EL AMA DE CASA Y LA JUBILACIÓN

Por DELFINA ACOSTA

Pues sí; me parece que es justo que el ama de casa se jubile siempre y cuando haya constancia de que ha dedicado su fuerza de voluntad en hacer de la casa un sitio habitable y digno.   

Se supone que una mujer que ha dado casi todo el tiempo de su vida a cuidar del hogar, a hacer la limpieza de la casa llegando a sus recovecos más ásperos e indeseables, a preparar la comida para los hijos que vienen hambrientos de la escuela, y para el marido, que regresa cansado y disconforme de la calle, merece una jubilación.   

No hay trabajo que requiera de tanta atención como aquel que reclama la casa pues ella es el sitio adonde todos venimos a desembocar. Buscamos ropas limpias y planchadas y las hallamos, porque la madre, la hacendosa por excelencia, tomó los recaudos de lavarlas y de plancharlas.   

Abrimos las puertas de la heladera o la fiambrera y encontramos lo que nos saca el hambre de encima porque el ama de casa ha tomado todas las precauciones y fue por víveres a la despensa de la esquina o al supermercado del barrio. De su tiempo se nutren las existencias ajenas.   

Ella limpia los baños de extremo a extremo, cambia las sábanas y los edredones, repasa el piso usando esencia con aroma a flores, sacude el polvo de los muebles, se fija en las cosas que faltan para que la hora del almuerzo sea un momento cálido, expresivo y satisfactorio, lava los cubiertos y demás elementos de la cocina después del servicio de un menú apetitoso, mantiene, en fin, dentro de sus limitaciones (pues es un ser humano) la casa limpia y digna.   

En el diario trabajo doméstico, si bien su misión es elevada, el ama de casa va quedando un poco relegada de la vida. Lógicamente, hubiera querido estar a la altura de los tiempos que corren, pero ha elegido mantenerse del lado de su familia, de su hogar.   

Es cierto que le toca la noble empresa de cuidar de sus hijos pequeños, de darles un techo limpio y afectuoso, de cuidar de su alimentación para que crezcan sanos y fuertes, pero también es cierto que se pierde, tal vez, oportunidades de ser artista, de entregar a la sociedad las virtudes relevantes de su inspiración o de su talento.   

Hay tantas mujeres que por llevar adelante el cuidado de la casa, de los hijos, del marido, tuvieron que dejar a un lado sus más caras pretensiones de proyectarse como pintoras o cantantes o empresarias. Todos los ejemplos humanos valen para el caso.   

Si sale la jubilación para las amas de casa deben tener mucho cuidado las autoridades de no caer en las múltiples trampas a la ley que las personas echarán a andar detrás de una jubilación inmerecida.   

Conociendo al Paraguay como un país corrupto, ya puedo imaginar a muchas señoras que ganan dinero trabajando fuera del hogar, haciendo, con el asesoramiento de algún abogado, los trámites y papeleos para meterse en los bolsillos una injustificada jubilación.   

Si esto sucediera, sería el acabose.   

Con dinero que no es suyo, las falsas amas de casa estarían robando importantes sumas de dinero a la sociedad.   

No nos engañemos.   

Ya verán cómo se las agenciarán las forasteras, las que nunca lavaron un plato, ni mataron una cucaracha salida del baño, para jubilarse.   

Y eso sería un bofetón para muchas prójimas que se matan trabajando en su hogar.

Fuente: ABC Color

Sección: OPINIÓN

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Lunes, 17 de Mayo de 2010

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