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GUSTAVO ALFREDO ACOSTA TOLEDO

  POSGUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA. ASPECTOS POLÍTICOS E INSTITUCIONALES (1870 – 1904) - Por GUSTAVO ACOSTA


POSGUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA. ASPECTOS POLÍTICOS E INSTITUCIONALES (1870 – 1904) - Por GUSTAVO ACOSTA

POSGUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA.

ASPECTOS POLÍTICOS E INSTITUCIONALES (1870 – 1904).

Por GUSTAVO ACOSTA

Editorial SERVILIBRO.

Dirección editorial: VIDALIA SÁNCHEZ.

Diseño de tapa: ANA MABEL VEGA RAMÍREZ.

Asunción – Paraguay, junio del 2013 (349 páginas)



INDICE

Agradecimientos 

Reconocimientos

Abreviaturas

Prólogo

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO 1: EL LIBERALISMO EN LOS ORÍGENES DEL ESTADO PARAGUAYO

1.1 Liberalismo y republicanismo en el proceso de institucionalización del Estado paraguayo poscolonial

1.2    El proyecto político de los opositores al régimen de los López

1.3    Las bases teóricas del proyecto político de la posguerra

1.4 La Asamblea Nacional Constituyente y el inicio de la reforma del Estado

1.5    El Poder Legislativo

1.6    La vida en la "campaña", sus autoridades

1.7    Los jefes políticos

1.8    Los jueces de campaña 

1.9 , Algunas dificultades para la instauración del nuevo proyecto político: el caudillismo

1.10 El jesuitismo y su "nefasta" influencia

1.11 El idioma guaraní como "freno al progreso y la civilización"

1.12 Procedimientos electorales durante el periodo 1870-1904

1.13 El sistema electoral durante la posguerra contra la Triple Alianza

1.14 Las debilidades del sistema electoral

CAPÍTULO 2: ASPECTOS POLÍTICOS DE LA TRANSICIÓN AL MODELO LIBERAL

2.1 Inicios caóticos. La inestabilidad política y el gobierno de Cirilo Antonio Rivarola

2.2 Julio de 1871, el principio del fin. El caso Juan B. Gill o las pujas entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo

2.3 El tratado de paz y límites con el Brasil

2.4 Las demandas sociales durante la "Segunda República"

2.5 La hegemonía caballerista o el "exclusivismo" como práctica hegemónica dominante

2.6 La administración de Patricio Escobar y el inicio de la política de los pactos

2.7 Datos biográficos de Juan G. González

2.8 La administración de Juan G. González

2.9 La crisis financiera y sus repercusiones sobre la política interna....

2.10 La política migratoria y colonizadora

2.11 El fomento de la agricultura

2.12 Sus ideas acerca de la instrucción pública

2.13 El 18 de octubre de 1891

CAPÍTULO 3: EL EGUSQUICISMO SUS ORÍGENES

3.1    La caída de un presidente y el "inicio de una nueva era"      

3.2 La división del Partido Colorado y el nacimiento del Club Popular Egusquicista

3.3    Datos biográficos de Juan B. Egusquiza

3.4    El 18 de octubre de 1891 en la vida de Juan B. Egusquiza

3.5    Su proyecto político

3.6    El acercamiento al Partido Liberal

3.7    El pacto de 1895 o el final del "exclusivismo colorado"

3.8    La renovación del pacto, 1897

3.9 Las relaciones exteriores del Paraguay durante el gobierno del general Egusquiza

3.10  El egusquicismo y su relacionamiento con el ejército

3.11  Juicio crítico sobre su administración

CAPÍTULO 4: EL FINAL DEL EGUSQUICISMO

4.1    Presidencia de Emilio Aceval, 1898-1902

4.2    Su programa de gobierno

4.3    Datos biográficos de Emilio Aceval

4.4    El soporte político de su administración

4.5    El gobierno de Aceval y la Guardia Nacional

4.6    El pacto con los liberales y su proyección en el gobierno de Aceval

4.7    La peste bubónica        

4.8    Crisis ministerial o el principio del fin del egusquicismo      

4.9    Los comicios parlamentarios de 1901

4.10  La producción agrícola y ganadera

4.11  La caída de Aceval y el final del egusquicismo

CAPÍTULO 5: UNA APROXIMACIÓN A LA HISTORIA ARGENTINA ENTRE 1810 y1816

5.1 La recepción del liberalismo en la Argentina

5.2    Cronología de una transición compleja (1810-1852).

Las diferencias entre los proyectos de Bernardino Rivadavia y Juan Manuel de Rosas      

5.3    La influencia de Esteban Echeverría, Domingo Sarmiento y Juan Bautista Alberdi en la conformación del proyecto político argentino de la segunda mitad del siglo XIX

5.4    La administración de Justo José Urquiza y los orígenes de la República Argentina

5.5    El gobierno de Bartolomé Mitre y la construcción del Estado argentino

5.6    La administración de Julio Argentino Roca y la llamada "generación del 80"

5.7    El colapso del régimen "roquista"

Conclusiones      

Glosario

Bibliografía

 

ANEXOS:

Anexo 1. Sosa, Jaime. "Al Pueblo Paraguayo". La Regeneración, 8 mayo 1870

Anexo 2. Bareiro, Candido. "El presidente de los Clubs Unidos a sus ciudadanos"

Anexo 3. Ferreira, Benigno. "El Gefe (sic) del Partido Liberal de la

República". La Regeneración, 13 mayo 1870

Anexo 4. "Sesión Parlamentaria. Congreso Legislativo, día 20 de enero de 1872". El Pueblo, 8 febrero 1872

Anexo 5. "Noticias. Renuncia indeclinable del señor don Rosendo Carísimo a la Vicepresidencia de la República en el 6º Periodo Constitucional". El Independiente, 4 de agosto de 1890

Anexo 6. Caballero, Bernardino. "Carta Programa". La Libertad, 25 noviembre de 1893

Anexo 7. MANIFIESTO. "El Comité Nacional Republicano disidente a sus correligionarios y demás conciudadanos". La República, 27 noviembre l893

Anexo 8. "MANIFIESTO del senador Santiago Gómez Sánchez". La Democracia, 20 junio 1894

Anexo 9. "Manifiesto del señor don José Segundo Decoud". La República, 23 noviembre 1893        

Anexo 10. "DISCURSO DEL GENERAL EGUSQUIZA AL RECIBIRSE DE LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA". La Democracia, 26 de noviembre de 1894

Anexo 11. Aceval, Emilio. "Programa de gobierno". La Opinión, 13 junio 1898

Anexo 12. "DESESTIMIENTO DE LOS CANDIDATOS DR. A. AUDIVERT Y SR. LIBERATO M. ROJAS". La Democracia, 15 enero 1901



PRÓLOGO

Puede sostenerse que toda la vida académica del autor, del libro que en esta hora de nuestra historia resulta honroso presentar, estuvo y está orientada hacia la construcción del conocimiento del pasado paraguayo y del fortalecimiento gradual y paulatino de la historia como ciencia. El doctor Gustavo Acosta ha realizado su progresión científica con la resolución y la determinación de quienes saben lo que buscan; lejos -muy lejos- de la senda iluminada por los fulgores retumbantes de los medios.

La línea investigativa de Gustavo Acosta se ajusta a los más actualizados conocimientos y adelantos de la ciencia histórica. Basta revisar el soporte erudito de su obra para encontrar las bases teórico-metodológicas sobre las que se sustenta su trabajo de investigador del pasado. Como pocos, en el Paraguay actual, ha sabido instrumentar esa perspectiva retrospectiva (característica sustancial del conocimiento histórico) en una abnegada tarea reconstructiva del ayer. La posguerra contra la Triple Alianza. Aspectos políticos e institucionales (1870- 1904) viene a restablecer la dignidad de la historia política, en el plano de la producción académica. Aparece en un momento crucial, en el marco del Bicentenario de la Proclamación de la República, en momentos que se han cernido "amenazas y amagos" en contra de la soberanía nacional, en el ámbito regional. No obstante, nunca como en este momento tiene vigencia la divisa latina Post nubila, Phoebus (Después de las nubes, el sol) indicadora que la desgracia es pasajera. Luego de más de 140 años de Cerro Corá, se concreta el vaticinio inserto en el Discurso del 17 de junio de 1811, al inicio mismo del proceso de la Revolución de la independencia del Paraguay, redactado y leído por quien luego sería el principal propulsor de la fundación de la República.

Con un dinamismo integrador, el autor ha ido configurando una historia unificada del período que se propuso estudiar. Su "asimilación predicativa" (Ricoeur) le permitió integrar numerosos sucesos aparentemente aislados para alcanzar, finalmente, el significado inteligible, a través de una narrativa que se concretó en una construcción de sentido sobre la misma marcha del proceso que observara; finalizando la labor del historiador en una eficaz elaboración de significado histórico. De esta manera, al prescindir de la linealidad, el doctor Acosta ha fortalecido la narratividad histórica. Sencillamente, sin gesticulación alguna, el autor ha construido un discurso histórico que reúne lo asertivo con lo constatativo. Ha sabido encuadrarse en esa característica que tiene todo conocimiento histórico, en su misma génesis: nace del roce de dos tiempos; el tiempo de la enunciación y el tiempo de la materia enunciada.

Se podrá discutir al autor su interpretación acerca de la génesis del liberalismo paraguayo y se le objetará -seguramente- alguna que otra conceptualización que emplea como soporte o base instrumental para el enhebrar de la trama histórica. Se le criticarán, posiblemente, cuestiones acerca de la enunciación como historiador y otras cosas más sobre la materia enunciada (el periodo 1870- 1904). Lo que no se le podrá negar es la original creatividad en el manejo de las rupturas, cambios y continuidades para concretar su esfuerzo intelectual de restaurar el paisaje histórico nacional, posterior a la deliberada y sistemática destrucción del Paraguay.

El profesor Gustavo Acosta es un respetado docente universitario, a la vez que es un historiador serio. Enlaza los tiempos heroicos de la historiografía académica paraguaya (que se inician, en la Facultad de Filosofía con Guy de Hollanda, en 1944-1948 y se cierran en 1986, con la partida del venerable Hermógenes Rojas Silva) con la de los jóvenes historiadores paraguayos del siglo XXI, salidos de esa misma casa de estudios.

Al saludar efusivamente la aparición de esta obra, es de esperar la concreción de otros libros por parte del autor. La historiografía académica paraguaya necesita ingresar a una etapa de consolidación. El doctor Gustavo Acosta, con esta investigación, ha contribuido con el sostenimiento de un espacio plural, tolerante, para la discusión y el debate sobre el pasado paraguayo.

Congratulaciones.

Asunción, 16 de abril de 2013.

Ricardo Pavetti



INTRODUCCIÓN

La historia ha experimentado cambios decisivos en las últimas tres décadas (1990-2010), tanto en sus teorías como en sus métodos; son muchas y diversas las influencias que ha recibido y recibe de las demás ciencias sociales, lo que ha originado modos heterogéneos de aproximarse al pasado (1). Una breve aproximación a este proceso de cambios aclara el enfoque que se da a este trabajo.

Desde sus orígenes, la historia había tomado lo político como campo de estudio preferencial; sin embargo, con el correr de los siglos y con el transcurso de la historia misma, esa casi centralidad de lo político fue desplazado por nuevos enfoques, se fueron estableciendo nuevos paradigmas temáticos y metodológicos que depositaron su fe en nuevas teorías, se buscó incluso una mayor aproximación a los modos de operar de las ciencias naturales. Estas maneras novedosas de abordar lo social se constituyeron, por espacio de casi treinta años (1945-1975), en las únicas vías académicas viables para el abordaje del complejo fenómeno histórico, lo que ocasionó la pérdida de interés por los temas relacionados a las gestas heroicas, a las guerras por la definición y consolidación de las fronteras, hacia la narración de los acontecimientos, de los relatos biográficos de los personajes relevantes de cada periodo histórico, hacia el estudio de las instituciones políticas, etc.; saber historia era "tener opinión acerca del proceso de constitución del país o, mejor aún, participar en alguna medida en el arduo proceso de definición de la nacionalidad" (2).

La crisis de estos paradigmas, desatada hacia 1975, afectó en su conjunto a todo el universo de las ciencias sociales; en el campo historiográfico, esta pérdida de fe en los nuevos enfoques resultó, sin embargo, positiva para la historia política, pues ella dejó "de ocupar el lugar de rama arcaica y menor. Arcaica porque se la asociaba con la historia evenementielle; menor, porque su objeto de estudio, la política, debía explicarse a partir de otras dimensiones de lo social que la determinaban en última instancia” (3).

Hoy, por historia política se entiende:

(...) un tipo mixto de relato histórico que sigue procurando interpretar la "acción excepcional" de los hombres de Estado con claves clásicas de historia de las ideas, que toma en ocasiones el aspecto de una historia narrativa tradicional y en las que los sucesos políticos dominan la cronología de los hechos. Puede ser, igualmente, una visión de los procesos políticos desde arriba -en una variedad de historia de las elites- o una versión histórica de la sociología del poder y los grupos que lo detentan, bajo formato de sociología histórica. Por último, puede tratarse de un recorrido cultural de referente político con el punto de mira centrado en el presente, en un enfoque normalmente referido al contexto del Estado nacional (4).

La quiebra de las concepciones cerradas de la historia, unida a la paralela restauración de la narración y del individuo como sujeto histórico, significa finalmente para la historia política, una rehabilitación de sus fundamentos y una recuperación del territorio temático que había perdido, esta vuelta a lo político es el reconocimiento de la política como una construcción cultural de una sociedad en un tiempo determinado.

La investigación está planteada desde la perspectiva de esa renovada "historia política", que sin abandonar a los de "arriba" se interese por la vida política de los de "abajo"; no se trata de una historia política que estudia a un individuo como sujeto relevante sino como miembro de una sociedad, "la historia política ha vuelto a retomar sus derechos en los últimos años pero no declara sus derechos en nombre de un paradigma que declare la caducidad de los otros en nombre de mi modelo historiográfico único".5

Con el fin de las dictaduras militares en América Latina, surge un campo de estudio nuevo para la historia política, la democracia; la historia se aboca al estudio de sus raíces, a la búsqueda de los espacios democráticos que se habían forjado y perdido durante la conformación de los estados nacionales (6), en ese contexto, en el Paraguay, hacia 1982 el gobierno del general Alfredo Stroessner Matiauda (1954-1989) había endurecido su política represiva contra quienes consideraban que el stronismo como sistema que había colapsado. El intento por erradicar el comunismo del Paraguay llevó a su régimen a vulnerar sistemáticamente los derechos humanos; paradójicamente, lo hacía en nombre de la democracia, rechazando, sin embargo, cualquier intento de justificación de un Estado liberal democrático.

La inminencia del colapso del régimen planteaba el desafío de la democratización; acerca de cuál debería ser el proyecto país a construir; cuestiones de esta naturaleza fueron los motivadores para que, con algunos compañeros que cursábamos la Licenciatura en Historia en la Facultad de Filosofía (UNA), nos propusiéramos revisar los proyectos históricos llevados adelante durante el periodo independiente de nuestra historia. Las luchas entre el liberalismo y el nacionalismo, por constituirse en pensamientos hegemónicos, nos hicieron ver que, sin comprender estos sistemas, poco o nada podíamos aportar en las discusiones. Percibíamos que los gobiernos de la Primera República no eran analizados desde la perspectiva "del otro"; era claro que, salvo excepciones, los proyectos anteriores trataron de imponerse por cualquier medio a "los otros", lo que llevó a que la historia del Paraguay se construyera y configurase dentro de un esquema que buscaba uniformar e impedir el disenso. Especialmente sobre la dictadura del doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, la presidencia de Francisco Solano López y la guerra contra la Triple Alianza, la interpretación "maniquea" estuvo y sigue estando a la orden del día: buenos paraguayos contra malos paraguayos. Este modelo interpretativo impedía, y lo sigue haciendo hoy, el análisis objetivo de nuestro pasado; quienes se animaron a refutar el "aparato conceptual" del oficialismo, pretendiendo cierta dosis de racionalidad, o simplemente planteando preguntas y, sobre todo, conclusiones diferentes, fueron considerados como "roedores de los mármoles de la patria".

En ese círculo surgió el deseo por esclarecer el proceso de inserción del liberalismo en el Paraguay, así como las diferentes corrientes de opinión que pugnaron por llevarlo adelante. Si la independencia de los pueblos americanos y del propio Paraguay se había dado bajo el influjo de las ideas liberales, ¿por qué las mismas fueron abandonadas apenas iniciado el proceso independentista? ¿por qué el proyecto político del doctor Francia se impuso por sobre las más afines al republicanismo? Nuestras observaciones nos llevaron a advertir que si bien al término de la guerra contra la Triple Alianza, los postulados del liberalismo fueron finalmente incorporados al Paraguay, los propios sujetos que creían en estos principios y con los que pretendían satisfacer sus "creencias, necesidades, intereses e intenciones" (7), comenzaron a poner en duda si la nación estaba preparada o no para incorporarlas a su cosmovisión. Las dudas se acentuaron ante la preparada de solución a las enormes dificultades planteadas a los primeros gobiernos de la posguerra, no solamente en lo económico, sino también en lo político, campo en el que fue extremadamente difícil estabilizar un centro de poder, con la consiguiente consecuencia de hacer imposible cualquier proyecto de gobierno; recién en 1880, con la llegada al poder del “caballerismo ", se fueron dando las condiciones mínimas necesarias para tal efecto.

El caballerismo controló el poder político nacional desde 1880; sin embargo, una década más tarde, tras los sucesos del 18 de octubre de 1891, colapso como movimiento hegemónico dentro de la política nacional, conformándose mi movimiento con características generales similares pero con diferencias notorias en su relacionamiento con la oposición. Nos referimos al "egusquicismo". Fue este un movimiento nacido del seno del caballerismo y que, siguiendo las mismas prácticas sistémicas, logró, sin embargo, articular una política, que si bien ya existía en los discursos desde la inmediata posguerra, dio mayor participación a la oposición en la administración de la cosa pública. ¿Cuáles fueron los factores determinantes de su acercamiento a la oposición?, ¿qué cambios se produjeron en el país con esta política de apertura?, ¿qué continuidades detectan con el modelo de liderazgo político que Egusquiza desarrolló con respecto a las prácticas políticas que lo antecedieron?, son algunas de las preguntas que motivan esta indagación sobre el proceso histórico paraguayo, conocido como Segunda República (1869-1936) o Estado liberal.

Se examina, preferentemente, el aspecto político del proceso, de qué manera, con la "reforma" del modelo de Estado de la Primera República (1813- 1870), se pretendió desmontar la estructura política, educativa y económica implantada por los gobiernos ''despóticos" y "paternalistas", instalando en su lugar un proyecto "regenerador", para algunos, o de "reconstrucción " para otros, tendiente a la implantación de condiciones propicias para la incorporación del Paraguay a la "civilización".

A partir de una concepción dinámica de la historia, abordamos el análisis de la posguerra, tanto desde una perspectiva diacrónica, que recoge la evolución de los acontecimientos y los cambios ocurridos en el tiempo corto, como desde un punto de vista sincrónico, enlazando el devenir histórico paraguayo con el medio global en el que se desarrolla y las variables diversas que en él inciden; por ello, la pesquisa se encara con el criterio de que no hay historia sin proyectos, y que los hombres realizan su historia a través de conflictos sociales, partiendo siempre de alguna orientación cultural, lo que implica la posibilidad de que sobre la realidad operen uno o más proyectos que quieran transformarla.

El discurso pretende no perder de vista que la explicación histórica "tiene un carácter esencialmente probabilístico", por ello se indaga con el criterio claro de que este tipo de pesquisa no puede hacerse desde el "futuro de un pasado se aspira, por consiguiente a "no perder de vista las circunstancias reales en que los hombres ejecutan sus acciones''. (8)

La metodología que se emplea en esta investigación es la cualitativa, descriptiva, por ello se describe detalladamente las situaciones, eventos, personas y comportamientos que son observables, se analiza a los actores, qué dicen, cómo piensan y creen o reflexionan, para una interpretación que tenga en cuenta la situación general del Paraguay durante el periodo investigado, sin descuidar el contexto temporal ni espacial, regional y local del país.

Se realizó una revisión de las principales referencias bibliográficas existentes; fueron consultados el Registro Oficial, los mensajes presidenciales, los manifiestos emitidos a la opinión pública por los protagonistas, las cartas abiertas publicadas por la prensa, así como los periódicos de la época. Acerca de la utilización de esta última categoría de fuentes históricas se afirma que para las investigaciones relacionadas a "... la historia política, cultural, social, la prensa es una fuente imprescindible". (9)

El interés por este tipo de fuentes es reciente, considerando que la misma comenzó "en la década de los años setenta del siglo XX, reafirmándose en la siguiente". (10) Sobre este mismo punto, Tuñón de Lara, citado por Francisco Miranda, afirma que la consulta a una sola fuente periodística puede nublar la visión sobre los hechos, por ello hay que verificar la veracidad de la información consultando otros periódicos, estudiar a sus redactores, a sus propietarios y los proyectos que defendían:

Desde luego, el diario o el semanario no es la verdad pura, pero ¿lo es acaso cualquier otra fuente de la historia? Lo que sucede es que se precisa una metodología para interrogar históricamente a la prensa; es sencillamente un problema de tratamiento de fuentes que no se da menos en la lectura de discursos parlamentarios, de memorias de hombres públicos, de despachos diplomáticos, informes policiales, partes militares, informes bancarios, folios procesales, testamentos, tratados y cualquiera fuentes de la historia. (11)

El trabajo está dividido en capítulos, en ellos se aborda la problemática de la transición al Estado liberal, se hace mención al proceso de inserción del liberalismo en el Paraguay, se identifican las ideas rectoras del proceso; se investiga los orígenes del constitucionalismo paraguayo, el funcionamiento de algunas instituciones, así como el sistema electoral aplicado por el Estado, ya que estas permiten detectar mejor los cambios y continuidades al interior de un proceso, se estudian el "caballerismo" y el "gonzalismo" (12) como un intento de contextualización de los orígenes y proyección del "egusquicismo", cuyo programa de gobierno se ajustó a lo que pretendieron los gobiernos que le precedieron, específicamente en el campo de las políticas migratorias y en el modelo educativo; se hace referencia a las características de este movimiento, específicamente su política de acercamiento a la oposición; se analiza la permanencia y ampliación del proyecto en el programa de gobierno de su sucesor Emilio Aceval, para terminar señalando las causas de su colapso como proyecto político nacional.

También, como una suerte de investigación complementaria, que busca aportar una visión regional, se realizó una breve aproximación al proceso político argentino del mismo periodo.

La historiografía paraguaya se ha centrado en el estudio preferente de la Primera República (1813/1870). Si bien existen importantes estudios sobre el Paraguay de la posguerra, muchos de ellos han sido escritos como intentos de justificación de la función de gobierno de los partidos políticos, otros por el contrario, lo abordaron desde variables específicas como la económica o las cuestiones sociales relacionadas al mundo del trabajo; en general, el liberalismo ha sido poco estudiado como ideología adoptada para el Paraguay, de manera que su análisis es una cuestión inacabada, su estudio colabora así en el debate acerca del modelo de desarrollo que debe guiar al Paraguay.

Con el estudio del egusquicismo y sus planteamientos teóricos se espera contribuir en la discusión sobre los valores políticos defendidos por las sociedades. El egusquicismo llevó adelante un programa que impulsó la tolerancia y el pluralismo, planteó la cuestión de la importancia de la participación política de los ciudadanos, pretendió dar mayor transparencia a la llamada justicia distributiva, aquella por la que la sociedad distribuye los honores entre sus miembros; por ello, al menos en su discurso, consideraba que la "idoneidad" sería el único requisito para ocupar cargos públicos. El proceso analizado se caracteriza por una marcada confrontación entre los partidarios del "exclusivismo" y la “participación ", la investigación abarca precisamente el tiempo donde se pretendió poner fin a esa praxis, este aspecto le otorga la relevancia social que justifica toda investigación, los valores mencionados más arriba requieren del mismo modo una permanente reflexión.

Existe, sobre el periodo investigado, una producción plural y en constante crecimiento, partiendo de ella, con el propósito de ampliarlos y enriquecerlos, nuestra propuesta se orienta hacia la investigación de aspectos que creemos colaboran en completar el "paisaje de nuestra historia".


NOTAS

1.      Hernández Sandoica, Helena y Langa Alicia. (2005). Sobre la Historia actual. Entre política y cultura. Madrid: Editorial Abada, S. L., p. 6.

2.      Romero, José Luis. (1986). Situaciones e ideologías en Latinoamérica. Buenos Aires: Sudamericana, p. 15.

3.      Sábato, Hilda. (2007). La política argentina en el siglo XIX: notas sobre una historia renovada. Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, s. XIX. México: El Colegio de México. En: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/xixsabato.pdf

4.      Hernández, Sandoica Helena. (2004). Tendencias historiogrtíficas actuales. Escribir historia hoy. Madrid: Akal S. A., pp. 422-431.

5.      Altamirano, Carlos. (2005). De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones. "Revista de Historia Intelectual", N° 9. Buenos Aires: Prismas. En: http:// historiapolitica.com/datos/biblioteca/ xixaltamirano.pdf

6.      Palacio, Guillermo. (2007). Entre una "nueva historia" y una "nueva historiografía" para la historia política de América Latina en el S. XIX. Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, México: El Colegio de México. En: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/ xixpalacios.pdf

7.      Aróstegui, Julio (2001). La investigación histórica. Teoría y método. Barcelona: Crítica, p. 302.

8.      Aróstegui, Julio. Ob cit., p. 299.

9. Aróstegui, ob. cit, p. 405.

10.    Miranda, Alía Francisco. (2005). Técnicas de investigación para historiadores. España: Síntesis, p. 321.

11. Miranda, ob. cit., pp. 322-323.

12.    Gonzalismo, partidarios de Juan G. González.



CAPÍTULO 1

EL LIBERALISMO EN LOS ORÍGENES DEL ESTADO PARAGUAYO

 

1.1.   LIBERALISMO Y REPUBLICANISMO EN EL PROCESO DE INSTITUCIONALIZACIÓN DEL ESTADO PARAGUAYO POSCOLONIAL

En el Paraguay el "ocaso del colonialismo español" coincidió aproximadamente con la utilización por vez primera del concepto "liberal", considerando que, como sostiene la mayoría de los estudios vinculados a la independencia de las colonias españolas, los autores liberales fueron profusamente leídos, antes, durante y después de la revolución; se observa, sin embargo, que "las ideas liberales entraron al Paraguay con bastante retraso en relación al resto del continente. " (13)

En Hispanoamérica, al igual que en la Europa del siglo XVIII, con las “nuevas ideas" se pretendió poner fin al modelo político y económico vigente por entonces al interior de los Estados absolutistas aunque, fue "... sólo parte de una Intelligentzia adscripta a ella, la que asimiló y difundió la nueva doctrina, con el fervor y la fe de nuevos iniciados, atacando al mismo tiempo al autoritarismo político y religioso." (14)

Era de esperarse que la Independencia no abriera las compuertas de la tradición cultural para que la novedosa cosmovisión se imponga sin resistencia alguna; la transición de un sistema a otro exigió acabar con cualquier intento de reacción por parte de los desplazados, los actores políticos buscaron mecanismos de legitimización del poder en los Estados emergentes, asentados en su mayoría sobre territorios con fronteras inciertas y sobre poblaciones que, en general, desconocían los móviles ocultos tras los procesos de cambio que se pretendían implantar.

Por ello, la ruptura con la metrópoli no debe tomarse como un inmediato traspaso del Estado absoluto colonial al Estado nacional representativo:

Los débiles aparatos estatales del periodo independentista estaban constituidos por un reducido conjunto de instituciones -administrativas y judiciales- locales. A este primitivo aparato se fueron superponiendo órganos políticos (Juntas, Triunviratos, etc.) con los que se intentó sustituir el sistema de dominación colonial y establecer un polo de poder alrededor del cual constituir un Estado nacional. (15)

El 14 y 15 de mayo no solo se produjo la Independencia del Paraguay, además, embrionariamente, se dio nacimiento al Estado nacional paraguayo propiamente dicho, cuya estructuración será la labor de los gobernantes del siglo XIX.

Al igual que en todos los procesos independentistas de la región, una de las cuestiones planteadas a las autoridades emergentes tuvo relación con el modelo que debería de adoptar el nuevo Estado, en cuanto a su organización territorial. Sobre ese punto y regionalmente, el Paraguay participó del debate planteando la confederación, en la nota del 20 de julio de 1811; sin embargo, debido al rumbo que tomaron los acontecimientos, este proyecto se tornó imposible por lo que se lo abandonó y se optó por el unitarismo. La razón que motivó la reunión del Congreso del 17 de junio de 1811, esclarece lo afirmado; "Se trata primeramente de establecer la forma de gobierno y el régimen que debamos tener y observar en lo sucesivo" (16); en otras palabras, producida la Independencia los actores políticos debían resolver cómo llenar el vacío que acompañaba la desaparición de la estructura del poder español.

Del mismo modo, la justificación de la decisión por el cambio fue dada por la nueva dirigencia nacional en el documento citado, denunciando en ella que los paraguayos, en el sistema colonial, vivían "humillados, abatidos, degradados y hechos el objeto de desprecio, por el orgullo y despotismo de los que nos mandaban", exponen que "alfin han pasado esos desgraciados tiempos de opresión y tiranía." (17)

El absolutismo y el despotismo monárquico son así, entre otros, elementos casuales de la decisión por la Independencia. El "antiguo régimen" debía ser remplazado por el nuevo modelo surgido al amparo de las "nuevas ideas"; por ello, la fundamentación teórica del cambio se remite con suficiente frecuencia, como para evitar lugar a dudas, a conceptos vinculados a la ilustración. Así leemos en la mencionada arenga frases como: "La oscuridad en que yacíamos ha desaparecido", "no estamos en aquellos siglos de ignorancia y de barbarie", "Nuevas luces se han adquirido y propagado", "Se han desenvuelto y aclarado los principios fundamentales de las sociedades políticas, hombres de talento han analizado todos los derechos, todas las obligaciones, todos los intereses de la especie humana." (18)

La sociabilidad natural de los hombres se consolida y perfecciona por medio de convenciones, por medio de pactos sociales. En el mencionado documento fundacional se afirma:

Todos los hombres tienen una inclinación invencible a la solicitud de su felicidad, y la formación de las sociedades y establecimientos de los gobiernos no han sido con otro objeto que el de conseguirlo mediante la reunión de sus esfuerzos. La naturaleza no ha criado a los hombres esencialmente sujetos a yugo perpetuo de ninguna autoridad civil, antes bien hizo a todos iguales y libres de pleno derecho. Si cedieron su natural independencia, creando sus jefes y magistrados, y sometiéndose a ellos, para los fines de su propia felicidad y seguridad, esta autoridad debe considerarse devuelta, o más bien permanece en el pueblo, siempre que esos mismos fines lo exijan. (19)

De este pasaje se desprende igualmente que la felicidad y la seguridad se garantizan con la formación de gobiernos que reconozcan la igualdad natural, así como que la soberanía reside esencialmente en el pueblo.

En otro documento fundacional se observa igualmente la influencia de las "nuevas ideas", así en los considerandos del Tratado del 12 de octubre se lee:

(...) habiendo sido enviados (los emisarios porteños) con plenos poderes con el objeto de acordar las providencias convenientes á la unión y común felicidad de ambas provincias, y demás confederadas, y á consolidar el sistema de nuestra regeneración política, teniendo al mismo tiempo presentes las comunicaciones hechas por parte de esta dicha Provincia del Paraguay en 20 de julio último a la citada Exma. junta, y las ideas benéficas y liberales que animan a esta, conducida siempre con sus constantes principios de justicia, de equidad y de igualdad...20

En el bando del 6 de enero de 1812, que lleva la firma de Fulgencio Yegros, Pedro Juan Caballero y Fernando de la Mora, autor este último del mencionado documento, la influencia de la ilustración se hace más evidente aún, cuando se cita textualmente a uno de sus reconocidos precursores, Rogerio Bacon: "El hombre es un animal sociable, no solo por las leyes, más aún por deuda de la propia naturaleza" (21). En estas y otras ideas del incipiente corpus liberal se amparaba el proyecto político de los miembros de la Junta Superior Gubernativa.

Este bando traza además, aunque en general, que entre los objetivos de la Junta Superior Gubernativa estuvo asegurar el “gozo de los inmanentes y augustos derechos del hombre y tranquila posesión de los naturales títulos de la Propiedad, Libertad y Seguridad, sobre cuyas firmes columnas posan y descansan los Imperios y repúblicas de este glovo" (22). Del mismo modo, se observa que su liberalismo estaba lejos de ser radicalmente anticlerical, ruegan a Dios dé prosperidad al pueblo; sus redactores muestran su apego al desiderátum de la ilustración, así, confían en el valor de la educación como instrumento para el progreso individual y Social. Su proyecto económico es indudablemente propio de los fisiócratas, depositan su fe en la agricultura y el comercio para desarrollar al Paraguay; por ello, prometieron libertad para el desarrollo de la industria, a la que apoyarían con gravámenes bajos, aseguran que con eso aumentará la concurrencia, así como el consumo interior y exterior; se propusieron hacer navegables los ríos, aumentar el hato ganadero, instruir a los labriegos en las mejores técnicas de cultivo, proteger los yerbales y abrir caminos. (23)

La lectura de estos documentos permite concluir que en el caso paraguayo los primeros gobiernos post independentistas se mostraron partidarios de las ideas liberales. "Pero ese proceso... quedó confinado al plano político y en un sentido muy especial. En el año 1813, por influencia y poder del Dr. Francia, el Paraguay se declaró una república independiente. Esto significa la aplicación directa e inmediata de una nueva teoría política respecto de la sociedad, en concreto la de Rousseau. " (24)

La influencia del pensamiento del ginebrino, cuyo liberalismo es discutible, ya se vislumbraba en la Arenga al Congreso general del 17 de junio de 1811, en la siguiente expresión: "En todo como estamos prontos y resignados a conformarnos con la voluntad general'' (25), cabe destacar que esta arenga, a diferencia del bando del 6 de enero, lleva la firma de José Gaspar Rodríguez de Francia, además de la de Juan Valeriano Ceballos (sic).

En 1814, y habiéndose adoptado ya la Dictadura Temporal como forma de gobierno, en poco tiempo su titular logró controlar, aunque no sin oposición, los resortes del poder político, con la consiguiente destrucción ''de la pequeña aristocracia colonial formada en el último cuarto del siglo XVIII e impedido que se formara una nueva" (26) con lo que ''estranguló sin piedad todo brote de liberalismo y convirtió al Paraguay en un cementerio. " (27)

La institucionalización del Estado tendrá así características peculiares. El régimen de Francia enfrentó el desafío de la consolidación de la Independencia del nuevo Estado, en un ambiente hostil al mismo, por lo que se sustentará en el ejército; el aislamiento y bloqueo que sufrió el país impactó drásticamente sobre la producción nacional, frenando el surgimiento de un mercado interno, factor importante para la consolidación de los Estados, pues ella empuja a la creación de mecanismos de percepción de impuestos y hacia un sistema montario nacional. No se avanzó tampoco hacia reformas vinculadas al Poder Judicial, Francia desoyó el mandato del Congreso del año 14 en el orden de establecer tribunales de apelación, necesarios tras la devolución hecha por Buenos Aires de los expedientes judiciales allí tramitados durante el periodo colonial en carácter de apelación; con lo que la teoría revolucionaria de la división de los poderes del Estado tuvo un freno considerable.

De lo mencionado se desprende que el poder político español fue suplantado inicialmente por sectores que pretendían instaurar el liberalismo en oposición al absolutismo que claudicaba ante el movimiento de emancipación; sin embargo, en la pugna por el poder político sus seguidores fueron derrotados por sectores para los que las nuevas ideas eran inaplicables en el Paraguay por priorizarse la defensa de la Independencia, independencia que se preservaría mejor con un poder centralizado y fuerte, donde el individuo debía ceder sus libertades en aras de un fin superior, la preservación del Estado nacional. Los argumentos contrarios a la aplicación práctica de las nuevas ideas son desplegados lúcidamente por Don Carlos Antonio López, quien los consideraba correctos pero momentáneamente inaplicables.

De la lectura de los Mensajes presidenciales de Carlos A. López se desprende que comprendía perfectamente que el modelo político de su antecesor había caducado y cumplido su misión, mucho antes incluso de que el Dictador falleciera; por ello, era conciente de que debía diseñar otro modelo de Estado, su conservadurismo, sin embargo, lo hacía enemigo de las transformaciones radicales en el campo político. Si Francia justificaba los rigores de su gobierno en la necesidad de preservar al Paraguay de la anarquía reinante en el Río de la Plata, como una forma de garantizar la Independencia nacional, Carlos Antonio López lo sostenía en la negativa de Juan Manuel de Rosas de reconocer la Independencia y en la falta de educación del pueblo. Así, en su mensaje a la nación del año 1854, expuso su visión acerca de la influencia de las ideas liberales en la región y en particular sobre el Paraguay, advirtiendo lo mucho que faltaba para que el país sea realmente independiente; para su concreción definitiva, afirmaba que "es necesario empezar por regenerar el pueblo, por ponerlo y guiarlo en el camino por donde debe ir para llegar, sin riesgo de extravíos y caídas al punto al que forzosa e inevitablemente le han de conducir las ideas dominantes del siglo y la fuerza del ejemplo" (28). Entendía que la regeneración del pueblo exigiría de sus gobernantes un arduo trabajo debido a que no resultaba fácil la destrucción de una obra de más tres siglos.

Acerca del impacto de las nuevas ideas en América, señalaba que los pueblos de América se apresuraron al darse constituciones:

(...) Todas estas, más o menos, teóricamente, perfectas, están basadas sobre los principios más luminosos y encierran las ideas más elevadas, justas y liberales, todas otorgan a sus ciudadanos, amplios e importantes derechos políticos: todas garanten los derechos primordiales del hombre, su libertad, su propiedad, su seguridad y, creyendo hacer difícil el despotismo, no han hecho más que facilitar la anarquía. (29)

Para Carlos Antonio López, las revoluciones que anarquizaron la región tras la Independencia eran una prueba inequívoca de que "la paz", "el orden público" y "la libertad no se lograrían automáticamente por el solo hecho de sancionarse las Constituciones, había que preparar al pueblo, porque estos:

(...) no estaban preparados, ni tenían la educación y calidades necesarias y adecuadas para gozar, sin perturbaciones, de la libertad y derechos a los que empujaron algunas imaginaciones exaltadas e inexpertas. Escritores republicanos entusiastas, demócratas fervorosos, confiesan en sus escritos que en América es imposible un completo sistema representativo, porque las masas no la comprenden y no saben usar de los instrumentos y resortes que hacen funcionar ese hermoso, pero complicado, mecanismo político. El que no sabe usar una cosa, precisamente abusa de ella. (30)

Luego de analizar cómo las demás Repúblicas americanas cayeron en el error de la precipitación en las reformas institucionales, instó a la marcha lenta hacia las reformas legales e institucionales:

(…) Proclamemos y respetemos con la mayor escrupulosidad los derechos civiles esenciales y primordiales de todo hombre libre, la libertad, la propiedad, seguridad e igualdad ante la ley, pero excusémonos por ahora de establecer derechos y libertades políticas, hasta que se entienda y conozcan lo que importan y significan esas palabras. La inteligencia de la cosa debe preceder al uso del derecho de la cosa. (31)

Consideraba un "absurdo" la copia de modelos propios de otros países, teniendo en cuenta que cada nación tiene sus realidades. Coherente con su legión acerca de la nación paraguaya, afirmaba que "en unos países casi todo lo hace el espíritu público de empresa y asociación y ahorra a los Gobiernos mucho trabajo, en otras hay que esperarlo todo de la acción de los Gobiernos, que por lo mismo son Jefes y guías de la nación ”, sentencia que hay que mantener un poder fuerte ya que ella “es el primer elemento de organización, y constitución de una República". (32)

En este mismo mensaje a la nación consideraba necesario reducir el número de diputados y otorgar el derecho a voto solo a personas que reúnan ciertas condiciones, pues, “la experiencia de todas las Naciones en que rige el sistema representativo, tanto en Europa, como en América, ha mostrado los gravísimos males e inconvenientes que trae el sufragio universal". (33)

Las "determinadas" condiciones hacían referencia a "... la propiedad y la de una capacidad regular, a más de la probidad, buena fama, conocido patriotismo, y el goce de todos los derechos civiles. (34)

Durante el gobierno de Carlos Antonio López, el incipiente Estado nacional había institucionalizado su presencia mediante la represión y control sobre la actividad de los detractores, la articulación de las actividades económicas y la difusión de mecanismos de control ideológicos. (35) Fue apropiando ámbitos operativos, redefiniendo los límites de la acción individual e institucional. Este proceso de centralización del poder del Estado fue afianzando su aparato institucional. La consolidación definitiva del Estado nacional vino con el reconocimiento de la Independencia por parte de Buenos Aires en 1852.

 

1.2.   EL PROYECTO POLÍTICO DE LOS OPOSITORES AL RÉGIMEN DE LOS LÓPEZ

Los disidentes del régimen de los López, desde Buenos Aires, criticaban duramente al Gobierno. ¿Cuál fue el proyecto político que estos defendían y qué pretendían instaurar? La respuesta se encuentra en los varios medios de comunicación que emplearon con el propósito de difundir su visión acerca de la realidad del país. Apuntaban a la instauración de los principios liberales en el Paraguay, de una manera más radical y urgente, modificando el sistema tanto en lo político, económico, cultural y educativo, poniendo fin a lo que consideraban Gobierno tiránico y dictatorial.

Desde 1858 desataron una campaña periodística tendiente a predisponer a la opinión pública nacional e internacional hacia la urgencia de una guerra libertadora; en ese orden, publicaron en 1858, en Buenos Aires, un manifiesto titulado "Clamor de los corazones filantrópicos", que entre otros llevaba la firma de Carlos Loizaga, Manuel Pedro de la Peña, Serapio Machain, Femando Iturburu, Pío Otoniel Peña.

En el mencionado manifiesto sostenían que el Gobierno imperante en el Paraguay era el responsable del atraso, pues su política no permitía la explotación de las riquezas naturales, ni el desarrollo de la actividad industrial, por lo que los extranjeros se resistían a aportar sus capitales para facilitar el progreso, ni siquiera la juventud había sido educada con las ideas liberales, por esto, dicen:

(...) hemos reunido nuestros esfuerzos con el fin de trabajar en el sentido de que nuestra patria sea gobernada bajo la forma de una constitución democrática, que haga efectiva en ella la seguridad individual y la propiedad, el libre comercio con el mundo, el fomento de la industria y de la educación, y todos aquellos derechos reconocidos por el espíritu civilizador y liberal del siglo XIX... (36)

El 2 de agosto de 1858 constituyeron una asociación política con el nombre de “Sociedad Libertadora de la República del Paraguay", invitando a todos los liberales, imbuidos del espíritu civilizador del siglo, de cualquier nacionalidad que fueren, a unirse en una cruzada de liberación del Paraguay:

(,..)Trabajar para formar una constitución democrática que los derechos que concede y goza todo país libre, para que se desarrolle el comercio y la industria, y se eleve la república a la altura de la civilización y progreso en que se hallan sus hermanas de Sud América, de tan tierna edad política como el Paraguay. Sujetar al examen del pueblo, la constitución que se formare, para que como único juez la modifique o la apruebe, y lo jure solemnemente, obligándose cada ciudadano a sostenerla y defenderla, a fin de que ningún tirano pueda pisotearla y destruirla jamás. (37)

El 25 de noviembre, siempre de 1858, fundaron el periódico El Grito Paraguayo, órgano de los derechos e intereses del Paraguay, siendo sus redactores el chileno Francisco Bilbao, Fermín Ferreira y Artigas, Isaac de Tezanos, Manuel Pedro de la Peña y Gregorio Machain. En su programa, firmado por Francisco Bilbao, sostenían lo siguiente: "Nuestro dogma es la razón. - Nuestra política, la soberanía del pueblo. - Nuestra diplomacia la verdad. - Nuestro interés el comercio del inundo.-"38; este medio, a partir del 21 de febrero de 1859, pasó a llamarse El Clamor de los Libres, en ese número comunicaba a sus lectores que Francisco Bilbao había sido separado del cargo acusado de ser responsable de la impopularidad del movimiento en Buenos Aires y por poner su pluma al servicio del gobierno dictatorial del Uruguay.

La Sociedad Libertadora de la República del Paraguay, el 19 de diciembre de 1864, pasó a constituirse en Asociación Paraguaya. Iniciada la guerra con el Brasil, la misma envío emisarios a Río de Janeiro a fin de solicitar al Emperador la autorización para conformar una Legión que sería el brazo armado de la organización; la autorización les fue concedida pero sin la posibilidad de utilizar la enseña nacional, que era lo esencial para los integrantes de la Asociación, por ello decidieron en Asamblea abstenerse de participar. (39)

Al tenerse noticias de la convocatoria hecha por Francisco Solano López , para la reunión de un Congreso extraordinario, a llevarse a cabo el 15 de marzo de 1865, los miembros de esta Asociación emitieron una "Protesta de los paraguayos liberales", fechada el 10 de marzo, en la que se opusieron a la realización de la misma por no existir garantías para los ciudadanos; sostuvieron que "...en virtud de las razones expuestas, tendrán por nulos, ilegales y sin ningún valor, los actos que de su seno emanen. " (40)

Iniciada la guerra con Argentina, y siempre con la idea de que la misma era contra López y no contra el pueblo paraguayo, solicitaron al presidente Bartolomé Mitre la venia para conformar una Legión, la solicitud lleva la firma de Carlos Loizaga y Evaristo Machain. El gobierno argentino no solo accedió al pedido, sino además autorizó a la Asociación Paraguaya "la formación de una Legión, que lleve los colores de la bandera de ese pueblo hermano". Hay que destacar que “la Legión solo pudo organizarse como cuerpo militar independiente en marzo de 1869. Mientras tanto, sus miembros actuaron como agregados al ejército argentino. "41

El comité revolucionario de la Asociación designó como primer jefe al coronel Fernando Iturburu, y segundo jefe al teniente coronel Juan Francisco Decoud(42) Juan José Decoud, José Segundo Decoud, Otoniel Peña, Evaristo Machain, Jaime Sosa Escalada, Federico Alonzo, Gregorio Machain (h) se retiraron al sospechar que la guerra tenía otros objetivos que lo señalado por los aliados igualmente, otros se separaron por desavenencias con el coronel Iturburu. Estas diferencias internas serían determinantes en la conformación de los primeros clubes políticos de la posguerra. (43)

Los "legionarios" salieron de Buenos Aires el 5 de mayo de 1865, entre los más representativos figuraban Benigno Ferreira, Fernando Iturburu, Juan F. Decoud, Carlos Loizaga, Otoniel Peña, Juan José Decoud, Jaime Sosa Escalada, José Segundo Decoud, Salvador Jovellanos, Juan Bautista Egusquiza, José Díaz de Bedoya. Se establecieron en el campamento del general Wenceslao Paunero.

Ideológicamente eran básicamente liberales. Propiciaron la "regeneración" del Paraguay; en ese sentido, el periódico La Regeneración afirmaba en sus páginas que su misión consistía no tanto en la liberación del Paraguay sino en su regeneración.

Al concluir la guerra quedaba por resolverse las graves cuestiones que le dieron inicio; en ese sentido, la tesis del entonces canciller argentino Mariano Varela, de que no se podía tratar con el Paraguay antes de que este conformara un gobierno, significó el inicio de las actividades políticas al interior del país.

La guerra contra la Triple Alianza destruyó completamente la estructura del Estado paraguayo de la llamada Primera República, su reconstrucción, en la que se buscó implantar un nuevo modelo, se llevó adelante recreando algunas de sus instituciones y estableciendo otras nuevas.

 

1.3.   LAS BASES TEÓRICAS DEL PROYECTO POLÍTICO DE LA POSGUERRA

El proceso iniciado tras la guerra pretendió desmontar la estructura política, social, educativa y económica creada por el "despotismo", "opresivo" y "paternalista" imperante durante gran parte de la "Primera República" (1813- 1870); igualmente, fue la puesta en marcha de un proyecto, regenerador para unos o de reconstrucción para otros, interesados en la instauración de condiciones propicias para incorporar al Paraguay a la "civilización".

El plan que guió el accionar de los diferentes gobiernos de la posguerra fue así el liberal, "civilizador" o "modernizador", emergente de la ilustración, iniciado ya en algunos aspectos por el gobierno de Carlos Antonio López (1841- 1862). Se diseñó un Estado que buscó aumentar las exportaciones, abrirse a la economía mundial ofreciendo materias primas, atraer inversiones extranjeras e inmigrantes, así como apuntar a una educación tendiente a facilitar el progreso material de la nación.

Tras la guerra contra la Triple Alianza y su desenlace, los detractores del "antiguo régimen" accedieron a la administración de la República, políticamente había llegado la hora para aquellos que pretendían organizar el Estado paraguayo siguiendo los postulados del paradigma liberal. El liberalismo paraguayo tuvo así oportunidad de constituirse en la ideología dominante al término de la guerra.

Es innegable que:

El triunfo de los aliados significó, desde el punto de vista político -como bien se sabe- no solamente la eliminación del sistema autoritario impuesto en 1814, sino la incorporación de las llamadas "ideas liberales", compleja combinación de institutos, principios y discursos traídos por los paraguayos que habían estado en Buenos Aires, desterrados o exiliados y como se trataría de imponerlos en la cultura política de un pueblo destrozado por la guerra. (44)

El liberalismo paraguayo de la posguerra:

( ...) Tendía a desembarazar la iniciativa privada de toda traba, a hacer respetar, por el Estado, los derechos individuales, a oponerse a toda extensión de sus funciones, para garantizar la libertad. No debemos olvidar que estábamos en pleno siglo XIX, bajo la doctrina spenceriana, y en fundamental oposición a los regímenes de dictaduras americanas. (45)

Los detractores del "antiguo régimen" accedieron a la administración de la República con las siguientes ideas motoras: a) organización de un Estado que proteja las garantías civiles y políticas establecidas en la Constitución; b) fomento de la inmigración, preferentemente europea, cuyo beneficio sería la llegada de capitales que aplicados a la industrialización permitirían el progreso material; c) protección a la propiedad privada, fomento del libre comercio; y d) reforma de la educación pública en el orden de facilitar la inserción laboral de los jóvenes en las demandas que pensaban se daría al interior de la nueva estructura que emergía tras la guerra.

Los valores políticos defendidos por los ciudadanos fueron los derechos individuales, la libertad económica, la supremacía constitucional, así como la libertad del sufragio:

El siglo pasado fue un siglo político y elector alista. El gobierno correspondía a la mayoría numérica; el Estado debía reducir sus funciones al mínimo para no estorbar la iniciativa y los poderes del Estado eran establecidos principalmente como garantía de los derechos individuales. Tal fue la doctrina de la primera época liberal... (46)

En apretada síntesis este será el proyecto político a ejecutarse en el Paraguay de la posguerra contra la Triple Alianza. Básicamente, los partidarios de la regeneración de la nación negaron el proyecto de la Primera República y, contrario sensu, adoptaron principios que consideraron válidos para insertar al Paraguay en la corriente de la civilización.

Un factor que influyó negativamente sobre la posibilidad de llevar adelante estos objetivos fue que la primera década de la posguerra haya sido particularmente inestable en lo político, ningún presidente concluyó siquiera su periodo de gobierno. Los gobernantes debieron enfrentar el desafió de la reorganización nacional con recursos muy limitados, entre motines, rebeliones, sediciones y guerras civiles.

Quienes iban a tener a su cargo la implantación del nuevo proyecto llegaron con la ocupación de Asunción por las fuerzas aliadas ocurrida el 1º de enero de 1869; el 24 del mismo mes, se había reunido un grupo de ciudadanos quienes prepararon un proyecto de petición para el establecimiento de un Gobierno Provisorio, el mismo designó una comisión revisora de la petición que, luego de analizar el documento, decidió incorporar dos modificaciones: "1º Que el gobierno se estableciese por el sufragio libre de todos los paraguayos; 2º Que la formación de un cuerpo de voluntarios, ofrecido como contingente, no importaría un nuevo sacrificio al exhausto pueblo paraguayo, sino que dependería exclusivamente de la voluntad de éste y del Gobierno que se estableciese. (47)

En el mes de febrero, con la llegada de Cándido Bareiro (48) irrumpió el otro liderazgo importante que permitiría el juego político de oficialismo-oposición. Bareiro aglutinó a las fuerzas conservadoras del pasado, dispuestos a confrontar con quienes se sentían dueños de la situación y que se hallaban reunidos en torno a la figura del coronel Juan Francisco Decoud. El coronel Iturburu y sus partidarios, por las diferencias con los Decoud, terminarían fusionándose con el bareirismo.

Otra figura importante fue la de Cirilo Antonio Rivarola, quien durante la guerra había luchado en el ejército paraguayo, pero de una tradición liberal más que conocida.

Ambos grupos reunidos, el 31 de marzo enviaron en misión a Buenos Aires a Carlos Loizaga, Félix Egusquiza, José Díaz de Bedoya y Bernardo Valiente, a fin de presentar el petitorio mencionado más arriba. El acta de la asamblea que los comisionó lleva la denominación de "Club Unión", del que hacía las veces de secretario, Cayo Miltos; Félix Egusquiza era bareirista-lopizta, su designación provocó el alejamiento de los decouistas, quienes para el 26 de junio fundaron el Club del Pueblo. (49) Días después, los bareiristas conformaron el Club Unión con el liderazgo de Cayo Miltos. Los aliados aceptaron el petitorio.

Con la llegada, en el mes de julio, de los representantes aliados, José María Paranhos y José Roque Pérez, se dio inicio al proceso electoral que culminaría con la conformación de un Gobierno Provisorio. De los dos era Paranhos el más influyente. (50)

La asamblea llevada a cabo el 22 de julio de 1869, en el Teatro Nacional, bajo la presidencia del plenipotenciario argentino y la supervisión del brasileño, resolvió designar una Delegación Nacional de 21 miembros de cuyo seno se  conformaría un Comité Electoral de cinco miembros que a su vez elegiría a los triunviros de un Gobierno Provisorio. (51)

Entre los 21 ciudadanos electos por la asamblea, entre los llamados a tener activa participación en el proceso que se iniciaba, se encontraban Carlos Loizaga, Cirilo Antonio Rivarola, Juan Francisco Decoud, Cándido Bareiro, Fernando Iturburu, Benigno Ferreira, Salvador Jovellanos, José Segundo Decoud, Jaime Sosa Escalada, Mateo Collar, Otoniel Peña, y otros. La terna electa por el Comité Electoral fue elevada a Paranhos el 5 de agosto, lo integraban Cirilo Antonio Rivarola, Juan Francisco Decoud y José Díaz de Bedoya; ante la posible resistencia contra la designación de Decoud por parte del Brasil, se sugería que si tal cosa ocurriera, el mismo sea remplazado por Carlos Loizaga. Hecho que finalmente acaeció. (52)

La resistencia por parte del representante del Brasil se debió a "los fuertes ataques hechos, desde un diario de Corrientes, por su hijo Juan José Decoud, contra el Brasil, en ocasión del saqueo de la Asunción por las tropas brasileras, circunstancia que despertó la suspicacia del diplomático fluminense contra el padre del escritor." (53) El diario al que se hace referencia fue "El Liberal", fundado por Juan José Decoud en julio de 1868, con el propósito de contrarrestar el liderazgo de Fernando Iturburu. Los Decoud estaban interesados en la conformación de un Comité Secreto Republicano con la intención de operar en la designación de los futuros gobernantes, siendo esta la razón por la que Iturburu intentara la designación de Gelly y Obes y luego el suyo propio al frente del gobierno. (54) El 6 de agosto por el Brasil y el 7 por la Argentina fue aceptado el Gobierno Provisorio, sus integrantes tomaron juramento el 15 de agosto de 1869.

La puesta en marcha del nuevo proyecto político se detecta desde los primeros días de la instalación del Gobierno Provisorio, ocurrida el 15 de agosto de 1869, en un manifiesto fechado el 10 de setiembre de 1869, el Gobierno dio a conocer los principios bajo los cuales iba a emprender la ardua tarea de reorganización, decían que inauguraban "una nueva era que se presenta bajo la egida de los derechos del hombre y cortejada de todos los principios liberales que son patrimonio de las naciones más cultas". Acusaban los triunviros a los gobernantes anteriores de haber aislado al país, cerradas su puertas a la emigración, ahuyentado el comercio exterior, destruida la familia, relajada la administración de la justicia, creado un sistema de delación y espionaje, de haber militarizado al país, "no quedo libertad que no fuese suprimida, no quedó derecho que no fuese atropellado; no quedo garantía que no fuese violada". Proponían un modelo basado en el sufragio popular, donde reine la libertad de pensamiento y de la prensa, donde la propiedad privada sea garantizada, la eliminación de todo tipo de monopolios, poner límites al poder de los gobernantes, "que la esfera de acción del individuo sea tan ensanchada, como restringida la del poder que el pueblo delegue". (55)

Este manifiesto constituyó una crítica a los gobiernos anteriores y sienta los principios que sus redactores defenderían en la Constituyente que sería convocada posteriormente:

(…) Representa, igualmente, un compendio de la ideología liberal de la época, ideología que se plasmara en la Carta Magna y que dominará con altibajos transitorios el escenario del Paraguay durante setenta años. (56)

Por otra parte, "El manifiesto es la primera expresión del liberalismo en materia constitucional, desde el lejano 1811." (57)

El 14 de enero de 1870, un decreto puso en vigencia el manifiesto del 10 de setiembre, señalando que en tanto no se sancione una Constitución, el Gobierno garantizaba la libertad, la propiedad y la seguridad de todos los habitantes, que la expropiación deberá hacerse con previa y justa indemnización, que las autoridades deberán rendir cuentas de lo recaudado, que la ley no tendrá efectos retroactivos, que los ciudadanos son iguales ante la ley y la más amplia libertad de culto. (58)

En consonancia con lo arriba señalado, otro manifiesto a los habitantes de la República fechado el 10 de mayo de 1870, sostuvo que "... consecuente con los propósitos expresados en su manifiesto del 10 de setiembre último" se proponía cambiar el relacionamiento con los extranjeros, considerando que los gobierno, anteriores "alejaban el elemento extranjero como opuesto a su sistema de barbarie y retroceso", señalaba que el país:

(...) necesita de paz que traiga capitales y brazos industriosos para explotar la inmensa riqueza de su suelo, y levantarlo así, en muy breve tiempo, a una sorprendente prosperidad. Esperamos que esos brazos vendrán, y con ellos la industria, que el elemento poderoso y fecundo de paz y progreso... El Gobierno, que comprende los destinos a que está llamado el país, y los medios de realizarlos, hace un llamamiento a esa inmigración y muy especialmente, al inmigrante Europeo, ofreciéndole todas las ventajas que le permite sus atribuciones, mientras llegue el momento de brindarle de una manera más positiva, y por autorización de la ley, con elementos que constituyan su felicidad. (59)

Llevando adelante este proyecto, el Gobierno Provisorio declaró "libres a la explotación particular, los ramos de yerba mate y maderas monopolizadas por los Gobiernos anteriores" (60), del mismo modo, "suprimió provisoriamente las Aduanas declarando puertos francos todos los de la República" (61), se crearon rentas de fácil percepción como el impuesto de patentes profesionales, industriales y comerciales, se estableció el régimen de papel sellado que se usaría en todas las administraciones, oficinas y tribunales, finalmente se impuso "un impuesto de cinco por ciento sobre el valor de las facturas de toda clase de mercancías que se introduzcan en el territorio de la República por cualquiera de sus puertos habilitados". (62) Se extinguió totalmente la esclavitud (63) y se abolió el "impuesto de auxilios establecido en la Campaña" por considerar que el mismo "ha sido en su fondo y en su forma un ataque criminal y directo al individuo y a la propiedad". (64)

 

1.4 LA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE Y EL INICIO DE LA REFORMA DEL ESTADO

En América, durante el proceso independentista, todos los nuevos Estados pretendieron dotarse de alguna Constitución que señalase claramente los derechos y garantías de los ciudadanos y organizara el funcionamiento orgánicos de los Estados. En el Paraguay, la génesis la encontramos en el Reglamento de Gobierno de 1813, redactado por José Gaspar Rodríguez de Francia y Pedro Juan Caballero por mandato del Congreso Nacional del mismo año. Este reglamento, sin embargo, no puede ser considerado una Constitución, la misma más fue un intento por organizar el funcionamiento del poder emergente en esas circunstancias.

En el Congreso de 1841, Juan Bautista Rivarola había presentado un ante-proyecto tratamiento no prosperó debido a la oposición del entonces cónsul López. La “Ley que establece la Administración política de la República del Paraguay ”, presentada por Carlos Antonio López al Congreso del año 44, y que fuera aprobada in extenso, sin estudio previo por parte de los asambleístas, fue la de mayor pretensión. El mismo, sin embargo, adolece de defectos de forma y fondo que impide su consideración como una Constitución; de manera que para el tiempo que nos ocupa, en el Paraguay no existía aún una marcada tradición constitucional. Habrá que reconocer que la historia del constitucionalismo moderno era, para ese entonces, muy reciente; basta con señalar que la de Francia data de 1793, la de Argentina, de 1853, lo que comparativamente hablando alejan a la Ley del 44 a tan solo 47 años de la primera y nos adelanta unos 13 años de la segunda.

Todos los líderes regionales tuvieron, como una meta de primer orden, el deseo de establecer para sus pueblos alguna Constitución:

El constitucionalismo fue casi una obsesión desde el primer momento... actas, estatutos, constituciones fueron redactadas, discutidas y sancionadas en número considerable... Todos parecían creer que una sabia constitución era el recurso supremo para encauzar la nueva vida de las sociedades, y solo discrepaban los que pensaban que debía ser meticulosa y casuística con los que creían que debía ser sencilla y limitada a las grandes líneas de la organización del Estado. (65)

Pero, del mismo modo, en la primera mitad del siglo XIX existía en ciertos sectores cierta desconfianza acerca de la efectividad de los principios como herramientas para resolver problemas tan complejos como los que enfrentaba el país, por los que en toda América:

(...) frente al constitucionalismo, se fue delineando poco a poco una mentalidad política pragmática que debía terminar justificando la dictadura de quien tuviera fuerza y autoridad para asegurar el orden y la paz resolviendo autoritariamente los conflictos concretos surgidos de los intereses y las expectativas en pugna. (66)

Por lo señalado es fácil comprender por qué una de las primeras medidas adoptadas por el Triunvirato, en el proceso de reforma del Estado, fue la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente. En este sentido, el 27 de marzo de 1870, dando lugar a la convocatoria hecha el 23 de marzo por La Regeneración” (67) para un "meeting" (68), se había conformado un club político denominado El Gran Club del Pueblo, llamado también Liberal o Constitucionalista, cuyo objetivo era trabajar por la instauración de los principios liberales; lo integraban José Segundo Decoud, Carlos Loizaga, Benigno Ferreira, Jaime Sosa, Salvador Jovellanos. Facundo Machain, Juan Silvano Godoy, Mateo Collar, Salvador Jovellanos y otros. La Regeneración pasó a ser su vocero oficial. El 30 de marzo de 1870 se fundó El Club del Pueblo, apodado Petit Club López, popular o bareirista, integrado por Higinio Uriarte, Antonio Taboada, Juan A. Jara y otros. Este Club fue la base del Club Nacional; el periódico La Voz del Pueblo fue su vocero, luego emplazado por El Pueblo.

El 3 de abril se llevó a cabo una reunión, en el Teatro Nacional, para intentar una unificación entre los miembros de ambos clubes, pero fracasó debido a rotunda desconfianza existente aún como consecuencia de las diferentes posturas asumidas por los partícipes durante la guerra.

El Sr. Sosa (Jaime) en la sesión del Domingo no pidió la desunión como algunos han querido entenderlo; pero sí dijo que esa unión ni debía ser ciega ni farsante, esto es, que los que falsamente querían pertenecer al Gran Club no debían ser admitidos, porque no hay reconciliación posible entre víctimas y verdugos." (69)

La diferencia radicaba en que los del Club del Pueblo pretendían la permanencia del ejército de ocupación, en tanto que los del Gran Club del Pueblo consideraban que esto no otorgaría la suficiente libertad electoral. (70)

Otro intento de unificación se llevó adelante el 5 de mayo, pero también con resultado negativo, debido a que:

(...) El "Petit Club López", hallándose impotente e impopular para conseguir un triunfo ficticio, se había apoderado anticipadamente del Teatro Nacional donde iba a hacerse la fusión. Cuando los miembros del "Gran Club " acudieron a la cita, ya no había espacio para ellos. Entonces se propuso diferir hasta el día siguiente la votación, a fin de que fuera legal y clara; efectuándola en la plaza pública. Los gritantes del “Petit Club López" se opusieron porque eran los únicos que ocupaban el teatro a más de que habían llevado extranjeros disfrazados para conseguir más fácilmente sus falsos propósitos. (71)

En otro artículo del mismo día, bajo el título de "Los Clubs", señalaron que el presidente del club, Dr. Facundo Machain, ante el ambiente enrarecido decidió retirarse del lugar, por lo cual fue felicitado por el "partido liberal". La mencionada Asamblea continuó sus deliberaciones, sin la presencia de los del Gran Club del Pueblo y finalizaron constituyendo una asociación con el nombre de Clubs Unidos, cuya presidencia ejerció Cándido Bareiro.

Ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo entre ambos sectores y, en vísperas ya de las elecciones para convencionales, Jaime Sosa Escalada publicó un encendido manifiesto contra los del Club del Pueblo. (72)

El manifiesto de Sosa Escalada fue respondido por Cándido Bareiro, quien hacía de presidente de los Clubs Unidos, ya que a criterio de estos se había concretado la unidad. (73)

La misma fue a su vez respondida por Benigno Ferreira, jefe del denominado Partido Liberal, en la que particularmente se muestra violento contra Cándido Bareiro.(74)

En este ambiente se avanzaba hacia la Asamblea Constituyente. José Segundo Decoud publicó en La Regeneración sobre la convención y la importancia de una Constitución:

¿Cual es pues el mejor medio para prevenirnos de la anarquía y la guerra civil que amenazan al país más tarde o más temprano? Principiar por darnos nuestra constitución política que ha de venir a garantir los derechos individuales y más sagrados del hombre: la libertad, la igualdad y la fraternidad de todos los habitantes de la República. Comenzar por abrir los registros cívicos donde todo ciudadano ó ciudadana vaya a inscribirse para tener derecho a votar libremente; determinar quiénes son los calificados para votar; hacer extensivo el derecho del sufragio aun a la propia mujer; según la opinión del más eminente pensador ingles del siglo Stuart Mill, sin otro requisito que se exige a un ciudadano. (75)

En este artículo no se oculta la admiración por el sistema político norte-americano:

No olvidemos á aquel gran país que es la estrella polar que debe alumbrarnos en nuestro escabrosísimo sendero; y tampoco olvidemos, las virtudes cívicas y el patriotismo de hombres de la talla de los Washington, los Franklin, los Madison y los Lincoln, porque solo con estas cualidades se fundan las grandes repúblicas. (76)

El proceso asambleario se inició con la elección de los ciudadanos convencionales. Para ello, el Gobierno Provisorio sancionó un Estatuto Electoral Provisorio el 1º de abril de 1870, por el que "la ciudad de Asunción formará tres secciones electorales, a saber: La Encarnación, San Roque y la Catedral. Por un decreto especial se dividirán y establecerán las secciones electorales de los Departamentos de Campaña con arreglo al número de habitantes que hoy cuentan" (Art. 1), consideraba ciudadanos hábiles para inscribirse en el registro electoral a los mayores de 17 años (Art. 5); el mismo, además de su nombre y apellido, debían consignar su edad, profesión, su domicilio y si sabía escribir (Art. 7). Del mismo modo, el articulo 10 autorizó a las juntas inscriptoras a imponer una multa de 200 peso a quienes cometan fraude utilizando otros nombres y a no permitirles la inscripción aún con su nombre propio (Art. 10); es importante mencionar que las mesas receptoras de votos serían integradas por un presidente y dos escrutadores, quienes en caso de ausentarse injustificadamente sufrirían una multa de 400 pesos fuertes o cuatro meses de prisión (Art. 17). Los votos eran dados verbalmente y a alta voz, no admitiéndose votos escritos (Art. 20). (77)

Un decreto del 3 de mayo de 1870 mandaba que en la ciudad sean nombrados dos representantes por cada parroquia para la Convención Constituyente, mientras que en la campaña los lugares con autoridades constituidas nombrarían un diputado por cada Departamento; debido a la falta de población, varias villas debieron fusionarse formando un solo distrito electoral.

Los 64 ciudadanos convencionales electos, 42 del Gran Club del Pueblo y 12 del Club del Pueblo, "estaban influidos al máximo por la ideología liberal imperante en la Argentina, entonces en la primeras décadas de su gran proceso expansivo y progreso económico". (78)

Juan José Decoud, el primer presidente de la magna asamblea, fue el proyectista de la Constitución, su anteproyecto venía siendo publicado en el periódico La Regeneración desde el 10 de octubre al 21 de noviembre de 1870.

En uno de sus escritos, Juan José Decoud señalaba:

Resulta pues para que la Constitución de un Estado sea liberal, progresista y labre la felicidad de la sociedad para que se establece, hay que tener siempre presente estas tres condiciones indispensables e inherentes a toda buena legislación. Primero, estudiar y conocer con exactitud el estado actual del país que se quiere constituir, sus antecedentes históricos y políticos, su porvenir probable y su desenvolvimiento rápido o lento en las varias edades. Segundo, que la Constitución marche a vanguardia de la sociedad y le sirva de guía ya durante la paz o la guerra,en las grandes crisis o en su estado normal. Y tercero, despegarse de todo elemento retrógrado para que la Constitución no sea el resultado puramente o más bien la influencia de los hábitos y costumbres, sino el resultado de una mayoría ilustrada, que dictando una Constitución sabia, sepa al mismo tiempo que indicar al pueblo su felicidad, evitando cuanto pueda, sea incompatible. (79)

Aunque Cirilo Antonio Rivarola presentó también un proyecto de Constitución, basada en la brasileña (80) salvo algunas modificaciones, el elaborado por Decoud fue presentado a la Convención Nacional Constituyente por la Comisión Redactara para su aprobación final, lo que ocurrió el 25 de noviembre de 1870.Era una copia de la Constitución argentina, lo que no implica que la misma no haya sido estudiada por los asambleístas.

De lo expuesto se concluye que recién tras la culminación de la guerra contra la Triple Alianza, se promulgó una Constitución que reunía los requisitos de forma y fondo para que un cuerpo normativo adquiera el nombre de tal.

(…) la Constitución de 1870 significa para el Paraguay la incorporación jurídica de las ideas liberales vigentes en el Río de la Plata, así como su adhesión a los principios del constitucionalismo. La Carta Magna fija claramente el concepto de República al incorporar en sus articulados la neta separación de poderes, la responsabilidad del funcionario público, la alternabilidad en el máximo cargo del Poder Ejecutivo, la publicidad de los actos de gobierno y la consagración de los derechos y garantías individuales". (81)

La misma fue el “producto de su época y de su circunstancia: liberal en extremo individualista al máximo, bicameralista, llena de desconfianza a los gobiernos fuertes, a las dictaduras, ignorando los problemas sociales." (82)

La influencia del constitucionalismo norteamericano, francés y argentino es más que evidente, por ella se incorporaron al Paraguay la democracia representativa y el sistema republicano de la división sobre la base del equilibrio de los poderes del Estado.

En ese sentido, el periódico La Regeneración, en consonancia con el espíritu del nuevo orden, al hacer mención a su programa periodístico, afirmaba:

"Sostendremos la forma republicana democrática de Gobierno, como la expresión unánime de la fe política de todos los paraguayos y como una perfección de las sociedades libres que aspiran a la paz, prosperidad y bienestar de todos los ciudadanos sin excepción". (83)

Del mismo modo, sostuvo que defenderían los derechos y las garantías del hombre, la soberanía individual; se proponían cooperar en la educación de los gobernantes y del pueblo y harían respetar la soberanía popular contra los que intentasen desconocerla.


Al hacer una inspección del periódico La Regeneración, el más influyente de esos momentos, es fácil concluir el apego de sus redactores al modelo republicano norteamericano, así como a la cultura anglosajona y europea. En vísperas de la Asamblea Constituyente hacían mención sobre la publicación de un libro en los Estados Unidos sobre la mejor manera de llevar adelante una Convención; además, publicaban diariamente la vida y obras de Benjamín Franklin Esta admiración a los Estados Unidos de Norteamérica era igual a la que, según Juan José Decoud, sentían por Inglaterra, Alemania o Francia:

He notado un hecho, que tal vez muchos lo conozcan, en la marcha de las Repúblicas americanas, y es, que todos aquellos Estados que han surgido de varias colonias españolas son en el día los que marchan en la retaguardia de la civilización americana, mientras que los que han tenido por primeros pobladores a ingleses, alemanes y franceses, son los que hoy más progresan, y puede decirse que están al frente de los destinos de América. (84)

Sin embargo, la Constitución no siempre fue respetada por los actores políticos, aunque sus principios hayan sido, desde los discursos, los valores a defender en todas las contiendas electorales, ella justificaba los levantamientos armados y la urgencia de la toma del poder.

En ocasión del aniversario de su jura, el periódico La Reforma (85), en su editorial sostenía:

En 1870 el pueblo paraguayo comenzó la práctica de las nuevas instituciones dejando su espíritu fuera de ellas. La tradición le arrastraba al régimen antiguo, a pesar de que usaba el nuevo formulariamente. En las primeras presidencias habría sido fácil volver a la dictadura, pero hoy no sería ya posible. La tradición se ha roto y cada año que transcurre hace desaparecer sus restos. (86)

Se analizan a continuación algunas de las de las instituciones que funcionan durante el proceso investigado, a través de ellas podremos empezar a detectar los cambios y las continuidades que se fueron dando dentro del sistema.

1.5. EL PODER LEGISLATIVO

Desde la instauración del primer Poder Legislativo de la posguerra, la impresión que los medios de comunicación tuvieron sobre la eficiencia de su labor o la idoneidad de sus integrantes no había sido la mejor. La prensa da oposición de toda la posguerra se mantuvo invariable en el sentido de rechazan la capacidad de sus miembros, se denunciaba la ineficiencia de las cámaras así como la injerencia de los caudillos políticos hegemónicos de turno en su integración; una editorial de El Imparcial (87), afirmaba al respecto:

En efecto, véase la lista publicada por este diario en su número anterior y reproducido después por La Democracia, y se convencerán todos que el actual gobierno tiene aun necesidad de llevar al Congreso viles instrumentos que, si bien no sea para cometer iniquidades, es sin duda con el objeto de que las muchas y escandalosas cometidas en la administración del general Caballero queden impunes, guardándose al respecto de ellas un silencio sepulcral de parte de los dignos representantes del país. La comisión permanente, pues, ha procedido con suma injusticia al nombrar para la comisión receptora de votos por el distrito de la Encarnación y Lambaré a puros parientes y subalternos de uno de los candidatos, tal vez el más impopular por ese distrito. (88)

El Pueblo (89) consideraba que la escasa experiencia política del pueblo, los

"vicios" y "defectos" observados en la práctica política, solo podrían ser extirpados "en el transcurso de muchos años de labor asidua, de grande energía y de tolerancia a la vez. (90)

Una de las graves incongruencias de este importante órgano giraba en torno a su composición misma; el periódico El Pueblo, en una serie de artículos publicados en el mes de diciembre de 1894, sostenía que los artículos 43,45 y 51 de la Constitución Nacional no eran y deberían ser acatados por los actores políticos, los mismos hacen referencia al número de diputados y senadores de nación.

Por medio de un censo general de la nación se debía determinar el número de representantes que integrarían el Poder Legislativo:

Después de la primera legislatura se formó el censo de 1872, que dio la población de 231000 habitantes. Los artículos 45 y 51 de la Constitución fueron olvidados porque las legislaturas continuaron con el mismo número de la primera. En 1886 se ha formado otro censo general que ha dado 263000 habitantes y rectificado en 1887 dio 329645. Los poderes públicos se han olvidado nuevamente de los artículos 45 y 51 de la Constitución. Por este censo la Cámara de Diputados debe componerse de más de cincuenta miembros y la de los  Senadores de más de veinte. (91)

Esta falta de adecuación afectaba los intereses de los habitantes del interior del país, quienes "...no tienen representación legal suficiente de acuerdo con la Constitución. (92)

La hipótesis sostenida por este medio, acerca de las razones de esta actitud, que la misma obedecía a la "falta de voluntad en los dueños del gobierno del Estado- tantos diputados y senadores, costarían demasiado para ser electos y serían más costosos disciplinarlos para los negocios ilícitos a los cuales está habituado el gremio del caballerismo en acción”. Otra hipótesis sobre este mismo hecho era que el Congreso” todavía no ha tenido a bien arreglar los distritos electorales al nuevo censo de 1887 ni al antiguo de 1872.” (93)

El Poder Legislativo, por expresa disposición de la Constitución Nacional iniciaba sus deliberaciones el 1º de abril y las concluía el 31 de agosto, aunque por disposición del Poder Ejecutivo o, a pedido de cuatro senadores y dos diputados, podía ser convocada a sesiones extraordinarias o prorrogar su periodo de sesiones. A continuación trascribimos datos mencionados por El Pueblo, acerca de las sesiones celebradas por las Cámaras en el periodo legislativo del año 1894:


"Senado:

Sesiones preliminares - 1

Ordinarias - 54

De prorroga - 53

Extraordinarias - 2

Suma - 110

Faltas de quorum - 25


C. de Diputados

Sesiones preliminares - 2

Ordinarias - 42

De prórroga - 37

Extraordinarias - 2

Suma - 83

Faltas de quorum - 46


Congreso Nacional

Sesiones ordinarias - 4

Sesiones extraordinarias - 3

Suma - 7

Total de sesiones - 200. (94)


Elocuentemente es la conclusión que ante estos datos realiza el mismo medio periodístico:

Añeja costumbre de nuestros representantes es no hacer nada durante el tiempo que la ley les señala para llenar sus funciones. De esta manera, es inevitable porque la hacen necesaria, una prórroga que cuesta a la Nación cuando menos S 2.000 para cada senador o diputado. Y una vez asegurado este refuerzo, descansan nuevamente los legisladores hasta que a última hora despachan los asuntos sin discusión ni examen. Hay algunos que requieren ser resueltos así. Estos producen otros pequeños gajes a los señores representantes. Este año la costumbre indicada ha sido observada con respetuosa regularidad. (95)

Esta apatía de los legisladores fue corroborada en ocasión de la apertura de las sesiones del año 1896, cuando La Democracia (96) afirmaba que solo asistieron los senadores y diputados en minoría, estando ausentes incluso los altos funcionarios del Poder Judicial. (97)

Además de la apatía, la inasistencia ocasionaba la frecuente falta de quorum, con lo que se impedía el funcionamiento de una mayoría que gobierne influyendo en la voluntad del poder de turno; para peor, el orden del día incluía generalmente temas baladíes como:

Pensiones a los viejos servidores de la patria, subsidios a la familia de los amigos muertos, creación de empleo para algún correligionario político, jubilaciones de los empleados antiguos, concesión de privilegios a los fosforeros y veleros, aprobación de cualquier proyecto presentado por el Poder Ejecutivo, etc.; tales son los asuntos de que se ocupa el Parlamento" Músicamente es un órgano al servicio del Ejecutivo, con poca iniciativa propia. Es además esta una de las razones de que las personas capaces no se vean tentadas a integrar este cuerpo. (98)

Obviamente no se podía esperar cambios drásticos en el funcionamiento de este poder del Estado por la sola ascensión de un nuevo presidente de la República; cambiar el "sistema" para iniciar la "reorganización " y "regeneración exigía dejar fuera del escenario político a actores que habían encontrado los mecanismos necesarios para permanecer en la nueva estructura que se estaba montando, el daño causado con la permanencia de las mismas personas, en la espacios de poder, fue una de las razones del poco avance en la institucionalización de este poder del Estado,“..la eternización en el poder de los mismos elementos significa para nuestro progreso la perpetuación del pasado en el presente. Significa la estagnación violenta de las fuerzas vivas, intelectuales y materiales del país." (99)

El Poder Ejecutivo tenía enormes influencias a la hora de la elaboración de la lista de candidatos para senadores y diputados, candidaturas que luego eral legitimadas en comicios salpicados por acusaciones de "fraudes electorales" cometidos por los candidatos, apañados, a su vez, por funcionarios estatales, con lo que se pervertía el principio de la no injerencia del Ejecutivo al consentir "que sus subalternos pongan el peso de la autoridad y los recursos de la Nación, a favor a determinados candidatos." (100)

Era practica aceptada que el Poder Ejecutivo de tumo designe a:

(…) su alcance, a los miembros del Parlamento, y nombra a los funcionarios judiciales a su gusto, contando con la aquiescencia incondicional del Senado y del Superior Tribunal de Justicia. En la campaña su poder omnímodo se sostiene por los jefes políticos, que, aunque cometan mil desafueros, nunca son reemplazados, siempre que permanezcan fieles instrumentos al sumo imperante. Mediante tales elementos, las elecciones quedan a merced del presidente; y el partido republicano, al parecer poderoso, no es más que una maquina que el maneja a su talante. (102)

Este artículo de La Democracia, muestra adecuadamente cómo se tejían las redes de relaciones políticas en este tiempo.

Otra de las falencias que se ha observado es el "regimentarismo" que en el caso del Poder Legislativo era "de más funestas consecuencias que el pretorianismo en los cuarteles. Semejante sistema suele, ora estar al servicio de una oposición de bandería o bien ceder dócilmente a la prepotencia o seducciones ejecutivas. " (103)

En definitivas, a criterio de la prensa de oposición, el Poder Legislativo era costoso, improductivo e ineficiente.

Las acusaciones de fraude en las elecciones llamadas a llenar las bancas de senadores y diputados minaban la credibilidad de los representantes del pueblo. El hecho de que casi siempre las candidaturas recaían en las mismas personas, afirma El Combate (104), daba lugar al surgimiento de los llamados "gobiernos de camarilla":

Las Cámaras son dueñas de aprobar o desaprobar la elección de los primeros magistrados; el Senado por sí solo otorga o no su aquiescencia para el nombramiento de los ministros de la más alta corte de justicia; y estos de su parte intervienen también en el nombramiento de todos los jueces inferiores; de ahí que todos ellos, congresales, magistrados judiciales, presidente y vice de la República, formen esa camarilla infernal que viola impunemente todas las leyes y malversa los caudales públicos sin ninguna clase de responsabilidad. (105)

1.6 La vida en la "campaña", sus autoridades

En la inmediata posguerra, el Paraguay se hallaba dividido en 74 departamentos cuyos límites no eran muy precisos. (106) La capital ejercía administrativamente un control absoluto sobre el interior del país, obviamente en ella eran reinvertidas la mayor parte de los recursos provenientes de las rentas percibidas por el fisco, lo que le otorgaba privilegios sobre los pueblos del interior.

La ley electoral estableció los distritos electorales siguiendo la división política existente, aunque con modificaciones para la capital, estos distritos electorales abarcaban varias jurisdicciones políticas sin tener vínculos con las jurisdicciones de las jefaturas o delegaciones policiales, ni con la de los juzgados de paz de la campaña, máxime que para este último caso la única con jurisdicción sobre todo el país eran los Tribunales de Asunción.

Una de las trabas difíciles de superar, en el esfuerzo por permear hacia el pueblo los principios republicanos y democráticos, se encontraba en las "autoridades de campaña " y la manera que estos ejercían sus funciones.

La memoria (107) del ministro del Interior Rufino Taboada presentada al Congreso el 24 de febrero de 1871, pinta de una manera vivida la situación de la campaña y del modo como se han designado a sus primeras autoridades. Era ella informaba que, tras la guerra, el interior de la República se hallaba "solitario " y "despoblado ", sin lo mínimo necesario para la manutención, sin hogares ni autoridad, razón por la cual sus antiguos moradores, apersonados a la capital tras la guerra, no quisieron regresar a sus distritos, por ello, decía, se vio en la necesidad de repoblar y reorganizar la campaña, para lo cual procedió a buscar entre los más idóneos y luego de instruirlos en sus funciones los puso al frente de los diversos distritos, aunque:

Acostumbrados los hombres que hoy representan la autoridad en campaña a las prácticas observadas durante tanto tiempo por el tirano en todo su régimen administrativo, ha sido difícil hasta hoy borrar de su memoria aquellas lecciones inoculadas a fuerza de una continua experiencia, y aunque el infrascripto (sic) está convencido de que no ha sido por seguir imitando a un Gobierno no tan autócrata como fatal para este país, sino por creer que aquellas prácticas únicas conocidas por ellos son las que deben regir siempre. (108)

Básicamente, los distritos de la República estaban bajo el control de dos autoridades, los "jefes políticos " y los "jueces de paz”. Para las cuestiones de organización interna de cada pueblo de la campaña se habían creado las Juntas Económicas Administrativas.

 

1.7. LOS JEFES POLÍTICOS

Los jefes políticos eran funcionarios públicos cuyas funciones iban desde ser los "encargados del orden público" hasta el "acrecentamiento del progreso."

La falta de una delimitación precisa de las funciones y atribuciones de estas autoridades provocaba en estos funcionarios la sensación de haber sido ellos investidos con poderes supremos, lo que les llevaba a cometer un sinnúmero de arbitrariedades. Los conflictos jurisdiccionales con los jueces de Paz y de atribuciones con las Juntas Económicas Administrativas serán permanentes y recurrentes en todo el periodo analizado.

En 1871, fue publicado por El Pueblo un proyecto de ley que organizaba y establecía las funciones de las autoridades de campaña. Este proyecto contemplaba la creación de delegados con jurisdicción civil, en reemplazo de los comandantes militares, aunque permanecían los jefes políticos y los jueces de Paz. Entre las atribuciones que otorgaba a los jefes políticos figuraba el servicio de policía en el partido a su cargo, en cuyo carácter podía despachar rondas y piquetes donde fuese necesario para perseguir y capturar a los criminales, para luego entregarlos al juez de Paz respectivo; del mismo modo, era el encargado de expedir las guías y certificados a los vecinos de su jurisdicción, quedaba a su cargo el arreglo de las postas establecidas en su jurisdicción, publicar los decretos del Gobierno y todas las leyes del país, cuidando de su cumplimiento en la parte que le correspondía, levantar el censo de la población de su vecindario cuando fuere necesario, formar la estadística de todos los establecimientos industriales y agrícolas comprendidas en su jurisdicción, correr con el aseo y compostura de las plazas y caminos públicos, puentes y calzadas, mientras no fueran nombradas las municipalidades, cuidar por la mejora y conservación de las casas fiscales, arrendarlas y percibir sus alquileres con arreglo a las instrucciones del Ministerio respectivo, establecer escuelas de primeras letras, nombrar y remover a los maestros según su idoneidad y falta en el desempeño del cargo, atender y promover en todo sentido al adelanto de su vecindario, protegiendo las industrias y demás trabajos agrícolas. (109)

Estas funciones no eran taxativas, teniendo en cuenta que el gobierno central podía solicitarles el cumplimiento de algunas diligencias según las necesidades del momento.

Otro decreto sobre este tema fue firmado por Cirilo Antonio Rivarola el 2 de agosto de 1871, donde se establecía que los jueces de Paz entrantes jurasen ante los salientes o en su defecto ante los jefes políticos. (110) El 9 de setiembre da 1871, un nuevo decreto presidencial señalaba que los jefes políticos de la capital y las autoridades de campaña eran los responsables del orden público de sus respectivos distritos, y que estaban autorizados a detener a cualquier persona que trate de alterarlo sembrando ideas subversivas. Los detenidos debían ser remitidos a la Policía de la Capital y los que encubrían o obligaban a los alborotadores deberán ser consideradas cómplices y remitidos también a la Policial de la Capital. (111)

La precaria organización de la campaña hacía que los conflictos jurisdiccionales entre los jueces de Paz y los jefes políticos sean frecuentes. En esta puja entre poderes locales, los jefes políticos eran continuamente acusados por los medios de prensa de presionar a los jueces de Paz o simplemente atribuirse las funciones de estos. Otras víctimas de las arbitrariedades de los jefes políticos eran los miembros de las Juntas Económicas Administrativas.

Las quejas de los vecinos sobre la actuación de estos funcionarios eran, por lo general, inconducentes, pues se debían realizar ante el órgano encargado de sus nombramientos, el Ministerio del Interior; el ministro del ramo se limitaba a pedir informes sobre las denuncias al propio afectado, del mismo modo, la falta de procedimientos sumariales que permitieran llevar adelante las investigaciones en forma objetiva, con la finalidad de determinar el grado de responsabilidad de los denunciados, consentía que estos continuasen impunemente en sus respectivos cargos.

En el campo electoral eran acusados con frecuencia de hacer imposible el derecho del sufragio:

Los jefes políticos no han sido sino agentes electorales para hacer triunfar tal o cual candidato oficial. (...) Los jefes políticos no son sino admirables elementos para el despotismo; pero bajo la política liberal que ha iniciado el gobierno actual, la continuación de esas autoridades es incompatible con los principios eternos de la libertad. (112)

Una causa de la ineficiencia de los jefes políticos y de los jueces de Paz encuentra el periódico mencionado en los escasos salarios percibidos por estos funcionarios:

( ...) no se les ha podido, sin embargo, pagar sino la cuarta parte de él, es decir, fts. 3.50 ¿Puede esperarse que un jefe Político viva, que llene las indispensables necesidades de la vida aunque lo pase lo mas sobradamente posible, con 15 fts mensuales ? Admitido pues la base que apenas podemos pagarles ese pequeño sueldo, resultará que la mayor parte de los ciudadanos aptos para ese puesto dudaran para aceptarlo, no solamente porque no serán remunerados, sino porque en ambas entraran en condiciones imposibles de vida. Además será siempre muy difícil, por más buena voluntad que tenga el gobierno, encontrar tan gran número de personas buenas para desempeñar las 74 jefaturas políticas. Lo que hemos dicho de los Jefes Políticos, decimos también de los jueces de Paz. (113)

Estos datos se corroboran observando el Presupuesto General de Gastos de la Nación de ese año. Para 1884 ese salario, aún ínfimo, fue aumentado a 25 $ mensual. Para 1895, era de 50 o 60 pesos, lo cual seguía siendo insuficiente. El presidente Patricio Escobar, en su mensaje, al ocuparse brevemente de estos funcionarios, confirma lo mencionado más arriba en estos términos:

Seguimos tocando con algunos inconvenientes en cuanto al personal de las autoridades de la campaña que, aunque en parte es idóneo en otra deja que desear por la escasez de hombres preparados para el buen desempeño de esas funciones y porque la exigüidad de los sueldos a ellas asignados en su doble carácter de Jefes Políticos y Jueces de Paz, aleja a muchas personas que poseen las dotes necesarias. Puedo sin embargo asegurar que en el límite de lo posible, secundan al gobierno en su acción benefactora, cumpliendo las órdenes a ellas trasmitidas. (114)

El reglamento proyectado por Decoud para regimentar las atribuciones de las autoridades de campaña, para 1884, era tenido por La Democracia, como derogada por la ley de municipalidades que convertía a los jefes políticos en brazo auxiliar de estas. (115)

Para El Heraldo, según se desprende de una editorial de La Reforma, sin embargo, "la falta de determinación en las atribuciones de las municipalidades en presencia de los jefes políticos, había dado lugar a varios conflictos de autoridad, en el cortísimo tiempo que llevan de existencia aquellas corporaciones." (116)

La Reforma no compartía esta visión de El Heraldo, ya que ambas instituciones tenían atribuciones diferentes aunque:

Nada tiene de extraño: es muy difícil saberse sustraer de la tradición autoritaria. (...)Notorio es que los jefes políticos, aparte de la representación del Gobierno en la administración del patrimonio privado del Estado, son meras autoridades de policía. Su principal cargo consiste en mantener el orden público; y para ello su autoridad se halla enfrentada por las leyes. Todo cambio de sistema político necesita un periodo de transición que prepare las costumbres: aquí no hemos tenido ese periodo, por haber pasado del absolutismo a la libertad, de un salto. (117)

Para este periódico:

(…) los jefes políticos se podían calificar en dos clases: permanentes y transitorios. Los primeros son aquellos que, desde hace muchos años, han hecho un oficio o profesión de su cargo, de manera que no son ni pueden ser, ni saben ser otra cosa que jefes políticos, es decir que no se les concibe en otro empleo (...) Los jefes permanentes son por naturaleza enemigos natos de las municipalidades, rivales odiosos que les ha cercenado lo más sustancioso de su cargo como es la intervención en la administración de los impuestos locales. (118)

Otra de las razones de que las arbitrariedades de todo tipo cometidas por estos funcionarios quedaran impunes, se encuentra, sin duda, en el hecho de que la vida pasaba por Asunción y sus distritos; la campaña, prácticamente aislada y desconectada, con precarios mecanismos de comunicación quedaba a merced de estos "pequeños déspotas", imposibles de controlar eficientemente, el ciudadano, víctima de alguna arbitrariedad, difícilmente podía obtener la reparación debida al daño que se le ocasionaba en su persona o sus bienes:

(…) el pobre vecino víctima de una arbitrariedad no acude aquí a querellarse de los agravios que se le han inferido. Se resigna al silencio y si la naturaleza de la arbitrariedad es tal que se vea obligado a pedir reparación antes que pueda oírsele, vaga por los ministerios días y semanas; y por lo general regresa a su partido con la indicación que se pondrá remedio al mal y se punirá al ofensor. Pero el castigo nunca se aplica. (119)

La impresión que las propias autoridades nacionales tenían sobre estos funcionarios la encontramos en los mensajes presidenciales. Tomemos como ejemplo el de 1884, donde se señala "...que la acción gubernativa no se hace sentir eficazmente en todo el territorio de la República, porque los jefes políticos son tan ignorantes y nulos, que ni interpretan, ni ejecutan debidamente las leyes ". Se reconocía, sin embargo, que la falta de comunicación entre el gobierno central y estos funcionarios era causado por las largas distancias que separaban a algunos, "...imposible administrar una nación semi-despoblada con la regularidad de otra que ha podido constituirse de antiguo y con mayores elementos. " (120)

En el sentido de la incomunicación entre la capital y algunos pueblos de la campaña, sostenía El Pueblo (121):

A pesar de que parece que no ha querido comprendérsenos, cuando hemos citado la dificultad de comunicaciones en el país, sobre todo en época de lluvias como la presente..., hay que aceptar ante la verdad prosaica de la realidad, que tenemos pueblos, cuya posición topográfica les coloca en el duro trance de verse durante días, transformados en islas, y otros en el interior del país, donde no contando con los dos principales elementos de la civilización- el vapor y el telégrafo- resultan bien tardías sus comunicaciones con esta capital. (122)

La prensa de toda la posguerra denunciaba constantemente, con "perseverancia" y "abnegación", en una suerte de "cruzada" donde "no pasan días" sin que lluevan noticias, cartas, quejas, acusaciones de haber sido ciertos ciudadanos vejados o torturados, heridos o saqueados por algunos de aquellos monstruos de esos apartados lugares. " (123)

Estas denuncias de abusos de poder y arbitrariedades cometidas por estos funcionarios eran permanentes, así como lo era el completo desinterés de los gobernantes de turno por darles término. La inacción de los gobiernos obedecía, también, al hecho de que estos fueron los "instrumentos del despotismo y tiranía gubernativos en la República" (124)

Loa jefes políticos son la invención de los López y su antecesor (...) Los jefes políticos son instrumentos de opresión y tan terribles son hoy en la campaña que esta se está despoblando, o bien pasan sus habitantes de un pueblo a otro donde solo permanecen mientras el jefe les echa la vista. (...) El jefe político ocupa en la campaña todo el lugar de gobierno, y es mil veces peor porque está cerca; se puede decir que el Paraguay está gobernado por esos bichos que nunca han sido elegidos, anulando por tanto el régimen republicano (...) Los jefes políticos deben suprimirse por razones de mucho peso. Primero porque como agentes de orden, promueven el desorden por la opresión, y la iniquidad de su séquito. Segundo, porque son los esbirros del despotismo, como hoy que un circulejo político persigue desde el gobierno a los habitantes de la campaña por el crimen de pensar que el gobierno marcha pésimamente y que debe propender por su medios a llevar en la magistratura nacional elementos honrados, progresistas y de mayor ilustración que los gastados y relajados discípulos de la dictadura y del tráfico gubernativo. En tercer lugar, porque es inconstitucional, y por fin, porque así conviene a la República, cuyos intereses son los únicos que deben ser consultados. Hay que suprimir los jefes políticos, el elemento del despotismo y causa del atraso del Paraguay que es la campaña". (125)

A inicio de la mayor parte de la prensa de la posguerra, estos "caciquillos" estaban desprovistos de todo civismo, su mal comportamiento sembraba, afirmaba El Tiempo (126):

(...) el espanto y la discordia entre los laboriosos campesinos (,..)ya enviando a los cuarteles a gentes pacíficas llenas de familia o ya desobedeciendo los mandatos de los jueces como acontece con los jefes de Ibitimi e Yhacanguazú. Ahí tienen al jefe político de Itapé que emprende descaradamente trabajos electorales. Otros se dedican a obligar a los vecinos a casarse, para sacar de ellos una miserable propina. (127)

En1889, denunciaba El Látigo que:

En ciertos pueblos como Caacupé, Areguá, Pirayú y otros, se escogen determinados adversarios políticos o enemigos personales de la autoridad, confeccionan una lista a ocultas, de cinco o seis individuos, y luego estos son llamados a sorteo, sin haber junta general, tanto para confeccionar la lista, como proceder al sorteo, ni consultarse el estado de la persona como ordena la ley, de todo lo cual resulta la parcialidad más manifiesta y al parecer un embarazo a la bondad y eficacia de la ley. Pero no sucede lo mismo donde existen buenas autoridades, pues esa ley ha dado los mejores resultados, y si verdad tiene ella algunos defectos, con una pequeña reglamentación gubernativa se allanaría todo, porque en cualquier sentido es mejor, que la costumbre antigua de reclusión arbitraria (...) .Sentimos que el Presidente de la República haya dicho en su mensaje que esa ley daba resultados negativos, cuando la causa está en el mal proceder de los mandoncillos irresponsables titulados jefes Políticos". (128)

Otra denuncia constante contra estos funcionarios tenía que ver con el hecho de:

(...) que por culpa de estos jefes muchos campesinos se ven obligados a mudarse, que constantemente son víctimas de azotes, o enrolados al servicio militar así sean hijos únicos, igualmente son víctimas del decomiso de sus yerbas u otros productos agrícolas, además son perseguidos por profesar otra divisa política que la autoridad constituida. (129)

Tantas quejas movió al gobierno de Juan A. González a crear el puesto de Inspector General de Campaña, "con el fin de atender de cerca a la marcha regular de las Comandancias Militares y Jefaturas Políticas de campaña y asegurar el mejor servicio que están encargados de prestar en el ejercicio de las funciones que les incumben respectivamente." (130)

A raíz de los sucesos del 9 de junio de 1894, el que puso fin al gobierno de Juan G. González, los nuevos detentadores del poder político, sugirieron la destitución de todos los jefes políticos alentando a que sean denunciados a fin de hacerles pagar sus delitos, un editorial de La Libertad (131) afirmaba:

El personal de las autoridades dominadoras de los departamentos, constituye una verdadera plaga, más temible aún que las siete de Egipto, porque se encuentra dotada del atributo infame de la inhumanidad y tienen en sus manos la omnipotencia del seño de vidas y haciendas. Hablamos de esa caterva de jefes políticos que la vandálica canalla gonzalista ha organizado con el protervo propósito de sembrar el terror y la consternación por esos pueblos y de creerse, por ende, inconmoviblemente apuntalada, con las maldades de esos sicarios regimentados y sus bayonetas. El miserable déspota en efecto llegó a cubrirse en el éxtasis de su sensualismo del poder toda la campaña de hechuras desalmadas sacadas las más de las filas del ejército, para convertirla en sus guardias pretorianas acantonadas por esos pagos. (132).

Es obvio que los jefes políticos ocupaban un puesto estratégico en relación a las cuestiones electorales, sobre todo para ejercer su poder, de manera tal que pueda facilitar el triunfo de un determinado candidato. Pongamos como ejemplo de lo afirmado lo que La Reforma publicaba con relación a la actuación de estos en la intentona de Cirilo Antonio Rivarola contra el gobierno de Higinio Uriarte:

Para demostrar el prestigio de que goza el gobierno legal, basta dar una idea del apoyo que contaba en la campaña cuando estalló la última revuelta encabezada por Cirilo Antonio Rivarola y los asesinos del Presidente de la República. Don Antonio Taboada, Jefe Político de Villa Rica, cuarenta y ocho horas después del suceso había reunido ya 250 hombres (...) El Sargento Mayor Aquino, Jefe Político de Pirayú, a las diez horas tenía sesenta hombres y antes de un día había juntado ya 180. Casi toda la fuerza que tenía el General Genes en Paraguarí, que era en número respetable, se componía de vecinos de ese partido, los que voluntariamente se ofrecieron para combatir a los perturbadores del orden y la tranquilidad pública. El Coronel Don Miguel Alfaro, Jefe Político de la Villa de Humaitá, al recibir la noticia por el vapor nacional "Jejuy" reunió trescientos y tantos hombres y cubrió el Paso de la Patria y el paso de Yabebiri, prontos además a acudir a la primera orden del gobierno, en caso que la revuelta hubiese encontrado prosélitos. El Coronel Miño, Comandante Militar de las Misiones, reunió toda la gente que había en su jurisdicción y cubrió los pasos de Jara, Ña-Lorenza y el de Santa María en el río Tébicuary. El Coronel Ríos, Jefe Político de Itaugua, cinco horas después del suceso había reunido ochenta hombres y está dispuesto a sostenerse en su puesto. El Sargento Mayor Cándido Ferreira, Jefe Político de Capiatá y el ex jefe político de Areguá Calixto Céspedes, se combinaron en el acto de tener conocimiento del suceso y con gran actividad procedieron a reunir gente en esos dos partidos. El Jefe Político de Capilla Borja Dionisio González se portó muy bien, asumiendo una actitud decidida desde los primeros momentos... (133)

Para 1895, ya durante el gobierno del general Egusquiza, los cambios en este orden eran nulos o pocos:

(...) las autoridades se "ríen" de los vecinos que se quejan inútilmente de los jefes políticos y jueces de paz, lo mismo que de los padres de familia que por amor a sus hijos recurren ante los funcionarios respectivos a formular sus quejas contra ciertos preceptores de escuelas por su incapacidad o mala conducta. Es que tanto los jefes políticos y jueces de paz, como los maestros son nombrados en virtud de repugnantes favoritismos, los cuales, en mérito de ello, deberían subsistir en sus puestos, pese a quien pese. Y lo que pasa con estos, sucede con la mayor parte de los puestos públicos; no se buscan hombres para los puestos sino puestos para los hombres. (134)

De acuerdo a La Democracia, durante el gobierno del general Egusquiza, los jefes políticos denunciados por mal desempeño, lejos de ser castigados, eran simplemente trasladados a otro pueblo. (135)

Una muestra de la continuidad de la mayoría de los males denunciados, desde la posguerra hasta casi fines del siglo XIX, se encuentra en el mensaje a la nación leída por el vicepresidente en ejercicio de la presidencia, Héctor Carvallo, en 1902:

Autoridades de campaña-He aquí un problema de difícil solución; pues por las funciones que ejercen debieran ser las encargadas inmediatas del orden y seguridad y por consiguiente personas aptas y concientes (sic) para que con rectitud puedan hacer reales las garantías libérrimas que acuerdan nuestra Carta Magna a todos los habitantes, y resulta que con el exiguo sueldo de que disfrutan y las muchas atribuciones que deben ejercer, el P. E. difícilmente puede encontrar, con las condiciones debidas, personas que deban aceptar este puesto. Se hace necesario que se les dote con mejor remuneración, para que medianamente tengan medios de vida y poder dedicarse con ahínco a sus variadas y serias atribuciones. A pesar de lo dicho, mi Gobierno ha procurado remover a aquellas autoridades que eran completamente inútiles o arbitrarias y ha impartido órdenes terminantes a todas para que ajusten sus actos estrictamente a la Ley so pena de destitución inmediata y juzgamiento judicial si hubiese lugar. (136)

Un editorial de El Pueblo, sobre la actuación de estos funcionarios, afirma que la prensa independiente ha señalado constantemente a los jefes políticos como verdugos de los pueblos a cuyo frente se encuentran, y fustigado al gobierno por mantenerlos en sus puestos, trae a colación artículos de don José S. Decoud publicados en el propio diario oficial La Reforma, en 1877, y coleccionados en folletos que llevan el título de:

Cuestiones Políticas y Económicas. "Las autoridades de la campaña -decía entonces el señor Decoud- con pocas excepciones, son la rémora más poderosa a su progreso y desenvolvimiento (del país). Pueden tomar impunemente toda clase de arbitrariedades, perseguir a los pacíficos vecinos de su municipio y violar las garantías más sagradas del ciudadano, sin que nadie les pida cuentas de su proceder abusivo (...) Bajo un estado de desorganización semejante, que la vida y la propiedad están a merced del capricho de los procónsules de la campaña, el trabajo, fuente de toda riqueza y bienestar, lejos de tener algún estímulo, declina rápidamente (...) Nada ha ocasionado tantos males al Paraguay como esa falta de seguridad y de garantías. Los atentados de esos pequeños déspotas que se erigen en señores de vida y haciendas y los avances contra la propiedad, ya en forma de estanco o por otros medios violentos, han contribuido más que nada a la despoblación de este bello país, Hay millares de familias paraguayas que han emigrado a la provincia de Corrientes a consecuencia de las frecuentes expoliaciones cometidas en la campaña, otros tantos brazos útiles cuya pérdida difícilmente podrá ser reparada en muchos años. (137)

Veinte años después de las denuncias de Decoud, afirma el mismo periódico que la inseguridad y los abusos de los jefes seguían el mismo ritmo:

Por el contrario, el ministro Martínez se complacía en sostener a aquellos verdugos. Pero ahora se comienza a remplazados con oficiales del ejército, adictos del ministro de la guerra, candidato oficial a la presidencia de la República (...) Esos reemplazos no son sino manejos electorales. Nadie sabe qué piezas son los reemplazantes, máxime cuando se sabe que al gobierno no le guía ninguna buena intención de aliviar la suerte de la campaña. (138)

Es de advertir que estas quejas de los vecinos eran denunciadas por una prensa mayormente opositora, lo que da lugar a que en algunos casos hayan sido utilizadas para exacerbar la opinión pública contra los gobiernos de turno; sin embargo, hemos tratado de utilizar varios medios y de diferentes épocas, lo que de alguna manera corroboran la compleja realidad de este funcionario durante el periodo analizado.

En general, la imagen que los paraguayos tenían acerca del gobierno era que este representaba:

(...) la fuerza moral y material que reside en "un hombre", de quien emana cualquier derecho o facultad que posean. Tres siglos de educación en lo mismo hacía muy lenta el efecto de las nuevas leyes que pretendían superar esa tradición. La relación que existía entre los senadores y diputados era tan distante, que a los pueblos de la campaña les interesaba más estar bien con sus respectivos jefes políticos. (139)

 

1.8 LOS JUECES DE CAMPAÑA

La administración de la justicia en la campaña quedaba a cargo de los jueces de Paz. Estos, en un primer momento, guiados por el proyecto Decoud de 1871, debían entender en todo lo que sea del ramo de la justicia civil, comercial y criminal, ya sea como jueces o como conciliadores, tenían a su cargo el levantamiento de actas e intervenían en los juicios de menores y otras personas inhábiles por derecho, nombraban tutores, o curadores según la edad, autorizaban escrituras de poderes, testamentos, codicilos, donaciones, compras, ventas y permutas, así como cualquier otro contrato de cualquiera clase y denominación, trataban embargos de bienes por deudas ejecutivas, concediendo apelación en estas, solo en el efecto devolutivo, tenían la facultad de mandar sellar las puertas, hacerlas abrir. Igualmente, nombrar albaceas y depositarios de bienes intestados con las formalidades de estilo: práctica inventario y tasación de ellos previas las formalidades legales. Si el juez de Paz era recusado el caso pasaba al jefe político para que este entienda en el tema en cuestión; este remplazo del juez por el jefe político se prolongaba hasta cesar la causa que lo inhabilitaba. En los casos en que ambas autoridades estuvieren impedidas por cualquiera causa legalmente establecida, pasarán las partes ante el juez más inmediato del Departamento, con la venia correspondiente de la autoridad territorial. (140)

Entre las atribuciones de los jueces de Paz de la campaña figuraban:

(...) el juez de Paz, es el ciudadano encargado de juzgar sumariamente sobre asuntos poca importancia, sin costas ni intervención de abogados; y de conciliar las diferencias cuya resolución está reservada a los tribunales civiles ordinarios (...) El código de procedimientos judiciales emanado de la ley de 12 de julio de 1873 y promulgado el 14 de agosto de 1876 es el que rige actualmente, y en él se encuentran especificadas las atribuciones de los jueces de paz, siendo requisito esencialísimo para los que desempeñan este cargo además de ser ciudadano paraguayo natural o legal, y de tener veinte y cinco años de edad hallarse en goce de sus derechos civiles, poseer mediana instrucción, buenas costumbres y moralidad conocida; como también no haber sido procesado criminalmente, salvo caso de ser absuelto: no estar concursado civil y criminalmente ni ejecutado por deudas comprobadas. (141)

Los jueces de Paz, durante los primeros años de la posguerra no contaban con asignación estatal, por ello se les permitió ejercer de escribanos, pero con esto, debido a la pobreza general, no podían mantenerse.

Para el periódico El Comercio (142):

Entre los funcionarios públicos del país más sacrificados por gravamen de su responsabilidad y la múltiple naturaleza de sus atribuciones se encuentran los jueces de paz da campaña, quienes por el código actual de procedimientos son a la vez conciliadores y magistrados, con jurisdicción privativa y delegada (...) Lo peor es que sobre lo angustiosa de esta situación (sobre carga de trabajo y malos ingresos), a la cual debe implicarse la causa de las frecuentes dimisiones que hacen de sus cargos, pesan otros motivos de malestar y descontento de aquellos que, como dice el refrán, aumentaban aflicción al afligido. Por una parte el superior tribunal con sus severas acordadas, los hace venir a contestar quejas más o menos legales y los obliga al pago de resarcimientos y costas, además de los gastos de viaje y permanencia que precisamente se los originan; y por otra, los jefes políticos, rentados por la nación y por consiguiente de mejor posición que dichos jueces, se ostentan como superiores a ellos, pues cuentan con apoyos oficiales de que carecen aquellos (...) ha producido una crisis en toda la campaña, por la cual una gran parte de los jueces de paz han renunciado, y los ciudadanos idóneos para servir el empleo se excusan de aceptarlo. (143)

Tres eran las causas que con frecuencia atentaban contra la recta administración de la justicia, no solo en Asunción, sino en la campaña:

La primera es la escasez de hombres capaces de entender no solo los códigos, no solo las leyes, cuando las más simples y rutinarias instrucciones sobre el encabezamiento de un proceso (...) El segundo motivo consiste en la falta de leyes que limiten y dirijan a los funcionarios públicos en sus respectivas atribuciones. Efectivamente si los jefes políticos no tienen reglamento ninguno que les indique hasta qué punto llegan sus facultades y que sancione con penas severas las extralimitaciones y los abusos de autoridad, tendremos siempre a la vista esos choques entre el Ejecutivo y el Poder jurídico, entre la fuerza y la ley que ahuyentan a los pacíficos pobladores de la campaña. Por último, otro poderoso aliciente a los abusos de autoridad en los juzgados de paz, es la mezquina remuneración que reciben los encargados de la justicia en la campaña. (144)

Una dificultad mayor para este cargo, desde el punto de vista de la separación de poderes, fue la planteada a partir de un decreto del año 1880 por el que el cargo de juez de Paz se fusionaba con el del jefe político.

Este proceder es inconstitucional y contrario a los servicios que dimanan del principio de autoridad. Según el artículo 14 de la Constitución, todos los actos de las autoridades deben ajustarse estrictamente a la ley y en ningún caso pueden ejercer atribuciones ajenas a su jurisdicción. Ahora bien ¿quién da a las autoridades políticas, como los jefes de campaña, atribuciones judiciales? ¿Y quién, a los jueces de paz atribuciones políticas? ¿El presidente de la República con un simple decreto? Jamás. Sus facultades constitucionales no alcanzan a tanto; y cuando eso decreta, ejerce una función dictatorial que no puede invocar sin hacerse reo de un delito público. Hay más, esos decretos son nulos, y, en consecuencia, nulos son también los actos de los funcionarios creados por ellos. Nulos son, porque según el artículo 29 de la misma Carta, toda ley o decreto que esté en oposición a lo que ella dispone queda sin efecto y sin ningún valor. Son nulos, porque según el Art. 114 del repetido código, es prohibido al presidente de la República intervenir en ningún modo en asuntos judiciales, bajo pena de nulidad. Con el nombramiento de jueces de paz y jefes políticos en una sola persona, el presidente de la República interviene en asuntos judiciales, porque es notorio que sus subalternos de la campaña son ciegos ejecutores de su voluntad y no excusan el cumplimiento de ella, aún cuando se dirija al ramo judicial de su cargo. Esa sumisión incondicional de los jefes políticos, hace más peligrosa la intromisión del Ejecutivo en asuntos judiciales, porque basta una palabra de este para que el juez jefe determine sus fallos en el sentido de la indicación. De aquí que el servicio de esas autoridades es generalmente pésimo, de aquí que no falten escándalos y quejas contra ellos. Ese consorcio híbrido de jueces y jefes, es la causa de la arbitrariedad funcional que reina en la campaña, con perjuicio directo del progreso general. (145)

Ocupándose de este tema, La Libertad trascribió completamente el artículo de El Independiente más arriba mencionado, el 23 de marzo de 1893. Por su parte, El Pueblo, analizando el estado general de la campaña, en especial el caso de las continuas quejas contra sus autoridades, encuentra propicia la ocasión para ocuparse de este mismo tema:

Existe, además, en algunos pueblos de nuestra campaña otro inconveniente fatal, que no debía subsistir, y que generalmente produce resultados anómalos. Nos referimos a que una misma personalidad ejerza a un tiempo los cargos de jefe político y juez de paz. Esta absorción de facultades, en un mismo empleado, casi deja en momentos determinados sin garantías a todo un vecindario. Una víctima de un atropello de parte del jefe no puede acudir a él mismo como juez pidiéndole amparo y protección, no quedándole otro recurso que acudir a la capital en demanda de justicia. Tramitación larga y costosa, y que resulta innecesaria, si ambos cargos, atendiendo aunque no sea más que al sentido común, no se dispusiera nunca, que estuvieran unidos y desempeñados por una misma personalidad. Es preferible que un departamento esté acéfalo de jefe político, o que se halle sin autoridad judicial. (146)

La Reforma, sobre este punto, sostenía:

No una, sino mil veces en el Paraguay, los jueces de paz se han escusado de practicar ciertos actos ordenados por los tribunales, a motivo de impedírselo el doble cargo que ejercían de políticos; dándose el fenómeno de que dependían de dos ministerios: el de justicia y el del Interior. Esta incompatibilidad se ponía de manifiesto cuando el superior del juez de paz le ordenaba ausentarse para el desempeño de una comisión cualquiera, y éste contestaba que se sacase permiso del Ministerio del Interior, pues como jefe político no podía ausentarse sin permiso del Ministerio. Hoy están desprestigiadas a los ojos del P. Ejecutivo las jefaturas políticas y todos sabemos de qué manera se les quiere sustituir. En realidad nunca ha habido verdaderas jefaturas políticas sino simples comisarios policiales que dependían directamente del Ministerio del Interior; y así como el hábito no hace al monje, tampoco el nombre pomposo que se les daba, ha podido cambiar su verdadero carácter. " (147)

Respecto a las funciones e idoneidad de los funcionarios, el mismo diario denunciaba su falta de preparación así como la mala selección de los mismos:

Funcionarios voluntariosos, con tendencia permanente a la arbitrariedad, de carácter autoritario y despótico, jamás consultan la razón y el derecho de las partes para poner término a sus diferencias, ni se cuidan de inspirar sus resoluciones en la equidad y la justicia, sino en sus simpatías o afecciones personales y en sus particulares conveniencias (…) Como escribanos, tampoco han dado mejores resultados. Faltas de noción clara sobre las reglas y principios más elementales del derecho, su rol como notario es nulo, por decir que implica una completa aberración. Los contratos o escrituras en que intervienen casi siempre adolecen de algún vicio, de los que anulan o quitan valor legal a los instrumentos públicos, a pesar de servirles de guía los formularios en uso, de aquel peligro constante de irrogar perjuicios de más o menos consideración a las personas que reclaman o aceptan su intervención para tales actos. En los testamentos y otros actos jurídicos que requieren mejor cuidado en su celebración, por las solemnidades legales que deben rodearles, es donde más se nota su falta de competencia, pudiendo afirmar, sin temor de equivocarnos, que el noventa por ciento están desprovistos de los requisitos indispensables para su validez. No conocen la importancia del Registro Público de contratos, ni la razón de su existencia y su objeto; siendo múltiples los casos de haber prescindido de él extendiendo escrituras en libros de actas. No son menores los ejemplos que conocemos de contratos originales entregados a las partes que, por ley debían quedar reservados en los archivos. (148)

La Patria, refiriéndose a estos funcionarios, también coincide en que los mismos carecían de la más mínima preparación, "la justicia dicen, y dicen con razón, debe ser pronta, buena y barata; pues la justicia en nuestra campaña está muy lejos de estos tres hermosos atributos.'' (149)

Emeterio González, presidente del Superior Tribunal de Justicia enl896, al elevar su memoria al ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, acerca del estado de la administración de justicia durante el año anterior, nos ofrece un panorama bastante esclarecedor de la institución mencionada, en su Memoria, publicada en La Opinión; afirmaba que los Juzgados de Paz de la Campaña estaban lejos de la vigilancia del Superior Tribunal y que las quejas sobre su funcionamiento son numerosas, debiéndose la misma a la falta de idoneidad de los funcionarios, así como al escaso sueldo que perciben y que además carecer de libros y muebles. (150)

En la Memoria presentada, en 1895, por el Superior Tribunal de Justicia ya se había afirmado que:

Desde luego debo manifestar a V.E. que la realización de la antigua y conocida fórmula "justicia pronta y barata" es hasta el presente, dada la actual organización de los Tribunales y los vacíos de algunas leyes vigente, irrealizable en nuestro país, pero por patriotismo debemos propender con incansable empeño a la consecución de ese supremo ideal a que aspiran los pueblos cultos y civilizados (...).

Es sabido que el Poder Judicial por su organización, está completamente centralizado en la Capital, en razón de que los Jueces de Paz tienen por las leyes que presiden su organización, atribuciones limitadísimas. Por consiguiente, casi todos los asuntos relativos a los grandiosos intereses que entrañan la propiedad, el honor y la vida de los habitantes de la República, forzosamente tienen que buscar el amparo y protección de la ley en los Tribunales de la Capital (...) La justicia en nuestro país ha llegado, señor Ministro, a hacerse temible no precisamente por el desacierto de sus fallos sino por la morosidad de sus procederes y resoluciones, y por el gran perjuicio que con el retardo irroga. (151)

En la memoria del año 1897, siempre en relación a los juzgados de campaña, el entonces presidente del STJ informaba al ministro del ramo que:

Como el señor ministro lo sabe bien, en la campaña se ha tropezado siempre con el inconveniente de no poder llevar al cargo de juez de paz, personas que reúnan las suficientes gandiciones de competencia. El poco sueldo asignado a estos funcionarios, es la causa por la que los esfuerzos del P. E. y de este Tribunal, han sido estériles en muchas ocasiones, resultando de aquí, que reuniendo esas dotes, son contadísimos los que aceptan ese empleo, por la causa enunciada. Mediante el mucho cuidado con que estos últimos años se han elegido los candidatos, es que podemos decir con satisfacción que la Justicia de Paz ha mejorado mucho en los departamentos de la República. Me permito reiterar al señor ministro el pedido hecho en Memorias y notas anteriores de esta Cámara, relativo a la provisión de libros y útiles a los Juzgados de Paz, de lo que muchos carecen por completo. Como V. E. lo sabe, por comunicación pasada en oportunidad al P. E. algunos jueces de paz, se han quejado al Tribunal de la falta absoluta de Códigos, que les ayude para resolver las cuestiones que se someten a su decisión. Es necesario proveer señor ministro, cuanto antes a esas oficinas, siquiera de los muebles y Códigos indispensables, para que puedan desempeñarse con alguna regularidad. (152)

Las memorias presentadas por los presidentes del STJ coinciden ampliamente con las denuncias periodísticas acerca de la situación de los Juzgados de Paz de la campaña.

 

1.9. ALGUNAS DIFICULTADES PARA LA INSTAURACIÓN DEL NUEVO PROYECTO POLÍTICO: EL CAUDILLISMO

La instauración de la democracia y el republicanismo como sistema de gobierno se enfrentaría con la resistencia de prácticas e ideas que le eran ajenas, como el caudillismo, el jesuitismo y la creencia que ciertos referentes tenían sobre aspectos de la cultura paraguaya que, a criterio de éstos, dificultarían la rápida asimilación por parte del pueblo, el guaraní, la holgazanería o su apego al juego y al alcohol.

Como se ha visto, la forma de gobierno implementado durante la transición al Estado liberal fue la republicana democrática representativa, en boga en las sociedades más avanzadas de ese entonces. La instauración teórica del republicanismo data de 1813, aunque la misma había sufrido serias limitaciones durante la dictadura francista y el gobierno de los López, lo que provocó que muchos de los protagonistas de la posguerra tuvieran serias dificultades para adaptarse a los nuevos tiempos. (153)

El caudillismo fue la forma habitual de hacer política durante la posguerra; aunque el discurso político trataba de aproximarse a los ideales republicanos, en la práctica se asemejaba más a ese pasado inmediato que se pretendía superar. (154)

Entre las consecuencias del caudillismo en América estaba la dificultad de desarrollar las instituciones republicanas; para El Independiente, (155) tres siglos de despotismo político y religioso sumió en la ignorancia a los pueblos. El caudillismo que los gobiernos anulen las libertades públicas, se saqueen las arcas públicas, que se repitan los golpes de Estado y los asesinatos políticos, que se otorguen grados militares y que se alquilen las inteligencias para "... adular a un caudillo prestigioso con calculados fines o de literatos y poetas que se ensalzan a tiranos sanguinarios, para demostrar que son héroes o semidioses, al igual de los poemas homéricos” (156). En el Paraguay, los hechos eran profundamente similares que en el resto de América del Sur.

(…)Y el Paraguay encierra todos esos vicios y defectos, y toda una plaga de ambiciosos, avarientos y caudillejos, cuyos corazones o pecados son como caja de Pandora, que han abierto y esparcido a los cuatro vientos de la República todas sus malas pasiones que son la causa de las desdichas y miseria... presentes del país. (157)

En este mismo orden una interesante síntesis de las prácticas políticas en pugna durante la segunda mitad del siglo XIX fue dada por el periódico La Reforma que, en una de sus editoriales, señalaba:

La historia de los pueblos sud americanos, después de su emancipación, ofrece fecundas lecciones dignas de estudio y de observación filosófica. Ella nos presenta en constante pugna el partido del absolutismo que aspira a centralizar el poder en una sola persona, y el partido constitucional que quiere la República, o sea el gobierno del pueblo por el pueblo.

El primero de estos sistemas ha sostenido que el pueblo aún no está preparado para el gobierno libre, que es necesario ante todo (ilegible) ciudadano la noción de sus deberes para el ejercicio de sus derechos políticos. (158)

En síntesis, sostenía este medio que el absolutismo:

(,..)ha sustituido la ley a la arbitrariedad y reducido la sociedad a una espantosa servidumbre. Ha embrutecido los pueblos para convertir los ciudadanos en meros autómatas sin acción y sin voluntad. Tenía su representación genuina en Rosas, en los dos López, en los Melgarejo, en los García Morenos, y lo encontráis también en Méjico, Perú y Colombia. (159)

El caudillismo fue la manera de llevar adelante las luchas por el poder político durante la primera década de la posguerra; quienes detentaron el poder entre 1880 y 1894 fueron los que triunfaron en ese periodo anárquico de nuestra historia política, aunque el presidente Juan G. González tratará de desprenderse de ellos no lo logrará; es más, en ocasiones actuará como ellos, su caída será una típica maniobra de caudillos que peligraban sus posiciones dentro del sistema. El fin del caudillismo, como forma de acción política, será una de las banderas levantadas por un sector de los actores políticos hacia 1890; un editorial de La República (160) observaba:

Una evolución que ha comenzado a operarse en estos últimos meses, es la que merece una mención especial en estos ligeros apuntes retrospectivos. Elementos gastados, que hasta hoy han pretendido ser los directores de la política interna del país, que en una palabra han tenido en el éxtasis de sus ambiciones .desmedidas, disponer del gobierno como de herencia de familia, han experimentado la primera y decisiva sacudida precursora de una caída vertiginosa y definitiva. La evolución a que nos referimos y que se dirige a implantar en nuestros anales políticos una era de verdadero progreso social, es la obra santa que hoy con denuedo y brío excepcionales lleva a cabo la juventud ilustrada del país con éxitos sucesivos. La muerte del caudillaje, he ahí el fin que se persigue con constante anhelo y afán inquebrantables. (161)

 

1.10 EL JESUITISMO Y SU "NEFASTA" INFLUENCIA

Otra de las razones esgrimidas por quienes no creían que el pueblo estuviera preparado para desempeñarse dentro de un sistema republicano y democrático, fue la "nefasta" influencia ejercida por los jesuitas sobre la formación moral del pueblo; fueron ellos quienes con su labor misionera "han producido en las masas la resignación humilde y servil, la docilidad del instrumento como condición normal y sujeción obligatoria del ciudadano hacia el gobierno, cualquiera que fuere" (162)

Una parte de la elite intelectual consideró a la Compañía de Jesús y sus prácticas como responsables de que el pueblo tendiera hacia la aceptación de las tiranías en el Paraguay Ante rumores de su retorno al Paraguay por gestiones supuestamente llevados adelante por un integrante del Gobierno Provisorio el periódico, El Paraguay (163) afirmaba:

Los jesuitas causa única y constante de todas nuestras desgracias durante 70 años, nos  invaden de nuevo. (...) Cuál es la causa de los tres despotismos consecutivos que hemos sufrido? Dónde hallamos la educación que recibió este pueblo para tolerar a tantos tiranos? En los jesuitas. (...) Maldita doctrina. (...) Atrás los jesuitas! es nuestro grito y nuestra bandera. (164)

En agosto de 1871, el periódico El Pueblo (165) reprodujo dos artículos que ya había publicado en los primeros días de octubre de 1870 en ellas acusa al jesuitismo de pretender ejercer nuevamente su influencia sobre la nación paraguaya, haciéndose nuevamente cargo de la educación.

Se dice que la educación jesuítica es vasta y sólida. Pero yo digo ¿ de qué sirve que a un niño se le nutra el entendimiento con vastos conocimientos, si se le roba hasta la libertad de pensar? (...) Las modernas sociedades precisan una institución que esté en armonía con el espíritu de la época, que enseñe al hombre a pensar, a discutir; que lo impulse hacia lo desconocido, que ante él desaparezcan todos los misterios; que suba a los astros en el globo aerostático, que baje a lo profundo del mar por medio de aparatos hidráulicos, que su palabra atraviesa las distancias por medio del telégrafo, que penetre, diremos así, en el santuario de los secretos de la naturaleza y presente ante el mundo esos misterios vedados por el hipócrita fanático, que haga en fin del mundo un espectáculo para la humanidad, no según el jesuitismo, todo debe ser misterio, todo dudas, el libre pensador es una profanación a la divinidad: la interrogación a lo desconocido es un atentado que Dios castiga en la eternidad con las llamas del infierno; y en esas creencias estúpidas se envuelve la imaginación del niño, y se corrompe, porque contrariando la naturaleza del hombre, se ve obligado a ocultarse para practicar lo que se le dice un crimen, cuando solo es la justa satisfacción de sus naturales instintos. (166)

La Reforma, en consonancia con estos principios, fundaba su anti jesuitismo en hechos históricos; así afirmaba que el Paraguay colonial era casi un patrimonio jesuítico, y que fueron ellos quienes enseñaron al pueblo en la escuela de la ciega obediencia y la reverencia, que el poder es de origen divino y que "el que la representaba era mirado como una imagen viva de Dios sobre la tierra con la sagrada misión de hacer felices a los pueblos". (167)

Para este medio, fue el sistema jesuítico el que acostumbró a los paraguayos a esperar absolutamente todo de su gobierno, la causa de que la República instaurada tras la Independencia no pudiera o no quisiese avanzar en la reforma del Estado; para las autoridades de turno resultaba más fácil seguir en lo mismo y cargar sobre el pueblo la responsabilidad de una supuesta incapacidad para la vida democrática. El gobierno del Dr. Francia, apoyándose en aquel sistema, conservó el poder reduciendo al pueblo en la "sumisión" e "ignorancia” (168)

Rechazando también este medio, un posible regreso a la educación jesuita, advertía que:

Ya pasó el tiempo en que en virtud del orden establecido, el pueblo podía permanecer en la inacción con los brazos cruzados esperando alcanzar todo de su gobierno; ya hoy día no debemos estar atenidos a que el gobierno haga por nosotros nada; son nuestros propios esfuerzos los que tienen que levantarnos de la actual postración; son nuestra inteligencia, nuestra laboriosidad y constancia en el trabajo los que tienen que proporcionarnos bienestar y felicidad. (169)

Es notorio el esfuerzo desplegado por algunos actores políticos en el orden de avanzar hacia un Estado laico. Téngase en cuenta, por ejemplo, que ya en noviembre de 1869 La Regeneración, abogando por el matrimonio civil, al que consideraba una herramienta válida para "aumentar la población y garantir la moralidad pública", acusaba a la Iglesia de trabar el mismo con su aparato burocrático y sus altos costos. (170)

Acusaciones de este tipo continuaron incluso tras la promulgación de la Ley del Registro Civil; debido al escaso acatamiento a la obligación de registrar los nacimientos y las defunciones, La Opinión (171) afirmaba que "El poco apego al registro se debe a que parte del clero hace una propaganda contraria debido a que consideran que han sido privados de un trabajo que les correspondía". (172)

Era evidente igualmente que la impresión sobre la labor del clero nacional sería distinta desde un esquema liberal racionalista. La filosofía liberal era critica no solo al jesuitismo sino a todo tipo de dogmatismo religioso. Así se entiende el editorial de El Pueblo, escrito en ocasión de unas celebraciones religiosas realizadas en las parroquias de San Roque, La Encarnación y la Catedral, donde se pedía por el alma de Francisco Solano López: "El sacerdote para los pueblo modernos no es ya el intérprete entre Dios y el hombre, es solo un funcionario de una religión y está subordinado a las mismas pasiones que los seglares". (173)

 

1.11. EL IDIOMA GUARANÍ COMO FRENO AL PROGRESO Y LA CIVILIZACIÓN

El idioma guaraní fue considerado, por algunos, como una verdadera traba para instaurar en el Paraguay el progreso y la civilización. Ya en los primeros días de la posguerra, un decreto del 7 de marzo de 1870, firmado por Cirilo Antonio Rivarola y José del Rosario Miranda, en carácter de secretario interino del Gobierno, con el propósito de fomentar la instrucción pública entre los niños, exigió a los jefes políticos y a los comandantes de las villas a crear escuelas en sus respectivos distritos; quedaba a cargo de los primeros nombrar, de acuerdo al parecer de los vecinos, a los preceptores, de cuyos salarios se harían cargo los padres, por los niños huérfanos pagaría el gobierno. Este decreto "prohíbe también a los maestros que no permitan hablarse en las escuelas el idioma guaraní, sino únicamente español." (174)

En este mismo sentido, había escrito Adolfo Decoud:

He ahíla obra de los fariseos, discípulos de Loyola, cada paraguayo, levantando su frente..., debe deciros con el desprecio más grande: vosotros fuisteis los que habéis dejado la herencia, la semilla de la ignorancia, del temor, el fanatismo y la mentira, el feudalismo de la Edad Media y el “guaraní", símbolo de todos los vicios de la sociedad, elemento para los tiranos, retroceso para la civilización y miles de calamidades que por largos años aún se sentirán en el Paraguay. (175)

El idioma guaraní fue considerado propio de las "clases sociales inferiores", y de la “barbarie". Debía declararse la guerra a este idioma por ser él un enemigo de la cultura:

La cuestión del lenguaje es trascendental. Cuando un pueblo habla el idioma de la civilización, el francés, el castellano, el italiano, el inglés o el alemán, forzosamente debe adelantar porque con tan ricos tesoros se estimula la actividad intelectual y se enriquece el pensamiento. Pero un pueblo que habla un dialecto bárbaro corre el riesgo de morir en las tinieblas, en la imposibilidad de recibir las chispas de oro que la ciencia y el arte derraman en un lenguaje propio, armónico, elocuente" (...) Si la América Latina hubiera hablado en inglés, más pronto hubiera seguido el ejemplo de los Estados Unidos conquistando su emancipación política. (176)

Radical es la oposición del periódico La Nación (177) al guaraní: "Hemos llegado al extremo de afirmar que un pueblo que solo habla ese idioma moriría, sin remedio, en las tinieblas". (178)

Lo expuesto no era compartido por otros intelectuales, véase las objeciones tanteadas en 1898 por Manuel Domínguez a Boggiani, respecto a la viabilidad del guaraní como idioma científico. Boggiani pretendía probar "que nada se opone a la expresión de las ideas científicas en el idioma guaraní", en tanto Domínguez sostenía que "imposible es la enseñanza científica en guaraní". (179) La persecución al guaraní por parte de cierta intelectualidad se observa también en un editorial de La Democracia, donde se planteaba erradicar el uso de este idioma en las oficinas públicas, por constituir una "pésima costumbre". Argumenta el redactor que el idioma oficial es el castellano, y que la "antipatía" que hacia el demuestran tanto los jefes como los subalternos, "desdice mucho nuestra cultura” Seguir hablando un idioma indígena es "ridículo" y prueba "inequívoco de atraso". El idioma "culto" es el castellano, el guaraní es "primitivo”. Peticiona este editorial periodístico: "proscríbase de las reparticiones oficiales el idioma de los primitivos habitantes de nuestra tierra, y se habrá dado una gran muestra de cordura".180

 

1.12. PROCEDIMIENTOS ELECTORALES DURANTE EL PERIODO 1811-1869

A partir de las ideas vertidas acerca del sufragio, por Carlos Antonio López, en el mensaje de 1854 y, sobre todo, teniendo en cuenta que al republicanismo le es esencial el sistema electoral, se creyó pertinente hacer una breve aproximación a algunos aspectos de los procedimientos electorales que se aplicaron en el Paraguay independiente hasta antes de la Guerra contra la Triple Alianza, considerando que ella permite ver con claridad la evolución de este sistema tras la guerra. Además, creemos que la evolución del sistema electoral es también un indicador importante para el momento de señalar los cambios y continuidades detectados al interior del proceso estudiado.

Nótese que al primer Congreso general, celebrado el 17 de junio de 1811, los representantes del pueblo fueron:

Convocados por esquelas suscritas por estos últimos (los miembros restantes del triunvirato, tras la deposición de Velasco), concurren 275 congresales, de los que seis representan a otras tantas villas y poblaciones del interior, en tanto que los demás -clérigos, religiosos, oficiales de las milicias provinciales y vecinos de Asunción y su distrito como invitados de  los patriotas triunfantes, por el procedimiento arriba mencionado. (181)

Del mencionado primer congreso participaron clérigos, religiosos, oficiales de las milicias provinciales a más de los vecinos destacados, en los posteriores congresos los religiosos serán impedidos de participar.

El siguiente congreso celebrado en 1813 contó con mil sufragantes, todos ellos.

Naturales de esta Provincia, en el acta de convocatoria se establece que, "sean convocados, dichos mil Sufragantes, de todas las Villas, Poblaciones, Partidos y Departamentos de su comprensión a proporción de sus respectivas populaciones, y que sus nombramientos sean do por señalamiento, o citación de determinadas Personas, sino por elecciones populares y libres que se efectúen en cada uno de dichos Lugares por todos, ó la mayor parte de sus respectivos habitantes; que estas Diligas, y Convocatorias para el efecto como de asunto puramente civil y dirigido a libre uso y ejercicio de los Dros. naturales y libres inherentes a todos los Ciudadanos de cualquier estado, clase ó condición que sean, se encarguen a los Cavildos de las Poblaciones, donde los hayan y á los Gefes políticos y jueces Comisionados de las demás Jurisdicciones del Distrito; que en quanto a los habitantes dentro de esta Ciudad, en consideración a las circunstancias, q han ocurrido se convoque determinadamente un numero regular de aquellos, que no hayan sido Causados ó sindicados de compuestos, ó desafectos al Sistema de la Libertad... (182)

Los representantes fueron así electos libremente, sin importar su origen, aunque un impedimento alcanzaba a los "desafectos" a los nuevos tiempos.

En otro fragmento deja la Junta expresa constancia del reconocimiento los derechos políticos de los ciudadanos, por ello:

(...) deja al arbitrio libre de la Provincia congregada en una forma la más acomodada al uso y ejercicio de la voz y voto qe todos tienen: el deliberar acerca de los intereses de la Comunidad". Será posible elegir a individuos que pertenezcan al lugar aunque se encuentren ausentes, pero, "Se tendrá presente y se observará lo primero que han de ser convocados, y tener Sufragios en la Junta todos los casados de cualquier edad, que sean, siendo Naturales de esa Jurisdicción ó aún que sean de otra cualquiera de la Prova. una vez que estén avecinados en el Distrito de la Junta respectiva; pero los solteros no serán llamados ni podrán concurrir a ella mientras no tengan veinte y tres años cumplidos. Serán excluidos igualmente todos los Reos actualmente causados por delitos graves, y que causa nota de infamia pública". Es significativo que en la convocatoria se deje constancia que el Presidente de la Junta actúe como juez para dilucidar, sin apelación posible los casos de controversias con la edad, "advirtiendo, qe, en circunstancias de una duda positiva el juicio más bien se incluirá á conceder qe. á negar la vos del sufragio. (183)

Esta convocatoria, firmada por Fulgencio Yegros, José Gaspar de Francia y Pedro Juan Cavallero, el 26 de agosto de 1813, viene a ser el primer estatuto electoral del Paraguay independiente, por contener ella no solo disposiciones acerca del número de sufragantes, sino además fijar la cantidad que correspondería a cada distrito electoral, designar a quienes tendrían a su cargo la dirección del proceso eleccionario en cada lugar, hacer expresa mención a quienes tienen derecho y quienes no al ejercicio del voto, sugerir el modo en que ha de llevarse a cabo la elección, fijar locales, establecer quiénes pueden ejercer sumariamente de jueces electorales, quienes suscribirán el acta final de la Asamblea y su posterior remisión al Gobierno. Sus disposiciones serían, salvo pequeñas modificaciones, las mismas utilizadas para los subsiguientes congresos generales de la República hasta el gobierno de Carlos Antonio López, quien incorporará algunos cambios de forma.

De hecho, el Reglamento de Gobierno del año 13, señalaba en su artículo 14:

Si alguno de los dos cónsules faltase absolutamente del govierno por muerte ó por retiro, procederá el que quedase á convocar dentro de un mes á congreso general de la provincia en la forma, método y número de mil sufragantes elegidos popularmente en toda la comprensión de la provincia como al presidente: y sin perjuicio de esta deliberación se establece también como ley fundamental, y disposición general perpetua é invariable, que en lo venidero se celebrará anualmente un congreso general de la provincia, al propio modo, con la misma formalidad, número y circunstancia señalándose a este efecto el día 15 de cada mes de octubre, en conformidad se expedirán puntualmente las correspondientes convocatorias á mediados de setiembre, con el justo fin de que la provincia oportunamente, ó al menos una vez al año pueda congregarse á tratar, como pueblo libre y soberano, lo más conducente a la felicidad general, á mejorar su gobierno si fuese necesario, y á ocurrir á cualquiera abuso que puedan introducirse, tomando las disposiciones y haciendo los establecimientos, más bien meditados con el conocimiento de la experiencia". Del mismo modo el Art. 17, establecía, "Queda adoptado por la provincia el método y número de sufragantes del presente Congreso, y por lo mismo se prohíbe al gobierno el que sin deliberación de otro semejante Congreso pueda variar ó mudar esta forma y número de sufragantes. (184)

Del Congreso general de 1814, el que designó a José Gaspar Rodríguez de Francia como Dictador, participaron la misma cantidad de sufragantes que en el año 1813; algunas de sus resoluciones afectaron precisamente el mecanismo electoral, al establecerse que el Congreso se reuniría cada año, pero debería hacerlo en el mes de mayo por ser octubre incompatible con las actividades agrícolas, así afirmaban "por ser los tiempos principales en que las Gentes de Campaña se emplean y tienen entre manos la recomendable ocupación de la agricultura", del mismo modo dispone reducir sus integrantes a doscientos cincuenta, por lo “gravoso que es al público". Se transcribe parte de la resolución por considerarlo de interés:

En esa virtud resolvieron unánimes por igual aclamación general; lo primero que en adelante se reduzca el número de dichos Congresales á la quarta parte, esto es, al número de doscientos cincuenta Ciudadanos, elegidos siempre popularmente en toda la Provincia en la forma y método que se ha ejecutado ahora y el año próximo pasado, deviendo el Gobierno distribuir el número de sufragantes que deben venir de cada Partido á proporción de la respectiva populación de cada Territorio, con concepto al número total de doscientos y cincuenta Sufragantes insinuados. Lo segundo: que en lo sucesivo se celebran estos Congresos anuales en el mes de Mayo, pero a fin de que el próximo Congreso siguiente no sea tan inmediato al presente, no deberá celebrarse hasta el año mil ochocientos diez y seis, dexando de hueco, ó intervalo, el año próximo venidero, con expresa prevención de que las Convocatorias para todos los Congresos que en adelante se celebren, se han de expedir precisamente con anticipación, quando menos de un mes antes del día señalado para su celebración, y aún con anterioridad de más tiempo si se pudiere, sobre que se hace responsable el Gobierno. (185)

La resolución adoptada por el Congreso explica la no convocatoria del mismo en el año 15 y que el del año 16, que terminaría designando al Dr. Francia Dictador Perpetuo, ya estaba fijada de antemano. Sabido es que el gobierno de Francia, haciendo uso de la resolución tercera del Congreso del año 16,"Congreso general tendrá la República cada vez y quando que el Dictador haya por necesario " (186), no consideró necesario convocar a Congreso alguno durante el resto de el mandato; esta resolución había dejado sin efecto la anterior disposición de las convocatorias anuales.

Tras la muerte de José Gaspar Rodríguez de Francia y a falta de una clara reglamentación acerca de los procedimientos de traspaso del poder, se dio origen a un breve periodo de anarquía, de disputas entre sectores que en general fueron afines al régimen, ya que los contestatarios no tuvieron injerencia alguna en el proceso de transición, no presentaron proyecto distinto alguno.

La primera Junta Provisoria integrada no tomó medida alguna acerca de una invocatoria a Congreso, recién en el acta del 21 de enero de 1841, suscrito por la segunda Junta, se determinó que el Congreso previsto para el 19 de abril seria integrado por 500 sufragantes, naturales de la Provincia y de voto enteramente libre, "...que en su consecuencia todos presten el sufragio con plena libertad y sin la menor coacción, traba, ni embarazo, como ciudadanos e individuos de un pueblo libre, cuya voluntad general habrá de ser la Suprema Ley en todos sus establecimientos y determinaciones". (187) El número de representantes aumentó al doble de la del congreso de 1816, aunque en lo demás se atienen a las reglas establecidas en los congresos anteriores a la ascensión del Dr. Francia al gobierno de la República.

La sustitución de esta segunda Junta Provisoria, y la designación de Mariano Roque Alonso como comandante general de Armas, hizo posible la convocatoria a Congreso General; una copia autorizada del acta, por la que son designados Alonso y Carlos Antonio López como secretario, fechada el 9 de enero, fue remitida al comandante de Villa de Rosario, en ella se le ordena que, en la Junta General de los pobladores de esa Villa, se elija libremente a los congresistas, "aunque entonces no se hallen presentes en la junta", igualmente se recuerda:

(...) que los casados de cualquier edad que sean, han de tener sufragio en la junta, y no serán admitidos los solteros que no tengan 23 años cumplidos, ni los reos que causados por delitos graves y que causen nota de infamia, ni los notados o sindicados de opuestos o desafectos a la causa de la libertad, o que sean faccionarios de los enemigos de ella. (188)

Es evidente que contiene las mismas disposiciones de la convocatoria de 1813.

El Congreso reunido en 1841 restauró el Consulado como forma de gobierno, recayendo la designación en las personas de Mariano Roque Alonso y Carlos Antonio López además de que este, a diferencia del primero, tuvo una duración de tres años, existen otras diferencias que no se mencionan por no ser esenciales para este estudio. En materia de institucionalización de la República, un dato no menor es el hecho de que en el seno de este Congreso el diputado por Barrero Grande, Juan Bautista Rivarola, padre de Cirilo Antonio Rivarola, había mocionado la importancia de redactar una Constitución, aunque la misma fue rechazada. (189)

Para el Congreso Extraordinario de 1842, otra vez se redujo el número de diputados, en esta ocasión a "400 ciudadanos propietarios y de capacidad nombrado en proporción al número de Departamentos de la República". (190) Como se ve, a más de volver a reducirse la cantidad de los diputados, se incorporó, por primera vez el requisito de ser "propietario" y poseer "capacidad".

En el Congreso de 1844, el número de diputados se redujo aún más, esta vez a 300 "ciudadanos propietarios, honrados, de capacidad y buenos sentimientos." (191)

La Ley que establece la Administración Política de la República del Paraguay, aprobada por ese Congreso, incorporó en el Título II, Del Congreso o Legislatura Nacional, en su Art. 1, que "El Congreso Nacional se compondrá por ahora de doscientos cincuenta diputados elegidos en la forma aquí acostumbrada, debiendo ser ciudadanos propietarios de las mejores capacidades y patriotismo con la reforma constitucional de 1856 este artículo quedó redactado del siguiente modo, "El Congreso se compondrá de cien diputados, debiendo ser ciudadanos revestidos de las condiciones de propiedad, probidad, buena fama, conocido patriotismo, del goce de todos los derechos civiles, y de capacidad regular". El Congreso Nacional, decía la mencionada Ley del año 44 en su Art. 2: "será convocado de cinco en cinco años en los casos ordinarios ", en el Título III, De las atribuciones del Congreso Nacional, Art. 2, fija entre sus atribuciones, "Elegir al Presidente de la República, recibirle el juramento de ley, y mandarle poner en posesión del mando”. El presidente, de conformidad al Título IV, Del Poder Ejecutivo Permanente, Art. 2, deberá ser "del fuero común natural de la República del Paraguay, y que además tenga cuarenta y cinco años de edad, capacidad, honradez y patriotismo conocidos; buena conducta moral y un capital propio de ocho mil pesos", la reforma del año 56 dispuso que los años requeridos para ocupar el cargo fuera de treinta, y que eran hábiles para competir por el mismo, “los ciudadanos capaces de prestar ese importante servicio á la República" (Art. 4, De la reforma).

Es importante aclarar que la Ley del año 44 establecía el procedimiento a seguirse en la elección del Presidente de la República en el Título V, De la elección del Presidente de la República, en su Art. 1: "El Presidente de la República del Paraguay será elegido en sesión permanente por el Congreso Nacional, por votación nominal dada in voce por cada Diputado á pluralidad de sufragios, formándose á continuación la acta conveniente”. El artículo 3 de este título fija que cuatro votos sobre la mitad harán mayoría y el 4º que, en caso de empate en la elección, se repetiría el procedimiento y que, de persistir el resultado, "los ciudadanos entre quienes estén divididos los votos serán sorteados en presencia del Congreso Nacional, insaculando sus nombres en dos cédulas, y será presidente el que decida la suerte”. (192)

Es evidente que esta ley significó un avance en el esfuerzo por la institucionalización del país. De los posicionamientos doctrinales y principistas de los primeros gobiernos pos independentistas, se pasaba a formas y procedimientos más propios de un sistema republicano. Era obvio, sin embargo, que por las condiciones que se atravesaba, la ley y la realidad, en numerosas ocasiones, irían por caminos distintos.

La reforma constitucional del 3 de noviembre de 1856 había incorporado, entre las atribuciones del Poder Ejecutivo, la facultad de designar, a través de un Pliego de Reserva de nombramiento de Vicepresidente, a un vicepresidente provisorio que debía convocar a Congreso general, a fin de que este designe al Presidente de la República; por el artículo 4º del mencionado Pliego se recuerda que el electo debía ser "propietario". En dicho congreso se dejó escuchar, aunque tenuemente la voz de los disidentes. El presidente electo, brigadier general, general en Jefe del Ejército y ministro de Guerra y Marina, Francisco Solano López, lo fue por el Congreso reunido el 16 de octubre de 1862. (193)

En un breve mensaje dirigido a la nación, por dicho acontecimiento, mencionaba que “El patriotismo y la unión de todos los habitantes de la nación me dejan esperar que la República del Paraguay consumará un día la obra de su regenerado política, sin haber tenido que enjugar las amargas lágrimas de una contienda de familia". (194) Más adelante deja sentado los pilares de su futura administración:

(...) Paz, unión, concordia son los fundamentos más sólidos de nuestro porvenir y engrandecimiento. Al abrigo de estos sanos principios cultivará nuestra patria el árbol de su libertad, y, ajenos a la árida discusión de los principios abstractos de la política, agrupémonos ante el altar de la patria para trabajar por el bienestar general.

Su ideal de un sistema social construido sobre el modelo del ejército es claro: "En el ejército, de cuyas filas he sido elevado a tan encumbrado puesto, miro el ejemplo práctico de la subordinación y fiel observancia de las leyes y el sostén de nuestros sagrados derechos." (195)

Retomando el análisis del Mensaje a los HH.RR. de 1854, y para cerrar este apartado, señalamos que la transición iniciada tras el francismo se realizó con cautela para evitar "extravíos" o "desórdenes en ese sentido, Carlos Antonio López, como respondiendo a sus detractores, afirmaba que su gobierno quería evitar “el mal y el peligro de quedar estacionario en medio de las mejoras y progresos de todo género que hacen las sociedades modernas; y el peligro revolucionario, que quiere precipitar todo, y transformar todo a protesto de mejoras. (196)

Para la oposición a su gobierno:

Estas palabras solo reflejaban posiciones espirituales pero no realidades sociales en el Paraguay. Los derechos civiles esenciales y primordiales del hombre eran un mito donde se hallaban a merced de la omnipotencia de los gobernantes, y donde éstos y sus parientes estaban exentos de toda crítica y responsabilidad y ocupaban en el Estado una posición parecida a la de las familias reinantes en la monarquías. (197)

De sus mensajes, así como de sus prácticas políticas se deduce que Carlos Antonio López conocía, no solo el pensamiento liberal, sino que se mostraba favorable a ellas; los reconocía, incluso, como una suerte de destino inevitable en la marcha hacia la institucionalización de la República. Su diferencia con los otros paraguayos adeptos al liberalismo radicaría más bien en su conservadurismo y el radicalismo de los otros.

 

1.13 EL SISTEMA ELECTORAL DURANTE LA POSGUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA

De todo lo expuesto se deduce que para la transición al régimen liberal, una cuestión de enorme importancia era el relacionado al sistema electoral; en ese orden, se había dictado un Estatuto Electoral para las elecciones de convencionales para la Constituyente del 70; hacia finales de la Asamblea, la misma fue remplazada por otra de fecha 15 de diciembre de 1870. (198)

Establecida como forma de gobierno la democracia representativa, era fundamental la imposición de mecanismos que garanticen las elecciones libres, era preciso impedir las prácticas que pudieran poner en entredicho la moralidad del sistema. Una cuestión muy debatida fue el de si el pueblo estaba o no preparado para la democracia, algo que ya lo abordaron los gobiernos personalistas de la Primera República con la consabida respuesta de que no lo estaba por falta de instrucción y educación; durante la Segunda República esa teoría no había sido superada, las elites, según El Orden (199), seguían considerando:

(...) que por esa causa los gobiernos remiten listas de candidatos oficiales a los distritos electorales, para que estos, haciendo uso de una especie de tutela, impongan las candidaturas que se le indican, y las hagan triunfar en las urnas. Más este es un sofisma que la práctica desmiente. El principio queda herido por los candidatos; son ellos que prostituyen la ley, que degradan al ciudadano y escarnecen la sociedad. Obtener votos por aguardiente por asados con cuero, y pagando a tanto el voto (...) Sin embargo el ejercicio del voto libre está en la infancia, no crece por los vicios políticos que extemporáneamente nos han invadido. No son los gobiernos solo los que pueden responder a este cargo pendiente, son los candidatos los que compran el voto y el pueblo que lo vende. El mal desgraciadamente tiene echadas profundas raíces, y la principal: Es la ignorancia, y los vicios encarnados en la mayoría del pueblo. (200)

En la inmediata posguerra se realizarían elecciones para elegir electores de presidente y vicepresidente respectivamente, otra para elección de Senadores y diputados. Con posterioridad, con la creación de las municipalidades, sus integrantes también debieron ser electos en comicios, lo cual muestra lo cargado del calendario electoral, más aún si se tiene en cuenta que, por mandato constitucional, los integrantes de ambas cámaras eran reemplazados parcialmente, y los munícipes solo duraban un año en su cargo.

Cabe recordar que la elección de Cirilo Antonio Rivarola y Cayo Miltos, para presidente y vicepresidente, respectivamente, durante el periodo 1870-1874, fue llevada adelante por la Asamblea Nacional Constituyente que se constituyo en Congreso Electoral para ese efecto. (201)

Las primeras elecciones para diputados del Congreso fueron realizados el 25 de enero de 1871. Esta convocatoria fue publicada por El Club del Pueblo, con la afirmación de que "El Club del Pueblo, está llamado a ser en el Paraguay, lo que el Club libertad en la Provincia de Buenos Aires”202; fue precisamente un club con dicho nombre el que candidato tanto a Caballero como a Escobar para la Presidencia de la República.

Tras la muerte del vicepresidente Cayo Miltos, el Congreso convocó a elecciones para remplazado, pero el presidente Cirilo Antonio Rivarola vetó el proyecto por considerarlo inconstitucional. (203) Finalmente y ante la ratificación del Congreso, el Presidente promulgó la convocatoria a elecciones. (204)

La elección fue llevada adelante con la participación del"Club Nacional” y el “Partido Liberal”, los partidarios de este último utilizaron pañuelos blancos para diferenciarse. En el distrito de La Catedral el triunfo fue para el Partido liberal, 370 votos contra 4; en el distrito de San Roque, triunfó el mismo partido por 170 votos contra 71; en el de La Encarnación se produjo el apuñalamiento y muerte de Pedro Irigoyen, a manos de sus adversarios:

Por un descuido de los hombres del "Comité Liberal" en aquella parroquia dejaron instalar la mesa por sus contrarios. Ellos en actitud ventajosa, hacían el fraude a manos llenas; ya desechando los votos de sus contrarios; ya rompiéndoles las listas de sus electores, etc., etc. (...) Los del Partido Liberal apercibiéndose del hecho, llevaron el arrojo de echarse sobre la mesa a inutilizar el escrutinio. (...) En ese momento fue donde cayó Pedro Yrigoyen herido de muerte, y el inspector General de Escuelas contuso con un golpe en la cabeza. Rotos los escrutinios; dispersado el personal de los escrutadores; el campo está cedido de hecho a los vencedores; una nueva mesa electoral sucede a la desecha y es lógico que sea compuesta los victoriosos. Pero en la Encarnación no fue así, por la nulidad de los hombres que cometieron el hecho. Los enemigos se organizan y al amparo de la fuerza policial que custodia el nuevo escrutinio, dan principio a sus trabajos y obtienen el triunfo, por 270 votos contra 70. Nos aseguran que allí se hacía votar al individuo tres o cuatro veces en estos casos. (205)

Se desprende de este artículo periodístico que las denuncias sobre supuestos fraudes electorales se instalaron apenas iniciada la posguerra, se desechan votos, se rompen listas de electores, se inutiliza el escrutinio por cualquier medio, se hace votar tres o cuatro veces, se dispersa el personal escrutador, se instalan nuevas mesas electoras, etc., etc. Estas prácticas serán observadas durante todo el proceso investigado.

Terminada las elecciones, el Congreso conformó una comisión escrutadora, integrada por dos senadores y dos diputados para revisar las actas remitidas por los electores llamados a elegir al Vicepresidente de la República. "El despojo del escrutinio dio por resultado la elección del Ciudadano D. Salvador por Jovellanos por una mayoría de 78 votos contra 26 que alcanzó a su favor D. Cándido Bareiro, 4 a favor de D. Juan L. Corvalán, y 6 a favor de D. Eduardo Aramburu...". (206)

 

1.14. LAS DEBILIDADES DEL SISTEMA ELECTORAL DE LA POSGUERRA

A partir de lo mencionado se observan otras debilidades dentro del sistema electoral. El periódico en cuestión señalaba que la baja participación y los fraudes electorales se instalaron en las primeras elecciones de la posguerra. Para democracia:

(…) no podemos enorgullecemos nada de nuestras prácticas electorales. Testigo la elección del domingo para municipales por Catedral y Recoleta. No concurrieron al atrio de la iglesia ni cien de los doscientos y tantos que se inscribieron para dar sus votos por los candidatos para dicho cargo. ¿No revela esto, en efecto, que el pueblo carece hasta la fecha de disposición y hasta de convicción propia para usar por sí mismo de su propia soberanía? ¿No es vergonzoso que entre hijos del país y extranjeros no haya habido el domingo por lo menos mil sufragantes? (207)

Insiste sobre este mismo punto hacia finales del mismo año, en ocasión de tener que renovarse parcialmente los miembros del Municipio de Asunción; denunciaba lo peligroso que eran las elecciones en el Paraguay, así como la escasa participación, la indiferencia del electorado:

(...) Un pequeño grupo de hombres, con pocas docenas de boletos comprados a vil precio en las manos, hacía a su discreción las elecciones, o mejor dicho, un vergonzoso simulacro de elecciones (...) Recordamos que algunos los vendían por una cuarta de acardenillada sin comprender el grave mal que... sí propios y a los demás con semejante indigno proceder (...) Los hombres que comprenden toda la magnitud e importancia del sistema electoral, no deben permitir y mucho menos estimular y fomentar la venta de votos entre las clases ignorantes que se dejan arrear por el engaño o por el sórdido interés. (208)

Además de advertir que las elecciones son "bastante peligrosas", a la larga lista de vicios agrega que el sistema electoral puede corromperse por muchas causas: "El soborno, las influencias oficiales, la bebida, la fuerza bruta, tales son esas causas que hacen degenerar el sufragio las mas de las veces en un ridículo simulacro." (209)

Para 1896, según La Democracia, "las elecciones se convierten en miserables especulaciones, tanto de parte de los que venden sus votos como de los que los compran. " (210)

Pero no solamente era denunciado el fraude electoral, sino además el grave problema estructural que enfrentaba todo el mecanismo electoral. La Democracia, al abordar la cuestión relacionada a la Ley Electoral misma, reconocía que:

(,..)Lo primero que debemos combatir es la preferencia acordada a la capital sobre los demás distritos que forma el país. Así, por ejemplo, ella con 25 o 30 mil habitantes da seis diputados y tres senadores para el Congreso, cuando Villa Rica con Mbocayaty, Yataity, Hiaty e Itapé, es decir el 7º y el 8º distrito, que sumarán como 20 mil almas, no pueden dar, más que dos diputados y un senador (...) Otra preferencia acordada a la Capital sobre los pueblos de la campaña consiste en que en la primera los ciudadanos que desean hacer uso del sufragio en la elección de su mandatario se inscriben primero en el Registro que llevan los juzgados de paz; mientras que en los segundos no se observa esta formalidad. Decimos que esto constituye otra preferencia, porque no hay razón alguna que aconseje que lo que se hace en la capital, deje de hacerse en la campaña. Nosotros al menos no sabemos por qué. Contestamos no obstante la objeción que pudiera hacérsenos. Ante todo veamos a qué responde la inscripción en la capital - Simplemente a que los electores de la Catedral, por ejemplo, no pasen a votar en San Roque o Encarnación y evitar otros fraudes. Pero, en la campaña, ¿los individuos de un pueblo no pueden pasar a otro vecino a hacer lo mismo? Los que dictaron la ley creyeron que no, pero es lo cierto que sucede lo contrario. Como en la campaña, las elecciones duran de 7 a 3, es decir, ocho horas, hay tiempo más que suficiente para que se cometa ese fraude, tratándose de pueblos cercanos. Así, por ejemplo, sucede en el caso todos los años probablemente de que los de San Lorenzo, Luque, Limpio, Itá, Capiatá y todos los departamentos que forman el 17º y el 18° distrito pueden votar en diferentes partes a la vez, por la dificultad que hay en ser distinguidos. No así sucedería si cada vecino se inscribiese en el registro de su partido, desde que no podrá votar sin exhibir a la mesa receptora su boleto respectivo (...) De otra parte, la necesidad de evitar muchos fraudes reclaman que la inscripción se verifique en la campaña, cual se hace en la capital. (211)

Existía pues un favoritismo a favor de la capital del país, tanto en el número de representantes que podían elegir, como que en Asunción debían inscribirse los electores y en la campaña esto no era necesario. La falta de inscripción de los electores era una de las causales, aunque no la única, del fraude en los distritos del interior.

Continuando su análisis de la Ley Electoral, afirmaba que, incluso, la inscripción en el Registro Electoral no impedía los fraudes, porque no se procedía a la verificación de la veracidad de los datos proporcionados por los inscriptos; del mismo modo, los registros no eran publicitados por la prensa para que pueda saberse si algún ciudadano se inscribió en más de un distrito electoral. Otra desproporción favorable a la capital por sobre los distritos de campaña se encontraba en la falta de censo:

(...) Notaremos aquí otra desproporción que resulta, no precisamente de la deficiencia de la ley, sino de la falta de censo. Suponiendo que la capital tenga 30 mil habitantes y todo el país 300 mil, quedan para la campaña 270 mil. Según esto, ella sería representada en el Congreso por 45 diputados y 22 senadores; y en los comicios electorales por 268 electores, siendo así que estos no alcanzan actualmente más que a 120. Hacemos notar esto precisamente porque ello desvirtúa el sistema democrático o el principio de la mayoría, como podemos demostrarlo por un sencillo ejemplo. Sabemos que la capital, en la elección de presidente y vice de la República, con una población de 30 mil habitantes, está representada por 36 electores; y que la campaña con 270 mil almas, por solo 120. Ahora bien: supongamos que los 36 electores de la capital y 43 de la campaña, que forman mayoría entre ellos, voten por el ciudadano Ay los restantes por el ciudadano B. En tal caso Aseria electo presidente, como es natural, puesto que ha obtenido a su favor 70 votos. Pero veamos qué población representan estos. Los 43 de la campaña lo son de 96.750 y los 36 de la capital, de 30.000. Total, 126.750, que no es por cierto la mitad de la población de la República, o sea 300 mil. Véase, pues, como no es la mayoría, la que decide este caso. (212)

Otro artículo sobre el mismo tema, refiriéndose al modo de votar, sostenía que según nuestra Ley Electoral:

(...) los votos serán verbales o escritos y dados por los mismos sufragantes, siendo obligación de los escrutadores llevar los registros y anotar en ellos tanto los nombres y apellidos de aquéllos como los de las personas por quienes voten. Este modo de votar no es el mejor por cierto, como vemos prácticamente entre nosotros (...) Nuestra ley electoral dice qué cerrado el sufragio, cada mesa procederá inmediatamente al cotejo de los Registros y escrutinio de la elección, extendiendo y firmando al fin de cada una de ellas una acta en la que conste por orden de mayoría el número de votos obtenidos por cada candidato, y leyendo en seguida estas actas el presidente de la mesa. Esta formalidad esencialísima no siempre se cumple en la campaña; y es en virtud de esto que las más de las veces se cometí el fraude de entripamiento, de las actas, como se dice, aumentándolas con nombres supuestos. Si al terminar la elección cada mesa verificará, como dispone la ley, el cotejo del escrutinio, y en seguida leyera en alta voz el resultado de ella, es evidente que, sin conocerse, no se podría cometer el fraude dicho del entripamiento, porque siendo así, el pueblo sabría positivamente el número de votos que un candidato hubiese obtenido a su favor. Pero, como decimos, las más de las veces las mesas receptoras, acabada la elección, cierran las actas y las entregan a los mismos interesados. De aquí resulta que éstos, como que los sufragantes no saben el número de votos obtenidos por cada candidato, abren las actas y les agreguen unos cuantos pliegos de papel con nombres supuestos, fraude que llaman aquí graciosamente entripamiento, según queda dicho. Esto lo hacen cuando han obtenido menor número de votos que sus contrarios. Sería, pues, muy conveniente que en adelante las mesas receptoras llenaran la formalidad prescrita por los artículos 47 y 48 de la ley de elecciones sobre cotejo de Registros, escrutinio y lectura de actas. Asimismo, harían muy bien dichas mesas o sus presidentes respectivos si no entregaran más las actas a los mismos candidatos para traerlas a su destino, sino a otras personas que no tengan interés en alterarlas. Solo la elección del presidente y vice de la República está libre del entripamiento de actas por ser fijo el número de los electores. Mas no por eso lo está de otros fraudes; como por ejemplo el de raspadura de nombres, que suele también hacerse. (213)

El "entripamiento” y la "raspadura de nombres” eran, así, otras formas usuales de fraude, cometidos por las propias mesas electorales, quienes lograban llevarlo adelante evitando la lectura inmediata de los resultados del escrutinio.

Una cuestión que dio origen a numerosas controversias era la relacionada al hecho de que, de acuerdo a la Constitución Nacional, ambas cámaras actuaran como jueces electorales para juzgar acerca de la validez o no de las elecciones realizadas para llenar una vacancia en cualquiera de ellas. Si en alguna elección triunfaba el candidato de la oposición, le resultaba fácil al oficialismo de turno la falsificación de las actas para dar ganador al candidato oficial y conseguir luego una mayoría en la cámara en cuestión, que valide el fraude. (214)

Un ejemplo de lo afirmado lo encontramos a inicios de la posguerra en el caso “Juan B. Gill", un artículo firmado por "P. Q", en El Pueblo, señalaba que Otoniel Peña, quien fuera designado el 28 de noviembre de 1870 jefe político del Departamento General de Policía y, José Dolores González habían estado presos en la cárcel de Policía acusados de fraude electoral, razón por la que no debieron ser electos senadores, pero que ni el presidente de la República ni la propia Cámara de Senadores se opusieron a que ocupen sus bancas; el Senado se mostró, sin embargo, reacio a admitir a Mateo Collar, por ello las resoluciones imanadas del Senado no deben ser aceptadas por el Ejecutivo y debe mantener en su cargo a Gill. Se violó el Art. 30 inciso 3 de la Constitución Nacional. (215)

Otro ejemplo lo encontramos en las elecciones parlamentarias de febrero de 1891, donde los candidatos del Partido Liberal, declarados triunfadores por las mesas escrutadoras, luego fueron derrotados en el Congreso por anular las actas electorales.

Otros mecanismos de fraude constituyeron la utilización de fondos públicos para garantizar el triunfo de determinados candidatos, este hecho era una práctica común, denunciada permanentemente por la prensa de oposición. (216)

El "enganche electoral" también atacaba la legitimidad de las elecciones la práctica de llevar de un pueblo a otro, en un tren expreso, a personas de otro distritos para hacerlas inscribir allí donde era necesario como vecinos del lugar para que participen de las elecciones, El Látigo (217) denunciaba lo siguiente:

No teniendo la mazorca en la ciudad ciudadanos para votantes en las próximas elecciones recurren en busca de ellos a los diferentes departamentos, al efecto despachan emisarios con cajones de lienzo colorado y armas, ya no tardaremos en ver enjambres enganchados estorbando el paso libre a los ciudadanos que desean hacer uso del derecho de sufragio libre. En efecto: cinco reales, un pedazo de lienzo colorado un cuchillo cabo blanco de veinte centavos y un vaso de caña, constituyen el precio de uno de aquellos infelices para entregar su voto a cualquier perro designado por la mazorca. ¡Miserable destino del ciudadano, que entrega su libertad, la suerte de su Patria, de su familia y sus caros intereses a tan vil precio! (218)

La democracia denominó a esta práctica como de "enganche electoral":

Siéntase hoy, en efecto, el principio petardista de que el elemento sacado del “pueblo bajo", el roto", puédase enganchar para las elecciones. En consecuencia son muchos los individuos que se han prestado, embaucados indignamente, a servir de convoy a tal o cual candidato en gira. De la capital hánse embarcado en las locomotoras numerosos descamisados que serán destinados a elemento electoral. (220)

En ocasión de las elecciones para diputados realizadas en 1897, pleno gobierno del general Egusquiza, La Democracia, en un editorial dedicado a la sesión de la Cámara de Diputados, en la que se aprobaron las actas de elección de Luis Isasi por el Distrito 14 y Víctor Soler por el 10 y en la que se anulaban las elecciones de la Catedral, Recoleta y Lambaré, por protestas documentadas presentadas por los candidatos Fernando A. Carreras y Mariano Galeano contra los votos favorables a los de la facción cívica, Amancio Insaurralde y Pedro Pablo Caballero, denunciaba:

Aquella grotesca ostentación de pretendida popularidad, hecha por los cívicos trayendo a numerosos campesinos pobres a exhibirlos en las principales calles de la Asunción, ha indignado naturalmente a todos y tenía que dar este resultado (...) Aquí, en el caso que tratamos, no se ha derramado dinero; pero se ha enrolado gente extraña, de varios departamentos, en número de 2.500 hombres, como decía La Opinión, con el objeto de ejercer presión sobre los verdaderos electores. Estos campesinos establecieron un cordón infranqueable en la iglesia de la Encarnación, impidiendo a los electores llegar a los comicios. Importaba esto naturalmente un gran escándalo electoral, un grave abuso que venía a viciar lo más profundamente concebible nuestro sistema eleccionario. (221)

La utilización de la fuerza pública, militares y jefes políticos, por parte de los gobiernos del periodo estudiado, con el pretexto de garantir el orden, había dado lugar a numerosas arbitrariedades que antes de facilitar la participación en los comicios actuaba como freno a la participación ciudadana. En muchos casos, los militares o los jefes políticos actuaban como verdaderos agentes electorales de los gobiernos de turno, ello obviamente desnaturalizaba las instituciones. (222)

Es evidente, sin embargo, que la ausencia de las fuerzas públicas en las calles en los días de elecciones podría haber generado igualmente violencia por parte de los participantes.

Una propuesta para solucionar, por lo menos en parte, los defectos observados en la Ley Electoral, aunque nunca puesta en vigencia, fue la de implementar el régimen de empadronamiento en lugar de las inscripciones para cada elección; con ello, cada distrito electoral sabría exactamente el número de sufragantes con que contaba. (223)

La persistencia de los mecanismos ajenos a los principios que deberían de regir las elecciones de autoridades dentro de un sistema electoral republicano se observa en los hechos acaecidos en las elecciones municipales celebradas en la Villa de la Concepción en agosto de 1899. Las mismas fueron anuladas y la ocasión fue considerada propicia por La Tribuna (224) para emitir la siguiente opinión:

Cediendo al empuje de la realidad observada en los hechos desarrollados, no es posible negar que los dos partidos que se han presentado a la lid, no han dejado de echar mano, al calor de la contienda, de procedimientos que pugnan con la pureza necesaria de que deben ir revestidas las gestiones todas de los ciudadanos que ejerciten sus derechos sin mengua de la sinceridad y el patriotismo. El reclutamiento de gentes extrañas al departamento, la ostentación de fuerza hecha por los bandos, la formación de batallones que recorrían el departamento, perturbando la natural tranquilidad de la parte pacifica de sus moradores; son expedientes llenos de vicio, inconciliables con el sufragio libre  lesionado por esta vez, por el mismo pueblo que está en el deber de no ultrajar sus propias prerrogativas con manejos vedados por los sanos principios de la justicia y de la verdadera democracia. (225)

Más grave aún fueron algunos procedimientos seguidos durante el tiempo de vigencia del pacto entre cívicos y egusquicistas y que fueran denunciados por la Patria (226):

A la serie de disposiciones atentatorias contra la libertad de los ciudadanos, hoy tenemos que agregar una más, consistente en el hecho de que se han dado instrucciones a los jueces de paz de la capital, para que sometan a la aprobación de los candidatos designados en el famoso pacto electoral, la lista de las personas que deberán componer las mesas inscriptoras, para que se supriman de ellas a los ciudadanos que en su concepto no se prestaran a ser mistificadores del sufragio popular e instrumentos dóciles de sus manejos para arrebatar el voto de sus conciudadanos. De suerte que desde el registro cívico hasta las urnas que deben ser depositarías de los anhelos del pueblo para darse representantes dignos de regir sus destinos, serán entregados a merced de los agentes de la autoridad ejecutiva aleccionados por esta y en confabulación con los candidatos para falsificar el voto y hacer una parodia de las elecciones populares. (227)

Es evidente que los gobiernos de Egusquiza y Aceval, si bien no prescindieron completamente de toda injerencia en las luchas electorales, adoptaron formas menos groseras de intervención; en 1901, Alejandro Audivert y Liberato M Rojas desistieron por medio de una carta abierta, dirigida a la Comisión Central del Partido Liberal, de sus candidaturas a diputados por los distritos de San Roque y Trinidad, por falta de garantías a la libertad de sufragio. (228)

En su "Ensayo sobre el Sufragio", presentado como tesis para optar al grado de doctor en Derecho y Ciencias Sociales, Félix Paiva sostenía que el Estado tenía un fin que cumplir, y que para ello debía:

(...) como una necesidad ineludible la creación de ciertos medios u órganos para el ejercida de las funciones tendentes a realizar esa misión, y que el Estado, como entidad abstracta, por sí mismo no puede desempeñarlas. De aquí nace la idea de la representación. (229)

Una de las razones que exacerbaba las elecciones de los representantes del pueblo fue la inexistencia de una minoría; en su tesis, Paiva, al analizar este hecho, consideraba "bastante defectuosa" y clamaba por "estatuir un sistema que tienda a dar participación a las minorías, en las elecciones, porque el régimen actual es odioso, desde que basta un voto más o la mitad para que haya mayoría y la otra mitad menos uno para que no tenga representación."

No le era ajeno el hecho, ya analizado por La Democracia, de que:

(...) por más que el texto de la Constitución Nacional prescriba que desde la segunda legislatura debía haberse arreglado el número de representantes al de habitantes de cada distrito que arrojase el censo de la República cada cinco años. A nadie escapa la ilegalidad manifiesta de nuestras Cámaras legislativas. En el Paraguay, el sistema adoptado según la Constitución Nacional es también de los colegios plurinominales para la organización de ambas Cámaras, puesto que el diputado y el senador elegidos, el primero por cada distrito y el segundo por cada dos, era solo para la primera legislatura, debiendo haberse levantado el censo general para la distribución proporcional de los congresales según la población de cada distrito; pero por abandono inexplicable han pasado más de siete legislaturas sin que se haya pensado siquiera en el cumplimiento de la prescripción constitucional. De aquí, pues, resulta que en la práctica, como decíamos ya, estamos regidos por la pluralidad de colegios uninominales. (230)

Señala el mismo autor que el primer acto de las elecciones es la formación del registro cívico, el mismo tiene por objeto la inscripción de los ciudadanos hábiles para el sufragio e impedir la participación de las personas ajenas al distrito. Este hecho casi nunca cumplió con el objetivo perseguido debido a la “indolencia de los llamados a inscribirse". Una vez obtenida la lista de electores, se talan las mesas receptoras de votos. En nuestro país la presidencia de las mesas recae en la persona electa para el efecto.

Una reflexión sobre la intromisión de los Poderes del Estado en los sufragios lo lleva a afirmar:

Los defensores del máximum de autoridad y mínima de libertad, alegando la incapacidad del pueblo para el libre ejercicio del sufragio, atribuyen al gobierno la facultad de imponer y apoyar sus candidatos. De aquí nace la teoría de las candidaturas oficiales y la licitud y justicia de todos los medios empleados, aunque sea el empleo de la fuerza pública, para la consecución del triunfo de los mimados del poder. Si la supuesta ineptitud del pueblo fuera a justificar la coacción oficial, ese pueblo seria eternamente niño, porque no tendría ocasión pura obrar bajo las inspiraciones de su propia iniciativa y estaría siempre inactivo dentro del estrecho molde de la indiferencia cívica. (231)

La injerencia del Ejecutivo en la designación de los "candidatos oficialistas" para ocupar las bancas en las cámaras del Congreso está, de este modo, según Paiva, sostenida en la "ineptitud del pueblo" para darse sus gobernantes. Hacer lo que conviene al pueblo en muchos casos implica el uso de la fuerza pública:

En los días de elecciones, a pesar de las disposiciones terminantes de las leyes, al gobierno no le falta motivo para ostentar fuerzas militares en las plazas públicas, para intimidar al pueblo y asesinarlo, si insistiese a ejercitar libremente el sufragio. (232)

Pero, la intervención de las fuerzas del orden para asegurar el triunfo del oficialismo era solo una de las herramientas del sistema para recrearse y permanecer en la representación del pueblo; según Paiva, los gobiernos ofrecían puestos públicos y amenazaban con la destitución a quienes no trabajaban por las candidaturas oficiales, además sustraían fondos públicos para las campañas electorales. Pero la conducta inmoral en materia electoral no era privativa del gobierno:

(...) Al lado de los sobornos oficiales, los particulares de algún recurso, los grandes propietarios no dejan tampoco de contribuir a la desmoralización de los ciudadanos. Los votos se cotizan cual mercancías en las ferias de las grandes capitales. (...) El uso de bebidas alcohólicas suele tener su parte muy importante en las elecciones. Parece adrede: en los días solemnes del ejercicio del sufragio, el pueblo abusa más que nunca de este agente, causa tal vez de la mitad de los males de este mundo, cuando precisamente en estas ocasiones se requiere que el hombre goce de la plenitud de sus facultades mentales. Las violencias, empleo de armas y demás desórdenes, por los bandos políticos interesados son otros tantos factores que contribuyen de una manera directa a defraudar los resultados electorales. La inscripción de votos imaginarios, práctica común y generalizada en nuestras elecciones de campaña, como las falsificaciones en los escrutinios, son delitos gravísimos que las leyes deben castigarlos con penas severísimas, a fin de evitar que en lo sucesivo sean repetidos por sus autores o por cualquier otro candidato o falsario, estimulados por la impunidad a benignidad de la pena. (233)

Como puede verse, los gobiernos coaccionaban ofreciendo o amenazando a los electores. Beneficio para quienes apoyan, castigo para los que tengan otra opción electoral; señalaba, igualmente, en su tesis, las numerosas prácticas que viciaban de nulidad las elecciones llevadas adelante durante este proceso. Denuncia el alto grado de consumo de alcohol en los días vinculados a las elecciones, el uso de armas, las "inscripciones imaginarias", la falsificación de actas.



NOTAS

13.    Laterza, Gustavo. (1991). Educación, ideología y política liberal en el Paraguay. Asunción: Archivo del Liberalismo. Cuadernos Históricos 20, p. 26.

14. Livieres Banks, Lorenzo. (1988). "La Revolución de la Independencia del Paraguay, Cosmovisión e ideología. Cuaderno conmemorativo de la Independencia del Paraguay", Vicepresidencia de la República. Asunción: San Carlos, p. 73.

15. Oszlak, Oscar. (1978). Formación histórica del Estado en América Latina: elementos teórico- metodológicos para su estudio. Sda. Edición. Buenos Aires: Estudios Cedes, pp., 26-27. En: http://201.231.178.100/ Publicaciones/ Est_c/ Est_cl,3.pdf

16.    Arenga al Congreso general del 17 de junio de 1811. Cuaderno Conmemorativo de la Independencia Nacional. (1998) Asunción: San Carlos, p. 173.

17. Ibíd.

18. Ibíd.

19. Ibíd.

20. Tratado del 12 de octubre de 1811. Cuaderno Conmemorativo de la Independencia Nacional. (1998) Asunción: San Carlos, pp. 180-182.

21. Bando del 6 de Enero de 1812. Vargas Peña, Benjamín. Los próceres idearon así al Paraguay. Asunción: Estudio Gráfico, pp. 13-21.

22. Ibíd.

23. Pesoa, Manuel. (1988). "La revolución de mayo de 1811". Cuaderno Conmemorativo de la Independencia Nacional, pp. 111-113.

24. Livieres, ob. cit., p. 73.

25. Arenga al Congreso... ob. cit.

26.    Laterza, ob. cit., pp., 20, 26-27.

27.    Cardozo, Efraím. El Estado liberal. Así como por la honra: Selección de textos sobre la libertad. Compilador Juan Manuel Marcos. (1990). Asunción: Archivo del Liberalismo: Ediciones y Arte SRL, p. 470.

28. López, Carlos Antonio. (1854). Mensaje a la nación.

29. Ibíd.

30. Ibíd.

31. Ibíd.

32. Ibíd.

33. Ibíd.

34. Ibíd.

35. Oszlak, ob. cit., pp. 6-7.

36. Decoud, Hector Francisco. (1925). Sobre los escombros de la guerra. Una década de vida nacional. 1869-1870. Asunción: pp. 42-44.

37. Decoud, Héctor, ob. cit., p. 45.

38.    Bilbao, Francisco. "Programa". El Grito Paraguayo, 25 noviembre 1858.

39.    Gill Aguinaga, Juan Bautista. (1959). La Asociación Paraguaya en la Guerra de la Triple Alianza. J Asunción: Edición del autor, p. 28.

40. "Protesta de los paraguayos liberales". (1865). Copia en Decoud, Héctor Francisco. (1925). Sobre los escombros de la guerra. Una década de vida nacional 1869-1880. Tomo Primero, Asunción. pp. 50-52.

41. Crocetti Sandra. (1997). Diccionario Político del Paraguay. Asunción: Promociones Culturales p, 257.

42. Freire Esteves, Gomes. (1996) Historia contemporánea del Paraguay. Asunción: El Lector, p. 23

43. Ibíd. p. 24.

44. Benítez, Justo Pastor. (1932). La orientación ideológica del liberalismo. Así como por la honra: Selección de textos sobre la libertad. Compilador, Juan Manuel Marcos. Asunción: Ediciones y Arte SRL., p. 389.

45.Benítez, Justo Pastor. (1988). Ensayos sobre el Liberalismo Paraguayo. Archivo del Liberalismo. Asunción, Paraguay: Ediciones y Arte SRL., p. 65.

46.    Benítez, Justo Pastor. (1932). La orientación ideológica del liberalismo. Así como por la honra: Selección de textos sobre la libertad. Compilador, Juan Manuel Marcos. (1990). Asunción: Archivo del Liberalismo: Ediciones y Arte SRL, p.389.

47. Freire Esteves, ob. cit., p. 27.

48. Exagente diplomático del Mariscal López en Europa.

49. Freire Esteves, ob. cit., p. 42.

50.Freire Esteves, ob. cit., p. 43.

51. Freire Esteves, ob. cit., pp. 44-45.

52. Ibíd.

53. Freire Esteves, ob. cit., p. 47.

54. Bordón, Arturo. (1976). Historia Política del Paraguay: era constitucional. Asunción: Orbis pp. 39-40.

55. Registro Oficial. La República del Paraguay - Manifiesto del Gobierno Provisorio. 10 setiembre 1869

56. Prieto, Justo José. (1981). "La Constitución de 1870". Buenos Aires. Revista La Ley. Octubre- Diciembre, p. 476.

57. Ynsfrán, Linneo A. (1992). Derecho Constitucional, evolución en el Paraguay. Asunción: Marben, p. 67.

58.    Registro Oficial. 14 de enero de 1870.

59.    Registro Oficial. El Gobierno Provisorio a los habitantes de la República. 10 mayo 1870

60. Registro Oficial. 27 setiembre 1869.

61. Registro Oficial. 28 setiembre 1869.

62. Registro Oficial. 22 marzo 1870.

63. Registro Oficial. 2 octubre 1869.

64. Registro Oficial. 14 octubre 1869.

65. Romero, José Luis y Romero, Alberto, ob. cit., p. XXVII.

66. Romero, José Luis y Alberto Romero, ob. cit., p. XXVII.

67. Beatriz González de Bosio señala que la imprenta de La Regeneración fue adquirida por el Cnel Juan Francisco Decoud. El primer número apareció el 1 de octubre de 1869 y el ultimo el 23 de setiembre de 1870.

68. Reunión de personas con el propósito de discutir propuestas y tomar decisiones.

69. “La Unión de los Clubs". La Regeneración, 10 abril 1870.

70. Bordón. Ob. cit., p. 56.

71. "Al Pueblo Paraguayo. LA UNIÓN DE LOS CLUBS. TRIUNFO MORAL DEL GRAN CLUB DEL PUEBLO". La Regeneración, 8 mayo 1870.

72. Ver el mencionado Manifiesto en Anexo 1.

73. Ver el mencionado Manifiesto en Anexo 2.

74. Ver el mencionado Manifiesto en Anexo 3.

75. J. S. D. "La Convención Constitucional". La Regeneración, 2 enero 1870.

76. Ibíd.

77. Registro Oficial. Estatuto Electoral. 1 abril 1870.

78. Mariñas Otero, Luis. (1978). Las Constituciones del Paraguay. Madrid: Cultura Hispánica, p 70.

79. Decoud, José Segundo. "Discurso sobre las bases y principios de una Constitución para el Paraguay". La Regeneración, 1 mayo 1870.

80. Rivarola, Milda, Obreros, Utopias y Revoluciones, CDE, Asunción, 1993, p. 30

81. Justo Prieto, "La Constitución de 1870", La Ley, enero-marzo, año IV, N° 1. Asunción, PP. 472 483.

82. Mariñas, Otero Luis. (1978). Las Constituciones del Paraguay. Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, p. 70

83. "Nuestro Programa". La Regeneración, 1 octubre 1869.

84. “Discurso sobre las bases y principios de una Constitución para el Paraguay". La Regeneración, 4 mayo de 1870.

85. La Reforma apareció en 1875 y se editó hasta 1885. B. G. de Bosio afirma que dicho periódico estuvo vinculado a los Decoud y, citando a R. E. Velázquez, afirma que fue creado para apoyar al gobierno de J. B. Gill.

86. “El 25 Noviembre". La Reforma, 25 noviembre 1884.

87.    Fue vocero del Centro Democrático, editado bajo la dirección de José de la Cruz Ayala, fue publicado entre 1877 y 1880.

88.    "El Congreso del Paraguay". El Imparcial, 18 enero de 1887.

89.    El Pueblo fue "Órgano del Partido Liberal", aparece en la década del 90, fue editado hasta el 1 de diciembre de 1899, no debe confundírselo con El Pueblo de 1872.

90.    "Los tres poderes y la nueva era". El Pueblo, 8 diciembre 1894.

91. Renovación total de las Cámaras". El Pueblo, 12 diciembre 1894.

92. Ibíd.

93. Ibíd.

94. "Estadísticas Legislativas. Ligeros apuntes". El Pueblo, 15 enero 1895.

95. Ibíd.

96. La democracia fue fundada en 1881 por Ignacio Ibarra, ex secretario del Mariscal López y uno de los fundadores del Centro Democrático; tras su muerte, ocurrida en 1888, continuó bajo la dirección de su hijo Orosimbo Ibarra, fue publicado hasta el 17 de diciembre de 1904.

97. “IL DOLCE FAR NIENTE". La Democracia, 6 abril 1896.

98. "El Parlamento. II". El Pueblo, 8 agosto 1897.

99. "Los tres poderes y la nueva era". El Pueblo, 8 diciembre 1894.

100. "El Congreso debe mejorarse". El Pueblo, 10 diciembre 1894.

101. El Latigo Inmortal, 3 febrero 1889.

102. "División territorial". La Reforma, 24 noviembre 1876.

103. Una de las razones de la escasa información proveída por los mensajes presidenciales es que ellas a menudo remiten a las memorias que los ministros del ramo debían elevar a los miembros del Congreso para su estudio y posterior aprobación o rechazo. Estas memorias ministeriales, de acuerdo a un artículo de La Democracia del 14 de abril de 1888, por una disposición legislativa de 1884, debían ser enviadas como máximo dentro de los primeros quince días del mes de abril; la práctica seguida desde los primeros gobiernos era que las mismas se entregaban a finales del periodo parlamentario, lo que se considerada inapropiado, porque durante el periodo legislativo en curso los legisladores legislaban sin tener información precisa sobre el estado de los diversos departamentos del Estado. El mismo periódico, el 3 de mayo de 1885, ya sospechaba que la demora en el envío se hacía, "calculadamente".

108.  RUFINO Taboada. "MEMORIA. Presentada al Honorable Congreso Legislativo por el Ministro Secretario de Estado en el Departamento del Interior". El Pueblo, 4 mayo 1871.

109.  "Cirilo A. Rivarola y José S. Decoud. Reglamento general para las autoridades de campaña". El Pueblo, 11 julio 1871.

110.  Registro Oficial. 2 agosto 1871.

111.  Registro Oficial. 9 setiembre 1871.

112. "Defectos de nuestra organización". La Reforma, 29 junio de 1877.

113. División territorial". La Reforma, 24 noviembre 1876.

114.  Escobar, Patricio (1887). Mensaje a la nación.

115.  "Gefes (sic) Políticos". La Democracia, 26 agosto 1884

116.  "Relaciones de los jefes políticos con las municipalidades". La Reforma, 5 noviembre de 1884.

117.  Ídem.

118. "Relaciones de los jefes políticos con las municipalidades". La Reforma, 5 noviembre de 1884.

119. “La organización de la campaña”. La Reforma, 11 enero 1877

120.  "Organización administrativa de la campaña". La Reforma, 4 abril 1884.

121.  El Pueblo empezó a editarse en febrero de 1894, entre sus redactores figuraban Liberato Rojas, Adolfo Soler, Alejandro Audivert y otros; dejó de aparecer en 1899.

122.  "Autoridades de campaña". El Pueblo, 11 febrero 1895.

123.  "Latigazos. Crímenes del Gefe (sic) de Caazapá". El Látigo Inmortal, 3 enero 1892.

124.  "Los gefes (sic) políticos". El Independiente, 4 junio 1889.

125.  “Los Gefes (sic) políticos". El Independiente, 4 Junio 1889.

126. Periódico fundado en 1891 y redactado por Manuel Domínguez, Fulgencio R. Moreno, Blas Garay y otros fue editado hasta 1893.

127. “Gefes políticos", El tiempo, 19 enero 1893.

128.  "SORTEO MILITAR". El Látigo, 14 abril 1889.

129.  "Autoridad de campaña". El Pueblo, 25 marzo 1895.

130.  "NOTICIAS. Inspector Gral. de Campaña". La República, 28 noviembre 1893.

131. La Libertad fue un periódico editado desde 1893, era un órgano de oposición al gobierno de Juan G. González, se opuso tenazmente a la candidatura de José S. Decoud, en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Asunción existen copias hasta el mes de Setiembre de 1894; no confundirlo con La Libertad editada en el año 1874.

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138. Ibíd.

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141.  "¿Cuáles son las atribuciones del Poder Judicial?" La Reforma, 15 febrero 1879.

142.  El Comercio fue editado entre 1877; dejó de aparecer desde octubre de ese año para reaparecer en junio de 1879 bajo la dirección de Ricardo Brugada.

143 "Los jueces de campaña". El Comercio, 23 setiembre 1877.

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153.  "República del Paraguay. Sétimo aniversario". El Comercio, 25 noviembre 1877.

154.  Ibíd.

155.  El Independiente fue editado entre 1887 y 1893, era vocero del Partido Liberal; entre sus redactores más importantes figuraba Alejandro Audivert.

156. "Los gobiernos americanos". El Independiente, 2 setiembre 1887.

157.  Ibíd.

158. "La lucha de dos ideas". La Reforma, 1 febrero 1880.

159.  Ibíd.

160.  Periódico "egusquicista”, apareció el 1 de junio de de 1890 hasta el 11 de junio de 1894.

161.  "1893 Una ojeada retrospectiva". La República, 30 diciembre 1893.

162. "Medio siglo de tiranía en el Paraguay". La Regeneración, 14 octubre 1869.

163. El Paraguay fue un periódico cuyo primer número fue editado el 21 de mayo de 1870, se autoproclamaba como un periódico "cosmopolita y de intereses generales", su último número es del 16 de junio del mismo año.

164 "Pobre patria: Pobre Paraguay". El Paraguay, 24 mayo 1870.

165. El Pueblo fue un periódico editado desde el mes de octubre de 1870 hasta el mes de diciembre de 1872, era "rivarolista", no debe ser confundido con el que fuera fundado con el mismo nombre en la década de 1890.

166. "Oportunidad. Educación jesuítica". El Pueblo, 9 agosto 1871.

167. “Redacción. Algo de historia”. La Reforma, 11 de agosto de 1880

168. Ibíd.

169. Ibíd.

170. "Matrimonio civil". La Regeneración, 19 noviembre de 1869.

171.  La Opinión apareció en diciembre de 1894 y fue editado hasta noviembre de 1898. Blas Garay publicó numerosos trabajos a través de este órgano periodístico.

172.  "El Registro Civil". La Opinión, 8 abril 1895.

173.  "El púlpito en barricada". El Pueblo, 3 agosto 1871.

174. Registro Oficial. 7 marzo 1870.

175. "Nuestro pasado". La Regeneración, 1 octubre 1869.

176. Domínguez, Manuel. "EL IDIOMA GUARANÍ". La Unión, 19 noviembre 1894.

177. El primer número de este periódico es del 21 de enero de 1877, el último del 31 de mayo de 1888, fue un periódico "POLÍTICO, LITERARIO, COMERCIAL Y NOTICIOSO".

178. "El guaraní". La Nación, 3 diciembre 1898.

179. "La ciencia en guaraní". La Nación, 12 diciembre 1898.

180. “Pésima Costumbre”. La democracia, 27 de abril de 1900.

181. Academia Paraguaya de la Historia (2009). Homenaje al Bicentenario de la Independencia, Asunción, p. 115.

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183. Ibíd.

184. Reglamento de Gobierno de 1813. 12 Octubre 1813. Copia en Academia Paraguaya de la Historia (2009) Homenaje al Bicentenario de la Independencia (1811-2011). T. I. Asunción, pp. 150-160.

185.  Crocetti, ob. cit., 430.

186.  Acta del Congreso de 1816.

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188. Falcón, ob. cit., pp. 66-67.

189.  Decoud, Héctor Francisco. (1934) La Convención Nacional Constituyente y la Carta Magna de la República, Buenos Aires: Talleres Gráficos Argentinos L. J. Rosso, pp. 17-19.

190.  Falcón, ob. cit., p. 75.

191.  Falcón, ob. cit., p. 80.

192. Ley que establece la administración política de la República del Paraguay.

193.  Bando del 10 de setiembre de 1862. Copia en Cartas y Proclamas del Mariscal López. (1957). Asunción: Editorial Asunción.

194.  López, Francisco Solano. (1862). Manifiesto a la nación. Octubre 1862.

195. Ibíd.

196. López, Carlos Antonio. (1954). Mensaje a la nación.

197 Cardozo, Efraím. El Estado liberal..., ob. cit., p. 471.

198. Registro Oficial. 15 diciembre 1870.

199.  El Orden fue editado desde el mes de abril de 1872 hasta febrero de 1873.

200.  "El voto libre o la voluntad del sufragio". El Orden, 13 noviembre 1885.

201 Freire Esteves, ob. cit., p. 97.

202. "El Club del Pueblo". El Pueblo, 18 diciembre 1870.

203 "SECCIÓN OFICIAL". El Pueblo, 23 julio 1871.

204. "SECCIÓN OFICIAL". El Pueblo, 12 setiembre 1871.

205.  "Mesa de Redacción". El Pueblo, 3 octubre 1871.

206.  "ACTA DE LA SESIÓN DE LA CC. SS. Y DD. CONSTITUIDAS EN CONGRESO LEGISLATIVO". El Pueblo, 12 diciembre 1871.

207. "La elección del Domingo". La Democracia, 27 febrero 1883.

208. “Elecciones municipales”, La Democracia, 16 de noviembre 1883

209. Ibíd.

210. "Elecciones de representantes". La Democracia, 9 diciembre 1886.

211. “Ley electoral y las próximas elecciones”. La democracia, 14 de diciembre de 1895

212. “Ley electoral y las próximas elecciones”. La democracia, 12 diciembre 1895”

213. “Ley electoral y las próximas elecciones”. La democracia, 13 diciembre 1895”

214. "Prácticas electorales y republicanas". El Independiente, 22 marzo 1889.

215. P. Q- "Mucha atención". El Pueblo, 12 setiembre 1871.

216, "Mal camino". El Imparcial, 1 enero 1887.

217. Este periódico fue editado entre 1885y 1889, para, a partir de ahí, pasar a llamarse El Látigo Inmortal, nombre con el que fue publicado hasta 1892.

218. "LA MAZORCA EN MOVIMIENTO". El Látigo, 23 diciembre 1888.

219. El Látigo Inmortal, 1 setiembre 1889.

220. "Enganche electoral". La Democracia, 13 febrero 1895.

221. “RECHAZO DE ACTAS”. La Democracia, 1 abril 1897.

222.  Numa. "RÉGIMEN ESTRATOCRÁTICO". El Combate, 18 abril 1892.

223.  "Reforma que se impone". La Democracia, 13 abril 1897.

224.  La Tribuna fue editado entre 1899 y 1901, era un vespertino.

225, "Luchas electorales". La Tribuna, 26 agosto 1899.

226 Periódico editado a partir de 1894, redactado por Gregorio Benítez y Blas Garay, apareció hasta el año 1900; ya en 1875 había sido editado otro periódico con el mismo nombre, pero fundado por Francisco Martínez.

227 "Primeros abusos electorales". La Patria, 27 diciembre 1900.

228. Ver la Carta Abierta en Anexo 13.

229. "Ensayo sobre el Sufragio. Tesis presentada por el señor Félix Paiva para optar al grado de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales". La Democracia, 28 marzo de 1901.

230. Ibíd.

231 Ibíd.

232. Ibíd.

233. Ibíd.

 

 

CONCLUSIONES

 

La investigación demuestra que si bien el liberalismo como proyecto político viable para el Paraguay fue planteado por algunos sectores durante la Primera República (1813 -1870), su inserción como ideología oficial se dio recién con posterioridad a la Guerra contra la Triple Alianza, es decir, durante la llamada Segunda República o Estado Liberal (1870-1936).

La difícil transición entre ambos procesos fue llevado adelante, por un lado, por quienes plantearon y sostuvieron la idea de la necesidad de una "regeneración" del Paraguay, proyecto cuya génesis se encuentra en el vacío de poder dejado por la Corona española ante la independencia nacional y que se alineó con el "liberador" europeo de cuño "civilizador", con la pretensión de reemplazar los patrones culturales de la dominación ibérica por la de la Francia republicana, norteamericana o inglesa, fuertemente imbuidos del pensamiento liberal de pensadores como el chileno Francisco Bilbao, el ecuatoriano Juan Montalvo, así como por los de Bernardino Rivadavia, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi; los mismos aspiraban un nuevo país, previa destrucción de su pasado; por otra parte estaban aquellos que, tras la guerra, impulsaron un proyecto de "reconstrucción " nacional, alineados también al nuevo orden, pero sin negar los principios y prácticas de la Primera República, encontrando en el pensamiento político de Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y Francisco Solano López la respuesta apropiada al rompimiento del orden colonial español. El general Bernardino Caballero será para ellos el precursor del renacimiento.

A partir de los principios liberales, republicanos y democráticos se juró la Constitución de 1870, una constitución que contenía las herramientas necesarias para llevar adelante la reforma estructural del Estado paraguayo. La adopción de estos principios, así como la creación de las instituciones que pudieran articularlas requirió, sin embargo, un tiempo relativamente largo. Las instituciones fueron moldes vacíos de realidades, los sujetos no cambiaron sus mentalidades ni sus prácticas políticas por la sola imposición de teorías nuevas emanadas de una Asamblea Constituyente.

Se ha observado que el proyecto político instaurado en el país tras la guerra se orientó a cambiar las costumbres tradicionales de los paraguayos, se buscó eliminar el caudillismo, la influencia ejercida por el jesuitismo así como, el uso del guaraní. No obstante este tipo de cambios se operó de una manera lenta e imperceptible, porque, en general el pueblo se mantuvo en sus prácticas.

Las referencias al funcionamiento de los poderes del Estado muestran que los mismos tuvieron enormes dificultades para su institucionalización. Las autoridades de campaña, los jefes políticos y jueces de Paz, fueron simples instrumentos de quienes manejaban el sistema político. La debilidad de las instituciones puso a prueba el coraje cívico de aquellos que defendieron los valores que la Constitución enunciaba. Por ello, la "transición al régimen liberal" no fue fácil, se requirió caminar un largo y difícil proceso para institucionalizar y volver impersonal el ejercicio del poder político.

La clase política enfrentó la posguerra con un nuevo marco institucional, en cuyo interior las divergencias debían ser resueltas con procedimientos republicanos y democráticos en el que frecuentemente discurso y práctica fueron de contramano, en un entorno social y económico cargado de tensiones provocadas por la dramática condición heredada, inmersos en una sociedad con la mentalidad anclada en un pasado diametralmente opuesto al que se pretendía implantar.

Los gobiernos del proceso objeto de esta investigación llevaron adelante una política liberal positivista de progreso indefinido; el progreso traería el crecimiento y la modernización que civiliza y conjura la barbarie. Se observó que para llevar adelante este proceso, los actores políticos se apoyaron en los caudillos, el ejército y los círculos financieros ligados al comercio.

Si el caballerismo rigió los destinos del país entre 1880-1894, con un modelo "exclusivista", siguiendo en general los postulados señalados más arriba, su colapso, acaecido tras la destitución de Juan G. González, dio paso a la figura del general Juan B. Egusquiza, quien en lo programático continuó en la línea de acción trazada desde el Gobierno Provisorio (1869), es decir, con el plan de incorporar al país a la economía mundial a partir de la producción y exportación de materias primas y alimentos y la importación de la mayor parte de productos industriales.

El egusquicismo, sin embargo, siguió con las prácticas de sus antecesores, llegó al poder luego de derrocar al presidente constitucional que le antecedió, y se constituyó en el "gran elector'' del presidente Emilio Aceval. Se diferencia, sin embargo, en su política de apertura y acercamiento a la oposición por medio de los pactos, pactos que fueron vistos por algunos actores como negativos para la democracia, porque atentaban contra las prácticas electorales que son el corazón de un sistema republicano, los pactos redujeron las elecciones a meros formulismos con los que se legitimaban los cupos y escaños parlamentarios. Esta política fue llevada adelante en dos frentes, uno con el Partido Liberal, cuya consecuencia fue la división de este en ''cívicos'' y "radicales" y otra al interior del Partido Colorado, con el ''caballerismo". Habrá que ver, en otras investigaciones, si la política de los pactos iniciado por el egusquicismo no haya formado parte de un plan, que siguiendo el modelo argentino haya permitido la participación al solo efecto de descomprimir el ambiente para continuar, por el contrario, sin ninguna reforma sustancial al interior del sistema político, como a priori puede conjeturarse.

Si bien es cierto que su administración permitió el regreso de los exiliados políticos, logró la participación de los opositores en las elecciones parlamentarías, así como el acceso de los mismos a este cuerpo, su sector nunca perdió el control sobre el proceso, conservó siempre la mayoría; la justicia no era independiente, los jefes políticos y jueces de Paz de la campaña, así como los eternos vicios del sistema electoral, pervivieron aunque en menor intensidad. No consintió tampoco ministros liberales en su gabinete, este paso lo dio recién Emilio - Aceval. Es destacable señalar que permitió a los medios de prensa de la oposición expresarse sin ningún tipo de censura y que su acercamiento a la oposición con sus aciertos y errores descomprimió la tensión existente al interior del sistema político.

La investigación alcanza de esta manera los objetivos generales y específicos propuestos.



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EL PUEBLO: "NOTICIAS VARIAS. Destitución del Ministro Gill." 19 agosto 1871,

EL PUEBLO: Gill, Juan B. "A mis compatriotas y a los que me escuchen." 22 agosto 1871.

EL PUEBLO: Rivarola, Cirilo Antonio. "El Presidente de la República a la Cámara de Senadores." 23 agosto 1871.

EL PUEBLO: "El Ciudadano Juan B. Gill a la Cámara de Senadores, constituida en Tribunal..." 23 agosto 1871.

EL PUEBLO: Rivarola, Cirilo Antonio. "El Presidente de la República a la Cámara de Diputados." 29 agosto 1871.

EL PUEBLO: "SECRETARÍA DEL SENADO N° 206." 1 setiembre 1871. EL PUEBLO: Gill, Juan B. "Ante la H. C. de SS. Constituida en Tribunal de Justicia." 1 setiembre 1871.

EL PUEBLO: "SECCIÓN OFICIAL." 12 setiembre 1871.

EL PUEBLO: P. Q. "Mucha atención." 12 setiembre 1871.

EL PUEBLO: "Mesa de Redacción." 3 octubre 1871.

EL PUEBLO: "SECCIÓN OFICIAL. El Presidente de la República AL PUEBLO PARAGUAYO." 3 octubre 1871.

EL PUEBLO: Mesa de Redacción. 13 octubre 1871.

EL PUEBLO: "Manifiesto al Pueblo." 15 octubre 1871.

EL PUEBLO: "El Presidente de la República a la Cámara de Senadores." 14 octubre.

EL PUEBLO: Manifiesto al Pueblo." 15 octubre 1871.

EL PUEBLO: El Presidente de la República. MANIFIESTO AL PUEBLO." 17 octubre 1871.

EL PUEBLO: El Presidente de la República. MANIFIESTO AL PUEBLO." 17 octubre 1871.

EL PUEBLO: "SECCIÓN OFICIAL." El Pueblo, 17 octubre 1871.

EL PUEBLO: "Buscar el Origen." 30 noviembre 1871.

EL PUEBLO: Rivarola, Cirilo Antonio. 8 diciembre 1871.

EL PUEBLO: "ACTA DE LA SESIÓN DE LA CC. SS. Y DD. CONSTITUIDAS EN CONGRESO LEGISLATIVO." 12 diciembre 1871.

EL PUEBLO: SECCIÓN PARLAMENTARIA. "Diario de Sesiones del Senado." 14 diciembre 1871.

EL PUEBLO: "Importante Sesión. Dictamen de la Comisión." 19 diciembre 1871

EL PUEBLO: "Intentona frustrada." 26 enero 1872.

EL PUEBLO: Jovellanos, Salvador. "Al pueblo.", 26 enero de 1872.

EL PUEBLO: "SESIÓN PARLAMENTARIA. Congreso Legislativo. Día 20 de enero de 1872." 8 febrero 1872.

LA REFORMA: "División territorial." 24 noviembre 1876.

LA REFORMA: "La organización de la campaña." 11 enero 1877.

LA REFORMA: "La política del nuevo gobierno." 21 abril 1877.

LA REFORMA: BOLETIN DEL DÍA. El prestigio del Gobierno." 27 abril 1877.

LA REFORMA: "Defectos de nuestra organización." 29 junio de 1877.

LA REFORMA: "¿Cuáles son las atribuciones del poder judicial?" 15 febrero 1879.

LA REFORMA: "La lucha de dos ideas." 1 febrero 1880.

LA REFORMA: "Redacción. Algo de historia." 11 agosto 1880.

LA REFORMA: "Documentos Oficiales. Manifiesto al pueblo." 5 setiembre 1880.

LA REFORMA: "El Paraguay del porvenir." 28 junio 1881.

LA REFORMA: "Organización administrativa de la campaña." 4 abril 1884

LAREFORMA: "Las Municipalidades como agentes de orden público." 21 octubre 1884.

LA REFORMA: "Relaciones de los jefes políticos con las municipalidades." 5 noviembre de 1884.

LAREFORMA: "El 25 de noviembre." 25 noviembre 1884.

EL COMERCIO: "Los jueces de campaña." El Comercio, 23 de setiembre 1877.

EL COMERCIO: "República del Paraguay. Séptimo aniversario." 25 noviembre 1877.

LA DEMOCRACIA: "La elección del domingo." 27 febrero 1883.

LA DEMOCRACIA: "Elecciones municipales." 16 noviembre 1883.

LA DEMOCRACIA: "Gefes (sic) Políticos." 26 agosto 1884

LA DEMOCRACIA: "Las memorias ministeriales." 3 mayo 1885.

LA DEMOCRACIA: "Juzgados de paz en la campaña." 31 marzo 1886

LA DEMOCRACIA: "Elecciones de representantes." 9 diciembre 1886.

LA DEMOCRACIA: "Las Memorias." 14 abril 1888.

LA DEMOCRACIA: "Conferencias Políticas." La Democracia, 14 marzo 1890.

LA DEMOCRACIA: "Política del día." 27 noviembre 1891.

LA DEMOCRACIA: Actualidad." 5 enero 1894.

LA DEMOCRACIA: "El mismo tema." 6 enero 1894

LA DEMOCRACIA: Cambio de situación. Breves detalles." 9 junio 1894.

LA DEMOCRACIA: Manifiesto DEL GENERAL DON JUAN BAUTISTA EGUSQUIZA AL PUEBLO PARAGUAYO." 9 de junio de 1894.

LA DEMOCRACIA: MANIFIESTO del general don Bernardino Caballero." La Democracia, 20 junio 1894.

LA DEMOCRACIA: MANIFIESTO del senador Santiago Gómez Sánchez." La Democracia, 20 junio 1894.

LA DEMOCRACIA: "Revolución paraguaya." 21 junio 1894.

LA DEMOCRACIA: El Diario de Buenos Aires. "Don José Segundo Decoud y el derrocamiento del 9. 22 junio 1894.

LA DEMOCRACIA: El Siglo de Montevideo. "Sucesos paraguayos." 22 junio 1844.

LA DEMOCRACIA: "Mensaje presidencial." 26 noviembre 1894.

LA DEMOCRACIA: LA DEMOCRACIA: AYER EN EL CONGRESO. DISCURSO DEL GENERAL EGUSQUIZA AL RECIBIRSE DE LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA." 26 noviembre 1894.

LA DEMOCRACIA: "Enganche electoral." 13 febrero 1895.

LA DEMOCRACIA: "EL MISMO SISTEMA." 18 marzo 1895.

LA DEMOCRACIA: "INACCIÓN." 19 de abril de 1895.

LA DEMOCRACIA: "VAMOS MAL." 23 mayo 1895.

LA DEMOCRACIA: "Ley electoral y las próximas elecciones." 12 diciembre 1895,

LA DEMOCRACIA: "Ley electoral y las próximas elecciones." 13 diciembre 1895,

LA DEMOCRACIA: "Ley electoral y las próximas elecciones." 14 diciembre 1895,

LA DEMOCRACIA: M.A.C. "Retrospecto de 1895. Relaciones Internacional." 13 enero 1896.

LA DEMOCRACIA: Defectos políticos." 13 febrero 1897.

LA DEMOCRACIA: "RECHAZO DE ACTAS." 1 abril 1897.

LA DEMOCRACIA: IL DOLCE FAR NIENTE." 6 abril 1896.

LA DEMOCRACIA: "Reforma que se impone." 13 abril 1897.

LA DEMOCRACIA: Codas, Federico. "PODER JUDICIAL. Memoria del Superior Tribunal de Justicia." 4 junio 1897.

LA DEMOCRACIA: "Autoridades de campaña." 7 diciembre 1897.

LA DEMOCRACIA: "El 9 de Junio." 3 enero 1898.

LA DEMOCRACIA: "El quid de la cuestión." 19 de enero 1898.

LA DEMOCRACIA: LA GUARDIA NACIONAL. SU ORGANIZACIÓN." 24 agosto de 1898.

LA DEMOCRACIA: OCASO DE UN GOBIERNO" La Democracia, 8 noviembre 1898.

IA DEMOCRACIA: "LAS PRÓXIMAS ELECCIONES." 6 enero 1899.

LA DEMOCRACIA: "Cecilio Báez. Rosendo Carísimo. En la capital el 12 de febrero." 15 febrero 1899.

LA DEMOCRACIA: "Pésima costumbre." 27 abril de 1900.

LA DEMOCRACIA: "MANIFIESTO DE LA COMISIÓN CENTRAL DEL PARTIDO LIBERAL." 5 setiembre 1900.

LA DEMOCRACIA: José Segundo Decoud." 9 enero 1901.

LA DEMOCRACIA: "DESESTIMIENTO DE LOS CANDIDATOS DR. A. AUDIVERT Y SR. LIBERATO M. ROJAS." 15 enero 1901.

LA DEMOCRACIA: "Ensayo sobre el Sufragio. Tesis presentada por el señor Félix Paiva para optar al grado de Doctor en Derecho y Ciencias Sociales." 28 marzo 1901.

LA DEMOCRACIA: "Los gobiernos de fuerza o de cuartel. El motín que dio en tierra con Aceval." 9 enero 1902.

LA DEMOCRACIA: "Caída de Aceval." 9 enero 1902.

LA DEMOCRACIA: "Regresión al pasado." 29 enero 1903.

LA DEMOCRACIA: "La Representación Nacional." 19 mayo 1903.

EL ORDEN: El voto libre o la voluntad del sufragio." 13 noviembre 1885.

EL HERALDO: Otro paraguayo. "Discusión libre. La próxima presidencia." 5 agosto 1886.

EL IMPARCIAL: "Mal camino." 1 enero 1887.

EL IMPARCIAL: "El Congreso del Paraguay." 18 enero de 1887.

EL INDEPENDIENTE: "Los gobiernos americanos." 2 setiembre 1887.

EL INDEPENDIENTE: "La sociedad republicana. Sus antecedentes y su historia IV." 25 abril 1888.

EL INDEPENDIENTE: "La criminalidad en aumento." 20 marzo 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Prácticas electorales y republicanas." 22 marzo 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Situación que espanta." 16 abril 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Los gefes (sic) políticos." 4 junio 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Otros hombres y otra política. Fin de la época del caudillaje." 24 agosto 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Juicio interesante sobre política. Tentativa de conciliación de los partidos." 10 Setiembre 1889.

EL INDEPENDIENTE: "El comercio ante los partidos. Conciliación a todo trance." 29 octubre 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Noticias. Candidatos presidenciales." 29 octubre 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Un candidato impopular." 9 noviembre 1889.

EL INDEPENDIENTE: "Candidatura González." 18 de noviembre 1889

EL INDEPENDIENTE: "Candidatura González. Su impopularidad." El Independiente, 21 noviembre 1889.

EL INDEPENDIENTE: Elecciones municipales." 19 febrero 1890.

EL INDEPENDIENTE: "Una nota y una conferencia." 14 marzo 1890.

EL INDEPENDIENTE: "Noticias. Una farsa más." 7 abril 1890.

EL INDEPENDIENTE: "Candidatura González." 25 juniol890.

EL INDEPENDIENTE: Noticias. Renuncia indeclinable del señor don Rosendo Carísimo a la Vicepresidencia de la República en el 6º Periodo Constitucional." 4 de agosto de 1890.

EL INDEPENDIENTE: "Noticias. El arreglo político." 4 agosto 1890.

EL INDEPENDIENTE: "Jueces jefes." 4 setiembre 1890.

EL INDEPENDIENTE: "De luto." 25 agosto 1891.

EL INDEPENDIENTE: "Noticias." 1 febrero 1892.

EL LATIGO: "LA MAZORCA EN MOVIMIENTO." 23 diciembre 1888.

EL LATIGO: SORTEO MILITAR." 14 abril 1889.

EL LATIGO INMORTAL: Latigazos. Crímenes del Gefe (sic) de Caazapá." El 3 enero 1892.

LA RAZÓN: "Asociación Nacional Republicana." 25 marzo 1890.

EL TIEMPO: "Gefes políticos", El Tiempo, 19 enero 1893.

EL COMBATE: Numa. "RÉGIMEN ESTRATOCRÁTICO." 18 abril 1892.

EL COMBATE: Gobierno de Camarilla." 20 abril 1892.

LA REPÚBLICA: "Manifiesto del señor don José Segundo Decoud." 23 noviembre 1893.

LA REPÚBLICA: "NOTICIAS. Inspector Gral. de Campaña." 28 noviembre 1893

LA REPÚBLICA: "MANIFIESTO. El Comité Nacional Republicano disidente a sus correligionarios y demás conciudadanos." La República 27 noviembre 1893.

LA REPÚBLICA: "Comité N. Republicano disidente." La República, 27 diciembre 1893

LA REPÚBLICA: "1893 Una ojeada retrospectiva." 30 diciembre 1893.

LA LIBERTAD: "Juan A. Meza." La Libertad, 24 junio 1893.

LA LIBERTAD: Smilt. "Candidato funesto." La Libertad, 17 de noviembrel893.

LA LIBERTAD: Caballero, Bernardino. "Carta programa." 25 noviembre 1893.

LA LIBERTAD: "MANIFIESTO DE LA COMISIÓN DIRECTIVA DEL PARTIDO N. REPUBLICANO A SUS CORRELIGIONARIOS." 14 diciembre 1893.

LA LIBERTAD: "EL CACIQUISMO." La Libertad, 6 juliol894.

LA LIBERTAD: "La libertad del sufragio." La Reforma, 27 setiembre 1884.

LA LIBERTAD: "Noticias. Senado Nacional." La Libertad, 13 junio 1894.

LALIBERTAD: El Municipio de Rosario. "La Revolución paraguaya." La Libertad, 27 junio 1894.

LA LIBERTAD: "EL Coloradismo." 10 mayo 1894.

LA LIBERTAD: "MANIFIESTO DEL CLUB POPULAR EGUSQUICISTA. A sus correligionarios." 25 junio 1894.

LA LIBERTAD: "MANIFIESTO DE LOS CABALLERISTAS DISIDENTES DEL PARTIDO NACIONAL REPUBLICANO, A los pueblos de la República." 16 agosto 1894.

LA UNIÓN: "El manifiesto del Sr. González." La Unión, 14 julio 1894.

LA UNIÓN: "EL IDIOMA GUARANI." 19 noviembre 1894.

EL PUEBLO: "Al Partido Liberal." 7 julio 1894.

EL PUEBLO: Acuerdo Político." 26 noviembre 1894.

EL PUEBLO: "Los tres poderes y la nueva era." 8 diciembre 1894.

EL PUEBLO: "El Congreso debe mejorarse." 10 diciembre 1894.

EL PUEBLO: "Renovación total de las Cámaras." 12 diciembre 1894.

EL PUEBLO: "Estadísticas Legislativas. Ligeros apuntes." 15 enero 1895.

EL PUEBLO: "Autoridades de campaña." 11 febrero 1895.

EL PUEBLO: El Tiempo de Buenos Aires. 12 febrero 1895.

EL PUEBLO: PARTIDO LIBERAL MANIFIESTO DE LA COMISIÓN DIRECTIVA A SUS CORRELIGIONARIOS." 2 marzo 1895.

EL PUEBLO: "Autoridad de campaña." 25 marzo 1895

EL PUEBLO: "Juzgado de paz de campaña." 2 abril 1895.

EL PUEBLO: "POLÍTICA." 27 abril 1895

ELPUEBLO:"ELAÑOQUEVAYELAÑOQUE VIENE (1895-1896)" 31 diciembre 1895.

EL PUEBLO: "Del Sr. González Navero. Rectificación." 4 enero 1897.

EL PUEBLO: "La Comisión Central A LOS LIBERALES DE LA REPÚBLICA." 1 enero 1897.

EL PUEBLO: "Del Sr. González Navero. Rectificación." 13 enero 1897.

EL PUEBLO: "La Convención." 13 enero 1897.

EL PUEBLO: "OBSERVACIONES POLÍTICAS." 22 enero 1897.

EL PUEBLO: "DOBLE COMISIÓN CENTRAL DEL P. LIBERAL." 1º febrero 1897

EL PUEBLO: "MEMORIA DE LA COMISIÓN CENTRAL DEL PARTIDO LIBE RAL PRESENTADA A La Convención extraordinaria reunida el 31 de enero de 1897." 1º de febrero de 1897.

EL PUEBLO: "Acta de la Convención del Partido Liberal." 1 febrero 1897.

EL PUEBLO: "Política Liberal." 2 febrero 1897.

EL PUEBLO: "Los cívicos y el caballerismo." 2 abril 1897.

EL PUEBLO: "PARTIDO LIBERAL. NUEVOS SÍNTOMAS DE DESCOMPOSI CIÓN." 19 abril 1897.

EL PUEBLO: "El Parlamento. II." 8 agosto 1897

EL PUEBLO: "Política electoral." 11 febrero 1898.

EL PUEBLO: "Proceso político." 11 mayo 1898.

EL PUEBLO: "EL PACTO ENTRE LIBERALES Y COLORADOS." 3 de enero de 1899.

EL PUEBLO: "La situación y las próximas elecciones." 9 febrero de 1899.

LA OPINIÓN: "DISCURSO DEL REVERENDO PADRE FIDEL MAÍZ." 30 enero 1895.

LA OPINIÓN: "El Registro Civil." 8 abril 1895.

LAOPINION: González, Emeterio. "SUPERIOR T. D JUSTICIA. Memoria presentada al Ministerio de Justicia, C. é I. Pública." 9 abril 1896.

LA OPINIÓN: "Fin de año." 31 diciembre 1896.

LA OPINIÓN: González, Emeterio. "SUPERIOR T. D JUSTICIA. Memoria presentada al Ministerio de Justicia, C. é I. Pública." 5 marzo 1897.

LA OPINIÓN: EMILIO ACEVAL, "PROGRAMA DE GOBIERNO." 13 juniol898.

EL CÍVICO: "EL COMITÉ EJECUTIVO A LOS LIBERALES DE LA REPÚBLICA." 2 enero 1897.

EL CÍVICO: "MANIFIESTO DE C. DIRECTIVA DEL PARTIDO LIBERAL." 2 enero 1897.

EL CÍVICO: "Pasado y presente." 26 noviembre 1898.

LAPRENSA: "Información política." La Prensa, 2 febrero 1898.

LA PRENSA: "El cambio de Presidentes. Los que cesan. El general don Juan Bautista Egusquiza. Presidente de la República." 25 noviembre 1898.

LA PRENSA: "Discurso pronunciado por el ciudadano Don Emilio Aceval al tomar posesión de la presidencia de la República." 25 noviembre 1898.

LA PRENSA: "El cambio de presidentes. Los que entran. Don Héctor Carvallo. Vice Presidente de la República." 25 noviembre 1898.

LA PRENSA: "¿ACUERDO POLÍTICO NACIONAL?" 21 diciembre 1900.

LA NACIÓN: "El guaraní." 3 diciembre 1898.

LA NACIÓN: "La ciencia en guaraní." 12 diciembre 1898.

LA NACIÓN: "INSPECCIÓN GENERAL DE MILICIAS." 12 enero 1900.

LAPATRIA: "Las autoridades de campaña. Los jueces de paz." 23 noviembre 1900.

LA TRIBUNA: "Luchas electorales." 26 agosto 1899.

LA TRIBUNA: "EL BANQUETE AL GENERAL." La Tribuna, 20 noviembre 1900.

EL PARAGUAY: "DOCUMENTOS PARA LA HISTORIA MANIFIESTO DEL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA." 26 enero 1900.

EL PARAGUAY: "El Presidente y la opinión. Un gobierno imposible." 26 enero 1900.

EL PARAGUAY: "LA GUARDIA NACIONAL." 16 mayo 1900.

LA PATRIA: "Primeros abusos electorales." 27 diciembre 1900.

 

ARCHIVOS ELECTRÓNICOS

ALTAMIRANO, Carlos. (2005). De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones. Revista de historia intelectual N° 9. Buenos Aires: Prismas. En: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/xixaltamirano.pdf

OSZLAK, Oscar. (1978). Formación histórica del Estado en América Latina: elementos teórico-metodológicos para su estudio. 2a Edición. Buenos Aires: Estudios Cedes, pp., 26-27. En: http://201.231.178.100/Publicaciones/Est_c/Est_cl,3.pdf

PALACIO, Guillermo. (2007). Entre una nueva historia “y una "nueva historiografía" para la historia política de América Latina en el S. XIX. Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, México: El Colegio de México. En: http:// historiapolitica.com/ datos/biblioteca/xixpalacios.pdf

ROMERO, José Luis y Romero, Alberto. (1977).El pensamiento político de la emancipación 1790-1825. Caracas: Biblioteca Ayacucho, p. XXVII. En: http://www.bibliotecayacucho.gob.ve/fba/index.php?id=97&backPID103&begin_at=32&tt_products=31

SÁBATO, Hilda. (2007). La política Argentina en el siglo XIX: notas sobre una historia renovada. Ensayos sobre la nueva historia política de América Latina, S. XIX. México: El Colegio de México. En: http:// historiapolitica.com/ datos/biblioteca/ xixsabato.pdf http://archivo.abc.com.py

http:// www.portalguarani.com

http:// www.villarrik.com.py

http:// www.arandurape.edu.py

 

 

 

ANEXOS

 

ANEXO 1

AL PUEBLO PARAGUAYO

 

A las víctimas sacrificadas al capricho de los déspotas y sus miserables verdugos.

"Vivir en cadenas, qué triste vivir! Morir por la patria, qué bello morir". ¡Compatriotas! En el reloj de la patria suena la hora en que debéis mostrar al mundo si sois ó no dignos, de la libertad, que a fuerza de sacrificios sin cuento y torrentes de sangre, se os ha traído.

La expresión más grandiosa y la más significativa de vuestro agradecimiento a los que os han libertado de las garras sangrientas del brutal despotismo, no debe consistir en la elección de otros tiranos que os vuelvan a sumir en espantosas miserias, en la abyección, servilismo e ignorancia, sino en la de hombres íntegros y patriotas, en aquellos que han sufrido bajo la presión oprobiosa de la tiranía, en que aquellos que en vez de humillarse a sus verdugos, han preferido vivir en oscuras y miserables mazmorras, sufriendo toda clase de martirios y privaciones, o retirarse a lejanas tierras a comer el amargo pan de los proscriptos, a respirar el aire puro y sacrosanto de la libertad de que les privaran los déspotas de su patria.

¡Alerta! Centinelas de la democracia! - Una nueva tiranía os amenaza con (ilegible) con sus inmundas mazmorras y sus patíbulos.-Nuevas y sangrientas hecatombes os esperan, nuevas víctimas inmoladas al capricho de un nuevo déspota, QUE PISOTEA CON SUS INMUNDAS PLANTAS EL SUELO QUERIDO Y SAGRADO DE LA PATRIA y cuyo programa no es otro que ESPANTO, MUERTE, LUTO, DESOLACIÓN Y RUINAS y lo que es más el REINADO DEL TERROR.

¡ALERTA! ¡COMPATRIOTAS!

¡DE PIE, PARAGUAYOS!

Vuestra libertad está amenazada de muerte.

UNA "RAZZIA" DE VERDUGOS PRETENDE TENER PREDOMINIOSOBRE VOSOTROS!

¿Sabéis cuales son vuestros verdugos?

Los que EN EL EXTRANJERO han servido con INQUEBRANTABLE FIDELIDAD al déspota López, COMPRANDO Y REMITIENDOLE ARMAS Y TODA CLASE DE ELEMENTOS para hacer más duradero vuestro martirio, para hacia derramar las lágrimas de vuestras madres y hermanas, hacer perecer de hambre y miseria a vuestros infelices hermanos, privaros de toda libertad y desterraros para siempre de vuestra patria.

No solo estos son vuestros verdugos: Lo son también los que al lado de López han asesinado a vuestros hermanos, han hecho perecer en el suplicio a las principales y más virtuosas matronas de la sociedad paraguaya y violada a castas doncellas y cometido toda clase de crímenes sin ejemplo.

Paraguayos! - He ahí vuestros verdugos, a los que pretenden tener predominio sobre vosotros, INSULTANDOOS DE ESTA MANERA EN VUESTRA DESGRACIA.

De vuestros esfuerzos depende el triunfo.

Triunfad pues.

Una nueva tiranía es solo digna de pigmeos, y no de hombres libres.- De la apatía, e inercia, de la indiferencia e inacción nacen-la tiranía EL REINADO DEL TERROR, EL ESTERMINIO DEL PUEBLO y la continuación sin tregua del oscurantismo, que ha privado a esta desgraciada tierra de libertad, prosperidad y grandeza.

Compatriotas! Recordad los pasados tiempos y agrupaos a la sombra de la bandera tricolor; bautizadla con vuestra sangre y honradla con vuestro heroísmo, patriotismo y valor!

¡Viva la República del Paraguay!

¡Viva el Gran Partido Liberal!

¡Viva el "Gran Club del Pueblo"!

¡Vivan los Gefes del Gran Partido Liberal -Rivarola - Decoud y Loizaga! Vuestro compatriota amigo y soldado.

Jaime Sosa.

 

Sosa, Jaime. "Al Pueblo Paraguayo."

La Regeneración, 8 mayo 1870.

 

***

 

ANEXO 4

SESIÓN PARLAMENTARIA

 

Congreso Legislativo

Día 20 de Enero de 1872

 

Bajo la presidencia de D. Juan B. Gill.

Se va a leer el acta de la anterior.

(Se comenzó a leer)

Gill (E.) (541): (Interrumpiendo.) Deseo saber si es sesión secreta.

Presidente: Sí señor.

Gill (E.) : En tal caso el reglamento prohíbe que haya empleados en esta sesión, a no ser a los que hayan prestado juramento, como son los Secretarios.

Solalinde (542): Desearía saber quién pide esta sesión

Presidente: A pedido de tres miembros.

Solalinde: ¿A pedido de tres miembros? ¿Y cuál es el objeto de esta sesión secreta?

Presidente: El Congreso, a pedido de tres miembros, puede hacer sesión secreta.

Brizuela (543): Razones muy poderosas hay, Sr. Presidente, para haber pedido sesión secreta. La cuestión que vamos a tratar, es de bastante importancia, y no os conveniente por ahora darle publicidad. Hay ciertas razones de estado, Sr. Presidente que no convienen darles publicidad inmediatamente, y esta es una de ellas.

Solalinde: En todas partes del mundo las sesiones secretas son aquellas en las cuales se van a tratar cuestiones de poco interés; pero en las cuestiones trascendentales, en aquellas que se van a tratar los intereses del pueblo, debe este mismo pueblo estar presente, para que se observe a sus representantes y vea, en fin, como se defienden sus intereses.

Brizuela: El pueblo, Sr. Presidente, juzgará de nuestros actos, cuando se le dé publicidad al asunto que se va a tratar ahora.

Solalinde: Entonces debemos acordar, que siempre sean también secretas; puesto que después cuando se le dé publicidad el pueblo puede enterarse.

Por otra parte, Sr. Presidente, yo ignoro completamente de qué se va a tratar, y para qué es esta sesión secreta.

Loizaga (544): Lleva razón el Congreso en pedir sesión secreta para este asunto. En esta cuestión, señor Presidente, se van a tratar varios puntos, que siendo en sesión pública el Ministro Plenipotenciario no tendría la suficiente libertad para poder explicar.

No hay necesidad, como quiere dar a entender el Sr. Solalinde de dar publicidad a este asunto desde ahora. Lo que vamos a tratar, no es ley, ni puede serlo, hasta que el Gobierno Brasilero lo sancione a su vez.

Solalinde: No estoy conforme con lo que acaba de decir el señor Ministro Loizaga. Que se guarde silencio hasta ver lo que decide el Gobierno Brasilero. Todos nuestros actos han de ser públicos. Que es la cuestión de límites supongo lo que se va a tratar, cuestión que es de vida o muerte para el país, y que por esa razón debemos tratarla a la faz del pueblo, por ser de tanta trascendencia para ese mismo pueblo.

Brizuela: El pueblo, señor Senador, no delibera, no cuestiona, y en fin, no hace nada, sino por medio de sus Representantes. Nosotros somos esos representantes, y hemos acordado que esta cuestión sea discutida en sesión secreta, por razones de estado que no son del dominio público, y no se defraudan los derechos del pueblo por tratar esta cuestión en sesión secreta. Pero ya que el Sr. Senador dice que no sabe de qué se a tratar, que se lea el mensaje del Ejecutivo y después verá si está o no conforme en que la sesión sea secreta.

Recalde (545): (Ministro) Puesto que es a pedido de tres miembros la sesión secreta y es lo que pide el reglamento interno, para que pueda haber sesión secreta, que se lea el mensaje del Ejecutivo y después se ponga a votación si es o no la sesión secreta.

Aunque esta Cámara apruebe lo que se va a discutir, el pueblo no puede tener conocimiento de ello, hasta que lo apruebe también el Gobierno del Imperio.

Presidente: Pero antes voy a mandar que siga la lectura del acta.

(Continuó la lectura)

Presidente: Voy a mandar leer el mensaje del Poder E.

(Se leyó)

Brizuela: En vista de la gravedad del asunto yo hago moción, para que la sesión sea permanente hasta que se concluya este asunto.

Varios: Apoyado.

Presidente: Pero antes es preciso que la Cámara resuelva si la sesión va á ser secreta, ó no.

Solalinde: Yo ya he emitido mi opinión. Y no estoy porque la sesión sea secreta. Es Srs., una cuestión que le pertenece al pueblo, y para discutirla es necesario que sea ante el pueblo, y a su vista para que lo oiga todo. Este es mi parecer.

Gill: (E.) Extraño mucho, que insista tanto el Sr. Solalinde, para que la sesión sea pública. Antes le ha dicho ya el Sr. Brizuela que hay ciertas razones de Estado, que no conviene darlas al público inmediatamente.

Y todavía sigue instando y pidiendo una cosa que es imposible.

Solalinde: Yo ignoro completamente, Señor Diputado, cuáles sean esas razones de estado para que la sesión sea secreta, y le suplico al Sr. Gill me las explique.

Gill (E.) Voy a satisfacer al Señor Senador, aunque desde luego diré, que mis palabras no han de convencerlo, y más aún, ni las de nadie. Porque el Sr. Solalinde se ha obcecado en una cosa y sería imposible poderlo sacar de ella; pero no obstante le daré la explicación que me pide.

Actualmente, y aún después de sancionado el asunto de que vamos a tratar no es ley; ni lo será, hasta que el Gobierno Brasilero lo apruebe también. De modo que si la sesión fuese pública, sería dar publicidad a un asunto, que no se sabe si quedará sancionado por las cámaras brasileras o no.

Solalinde: Sr., eso no es razón.

Gill: Desde luego para el Senador no es razón ni esa ni ninguna otra que se diga a favor de la sesión secreta, por que como le dije antes se ha obcecado en una cosa y sería imposible convencerlo de lo contrario.

Ministro Loizaga: Estamos, Señor Presidente, perdiendo un tiempo precioso en una discusión inútil y estéril.

La sesión secreta, es imprescindible. Porque la publicación del asunto que se va a tratar hoy tiene que ser simultánea, no podemos antes dar a publicidad a este asunto, hasta que el Gobierno brasilero lo haya también sancionado, y esto os precisamente lo que no quiere comprender el Sr. Solalinde.

Solalinde: Yo no he pedido que se publique, yo lo que he dicho ha sido que venga el pueblo a observar a sus representantes en una cuestión que tan de cerca lo toca a sus intereses.

Brizuela: Siendo el Congreso el único que puede decir si hay o no sesión secreta, ruego al Sr. Presidente ponga a votación si la hay o no.

Presidente: Voy a poner a votación si el asunto de que vamos a tratar so discute en una sesión secreta.

A votación

(Mayoría)

Brizuela: Creo conveniente que se nombre una comisión de 9 miembros para que presente su dictamen sobre ese asunto.

Solalinde: Pero antes de todo que se le de lectura a esos documentos.

Gill (E.): Como he observado antes, nuestro reglamento interno prohíbe que en las sesiones secretas haya otros empleados que los secretarios por que estos ni recibirse de su empleo prestan juramento el debido.

(Salieron todos los empleados de la Sala y se tomó el juramento al taquígrafo de guardar silencio de todo cuanto oyese y escribiese.)

Presidente: Voy a dar lectura de los protocolos que han resultado, de las conferencias habidas, entre S. E. el señor Ministro Brasilero y el Ciudadano Carlos Loizaga, sobre los arreglos definitivos de paz y límites entre el Imperio del Brasil esta República.

(Se leyeron las conferencias sobre cuestión de paz y en seguida sobre la cuestión de límites)

Loizaga: (Ministro) Cuando fui nombrado y honrado con tal alta misión, quise poner de mi parte, todo cuando podía, para salir del asunto que me habían encargado del modo mejor posible, mirando siempre la honra y el interés de la República como verdadero paraguayo que soy.

Al efecto, sabía que el Coronel Wisner, como comisionado que había sido por el mismo asunto por D. Francisco S. López, debía saber las pretensiones de aquel sobre las demarcaciones de límites. Le escribí que me contase todo cuanto supiera sobre el particular, lo cual lo hizo tan a mis deseos que le estaré siempre agradecido.

Suplico al señor Presidente mande leer la contestación del señor Wisner, para que esta corporación vea cuales eran las pretensiones sobre los límites en tiempo de los López.

(Se leyó)

Solalinde: Voy a hacer otra observación. Según nuestra carta fundamental, los agentes diplomáticos deben ser nombrados y removidos con acuerdo del Senado.

Me consta que el Sr. Loizaga, no ha sido sometido a tal aprobación, dudo mucho que pueda ser válido dicho nombramiento, y válidos también los tratados firmados por un Ministro que no está autorizado con toda la legalidad Constitucional.

Loizaga: El inciso 6º artículo 102 es demasiado claro en su espíritu y se comprende que habla de legaciones establecidas en el extranjero y cuyos representantes o Ministros tienen que ser pagos por la Nación a que representan y por este motivo hay que someter sus nombramientos a la aprobación del Senado.

Pero de ninguna manera, señor Presidente, habla ese inciso de las misiones al interior. Ahí tenemos, que el Doctor Tejedor, Ministro de Relaciones Exteriores nombrado para tratar con los aliados en Buenos Aires, no tuvo necesidad de someter su nombramiento a la aprobación del Senado, y en ese mismo caso me encuentro yo.

Así es, que desde luego se comprende que ese inciso se refiere a las legaciones establecidas en el extranjero, que tiene que someterse al Senado por el sueldo que precisamente tienen que ganar.

Solalinde: El señor Ministro Loizaga, interpreta el inciso 6º artículo 102 como mejor le parece; pero el legislador al poner ese inciso quiso ahorrarle el trabajo al Señor Ministro para que lo interpretase, y así fue, pues que lo puso tan claro y dijo: "Nombra y remueve los agentes diplomáticos con acuerdo del Senado" ¿No le parece al señor Ministro que está bien claro? ¿No cree que ha perdido su tiempo en interpretar, como mejor ha querido ese inciso? ¿Y si se ha puesto a interpretarlo, por qué no lo ha interpretado tal como está?

Por tanto se ve que si el Ministro nombrado para los arreglos definitivos de paz, ha sido nombrado ilegalmente, los tratados que ha firmado son nulos de hecho.

Loizaga: Sr. Presidente, la moción del Sr. Solalinde no ha sido apoyada.

Solalinde: Yo no he hecho moción alguna, Sr. Ministro, ha sido una simple observación; y esta no la he hecho para que se tomase en consideración, no, mis colegas, pueden obrar como les dicte su conciencia, pero yo... (con ira) jamás apoyaré, ni aprobaré un tratado de esa naturaleza.

Palacios (546): La observación que ha hecho el Senador Solalinde, no deja de tener razón. Sin embargo el espíritu del inciso 6º art. 102 dándole la verdadera interpretación, la interpretación lógica que se le debe dar es la misma que le ha dado el Sr. Loizaga.

Un agente diplomático en el interior que no sale del país, que obra bajo las órdenes y las instrucciones del Gobierno, no está comprendido en ese inciso. Yo sostengo que no hay necesidad de someter su nombramiento a la aprobación del Senado.

Brizuela: Pero ya que el Sr. Solalinde, interpreta ese art. de un modo, y nosotros de otro, y siendo el Congreso el único que puede interpretar la Constitución, que se ponga a votación si el inciso 6º del art. 102 hace nulo el nombramiento del Ministro Loizaga, por el solo hecho de no haberse sometido su nombramiento a la aprobación del Senado.

Solalinde: No puedo estar de acuerdo con el Sr. Brizuela. El inciso 6º art. 102 no admite interpretación alguna: está claro y terminante. Tendremos pues que poniendo a votación este inciso para ver que interpretación se le puede dar, tendremos, repito, que todos los días habremos de estar interpretando los artículos de la Constitución.

Debemos respetar a la letra nuestra carta fundamental. Y no interpretarla como mejor nos parezca o a medida de nuestros deseos.

Brizuela: El Sr. Solalinde, confunde la palabra interpretación con la palabra violación, y tan lastimosamente confunde estas dos palabras, que le puede tener compasión al Sr. Senador... Aquí Sr. Solalinde, no se va a violar el inciso 6º art. 102 de la Constitución. No, Sr. Senador, aquí lo que vamos a hacer únicamente es, que prestándose este inciso a dos interpretaciones; y siendo el Congreso el único que puede interpretar las leyes vamos a ver qué interpretación se le da. Y vuelvo a repetirle, que no confunda violar con interpretar de la manera tan lastimosa que lo hace.

Loizaga: Debe comprender el Sr. Solalinde, si quiere, que ese inciso habla nada más que de las legaciones que se creen en el extranjero; es decir de los nuevos empleos; pero lo que ha desempeñado el Ministro Paraguayo con su Excelencia a Ministro brasilero, no ha sido más que una misión al interior y de ninguna manera ha desempeñado un cargo fuera de la República.

Solalinde: Es lo mismo, completamente lo mismo. El ministro nombrado desempeñó la misión dentro de la República. Y otro que se hubiese nombrado para otra causa cualquiera, hubiera salido al exterior. Y ¿por qué, uno se iba a someter a Senado y el otro no? Los dos tienen que ser nombrados con la aprobación del Senado; sino, no hay validez en esos nombramientos.

Loizaga: Ya he dicho que la moción del Senador no ha sido apoyada.

Presidente: Aunque no haya sido apoyada, la moción del Sr. Solalinde, el Congreso tiene que resolver, si el nombramiento del Sr. Loizaga para desempeñar el cargo de Plenipotenciario en los artículos de paz y límites con los aliados es legal o nulo por el inciso 6º del art. 102 de la Constitución. El Congreso es el único que puede definir esta cuestión.

Solalinde: No puede el Congreso definir esta cuestión. El inciso es terminante. Debemos respetar señor Presidente, la Constitución.

Brizuela: Vuelvo a repetir, al Sr. Solalinde, que no se va a violar ese art., sino a interpretar. ¡Por Dios entienda el castellano!

Palacios: Es una discusión inútil la que tenemos. Habiendo duda como la hay en este art. de la Constitución, el Congreso es el único que puede interpretar y el único que puede desvanecer la duda que haya.

Solalinde: Pero no veo la duda que dicen los Señores Senadores.

Palacios: Si el Senador no quiere verla, ¿qué quiere que hagamos?

Solalinde: No la veo porque no la hay.

Palacios: Para U. no la habrá.

Solalinde: Es terminante; dice el inciso: "con acuerdo del Senado" No sé qué interpretación se le puede dar a eso.

Palacios: Cuando se nombró Vice - Presidente de la República, sucedió lo mismo; que había dudas sobre una artículo de la Constitución y ¿quién fue el que interpretó y desvaneció las dudas que había? El Congreso, puesto que sólo él puede hacerlo.

Ahí está el Presidente de la Cámara de Diputados, señor Uriarte, que fue uno de los que más defendió aquella cuestión en contra de las elecciones de Vice -Presidente ¿y por qué? porque interpretó el artículo de la Constitución, que trata del asunto. Y ¿quién desvaneció esa duda y puso término a la discusión? El Congreso como he dicho antes.

Solalinde: Hay diferencia de lo que sucede ahora, a lo que sucedió entonces.

Palacios: Porque dice el señor Senador.

Solalinde: No; no es porque yo lo digo. Es que aún cuando se ponga a votación el inciso 6º del artículo 102 ¿No dirá siempre lo mismo? ¿podrá variarse? ¿La votación podrá borrar lo que hay escrito?

Palacios: Lo que está en la Constitución escrito durará mientras dure esa Constitución; pero cuando se presenta una duda ¿Quién la puede desvanecer?

Solalinde: Pero aquí no hay duda.

Palacios: Yo cuando defiendo una causa, huyo todo lo que puedo de caer en la pedantería en que por desgracia ha caído el señor Solalinde. El quiere ser infalible, y debo advertirle, que ni él ni el Papa es ya infalible

(Risas en toda la asamblea)

Esto de cuestionar, y querer ser infalible y no equivocarse jamás, es ser un pretencioso muy vulgar.

Solalinde: No permito que se me insulte, señor Presidente.

Brizuela: Suplico al Sr. Presidente, ponga a votación si está suficientemente discutido, y que se corte esta discusión.

Varios: Apoyado.

Presidente: A votación.

Mayoría.

Presidente: Ahora voy a poner a votación si el nombramiento del Ministro Loizaga es válido y legal y no está comprendido en lo que dice el Inciso 6º de nuestra carta fundamental.

A votación

(Mayoría)

(Resultó ser legal el nombramiento)

Solalinde: Ruego al Secretario tenga la bondad de hacer constar mi nombre en el acta de que no he estado conforme. Quiero salvar mi responsabilidad.

Varios: Apoyado. Que se haga constar el nombre del señor Solalinde.

Frutos(547): Pido que conste también mi nombre.

Gill: (E.) Apoyado que conste también

Brizuela: Hago moción para que se nombre una comisión de nueve miembros compuesta de seis Diputados y tres Senadores, para presentar el dictamen sobre los tratados.

Varios: Apoyado

Presidente: Si no hay quien tome la palabra procederé al nombramiento de la comisión.

Se nombró dicha comisión compuesta de los Senadores Brizuela, Palacios y Recalde; y de los Diputados Báez, González, (E.) Gill, Samaniego, Ríos (F.) y Barrios.

Presidente: Si los señores Senadores y Diputados les parece bien, daremos un cuarto intermedio para que se espida (sic) la comisión.

(Hubo cuarto intermedio)

(Vueltos a sus asientos)

Presidente: Está abierta la sesión. Se va a dar lectura al dictamen de la comisión.

Loizaga: Voy a ver si puedo decir dos palabras sobre ese dictamen. Estoy conforme con él, porque estrictamente se ha colocado en el verdadero terreno; porque ha comprendido cual es nuestra actualidad como vencido. El Paraguay que en esta lucha con tres naciones, quizá sea la única Nación que levanta su ser moral: y al caer vencido ha llevado ceñida a su frente los laureles de tan tremenda lucha. Así lo aprecian los contemporáneos y así lo dirá la historia.

Pero si grande se ha mostrado el Paraguay en la lucha debe también manifestarse grande y circunspecto en la desgracia.

Al término de la guerra entre las Naciones civilizadas siempre impone el vencedor sobre el vencido lo que generalmente acepta la imposición, prevista además por el derecho internacional.

Entre los vencedores las hay quienes imponen sus condiciones con más o menos severidad unos o con más o menos benignidad otros.

En los tratados que nos ocupan es eso lo que vamos a investigar, por el veremos si el Imperio del Brasil se ha mostrado para el Paraguay severo, benigno y hasta generoso.

Solalinde: Aceptando la teoría que el Ministro Loizaga ha dejado planteada; "de que el Paraguay ha sido fuerte en la guerra etc., etc., Digo que si ha sido fuerte y sufrido en la lucha debe serlo también en todo tiempo: ¿y entonces? ¿Por qué ha firmado el Sr. Ministro Loizaga tan humillante, como ignominioso tratado? ¿Por qué, quiere humillar al Paraguay? Créanme, Señores, los que han sido víctimas de esta lucha descomunal, los que han defendido los derechos con su sangre, se levantarán de sus sepulturas para maldecirnos, al ver marcada nuestra frente con el oprobio de la humillación... Sí, porque este tratado no es más que una humillación para el hombre paraguayo, ¿Cómo quiere, el señor Ministro, que los que hemos regado los campos con nuestra sangre y hemos perdido todo lo más sagrado que teníamos, vengamos a sancionar un tratado tan ignominioso como este? No y mil veces no. Y pido que conste mi nombre en el acta que he estado en contra de la aprobación de dichos tratados.

Ha dicho el señor Ministro, que nosotros los paraguayos hemos sostenido una lucha colosal; pero que el honor que le cupo en esa época al nombre paraguayo, no le corresponde al señor Ministro puesto que le cupo en esa misma época, se hallaba en el campo enemigo, y que trajo el puñal contra sus mismos hermanos que defendían su patria y libertad.

Báez (548): Extraño por una parte, y por otra no lo extraño; que se haya expresado el Senador Solalinde de la manera que lo ha hecho. Para hablar así, debe ignorar todo: aún diré más, debe ignorar la razón y la historia. ¿De dónde saca el Senador qué es ignominioso el tratado? ¿Ha expuesto alguna razón para demostrarlo? No ha expuesto ninguna, no; porque no la tiene ni la hay.

Yo, Srs. he defendido al Paraguay durante la guerra, no con un fusil, pero si con una pluma: entonces era yo Secretario de la legación Paraguaya en el extranjero y he sostenido como he dicho, aquella causa, porque sabía lo que sostenía; pero hoy ante estos tratados me adhiero a ellos y estoy conforme en que se aprueben porque ni es denigrante ni humillante a la República, como ha dicho el Senador Solalinde.

Solalinde: A mí sí que no me extraña que el Diputado Báez y el ministro Loizaga hablen y defiendan los tratados; porque ellos no han peleado como nosotros con las armas en la mano defendiendo nuestra independencia y nuestra libertad. Y no me extraña repito, que estos que abogan a favor de los tratados, lo hagan así; pues que siempre han defendido la misma causa.

Loizaga: Que se llame al orden al Senador. Se está personalizando.

Solalinde: (continuando)... Así es, que no extraño, porque el Sr. ha sido el que ha traído el puñal al Paraguay. Y yo jamás puedo renegar de la causa que he sostenido.

Brizuela: Que se llame al orden al Senador Solalinde. Está insultando.

Solalinde: Estoy en mi derecho de hablar. Y para probar lo que digo, apelo a la conciencia de todos si ha venido o no con el puñal a su patria.

Brizuela: El Senador no lleva razón en lo que dice. No es cierto.

Urtado (549): Si el Senador Solalinde, quiere insultar al Sr. Ministro con decirle eso él será el primero en haber traído ese puñal a que se refiere.

Palacios: Estamos tratando de los intereses del país, y como representantes de este país, no debemos insultarnos con palabras. El Sr. Solalinde le parece defender su patria. Pero debo advertirle que después de Lomas Valentinas ¿qué tratado debía esperarse? Señores, dos eran los caminos que quedaban: tratar, o no. En el primer caso la República puede recobrar su soberanía e independencia y en el segundo no sería más que una segunda Polonia en América. Esta es la verdad, que aunque amarga, se debe decir. Tratar señores, es lo único que nos queda. ¿O quieren tal vez, los Señores que están en la oposición que nos presentemos otra vez con las armas en la mano? ¿Cómo podíamos defender nuestros derechos, aunque fuesen santos y justos, en el estado en que hemos quedado? Estas pretensiones de los Señores oposicionistas no son más que una quijotada.

La defensa que nosotros tenemos es nuestra debilidad, que usándola con prudencia y cordura es el arma más fuerte que podemos emplear. Si el Sr. Solalinde, que está tan entusiasmado, se fija un poco, verá que no son ignominiosos los tratados, como dice.

Y por otra parte si me presentan el Paraguay como en tiempo de López con un ejército de 80.000 hombres, entonces miraría si estos tratados convenían o no a la República.

Varias voces: Muy bien, es la verdad.

Gill (E.) Haciendo abstracción Señores de las personalidades que se han tratado en este recinto me permitirá el Sr Solalinde, que en pocas palabras le haga ver que ese contrato honrará al gobierno que lo ha firmado y el Imperio del Brasil da una prueba más de sus simpatías y benignidad al pueblo paraguayo.

Para probar esto al Sr. Solalinde, y hacerle ver la equivocación en que está y probarle que él no quiere más que esplotar (sic) la palabra patriotismo puesto que el asunto se presta para ello. Es lógico; si a un pueblo que ha sostenido una lucha tan colosal y después de vencido se le grita: "no, yo no trato, ni puedo firmar el tratado que me presenta el vencedor, porque es ignominioso, y deshonra el nombre paraguayo, etc., etc., etc."

He aquí que el Sr. Solalinde quiere esplotar (sic) estas palabras, para que el pueblo entusiasmado y no comprendiendo si el contrato es honroso o no, lo inmortalice y diga que el Senador Solalinde, es el paraguayo más patriota.

Volviendo atrás, dige (sic) antes que iba aprobarle al Senador Solalinde, que el contrato leído, honrará al pueblo paraguayo e inmortalizará al gobierno que lo haya firmado. Para lo cual retrocedamos al tiempo de los López y veamos cuales eran las pretensiones de estos sobre la cuestión de límites.

Cuando el año 1855 fracasó el último de los tratados de límites que se intentaron entre el Brasil y el Paraguay, decía el "Semanario" periódico que todos saben era escrito bajo las inspiraciones de los López.

"El Río Blanco y el Apa son llamados impropiamente ríos: en realidad no son sino grandes arroyos, en las secas un poco largas se agotan y se secan, ninguno de los dos es navegable, sino hasta una o dos leguas de su embocadura, el campo entre estos dos ríos, es por lo general bajo, inundándose con facilidad en las avenidas y crecientes, casi periódicas del río Paraguay de modo que, solo quedan algunos puntos poco elevados que permiten pisar en seco. Al aproximarse a la sierra del Maracayu, el terreno es elevado y libre de inundaciones, no hay bosques de maderas esquisitas; no hay veneros metálicos; no hay más que palmeras...

"Conocido el territorio, que se disputa, se deja ver que la cuestión de límites, no puede ser por interés del territorio, puesto que no es terreno que uno y otro pretende. Y por tanto la cuestión es política etc. etc....

Es muy claro y lógico, lo que dice El Semanario. Cuestión política y nada más. Política de Francia y política de los López que han querido siempre aislar a su país de los demás pueblos vecinos por grandes desiertos; creyendo así evitar la ilustración y el adelanto, que el enemigo más tenaz que ha tenido la tiranía. Esta ha sido la idea y el propósito de todos los tiranos del mundo, aislar a sus pueblos de los demás, para que jamás se ilustren y de este modo tenerlos sujetos con más facilidad.

Ceder, pues, ese territorio al Brasil, no es hacer un tratado ignominioso como ha dicho el Senador Solalinde, bien al contrario, es concluir de una vez, tan vieja cuestión que fue semillero y origen de nuestras calamidades.

Ahora bien, la única concesión que el Paraguay hace al Brasil, es un territorio que como se ve por el Semanario, no sirve, ni al Paraguay ni al Brasil, y que, ni en tiempo de los López, ni antes ha ocupado el Paraguay.

Ese tratado, Señores honra al Ministro que lo firmó y nuestros vencedores nos dan una prueba más de su benignidad y de simpatía.

¡Tratado denigrante, dice el Sr. Solalinde! Y no da una prueba siquiera para probarlo. Si es denigrante ¿Por qué no lo prueba?

¿Quiere tal vez el Señor Senador, que el vencido se apodere del derecho del vencedor? Basta Señores hojear la historia de los pueblos para ver lo injusto que es el Señor Solalinde en esta cuestión.

Los pueblos más grandes de la tierra nos servirán de ejemplo. El pueblo Romano tuvo que conformarse a las condiciones que le pidió y exigió el conquistador;  que no contento con el oro que el rescate de roma esclamo (sic) todavía "vae victis" al echar su pesada espada en la balanza.

Ejemplos más modernos tenemos aún: el pueblo francés acostumbrado a dominar, acostumbrado a la victoria, cuna de las ciencias y artes y foco de la ilustración y la libertad ha tenido que someterse y bajar la cerviz a la ley impuesta por el vencedor.

Brizuela: Voy a ver, señor Presidente, si presento esta cuestión en su verdadero terreno. He notado que se han empleado palabras violentas y este es un asunto que debe tratarse con calma. Es necesario no llevarnos de un patriotismo mal entendido. Es preciso que consultemos la actualidad, con el porvenir, que obremos con prudencia y acierto y por último que conozcamos, lo que tenemos y lo que somos hoy, porque de...

Solalinde: (interrumpiendo) No permito de ninguna manera...

Brizuela: Permita, Señor Senador, cuando haya concluido de hablar puede responderme. Pues como iba diciendo de otra manera seria obrar con ligereza y aún con poco patriotismo.

Pocas veces se ha reunido un Congreso en momentos tan solemnes, como el presente, pues que se trata de una cuestión de la que dependerá la suerte futura de la República. Importa por lo tanto que no nos dejemos inspirar tan solo del patriotismo, sentimiento nato en todo corazón paraguayo; es necesario que nos demos cuenta de la triste realidad de nuestra situación, como he dicho antes y ver la conveniencia política de la actualidad así como la del porvenir en esta cuestión.

Todos los pueblos han tenido sus momentos de prueba, hoy le llega su turno al Paraguay, y es preciso que si nos hemos mostrado grandes y heroicos en la titánica lucha, que con asombro del mundo hemos sostenido por más de cinco años, seamos también grandes y abnegados en la hora de la prueba porque vamos a pasar.

He dicho señores, que todos los pueblos habían pasado por esos momentos, y sin remontarme a una época muy lejana, citaré solo un hecho reciente de nuestros días, para que establecido el precedente pueda hasta cierto punto servirnos de norma en la grave resolución que vamos a tomar. Me referiré a la Francia.

La Francia, país eminentemente patriota, la primera potencia militar del mundo, la cuna de la civilización y de la libertad, en su desgraciada lucha con Alemania tuvo que aceptar condiciones onerosísimas, y al proceder así, no fue por falta de patriotismo, sino porque así lo aconsejaban las conveniencias políticas de momento como las del porvenir.

Durante esa desgraciada lucha y cuando ya se conocían de una manera cierta las exorbitas pretensiones de Alemania, el Ministro de negocios Extranjeros de Francia el señor don Julio Favre hizo esta solemne declaración en plena Asamblea: "ni una pulgada de nuestro territorio, ni una piedra de nuestras fortificaciones", palabras memorables que enardecieron el sentimiento patrio de los franceses dando mayor nervio a la guerra. Pocos meses bastaron sin embargo para que Francia cayese vencida, aceptando un tratado con esas durísimas condiciones: la sesión de la M... Lorena, las dos joyas mas preciosas de... tanto por su posición estratégica, cuanto por su importancia manufacturera.

El reconocimiento de los gastos de guerra que montaba la enorme suma de cinco mil millones de francos o sean mil millones de patacones pagaderos parte al contado, parte a dos o tres años y el resto en cinco años.

El reconocimiento de los perjuicios causados a los particulares es que subían también a la suma de algunos centenares de millones de patacones.

Y finalmente, la manutención a costa de la Francia de un Ejército Alemán de 30 a 100 mil hombres por el espacio de cinco años.

Como se ve señores, no se podía imponer condiciones más duras y sin embargo la Francia tuvo que aceptarlas; y nótese que la Francia no se encontraba De ninguna manera en nuestro caso, débil e impotente, no señores, la Francia quedaba con sus 39 millones de habitantes, sus inmensos recursos, para proseguir la guerra como podía hacerlo hoy mismo.

Establecido este precedente, vengamos ahora a nuestro país.

Todos vemos su estado de postración y de impotencia producidos por la gigantesca lucha que con tantos sacrificios ha sostenido, pero que al fin fuimos vencidos por los innumerables elementos que se aglomeraron contra nosotros, todos sabemos también que nuestra suerte en caso de ser vencidos, estaba de antemano decretada por el tratado secreto de la Alianza, tratado que los aliados pudieron hacerlo efectivo desde el mismo instante de su triunfo; pero que condolidos probablemente de nuestra mísera situación quisieron darnos el tiempo necesario, de reponernos, constituirnos y meditar fría y maduramente sobre el estado triste a que habíamos quedado reducidos y hoy después de un largo tiempo de tres años, se nos presenta una de las potencias más fuertes de la Alianza a celebrar con nosotros su tratado de paz y amistad.

¿Cuál es hoy nuestra situación, cuáles nuestros recurso, cuál nuestro poder al presentarnos delante de esa potencia? Creo inútil señor Presidente contestar a estas preguntas y solo diré: que nos presentamos a tratar de Nación a Nación, pero no de potencia a potencia; puesto que nuestra arma más fuerte consiste en nuestra misma debilidad.

Definida pues nuestra situación pasaré a ocuparme de los Tratados que acaban de leerse, mereciendo mi atención preferente sus dos puntos cardinales que son: la cuestión de límites y el reconocimiento de los gastos de la guerra.

La primera ha sido tratada hasta el cansancio por nuestros Gobiernos anteriores y vemos que el Brasil no pide hoy más de lo que pedía antes de la guerra con ecepción (sic) del territorio comprendido entre el Apa y el Río Blanco que nuestros Gobiernos anteriores propusieron siempre su neutralización: sabemos además que ese territorio es anegadizo, inculto y poblado por indios salvajes; por consiguiente nada hemos cedido en cuanto a territorio.

El segundo punto que es el verdaderamente importante no podíamos dejar a reconocerlo en principio, y en cuanto a la importancia de la deuda solo la sabremos cuando se hayan exhibido los documentos a la comisión que deba nombrarse, pero cualquiera que sea su importancia, sea cincuenta o cien, o doscientos millones de patacones, será siempre una carga pesadísima para el Paraguay y de difícil pagamentó.

Sin embargo la declaración que hace el Plenipotenciario Brasilero del modo como deba hacerse el pago, suaviza hasta cierto punto esa enorme carga; en efecto el Plenipotenciario Brasilero declara que el Brasil fijará benevolentemente los gastos de la guerra y usará de la misma benevolencia para el cobro de ella consultando siempre nuestros recursos financieros presentes y futuros; por consiguiente, no estamos pues obligados a pagar sino a medida que nuestros pocos o abundantes recursos nos permitan.

Pero se me dirá, Señores, que el reconocimiento de esa deuda imparta la conquista disimulada del Paraguay puesto que el Brasil sabe perfectamente que nunca podremos pagar tan enorme suma, y que más tarde o más temprano se nos presentará exigiéndonos la cesión de nuestro país en pago de aquella deuda. Confieso, Señores, que yo mismo participé por un momento de ese temor, que luego fue desvanecido por la lectura de un artículo del tratado en el que declara solemnemente que el Brasil garante la independencia del Paraguay por cinco años y reconoce perpetuamente su soberanía e integridad territorial, ante semejante declaración desaparece pues todo temor de conquista.

Examinados los dos puntos cardinales, réstame ahora Señores antes de concluir, hacer una declaración que la creo necesaria, puesto que voy a votar por la aprobación de los tratados y como esta es una cuestión en la que el patriotismo exagerado y mal entendido de unos, y la maledicencia de otros, se ha de celar contra la reputación de los que den sus votos por los Tratados, repito que creo necesaria esta declaración sintiendo solamente que al hacerlo tenga que ocuparme de mi humilde individualidad.

Durante la guerra, Señor Presidente, me encontraba en el estrangero (sic), desde donde con todo patriotismo, con todo entusiasmo y con la mayor lealtad defendí la causa de nuestro país, mereciéndome esa circunstancia el sufrir una dura prisión de más de dos meses en las cárceles de Montevideo. Terminada la guerra, volví a mi país aceptando los hechos consumados y amoldándome como todos los demás a la triste situación a que quedamos reducidos.

Desde ese instante mi constante preocupación fue en la suerte que nos reservarían los aliados pesando como pesaba sobre nosotros el tratado de alianza; y hoy que llega ese momento no encuentro a mi modo de ver sino estos dos únicos medios para salir de esta tirante situación.

O la aprobación de los Tratados o por un patriotismo exagerado y mal entendido preferiremos que los aliados se apoderen por la fuerza de nuestro país.

Estos son los dos únicos medios que encuentro, examinaré ahora cuál de los dos conviene más a los intereses de país.

Con la aprobación de los tratados conseguiremos dejar nuestro país libre e independiente, pudiendo armar nuevamente sus fronteras y fortificaciones, conservamos además la buena amistad y buena voluntad de una de las primeras potencias de América, amistad y buena voluntad que nos ayudará poderosamente para el adelanto y progreso de nuestro país, puesto que al Brasil es a quien directamente conviene ese adelanto porque solo así podremos pagarle nuestra enorme deuda; con algunos años de tranquilidad, con un Gobierno liberal y progresista, unidos todos los paraguayos, abriendo anchas puertas a la inmigración, favoreciendo la entrada de los capitales y dejando esplotar (sic) en grande escala nuestras inmensas riquezas, lograremos en muy pocos años crecer, tener vida propia, y ser una Nación fuerte como lo éramos antes de la guerra. Todas estas ventajas las veo realizables con la aprobación de los tratados.

Veremos ahora el segundo medio, dejar que los aliados se apoderen por la fuerza, es decretar la continuación de nuestro país en estado de guerra, los aliados fijarán sus límites según el tratado de alianza, hostilizarán nuestro pobre comercio, se apoderarán de nuestras aduanas y nuestras rentas para pagarse de nuestra deuda y todo este conjunto de males nos hundirá día a día hasta morir el país de consumación. Pero se me dirá: Sr. Presidente, que con la espada se quita con la espada se recobra, y que algún día el Paraguay podrá recobrar por la fuerza que hoy se le quita. Pero Srs., esto es una utopía, un sueño irrealizable, puesto que jamás el país podrá volverse a levantar, mientras que las naciones aliadas con su gran comercio crecerán cada día más y más y que a la vez nosotros desapareceremos del mapa de las naciones.

Examinados pues los dos medios, con toda conciencia y sin titubear un solo instante doy mi voto por los tratados, creyendo de esa manera corresponder a la confianza que el pueblo depositó en mí al elegirme a este elevado puesto.

He dicho

Solalinde: Quiere el señor Brizuela compararnos con la Francia; dice que la Francia ha pagado mil millones de pesos, por gastos de la guerra a la Alemania.

Dos razones hay para deshacer esta comparación,... que no estamos en el caso de Francia. Y por otra parte, si el Brasil pide 100 ó 500 millones de pesos fuertes, la República Argentina pide otro tanto y la Oriental pide lo mismo, he aquí que tenemos aún más que pagar que la Francia misma. Y por último, señor Presidente, si la Francia se ha humillado, yo no permito que se humille el Paraguay. Es necesario confesarlo que el Paraguay esté vencido, pero no convencido de la injusticia de su causa.

Ha dicho también el Senador Brizuela que los paraguayos en esta lucha se han portado con heroísmo, pero debo advertirle al señor Senador que no ha estado con esos paraguayos, defendiendo su bandera y su patria.

Brizuela: El señor Solalinde está con el propósito de siempre. El Senador cree que manchando a todos con sus insultos, él aparecerá limpio a los ojos del pueblo. Pero voy a decirle una cosa al señor Senador, y es la siguiente, mientras yo en el estrangero (sic) estaba sirviendo a los intereses de la patria y que por eso sufrí una larga prisión en Montevideo, no hago alarde de lo que trabajé y sufrí en aquella época por mi país y mientras tanto el Senador Solalinde, siempre nos está insultando, siempre nos está diciendo, que él defendió, que él ha hecho... y... ¿saben dónde estaba entonces el Senador Solalinde? ¿Saben el puesto que ocupaba? Pues ocupaba un puesto de boticario.

(Risas en la Asamblea)

Solalinde: Sí, lo digo, que no ha pertenecido nunca a aquellos paraguayos que regaron los campos de batalla con su sangre. Y que ese valor que mostraron los paraguayos no le pertenece y tendría vergüenza de hablar del heroísmo paraguayo, como habla el Sr. Brizuela, no habiendo sido parte de ese heroísmo.

Brizuela: Toda la gloria, todo el heroísmo que alcanzó el Paraguay en esta lucha, recayó en el senador Solalinde. Sí señores; ¿pero saben cómo lo alcanzó? Metido en una botica.

Presidente: Llamo al orden a los Srs. que están en este debate. Están faltando al reglamento interno.

Brizuela: Hago moción, para que el Sr. Presidente ponga a votación si está suficientemente discutido este asunto.

Varios: Apoyado.

Presidente: A votación.

Mayoría.

Presidente: Como el dictamen de la comisión es aprobando los tratados celebrados entre el Imperio del Brasil y la República, creo que con poner ese dictamen a votación será lo suficiente.

Varios: Apoyando

Presidente: Entonces voy a mandar leer (Se leyó)

Solalinde: Deseo que el Secretario... cuando llegue a la votación; cuantos son por la negativa, y cuantos por la afirmativa de este dictamen.

Presidente: Está bien. Voy a poner a votación el dictamen

A votación

(Mayoría)

Presidente: Ha habido cuatro votos por la negativa y 23 por el dictamen de la comisión.

No habiendo otro asunto de que tratar, se levantará la sesión.

Varios: Apoyado (Se levantó la sesión)

M. Fernández Narváez.

 

"Sesión Parlamentaria. Congreso Legislativo

Día 20 de enero de 1872." El Pueblo, 8 febrero 1872.

 

***

 

ANEXO 5

 

Renuncia indeclinable del señor don Rosendo Carísimo,

a la Vice-Presidencia de la República en el 6º Periodo Constitucional.

 

Villa Concepción, agosto 2 de 1890.

Señor de mi aprecio:

Cuando se me ha designado candidato a la Vice - Presidencia de la República, no quise aceptar ese honor, y cuando lo hice fue á instancias de personas muy caracterizadas, pero sin compromiso de mi parte.

Posteriormente se ha levantado la candidatura del señor coronel Meza, á la Presidencia de la República y se me ha pedido admita la misma candidatura en combinación con dicho señor.

La admisión de mi candidatura en ambos bandos del mismo partido, no creí diese origen para levantar atmósfera, atribuyéndome propósitos que nunca he tenido, tanto más, cuanto que el cargo que se me quiere dispensar, no tiene más que una importancia relativa.

Como ciudadano no me inspira otro interés, sino que suban al poder los hombres que mayor aceptación tengan en el concepto de sus conciudadanos. Nada más que ese propósito me ha alentado al admitir mi humilde persona en la escena electoral, y como esa conducta ha sido interpretada de muy distinto modo, renuncio indeclinablemente el cargo con el que me ha querido favorecer.

Sin otro motivo, lo saluda con consideración y estima.

S. A. y S.S.

Rosendo Carísimo.

Villa Concepción, Agosto 2 de 1890.

Señor Coronel don Juan A. Meza,


Asunción,

Apreciado Coronel:

(Roto)... ofrecimientos y los buenos propósitos que se ha propuesto en su programa político he aceptado mi candidatura en combinación con la de Ud.

El interés personal por los puestos públicos y la pasión política fuera de los límites del patriotismo nunca he abrigado, y mi interés siempre será que suban al poder los hombres que verdaderamente representan garantías para el bienestar de la patria.

La admisión de mi candidatura á la Vice-Presidencia en combinación con la de usted ha dado lugar en el concepto de personas que poco me conocen para creerme propósitos de interés personal, y por lo tanto debo renunciar indeclinablemente el honroso puesto con que se me ha querido favorecer. Con tal motivo le saluda y se repite de Ud. S. A. y S. S.

Rosendo Carísimo.

"Noticias. Renuncia indeclinable del señor don Rosendo Carísimo a la Vice - presidencia de la República en el 6º Periodo Constitucional." El Independiente, 4 de agosto de 1890.

 

***

 

ANEXO 7

MANIFIESTO DEL COMITÉ NACIONAL REPUBLICANO DISIDENTE

 

A sus correligionarios y demás conciudadanos:

Ha llegado el momento de manifestar sin vacilaciones, de un modo público y explícito nuestra disconformidad con las determinaciones últimamente adoptadas por la mayoría de la Comisión Directiva del Centro Nacional Republicano, designando como candidatos para la futura Presidencia y Vice Presidencia al General Don Bernardino Caballero y al Teniente Coronel Don Manuel A. Maciel.

Las condiciones en que se ha efectuado la designación de esas candidaturas, que surgen de un círculo exclusivo formado de parientes y parciales, constituyen actos que no pueden nunca interpretar los sentimientos y las aspiraciones del partido político a que pertenecemos.

Esa designación no es consecuente con nuestras tradiciones en las luchas electorales en que se ha procurado siempre robustecer la autoridad y el prestigio de los candidatos del Partido Nacional Republicano con el concurso y el aplauso de la opinión del país, con el triple estímulo de hacer el bien de la patria dar un timbre de honor al partido de cuyas filas salen y de conquistar para esos ciudadanos, el galardón de la popularidad y la gratitud nacional.

Dada la importancia que tiene para el presente y lo futuro, la designación del ciudadano que tome sobre sí la gravísima responsabilidad de dirigir los destinos de la República, era de esperar que los actos de la referida Comisión Directiva no tuviesen por móviles los intereses de familia y propósitos personales; sino defender los principios consagrados en el programa del partido conforme a la libertad y las garantías que la Constitución y las leyes acuerdan a todos los ciudadanos para el ejercicio de sus derechos políticos.

No se ha procedido así, a juzgar por la elección del domicilio particular de un elevado funcionario público investido de inmunidades, como local para una asamblea popular en que deberá hacerse la proclamación de los referidos candidatos, con el único objeto de ejercer una presión sobre la libertad de palabra y de reunión de los partidarios.

En ese local y en medio de los parientes y parciales, no es posible coordinar ideas y formar lo que se llama opinión pública, sobre el asunto sometido a discusión y voto de la Asamblea, los ciudadanos y partidarios no pueden decir libremente lo que piensan.

Las cuestiones políticas de esa trascendencia y la personalidad de los que aspiren gobernar a una nación, deben ser discutidas y combatidas en todas partes, en el Congreso, en los Clubs por la prensa y hasta en la plaza pública, pero no en una casa particular; sin faltar a los más primordiales deberes de cortesía y conveniencia social.

En presencia de esos actos, nos apartamos de la resolución de la Comisión Directiva del Centro Nacional Republicano, constituyendo por elección de nuestros correligionarios políticos disidentes, un Comité Provisorio para convocar a los miembros del Partido Nacional Republicano y a todos los demás ciudadanos que confraternicen con nuestros propósitos a una Asamblea Copular que tendrá lugar en la Plaza Uruguaya el día 10 de Diciembre próximo a las 8 a. m. a fin de proclamar como candidatos a la futura Presidencia y Vice Presidencia de la República a los beneméritos ciudadanos, General Don Juan B. Egusquiza, y Dr. Don César Gondra respectivamente, toda vez que ellos representen la voluntad de la mayoría; confiando que realizarán en el Gobierno los principios que sostenemos y nuestras justas aspiraciones, haciendo como lo expresa el Programa del Partido, que predomine la opinión pública, sobre las influencias de elementos ilegítimos ejercidas por círculos personales"

Presidente: - Rufino Mazó

Vice -Pte. 1º Federico Bogarín V

Vice -Pte. 2º Rodolfo Saguier

Tesorero: - Ángel M. Martínez

Secretarios: - Juan E. Silva, Roque Encina, Ramón Silva, José W. Benítez, Benigno Riberos y Antonio Sosa.

Vocales: - Juan B. Villasanti, Miguel Corvalán, Patrocinio Zelada, Juan E. González, Rafael Riera, Francisco González, Fernando Saguier y Riquelme, Manuel Bogarín, Federico Muñoz, Pedro Fernández, Prudencio Oscariz, Eusebio Mongelos y Dionicio Loizaga."

 

MANIFIESTO. El Comité Nacional Republicano disidente a sus correligionarios y demás conciudadanos."

La República, 27 noviembre 1893.

 

***

 

ANEXO 8

MANIFIESTO DEL SENADOR SANTIAGO GOMES (sic) Sanches (sic)

 

En la firme convicción de que el señor General don Bernardino Caballero, reunía todas las buenas cualidades para entrar a gobernar el país en estos momentos difíciles, me había adherido con todo entusiasmo a la proclamación de su candidatura a la futura Presidencia de la República.

En plena reunión de los ciudadanos más notables del partido Republicano, ha renunciado su candidatura a la futura Presidencia.

Perfectamente: respetemos su resolución puesto que no podemos ser más caballeristas que el mismo Caballero.

Un levantamiento de las fuerzas militares de guarnición de la capital precede a ese acto; quien lo encabeza manifiesta al pueblo Paraguayo en un documento público de que también elimina su candidatura, forjada al calor del oficialismo caído.

¿Y ahora 15 días después, la Comisión Directiva del partido Republicano, aconsejará a sus correligionarios para que acepten la proclamación de la funesta candidatura a la Presidencia de la República? - ¿á manera de la antigua Roma cuando las plebes suplicaban a los Cesares?

¡Mil veces no!

Antes de incurrir en tales ridiculeces, antes que equilibrista del momento, prefiero retirarme temporalmente del escenario político, fortalecido con el proceder leal que siempre me ha caracterizado en las luchas cívicas. CORRELIGIONARIOS:

Los ayes de las víctimas de los sicarios improvisados del egusquicismo todavía repercuten en las Gefaturas (sic) Políticas de muchas Villas y Pueblos de la República.

Testigos de mis aserciones son los ciudadanos siguientes:

Juan de la Cruz Alderete vecino de Villa Rica

Luis Sotelovecino de Villa Rica

Juan de la Cruz Talavera vecino de Mbocayaty

De Jesús Ayala    vecino de Mbocayaty

Nedeo Sánchez    vecino de Mbocayaty

Eduardo Fleytas  vecino de Hiaty

Ramón López      vecino de Hiaty (liberal)

Rufino Barrios     vecino de Hiaty

y F. Doldán, vecino de la capital, pero que fue víctima de un bárbaro atentado en la estación de Itapé.

Creo innecesario entrar a repetir los grandes desaciertos que se han mandando cometer para prestigiar esa verde candidatura, porque ello es del dominio público, mediante la prensa libre.

¡Correligionarios! Las unanimidades hacen recordar la fábula de los carneros de Panurgo.

El General Caballero con toda hidalguía ha renunciado a su candidatura - que renuncie pues también el Sr. Egusquiza, y proclamemos a otro ciudadano que llene las aspiraciones de todo ciudadano patriota y honrado.

La situación del país es desesperante.

La Trinidad descollante del día de su manifiesto al pueblo promete garantir la libertad del sufragio.

¡Ojalá fuera verdad tanta belleza!

El tiempo lo dirá.

Correligionarios - Mientras tanto unamos nuestras fuerzas para concurrir a los comicios a elegir a un ciudadano adornado de altas virtudes cívicas, que es lo que necesitamos, y no de individuos que se improvisan de grandes personalidades políticas mediante el apoyo de la fuerza pública.

Alguien dijo: "La política no tiene entrañas."

Pero con todo yo pregunto si habrá algún Republicano de buena fe, que tenga tantas agallas para recomendar la candidatura en ciernes en la Asamblea del 24.

Si esto sucede:

¡SURSUM CORDA!

Apaga y vámonos.

Vuestro de corazón - Santiago Gómez (sic)

 

"MANIFIESTO del senador Santiago Gómez Sánchez."

La Democracia, 20 Junio

1894.

 

***

 

ANEXO 12

DESISTIMIENTO DE LOS CANDIDATOS DR. A. AUDIVERT Y DR. LIBERATO M. ROJAS

 

Señor Presidente de la Comisión Central del Partido Liberal.

Creemos de nuestro deber exponer las razones porque suspendimos los trabajos electorales para Diputados al Congreso Nacional, iniciados en dos del corriente mes, por el distrito de San Roque y Trinidad.

La Comisión Central lanzó su bando de lucha electoral en el supuesto de la sinceridad de las promesas del actual gobierno, y no obstante nuestro sentimiento contrario al respecto y en virtud de los hechos y razones expuestos en el manifiesto que lanzáramos, consentimos en que nuestras candidaturas fueren proclamadas, disponiéndonos a emprender los trabajos.

Un par de días después, (de haber aceptado los mismos sus candidaturas) más de cien cabecillas liberales, que representarían más de quinientos sufragantes, ofrecieron sus servicios en pro de los candidatos del Partido; pero consientes de la falta de garantía, exigían armas para acudir a las inscripciones.

Los atentados recientes contra las libertades individuales, las amenazas de muerte proferidas por los candidatos del oficialismo y sus atropellos brutales contra nuestros correligionarios; la impunidad de sus abusos, la intromisión de los comisarios policiales y municipales en los trabajos electorales y otras circunstancias, llevóles al convencimiento íntimo de ser falaces las promesas gubernamentales. Con la mayoría de la Comisión Central háselos argüido que el gobierno actual es evolucionista y capaz de cumplir su fe empeñada a favor de la libertad del sufragio, ofreciéndoseles acompañarles al juzgado desarmado, cual manda la ley; - pero inútilmente: entienden que los situacionistas les harán fuego, asesinándoles.

Ante esta actitud de los electores resolvimos no presentarlos a las inscripciones, pero con el objeto de constatar las violencias y fraudes, presentáronse varios de los nuestros pretendiendo inscribirse en la forma ordenada por la ley y el edicto de Policía. Las arbitrariedades de que fueron víctimas y el espectáculo que presenciaron, no pudieron ser más tristes para la civilización de la República. El candidato del oficialismo José Gill, colocado en la puerta del Juzgado a la cabeza de gente de la peor ralea, obstruía el paso a los electores adversos que querían inscribirse, les insultaba y amenazaba y concluía por lanzarles a la calle o por remitirles presos.

Su gente, en su gran mayoría extraños al distrito, ostentaban revólveres y puñales, y ocultos... listos estaban a lanzar el plomo homicida contra los indefensos liberales, cuidadosamente registrados por la policía.

Se inscribían los extraños al distrito electoral y los reclamos de nuestra parte se recibían con algazaras y denuestos de difícil calificación. Presenciaban estos abusos contra la ley electoral, las leyes penales y decretos policiales, el comisario de servicio y la mesa inscriptora.

Ante esta ausencia completa de garantía electoral; para hacer llegar nuestra gente a la mesa bajo una base de igualdad, se hacía necesario librar un combate y expulsar la turba armada de los candidatos oficiales, la policía y el ejército del gobierno que amparaban sus violencias fraudes. Mas como la mente de la Comisión Central fuera ensayar la legalidad del actual Presidente, y ella ha quedado desgraciadamente desvirtuada con los hechos relacionados, creímos de nuestro deber no insistir en las inscripciones y consideramos inútil levantar acta de protesta ante la mesa, por cuanto siendo sus componentes parciales y partícipes de los abusos, no ofrece ni remota garantía de justicia, ni abrigamos esperanzas de obtenerlas ante ellas o ante la representación nacional.

Por tanto, nos reducimos a informar a la Comisión Central del Partido Liberal de los nuevos agravios inferidos a las leyes, a fin de que medite y resuelva lo que debe hacerse en obsequio a las instituciones y libertades públicas vulneradas por los encargados de cumplirlos y protegerlos.

Saludamos al señor Presidente atentamente:

A. Audivert Liberato - M. Rojas


Asunción, Enero 10 de 1901.

"DESESTIMIENTO DE LOS CANDIDATOS DR. A. AUDIVERT Y SR. LIBERATO M. ROJAS."

La Democracia, 15 enero 1901.


NOTAS

541.  Gil, Emilio. Diputado.

542.  Solalinde, Cirilo.

543. Brizuela, Juan José, Senador.

544. Loizaga, Carlos. Senador y Ministro Plenipotenciario.

545. Recale, Pedro. Senador

546. Palacios, Miguel. Senador.

547. Frutos, Manuel. Senador

548.  Báez, Pedro Antonio. Diputado.

549 Urtado, Blas. Diputado.

 

 

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