorar la representación y ver resultados. El sector privado y los sectores sociales bajo el liderazgo del gobierno están obligados a mejorar las condiciones de vida de los pobres para garantizar la estabilidad social.

Los cargos públicos no son de los partidos políticos sino de los funcionarios honestos y capaces que no necesitan de padrinos y mandamases. Frente a estos obstáculos para el postergado desarrollo económico de la República, los programas que estudiamos en el CAP proponen los siguientes objetivos estratégicos:

Construir un Estado a partir de los intereses de los ciudadanos, más allá de los límites partidarios y de los grupos de poder económico, capaz de privilegiar el bien común, la

transparencia, la eficiencia y la equidad de las políticas públicas y cuyos gobernantes rindan cuenta de su gestión a la ciudadanía para acabar con la corrupción, la impunidad, la ineficiencia y las grandes inequidades sociales.

Impulsar el desarrollo económico con la participación de la sociedad civil, el Estado y el sector privado para mejorar las condiciones de vida, el medio ambiente, el clima de inversión y ahorro, la competitividad y el crecimiento económico con generación de empleo.

Proteger los intereses nacionales y los derechos fundamentales de todos los compatriotas para acabar con las oprobiosas discriminaciones y privilegios. Para cumplir con estos objetivos estratégicos, hemos priorizado las siguientes áreas programáticas del desarrollo, de la seguridad y la estabilidad económica y social. Otra deuda prorrogada es la inseguridad ciudadana, este flagelo preocupante que se cierne sobre las familias y las instituciones. Vamos a combatirla con entereza atacando sus causas: la corrupción, la impunidad y la debilidad institucional.

Estamos comprometidos a impulsar un crecimiento económico sustentable sin destruir el medio ambiente, aumentando la productividad de nuestra economía, y donde prime el interés de la creación de empleo y la mejor distribución de ingresos y oportunidades para nuestros conciudadanos. Para esta tarea, apostamos a la iniciativa privada y al mercado como generador de demanda de mano de obra y asignador de recursos con la activa participación del Estado, como garantía de la distribución equitativa del ingreso, preservación del medio ambiente y el derecho de los débiles. Apostamos a la promoción de las micro, pequeñas y medianas empresas, tanto urbana como rural, mediante políticas sectoriales proactivas,

tales como asistencia tecnológica, financiera y creación decanales de comercialización. Asimismo, animaremos alas empresas innovadoras y a las empresas asociativas ycooperativas.

Desde el Estado, impulsaremos las inversiones en ciencia y tecnología, ampliación de la infraestructura vial, transporte y de comunicación. Igualmente, implementaremos acciones tendientes a aumentar el capital social en las comunidades urbanas y rurales. Vamos a encontrar una solución a los problemas de las empresas públicas para mejorar sus servicios, ampliar su cobertura y lograr mayor transparencia y mejor gestión financiera.

Una de las prioridades de este proyecto político es aumentar la capacidad de exportación y de diversificación de productos y mercados, la proyección internacional y la soberanía energética. La globalización no solo implica poner las reglas del mercado sino los intereses del país en las rondas de las negociaciones. Para tener éxito en el campo internacional vamos a reestructurar el servicio exterior y mejorar la capacidad de negociación de los funcionarios públicos.

Los biocombustibles y otras energías renovables se aprovecharán en forma social y ambientalmente sustentable, para generar puestos de trabajo y reducir la dependencia del petróleo importado.

Como mensaje final quiero llamar a todos a unirse a este proyecto para servir a la Nación y lograr el anhelado bienestar para todos, y sobre todo para las grandes mayorías postergadas, llamamos a los jóvenes, a los empresarios emprendedores, a los funcionarios honestos, a los trabajadores, campesinos y profesionales, a las amas de casa, y a todas las personas que en el fondo de sus corazones desean un país diferente.

La fuerza y la adhesión permanente de ciudadanos de todos los colores y clases sociales nos animan y nos dan luerza para lograr el poder y transformarlo en beneficio de lodos. Necesitamos urgentemente emprender la conquista de la democracia, el desarrollo y la independencia, necesidades fundamentales que nos apoyen para hacer el cambio que tanto anhelamos.

El cambio es posible y es una construcción colectiva desde la gente y con la gente. El cambio se ha iniciado hace tiempo en nuestro país con la acumulación paciente y tesonera de muchas experiencias anteriores, y ha generado una fe inquebrantable de mujeres y hombres, fraguada al calor de las luchas sociales y políticas. Hoy, las condiciones están suficientemente maduras para empezar a trabajar en el nuevo país que queremos. Obtenemos el apoyo de la mayoría de la gente, ahora necesitamos cuidarlo con uñas y dientes.

Hago un llamamiento a todos y a todas a ponerse de pie para defender esta preciosa joya que tenemos en nuestras manos. Estamos llamados a ser los protagonistas directos de un quiebre histórico trascendental en nuestro país. Les pido dejar de lado las dudas y vacilaciones para lanzarnos con fe y decisión a organizamos, a trabajar, a conquistar y a defenderlos con valentía y con honor, como corresponde a todo ciudadano y ciudadana dignos.

—¡Viva la patria! -concluyó el discurso con la mano derecha en el corazón.

Los estados de ánimo ya no eran los de antes, quedaron encerrados bajo llave y las palabras de aliento que se volvieron a escuchar no tuvieron la misma repercusión que en la primera; a pesar de todo, los días siguieron restandoeltiempo y contando el marcador establecido por la Constitución Nacional para el vencimiento del lustro.

 

UN AÑO DESPUÉS

La República es muy tradicionalista en sus fiestas patrias, populares y religiosas. Semana Santa es una de ellas, son días para reflexionar, reencuentros familiares donde la gente suele viajar para compartir con sus seres queridos, la comida típica es realizada en casi todos los hogares y el Domingo de Ramos es la jornada más simbólica a esta tradición cristiana en toda la nación, ese día se conmemora la entrada triunfal de Jesús a la antigua ciudad de Jerusalén, montado en un asno; días después, sería brutalmente torturado y crucificado. Los feligreses acuden a bendecir sus palmas tejidas y trenzadas por los artesanos que aprovechan la ocasión para hacer su agosto, los que omiten este tipo de tradición son las religiones protestantes que se basan más en las escrituras que en las tradiciones. El Jueves Santo se recuerda la eucaristía y el sacerdocio, y el Viernes Santo se reproducen diversas obras de teatro sobre el viacrucis, asumiendo como intérprete principal algún joven con semejanzas a los rasgos físicos del Salvador, con la famosa barba y, en caso de que el protagonista no la posea, se le pinta la cara, generalmente llevan como vestimenta una sábana atada con cuerda y en los pies calzan sandalias, se paraliza la nación con un silencio avasallador por respeto hacia el Misericordioso, por sus allegados y amados devotos; otros esperan esa fecha para realizar unas pequeñas vacaciones, jugar a las cartas. Pero no todo se viste de santidad, incluso,

están algunos desubicados que interrumpen la santa paz con bullicios y los infaltables accidentes, frutos del alcohol; los sucesos llegan al término de la jornada informando que existen muertes en las rutas, todo tipo de pelas con armas blancas y lascivias de las personas que dejan al Demonio las puertas abiertas, haciendo sacrificio a la carne imitando a la desprestigiada Sodoma y Gomorra, pero esa es la otra cara de la moneda que también sale a la luz en los noticieros que escupen sangre por la pantalla chica.

Ella se acercó, unos días antes de la conmemoración santa, a realizar una denuncia por falta de manutención a su único hijo, en el Juzgado de la Niñez de la capital. Hilda Bernarda Castillo trabajaba como empleada doméstica en una enorme casa, en la zona residencial de las Carmelitas, una mansión que combinaba piedras naturales con colores pasteles, la que se diferenciaba del resto de los caserones de la zona por su innovador diseño. Su patrona y nueva amiga, la señora Cristina Maruca, le concedió albergue por recomendación de una amiga y sintió compasión de ella, recordando también aquellos momentos en que fue víctima de la soledad en la capital, cuando decidió comenzar una nueva vida, sabía lo difícil que sería para una pueblerina y más con un hijo, llegar a superarse; no sabía y jamás le preguntó quién era el padre del niño, porque Hilda se limitaba a decirlo, pero eso sí, Cristina Maruca siempre le aconsejaba cómo proceder para que el padre le otorgara una manutención digna a su hijo.

—¡Así como hizo la macana que se haga cargo el hombre ese! -le decía Cristina Maruca.

Aquel martes santo llegó al Juzgado de la Niñez, Joselito tenía ya dos años y su padre nunca lo conoció personalmente,solo a través de una fotografía que llegó por correo en un sobre marrón a su oficina, en el interior solo se encontraba la foto de un niño desnudo jugando en una palangana, en la parte posterior estaba escrito con letras cursivas y separadas, pero muy entendible: “Él es tu hijo Joselito”. Sabía de su existencia y unas cuantas veces le envió pañales y otros regalos que enfurecieron a la desconsolada madre; al enterarse Cristina Maruca de las migajas de responsabilidad, la llevó inmediatamente al Juzgado para realizar la denuncia y exigirle al padre la mantención obligatoria del niño.

Hilda tuvo problemas con su tía Dulcedelicia, cuando se destapó la sorpresa que llevaba un niño en su vientre, le dio la espalda y la echó de la casa, al igual que el resto de su familia. No tuvo más arreglo que juntar sus cosas y marcharse. Una amiga la esperaba con un trabajo en la ciudad capital. Más que una criada, fue tratada desde un principio muy bien y cuando nació el niño, su amiga se encargó de cuidarla y su patrona se adjudicó con todos los gastos.

—¡Ya es hora que ese desgraciado te ayude! -le decía enojada durante el camino al Juzgado.

—Buenos días -saluda la recepcionista.

—¡Queremos hacer una denuncia! -anunció Cristina Maruca.

—Sí, ¿a nombre de quién y por qué tema? -preguntó la mujer, masticando una goma de mascar.

—Al Señor Presidente de la República, José Luis Blanco Gutiérrez, por la falta de mantención a su hijo -declaró por primera vez Hilda Bernarda Castillo.

Elteléfono de la oficina del diario La Primera sonó dos veces y la misma secretaria del Juzgado urgió en hablar con eldirector, el tema: una noticia más que importante sobre

la vida personal del Presidente de la República; la secretaria pidió por la información una buena suma dedinero y el pago se realizó en pocos minutos, al contado, en fajos de billetes verdes. Entregó la copia de la denuncia con los datos de la madre y del niño. Procedió de modo similar con otros dos diarios y al siguiente día, los tres medios gráficos más importantes del país plasmaron como tapa la denuncia, el rostro del presidente, la fotografía de la madre cargando a su hijo; los medios escritos supieron ocultar la identidad del menor con una representativa línea negra que tapaba sus ojos.

El momento no hubiese sido más propicio para atacar al candidato con un puñado de insultos, tildándolo de farsante, mentiroso, violador, corrupto y otros títulos denigrantes a su persona. Solo esa noticia valió para que todo lo que construyó se desplomara en una sola palabra: Credibilidad. Fue la peor semana desde que tuvo raciocinio en toda su existencia, y de santa, en contados días, no tenía nada; una doble vida, como definieron muchos periodistas, atacaba la privacidad de su persona. La pasión de Cristo fue opacada por una noticia tan vergonzosa y desagradable para todos los ciudadanos.

—Depositamos nuestra confianza en él -respondía una mujer que se encontraba caminando por la calle, cuando un reportero le preguntó cómo viviría esta Semana Santa.

Tenía programado participar de la misa del Jueves y Viernes Santo, pero lo acaecido sobre un supuesto hijo lo llevó a cancelarlo, y decidió quedarse en la Residencia de los Escudos. Buscó, a través de todos sus contactos, ubicar a Hilda, hasta que dio con su paradero; cuando la vio en la portada del diario La Primera, notó en ella más de uncambio, había perdido esas curvas de quinceañera, llevaba puestos unos grandes lentes de sol y un corte de cabello bien rebajado, con un efecto mojado por el gel que ahora la caracterizaba. Junto a ella otra mujer de cabellos rubios, que era el centro de atención más que la primera, con unas gafas que disfrazaba gran parte de su rostro; observaba en el comedor, mientras desayunaba un café con leche junto con la noticia.

—Tienes que reconocer a tu hijo, José Luis -le dijo Lisaida.

—Sí, así lo haré -manifestó.

No había otra alternativa para apaciguar las aguas porque sabía que él fue el primero en la vida de Hilda y probablemente el único. Antes que fuese llamado por el Tribunal, accedió a la petición de la mujer en someterse a unas pruebas de ADN, pero no era necesario, él se adjudicó al instante la paternidad. El niño fue reconocido e inscripto como hijo suyo, llevando como primer apellido Blanco y el segundo el de la madre, Castillo. El escándalo se expandió a su punto máximo cuando apareció otra madre y otra y otra más, reclamando la paternidad del mandatario, hasta llegar a nueve los supuestos casos de hijos no reconocidos por parte del dignatario. Los consejos de sus más allegados amigos le indicaban que era mejor quedarse solo con un hijo y sin tener que responder a todos los cargos de paternidad del país. Él no sabía si eran suyos o no, hizo el amor tantas veces, besó tantos cuerpos y mordió tantos labios que no recordaba si con algunas de ellas llegó a cuidarse, para no dejarlas gestantes ante un padre oculto por una sotana. Se hicieron chistes, músicas y millones de caricaturas del exobispo, con tilde de burla, sobre su embarazosa

paternidad, apuntando una vez más a la Santa Sede sobre el pecado que tanto calienta a los curas.

Catalina, su sobrina, trabajó rígidamente en la campaña política al ascenso de su tío, para que llegara a ser presidente, quien le prometió un cargo dentro de su gobierno; sin embargo, no cumplió a su palabra, para evitarse más dolor de cabeza a los que ya sostenía con respecto a sus parientes que estaban ocupando distintos puestos administrativos. No comprendiendo el caso, ella decidió visitar a cuántos medios de comunicación existiesen y de la noche a la mañana se volvió un ser mediático, manchando más la imagen de su tío.

—¡No sé qué vas a hacer con tu hija, Lisaida, pero mejor que se calle! -continuaba enfadado—¡Me está sacando de quicio y eso no es bueno para nadie!

Entrevista a Catalina Domínguez Blanco, realizada por el periodista Humberto Espinoza para el diario Primera Hora.

—¿Cómo ve usted a su tío actualmente, desempeñándose en el cargo de Presidente de la República?

—La verdad, me siento dolida por el pueblo, tampoco se puede hacer maravillas de un día para otro, pero tendría que mejorar. ¡Se puede mejorar!

—¿Ustedes, o sea su familia, sabían de la doble vida que llevaba el Señor Presidente?

—Sí, sabíamos, en más de una ocasión escuchamos rumores sobre el tema, pero todo quedó en secreto familiar para no armar ningún tumulto público, él mismo nos pidió eso.

—Catalina, usted dijo que si se llegaban a realizar más pruebas de ADN sobre los otros casos de denuncias hechas, estas estarían preparadas para dar negativo, ¿es eso correcto?

-Sí, por supuesto, lo dije ayer en una emisora radial, si es mentira o se demuestra lo contrario que se me presente cualquier acción penal que la voy a cumplir. Lo único que aconsejo a estas pobres madres que las pruebas las realicen en el exterior, acá estaría todo cocinado.

—Me enteré que visitó a su tío en La Residencia de los Escudos. Como estoy escuchando sus respuestas, creo que no llegaron a ningún acuerdo.

—Hablamos mucho, no obstante no llegamos a ningún acuerdo, él estaba muy nervioso y así no se puede hablar. Aparte, yo ya estoy defenestrada de mi familia, me han excomulgado, ya no hablo con mi madre y tengo prohibida la entrada a ese lugar.

—¿Dónde va a pasar la Navidad?

—No lo sé, lo que sí puedo decir es que Fátima, quien se casó el sábado pasado, estaría embarazada y José Luis sería abuelo. Ella es su hija predilecta, aunque no reconocida, pero sí mantenida y apoyada por él, sostengo y puedo dar fe que los gastos de la boda fueron pagados por él.

—Muchas gracias, Catalina.

Terminó la corta entrevista que la hija de la Primera Dama concedió. Lo de Fátima era una simple suposición no confirmada por ella y nadie salió a desmentir el hecho, el padre era otro que también nunca asumió su responsabilidad y en aquel tiempo el exobispo tomó un cariño paternal por la niña, otorgándole la ayuda que estaba a su alcance.

Para escapar de sus problemas seguidamente a las fiestas deNavidad y Año Nuevo, José Luis decidió tomarse unas cortas vacaciones, se embarcó los primeros días del reciente ano hacia las paradisíacas playas del Brasil, donde pasaría los siguientes días.

 

2

—¿Se siente bien, Señor Presidente? -preguntó uno de sus guardaespaldas.

—Un fuerte dolor bajo el ombligo, no es nada, prosigamos -respondió el mandatario-. Voy a hacerme un chequeo general, hace unos días que me está atacando el mismo dolor -continuó-. Bueno, llegamos al Palacio de la Libertad, hoy tendremos mucho trabajo, muchachos -puntualizó.

El dolor permaneció y tuvo que ser internado.

La ministra de Salud comunicó, un martes por la mañana, que la operación de próstata fue todo un éxito, no obstante al Jefe de Estado se le indicó unos días de reposo. Más tarde, su médico de cabecera anunciaría, en una rueda de prensa, que tras la biopsia hecha del ganglio inguinal, se le extirpó un linfoma maligno cancerígeno. El problema era mucho mayor, debía someterse a unos tratamientos con sesiones de quimioterapia, el método se prolongó seis meses más de lo previsto, se había rapado el cabello como parte de una promesa, el nuevo corte dejó notar que poseía unas enormes orejas al igual que una enorme nariz, el tratamiento siguió hasta el tercer año de su mandato con mejorías importantes, sin afectar sus actividades. Durante ese transcurso de viajes mensuales a la ciudad de San Pablo, en el vecino país, conoció a una carioca con quien mantuvo una relación muy fogosa, ella iba a la República cada quince días, se veían a escondidas más y más en fines de semana estrictamente ininterrumpidos.

Natasha, una mujer nacida en las favelas de la ciudad de Río de Janeiro que, desde los comienzos de su juventud, anheló ser una gran estrella de cine, y a sus tan solo quince

años de edad salió de su hogar sin terminar el colegio, a descubrir mejor el mundo a su manera, antes de tener esas ideas reclinaba sus brazos sobre la ventana de su dormitorio donde observaba todo el horizonte de la bahía, el Pan de azúcar, el Cristo Redentor y los lujosos departamentos y hoteles a los cuales nunca llegó a acceder, solo alimentaba una vaga imaginación ostentosa que algún día también ella lo sentiría palpable en su vida, ocupando unos de esos departamentos con vista a la playa de Copacabana, disfrutando desde allí el nacimiento del sol y de las caras de sus atardeceres, salir de compras y cumplir su sueño de ser millonaria en una ciudad con tantas diferencias de clases sociales. Trabajó de limpiadora en un centro comercial durante las noches, de este modo lo hizo por dos años hasta que le cambiaron de turno, su nuevo horario de cinco de la mañana a dos de la tarde; ingresó nuevamente al colegio haciendo cursos acelerados e iba al gimnasio por las noches, tomaba sol durante los fines de semana junto a sus dos amigas que trabajaban en el mismo lugar, durante ese tiempo prácticamente se olvidó de sus raíces y de su origen.

Una de sus compañeras era una amalgama de la más delicada femineidad absoluta con un misterio oculto bien guardado; cuando nació, su madre dijo que sería el mejor futbolista de todos los tiempos y lo llamó Renaldo, pero al ir cumpliendo los años sus gustos se orientaron hacia esos hombres del deporte, y con tan solo catorce años se hizo conocer como Cristal Rosa; el primer nombre, en estima hacia una vedette a quien idolatraba y el segundo, en respeto a su madre para quien su hijo estaba muerto en vida; se hizo conocida por ser una bailarina exótica de las discotecas nocturnas. Alta, con un cuerpo imitando a la perfección de las medidas más codiciadas, se vestía con plumas ylentejuelas para dar sus espectáculos hasta entonces bien pagados por los empresarios que iban a verla, como cartelera principal de la marquesina de los lugares nocturnos donde frecuentaba. Era una noche de esas, cuando un hombre fue invitado a subir a la tarima para que Cristal Rosa le realizara un baile erótico, y el invitado, en vez de colocarle el billete entre la liga de su diminuta ropa interior, sin querer la estiró y ella cayó al suelo dejando al descubierto su íntimo secreto. Fue la burla en todas partes y al poco tiempo sus contratos quedaron anulados y tirados en la calle. Su belleza se fue secando en una depresión que la llevó a limpiar con honra el mismo centro comercial donde trabajaba Natasha, fue allí donde se conocieron y se hicieron muy amigas.

Aquel hombre que la rescató de la favela trabajaba durante todo el día, estaba enamorado de ella, pero el afecto no fue recíproco, sabía lo que tenía en mente y él no era un futuro seguro. Su cuerpo se despojó de esa vestimenta de piel inocente para usar un vestido único de señorita llamativa; fue entonces que la descubrió un empresario de una importante agencia de modelos de la ciudad, simplemente al verla se imaginó un montón de sesiones fotográficas, tapas de revistas, desfiles en pasarelas y publicidades en revistas, ella tenía las cualidades pertinentes que cualquier jovencita querría, con ese cuerpito de ángel y esa carita inocente. Así comenzó un sueño que terminó en contados meses, drogas, sexo, rehabilitación, sexo, drogas, dinero y viajes, siempre en compañía de Cristal Rosa como su representante, quien desde un principio sabía que era un diamante en bruto digno de pulir; sin embargo, no supo resguardar con celo las tentaciones de amenazas que acechaban a Natasha. Se enteró, por medio de una modelo, que el presidente del país vecino se estaría realizando tratamientos en la ciudad de San Pablo,causa de una enfermedad que estaba padeciendo, noticia que no le importó en lo absoluto, simplemente pensaba en los beneficios que conseguiría con él, se informó acerca de su pasado y sería una buena presa según su expediente curricular.

Se conocieron en una cafetería internacional de la esquina, siempre que llegaba a la ciudad solía frecuentar ese lugar, le gustaba mucho el café descafeinado por las mañanas y por las tardes café helado. José Luis estaba solo en ese mismo instante y ella lo notó, aprovechó la situación y le pidió permiso para ocupar la silla vacía que estaba junto a él y luego que obtuviera el permiso, se sentó a su lado a charlar y así comenzó una pequeña relación de amistad.

—¿Puedo quitarme una foto con usted? -le dijo ella.

—¿Puedo quitarle su número de teléfono? -le dijo él.

Uno de sus guardaespaldas estaba en el baño y el otro se encontraba custodiando afuera de la cafetería, cuando salió del tocador notó que el presidente se encontraba en muy buena compañía, rieron, charlaron, se descubrieron con las miradas y ella pensó -qué feo es-, luego del sabroso café subieron al hotel por invitación de él y por provocación de ella. Natasha recibió los regalos prometidos y unas tarjetas de crédito que él se encargaba de recargarla con cada visita, fue una relación pasajera y José Luis dejó de buscarla necesariamente por sus infinitas exigencias de obsequios costosos, caprichos desmesurados y aire de diva fingida, hasta que la relación se volvió áspera, más aún cuando los periodistas descubrieron que, en más de una ocasión, el avión presidencial fue ocupado para otros fines, como llevar a Natasha a puerto seguro. No se presentaron explicaciones al respecto.

 

3

La República seguía con los brazos cruzados a sus espaldas, no cambió mucho desde el período en que aquel hombre del interior anhelaba la Presidencia; la enmienda a la Constitución Nacional sobre un posible caso de reelección fue anulada por la ciudadanía, la corrupción siguió con sus trueques, los partidos políticos comiendo sin ayunas al compatriota, los Ministerios al mandato del amiguismo, los viajes en crucigramas de la comitiva, el desempleo imponente, los campesinos disconformes con sus azadas; mientras tanto, el crimen iba despojando la inocencia de sus víctimas.

Cumplió el plazo de ocupar la silla en el Palacio de la Libertad, y La Residencia de los Escudos veía cómo un Jefe de Estado más se retiraba, atrás quedó el tiempo de mandato, los viajes, los privilegios y un azar de tan pocos años que pasaron como el viento. Hoy le esperaban unos cuantos juicios políticos, nueve hijos por reconocer y desde los balcones inspeccionaba con engaño esos tiempos en que la comitiva presidencial seguía su sombra y obedecía sus decisiones.

—Lo veo mal, jefe -vislumbrando una cara fría como el mármol, expresó Rústico.

Iba con el rostro bajo, sigiloso, con la tristeza entre los rabos por la carencia de felicidad, silbando una melodía que recordaba sin acierto, el electo nuevo Presidente pidió que se despojara todo lo perteneciente al antiguo mandatario, ese hombre dio su primer paso con carácter de hierro y decisiones duras y estrictas, se levantó como un desconocido para colocarse ahora en lo más alto del poder.

—Adiós -dijo a los guardias de veinticuatro horas, pensando que el pasado siempre fue mejor, cuando el presente es peor y el futuro parece ser incierto.



VII - EPÍLOGO

Recuerdo cuando me llamaba en sus últimos suspiros, simplemente para que fuera a prepararle un vaso de jugo de naranja bien puro y sin azúcar, como a él le gustaba, me contaba de sus historias pasadas, de sus épocas guardadas. Él llegó a mi vida mucho tiempo después de que nací o yo llegué a la suya por esas ansias de buscarlo, la distancia nos mantuvo separados hasta que perdió su gloria, fue allí donde nos volvimos a encontrar en el pueblo que lo vio nacer.

Mi padre estaba en aquel lugar, sentado en una reposera de mimbre; por las mañanas y por las tardes se acostaba en una hamaca en el corredor de su casa, sus más de ocho décadas representaban el olvido de la juventud que lo marginó trivialmente, leía el mismo diario La Primera, junto a la aurora hacía varios abriles olvidados, para rememorar esas épocas de inmortalidad donde él era primicia de aquel histórico registro de papel en una de sus primeras entrevistas, luego de asumir la Presidencia. Vivía solo, mi madre no quería saber nada de él, al igual que las demás madres y mis hermanastros, pero a mí me acercó algo, quería interiorizarme y aprender lo que tenía para enseñarme. Nome reconoció por el simple hecho que en más de veinte años no me había visto y cuando lo saludé asintió con la cabeza, la edad lo había dejado tedioso, pero siempre mantuvo esa humildad que caracterizaba a su persona.

Ninguna vez me preguntó nada sobre mi vida, creo que en realidad tampoco le interesaba, se volvió un hombre de pocas palabras, solo decía lo justo y necesario. Hasta ahora no entiendo cómo me alojó en su casa, no creo que fue porque le haya mencionado que era su hijo, sangre de su sangre, simplemente estimo que necesitaba ayuda y también compañía, más compañía que ayuda; cuando mencioné a mi madre solo sonrió, fue la carta de recomendación para abrirme las puertas de su corazón a sus secretos más íntimos, contados en un diario escrito en su memoria que surgía muchas veces así:

—Escribe tu vida, pero recuerda, no existe borrador para los errores, lo hecho, hecho está -dijo con un profundo suspiro-. Quiero que cuentes mi historia a una generación que me ha olvidado, apunta todo lo que te digo, del tiempo no me preguntes porque no lo he medido -continuó.

Y así pasaban los días sin dirigirme palabra alguna; otros, en cambio, quedaban reservados para el mismo Dios o hablando solo, hasta que se dignaba a entablar algún diálogo revelando lo oculto de su alma para transformarlo en palabras audibles. Nos levantábamos muy temprano, cogíamos algunas cosas y salíamos a pescar, regresábamos con el despertar estrellado y no dormíamos hasta ver alguna estrella fugaz que rayara el infinito; no atendía los llamados de mi madre y traje conmigo todos mis ahorros, adquiriendo algunas comodidades necesarias para mi indeciso futuro hogar. Remodelar las caras de la casa, lavándolas con coloresclaros, fue el primer paso, mientras él me observaba bajo un milagroso árbol de naranjo, el más grande que había visto, el cual a diario nos proveía de sus frutos para saciar nuestra sed y sanar nuestro mal. Mi afán estaba en verlo feliz, cuidarlo y estar juntos; creo que eso también lo hacía dichoso, compartir mi compañía.

Aunque me costó, traté de entenderlo desde un principio, comprendí a mi viejo, a mi querido viejo, hasta que el Alzheimer de a poco lo llevó a un mundo de intelectuales olvidados y distraídos, su silencio me hablaba en mil idiomas y su carácter escribía su personalidad. Compartí lo suficiente, hasta que una mañana entró a su habitación, a la cual yo nunca accedí en el tiempo que cortejaba la modesta casa. Sacó más de dos docenas de agendas, rasgadas por la polución del clima, y me las obsequió, lo hizo en cuatro viajes de su dormitorio al comedor, cargándolas lentamente en sus brazos y me las acercó, las tapas estaban forradas con una imitación de cuero de color marrón y negro, con finas capas de polvos y telarañas. Las comencé a limpiar una por una y me dijo que deseaba volver a rememorar el pasado, no en ese mismo instante; aunque la curiosidad me absorbía, lo obedecí.

Los días posteriores fueron tranquilos, íbamos a pescar cuando la circunstancia lo mandaba. Esa mañana muy temprano fue a excavar la tierra para buscar lombrices, agarramos nuestras cañas de pescar hechas con tacuaras e hilo de nailon, y partimos; durante la aventura, el silencio de nuestros pensamientos prestó oídos a la sonora naturaleza, y en cuanto a mí, el recorrido de mi conciencia madrugadora se despertaba en intensiones de poder pretender la lectura de las agendas convertidas en diarios, para interiorizarme másen él. Creo que gané su confianza y su cariño no expresado como tal. De regreso a casa, preparé la cena y esperé a que durmiera, agarré el secreto enumerado en sus lomos por letras romanas que encubrían esas hojas de vidas, me senté en el suelo de mi cuarto y recosté la espalda en la fría pared; abrí el baúl de los recuerdos olvidados, incluso por el autor de las mismas, la primera hoja dejaba en descubierto el tono amarillento de los años que la delataban, la segunda y la última también, mis ojos seguían el apunte hecho a mano alzada, en letras separadas, con mayúscula, en letras juntas y cursivas. El primer diario comenzaba así:

Veía cómo el barco se acercaba a la orilla, trayendo consigo pequeñas olas que chocaban contra esta, bajaban del navio unos hombres vestidos todos de manera uniforme, de camisas blancas como si fuesen recién almidonadas, calzando unos zapatos negros carbón y los pantalones del mismo color, el agua del río acarreaba junto a la alborada una brisa que se escondía en el horizonte que gratificaba una temperatura exquisitamente fresca, un crucifijo reflejó los rayos del astro rey que eclipsaron mi vista en un impacto de primera a última, al contemplar al hombre de barbas blancas que lo llevaba colgado al cuello. Parecían solazados y con rostros lúcidos, también pude observar a un pequeño niño cargando una Biblia gastada en su mano derecha y con la otra tomaba la mano del hombre con barba blanca que bajaba del barco hasta que tocaron tierra firme.

Debajo de estas palabras decía: Este sueño marcó mi vida, todo comenzó aquí.

Cuando di vuelta la página, quedé sorprendido porque no había nada escrito, tampoco en la siguiente, ni en la siguiente; creo que dejó esos espacios en blanco para daralgún tipo de agradecimiento o recordar quién sabe qué, no obstante la descripción de sus actos iniciaban en la séptima hoja, describía su niñez, la llegada a la ciudad de La Perla, su primera mascota, la relación con sus hermanos, sus juegos de niños, la muerte de una maestra de primaria y sus travesuras de adolescente, hasta llegar a su primer amor. Las letras cambiaron a mayúsculas, así como escribió el sueño, y sencillamente también me hubiese enamorado de Malena Estigarribia si ella hubiera nacido en esta generación y no en el tiempo cuando la tecnología comenzaba a despertar. Alimentaba durante las madrugadas las hazañas que mi imaginación llegaba a reproducir de aquella lectura fascinante a una adicción sin igual, corriendo los errores de la vida y suponiendo estar en las mismas situaciones de descontrol abstinente al juego del todo o nada.

Bastien Lemaire de Schuyter aspiró sus últimos aires caribeños y despidió a sus amigos con un hasta pronto, no fue del mismo modo con la guapa Dora, ambos quemaron sus últimas mechas atesoradas para el final, eso aconteció en un lapso no muy distante de la partida de José Luis. Cuando llegó a la cuna de la moda, a la ciudad luz, París, esta no lo hospedó con augurios afables, un aire frío invernal con un cielo grisáceo petróleo polarizaba la ciudad, el ambiente era propicio para los virus infecciosos; a través de un estornudo contrajo de sorpresa una gripe, en un instante desprevenido cuyo mal lo dejó acongojado por varios días, situación que lo llevó a retornar en torpezas sensibles a las pálida arenas, al ardiente sol y a su amada Dora, saltando entre las estrellas y la luna espejada del mar. Como no pudo sacarla de su cabeza ni a su contorno de mujer ni su imagen cautivadora que caía en pequeñas gotas como de rocío, hasta llegar al fondo delpozo de su corazón, la llamó, ahí, en su máximo estado de nostalgia, pero ella no correspondió al auxilio desesperado simplemente porque no estaba, solo un día después del clamor de sus gastados dedos de tanto discar, habló con ella, no obstante fue el odontólogo Heriberto García quien lo atendió en la casa, propiedad del mandatario del país más hacia el sur, donde Dora quedó encargada del relajante predio de amores de verano:

—Solo llamaba para decirte que te extraño -dijo el celoso Bastien—¿Estas de novia con el odontólogo? -preguntó.

—No, solo vino a visitarme, y también te extraño mucho.

Cerró sus grandes ojos e imaginó un mundo con él y en ese santiamén él hizo lo mismo e imaginó un mundo sin ella. Esa misma noche, Bastien compró pasajes de vuelo aéreo directo al Caribe, para sumergirse en recuerdos que llamaba Renacimiento del amor perdido; ya le había sucedido más de cincuenta veces en su vida, pensando siempre que era el acertado, y así fue como retornó a recuperar esa sonrisa perdida por su flamante ausencia. Dora se envolvió en ser la mejor amante del mundo, para no dejarlo escapar jamás; decidieron unir sus deseos en un sí eterno, bajo el universo como testigo.

Con el tiempo, sus almas se unieron en una, a tal punto que sus propósitos eran compartidos hasta en sus más desusados recuerdos de secretos escondidos, la belleza terrenal los mantuvo segados a una interminable luna de miel. No obstante, todo cambió el aspecto de aquel paraíso tangible cuando un huracán golpeó a la aislada isla, inundándola por las intensas lluvias que desbordó todo a su paso, el viento demolió a miles de viviendas dejando desprotegida a la población entera. Esa misma noche, el marpor poco se traga como un bocado aquella indefensa masa de tierra y los del renovado amor luchaban por sobrevivir al catastrófico fenómeno climatológico que la naturaleza castigaba severamente; todo pasó tan rápido como los cuerpos sin vida que flotaban en el agua, cuando la claridad encendió el paisaje fílmico de una de las peores escenas de sus vidas. Bastien salvó a Dora del espíritu de la muerte, cuando estaba siendo arrastrada por escombros y lodo hacia una correntada sin fin, el temor lo perdió por completo y fue en auxilio de su amada, quien jamás encontraría el valor del pago a tal valentía para recompensar una segunda oportunidad de la más pura felicidad que le tocó vivir con el hombre de su vida.

Las aguas habían cesado, el barro se había secado y las organizaciones internacionales llegaban con medicamentos, alimentos y miles de provisiones de primeros auxilios, pasaron exactamente seis soles y cinco lunas para que dejaran la isla, pese a las insistencia de Bastien en abandonarla antes que ocurriera el fatídico caos natural, disminuido a nada por las autoridades. Dora se adjudicó con toda la culpa por no escucharlo, pero luego se dio cuenta que dicha situación le otorgaría el mejor trofeo de todas las emociones, su amor hacia esa mujer que en sus últimos días le demostró que valía más que todo el oro del mundo. Volvieron a Francia y en uno de sus tantos viajes por Europa, la mitología griega los cautivó para contarle de sus experiencias a Afrodita frente al perdurable turquesa del mediterráneo que los alojó en una vejez tranquila y serena.

 

2

Hoy doy el paso más memorable de mi vida, leía Joselito Blanco Castillo en la primera agenda marrón que se dispuso a abrir, ella contenía todas las reuniones del entonces Presidente con su Gabinete, un cronograma de interminables viajes y frases escritas de lo pronunciado por otros en reuniones casualmente cotidianas, números de teléfonos con iniciales quién sabe de quién y largas anotaciones de actividades tras actividades. En las siguientes hojas, la travesía continuaba sin ningún tipo de acontecimientos relevantes más de los que se venían repitiendo desde el principio, causando más de un bostezo a su hijo por el poco interés que siempre demostró hacia la política y todo lo que tuviera referencia al formalismo de una vida ajetreada.

Su búsqueda hacia la espiritualidad nunca fue hallada, hasta que una noche tuvo un sueño donde fue atacado por enormes caballos negros, cerca del río que frecuentaba; una enorme serpiente lo esperaba en el agua para tragárselo, hasta que un hombre con la más pura luz de santidad bajó de los cielos y le dio una mano, jalándolo con tanta seguridad que se sintió protegido en ese mismo momento.

Despertó temprano, con un semblante distinto, pero su padre ni se percató, fue el mismo semblante que iluminó el rostro de José Luis aquel domingo marcado por el cosmos cuando ese sueño despertó en él los inicios del hábito clerical distorsionados por sus concupiscencias; pero eso de ser sacerdote no era lo suyo, y a pesar de que el mismo sueño lo persiguió en más de tres ocasiones, no lo sintió como un llamado, sino como una protección sobrenatural en su vida.

Cincuenta y siete semanas, dos días y uno por surgir era el tiempo transcurrido desde que Joselito llevaba conociendo a su padre José Luis, aunque su relación no se basaba mucho en un trato entre progenitor y descendiente, ambos trataban de hacer el intento muchas veces fallido por encontrar esa química sanguínea que los unía. La edad no llegó sola, trajo consigo el acompañamiento de dolores en los huesos, una baja en sus defensas y las infaltables pérdidas de memoria, lo que fue el mayor trato a la ya angustiosa paciencia de su hijo.

José Luis desayunaba tres veces por día, almorzaba inclusive dos y llevaba la cena a la merienda y esta a su misma hora, manifestaba aires de mandatario con carácter dictatorial, sintiéndose un revolucionario sin causa ocupando la silla de mando en el Palacio de la Libertad, logrando inclusive sacar canas verdes a la paciencia de su hijo. A las diez de la mañana ordenaba:

—¡Sirve el desayuno, pues, hombre!

—Pero va a ser la tercera vez que desayunas.

—¡Y tú, quién eres!

La misma rutina de todas las mañanas comenzó a enfermar a Joselito, los reproches de que la comida no estaba a hora, que le faltaba sal o que era demasiado salada. Sus caprichos de anciano lo convirtieron en poco tiempo en un viejo avaro y apático, se bañaba dos veces por semana porque no creía conveniente hacerlo todos los días, debido a que se gastaba mucha agua y jabón; volvía a leer el antiguo diario que lo catapultó a la cima, rememorando esos momentos de gloria, atesoraba como una docena del mismo impreso, oculto en distintos lugares de su habitación. Pero los sentimientos más amargos se curaban en el corazón de su hijo cuando José Luis dormía como un niño por lasnoches, sin dar la mínima molestia. Tanto era el cambio de hora en hora de su personalidad, que no llegaba a entenderlo aunque hacía su máximo esfuerzo, pensaba en dejarlo y dejó también de leer la hoja de vida de su padre. Una noche fría entró a Naranjito sin avisar, durante el transcurso del día se mantuvo en más de treinta grados centígrados y el cambio nocturno de temperatura fue de dos grados bajo cero; esa variabilidad brusca en el clima hizo que José Luis contrajera una fuerte gripe veraniega estornudando, tosiendo y sonándose la nariz todo el tiempo, hasta que también escupía por cualquier parte dentro de la casa, colmando así la retirada de Joselito de la ciudad con rumbo a la capital del país, pero esta vez con la decisión de no volver jamás.

—Me voy -le dijo.

—¿Y tú quién eres? -le respondió.

 

3

El Cambio para la Alianza Patriótica fue perdiendo poder político a causa de algunos de sus dirigentes que se hallaron envueltos en la culpabilidad de algunos casos de secuestros y otros actos de corrupción. Al poco tiempo de que el exgobernante José Luis Blanco Gutiérrez cumpliera con su cargo, fue el objetivo del actual partido mandante actuar en pulverizar a dicha organización, logrando con excelente éxito su propósito; los seguidores habían dejado de trabajar en sus estatutos y programas marcados para un futuro ya un poco incierto e insuficiente. Cuando José Luis se enteró de los hechos que desmerecían a la que fuese la base de aquel entonces su gobierno, ya no tenía las fuerzasnecesarias en ánimo ni valor para volver a levantar lo que alguna vez había entregado con tanto afán en vida propia para construirla y ahora para restaurarla.

Pasaron tantos años desde la muerte del exvicepresidente asesinado en aquella mañana olvidada, que la investigación judicial volvió a reabrirse porque el único sobreviviente reveló que el exsegundo en mando de aquel entonces había fallecido durante el trayecto al destino fijado, declarando en parte que: ... lo acosté en mi regazo hasta que fuimos interceptados por aquel rodado blanco que trasladaba a esos asesinos déspotas, el vicepresidente ya estaba muerto antes de que ocurrieran los disparos al vehículo donde nos encontrábamos. La declaración generó en la República miles de especulaciones sobre el tema, la fiscalía y el nuevo centro de inteligencia apuntaban como principales sospechosos a Cristóbal Garay y Eladio Ramos, quienes estaban prófugos hacía tiempo por otros delitos. Acudieron al norte del país donde fueron recibidos por Tulio.

Un mapa escondía todas las trampas que resguardaba el refugio con sumo cuidado por la selva del norte, donde se hallaba el grupo guerrillero EPA, como se hicieron conocer a través de un video donde sus protagonistas se presentaron en incógnita con pasamontañas; dicho material fue enviado a las cadenas de televisión donde exigían al gobierno propuestas que ni en mil años lo pudiesen cumplir. El dirigente guerrillero a la cabeza era Tulio; aquel monaguillo con aspiraciones al sacerdocio estaba entre los delincuentes más buscados por parte del Departamento de Inteligencia del Gobierno, sus armamentos eran proveídos por otras organizaciones guerrilleras de América Latina, a cambio de marihuana que era cosechada entre las malezas ocultas de la selva; el clima propicio y la tierra fértil del lugar hacíanque esta especie de plantas crecieran con los mejores tallos, las mejores hojas y flores. El EPA fue el constante impulsor de los problemas en los distintos sectores del gobierno, organizaban marchas campesinas, asaltos a los agricultores y ganaderos, secuestros e interminables guerrillas con la Policía nacional, hasta que las Fuerzas Armadas de la Nación también intervinieron en la captura de sus principales líderes.

Uno de los enfrentamientos con los buscados tuvo lugar cerca de la Prominencia, cuando regresaban de comprar las provistas de primera necesidad; fueron interceptados en el vehículo robado que fue denunciado por su propietario un día y medio atrás, trataron de escabullirse a las sombras de las espesuras y fue allí cuando Tulio recibió un impacto de bala en la pierna derecha. Mientas los policías revisaban el vehículo abandonado al costado del camino, encontraron medicamentos, artículos de higiene y una provisión de armamentos y alimentos a granel para tres semanas más o menos.

Se encontraba mal herido y con dificultad para seguir; sin embargo, Eladio, con saltos apresurados sin mirar atrás, proseguía vertiginoso, desde lejos fue observado por un oficial de las Fuerzas Armadas de la República. Ubicó a su presa. Golpeó conscientemente el gatillo de su fusil, y en una milésima de segundo salió disparando con frigidez cxterminadora a realizar su única misión para la que fue fabricada. Matar. En ese mismo instante, en el momento menos esperado, tropezó y cayó al suelo aterrorizado. Después de almorzar exageradamente en el pueblo de la Prominencia, bebió tanta gaseosa de guaraná, su preferida, que dijo:

—Si este fuese mi último día de vida, lo estoy disfrutando.

El oficial observó que, por primera desde su ingreso a las Fuerzas Armadas de la República, había fallado; tal vez por culpa del destino que hizo tropezar al individuo para que cayera entre las malezas, notó que la suerte acompañaba al prófugo, pero no por mucho tiempo, e inmediatamente sin respirar volvió a repetir su última operación. Sin embargo, esta vez la sentencia de la vida jugó en su contra, al instante que se puso de pie, la bala ingresó por la nuca. Y por segunda vez, Eladio volvió a caer al suelo cuando intentaba retomar su huida, dejando su pantalón mojado de orín.

Esa mañana cuando despertó, se levantó de muy buen humor, porque esa semana no le tocaba hacer guardia nocturna, desayunó tranquilamente y se alistó con Tulio para dirigirse al pueblo más cercano, a la Prominencia, donde se abastecerían de lo que hacía falta para el regimiento, tenían dinero suficiente después de recibir el pago en el mercado negro por la venta de cocaína y marihuana, de parte de unos gringos americanos que llegaron a la República como turistas. Durante el trayecto en el vehículo robado, el cual ya era de conocimiento de los otros, Eladio le confesaba a Tulio que seguía enamorado de Minerva Duarte, el amor de su vida, y que deseaba tanto hacerle el amor como lo hacía en su época juvenil.

En el mismo tiempo en que Eladio mojaba sus pantalones, Tulio fue capturado arrastrándose sin suerte a su escapatoria; después de varios meses de búsqueda, el líder del grupo guerrillero terrorista EPA, fue capturado y llevado a la capital, con orden de cadena perpetua en el fallo emitido por el Tribunal que llevaba su causa, los medios de comunicación informaban segundo a segundo sobre loshechos acontecidos, mostrando una imagen enteramente realista. Llego a oídos de Porfirio el grave suceso ocurrido en las primeras horas de la tarde, a través de las noticias sobre el acto de captura y cómo se llevó a cabo lo acaecido. Permaneció anonadado frente al televisor: Eladio Ramos, uno de los dirigentes, había fallecido de un balazo en la cabeza, escuchaba Porfirio entre ecos de vacío, con los ojos cerrados; se encontraba en la hacienda de su propiedad, en Concepción, inmediatamente por medio de sus contactos solicitó el cadáver de su hermano para que tuviera un velatorio digno y no fuera tirado el cuerpo a los perros. Pese a todos los trámites, al final fue concedido el cuerpo al único familiar que lo reclamó. Días siguientes llegó de la capital del país Minerva Duarte, enterada de la noticia que su exmarido había fallecido y que el cuerpo del difunto ya se encontraba en la hacienda de su hermano; deseó darle su último adiós, sin rencores.

Su sueño se cumplió, como se lo propuso una vez, de tener una hacienda en su ciudad natal, y así lo hizo; la suerte le sonrió y heredó todos los bienes como una viuda, lo cual le llenó de felicidad en los últimos años de su vida. Porfirio Ramos solicitó llevar a cabo solo una misa en una pequeña parroquia de Concepción, a cargo del nuevo obispo recién llegado de Roma, asignado por un año a dicha zona de la nación, antes de su jubilación, el padre Carlos Javier Méndez, un anciano con espíritu jovial, excompañero de Seminario de José Luis.

El octogenario obispo dio unas palabras de aliento a los afligidos, quienes llevaban el más negro luto en sus vestimentas; el cuerpo fue sepultado, y descendía parado, entre parpadeos húmedos de contados amigos de Porfirio y Eladio Ramos. Estaban presentes la única mujer, Minerva Duarte,quien trató de soltar una lágrima de esos luceros amarillos pero no pudo, además de dos primos que se acercaron para dar los pésames; ella, por su parte, solo arrojó una rosa blanca cuando el ataúd descendía lentamente a su eternidad, la que hurtó del rosal que se encuentra en la entrada principal del cementerio municipal El Arcángel Miguel.

 

4

Estaba reposando con una mirada errante aparentemente fija en el cielo, cuando la enfermera se acercó a cantarle que un joven venía a visitarla, eso de cantarle fue un mal hábito que implemento unos meses atrás, y si las enfermeras no le hablaban en un tono de cántico, mostraba su total indiferencia hacia ellas. En el pasillo del segundo piso, Joselito observaba con ojos sonrientes a la anciana mujer, la información brindada por la Madre Superiora era que hacía un lustro que se convirtió en una más de las habitantes del asilo de ancianos; esa tarde correspondía el horario de visita y él se presentó como su sobrino. Lisaida estaba triste y esa misma tristeza la estaba consumiendo, el hecho de que nadie acudiera a regalarle tan solo unos segundos de un - hola qué tal—y de un amable -hasta luego—la enterraron en vida a la más oscura depresión de su existencia. Tantos niños que educó en su época de docente y aquellos que parió y también los que crió, la tuvieron como una olvidada fotografía guardada en el fondo de una también olvidada gaveta.

Todos estaban ahí como figuras de cera sin movimiento, sentados, mirando la televisión o durmiendo en susreposeras. Él se aproximó y se acomodó a su lado, le dijeron que ella siempre esperaba las visitas de sus nietos, pero estos solo vinieron en dos ocasiones, una antes de la Nochebuena y otra en un cumpleaños equivocado que lo festejaron dos meses y tres días después de que hubiese pasado la fecha feliz, según el registro de anotaciones.

En la oficina, la Madre Superiora le comentó a Joselito que no tenía conocimiento del paradero de los hermanos de Lisaida, inclusive del que fuera el expresidente, que un hijo de la anciana la trajo un día de abril, le entregó algo de dinero y jamás la volvió a ver. Le comentó, además, que su hija, Catalina Domínguez Blanco, estaba en el manicomio hablando con fantasmas proceres de la patria; la pobre quedó tan mal después de ser sentenciada por la justicia que le otorgó veinticinco años de prisión por los hechos de homicidio culposo, en aquel accidente que no pudo asimilar en su consciente raciocinio. Trató de suicidarse sin éxito en dos ocasiones, pero, las pastillas homicidas no cumplieron con su propósito, gracias al ángel guardián interpretado por una compañera de celda que resguardó en cumplir los minutos inesperados.

—Buenas tardes -dijo Joselito con un suave tono de cántico.

Ella ni lo miró, pero sí le respondió:

—Buenas tardecitas, diría yo.

Observándola más de cerca, percibió que el lápiz de la vida marcó los rasgos de la edad en su rostro, su platinado cabello fue organizado por un rodete y unos aros imitación de perla colgaban de sus ojeras, al igual que un collar alrededor de su cuello; la engalanaba su mejor vestido de un suave color champagne, aguardando sola la existencia, si lohubiere, de algún fortuito individuo que hiciera le compañía a su tan milagrosa soledad ausente. Un aroma a talco se apoderó de su olfato, dando la impresión de que se acababa de bañar; ella siempre estaba allí esperando a su inesperada jamás llegada visita desde su primer día.

Desde esa tarde, su corazón volvió a latir y su sobrino Joselito era su cita elogiada, él le cortejaba con chocolates, flores y el mejor regalo que ella atesoraba, el tiempo, ese tiempo que solamente él le sabía brindar durante las tibias tardes en el corredor arrinconado.

Entretanto, Lisaida jamás preguntó por su hermano José Luis, hasta que su sobrino le comenzó a refrescar la memoria abriendo el diario, vestido de agenda negra, que comenzó a compartir con su tía.

—Recuerdo lo que me dijo Tertuliano una vez: -Nacimos pobres, vivimos pobres y moriremos pobres. Y creo que él mismo lo predijo en mí, no en él.

Las palabras comenzaron a tomar vida propia en la mente de imaginadas situaciones olvidadas por la anciana exprimera dama; los manjares de aquellos almuerzos llevados por su madre en el trabajo de su padre, las peleas de niños que solo ocurren entre hermanos, sus amigos del colegio, Rústico y Claudio, con los cuentos de la maestra Dorotis, las entradas clandestinas de los sábados por las noches en el cine, su mascota el lamentable Huesos, y miles de recuerdos que hicieron emerger las más puras lágrimas de amor y devolvieron la sonrisa al alma de su boca.

—Cuéntame más -decía ella.

—Sí, pero no lo haré cantando, me cansa -dijo él.

—Entonces, no.

Y proseguía con las historias cantadas a capella del protagonista de los diarios negros. Lisaida siempre esperaba de igual forma; con la misma ropa, con el mismo carácter risueño y con el mismo aire imperecedero volvía a encontrar a su anfitriona, y cuando menos lo esperaba, ella lo detuvo con sus tiernas manos de maestra:

—Llévame con mi hermano, quiero estar con él -suplicó sin pestañear.

—Te lo confirmaré en una semana, tía, cuando vuelva a verte -le respondió con una sonrisa.

La idea emergió a la superficie y no dudó en proponérselo a su madre, quien le respondió con un terminante -¡No!, pero su insistencia fue tan constante durante la semana, que su última respuesta fue un absoluto: -Sí.

—Iremos, pero mi madre irá con nosotros -le confirmó a Lisaida.

Se embarcaron en uno de los pocos ómnibus que los llevaría a la vieja ciudad de los cítricos milagrosos, pero antes pudo contactar también con algunos antiguos amigos de su padre, quienes lo describieron cómo lo conocían. Fue el viernes a las ocho de la mañana que iniciaron el rumbo con un indeciso alojamiento. Joselito vendió su casa que heredó cuando apenas era un niño, Hilda Bernarda Castillo recogió su espíritu de belleza y lo llevó a flor de piel, la Madre Superiora autorizó que Lisaida quedara a cargo de su sobrino, al notar que la anciana estaba tan feliz como nunca se la contempló desde su llegada.

-Es el mejor lugar para vivir, el aire es puro, la gente es cordial y se mantiene tan intacta desde sus principios - manifestó el hijo del expresidente.

La presencia de los nuevos habitantes causó la corriente de los mismos comentarios que hacía décadas surgieron, cuando una nueva familia llegó a instalarse en Naranjito, situación que casi nunca ocurría. Joselito compró la única casa en venta que se encontraba añejada por el clima, poseía un gran patio y una arquitectura arqueológica colonial. En una semana se encargó de rejuvenecerla. Ambas mujeres supieron convivir a sus diferentes edades y no existían los malos encuentros entre ambas, lidiaron con los cánticos hablados con Lisaida y al nuevo propietario se le ocurrió montar un negocio de ramos generales, inclusive para entonces no existía ninguno; compró telas, artículos de ferretería, cosméticos femeninos, alimentos a granel, bebidas, artículos de bazar y ropas para todas las edades. Desde que abrió sus puertas, Tía Lisaida se convirtió en el punto del centro de compras de Naranjito, su vasta variedad facilitó a los pobladores en ahorrar tiempo y dinero en viajes a Naranjo o a la capital de la provincia. Hasta que un día, con la curiosidad vestida en lava de volcán, cuya erupción forjó a José Luis a visitar la nueva tienda, desde que se enteró que la madre de su hijo y su hermana estaban allí. Entró sin saludar, vio a Hilda y le dijo;

—Quiero yogurt descremado de vainilla.

La inmediata ira resurgió desde sus entrañas de madre abandonada, pero su hijo la contuvo en ese mismo instante, para que sus garras de leona, como lo marcaba su signo zodiacal, la guardara para otra ocasión que no fuera en el negocio.

—¡Cálmate mamá! o vas a espantar a la clientela.

—Papá, ¿cómo estás? -dijo Joselito.

-¡Con ganas de tomar un yogurt como la gente, pero aquí no hay!

El hombre salió lentamente sin mirar atrás, dejando en el ambiente un aire de orgullo sin retorno. Hilda, como le gustaba que él la llamara, sintió su condición indefensa, los años le vinieron en serio, parecía mucho más bajo, más jorobado y había perdido ese encanto prohibido que la sedujo alguna vez. Seguidamente, durante esa misma noche, no dejó de pensar en él, hasta que el sueño venció y la llamó a dormir.

En las jornadas siguientes, el sudor de sus mejores épocas comenzó a emerger por los poros de su piel madura y fue entonces cuando pidió a Lisaida que la acompañara a ver al ingrato de su hermano, pero ella no quiso, aparentemente el orgullo era algo familiar. Solo accedió al trato minutos después de prepararle su postre favorito, budín de pan con nueces. Tardíamente, cuando en el horizonte se escabullía el astro rey y ya habían cerrado el negocio, aprovecharon que Joselito se daba un baño con agua fría, las dos mujeres salieron sordamente de la casa. Lisaida, en ocasiones, sintió extrañarlo aunque le parecía tan trivial encontrarse con su hermano después de la última pelea que tuvieron hacía más de diez años, donde no se volvieron hablar. Hilda, en cambio, ambicionaba platicar con él, aclarar tantas cosas, tantas lágrimas derramadas y tantas angustias de soledad vivida con promesas de un amor eterno incumplido. Estaba sensible, pero quizás ambos ya no se hallaban para esas cosas; sin embargo, el corazón de esa mujer guardaba más secretos, angustias y recuerdos que todo el profundo mar.

Los pasos por el empedrado se hacían cortos y largos ala vez, cuando pasaron unas cuadras ya podían percibir lacasa del exmandatario. Mediana, de color blanco y tejas marrones, con un pequeño corredor enfrente, tan similar a las casas de las demás, que parecía que todas fueron diseñadas por el mismo arquitecto, con la única diferencia que la suya tenía flameando una bandera de la República en el jardín de enfrente. El aroma de su infancia resurgió con el sabor a niña protectora por sus hermanos, y para Hilda la fragancia de sus primeras exploraciones en territorio masculino avivó aun más su intuición de que José Luis se encontraba en casa.

Él reposaba en su trono de mimbre con el diario La Primera en mano, rememorando esos momentos de inmortalidad que durante la lectura de la mañana lo borró el descanso de la siesta. Ahí estaba, senil, apagado, con una camisa desprendida hasta el ombligo y un pantalón de vestir, igual a la última vez que lo vieron todos; entraron sin pedir permiso y al estar enfrente, Hilda saludó con un buenas tardes, él solo la miró y no correspondió al saludo porque no la reconoció; en cambio, Lisaida agudizó sus sentidos para prestar oído a un pájaro que se posó en uno de los árboles de naranjo del patio de atrás. El ruiseñor trajo el único musical de la tarde, acompañado por el contagio en dúo de Lisaida.

—¡El ruiseñor ha vuelto! -dijo con júbilo el anciano.

Y no solamente porque el universo conspiró a su pedido, o porque sus últimas oraciones fueron escuchadas, sino porque el milagro del misterio respondió a su clamor, lo extrañaba más que nunca y era lo único que recordaba con certeza, haciéndole inmensamente feliz; también él resucitó de su muerte en vida.

Las visitas se hicieron más frecuentes, igualmente festejaron el día de la madre, el del padre, del amigo, de la tía y del abuelo, pasaron juntos las fiestas festivas, loscumpleaños y los días santos también. La familia se había unido a los lazos de las buenas costumbres y a los buenos sentimientos.

El tiempo se comprometió en llevar, primeramente, a Lisaida Blanco Gutiérrez en una noche de sueños; la cortina estaba flameando en su habitación y la ventana dejaba entrar unos rayos de luz de luna, cuando su alma dejó su estuche en un ambiente con fragancia a flores de naranja.

La ciudad la despidió con cánticos de buenos augurios por ser una mujer comprometida en el poco tiempo que vivió en Naranjo, la despidieron las cascadas de los arroyos, las llanuras y las verdes colinas, el cerro Agridulce, sus nuevos amigos, y todos fueron en procesión para dejarla viva en sus memorias. Tertuliano, como lo había llamado ella desde que la volvió a ver, lloró como un niño y el ruiseñor guardó respeto al luto asignado, reservándose a su canto alegre por tres días.

Antes que la cabeza de Hernando Pinzón y Arana rodara por el suelo y este fundara la ciudad a la que llamaría Naranjo, cuenta la leyenda que los antiguos oráculos de las pitonisas predijeron que un líder nacería en esas tierras sagradas y volvería a sus raíces que lo vio nacer desde las entrañas de su madre, para retornar al polvo.

Desde aquel momento, los espíritus guardadores de la demarcación serían libres y las naranjas volverían a ser tan milagrosas como lo eran en épocas en que los reyes europeos reinaban las tierras descubiertas. La última agenda negra escrita por José Luis contenía lo predicho tantos siglos atrás, contado en su lengua original por uno de los últimos nativos del lugar llamado juno, quien le reveló a José Luis, ensus postumos suspiros, el secreto de los antiguos, y estele reveló a su hijo quien le brindó los últimos momentos de alegría. Le entregó en sus propias manos lo oculto que guardaba esas últimas hojas y le dijo:

—Gánate toda la tierra que puedas y siembra naranjas, porque volverán a ser como lo eran antes -continuó lentamente-, y vas a poder comercializarlas inclusive fuera del territorio que las tuvo cautivas.

—Pero tú sabes que eso no es posible, las naranjas ya no son como eran antiguamente, se vuelven agrias, sin sabor y en poco tiempo se descomponen, por eso nadie las planta para venderlas afuera.

—Hazlo cuando ya no esté entre ustedes -dijo y prosiguió:

—De las tres semillas, una es para ser plantada, la otra para tomarla con té de hierbas y la última debe ser triturada y plantada junto a la primera. Pero hazlo en las noches de luna llena.

Y así lo hizo, quemó el secreto que ahora estaba resguardado solo en él, compró enormes parcelas de tierras abandonadas y en remates, con los ahorros de su negocio de ramos generales Tía Lisaida, y sumó también la herencia de ahorro de su padre. Juntó las semillas del enorme árbol, contrató a unos peones para labrar las fincas y sembró solo durante las noches de primera luna llena, al siguiente día el rocío regó la tierra por tres días, las semillas echaron raíz y en semanas estaban los árboles regalando naranjas enormes, brillantes y sabrosas, mucho mejor que antes, mientras que las de los demás se caían antes de madurar y las que sobrevivían eran pequeñas y secas por dentro, y cuando salían de la comarca se volvían agrias y sin sabor. Con el correr de las fechas adquirió más tierras que cualquiera y lasnaranjas de Joselito, como se dio a conocer, fueron exportadas a todo el mundo; sobre todo, por sus acciones milagrosas de sanidad para los enfermos, de rejuvenecimiento para las estrellas de cine y en Europa era el néctar de las reinas de las coronas en sus desayunos matutinos. En poco tiempo, fue un empresario exitoso convirtiéndose en el hombre más rico de la región.

No fue una fecha marcada para partir, tampoco él se lo esperaba, era una mañana tranquila en la ciudad, cada quien se ocupaba de sus propias rutinas; inclusive, para el longevo José Luis que se marchó muy temprano al negocio de la Tía Lisaida a recoger su diario, como una costumbre que adquirió hacía unos meses, en volver a leer las noticias del día. Retornó a su casa pero los titulares de la jornada quedaron en la mesa de la cocina, agarró su muy bien guardado La Primera, donde seguía inmortalizado con su fotografía de exobispo, con la bandera de la República colgada en sus hombros y con los brazos levantados en alto, representando al más digno procer. Se sentó en su trono de mimbre en el corredor de su hogar, tragó un sorbo del más puro jugo de naranja sin azúcar y, cuando menos lo pensó, cerró los ojos para no volver a abrirlos. El ruiseñor estaba en el árbol cantando, y sin más ni más levantó sus alas y voló.



INDICE

I —La decisión

II —Los votos y el juramento

III —El comienzo de la tentación

IV —La postulación

V —Presidente de la República

VI —La huida     

VII—Epílogo

 

 

 

 

 

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