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CECILIO ESCOBAR RODAS

  ACLARACIÓN SOBRE ALGUNOS ACONTECIMIENTOS DE LA GUERRA DEL CHACO - EL CARMEN-YRENDAGUÉ-MACHARETI - Por CECILIO ESCOBAR RODAS


ACLARACIÓN SOBRE ALGUNOS ACONTECIMIENTOS DE LA GUERRA DEL CHACO - EL CARMEN-YRENDAGUÉ-MACHARETI - Por CECILIO ESCOBAR RODAS

ACLARACIÓN SOBRE ALGUNOS ACONTECIMIENTOS DE LA GUERRA DEL CHACO

EL CARMEN-YRENDAGUÉ-MACHARETI

Por CECILIO ESCOBAR RODAS

CAPITÁN DE RESERVA

Impreso en ARTES GRÁFICAS ZAMPHIRÓPOLOS S.A.

Asunción – Paraguay

1992 (94 páginas)

 

 

PRÓLOGO

En este libro el Capitán Cecilio Escobar Rodas responde a los infundios del General Ceferino Vega Gaona vertidos en su libro intitulado "El R.1. Bat. 40 en la guerra del Chaco ", de aparición póstuma.

Sin motivo aparente, el general Vega Gaona, con palabras petulantes, pretende restar méritos a la brillante actuación del Capitán Escobar Rodas en la guerra del Chaco, al mando de una patrulla de relevancia histórica en los prolegómenos de la gran batalla de Cañada El Carmen.

Dice el general Vega Gaona en el libro de referencia, que el informe rendido por la patrulla Escobar Rodas en la tarde del 7 de Noviembre (1934), "al día siguiente de haber confirmado el Bat. 40 el último despegue enemigo, no fue el que indujo (sic) a la superioridad para tomar su decisión final, y aunque fue como lo sabemos el que probó la existencia del claro entre los defensores de El Carmen y el ala derecha del Cuerpo de Caballería del Coronel Toro...".

Semejante dislate en boca de un militar tan presuntuoso como lo fue el general Vega Gaona, es sencillamente sorprendente.

Ningún paraguayo, y sobre todo ex combatiente, ignora que el informe rendido por el Tte. Escobar Rodas, luego de cumplir una difícil misión al mando de una patrulla, fue el que sirvió de base para que el General Estigarribia ordenase la gran maniobra de Cañada El Carmen.

La Orden General N° 203 del 8 de Noviembre (1934) dictada por el Coronel Eugenio A. Garay, Comandante de la 8a. División, es harto elocuente. Dice en una de sus partes: "Observó y oyó lo necesario, sin ser vista ni oída. Llegó a la meta que se le había señalado y regresó trayendo los datos e informaciones que se le había pedido ".

En cuanto al claro de que habla el general Vega Gaona, no era tal, habida cuenta que la línea enemiga que arrancaba de Ballivián terminaba en el sector de El Carmen; y de allí hasta la zona de Picuiba, donde se ubicó transitoriamente el Cuerpo de Caballería enemigo, había nada más y nada menos que un espacio no cubierto y sin control de cien y pico de kilómetros. Ahora bien, el mérito del trabajo del Tte. Escobar Rodas jamás fue puesto en duda por ningún historiador de la guerra del Chaco, y de ahí la sorpresa que causan los infundios del general Vega Gaona después de más de cincuenta años de terminada dicha contienda bélica.

En el mes de Octubre de 1934 el General Estigarribia se reunió en Garrapatal con el Comandante del 1er. Cuerpo de Ejército, Coronel Carlos J. Fernández, y el Coronel Eugenio A. Garay, Comandante de la 8a División. En aquella ocasión ordenó a ambos Jefes que despacharan sendas patrullas en busca de un "cruce" de caminos ubicado en la profunda retaguardia enemiga, que era el nudo de las comunicaciones del sector El Carmen, y que precisamente por eso era llamado EL CRUCE por el enemigo. Al decir de un Jefe boliviano "era un punto de donde arrancaban como un abanico tres caminos principales (Murillo, Camino V y el Carmen), cuya captura equivalía al encierro de todas las tropas del sector". De ahí que el Coronel Moscoso, que de él se trata, como Comandante del Cuerpo de Reserva recién creado, al enterarse de que el Fortín El Carmen fue tomado por tropas enemigas el día 13 de Noviembre (1934), dispuso de inmediato la defensa de El Cruce con mil hombres de la División Méndez que acababa de llegar en Oruro procedente de Ballivián. El Fortín Oruro era el asiento del Comando del Cuerpo de Reserva y de Oruro distaba El Cruce, ocho kilómetros al norte.

Por el sur se desplazó la patrulla de la lía. División de Infantería, al mando del Tte. Gerónimo Vidal: y por el norte, la patrulla de la D.8. al mando del Tte. Cecilio Escobar Rodas.

La patrulla del sur recorrió 27 kilómetros, dejando abierto el pique por donde se internó la IIa. División en la ejecución de la maniobra: y la patrulla del norte cubrió 43 kilómetros hasta llegar a El Cruce, dejando expedito el camino por donde se desplazaron, combatiendo y desbordando, las tropas de la gloriosa 8a. División.

Como se ve, el general Vega Gaona, quien gustaba de hablar "en buen romance".... (como cuando pidió urgentemente orden de retirada en Yrendagüe, no compartido por sus Oficiales, Guerra del Chaco, Yrendagüe - Picuiba, pág. 46) es un paranoico que en su orgullo llega incluso a poner en tela de juicio un documento histórico que lleva la firma de aquel taumaturgo de la guerra que fue el General Eugenio Alejandrino Garay.

Pero tratándose del general Vega Gaona todo esto es propio de su índole personal, a tal punto que se erigió en el único héroe de Yrendagüe, y se jactaba además de ser el vencedor de El Carmen, donde sus tropas no hicieron otra cosa que masacrar a indefensos bolivianos, ya sin armas, que huían despavoridos en todas direcciones a raíz de la heroica acción del Regimiento Pitiantuta en la mañana del 16 de Noviembre de 1934 sobre el Camino V o (Picada Ruiz).

Es más, critica     todo lo que no sea obra de él y pone en duda documentos fehacientes, atribuyendo, por el contrario, verosimilitud solo a lo que le proporcionara un oficial desconocido que dice haber oficiado de radiooperador y que cuarenta años después de terminada la guerra aparece, informando, comentando y hasta criticando hechos de armas de "singular veracidad" para el general Vega Gaona...

El que suscribe estas líneas fue también protagonista en las maniobras de El Carmen e Yrendagüe, integrando el heroico Regimiento Pitiantuta, y se siente honrado por el Capitán Escobar Rodas al confiarle el prólogo de su libro.

 

 

Yo, Tte. 1 °- de Reserva F. Arsenio Molinas, que había revistado durante la guerra del Chaco 1932/35, en el R.1.18 Pitiantuta de la D.8. juntamente con el Cap. de Rva. Cecilio Escobar Rodas, cumplo en manifestar que hemos llevado juntos varios pasajes, algunos muy críticos y al mismo tiempo, muy gloriosos, de la trayectoria guerrera de nuestro Regimiento, de ahí que no existen desconocimiento entre nosotros de acciones vivenciadas por uno y otro en nuestra Unidad. Desde este punto de vista quiero referirme necesariamente sobre este nuevo libro del amigo Escobar Rodas. El Cap. Cecilio Escobar Rodas escribió ya dos obras muy importantes sobre la guerra del Chaco, pero en ninguna llegó a tocar informaciones que desnude falencias ajenas innecesariamente.

La primera es: "8 días de vida de una Patrulla", que se relaciona con la preparación de la maniobra victoriosa de El Carmen, que es si se quiere hasta sagrada para los paraguayos y consagrada desde luego plenamente en la historia nacional por hechos históricos y juicios inapelables de hombres responsables en la conducción de aquellas operaciones guerreras:

La segunda: "Mis verdades sobre algunas batallas de la guerra del Chaco", en la que expone a consideración del lector, pasajes que le correspondió vivir en la trayectoria guerrera de nuestro Regimiento, sin buscar de ofender a nadie.

Ahora aparece con la "TERCERA" que intitula: "EL R.I. 18 PITIANTUTA: ACLARACION SOBRE ALGUNOS ACONTECIMIENTOS DE LA GUERRA DEL CHACO", que es para refutar necesariamente infundios con su acostumbrada lealtad a la verdad. Su presente libro divide en tres capítulos bien definidos:

I) El Carmen;

II) Yrendagüe y

III) Machareti

En el primer capítulo "El Carmen", el general Ceferino Vega Gaona, que fuera Comandante del R.I. Bat. 40, en un acto de verdadero atropello, sin ningún argumento razonable, le agrede al Cap. Cecilio Escobar Rodas, en su trabajo de Patrullaje de preparación de la maniobra victoriosa de El Carmen, que el Cap. Escobar Rodas como agredido, gracias a haber actuado dentro de la absoluta verdad, no tuvo inconvenientes para desmenuzar y desbaratar los ataques infundados del general C. Vega Gaona que ha acostumbrado a fundar sus actos en falsedades hasta este su libro “El R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco", que hace que su posición sea vulnerable para un contraataque de defensa que en este caso ejercita muy bien el compañero Escobar Rodas para desvirtuar los cargos infundados del Tte. Ceferino Vega Gaona, con razones y verdades, desnudando hasta con penas la pobreza de concepto y el egoísmo que padece este Señor General. Punto por punto el Cap. Escobar Rodas desbarata los infundios dejando al desnudado al general C. Vega Gaona en sus egoísmos y sus falsedades.

En el segundo capítulo "Yrendagüe", donde el Comandante del R. I Bat. 40, Tte. Ceferino Vega Gaona, tuvo un comportamiento tan vacilante negativo que estuvo a punto de hacer perder el objetivo de la maniobra, "la victoria", con su famoso parte en que insinuaba al Comando Divisionario una retirada, que gracias a eficientes Oficiales de reserva, que supieron interpretar la situación y plantarse firmes ante la defección del Comandante del R.I. Bat. 40, para continuar con el asedio de la defensa del Fortín se pudo salvar el escollo. Su condecoración por esta acción completamente inmerecida, él aceptó sin ningún escrúpulo, usurpando así derechos ajenos. Después de la victoria de Yrendagüe, corrió en el ambiente un trascendido "secreto a veces" de la inconducta del Tte. Ceferino Vega Gaona, que ahora, haciendo uso y abuso de sus falsedades, con intención de cohonestar sus errores, en su libro Yrendagüe-Picuiba, cayó merecidamente en la más enérgica repulsa de sus ex-subordinados.

En el "tercer" capítulo, MACHARETI. En este punto, el Tte. Ceferino Vega Gaona, en su papel de usurpador de derechos ajenos, quiere apropiarse absurdamente de la toma de esta población, poniéndose a contrariar hasta los comunicados oficiales de los Comandos respectivos y la verdad es que cuando él llegó en Machareti, hacía ocho horas y media que dicha población estaba bajo control del R.I. 18 Pitiantuta.


R. I. 18 PITIANTUTA

ACLARACION SOBRE ALGUNOS ACONTECIMIENTOS DE LA GUERRA DEL CHACO

El Carmen - Yrendagüe - Machareti

 

El día primero de Julio de 1991, llegó a mis manos un libro intitulado "El R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco", de la autoría del general de División don Ceferino Vega Gaona, terminado de imprimirse, según consta en el mismo, en los Talleres de la Dirección de Publicaciones Militares de las FF.AA. de la Nación, el 17 de Mayo de 1991. Distribuidos por tal Institución Militar, llegó a mi poder y lo leí con algún interés por tratarse de autor para mí, conocido. Y creo un acierto haberlo leído, pues me enteré con sorpresa de las canalladas del autor. Sus apreciaciones, deliberadamente falsas, interesadas y condenatorias sobre mi posición militar, que considero de mi deber tener que refutarlas necesariamente con razones claras. Yo no podía concebir, ni mucho menos, esperar del general Ceferino Vega Gaona una actitud tan deshonesta. Pero voy a hacer uso del derecho a la defensa y, especialmente, por respeto a los demás , porque la producción del general Ceferino Vega Gaona, deja entrever muy poco sentido de dignidad, tergiversando la verdad, acomodando sus informaciones de acuerdo a sus intereses, como pretendiendo simplemente burlarse de las gentes. Deja de comprender él que el silencio le hubiera convenido mucho más.

La cuestión viene, por lo visto, a raíz de un libro escrito por el Mayor Julio P. Saldívar, titulado "Yrendagüe y otros episodios de la guerra del Chaco", en el cual, después de dar su versión sobre la retoma de Yrendagüe, hace mención a un pasaje de mi libro "Mis verdades sobre algunas batallas de la guerra del Chaco", que se refiere con admiración, al ex Comandante de la 8a. División, Coronel (General después) Don Eugenio A. Garay. No me siento sin embargo ofendido, por sus erróneas e interesadas apreciaciones, ya que son reparables y con ella solo deja en evidencia su flaco concepto (profesional o de lo contrario, una tremenda mala fe, que responde al egoísmo que le caracteriza y que en Yrendagüe, le provocó la repulsa de sus subordinados.

Cabe recordar que con el general Ceferino Vega Gaona, nos conocimos muy poco tiempo. Cuando la maniobra victoriosa de El Carmen, estuve adscripto en su Reg. Bat. 40, como vaqueano. De ahí en más poco contacto tuvimos uno con otro y después de la guerra nunca llegamos a vernos. Pero entre Oficiales, a nivel de ejecutantes de las operaciones de

la 8a. División, formábamos una familia grande. Nos contactábamos con frecuencia y charlábamos sobre nuestras novedades. Tanto el R.I.16 Mariscal López, el R.I. 18 Pitiantuta y el R. I. Bat. 40, teníamos después de la guerra nuestras agrupaciones regimentarías y todas ellas, unidas mas arriba, en la agrupación divisionaria de la D.8. En todas las reuniones que había asistido yo, nunca lo he visto y preguntado por él, daban a entender que no cabía bien entre sus ex subordinados.

Sus retos gratuitos para mí, sin ninguna razón, naturalmente incitan a la defensa y al hacer esa defensa, decir la verdad, duela a quien duela. Por supuesto que, en lo posible, con el debido respeto por la jerarquía. Ya callé en mis obras anteriores, respetuosamente, cosas que no hubiera querido decir, si no mediara este desafío intencional.

Su diferencia con el Mayor Julio P. Saldívar, por lo visto es extensa En lo que se refiere a la retoma de Yrendagüe, Saldívar es ejecutante protagonista y el general C. Vega Gaona, más bien se desligó un tanto de la acción por vía de los incidentes registrados entre el Comando del Reg Bat. 40 y sus subordinados, al oponerse éstos a la propuesta de retirada de su Jefe.

Tanto es así que el Tte. Ceferino Vega Gaona, Comandante del R. Bat. 40 no pudo atinar la hora de la conquista del objetivo, Yrendagüe. El da a mediodía o sea, las 12 horas, en tanto que los protagonistas directos dan de 9 a 10 horas. De ahí que, cuando el Tte. Ceferino Vega Gaona aparecío en escena reptando en el espartillar al mediodía más o menos, al percatar el Tte. Reinaldo Troche de su miedosa presencia, le mandó del rico botín de guerra capturado, un jarro de  lata lleno de bebida alcohólica, haciéndole decir a Ceferino, como le llamaba habitualmente a su jefe, que tome todo de un sorbo y se haga de ánimo para llegar, que el enemigo ya había corrido.

En este su libro, "El R. I. Bat. 40 en la guerra del Chaco", él me hiere gratuitamente, sin razón valedera, con falsedades y he aquí que voy a poner en la balanza nuestros actos para que nuestros amables lectores nos juzguen con justicia.

El Tte. Ceferino Vega Gaona, es condecorado sobre el terreno batalla en Yrendagüe, pero usurpando derechos ajenos, inmerecidamente en una concesión misericordiosa.

En lo que respecta a mí y a mi Regimiento, yo voy a tomarme el deber de contestar sus acusaciones carentes de corduras y de razones.


CAPITULO I EL CARMEN

 

Advierto al amable lector, que, todas las expresiones del general Ceferino Vega Gaona, en los párrafos copiados literalmente de su libro "R.I.  Bat. 40 en la guerra del chaco", para contestar, irá en negrita, bien marcadas, al comenzar y hasta el final de cada párrafo.

Las contestaciones, expresiones mías, irá normalmente, sin ninguna caracterización.

 

PUNTO I:

Dice el general Vega Gaona en la pág. 100 de su obra citada: Este evidente malentendido que acabamos de registrar entre el "Oficial" de diez y nueve años varoniles y pletóricos de entusiasmo" (J. P. Saldívar) que ya en Strongest "aguzó su ingenio" para atribuirse la idea de su maestro el Mayor Chircoff en el caso del lanza "carumbe’i”, ahora escudándose en el de su ídolo el Cnel. Garay, nuestro Comandante de División , también quiere hacer lo mismo con el mérito del Vice Sargento 1 ° Casimiro Valdez y sus patrulleros todos de la 3º Cía., de los cuales, el cabo 1 ° Meneleo Cañiza resultó gravemente herido, y murieron los soldados Rubustiano Velázquez y Wenceslao López, ambos ascendidos post-morten, con lo que venimos a caer en la cuenta que el informe rendido por la patrulla. Escobar Rodas en la tarde del día 7, es decir, al día siguiente de haber confirmado el "Bat. ,40"el último despegue enemigo, no fue el que indujo a la Superioridad para tomar su decisión final, aunque fue como lo sabemos el que probó la existencia del claro, entre los defensores de El Carmen y el ala derecha del Cuerpo de Ejército de Caballería del Cnel. Toro que venía a la sazón presionando sobre las Divisiones VI y IX en Algodonal y La Rosa sucesivamente, y frente a Huirapitindy el II C.E. del Cnel. Añez ,contra el R.I. 14 "Cerro Corá" y por esa causa ordenó, como quedó dicho anteriormente, para que se tratara de capturar prisioneros, los que en última instancia vendrían a dar la información definitiva, desde que no era probable en trance tan angustioso correr el riesgo de operar en tres Divisiones en un frente no estabilizado o contra un enemigo con orden de maniobrar en retirada, como lo venía haciendo el Cuerpo de Ejército del Coronel Franco en nuestra ala derecha.

 

CONTESTACIÓN AL PUNTO I

Creo sinceramente que la contestación más concreta, adecuada y valedera es la Orden General N°- 203 del 8-XI-1934 de la D.8, firmada por el Coronel Garay, que transcribo a continuación, no por mera vanidad sino por el valor del contenido histórico y que copiado dice:

P.C. en Camino V., 8 de Noviembre de 1934  

Orden General

N°- 203

 

1º) Merece ser mencionado en esta Orden General, el excelente desempeño de una patrulla comandada por el Tte. 2°- de Rva. Don Cecilio Escobar Rodas, quien con nueve hombres más pertenecientes como él al Regimiento "Pitiantuta", llevó a cabo perfectamente una exploración de zonas ocupadas por el enemigo.

Observó y oyó lo necesario, sin ser ella vista ni oída. Llegó a la meta que se le había señalado y regresó trayendo los datos e informaciones que se le había pedido. Marchando con cautela como debe hacerlo una patrulla observó entre los enemigos sin verse obligado a disparar un solo tiro y sin recibir fuego porque pasaba desapercibido. Empleó muy bien sus víveres y agua, nada le faltó: ningún hombre se cansó. Recomiendo a todos los hombres de la D.8. la conducta acertada de la patrulla. Este caso demuestra una vez más la eterna verdad: Que cuando hay voluntad decidida y ánimo consciente para cumplir una misión, la misión se cumple: porque no hay obstáculos que con valor, serenidad y buen juicio no se pueda vencer.

Espero que cada hombre de la D.8., tenga presente esto y fortalezca, su resolución de servir honradamente a la Patria.

He aquí la nómina de la patrulla: Tte. 2°- de Rva. Don Cecilio Escobar Rodas, Sargento Don Narciso Cáceres, Cabo Don José D. Torales, Cabo Don Segundo Garay, Soldado Don Simeón Brígido Morales, Soldado Don Francisco Cáceres, Soldado Don Juan E. Sánchez, Soldado Don Ruperto Gayoso, Soldado Don Agustín Villalba y Soldado Don Braulio Aponte.

E. A. Garay, Coronel y Comandante de la D.8.

 

COMENTARIO ACLARATORIO:

El general Ceferino Vega Gaona, un gran criticastro, que cree intencionadamente, llevado por la fuerza de su egoísmo, que puede haberse tomado la decisión o resolución, de llevar a cabo la maniobra victoriosa de  El Carmen, basado en las declaraciones de un prisionero enemigo tomado al azar de un puesto de escucha de una unidad posicionada en una fortificación desde varios días atrás. ¿Que puede haber sabido del conjunto de esas posiciones, el prisionero cualquiera y si supuestamente, sabía, diría acaso la verdad? Esta posición sentada por el general Ceferino Vega Gaona, puede caber solamente en una mente tarada.

En cuanto al claro entre los defensores de El Carmen y Algodonal o La Rosa, sobre el eje Picuiba-Carandayty "bolivianos" de más de 80 kmts. de extensión, solamente puede dudar el general Ceferino Vega Gaona en su pretensión de engañar deliberadamente a los lectores jóvenes, porque , a los protagonistas de aquella jornada no les cabe la duda.

Como dice el mismo general Vega Gaona en su libro "El R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco" pág. 101, párrafo 2, el escarnio de sus mentiras intencionadas ya caerá sobre él, por atropello al derecho ajeno, a la verdad y a su propia dignidad personal y profesional.

Debo manifestar aquí que el Coronel E. A. Garay. Comandante de la D 8. por mi intermedio no ha hecho buscar precisamente un claro, en un rodeo que sería descomunal, bordeando toda la organización enemiga del sector, sino, adelantándose en el tiempo a los servicios de "COMANDO" de que con tanta gala se hizo uso en la segunda guerra mundial, ha hecho explorar y reconocer un rumbo, dentro de la zona ocupada por el enemigo, para conocer su terreno que vamos pisando por primera vez y su organización para actuar de acuerdo en la próxima maniobra que se ejecutaría y se desarrollaría por este mismo rumbo, hasta donde dé las circunstancias. Sabido es que la batalla en su desarrollo puede ir tomando distinto cariz, por cuyo resultado nos esforzamos para inclinar a nuestro favor, donde fuere que culmine. Para la maniobra prevé combates de limpieza de camino, que en su orden de operación N°- 68, el Comando de División establece que el R.I. Bat. 40, irá en punta, venciendo toda resistencia hasta la meta.

El Comando de División por supuesto estaba muy bien informado de dificultades que hay que ir venciendo para llegar a la meta, a cuya advertencia siempre contestaba:

¡Jha ñandé nico yajháta ñañorairovo! ¡Mba, éicha catu pico ñaganata lá guerra!

En castellano, más o menos así:

Y nosotros vamos para pelear o cómo vamos a ganar la guerra.

El Coronel Garay conocía también por mi intermedio un "CLARO” existente en el esquema defensivo enemigo, entre el Camino V o Ruiz y el ala derecha de la posición fortificada del km. 27 de mi rastrillada de internación, descubierto en mi ronda de salida, que ante una dificultad en avance de la maniobra, aprovechó para meter por allí a la patrulla Justo Pastor Acosta del Bat.40 que apresó el camión en que venía el Mayor Celso Camacho, boliviano, con importantes papeles del asentamiento defensivo enemigo, que pudo haber sido un buen complemento de los datos, sobre los cuales, el Comandante de División iba trabajando. Naturalmente que este hecho constituye, parte del desarrollo de la maniobra, que el Coronel Garay iba dirigiendo personalmente desde un lugar inmediato a la punta de la columna de maniobra. Cuando creyó conveniente seguramente, pasó con los patrulleros de punta indicando él mismo la dirección a seguir. El Coronel Garay concebía así la batalla: agredir con violencia y decisión al enemigo es el camino de la maniobra y proceder de acuerdo a las novedades que producen, con las alternativas que pueden presentarse, pero buscar siempre, vencer

 

PUNTO II

En la página 101 de su libro referido, el general C. Vega Gaona, dice:

Párrafo 2.

19.- También, este Tte. Escobar Rodas, como su amigo Saldivar demuestra notoriamente suma imaginación, y poco respeto por buen sentido de los demás, para dedicar la constancia escrita de sus andanzas con el "Jesús en la boca", a las nuevas generaciones cada día más descreídas, que por esa vía pronto hará escarnio y con razón de nuestro pasado de gloria.

 

CONTESTACION A PUNTO II, párrafo 2, pág. 101

En principio hay que saber que por elección del propio Comandante de División Coronel E. A. Garay, he sido designado Comandante de la Patrulla de la D. 8. en la preparación de la batalla de El Carmen.

Como dice el general C. Vega Gaona, es muy cierto que para haber realizado con total éxito este trabajo de patrullaje, había que tener "suma imaginación" porque esta misión, con su infinidad de alternativas, cambiantes, peligrosas, exigía firme decisión patriótica para seguir adelante con el cumplimiento de esta misión, a pesar de los peligros reales que nos acechaban, cada vez más. Dentro de esa infinidad de peligros, había que jugar con el enemigo, a "todo juego".

Imagínese el amable lector, un mensajero mío, el cabo Carmona y su grupo. los últimos cuatro hombres de mis transportadores de agua, retenidos con una acertadísima "imaginación", brindó su valioso aporte para engañar al enemigo en provecho de nuestra labor. A la salida, de vuelta, le confié la misión de buscar y rozar deliberadamente con los ocupantes de la posición que cruzamos momentos antes, y a quienes a la entrada les eludimos maravillosamente. Es con intención de distraer la atención de este enemigo a otro lado. Además, este enemigo averiguaría consecuentemente la importancia del pique de nuestra penetración, que bien marcado, termina racionalmente en un árbol, con inscripciones de datos falsos y de donde escondemos, con buen cuidado nuestra rastrillada de internación hasta 1.500 metros. Una misión rara pero cumplida al pie de la letra, elaborando de esta manera, de a poquito el éxito.

Son imaginaciones volcadas en la realidad positivamente para ver de ir haciendo posible, seguir luchando por lograr el éxito necesario, que por lo que vemos, no cabe en la escasa "imaginación" y mucho menos en la ejecución posible del general Ceferino Vega Gaona.

Es necesario saber también, de que aquí, el que mandó realizar con todo celo este trabajo de patrullamiento, fue el Comandante de la VIII División, Cnel. E. A. Garay, que dirigió la operación de maniobra personalmente, desde la cabeza de la columna de maniobra, conforme a las informaciones obtenidas y que va consiguiendo en el transcurso de la operación.

En cuando al general C. Vega Gaona, como se ve; no tiene conocimiento de las intimidades ni del resultado de este patrullaje mío, (ni tiene porque tener) de manera que sus referencias al valor del mismo, no tienen ninguna importancia, por carecer de seriedad.

Hay tantos testimonios válidos, de importancia, por venir de quienes vienen, que avalan el valor del patrullaje mío. Por citar solamente uno, me permito mencionar el prólogo de mi libro "8 días de vida de una patrulla", emulado y firmado por el General Don Raimundo Rolón, ex Jefe de Operaciones del Estado Mayor General del Ejército en Campaña y que contiene suficientes datos consagratorios que felizmente, de un soplo, borra en este caso, la intención maliciosa del general Vega Gaona.

Para facilitar la lectura de dicho prólogo, lo transcribo íntegro a continuación y que dice:

PROLOGO: "Las Patrullas que prepararon la Batalla del El Carmen".

La Batalla de "El Carmen" cuya victoria se celebró el 16 de Noviembre de 1934, después de 20 días de la histórica reunión de Comandos en Garrapatal: hacen exactamente treinta y tres años, fue una de las acciones más decisivas de la guerra del Chaco. Culminó con la destrucción del " tercer ejército" boliviano y comunicó a nuestras fuerzas el impulso irresistible, que lo empujó hasta el pie de los Andes y las orillas del Parapití. Su planteamiento y ejecución excepcionalmente brillantes, tiene el corte clásico de un Cannas: sus resultados inmediatos excedieron las expectativas. Tanto el número de prisioneros capturados, cuanto el material caído en nuestro poder, fueron de vital importancia; pero aun más relevantes fueron las consecuencias estratégicas y políticas de la batalla. En el frente de desmoronaron los dispositivos del enemigo, y en el teatro de la política fue derrocado el Presidente Salamanca.

La ejecución de esta memorable batalla se hizo posible debido al perfecto cumplimiento de la misión asignada a dos patrullas de reconocimiento y exploración.

Efectivamente, en la conferencia de Garrapatal, el 27 de Octubre de 1934, el Mariscal Estigarribia había expuesto a los Comandantes de las grandes Unidades, directamente comprometidos en la ejecución de la proyectada maniobra, el plan de la batalla. Se trataba de encerrar el núcleo del enemigo, emplazado en la zona de "EL CARMEN" en un gigantesco triángulo cuya base sería formada por la D. I. y el lado norte por la D.8., y el sur por la D.2. Esto sería tácticamente factible, siempre que las huecas que se suponían existir en los dos flancos de las fuerzas bolivianas permitiesen la maniobra de nuestras dos columnas del norte y del sur.

Para decidir esta cuestión fundamental, era imprescindible una exploración previa. De su éxito y de sus resultados dependerían la ejecución de la maniobra proyectada.

Las dos patrullas a cuyo cargo se encontraba esta importantísima misión, fueron despachadas el 31 de Octubre, la exploración del Plano norte, estaba a cargo de la D.8. la cual destacó una patrulla de Oficial al mando del Tte. 2°- de Rva. Cecilio Escobar Rodas y nueve hombres, entre los cuales figuraban el Vice Sargento 1 ° Narciso Cáceres, Cabo 1 °- Segundo Garay y cabo 2°- José D. Torales.

Pertenecían al Regimiento de Infantería N°- 18 Pitiantuta.

La exploración del ala sur, fue confiada a una patrulla integrada por veinte soldados, al mando del Tte. de Rva. Gerónimo Vidal, secundado por los Ttes. Julio Pedrozo y Oscar Giménez Coronel y dos de los mejores Sargentos. Pertenecían los integrantes de la patrulla, al Regimiento de Infantería 10 "Sauce" y Regimiento "2 de Mayo".

La misión concreta de las dos patrullas, además de la exploración de la zona, era trazar el itinerario de la futura marcha de la columna de maniobra. Era imprescindible que las dos patrullas realizasen su misión, sin ser vistas ni oídas por el enemigo. Cualquier encuentro podría traer como consecuencia, que el enemigo se diera cuenta de nuestro proyecto, lo que significaría su fracaso definitivo. Tenían pues, las patrullas que tomar precauciones extraordinarias, para no ser sorprendidas. Para hacerse una aproximada idea de la dificultad del cometido es indispensable tener presente, que la topografía de la zona era casi por completo desconocida. Se exigía de los hombres un don de orientación extraordinario.

En realidad, ejecutaron el trabajo con notable habilidad, venciendo las dificultades más duras que imaginar se pueda. Tuvieron que avanzar en ciertas ocasiones arrastrándose a fin de sustraerse a la vista del enemigo, no podían siquiera, en muchas ocasiones usar sus machetes para abrirse paso através de la tupida vegetación espinosa, a fin de no llamar la atención del enemigo.

Para hablar, tenían que murmurar, a fin de que su voz no pudiera ser oída, y ni siquiera podían encender un fósforo, puesto que la luz podría ser vista por alguna avanzada boliviana.

En medio de estas circunstancias apremiantes, era necesario medir las distancias recorridas, para poder orientar la columna de maniobra con puntos de referencias bien establecidos. El método adoptado era de contaje de pasos: normalmente en la marcha, 63 pasos dobles equivalen a 100 mts. La marcha de las patrullas, empero no era regular. Algunas veces había de avanzar de cuclillas, otra, arrastrándose por el suelo. Tampoco se podía avanzar en línea recta, retenes enemigos obligaban a importantes desvíos.

Se vencieron todos estos obstáculos, y los datos aportados por los patrulleros, se revelaron posteriormente ser de máxima exactitud y de extraordinario valor para la ejecución de la maniobra.

Mientras las dos patrullas ejecutaban sus arriesgadas tareas, Comanchaco esperaba con ansias sus partes. En aquellos instantes todo el porvenir de una batalla en el todo, dependía de dos puñados de hombres. Su capacidad, su inteligencia, su empeño, eran de vital importancia para la futura marcha de la guerra. EN VERDAD, RARAMENTE HABRAOCURRIDO QUE TANTOS DEPENDIERAN DE TAN POCOS.

Dos acciones tácticas de carácter puramente local, y en escala reducidísima, habían adquirido un valor estratégico de proporciones de primera magnitud . Cualquier error, cualquier fracaso de las patrullas afectaría en forma incalculable todos los planes del porvenir.

Fueron seis días de ansiosa espera, hasta el regreso de la patrulla del Tte. Gerónimo Vidal. Vino coronada de pleno éxito: había explorado la picada del flanco sur. La D.2 podría maniobrar sin dificultades mayores:

Dos días más de tensa espera transcurrieron, hasta que volvió patrulla de la D.8. del Tte. Cecilio Escobar Rodas. En su 43 kmts. de marcha había corrido los peligros más amenazadores, pero, había conseguido realizar su exploración sin ser vista, y traía como PARTE la confirmación que también la D.8. podría ejecutar la maniobra asignádale por el Comanchaco.

El Mariscal Estigarribia a base de estas informaciones vitales pudo dar las órdenes definitivas para iniciar la batalla de El Carmen y fijar la hora "H".

Quizá el mejor reconocimiento a la bravura de estas dos patrullas históricas haya sido expresado en la Orden General de la D.8. del 8 de Noviembre de 1934, firmada por el General Eugenio A. Garay. Se refiere específicamente a la actuación de la patrulla del Tte. Escobar Rodas, pero es igualmente aplicable a la patrulla del Tte. Vidal. En su parte significativa dice:

“Observó y oyó lo necesario, sin ser ella vista ni oída, Llegó a la meta que se le había señalado y regresó trayendo los datos y las informaciones que se le había pedido. Marchando con cautela, como debe hacerlo una patrulla, observó entre los enemigos sin verse obligado a disparar un solo tiro y sin recibir fuego, porque pasaba desapercibida. Empleó muy bien sus víveres y agua, nada le faltó, ningún hombre se cansó...

Este caso demuestra una vez más, la eterna verdad: Cuando la voluntad decidida y animo consciente para cumplir una misión, la misión se cumple, porque no hay obstáculo que con valor, serenidad y buen juicio se pueda vencer.

Con todo acierto el actual Capitán de Reserva Cecilio Escobar Rodas nos trae ahora a los 33 años de distancia este relato, que nos muestra la vida pasada por su patrulla en aquella jornada de preparación de la batalla victoriosa de El Carmen, entregando así el conocimiento del PUEBLO, una memorable hazaña de su propia raza.

Como dice el Capitán Escobar Rodas en su mensaje al Pueblo, por conveniencia estratégica se ha guardado secreto sobre este trabajo en su oportunidad.

Ahora que nos ofrece este relato, que lleva el sello de un nuevo esfuerzo y de su verdadero amor a la Patria y teniendo en cuenta las variadísimas incidencias que le deparara el largo aliento de que iba caracterizado en duración y en distancia, cabe recomendar su lectura para conocerse este hecho, tan digno del Pueblo Paraguayo y de su gloriosa fuerza Armada. General Raimundo Rolón.

Ahora me cabe esta pregunta: a) Si le tocara al Tte. Ceferino Vega Gaona con este espíritu mezquino y egoísta, ejecutar este trabajo de patrullaje en aquella circunstancia. ¿Como estaría hoy el Paraguay?.

b) La constancia escrita de las andanzas de mi patrulla, con el "jesús un la boca", dedicada a las nuevas generaciones la hice a pedido de mis Jefes y Camaradas, precisamente por respeto a ellos y por el buen sentido de los demás. Las gentes que no han estado en la jornada, naturalmente han de interesarse por el testimonio de las hazañas de su raza. En este caso, ¿quién debe dedicar estos testimonios a las generaciones nuevas?. Creo honestamente que solamente yo, como responsable directo y aun en vida. Cuando la guerra del Chaco 1932/35, no había periodista especializado, que entrara con nosotros en la organización enemiga a captar la vivencia de la patrulla para transmitir a la opinión pública.

En un supuesto caso, de haber fallecido yo, sin cumplir este deber, entonces si, hubiera quedado una deuda impaga e impagable ya y perdido un eslabón de nuestra historia. Pero ahora está cumplido y con la responsabilidad que siempre me atribuyen mis Jefes y mis Camaradas.

 

PUNTO III

En el párrafo 3 de la página 101 de su libro citado, dice:

Ahora que se ha hecho lugar común las operaciones de tipo Comando, las guerrillas, de toda laya, los Tupamaros, los Montoneros, etc. etc., incluso se reconoce heroísmo en la práctica de la antropofagia, comprendemos mejor que nunca al General Raimundo Rolón cuando advirtió sobre la historia novelada en los términos que siguen: Cuando la historia no nace de la verdad de los hechos, como debe nacer de la experimentación una ley científica, no es historia, por eso cuando no se recurre a las pruebas sino a la imaginación, se hace una novela, sin que ni uno ni otra constituya una historia.

 

CONTESTACION al párrafo 3, pág. 101 de su libro citado

En cuanto al concepto vertido por el general Ceferino Vega Gaona en su descabellado ataque, el mismo se desvanece de por si, por incoherencias.

Con mucha pena debo decir, que el General Ceferino Vega Gaona no cree en el paraguayo en toda su capacidad, que ha demostrado suficientemente en la guerra del Chaco. Cree más en la criminalidad, en la adversidad, en el pesimismo, como se caracterizara este hombre.

En su limitación espiritual, se ubica del lado de los malos elementos sociales, para confundir la criminalidad con el cumplimiento del deber patriótico.

Cree en las guerrillas de toda laya, los Tupamaros, los Montoneros, etc. etc. e incluso reconoce heroísmo en la práctica de la antropofagia. Hay que tener en cuenta que estamos a más de 55 años de aquella guerra de Chaco, en que los paraguayos se caracterizaban por sus virtudes, entre la que se contaba destacadamente la gran lealtad patriótica, a diferencia de las guerrillas y otros, en que se actúa con fría traición, con alevosía, con fines puramente personales y no con ánimo de servir honradamente a una comunidad, a una Patria.

En cuanto a la advertencia del General R. Rolón, que cita: este caso de mi relato en mi libro "8 días de vida de una Patrulla", no puede considerarse dentro de ese principio que alega con tanta mala fe el General C. Vega Gaona, por tratarse precisamente, de un relato nacido de la vivencia real de una Patrulla conocida, que de esta manera viene a documentar un hecho de armas que motivó un histórico triunfo. Al respecto cito nuevamente el testimonio del mismo General R. Rolón, contenido en el prólogo de mi libro "8 días de vida de una Patrulla" transcripta en las páginas 13/16 de esta obra, que hace toda la defensa necesaria.

La patrulla Escobar Rodas (D.8) que se formó y actuó al estilo "COMANDO", se desenvolvió sola dentro de la organización enemiga recorriendo de punta a punta el rumbo señalado y trayendo todos los datos e informaciones que se le pidiera, en el plazo y la forma como condicionara el Comando Divisionario. Hay muchas referencias de la vida útil de esta patrulla y el vacío que hubiera quedado, por falta en la época de periodistas especializados, se llenó con este relato.

Con referencia a la confiabilidad de los datos e informaciones aportados por la patrulla Escobar Rodas, afirma la Orden General N°- 203 que produjo el Comandante de la 81 División en fecha 8-XI-34, o sea, el día siguiente del regreso de la patrulla, que en el proceso de la maniobra victoriosa de El Carmen, se iba confirmando plenamente, llegando yo por esta vía, a merecer el alto honor del aprecio invariable de este gran hombre, este gran héroe, el General Eugenio A. Garay, que de entonces en más, ha cuidado de honrarme cada vez con mayor demostración de su amistad y así, seguir sirviendo a la Patria, siempre con su conducta de hombre de bien, con su gran talento y su capacidad sobresaliente.

 

PUNTO IV

En la página 101, párrafo 4 de su libro, dice:

Recuerdo que sobre este punto cambiando de pareceres con el citado autor fundándome sobre el testimonio del propio Comanchaco (leído entonces en su "memoria" que en el Estado Mayor General, la estábamos publicando en la Revista Militar) le hice notar, que a veces sucede que un mismo asunto adquiere valores opuestos como ocurrió cuando el Comanchaco refutó vivamente la versión boliviana que atribuyó el éxito de El Carmen al buen uso que hicimos nosotros, los que actuamos en los frentes de contactos, del mapa que se capturó del Mr. Celso Camacho, a lo que le opuso nuestro conductor su incontrastable verdad que el hecho de referencia se produjo cuando nuestra maniobra ya estaba en pleno desarrollo y por terminar.

 

PUNTO IV. Contestación al párrafo 4 página 101 de su libro.

En este caso, el general Ceferino Vega Gaona, se deja ver de cuerpo y alma con su egoísmo sin medida, pretendiendo acomodar la situación de acuerdo a sus intereses, pero la razón y la justicia siempre se imponen a las pretensiones antojadizas y encuentra la contestación adecuada y categórica en las mismas versiones del propio COMANCHACO.

Por supuesto, que un mismo asunto, puede tener valores opuestos, como en este caso, con la pretensión antojadiza, quiere oponer la mentira a la verdad, para resultar la contestación adecuada y categórica en la misma versión del COMANCHACO, en los términos que sigue y transcripto por el autor general C. Vega Gaona y que dice:

A lo que le opuso nuestro CONDUCTOR (Comanchaco) su incontrastable verdad, que el hecho de referencia (la toma de los papeles de Camacho) se produjo cuando nuestra maniobra ya estaba en pleno desarrollo y por terminar.

Pero el general Ceferino Vega Gaona, en su deslealtad a la verdad y su desprecio por el buen sentido de los demás no para aquí y sigue con su "varita" de ciego, sin encontrar el camino de la razón y de la verdad para entrar a ubicarse en una posición más acorde y digna de su alta jerarquía.

 

PUNTO V

En la página 102 de su libro de referencia, párrafo 1, dice:

Para nosotros los ejecutantes, sin embargo, ese hecho fue  la clave del éxito, porque gracias a él nuestra maniobra que de inicio tenía el signo del fracaso, se rectificó a tiempo, y con movimientos preciso y estrictamente ajustados, saliendo de la rastrillada que el Tte. Escobar Rodas marcó a lo largo de su extenso recorrido con señales e inscripciones en los árboles: incluso haciéndose ver, amén de otras increíbles imprudencias como la de retener y hacer regresar tardíamente sus transportadores de agua que fueron dispersados y por suerte no cayeron todos prisioneros, logróse de este modo superar todos los obstáculos opuestos por el enemigo hasta concretar la importante victoria en la hora justa, sea para dejar entrar en el cerco a una nueva gran unidad o para frenar el avance del Cuerpo de Ejército de Caballería del Coronel David Toro, ya casi sobre La Faye como se ve después.

 

PUNTO V.

Contestación párrafo 1 de la página N° 102

El general Ceferino Vega Gaona, dentro de su manifiesta inescrupulosidad, pretende expedirse a su manera sobre mi patrulla, sin conocer la razón de ser de ella y las intimidades de su desenvolvimiento esforzado, eficiente y fructífero. Ignorante como se ve del proceso feliz de la acción de mi patrulla, quiere cargarle maliciosamente, fracaso de otro grupo que nada tiene que ver con ella.

Por muchas personalidades civiles y militares de auténtica valía, mi trabajo de patrullaje en el Carmen, está consagrado con su verdadero valor en la historia. De manera que los planteamientos infundados y maliciosos del Gral. Ceferino Vega Gaona, en mi contra, no sirven, ni profesional ni históricamente para nada. Solo sirve para evidenciar su flaqueza.

Por razones obvias y para facilitar la lectura y mejor comprensión del amable lector, transcribo a continuación las piezas que se relacionan con esta contestación:

El General de Ejército Don Alfredo Stroessner, que fuera Presidente irle la República del Paraguay, en carta del 28 de Abril de 1970, dice:

Señor, Cap. (SR) Cecilio Escobar Rodas. Ciudad. Me es grato dirigirle la presente para expresarle la viva complacencia con que he recibido su carta del 16 del corriente mes y un ejemplar de su libro "8 días de vida de una patrulla". En ameno relato Ud. hace vivir al lector las emociones de la misión que tuvo notable repercusión en la contienda chaqueña. Es, igualmente, emocionante la descripción que hace del General Eugenio A. Garay, síntesis de voluntad, abnegación y patriotismo. Es indudable que todos y cada uno de los componentes de la patrulla estaban imbuidos del espíritu del héroe de Yrendagüe, especialmente cuando les dijo: Antes que esperar en nuestras posiciones un fin vergonzoso, es preferible, a pesar de todo, encontrar la muerte heroicamente en busca de gloria para la Patria. Me place hacerle llegar mis más efusivas felicitaciones por la edición de este libro que no solamente enriquecerá la bibliografía nacional sino que viene a documentar un hecho de armas que motivó un histórico triunfo. Como participante de esa acción y como soldado al servicio de nuestra querida patria, le expreso mi reconocimiento por su amable dedicatoria. Le hago llegar, junto con mis mejores saludos de camarada ex combatiente, los más cordiales sentimientos de amistad.

El Doctor César Garay, auténtico veterano de la guerra del Chaco y digno descendiente del gran HEROE General Don Eugenio A. Garay, produjo este juicio:

 

CECILIO ESCOBAR BODAS: UN BENEMERITO

18 años de edad tenía Cecilio Escobar Rodas cuando se incorporó a las filas.

La hoguera crepitaba en el frente, y el novicio llegaba hasta ahí para cooperar en el esfuerzo común engrosando el glorioso contingente aportado por la Escuela de Aspirantes a Oficiales de Reserva.

Era un joven modesto, equilibrado, sin pretensiones. La tremenda vorágine le convocaba a las vicisitudes de la primera línea, para darle oportunidad de acreditar que en su pecho de patriota ardía la llama sagrada, con ímpetu avasallador.

Las primeras acciones bélicas de su Regimiento se perfilaron para consagrarlo definitivamente. Era un combatiente de verdad. Resplandecían en él las virtudes cardinales: sobriedad y templanza, lucidez y abnegación, Amenidad y orgullo silente.

A sus condiciones excepcionales para aquel evento sumaba un maravilloso instinto que siempre guiaba sus pasos hacia el triunfo y el lucimiento, no buscado ni deseado -esto último- por quien se conforma holgadamente con la satisfacción del deber cumplido.

Pronto los laureles de una precoz veteranía comenzaron a orlar su despejada frente de soldado. La superioridad tenía permanentemente dirigida la mirada en él, con el ánimo alerta para confiarle las misiones más arriesgadas y difíciles. Era ya el efecto ineludible de un comportamiento brillante, y el eco cercano de su valor y de su espíritu de sacrificio singularmente notorios. Había demostrado capacidad, y la Patria necesitaba utilizar al máximo sus encomiables aptitudes. Escobar Rodas estaba allí erguido como un semidiós en medio de la refriega, siempre dispuesto a servir sin condiciones a la deidad de sus amores, o a sucumbir en la demanda, con entereza y con honor.

Con tan preclaros antecedentes el Comando de la D.8. le confió la dirección de la patrulla destacada hacia la retaguardia enemiga, en víspera de la extraordinaria maniobra de El Carmen, y patrullaje acerca del cual nuestro distinguido compatriota ha preparado un interesantísimo y apasionante relato que ha de suscitar, a no dudarlo, los más elogiosos comentarios.

La misión cumplida por Escobar Rodas, a la cabeza de un reducido núcleo de individuos de tropa - que con semejante hazaña pasaron igualmente a enriquecer la galería de los inmortales, - se prolongó desde el 31 de Octubre al 7 de Noviembre de 1934, y señaló, a la hora del alba anunciadora, uno de los derroteros para alcanzar la esplendente victoria de El Carmen, genialmente concebida y valerosamente ejecutada por los huestes nacionales.

Mucho es lo que podríamos alegar en homenaje al esforzado y conspicuo iteño, sin incurrir en exageraciones innecesarias. Pero los ditirambos nada añaden toda vez que una resplandeciente y concisa hoja de servicios nos revela con elocuencia insuperable cuales son los títulos verdaderos y cuales los méritos indisputables de tan respetado ciudadano espejo de altas calidades humanas y morales.

Cecilio Escobar Rodas ganó la charretera de Capitán en el fragor las batallas y a punta de coraje y de denuedo. Sobresalió en plena juventud. Luchó sin desmayo por el bien de la Patria, cumplió proezas que no han de ser cubiertas por la patina del tiempo, y los resplandores de más de una gran victoria se reflejaron en su rostro-compendio de dignidad-de hombre sano optimista, leal y sin arrequives ni malicias.

El héroe de entonces es el mismo varón prudente, austero y sencillo que hoy vive consagrado a su hogar, rodeado del afecto de sus conciudadanos, y estimulado - quizás - con la certidumbre de que la posteridad no podrá olvidar que Escobar Rodas participó en las rezonantes acciones de El Carmen y de Yrendagüe, y que ya está reconocido como uno de los genuinos beneméritos de esta tierra santificada por el patriotismo de sus hijos.

Entre sus pares, los guerreros del Chaco, el Capitán Cecilio Escobar Rodas ocupa el lugar que le corresponde.

El Capitán FRANCISCO MIRANDA DA ROSA, que fuera feliz Comandante del R.I. 18 PITIANTUTA, muy querido por sus altas condiciones humanas y respetado por su capacidad y gran comportamiento como combatiente, en su autorizado juicio sobre mi obra "8 DIAS DE VIDA DE UNA PATRULLLA", dice:

Señor, Capitán Cecilio Escobar Rodas Villeta. He leído con detención los originales de su libro próximo a aparecer y cumplo en felicitarlo muy elusivamente por el magnífico aporte que Ud. hace a la historia y métodos a ser aplicados en la patrulla a larga distancia. Entiendo que durante mucho tiempo aún se emplearán en nuestro Continente las líneas con claros de posible infiltración teniendo en cuenta la densidad de población que no excede en general de 6 habitantes por Km2 y que en una contienda se traducirá igualmente en imposibilidad de tender líneas continuas en ancho frente. Su libro titulado "8 DIAS DE VIDA DE UNA PATRULLA" tiene la virtud de ser una obra técnica, clara y didáctica. Ud. comandó esa patrulla a nivel de lo ideal y llevó a feliz término su delicada misión, desplegando, entre otros factores, la máxima responsabilidad y prudencia, valor indomable, astucia y tenacidad, y la firme decisión de llegar al objetivo previsto: y regresó airoso cumpliendo con sobrada amplitud su cometido. Al ser declarada obra útil dicho libro, el Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de la Nación hizo estricta justicia permitiendo que la posteridad se nutra en el ejemplo de los abnegados componentes de la patrulla que hizo posible una victoria tan resonante como la de El Carmen, que trajo como consecuencia el desmoronamiento del sistema defensivo del Ejército boliviano, desde Ballivián hasta cañada El Carmen y cuyas proyecciones, inmediatas y mediatas se concretan en la ofensiva de nuestro Ejército, hasta Villamontes y el legendario Parapití. En su relato Ud. recuerda al gran Jefe Coronel Eugenio A. Garay, el espejo extraordinario en que la VIII División se veía y cuyos ejemplos y lecciones de patriotismo, valor y enteresa moral hemos tratado de emular. Sus arengas patrióticas, su optimismo inalterable, sus órdenes tan adecuadas como terminantes, su elogio amplio a los valientes y olímpico desprecio a los pusilánimes, hizo que soldados de la talla de Ud se sintieran felices al lado del inolvidable "Avión Pytá". En su narración no se observa una sola coma de más. Ud. escribe con la modestia propia del valiente, sin ensalzarse y sin hurtar méritos a los compañeros ni tergiversar los hechos en el afán de promocionar su nombre y autofabricarse glorias guerreras. No creo que nadie se encuentre tan autorizado como yo para emitir un concepto sobre su persona, puesto que tuve el honor de comandar valientes como Ud., Emérito Recalde, Arsenio Molinas y todos los Oficiales, Sub

Oficiales y tropas de nuestro glorioso Regimiento Pitiantuta de Infantería N°°-18. La opinión que he vertido sobre su persona y su actuación brillante no se inspira ni remotamente en el propósito de halagarlo, y de ese modo saldar viejas cuentas, pues, como es bien sabido, yo no tengo con Ud. otra deuda que no sea el honor de haberlo comandado y de admirar sus elevadas virtudes de soldado.

El General Don Vidal Pineda Rodas, distinguido villetano y auténtico veterano de la guerra del Chaco, con relación a mi libro "8 días de vida una patrulla", en las páginas 116/17, emite este juicio:

Señor, Capitán de Rva. Don Cecilio Escobar Rodas. Villeta. Mi más estimado amigo: Con mucha honra he recibido y leído su interesante relato sobre un patrullaje, por entre y detrás de las posiciones bolivianas, realizado a fines del mes de Octubre de 1934 para la victoriosa maniobra de nuestro Ejército sobre el dispositivo de defensa enemiga en el lugar de Cañada Carmen. Vivamente me ha impresionado su relato, especialmente cuando el legendario Comandante de la brava 8a. División, Coronel Eugenio Garay, le despidió y pronunció esta sentencia: "Si al regreso, no nos encuentran en este lugar, caven un poquito el suelo y ahí estaremos esperándolos, "Interpretadas, estas palabras, es que Ud. Capitán Escobar le tocó en suerte, de ser comandado por un Jefe, que jamás le abandonaría a su destino, y si fuerzas enemigas superiores, arrasan a los nuestros. El, su Jefe, no retrocedería, sino cavaría una "ancha tumba" para esperarlo. También es digno de mención, la captura del centinela boliviano, que luego fue libertado, porque no podría conducirlo ni ultimarlo, porque en ambo casos, REVELARIA la presencia de los Enemigos, entre Ellos. Pero lo más curioso del caso, es que AQUEL feliz soldado que su hora aún no llegaba cuando declaró lo que a él le ocurrió, nadie creyóle y lo que EL vio fue un PATRULLA FANTASMA. Y este es el nombre, Capitán Escobar Rodas, con que pasará a la historia, su grupo de (10) diez valientes hombres, que con  Ud realizaron durante la guerra del Chaco el patrullaje más importante y que con decisión y espíritu de sacrificio, ha sabido cumplir la orden del Comando Superior, con energía y heroísmo propio del soldado guaraní, dignos descendientes de los mismos, que defendieron las trincheras de Curupayty, las Lomas Valentinas y cerraron sus ojos, sable en mano, en los bronces inmortales de CERRO CORA. Capitán Escobar Rodas, la peligrosa misión cumplida está en los corazones de todos los que tuvimos el honor de defender la heredad chaqueña, pero a medida que pase el tiempo, y cuando huevas generaciones conozcan su brillante actuación, he aquí, que el bronce perpetuará su nombre, para honra y orgullo de los suyos y de su Ciudad Natal por haber acunado al hijo, que honraría luego, a la bendita tierra paraguaya. Una vez más me honro de hacerle llegar mis más cálidas felicitaciones, por aquella actuación, pero más que por ello, por haber dejado testimonio sobre el papel de esa hazaña y no, como otros brillantes excombatientes actores de singulares acciones de armas, que ya llevaron y llevarán... consigo hechos históricos, pero que no revelaron en su hora... en su tiempo, y que solo el frío mármol de la tumba, será testigo mudo, de esas gloriosas hazañas. Sin otro particular, reciba Ud. mi amigo, un fuerte abrazo de su affmo.

El ilustre General, Don Raimundo Rolón ex jefe de Operaciones de nuestro Ejército en Campaña, en oportunidad del lanzamiento a la venta de su libro "8 días de vida de una patrulla" en el local de la Librería Comuneros, dice:

Distinguido Público: Estamos reunidos aquí para lanzar a la calle una obra de las "Ediciones Comuneros" que se intitula "Ocho días de vida de una Patrulla", de la que es autor el Capitán de Reserva Don Cecilio Escobar Rodas.

Por encima del carácter bibliográfico y comercial de la reunión, una honda emoción nos embarga al solo pensar en los diez hombres lanzados a fina misión riesgosa y de cuya exitosa ejecución dependía la conquista de un objetivo transcendente. Indudablemente, hay cierta similitud aquellas horas vividas con la odisea de los astronautas, naturalmente dentro de la relatividad, con un fondo nebuloso en que el dilema está y estuvo entre la tragedia y la gloria. El libro, de escaso volumen, si, empero, encierra un mundo de enseñanzas y sugerencias, además de su valor histórico. Si empezáramos a analizar los prolegómenos que dieron motivo a esta decisión de enviar las dos patrullas: la de Vida de la D. 2 y la de Escobar Rodas, de la D.8., luego de la reunión de Comandos en Garrapatal el 27-X, encontramos que la situación general del país no era la más halagüeña: Los países neutrales empezaron a hacer efectivo el embargo de armas para beligerantes: la neutralidad benévola de la Argentina declinaba ostensilmente: la psicosis guerrera empezaba a flaquear por la falta de acciones decisivas: las finanzas nacionales hacían notar que las arcas estaban vacías: el Gobierno se conformaba con los éxitos alcanzados y no quería exponerse a contingencias desfavorables, los parques estaban semi vacíos, no habían perspectivas de aumentar nuestro poderío aéreo, por demás escasos: transporte lo mismo. Nuestra logística ya no respondía. el orden operativo: nuestras fuerzas combatientes estaban envueltas en semicírculo, por la punta derecha fijándose decididamente en Ballivian, baluarte que iba siendo inexpugnable, que el enemigo lo llama orgullosamente el Verdún Americano: la punta izquierda apuntando peligrosamente sobre el P.C. del Mariscal Estigarribia en Camacho en una ambiciosa misión de copar a todo el Ejército Paraguayo por su costado derecho, con el apoyo de las fuerzas enemigas destacadas en el sector Ingavi-Ravelo. Las perspectivas eran bastante obscuras, pensando en el valor numérico de fuerzas y armamento del enemigo. Razón tenía, pues ante este panorama, que el mismo presidente de la República, de la escuela filosófica de Augusto Comdte. analizara fríamente la situación, y en un rapto de sinceridad estampar en una carta a Estigarribia: Estamos en el peor momento de la guerra. Edgar Poe había afirmado: Hiere tu corazón, he ahí al el genio. Y fue entonces que Estigarribia se sintió herido en su fibra de patriota y decidió echar en la balanza su estrella de genio guerrero, y decidió destruir al enemigo por líneas interiores en una de sus más audaces concepciones. Para el efecto decidió la reunión de garrapatal y allí puso en manos de dos patrullas la suerte del principio del fin que fue la batalla de Cañada El Carmen. El éxito con que fue realizado el patrullaje por el ala derecha a cargo de la D.8., Comandada por el ínclito Coronel Eugenio A Garay, van a leer en las páginas de este libro. Constituirá vuestro deleite espiritual leer las órdenes, proclamas y recomendaciones impartidas personalmente por ese viejo mosquetero sin par, que paseó su figura rutilante por las filas de nuestro glorioso Ejército. Jamás van a lamentar haber gastado, tan poco, y haberse impregnado de una lectura tan emotiva que quisiéramos no terminara nunca. El Capitán Escobar Rodas, como el Tte. Vidal, así como el Tte. Abel García Meza, Jefe de la patrulla del R.I. 3 "Corrales" que completó el cerco, son joyas vivientes de un pasado glorioso, nuestra es la suerte de verlos todavía pasear por los senderos abiertos de tierra que amaron con inteligencia, bravura y patriotismo. El Comandante en Jefe de las FF.AA. de la Nación General de Ejército Don Alfredo Stroessner, ha declarado "OBRA UTIL", en solidaridad con el esfuerzo que significa estar en nuestro medio trabajos de esta naturaleza, por tantas dificultades que es obvio mencionar. Con amplio espíritu de patriota y renovada emoción os recomiendo el libro "Ocho días de vida de una Patrulla", por el Cap. de 8va Don Cecilio Escobar Rodas, aquí presente.

La hábil pluma del Capitán Blás A. Ojeda, que fuera estimado Director del periódico "Trinchera", en un comentario sobre el lanzamiento a la venta de mi libro "8 días de vida de una Patrulla", produjo su opinión, como sigue:

Ojos y oídos anticipados de los Comandos, las Patrullas jugaron un papel muy importante durante la guerra del Chaco. De una de ellas nos habla el Capitán de Reserva Cecilio Escobar Rodas, en libro de reciente aparición. Se trata de la expedición comandada por el autor, que en ocho días totalizó 43 kms. internándose profundamente en el dispositivo enemigo, cuyas posiciones, defensas y previsiones "RADIOGRAFIO" en una de las proezas más brillantes en su género de toda la contienda. El relato hace vivir al lector la tensión que presidió aquella aventura por el bosque, eludiendo la vigilancia boliviana, penetrando en sus puestos fortificados, levantando croquis de los preparativos realizados. La patrulla fue despachada como estudio previo a la gran batalla de El Carmen, aquella joya de la guerra, frecuentemente equiparada a la Batalla de Tanembero los Lagos Masurianos. La información acumulada permitió a nuestro Alto Comando actuar con un valioso conocimiento del terreno y de la ubicación de las tropas adversarias y fue uno de los factores del brillante triunfo alcanzado. Escrito en un estilo sencillo y claro, el relato revive el esfuerzo realizado y muestra a sus integrantes en la plenitud de las virtudes que caracterizan al soldado paraguayo. Todos los obstáculos fueron superados, la distancia y la sed vencidas. Comanchaco y Presidente de la República felicitaron a sus

oponentes. Y la "Patrulla Escobar" se incorporó a la leyenda en que se fue nutriendo el acerado espíritu de nuestros invictos verde olivos. El volumen circula con el signo de la Editorial Comuneros, que de este modo continúa su ejemplar labor de divulgación de temas nacionales. Ha sido declarada OBRA UTIL para los Jefes y Oficiales de las Fuerzas Armadas de la Nación.

El compañero de Unidad, con quien estiramos juntos la campaña guerrera de nuestro Regimiento Pitiantuta, Tte. 1°- Don Arsenio Molinas, al expedir su opinión sobre mi libro : "Mis verdades sobre algunas batallas de la guerra del Chaco", expresa en la página 22, párrafos 4,5,6,7, y 8 lo que sigue:

Por lo tanto, desde esta óptica de protagonista de aquellas acciones voy a emitir mi opinión sobre esta obra delineada sobre su vivencia personal en su papel protagónico, para responder así a la verdad en una fiel demostración de respeto y lealtad hacia la posteridad y hacia la ver histórica.

En su libro "8 DIAS DE VIDA DE UNA PATRULLA", hemos visto que a pesar de que cada día que pasaba el peligro se volvía mayor, actuó con absoluta serenidad y gran sentido de responsabilidad a costa de su propia vida, con tal de lograr el objetivo señalado y encomendádole por la superioridad.

Al regreso de esta misión, trajo consigo informaciones vitales y que serían transcendentales a los fines ulteriores de nuestra Unidad. ¿Quién puede dudar de la fidelidad a la verdad de este hombre?

Si el Comando de División fiado plenamente en su honestidad se adelantó a felicitar a su patrulla, a través de la Orden General N°- 203 del X1/34 de la D.8.

En la maniobra victoriosa de El Carmen fueron confirmados los datos e informaciones aportados, mereciendo cada vez mayor consideración del Comando Divisionario y de los Camaradas de la Unidad.

En consecuencia, la lectura de esta obra trajo hasta mí los recuerdos de las experiencias vividas en los cañadones chaqueños, ya que su relato escrito con fluidez, amenidad y total fidelidad a la verdad histórica, posee la virtud de revivir aquellos días casi con el verdadero realismo en su descripciones.

Hasta aquí la transcripción de valiosos testimonios de los muchos que tengo en mi poder. Creo que con estas piezas transcriptas se responde adecuadamente al desmentido de esa perorata, pero en particular quiero contestar cuatro puntos, que otros no los van a poder contestar, sino yo que he vivido la verdad de las intimidades de esa actividad patrullera y conozco sus razones y sus motivos:

I. Nuestra maniobra que de inicio tenía el signo del fracaso, etc. etc

Como vemos y vamos a ir viendo, el "pesimismo" era el signo representativo de la conducta del general Ceferino Vega Gaona.

Si la misma maniobra se comenzó y se hizo bajo el signo del fracaso. Hay que reconocer que nunca, ante un enemigo más numeroso y mejor armado, hemos tenido una posición ventajosa que aprovechar, como en este caso. Se hizo la operación como un tanteo, con los datos e informaciones necesarios en manos, jugando el todo por el todo en una batalla, buscando precisamente salir de ese signo del fracaso, y que gracias a una directiva inteligente y una ejecución consciente y decidida se llegó maravillosamente a la ansiada victoria.

II. Señales e inscripciones en los árboles, a lo largo de su extenso recorrido.

Yo diría que le falta indicar cuantas señales e inscripciones encontró a lo largo de los 31 kilómetros que hemos recorrido de mi larga rastrillada, en la maniobra, para poder establecer si era imprudencia. Y si no dejaba la patrulla algunas indicaciones, lo estrictamente necesario. ¿Como se justificaría en la maniobra, la patrulla, ante los Superiores? ¡Me parece muy pobre imaginación, la del General Ceferino Vega Gaona!.

III. Incluso, haciéndose ver.

Si, la primera vez intencionalmente: era por la necesidad de engañar, precisamente, al enemigo, que resultó 10 puntos. Los 4 aguadores largados últimos, que cumplieron ordenadamente su misión, de acuerdo a la previsión, no se desbandaron jamás. Otra mentira del general Ceferino Vega Gaona, por ignorar lo que pasó, o por pura mala fe.

La segunda vez, el apremio del tiempo y las circunstancias, nos hicieron andar con un poquito de apuro y nos llevó a dar con una pequeña sorpresa. Un centinela enemigo apostado sobre la ruta de nuestra circunstancial dirección, a 36 kilómetros de nuestra base. Lo tomamos forzosamente y volvemos a largarle sano y salvo. Gracias a esa abundante pero realista imaginación del Tte. Cecilio Escobar Rodas y la paciente obediencia de sus patrulleros, se pudo salvar adecuadamente esta dificultad, sin que el enemigo pudiera apercibirse.

No sé de autor boliviano, que haya mencionado en su oportunidad, la aparición de esta patrulla en su retaguardia profunda, que de haberla captado, por supuesto, que con su contramedida oportuna hubiera anulado nuestra maniobra. Resultado, 10 puntos, y

IV. Amén, de otras increíbles imprudencias, como la de retener y hacer regresar tardíamente a sus transportadores de agua que fueron dispersados y por suerte no cayeron todos prisioneros.

El general Ceferino Vega Gaona, con su espíritu tan mezquino y conservador no puede llegar a ubicarse en nuestra verdadera situación y por consiguiente, completamente NULO para concebir y más NULO todavía para cumplir una misión parecida. La verdad que, el enemigo en aquel entonces, amenazando copar a nuestro Ejército en un semicírculo de fuego. Con su ala derecha fija en Ballivián y su ala izquierda apuntan peligrosamente sobre el P.C. del Comanchaco en Camacho. Una ambiciosa misión que estaba llegando al término de su organización para su pronto inicio. El Estado Paraguayo estaba en la imposibilidad ya de satisfacer las demandas del Ejército. Hubo un peligroso cambio en el orden internacional. Según el Comandante de la 8a. División Coronel Eugenio A. Garay el caso era de luchar con decisión, tenazmente, a todo trance, antes de que sea muy tarde. Actuando con decisión y buen juicio se puede vencer y conseguir la victoria.

Nosotros, los patrulleros estábamos plenamente imbuidos del espíritu del Comandante de División, en los 4 días seguidos de sesión de capacitación y de ahí, hasta recurriendo necesariamente a artimañas, procurábamos cumplir sus órdenes y ponernos a la altura de su confianza.

Con relación al regreso de los transportadores de agua, el general Vega Gaona demuestra que ignora lo sucedido y tal vez por desconocimiento y quizás también maliciosamente, da al respecto una información tan falsa, como queriendo desviar al lector de la línea de la verdad. Estos transportadores de agua que el General Ceferino Vega Gaona afirma haberse desbandado y que por suerte no cayeron todos prisioneros, según su referencia, es el grupo de 4 hombres a cargo del cabo Carmona. Este grupo, sin embargo, suficientemente instruido, llegó a cumplir serenamente su misión, sin ninguna sorpresa, sin motivo para desbandarse jamás, corno pretende el general C. Vega Gaona. La actuación distinguida de este grupo de 4 hombres a cargo del cabo Carmona, fue citada en un Cifrado de la 8a. División al Comanchaco. (Ref. pág. 88, libro II Tomo del General R. Rolón).

Aclaro que el que chocó fue un grupo de un pelotón más o menos que salió varios días después de mi patrulla, para acercarme víveres y agua por mi rastrillada, a cargo del Tte. Sixto Lima Godoy. Chocó en el Km. 20 de mi pique de internación, desbandándose, pero no tenía nada que ver con mi dotación.

Por supuesto que daba lugar para creer que haya podido comprometer mi suerte y por consiguiente la de la maniobra preparada y en consecuencia, este oficial, responsable del hecho, estaba castigado en la Comandancia de la División cuando yo volví con mi patrulla. Luego, fue trasladado para la maniobra, al R.I. Bat. 40, me dijeron que en previsión de posible represalia. Sin embargo, yo atribuyo a su choque, casual o intencional, un buen grado de aporte en provecho de mi seguridad.

Aquí cabe insistir con el adecuado, digno y valioso concepto del Comandante de la 8a. División, Coronel Eugenio A. Garay, que dice: "Cuando hay voluntad decidida y ánimo consciente para cumplir una misión, la misión se cumple, porque no hay obstáculo, que con valor, serenidad y buen juicio no se pueda vencer"

Aquí también vale la pena, una disgresión, para advertir mis dudas sinceramente, sobre este señor general. Resulta que sus planteamientos, contrariando a sabienda las verdades, me huele a una persona con mentalidad anormal. Sus falsas informaciones que se le prueban, las tergiversaciones de las verdades claramente en su provecho, muy descalificadora para su caso de tan alta jerarquía.

A mi me persigue en su libro, solo por haber expresado mi admiración y rendido mi modesto homenaje a un auténtico héroe nacional, reconocido y admirado por el pueblo paraguayo, en mi libro "MIS VERDADES SOBRE ALGUNAS BATALLAS DE LA GUERRA DEL CHACO". Se trata del General Eugenio A. Garay y cuyo pasaje, el Mayor Julio P. Saldívar transcribiera en su libro "`Yrendagüe y otros episodios de la guerra del Chaco".

Hasta aquí, lo único que ha demostrado el general Ceferino Vega Gaona en su libro, es su muy baja cuota de paraguayidad y también, de su profesionalidad.

Como vemos en su mala e indigna intención, pretendiendo disminuir el mérito legítimo y bien reconocido de mi patrulla, incurrió en forma deliberada a falsedades claras que solo le disminuyen a él y por más que se esfuerce en hacerlo, nada le ha salido a su satisfacción, porque se puso contra la razón, la justicia y sobre todas las cosas, contra la verdad.

En el mismo párrafo 1 de la pág. 102, en la primera parte, expresa: "Para nosotros los ejecutantes, sin embargo, ese hecho fue la clave del éxito, porque gracias a él nuestra maniobra que de inicio tenía el signo del fracaso, se rectificó a tiempo, y con movimientos precisos y estrictamente ajustados, saliendo de la rastrillada que el Tte. Escobar Rodas marcó, etc. etc.

Sin embargo, ha de ser él, tal vez, el único "ejecutante desubicado” que llevado por la fuerza de su egoísmo habrá pensado de esa manera porque como un mentís categórico, está el hecho de que la AGRUPACION 8a. DIVISION DE VETERANOS DE LA GUERRA DEL CHACO, incluso de R.I. 16 Mariscal López, R.I. Bat. 40, y R.I. 18 Pitiantuta y con la adhesión de la Ciudadanía Villetana, me ha entregado en un acto público, en salones del Centro Jóvenes Unidos de la Ciudad de Villeta, como testimonio de reconocimiento y admiración de mi actuación feliz, una medalla de oro, con pergamino alusivo, con motivo de un aniversario más de la batalla de El Carmen.

Este acto patrocinado con espontaneidad por los gloriosos y auténticos protagonistas de las victorias de El Carmen e Yrendagúé que conocen realmente por haber vivido el verdadero proceso de esas victorias, confirma la autenticidad de la gloria de mi patrulla y enaltece y honra tanto, como una condecoración, porque hacen con espontaneidad, con conocimiento y por consiguiente, con la verdadera justicia, compañeros que glorificaron con su comprensión, con su buena voluntad y su esforzado sacrificio a la 8a. División y al Ejército Nacional. Digo comprensión y sacrificio por haberse aceptado disciplinadamente esa actitud necesariamente agresiva observada por el Comandante de la 8a. División, Coronel Garay, ante nuestra clara inferioridad de condiciones que según trascendido de la época, en su hora, fue un toque de alerta, que indujo a sus pares que se mostraban indecisos, a la decisión hacia la realización de la maniobra, que en ningún momento se mostraba favorable para nosotros. Pero consciente de que una defensiva a esa altura de los acontecimientos no nos favorecía, sino, por el contrario, había que golpear, agredir ya, atacar con decisión y con los medios disponibles, antes de que sea muy tarde, para desnudar las realidades del enemigo y así ir asestándole golpes precisos y necesarios sobre el terreno que ya tienen conocido. Los 31 kms. recorrido ya por la columna de maniobra sobre mi rastrillada ha demostrado suficientemente la importancia de la patrulla y la veracidad de las informaciones obtenidas. El buen Conocimiento del terreno que el Comandante de División tenía, le hizo posible ir orientando y explotando la situación en provecho de la maniobra. Mismo la captura del camión del Mr. Camacho (boliviano) fue producto del Conocimiento del terreno, explotado en el desarrollo de la operación de maniobra. Y gracias a esa hábil y agresiva dirección impuesta por el Comando Divisionario a la conducción de la maniobra, se produjo el resultado del concepto mantenido por el Coronel Garay, la Victoria. Si seguíamos en espera de una evolución favorable de la situación, francamente improbable. ¿Que hubiera sido de nosotros?.

 

PUNTO VI

En el 2°- párrafo de la pág. 102 de su libro, dice:

El General Rolón al prolongar la obra "8 días de vida de una patrulla, también por el efecto que acabamos de señalar y por creer que nosotros nos guiábamos por la tal patrulla, incurrió en apreciaciones que para nosotros (¿ ?) ofrecen serios reparos porque la del Tte. Vidal y sus colaboradores, si que fue en verdad un patrullamiento inteligente y feliz y su División se benefició de él realizando su parte en la maniobra de conjunto, sin oposición y por sorpresa, para luego enfrentar a su enemigo a pie firme en el lugar por ellos elegidos para derrotarlo sin apelación.

 

PUNTO VI. CONTESTACION al párrafo 2 de la pág. 102 de su libro

Es sencillamente impresionante pues, la pobreza de concepto con que se muestra el general Ceferino Vega Gaona. ¿O está fingiendo interesadamente? Hasta ahora no quiero creer que este trabajo sea producto de él. Por lo demás, se nota que el general Ceferino Vega Gaona pretende que la patrulla mía le hiciera el camino para la maniobra y le libere el ese camino de enemigos, para que él dormido cómodamente sobre los laureles reciba condecoraciones. El resultado de la acertada decisión del Comando Superior de llevar a cabo la maniobra, está a la vista, la victoria. Y hay que comprender, que todo lo que se va haciendo después del inicio de maniobra, corresponde al desarrollo de la misma.

Entre la patrulla Vidal y la mía se observa clara diferencia: su conformación, dotación de efectivo, meta u objetivo, tiempo de duración y su ejecución. Tal vez el hecho responda a las circunstancias que rodeara a cada caso o a la mentalidad diferente de cada Comando encargado de la operación. Aunque las dos patrullas tuvieron en un principio el mismo objetivo: dos kms. más o menos al S.O. de El Cruce, sobre el camino V o Ruiz, para redondear el reconocimiento, abarcando toda la organización enemiga; caminos, posiciones, etc. etc. Pero la mía para llegar a ese objetivo por el hueco o vacío que debió existir entre el Cuerpo de Reserva General (boliviano) y la Caballería del Coronel Toro, que sugirió el general Ceferino Vega Gaona, era inconcebible por la distancia a recorrer y el tiempo a emplear, entonces el Comandante de la 8a. División me hizo reconocer "UN RUMBO" para abordar por allí luchando porfiadamente por su objetivo. Repito, un servicio tipo "COMANDO". El amable lector ya sabrá hacer sus apreciaciones para la discriminación que se quiera hacer. El Comandante de la 8a. División, sin titubeo dio su veredicto con respecto a mi trabajo diciendo: "Merece ser mencionado en ésta Orden General el excelente desempeño de una patrulla comandada por el Tte. 2°- de Rva. Don Cecilio Escobar Rodas, quien con nueve hombres más pertenecientes como él a Regimiento Pitiantuta, llevó acabo perfectamente una exploración de zonas ocupadas por el enemigo. Observó y oyó lo necesario, sin ser ella vista ni oída. Llegó a la meta que se le había señalado y regresó trayendo los datos e informaciones que se le había pedido. Marchando con cautela como debe hacerlo una patrulla, observó entre los enemigos sin verse obligada a disparar un solo tiro y sin recibir fuego porque pasaba desapercibida. Empleó muy bien sus víveres y agua, nada le faltó, ningún hombre se cansó etc, etc.

Como puede verse mi patrulla se integró con un efectivo total de diez hombres, muy propio para el servicio de sus fines. Por supuesto, que con más dotación de personal, no nos hubiésemos podido mover entre enemigos y nuestra misión se hubiese frustrado trágicamente.

El general Ceferino Vega Gaona, desde luego, ha tenido el derecho apreciar las cosas a su manera, de inclinar su preferencia por quien quiera y decir libremente lo que quiere: lo objetable es que saca a relucir su egoísmo tan fuerte que le hace salir de la línea de equilibrio para caer en un fanatismo descontrolado. Era de esperar de él un juicio más sobrio y equilibrado, acorde con la dignidad de su alta jerarquía.

 

PUNTO VII

En la pág. 105, párrafo 2°- de su libro, dice:

Aquí también corresponde transcribir los dos últimos apartados de la página 63 de la obra "8 días de vida de una patrulla, "sin comentario el primero y el segundo por pedir a gritos una prueba,

porque no habiéndose producido el solicitado ascenso durante toda la perra, (1) se lesiona la personalidad del proponente: salvo que el agraciado (Tte. 2° Cecilio Escobar Rodas) en vez de imprimirle el trámite de rigor, a la propuesta referida, se la haya guardado en el bolsillo como "souvenir".

Y sigue en la página 106, diciendo:

Los párrafos de referencia, respectivamente dicen:

a) Ese día 10 de Noviembre de 1934, la División 8a. se puso en movimiento. Voy con la vanguardia constituida por el Reg. Bat. 40, sobre las huellas del histórico patrullaje. (sic).

b) Ya en el pique de maniobra-Rastrillada Escobar - el Coronel Caray, como premio y estímulo a mis esfuerzos, me entrega la copia del pedido de mi ascenso sobre el terreno.

 

PUNTO VII. Contestación a los párrafos transcriptos de las págs. 105/106.

En principio debo manifestar, que soy Oficial de Reserva, que entonces, 1934, tenía 19 años de edad, sin ninguna pretensión para beneficio propio. Si el beneficio viniera como justicia, bienvenido, pero para haber pretendido dejar mi puesto de honor en la línea de combate para venir a retaguardia a "imprimir trámites" a una solicitud de ascenso, como sugiere el general Ceferino Vega Gaona, jamás pasó por mi mente. La única preocupación que llenaba mi mente, era la defensa honrada de la Patria. niego en absoluto que durante la guerra del Chaco, como varios otros compañeros meritorios y propuestos a ascender, no he recibido ningún ascenso. En ningún momento, sin embargo, me sentí frustrado por esa actitud de la retaguardia, que en cierto modo ha sido un poco patrón de conducta para con muchos heroicos protagonistas de esta guerra. Por otra parte, lo importante es estar en paz uno consigo mismo, por saber que lo hecho por el ideal que sustentamos por ese sagrado suelo que es la Patria, ha sido satisfactorio y ha respondido plenamente a las expectativas históricas. Mi conducta desde luego, no necesitaba de motivaciones basadas en el halago, pues, he ido a combatir porque amo a nuestra Patria y porque ella constituye uno de los valores más altos que ostento con orgullo. Con mis 19 años de edad y por orden del Coronel Garay, he llegado a comandar un Batallón de mi Regimiento, al lado de los Ttes. Emérito Recalde y F. Arsenio Molinas que fue un privilegio digno de enorgullecer al más pintado combatiente.

Los ascensos y condecoraciones, vinieron recién después de la guerra, pero por aquellas acciones de guerra, y sin ningún reclamo, sin necesidad de andar imprimiendo algunos trámites, porque todos habían sido ganados justicieramente.

En cuanto a la lesión de la personalidad del proponente, en caso de no producirse su propuesta, en la guerra del Chaco era una rutina que hacía víctima tanto a proponentes como a propuestos, de manera que fácilmente podría pasar desapercibida.

Por lo demás, los ascensos y condecoraciones que me dieron, seguramente ya justifican suficientemente mi actuación útil en la guerra del Chaco.

 

PUNTO VIII

En la pág. N° 112, párrafo 4, dice:

Notamos en esta primera jornada que nuestra descubierta tuvo necesidad de combatir para abrirse paso y establecer luego una cabecera sobre el camino XV para que el grueso lo cruce, porque aquel "histórico patrullaje" no fue nada fantasma (1) como debió serlo, para evitar de dejar rastros delatores, aunque sí para escuchar unas supuestas conversaciones en el simpático lenguaje populachero de patoruzú, poniendo en boca de los bolivianos las expresiones "chi" y `po':

PUNTO VIII. Contestación a este párrafo 4º de la pág. 112:

Aquí, ante tantas peroratas, me veo en la imperiosa necesidad de recurrir a las elocuentes y graciosas expresiones de aquel soldadito, que ante las exigencias extravagantes de su Jefe, le contesta:

¡MI GENERAL, RECA,U YEYMA NICO REINA!

Como se ve, el general Ceferino Vega Gaona, insigne pescador de méritos ajenos como vamos a ver, también, mas adelante, pretendió que una patrulla que estudió con sacrificio un rumbo para la maniobra, le haga también la limpieza de enemigos de ese rumbo, para entrar él a servirse de la mesa puesta, a cosechar laureles tranquilamente. No. El sacrificio esta vez iba a ser para todos. El Comandante de División que sabía lo que quería y lo que iba haciendo, ordenó que la unidad de vanguardia vaya venciendo toda resistencia hasta la meta. Por lo visto, el Comandante del R.I. Bat. 40, no llegó a comprender la situación e iba ejecutando ordenes superiores, sin saber porque ni para qué.

Lo que dice después, son peroratas que no tienen ninguna importancia, por falta de argumentaciones razonables, en su pretendida crítica.

 

PUNTO IX

En la pág. 113, párrafo 4°-, dice:

Ese enemigo sorprendido y batido por nosotros resultó ser un Batallón del "Ayacucho" y un Escuadrón Divisionario que estaban allí para organizar una posición a caballo de la rastrillada de aquella patrulla "fantasma" del Tte. Escobar Rodas.

 

PUNTO IX. CONTESTACIÓN a la pág. N°- 113, párrafo 4°

Gracias al general Ceferino Vega Gaona por justificar, aunque involuntariamente, el calificativo de "fantasma" a la patrulla del Tte. Escobar Rodas.

Sin embargo, para ser sincero, debo expresar que ese movimiento de tropa enemiga, sin asentarse firme todavía en posición, debió responder a una movilización con intenciones defensivas del enemigo. Por supuesto que la columna de maniobra en su avance iba luchando, combatiendo y su ruido seguramente habrá motivado algún desplazamiento de tropa en una idea defensiva. Pero de acuerdo al principio del Comando Divisionario, luchando, atacando se puede vencer y se venció, prueba de ello está la victoria EL Carmen. Este punto que refiere el general Vega Gaona fue una cobertura ligera de la posición fortificada del kilómetro 27 de mi rastrillada de internación según el general C. Vega Gaona, desocupada cuando el patrullaje, pero téngase en cuenta que fue allí el roce con enemigo concretado por el grupo del Cabo Carmona, en cumplimiento de su misión de acuerdo a instrucciones recibidas. Y este lugar de choque de la avanzada de la columna maniobra, no fue otro, sino el lugar donde el Tte. Lima con su grupo, aprovisionadores, chocó y se desbandó. Claro que no es lugar para andar con 30 hombres, más todavía con carga de provisiones. Al desbandarse no cuidó de la seguridad y por supuesto que desde ese punto hacia Camino XV, al norte, queda a merced de la voluntad del enemigo, cuidando a su antojo, pero sin saber los bolivianos, lo que tenían adentro, una patrulla. que trabajaba a conciencia, para extraer todos los datos e informaciones que le había pedido el Comando. Es un punto, cruzando un poco hacia el sur el famoso pique E.O. y antes de alcanzar el campo de tiro de la posición fortificada.

Cuando nosotros volvíamos de nuestra meta, en el Km. 36 de nuestra rastrillada, encontramos y tomamos prisionero un centinela enemigo, que volvimos a largarle, sin ningún cambio de palabra y como ya era tarde para nuestro desplazamiento sin brújula por el monte, decidimos tomar otro rumbo de salida, en la idea de explorar y reconocer esa zona, entre Camino V o Ruiz y el ala derecha de la posición fortificada enemiga, conocida, del Km. 27 de nuestra rastrillada. Este cambio de rumbo obedece también a la intención de despistar al enemigo. Todo salieron a la maravilla. Encontramos un claro (vacío) por la referida dirección por donde salimos de la organización enemiga que el Coronel Garay aprovechó inteligentemente, su conocimiento de terreno, para meter por allí a la patrulla Justo Pastor Acosta, que capturó con muy buena suerte, el camión que le transportó al Mayor Celso Camacho, boliviano.

Cuando nosotros salíamos, con la patrulla, de vuelta, sobre nuestra rastrillada en ese punto, entre la posición fortificada y el pique E.O aprovechamos para buscar nuestro tambor de agua (40 Its.) escondido por allí y encontramos el sitio muy cambiado, mejorado, pero reconocido atinadamente por las direcciones y distancias muy bien controladas, llegamos a ubicar nuestro tambor de agua a 80 mts. más o menos del punto en que salimos. Cuando nos estábamos aprovisionando de aquella providencial y salvadora agua, por supuesto que dentro de una rigurosa prudencia vemos pasar un grupo enemigo, con dos F.A. y fusiles, hacia el sur para la posición fortificada del Km. 27.

Casi nos venció las ganas de sorprenderles con un asalto y coparlos, pero apenas pudimos contener nuestras intenciones, por contrariar, clara y categóricamente, las órdenes expresas sobre nuestra misión. Nuestra misión tan ingrata, como noble. Nos ubica maniatados frente al enemigo y que solamente podríamos matar, muriendo. Por entonces, no había en nuestro medio ni periodistas que pudieran captar nuestra vivencia para transmitir a la opinión pública. Y nos deja a merced de la crítica, aunque infundada, de algún desubicado, de algún pesimista, como en este caso. Felizmente, me hicieron trabajar comandos que me conocen y me confían. Y gracias a que me creyeron, se optó por la maniobra y obtuvimos la importante victoria. Los diez hombres de la patrulla, anduvimos entre enemigos durante 8 días, sin tener ninguna posibilidad de auxilio ni comunicación con la retaguardia. Razón tuvo el General Don Raimundo Rolón al hacer esta comparación:

"Honda emoción nos embarga al solo pensar en los diez hombres lanzados a una misión riesgosa y de cuya exitosa ejecución dependía la conquista de un objetivo transcendente. Indudablemente, hay cierta similitud de aquellas horas vividas con la odisea de los astronautas, naturalmente dentro de la relatividad, con un fondo nebuloso en que el dilema está y estuvo entre la tragedia y la gloria".

En las batallas de El Carmen e Yrendagüe creo que el General E. A. Garay ha brindado lecciones luminosas de táctica militar, para conducir maniobras militares en forma personal. Tal vez, por algún motivo especial, como la escasez de medios de comunicaciones, entonces, viviendo, compartiendo con los ejecutantes directos los peligros y sacrificios, obrando sobre novedades frescas, orientando la operación hacia su mejor suerte. En las batallas de tanques del "SAHARA" se ha visto aplicar la misma táctica.

Como formó su patrulla de exploración y reconocimiento, en la preparación de la batalla victoriosa de El Carmen, con diez hombres elegidos "tipo Comando", es otro concepto que lo distingue entre sus pares.

Como otra prueba de que la punta o vanguardia tenía que ir venciendo resistencias hasta la meta, transcribo esta comunicación de la 8a. División al I.C.E. contestando un cifrado:

"A I.C.E. 13-XI-34 Cif. 184/21: Estamos a 27 kilómetros de nuestro punto de partida procurando vencer resistencia".

La D.8. con su tenacidad, con su perseverancia, venció esa resistencia y se produjo la victoria de El Carmen el 16-XI-34. Esto a lo que corresponde al lado norte, sector 8a. División. Naturalmente que igual tenacidad y perseverancia se habrá empeñado del lado sur, sector del I.C.E., 1a. y IIa Divisiones para haber llegado a tan feliz culminación de la maniobra victoriosa.

Con las explicaciones dada, estoy rechazando categóricamente, las acusaciones que hace el general Ceferino Vega Gaona, sobre la actuación de mi patrulla que ignorando las intimidades de su desenvolvimiento y la importancia de su papel en el todo, pretende cargarle faltas inexistentes solo, para darse satisfacción a su descontrolada ansia de persecución.

La patrulla mía, tengo que ser necesariamente inmodesto, para manifestar, que es la que cumplió una misión, más difícil e importan durante la guerra del Chaco, como la consagran juicios competentes en transcripciones que anteceden en esta obra. Puso en su cumplimiento, esa tenacidad, esa perseverancia, ese deseo de triunfar que caracterizaba al Comandante de la 8a. División, General E. A. Garay, que ha reunido en todas las virtudes del soldado paraguayo. Y a fuer de sincero, debo decir que duele que un desatinado, un desubicado, un renegado, un pesimista venga a pretender enjuiciar con su extravagancia, gloria que está respalda por importantes VICTORIAS y juicios valederos, solo en su afán de confundir a la opinión de los lectores.

 

PUNTO X

En la pág. 122, párrafos 3, 4, y 5, de su libro de referencia, dice:

En ese momento escuchamos la extraña mezcla de un zumbón silbido que venía hacia nosotros, y pensé sin equivocarme que es "say yu by” (bala perdida) era para mí.

Producido el impacto seco y bien audible sobre mi corazón, cayo a mis pies una camisa entera de proyectil sin su carga de plomo en forma de media luna que me agaché a recogerla pero al sentirla caliente la pasé al Tte. Lombardo y este a Cantero quien a su vez prestamente se la dio al último del grupo el Tte. Troche, quien tampoco la pudo retener en sus manos.

Por el golpe y el moretón que me produjo esa cascarilla de bala de fusil, pienso que de haber estado en el lugar del Tte. Cecilio Escobar Rodas, al que también dicen que ese día 14 le ocurrió lo mismo, recibiendo el impacto en su apéndice nasal, según lo cuenta el Sargento 1 ° de transmisiones Adrián Benítez en la pág. 115 de “8 días vida de una patrulla”, yo no hubiera podido estornudar como se dice que lo hizo aquel sufrido Oficial, porque seguro que me hubiera quedado sin nariz

 

PUNTO X. CONTESTACION a la pág. 122, párrafos 3, 4 y 5.

Un breve comentario previo para luego entrar a desnudar la vergonzosa mentira del general Ceferino Vega Gaona, que no es la primera ni la última, lo veremos en Yrendagüe, en Marchareti, un gran usurpador de derechos ajenos.

Como se ve, en el libro El R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco, del general Ceferino Vega Gaona, se busca y se rebusca argumentos para anular una crítica o un ataque contra mí, solo por el pecado de haber expresado mi ponderación por un héroe auténtico, por un hombre de ley, el General Eugenio A. Garay.

El general Ceferino Vega Gaona, con toda ingratitud y hasta traicioneramente pretende menoscabar el brillante nombre de nuestro Jefe, el General E. A. Garay, pero éste, formado su nombre sobre la verdad, aunque ya fallecido, crece en la consideración de la ciudadanía paraguaya, en el respeto y la gratitud nacional, hasta el punto de declarársele Patrón de la Infantería Paraguaya, en lo militar y en lo civil, fue honrado con su nombre la promoción de los Egresados del año 1984.

Pero quiero manifestar al amable lector y las nuevas generaciones, que me he basado siempre en todos mis actos en la lealtad y en la verdad, aunque ellas me pudiera conducir hacia la muerte, como puede verse en este caso de mi patrullaje que , consciente de que cada paso me iba comprometiendo la vida en el peligro, insistía en el objetivo comprendiendo que el exitoso cumplimiento era el único camino por donde se podría buscar la victoria. Era para planear una batalla sobre un terreno conocido y con conocimiento suficiente sobre la organización enemiga, aunque ésta, puede ir variando favorable o desfavorablemente según el desarrollo de la batalla. Por la VICTORIA se libran batallas, que pueden conducir a la derrota o a la victoria. Pero si no se reacciona, sin duda el resultado tiene que ser la derrota. Este era el principio aplicado acertadamente por el General E. A. Garay.

Como suelen decirme varios compañeros, de que evidentemente yo era un esclavo de la verdad. Esa conducta, lejos de arrepentirme, a estas horas, me da mucha tranquilidad para enfrentarme con este enemigo de verdad, con armas seguras para desbaratar estos infundios.

A continuación voy a seguir demostrando la vergonzosa mentira de mi detractor, contestando los tres párrafos precedentes, para ello quiero ubicar ligeramente en el terreno al lector, que él eludió intencionalmente.

Al comenzar la maniobra victoriosa de El Carmen (10-XI-34) por orden del Comando Divisionario yo pasé al R.I. Bat. 40, como vaqueano. El día 14-XI-34 siguiendo la columna el pique de maniobra que pasa sobre un tronco caído de un árbol viejo, nos quedamos un grupo de Oficiales, sentados sobre dicho tronco en fila con frente hacia el enemigo. El Tte. Lombardo, el Tte. Vega Gaona, el Tte. Darío Cantero, yo, el Tte Troche, el Tte. Piccardo, en este mismo orden posicional. Parados, el sg 1 ° Adrián Benítez y si mal no recuerdo el Tte. Arza. Detenida la punta de la columna de maniobra, frente a la posición enemiga del Km. 27 de nuestra rastrillada de patrullaje, nos alcanzamos con Unidades del R.I.18 Pitiantuta sumándose algunos de sus elementos (Oficiales) a nuestra improvisada reunión. Uno de ellos, el que fuera entonces Encargado de Comunicación de nuestro Regimiento, el 18 Pitiantuta, el Sargento 12 Adrián Benítez, que traía celosamente cuidado, una encomienda recibida de su casa días atrás consistente en una lata de 1 It. de caña paraguaya de procedencia Iteña que en homenaje de los amigos presentes, se hizo de anfitrión, convidan a los compañeros en ese momento tan oportuno y transcendental. Tras algunos tragos servidos en el infaltable jarro lata, en ese caluroso Noviembre se animó rápidamente el ambiente. En ese interín, se sintió venir hacía nuestra dirección una ráfaga de tiros de ametralladora pesada, desde la cercana posición enemiga, de cuya amenaza, el Tte. Ceferino Vega Gaona ni lerdo, ni perezoso, en un impulso repentino de su instinto de conservación se tiró detrás del tronco que tuvimos de asiento y cuidó muy bien de protegerse de lo mejor, tendido, el pecho pegado como estampilla contra el suelo. Yo, con la hazaña reciente del patrullaje, tenía que cuidar de honrarla y por lo tanto, no podía seguir el ejemplo del Jefe. Quedé sentado en mi puesto y recibí por cierto la justa consecuencia. Una bala, no tan perdida, y entiendo que fue una de esa ráfaga de ametralladora pesada. Sí una bala, que después de rebotar seguramente, en alguna rama de árbol vino a darme de tabla en la cara, entre la nariz y el ojo derecho, y sonó lo suficiente para escuchar los demás desde sus respectivas posiciones. El Tte. Cantero fue el primero que preocupado por mí suerte, se acercó a mí

averiguando mi situación y le pasé la bala candente aun, que había alzado yo, que le quemó también los dedos índice y pulgar. Yo apretando con la mano derecha el punto del impacto que ya empezaba a hincharse, escuché la carcajada que arrancó de los presentes el Tte. Cantero, al agitar fuerte y apuradamente su mano para liberarse de la quemadura. El Sargento 1° Adrían Benítez, nuestro anfitrión circunstancial, estuvo viviendo esa reunión, protagonizando todos los detalles de la misma. Por tanto, si hace referencia a este hecho, puede hacerlo con autoridad de protagonista.

El general Ceferino Vega Gaona, al decir ahora a 57 años de distancia en el tiempo, que aquella bala le impactó en el corazón, me causa la mas ruidosa carcajada, aquella misma carcajada que desataron por mí y con la que no he podido participar con mis amigos, en aquel entonces, por mí accidente. El lector puede pensar que se está tratando de dos casos distintos. De ninguna manera. Se trata del mismo caso, que el general Ceferino Vega Gaona, con su desfachatez característica, busca como siempre confundir con una información completamente falsa. Me pregunto si en qué puede servirle apropiarse de este accidente. Otra mentira del general Ceferino Vega Gaona, usurpador de derechos ajenos, como se irá demostrando.

Además, hay que tener bien en cuenta, que en aquellos tiempos no contaba aún con balas teleguiadas que pudieran venir por algún itinerario extraño, tal vez por el centro de la tierra para buscar impactarle en el corazón, que en esos momentos tenía bien apretado contra el suelo, protegido oportunamente por el tronco de madera que nos servía de asiento. ¿Y como ocurrió el milagro de caerle en los pies una bala que impactó en su corazón, así tendido boca abajo?.

¡GUAPO JEFE!

 

 

UN TESTIMONIO DE PROTAGONISTA

Ahora, como prueba de la mala fe del general Ceferino Vega Gaona doy a continuación un testimonio confirmatorio de mis afirmaciones:

Debo manifestar que me duele tener que entrar en una polémica así, por culpa de un renegado. El general Ceferino Vega Gaona hubiera guardado un prudente silencio, con lo que hubiera ganado mucho. Pero su egoísmo, su necesidad y costumbre de mentir, le hace perder pie y como en este caso empieza a retar, notoriamente sin fundamentos, sin raciocinio y da lugar a una réplica necesaria en que forzosamente han de destaparse muchas falsedades.

En mis obras anteriores yo no me he referido al hecho ocurrido, tema de este capítulo, porque hacerlo me pareció mucho personalismo y forzosamente tenía que desnudarse falencias ajenas como ahora y hubiera preferido callar, pero como que el retador provoca sin miramiento alguno, no tengo otra alternativa ni inconvenientes de salir al encuentro con la verdad. En concreto, rechazo categóricamente los infundios, las mentiras del general Ceferino Vega Gaona.

 

PUNTO XI.

Otra falacia del general Ceferino Vega Gaona, pretendiendo ocultar falencia propia y presentarse limpito al amable lector.

Dice en su libro de referencia, «EL R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco, pag. 128, párrafo 4 y 5.

 

CORTE DEL CAMINO MURILLO o S.O.

Me ordenó entonces (El Coronel Garay) reforzar nuestra línea del precario cerco, con dos piezas de ametralladoras pesadas emplazadas sobre la picada, por lo que yo le dije, que él sabía que nosotros habíamos dejado todas las piezas de nuestra Compañía A.P. por culpa del tardío relevo de esa Campaña por la I.D.I, y que ahora ese personal estaba reforzando nuestro servicio de abastecimiento por lo que eso estaba funcionando sin problema.

El Coronel Garay, insistió en la realización de su idea, diciéndome que ordenaría al «Pitiantuta» para que me proporcione el par de A.P. que según él me haría mucha falta, pero que nosotros debíamos darle en compensación, nuestra 2º Cía., hasta que ellos se instalen sobre el objetivo final, que era el Camino V.

 

PUNTO XI. CONTESTACION a la pág. 128, párrafos 4 y 5.

Aquí el general Ceferino Vega Gaona, siempre en su actitud falsaria, quiere encubrir a su manera una falla. El Comandante de División, Coronel Garay, muy sorprendido por que el R.I. Bat. 40, no haya llevado sus ametralladoras Pesadas para usarlas en estas necesidades, le dice su Comandante, el. Tte. Ceferino Vega Gaona, en tono grave:

¡Eh, jha peë pío ai poro nda peyui voí peño rairó jhaguaicha!

En castellano más o menos, así:

Y entonces Uds. no habían venido para pelear.

En verdad, una reprimenda que en aquella circunstancia, tenía el peso de una montaña.

Y pensar que el Tte. Ceferino Vega Gaona, prescindía en su Unidad de su A.P. en maniobra.

Claro que el Coronel Garay, responsable de la maniobra, lado norte, procedió necesariamente a solucionar este problema, pero a costa del R 18 Pitiantuta, que le dejó la sección pesada de su 3er. Batallón.

Hasta ahora estamos en vida dos testigos presenciales de aquel hecho: el Sargento 1°- Adrián Benítez y yo, casualmente, los dos iteños. Va a seguir más, una sarta de sus falsedades.

 

PUNTO XII.

En su libro que vengo citando el general Ceferino Vega Gaona, dice en la página 124, párrafo 3.

14-XI-34. -Cif. 244/4003 Las 9/10.- Sírvase hacer llegar al Coronel Fernández lo más pronto posible, una copia de la carta tomada al Cap, Camacho que le es imprescindible para conocer red de caminos enemigo. COMANCHACO.

 

PUNTO XII. CONTESTACION a la pág. 124, párrafo 3.

En el párrafo que antecede , el general Ceferino Vega Gaona, contesta a sí mismo, dentro de una notoria incoherencia, su falso concepto vertido interesadamente, en la pág. 102 de su libro, párrafo 2. Por tanto no merece ni necesita ningún comentario.

En el lado de la D.8., este punto estaba plenamente satisfecho. No ha habido duda sobre la red de caminos, posiciones, piques y retenes de seguridad en el rumbo de la maniobra.

 

PUNTO XIII.      

El general Ceferino Vega Gaona, en su afán de resaltar con todo egoísmo la acción de su Unidad, dice en la pág. 139 de su libro párrafo 5:

El éxito de la acción de El Carmen fue notablemente favorecido por la captura de la carta de situación del Mayor Camacho, pues permitió conocer el dispositivo enemigo y avanzar rápidamente y sin tanteo, como anteriormente.

 

PUNTO 13. CONTESTACION a la pág. 139, párrafo 5.

El párrafo que antecede, es, dentro de la persecución del general Ceferino Vega Gaona, una pretendida sub estimación de mi patrullaje, pero él, no quiere comprender, que si el Comando Superior se decidió por la realización de la maniobra ha de ser por que estaba satisfecho por el reconocimiento sobre el enemigo, El Comando Divisionario expresó su satisfacción en su Orden General N°- 203 del 8 de Noviembre de 1934, por tanto actuó y dirigió la operación con suficiente conocimiento sobre la organización enemiga. La toma de los papeles de «Camacho», boliviano, precisamente se posibilitó con ese conocimiento que se tenía sobre la organización enemiga. Y cualquier variación, posterior al inicio de la maniobra corresponde al desarrollo de la misma.

El general Ceferino Vega Gaona, entonces Tte. 1º, Comandante del R.I. Bat. 40, sub alterno, no conocía las intimidades de la operación de maniobra y mucho menos, las de mi trabajo de patrullaje. Solo iba cumpliendo en la maniobra órdenes superiores que atañen a su función. Su opinión de un renegado no sirve para juzgar mi trabajo, ya que a nivel superior está consagrado en la historia con su legítimo e intrínseco valor.

Querer sopesar el valor de la acción de cada Unidad de la D.8., dentro de la preparación de la maniobra, dentro del desarrollo de la maniobra y dentro de la culminación feliz de la maniobra. (lado norte) creo que corresponde hacer al amable lector.

Pero hay que comprender que todos fueron dentro de una digna y ejemplar colaboración general. Cada una pues, aportó lo suyo con buena voluntad, dentro del plan general, que posibilitó el éxito.

Cábeme aquí expresar nuevamente mi admiración por el General Eugenio A. Garay, que supo en su momento convencer a la realización de esa maniobra que estaba siendo resistida. El, por lo visto comprendía perfectamente, que quizás sea la última oportunidad. Porque esperar una situación favorable imposible, equivaldría a aceptar de antemano el sometimiento a la voluntad enemiga y por supuesto, que la alternativa era de probar suerte con los datos e informaciones necesarios obtenidos y con la directiva como la del General E.A. Garay, capaz, optimista, inteligente, decidida, tenaz y muy feliz, que nos condujo con el esfuerzo y la satisfacción de todos al ansiado desenlace: LA VICTORIA.

E. R.I. 16 Mariscal López, en su zona y en su papel hizo lo necesario para el triunfo; el R.I. Bat. 40, en la progresión y defensa de su posición sobre la Picada Murillo o S.O. hizo lo mismo y el R.I. 18 Pitiantuta, por supuesto que, en el esfuerzo principal, sobre el Camino V o Ruiz, cumplió también cabalidad.

La buena voluntad, la decisión, el alto grado de lealtad, el bien coordinado esfuerzo y sacrificio común fueron las armas secretas que        el Ejército Nacional, puso en práctica para obtener este triunfo.

Las dos PATRULLAS HISTORICAS (según libro del General Rolón) la de Vidal de la D.I.2, del 1 er. C.E. y la de Escobar Rodas, del R.I. Pitiantuta de la D.8., fueron algo así como dos eslabones de oro que reataron la cadena de victorias del Ejército Paraguayo, por sobre el peligroso abismo abierto por el traspié de Strongest.

Como final de este capítulo de El Carmen, doy a continuación las características de la patrulla Escobar Rodas, que fue la de preparación la maniobra, para que el amable lector pueda hacer sus comparaciones y establecer las diferencias:

a) Composición .... 10 hombres del R.I. 18 Pitiantuta de la D.8.

b) Duración.. ........8 días, del 31 de Octubre al 7 de Noviembre de 1934

c) Misión .............. Explorac. y reconocimiento de un RUMBO «tipo Comando», que entraría en violencia solo para morir matando

d) Meta ................ Camino V o Ruiz, 2 kms. al S.O. de El Cruce, 43,600 mts de distancia.

e)Rumbo... .......... De paralela Norte 7 kms. N.O., 29/30 kms. al S.O. y 7/8 kms. S.E. hasta la meta. Rumbo cruza posición fortificada, 4 rutas de aprovisionamiento, piques y retenes de seguridad.

f) Resultado .........10 puntos; citación Orden General N°- 203 de la D.8 Promesas de premios; ascenso, baja definitiva por misión cumplida o permiso temporal.

Las andanzas por el monte: con dos caramagnolas de 2 Its. de agua cuyo consumo, dosificado rigurosamente, una bolsa con víveres para 8/10 días, una manta liada a brazo partido y 25 tiros de fusil. Cada uno con el fusil en la mano, listo para matar muriendo.

La patrulla completa cargó otra vez con la maniobra, gozó de la victoria y pasó a participar de la maniobra de retoma de Yrendagüe. Nadie se cansó.

Este capítulo se caracteriza por el ataque desleal y completamente sin fundamentos valederos del general Ceferino Vega Gaona a mi trabajo de patrullaje de preparación de la maniobra victoriosa de El Carmen.

Esta crítica que busca y rebusca hacer, en los trece puntos que le estoy contestando, no ha acertado ni un punto. No ha encontrado una razón valedera y sus argumentaciones van contra juicios inapelables de profesionales capaces y personalidades humana e intelectualmente calificadas. Su crítica solo ha dejado en evidencia su baja calidad humana, su cuota muy escasa de paraguayidad y de profesionalidad.

Por especial respeto a las generaciones presentes y venideras, me he tomado el deber de refutarle y con las explicaciones correspondientes he dado el rechazo categórico a sus infundadas acusaciones. En este capítulo, solo me he defendido dentro del derecho, las razones y las verdades.

En el siguiente capítulo, voy a ser el acusador, pero con razones y sin malicias y voy a desnudar a este héroe con pedestal de barro, no con intenciones maliciosas., falsas, sino a demostrar la posición negativa del general Ceferino Vega Gaona, que hace que le hubiera convenido más callar su reniego que obligar a reacciones que desnuden realidades sobre su falsa posición de héroe de Yrendagüe.


CAPITULO II YRENDAGÜE

 

En este capítulo, hay mucha tela que deshilar. Yo no quiero desviar del tema por perseguir deliberada e infundadamente como hace el general Ceferino Vega Gaona. Voy a tocar solamente los puntos necesarios para seguir demostrando las rotundas falsedades a que ha incurrido este señor, en su afán de acomodarse en la consideración de la generaciones que nos siguen, sin importarle el derecho de los amables lectores, de saber de boca de los protagonistas, la verdad.

 

PUNTO XIV

En la pág. 188 de su libro que vengo citando, párrafo 2, dice:

Recordamos haber dicho en la pág. 40 de la primera parte Yrendagüe-Picuiba: que por temor de ser engañado por los prisioneros capturados sobre la Picada de Circulación N° 1, habíamos preferido continuar desbrozando el malezal a campo travieza, y felizmente hicimos así, porque de haber seguido esa fácil y hermosa vía que también nos conducía a Yrendagüe, pronto hubiéramos chocado con una posición que la 7º División I cubría sobre dicha picada al E del cruce Abaroa, que la prepararon para asegurar su desplazamiento la dirección opuesta a la nuestra, etc. etc.

 

PUNTO XIV. CONTESTACION a la pág. 188, párrafo 2.

Como me extraña aquí la actitud prudente del general Ceferino Vega Gaona, que en la pág. 100, párrafo 2 de su libro que vengo citando quería convencer que la maniobra de El Carmen se habría hecho a base de informaciones de prisionero cualquiera. Ahora muy cuerdo, admitiendo que el prisionero podría engañarle. ¡Tanta incoherencia! Y sin embargo, esta es la personalidad que luce este señor. Se ubica como y donde le conviene poniendo de acuerdo a sus intereses personales, sus informaciones, sin mirar para ello en la verdad ni en la mentira. Su obra Yrendagüe-Picuiba, no ha sido aceptada por sus ex subordinados por que no está de acuerdo a la verdad. Adolece sí de mentiras que hieren a la historia, que provocó la repulsa general de sus ex Oficiales y hasta si se quiere, instó a alguna réplicas, como los libros publicados por el Mayor Julio P. Saldívar. El Tte Reinaldo G. Troche estaba también terminando el texto de su proyectado libro, sobre la retoma de Yrendagüe, como protagonista principal del hecho con algunas colaboraciones importantes. Al final, el único de su ex-oficial que aceptó prestarse al juego de sus intereses personales resultó el Tte Alberto Segovia con quien pretenden arreglar las grandes falencias ocurridas en actos de guerra, que hubiesen podido pesar en su carrera profesional.

 

PUNTO XV

En la página 191, párrafo 3°-, de su libro que vengo citando, dice:

En seguida que se juntaron los vehículos en el lugar donde yo estaba, di intervención al Oficial de Adm. de 3º don Manuel Ruiz, que nos acompañaba, para con su pelotón (de intendencia) procediera a repartir dos jarros de agua «por cápita» y después entregar el resto a la Unidad que nos seguía para que socorriera a la mayor cantidad de gente del grueso, que creíamos nos seguía de cerca.

 

PUNTO XV. CONTESTACION a la pág. 191, párrafo 3°, de su libro.

¡Que bien pensado! Ahora a casi 56 años de distancia, pero seguro que con pretensiones de lavar su conducta ante la posteridad , por que la verdad fue bien otra.

Debió pensar y proceder así en aquella oportunidad y circunstancia en que la solidaridad era un imperativo del momento, en aras del objetivo de la maniobra, pero que en aquella hora de la verdad, brilló por su ausencia.

El 8-XII-34, por la mañana, los que hemos llegado del R.I. 18 Pitiantuta y del R.1.16 Mariscal López, en la peor miseria física que recuerdo, nos levantamos para cumplir la orden dádanos personalmente por el Comandante Divisionario, de defender a todo trance la retaguardia del R.I. bat. 40, que lógicamente confiado, habrá dejado su espalda sin ninguna defensa, sin ninguna fracción de tropa, siquiera para aviso. Sin embargo, el general Ceferino Vega Gaona afirma en su libro. Yrendagüe-Picuiba., haber dejado grupo de seguridad para el P.C. Divisionario. ¡Mentira! Un pretendido acomodo para engañar.

Nosotros, los de R. I. 18 Pitiantuta y R.I. 16 Mariscal López, tuvimos que organizar la defensa contra la 7° División boliviana, El Pitiantuta que representaba mayor potencial humano y en material bélico, a caballo sobre la recta que une Yrendagüe con la Picada de circulación N°- 1 y el Mariscal López, haciendo martillo a nuestra derecha, con frente N.O. Con este sistema defensivo y una buena demostración de potencia de fuego, alardeando suficiencia, conseguimos cumplir nuestra misión a cabalidad. En principio, sin ninguna gota de agua, ni para el bombín de la Ametralladora Pesada, (A.P.) cuando mandé a mi ayudante, el guapo e inteligente sargento 1 °- Lorenzo Botino, un estudiante pilarense, junto al Coronel Garay, para pedirle nos consiga agua y explicarle la situación.

Como toda la apariencia presentaba un inminente combate muy fuerte, nos mandó una caramagnola de 1 lt., luego 1 lata de 17 Its. a eso de las 8 de la mañana con lo que cargamos el bombín de la A.P. y con el resto, nos compartimos equitativamente entre todos. De modo que esta afirmación del General Ceferino Vega Gaona en su libro, a esta distancia en el tiempo, es sino una mentira más con que pretende dorar su posición.

El compañerismo y la solidaridad eran factores importantes en aquella guerra del Chaco, pero contrariaba naturalmente la sensibilidad del general Ceferino Vega Gaona, que se ofuscaba en su egoísmo.

 

PUNTO XVI

En la pág. 192, párrafo 3 de su libro que vengo citando dice el general C. Vega Gaona:

Mientras el Tte. Troche procedía con la mayor cautela paro aprisionar silenciosamente a todo el personal, que evidentemente estaban profundamente dormido de modo que ninguno de ellos escapara para llevar la alarma a Yrendagüe, le advertí que aprovecharía esa obligada demora para descabezar un ligero sueño en ese mismo lugar en que estábamos conversando.

 

PUNTO XVI. CONTESTACION a la pág. 192, párrafo 3.

Impresionante la actitud sobradora del Comandante del R.I. Bat. 4 una serenidad rayana a la irresponsabilidad en aquella circunstancia y aquel lugar.

No se observa una actitud de preocupación y de solidaridad. Siempre primando el yoismo. Sin embargo, yo, desde mi punto de vista muy personal, quiero recalcar aquí, que la presencia del Jefe en el acto de las operaciones es bien estimulante para los que ejecutan la operación, como por el contrario, su ausencia puede ocasionar muchos inconvenientes y muchas injusticias.

 

PUNTO XVII.

En el libro del general Ceferino Vega Gaona que vengo citando, en la página 195, párrafo 5°-transcribe su parte al Comando Divisionario, diciendo con ese pesimismo que le caracterizaba:

Al Comandante de la D.8.-E.S.P. C.

1)      Resulta imposible romper la línea enemiga, por que la ocupa regularmente y les favorece demasiado, el campo de tiro que excesivamente ancho y pelado:

2)      El enemigo durante nuestra aproximación estuvo recibiendo continuamente gente del O. y del Norte:

3)      Comunico a esa Superioridad que la permanencia durante el día en nuestra línea actual será perjudicial:

4)      El Tte. Lombardo tiene misión de cortar la picada Yrendagüé¬Asunción. Ceferino Vega Gaona. Comandante B. 40.

Este parte mío, se cruzó con la esquela orden que dice:

Compañero Vega, 8-XII-34. Estoy con el Mayor Medina en el puesto Sanitario. Nadie sabe aquí a punto fijo donde está Vd., y por eso, espero me lo diga para ir a verle. Garay.

 

PUNTO XVII. CONTESTACION. pág. 195, párrafo 5.

Este parte transcripto pues, trasunta el estado de ánimo del Comandante del R.I. Bat. 40, a raíz de la defensa opuesta por el enemigo en Yrendagüe, ese día 8-XII-34, por la mañana. Claro que era una situación crítica (no apta para cardiaco) pero había que comprender que nuestra alternativa era clara y terminante; vencer o morir en la demanda. Una retirada, insinuada en el parte en cuestión era ya imposible. Nuestra columna de rezagados, cortada por el enemigo. Nuestra tropa que llegó en la cercanía de Yrendagüe cansada y sin agua. El único recurso que nos quedaba era insistir decididamente en el objetivo, sin estar ya sopesando nada, con el objetivo a la vista.

Y esta crisis anímica del Tte. Ceferino Vega Gaona, trajo aparejado serios incidentes con sus subordinados, en cuyo detalle no he querido entrar nunca, pero ahora no tengo otra alternativa.

Unos oficiales de reserva, serenos y capaces, supieron interpretar la situación y se plantaron firme ante la actitud negativa del Jefe. Este hecho, con sus delicados detalles seguramente creó circunstancias que deben haber pesado muy mal en la conciencia del Tte. Ceferino Vega Gaona, como profesional de las armas y habrá tenido motivos de pretender descargar la culpabilidad de sus errores sobre los hombros de otros, y tratar de presentarse limpito ante los que desconocen el proceso de la acción de la retoma de Yrendagüe.

Con la heroica Oficialidad de la 8á División: R.1.16 Mariscal López, R.I. Bat. 40 y R.I. 18 Pitiantuta, me unía siempre una buena amistad, de lo que siento mucha satisfacción. Con el Tte. Reinaldo G. Troche, sin embargo, manteníamos una amistad especial, no sé a qué atribuir. Tal vez sea nuestra afinidad en el sacrificio en nuestra trayectoria guerrera. Con él aprovechábamos las ocasiones posibles para reunirnos en comentarios sobre acciones de nuestras Unidades o nuestros queridos compañeros o hacer algunas observaciones sobre los que creemos aciertos o desaciertos. Y él fue que los días siguientes al 8-XII-34, me comentó todos los detalles previos al acto de la ocupación de Yrendagüe. Es por eso que llegué a saber bastante las intimidades del proceso de la retoma del Fortín Yrendagüe.

El Comandante del R.I. Bat. 40, en su defección, estuvo a punto balear a los oficiales que se opusieron a su propuesta de retirada y la defensa del Fortín se silenció, siendo ocupado rato después.

El Comandante del R.I Bat. 40, no estuvo presente en el momento la ocupación del objetivo, el Fortín Yrendagüe y sus pozos, sino horas después. La 2º Cía. del Bat. 40, a cargo del Tte. Reinaldo G. Troche, que estaba en asedio del objetivo al darse cuenta de la evacuación de la plaza fortificada, la abordó, la ocupó y organizó sin demora su defensa para consolidar la ocupación

Cuando el Comandante del R.I. Bat. 40, al filo del mediodía más menos apareció miedosamente, reptando en el cañadón, el Tte. Reinaldo Troche le pilló y a propósito, cargó en un jarro lata una bebida alcohólica de riquísimo botín capturado y le mandó por un subordinado encargándole, que le diga a Ceferino, como le llamaba habitualmente a su Jefe, que tome todo de un sorbo y se haga de ánimo y llegue confiado que los enemigos ya retiraron todos.

Puede imaginarse uno la posición en que se encuentra este profesional de las armas, luego de este desaire, esta burla. Aunque el general Ceferino Vega Gaona, en su libro Yrendagüe-Picuiba pág. 80 quiere dar un sentido jocoso, el autor de este chasco, le da el verdadero sentido de una burla, por su actitud negativa reciente. Gracias a valientes y experimentados Oficiales de reserva se pudo capear el escollo. Si fuera por la «imaginación n>> o concepto del Comandante del R.I. Bat. 40, a estas horas nuestros huesos se hubiesen esparcido en polvo en los cañadones de Yrendagüe. Por supuesto que la hazaña de la toma del Fortín y sus pozos se merece premio. Ese premio vino, una condecoración. El Comando Superior seguramente le ofreció y él aceptó sin ningún escrúpulo. El Comanchaco y Comandante del II C.E., no vivieron por supuesto, en forma personal, drama de la retoma de Yrendagüe y sus pozos, dentro del ámbito operacional de la D.8. y no habrán llegado a enterarse detalladamente de las intimidades de la acción. El Comando Divisionario que ya obtuvo la condecoración con anterioridad y ha ganado todo mérito en esta acción, habrá admitido esa concesión tan inmerecida, por salvar una difícil situación creada. ¿Y los verdaderos protagonistas, los que se opusieron a la propuesta de la ilógica retirada para persistir en la presión y lograron conquistar el objetivo de la maniobra? ¡Nada! Total son Oficiales de reserva, nada más, que se fueron a cumplir su deber. Sin embargo, el Comandante del R.I. Bat. 40, no sabe ni como, ni cuando cayó el objetivo, Yrendagüe. En ese sentido el Mayor Julio P. Saldívar fue bastante sincero, en su libro Yrendagüe y otros episodios de la guerra del Chaco.

Coincidentemente, el Sargento 1°-Adrián Benítez, en su libro «Formación y actuación del R.I. 18 Pitiantuta», pág. 127/28, dice en una versión extraña lo siguiente:

«Pero en cambio, aquí va lo que hizo posible el milagro: Llegó oportunamente el Sargento Jovino Segovia, con una Ametralladora Pesada bajo su mando, con sus apenas dos soldados proveedores. Al verlo el Tte. Escobar Rodas, ordenó que monte inmediatamente la pieza, y en minutos estaba cumplida dicha orden, pero surge otro problema! Los soldados bebieron todo el agua del bombín de la Ametralladora que de usarla ventaría el caño muy pronto! Y así mismo como aparece el inconveniente, aparece el ingenio del soldado anónimo, quien dice: Jha ñamoí pypé ty mi Tte. ¡Corrió un plato delante de cada hombre y apenas pudo llenarse el plato, porque desde dos días no bebían agua, pero en fin, se cargó dicho líquido en la pieza y ahora si hay que actuar! Debemos consignar de quienes se trataba las tropas bolivianas que venían acercándose al lugar. Fue nada más y nada menos que la séptima División de Infantería, que en esos omentos se hallaba acampada sobre un camino auxiliar al costado sur del camino Yrendagüe-Picuiba. Estaba esperando camiones para concurrir al frente donde debía iniciarse en días más la ofensiva del Coronel Toro. Este desde Carandayty, ordenó al Comandante de dicha División boliviana, concurrir a Yrendagüe a limpiar de incursores paraguayos, que no podían ser sino una patrulla nada más. Venían avanzando lentamente, trayendo unos soldados vestidos de uniforme verde olivo, y avanzaban muy tranquilamente. Pero he aquí que les recibió una ráfaga de Ametralladora Pesada y además el clásico `Tu Papá", que conocían muy bien los bolivianos. La ametralladora pesada tiene estampido muy diferente a cualquier otra arma automática, y naturalmente confirma la presencia de alguna Unidad importante, y no simple patrulla como opinó el Coronel Toro. El Comandante de División de Caballería boliviana, no era ningún tonto y ante la presencia de tan poderosa arma automática, lógicamente a su criterio, se trataba de una Unidad Paraguaya importante, y sobre tablas ordenó el repliegue y retirada hacia el camino donde estaban acampados y de allí comunicó al Coronel Toro que seguramente se trataba de una Unidad paraguaya poderosa. El Coronel Toro no pudo dudar de lo informado por su subalterno y le ordeno retirarse hacia Carandayty, y además, ordenó a los ocupantes de Yrendagüe, que hagan volar el parque, destruyan los pozos, etc. y se retiran hacia Villazón. Así se produjo el milagro!!!

Los que se vanaglorian de esta hazaña de la retoma de los pozos de Yrendagüe con sendos libros a su gusto, y la pronta desaparición del Coronel Garay, antes de escribir su justa sentencia, lo hacemos como acto de conciencia, en honor de los que verdaderamente lo hicieron posible!>>

Esta versión, es de un Sub-Oficial boliviano de apellido ZAPATA, que fuera especializado en explosivos según su propia manifestación y encargado del parque de guerra del Fortín Yrendagüe, que cayó prisionero a cargo de Unidades de la 6º División paraguaya. Este sub-oficial boliviano que recibió herida de quemadura en el acto de quema del parque de guerra a su cargo, estaba hospitalizado en un Centro Asistencial frontal en que estaba también internado por agotamiento, el Sargento 1 ° Adrián Benítez, quien entabló conversación con el prisionero, averiguando dentro de su habitual curiosidad de comunicador, qué le había pasado en el brazo todo vendado y ahí le dio esta extraña e inesperada versión:

Que los defensores del Fortín Yrendagüe creían, en un principio, que se trataba de una patrulla aparecida sobre el Fortín, como no sentía estampidos de armas pesadas, pero algún momento después se oía un ruido de combate a retaguardia de la Unidad Paraguaya que presionaba a los defensores del Fortín, con empleo de armas pesadas de acompañamiento, específicamente, Ametralladora Pesada, alardeando suficiencia, sobradoramente, con tiroteos floreados con tu papá, 3x3, etc. etc. y ratos después, viene la orden de quemar el parque de guerra y evacuar la plaza retirándose hacía Carandayty, por el camino o senda Baldivieso.

Como se ve, tanta duda sobre como y cuándo cayó el Fortín Yrendagüe ese día 8-XII-34, puede caber en consideración también esta versión, como un aporte de posible causa de la huida inesperada del enemigo, sin una presión manifiesta de fuego.

En cuanto al tiempo, me merece más confianza la afirmación del Mr Saldívar, protagonista, 9 horas más o menos. El general Vega Gaona, da al filo del medio día. Pero hay que observar que este Señor en la oportunidad, se perdió un tanto no en su ofuscación egoísta, sino en su crisis nerviosa.

 

PUNTO XVIII

En la pág. 213, párrafo 4 de su libro que vengo citando, dice:

La síntesis recién transcripta, que la hemos ordenado para clarificar mejor la parte que hace relación a la injusta o simulada indignación de Saldívar, que la leemos en la pág. 61 y prosigue luego en la pág. 68 hasta la 73 involucrando, a dos entonces Ttes. 2°, que no dispararon siquiera un tiro, en esa oportunidad, a pesar del esfuerzo que probaron haber derrochado, (*) para pretender a posteriori compartir con el Coronel Garay todas las palmas y los laureles de esa famosa y memorable jornada.

 

PUNTO XVIII. CONTESTACION a pág. 213, párrafo 4.

Suele decirse que el ladrón juzga por sí. Nada más cierto en el caso del general Ceferino Vega Gaona. Serviría solo por el premio, aunque no fuera merecidamente ganado, a diferencia de los demás que fuimos a defender a la Patria honradamente.

Otra mentira del general Ceferino Vega Gaona, que no le causa ninguna vergüenza saberse, porque está acostumbrado a conocérsele con sus falsedades. En la parte que dice: Que no dispararon siquiera un tiro, en esa oportunidad, etc. etc. La desfachatez del general Ceferino Vega Gaona, no tiene límite. El juzga desde lejos, pero como si viera, sin embargo, sabe bien por lectura de obras transcriptas en su propio libro, que la única (A.P.) Ametralladora Pesada que llegó a destino en la maniobra de retoma de Yrendagüe, quedó a cargo mío en la línea de defensa del P.C. Divisionario, organizada por el R.I. 18 Pitiantuta, a caballo sobre la recta, aquel 8-XII-34, por la mañana. La fracción del Mariscal López se extendió en martillo a nuestra derecha. (Ver pág. 210, párrafo 1 de su libro). Como la AP tenía que iniciar oportunamente el fuego cuando tenga en su puntería a un enemigo, bien cerca, así se hizo. Pronto se cambiaron las ráfagas de automáticas que caracterizan a un combate reñido, por los del artísticos «tu papá», 3x3, etc. en el afán de alardear suficiencia al enemigo, como convinimos finalmente con el Tte. Recalde y pronto vimos desperdigarse en consecuencia, su grueso, hacia los montes próximos, al N.O. De la patrulla boliviana adelantada quedaron tres muertos frente a nuestras posiciones. No digo que yo los haya acertado, como puede ser, ya que fuimos varios los tiradores de automáticas y fusileros. Pero fue mi dedo índice de la mano derecha que pulsó el gatillo disparador de esa A. P. y quién sabe a estas horas del tiempo y a ciencia cierta, si no fueron los motivos que indujeron al enemigo evacuar Yrendagüe inesperadamente, como dijera el Sargento boliviano ZAPATA.

En cuanto a ascenso, repito y aclaro que es cierto que yo recibí los ascensos después de la guerra, pero también repito que eso no es motivo para avergonzarme, puesto que en esas condiciones estamos la mayoría de los Oficiales de reserva, propuestos reiteradas veces sin producirse los ascensos ni las condecoraciones. De mi remesa que haya ascendido alguien, no sé. Pero esa conducta de la retaguardia con los hombres de frente de operaciones, es tan normal. ¡Indiferencia! Y para venir del frente de operaciones detrás de una propuesta de ascenso para gestionar producción como sugiere el general C. Vega Gaona, no cabe en mi mente porque soy oficial de reserva y fui a la guerra para defender a la querida Patria sin otro interés que salvarla de la mutilación y de la deshonra.

Unos meses después de terminada la guerra, vino un cambio político.  El nuevo Gobierno, en el afán de hacer justicia, determinó el otorgamiento de los ascensos y condecoraciones retenidos injustamente por el régimen del Gobierno anterior. Pero se debe aclarar que todos ellos vinieron sin ninguna gestión interesada. Es claro pues entonces que hubieron propuestas de ascensos y condecoraciones.

 

PUNTO XIX.

En la pág. 214 de su libro que vengo citando, aparece una carta del Tte. Alberto Segovia al general de División (SR) Ceferino Vega, diciendo, Estimado amigo:

Enterado de lo dicho por el camarada de la guerra Mayor (SR) Julio Saldívar, en su libro Yrendagüe, etc., a mi respecto sobre es acción, y, concretamente a lo escrito en mi diario de guerra, sobre la vacilación en la tarde del 7de Diciembre de 1934, que el autor considero absurda acompañado por declaraciones de los capitanes Cecilio Escobar Rodas y Pacífico Miranda (fallecido) en el mismo sentido y, sabiendo que está escribiendo algo sobre el punto, aprovecho la oportunidad para escribirle estas líneas al respecto. Evidentemente, hay un grupo de personas empeñado a hacer del General Garay, no una persona humana sino un héroe homérico, lo que me decide a reiterar lo que siempre dije, como ex jefe de Correos y Claves de la D.8., en la memorable acción. El autor simula no conocerme: yo sí, y siempre le he recordado como un buen Oficial, como todos los del Bat. 40. Evidentemente, el nudo de la cuestión está en el famoso parte de Caray, del 7-XII-34 que decía: Imposible tomar Yrendagüe. Estoy preparando retirada, anulado por otro del 8-XII-34, que decía: Desde anoche estamos combatiendo en Yrendagüe, ambos enviados por Intermedio del Tte. Amilcar o Asdrúbal Medina, quienes viven aún. Hace muchos años que, para evitar que los documentos de que fui depositario se perdieran, entregué una copia al entonces Jefe de Estado Mayor de la 3a. Región Militar Comandante Julián Valiente, otra al Estado Mayor General con los documentos y otra a Ud.

No tengo la culpa que estas personas no puedan comprender la correcta actitud de Garay en estos tremendos momentos y se permiten emitir juicios apresurados.

Del examen atento de ambos documentos, cualquiera puede darse cuenta que la situación, con dos Regimientos rezagados, sin agua, sin definirse la acción era desesperante. Cualquier conductor responsable, en cualquier parte y en cualquier tiempo, tenía que sopesar el pro y el contra, si seguir adelante o retroceder: el General Garay no era de esos que se guían por una corazonada loca en una acción aún indecisa. No ven la grandeza de Garay, en su gallarda entrega a la historia de ambos documentos, al apreciar exactamente la situación militar y su posición histórica. La historia no es un cohete cuya trayectoria se puede modificar con ondas eléctricas. Por otra parte, la gloria del General Garay no necesita de procuradores.

Con tal motivo, y autorizándole a hacer de estas líneas el uso que crea conveniente me es grato saludarle con mi consideración más distinguida.

Fdo. Alberto Segovia.

 

PUNTO XIX. CONTESTACION.

Con relación a la carta transcripta del Tte. Alberto Segovia, cábeme decir, que me remito nuevamente a mi escrito que el Mayor Julio P. Saldívar transcribiera en su libro Yrendagüe y otros episodios de la guerra del Chaco, pág. 70/71 y me reafirmo más que nunca en su contenido. Para mejor orientación del amable lector vuelvo a transcribir la pieza que expresé sobre el General Garay, y que dice:

"El Coronel Garay era un consagrado y famoso combatiente, que había arriesgado tantas veces la vida temerariamente, antes y después de Yrendagüe. Porque tan luego en esa ocasión iba a pensar en la retirada? Me parece completamente inverosímil esta hipótesis, que ni siquiera se compagina con el gigantesco esfuerzo que había desplegado el Coronel, ni con las reiteradas incitaciones y pedidos que había dirigido a las tropas extenuadas y sedientas, para continuar hacia adelante, cueste lo que cueste, y para morir todos juntos en Yrendagüe, en un supremo sacrificio. Parece sencillamente absurdo, y ni que decir injusto, pensar que un hombre que había realizado la marcha a pie a la par de los soldados, alentando a todos e infundiéndonos confianza, dándonos el más sublime ejemplo de abnegación en aquellas horas difíciles, cambiara súbitamente de actitud y empezará a hablar de una ilógica retirada. No, esta versión es fruto de la fantasía y está fuera de la realidad. El historiador debe rechazarla de plano.

Personalmente, y por lo mismo que conocí de cerca al Coronel Garay más tarde ascendido a General, que no era hombre que iba a flaquear en el momento que estoy examinando, cuando ya se estaba a las puertas del objetivo. Atribuir ese propósito e intención al hombre incansable y animoso que se había ofrecido tenazmente para morir en la demanda, al lado de todos nosotros, y que mantuvo el optimismo a pesar de las dificultades, me parece un grave desatino o simplemente un error involuntario.

Esto lo digo con la más pura sinceridad de que soy capaz, con el único propósito de hacer justicia al gran Jefe que como nosotros sufrió y amó a la Patria y que como nosotros cumplió la misión asignada a la D.8.   R.I. Bat. 40, R. I. 16 Mariscal López y R. I. 18 Pitiantuta - en tan memorable etapa de la guerra.

AHORA: después de leer la carta transcripta del Tte. Alberto Segovia, quiero agregar lo siguiente:

Que el "famoso" parte de Garay, que en verdad nadie llegó a saber durante la guerra ni mucho tiempo después, hasta que apareció el libro del general Ceferino Vega Gaona, Yrendagüe-Picuiba. Este parte, le da la fecha 7-XII-34, cuando ninguna unidad paraguaya había llegado todavía a Yrendagüe a pulsar su defensa para determinar la imposibilidad de capturar el Fortín con sus pozos. Esa tarde del 7-XII-34, el Coronel Garay caminando como un joven, a la par de todos nosotros, iba incitando, pidiendo a sus comandados llegar a Yrendagüe para morir todos juntos si no podemos cumplir nuestra misión. Hacia el anochecer ya, se desprendió el Coronel de nuestro grupo para adelantarse con el R.I. Bat. 40, previas instrucciones a nosotros los Comandos de Batallones del R.I. 18 Pitiantuta, para seguir adelante como podemos. No se, no me explico en qué momento podría haber entrado en el ánimo del Coronel Garay esa pretendida indecisión para verse a sopesar el pro y el contra tan cerca ya del objetivo y con la absoluta certeza de que una retirada era menos factible en aquella circunstancia que tentar honrosamente la conquista del objetivo o en su defecto, morir todos juntos en la demanda.

El sopesar pro y contra en esta situación, frente al objetivo, sería propio de un hombre indeciso, incapaz de darse íntegramente por la causa de la Patria.

Ello, el sopesar pro y contra me parece debió haberse hecho ya oportunamente y en forma suficiente en una junta de Comandos y de donde se habrá salido firmemente decidido, como para no hacerlo ya bajo ninguna circunstancia, menos aún frente al objetivo, donde ya no había otra alternativa que empeñarse hasta vencer o morir.

Reitero aquí con la sinceridad de mi convicción de que este "parte" es producto de la fantasía, para acomodarse en la situación, pero con toda la falsedad.

 

OTRO TESTIMONIO PARA ESTE CAPITULO

Con relación a este capítulo, Retoma de Yrendagúé, conviene saber también la versión dada por el Sargento 1 ° Adrián Benítez, en el borrador de su libro "Formación y Actuación del R.I.18 Pitiantuta", págs. 61,62y 63, que robustece o mejor corrobora la afirmación del nerviosismo operado en la Comandancia del R.I. Bat. 40, en la mañana del 8.XII.34, a raíz de la defensa organizada del Fortín opuesta por el enemigo y que dice:

"Fatídico 8 de Diciembre de 1934, día a glorioso de la historia paraguaya de la guerra del Chaco, fecha en que se produjo varios milagros. ¿Quiénes eran los que salieron en aquel cañadón aquella mañana, del 8, cuando íbamos hacia allí los rezagados? Nada más y nada menos que la Séptima División de Infantería boliviana al mando de un Teniente Coronel boliviano cuyo nombre supe después pero ahora no me recuerdo. Fueron 4.500 hombres que estaban campamentados al costado sur del camino Yrendagüe -Picuiba ¡Listos para entrar en acción en la ofensiva que tenía que realizar el Coronel Toro, dos días más tarde! Ahora, ante la novedad de la presencia de tropas paraguayas sobre Yrendagüe, recibió orden del Coronel Toro para envolverle a todo el grupo, que pensaban sería unas pocas tropas que osaron llegar allí!! Y en cumplimiento de esa misión salieron sobre camino, y avanzaron sobre Yrendagüe. Los rezagados del Mariscal López y Pitiantuta que llegamos a verlos, fuimos los que volvimos, y que los relaté más adelante. Supe después que no fuimos los únicos, sino los últimos que regresaron sobre el pique, donde otros rezagados habían exigido a los proveedores de agua que se distribuya a ellos, y cuyos pormenores no me corresponde ocuparme de ello. Eso sí. Aquella Séptima División boliviana; fue aproximándose lentamente hacia el Puesto de Comando de la Octava División paraguaya, alrededor del cual se hallaban las tropas de los Regimientos Mariscal López y Pitiantuta que había llegado en escasos números. 67 hombres del Mariscal López y 92 del Pitiantuta este último con apenas 5 Oficiales y sin su Comando de Regimiento Cap. Ireneo Díaz quien regresó a la base enfermo. Nítidamente veían avanzar a las tropas bolivianas los Oficiales del Pitiantuta, y avisaron al Coronel Garay, que se aproximaban ya bastante las tropas en cuestión. El Coronel Garay dijo así: Ehhh... jha tapejhó pe yocó. Mba,erá catu pico peyú pe mombe'ú raé. Fue cuando el Tte, Escobar Rodas, dijo así al Coronel Garay. Aniché va'eráco ivai pá ml Coronel, este día co Tupásy Caacupé ara jhina. Y con sus compañeros Oficiales allí presentes vinieron a organizar la defensa. Vió el Tte. Escobar al Sargento Segovia, con unos soldaditos que tenían allí una pieza, (A.P.) Ametralladora Pesada, que no sabemos como pudieron hacer llegar hasta allí. Ordenó que lo montasen inmediatamente. Pero el Sargento Segovia lo dijo, nda jhi yico la ñande depósito de agua de la pieza. Jho'ú pá lo mitá. Ñambocapú jha orreventá ta pua'e tereí la ñande pieza caño. Y en ese instante supremo, alguien dijo... Ty ya cargá ty! Y corrió un plato delante de cada soldado, quienes apenas pudieron llenar a media el plato como 15 personas. Ni orina ya tenián!. Pero así el Tte. Escobar, avesado tirador- de A. Pesada, sin perder la calma apuntó y obró el otro milagro!. Ráfaga tras ráfaga que hizo parar la columna enemiga y no solamente que lo paró, sino que los vieron retroceder y retirarse!!! Cualquier soldado combatiente sabe el efecto psicológico que produce el estampido grave de las A. Pesadas. Tiene otro estampido, que cualquier otra arma automática de menor potencia. Y... al escuchar las pocas ráfagas de Pesada, seguramente el Comando de la División que venía llegando ya casi al P.C. del General Garay, decidieron parar el avance y no solo eso sino retroceder y huir por un camino auxiliar que ellos conocían muy bien al sur-oeste de Yrendagüe y salía cerca de Caradayty, donde estaba el Coronel Toro. Este, al saber la presencia de tropa con automáticas Pesadas, ordenó inmediatamente al Jefe del Parque de Guerra de Yrendagüe Cap. Mendez, que haga volar el parque y se retire sobre Carandayty, orden que sabremos enseguida por intermedio de la declaración del Sub Oficial boliviano de apellido Zapata, especializado en explosivo, a quien ordenó la voladura del parque el Cap. Mendez. "Este Sub Oficial Zapata, cayó prisionero el día 9 de diciembre en poder de las tropas de la Sexta División paraguaya, quienes lo encontraron en un montículo cerca del Fortín con las manos completamente quemadas y lo mandaron al Hospital Frontal. Allí estaba este quien escribe, el 23 de Diciembre de 1934, en Villazón, esperando medio de transporte para ser evacuado en grave estado de agotamiento por deshidratación. Curioso como siempre me acerqué al Sub Oficial Zapata, y le hice preguntas de qué le pasa en la mano que tenia completamente vendada. Me relató que la defensa del Fortín ordenó el Coronel Toro, sacando armas automáticas del Parque y extender una línea continua en ambos costados del camino y hasta donde se pueda cubrir con cualquier soldado, ya sea de cocineros, etc. Y que cuando escucharon las armas automáticas pesadas que los paraguayos dispararon, cundió el pánico desde el Coronel Toro hasta el último hombre. Su Jefe fue el Cap. Méndez, quien le ordenó hacer explotar granadas dentro del Parque de Guerra, donde había gran cantidad de armas y municiones, acumuladas allí para la ofensiva del Coronel Toro. Hice una mecha de trapo, unté con pólvora y nafta y al prenderle el fuego se prendió la mezcla de pólvora y nafta que tenía untada por mi mano y tuve que apagarlo frotando contra el suelo, y me produjo tan dolorosa herida que ahora los Médicos paraguayos, humanamente tratan de calmarme. Así se produjo el tercer milagro, ese día de la Virgen de Caacupé!! Queda a cargo del lector su opinión sobre este episodio, lleno de misterio, que produjo miles de muertos bolivianos, inocentes soldados, quienes fueron abandonados por sus superiores, escapándose éstos en camiones cuando el pánico cundió en todo el frente, ante el espectro de la sed, que es peor que una herida cualquiera. La explosión de la granada, que escucharon los del Bat. 40, aquella mañana fue la producida por la acción del sub-oficial Zapata. Que yo sepa de alguna pieza de mortero que alguien haya hecho llegar hasta aquel lugar donde estaban nuestras raleadas tropas de los dos Regimientos, Pitiantuta y Mcal. López, no puedo venir mi opinión para no herir susceptibilidades ajenas. Allí estuvo para mi, la buena estrella de parte del paraguayo. Y... la verdad... indiscutible... de los soldaditos del Pitiantuta hicieron llegar aquella (A.P.) Ametralladora Pesada que salvó a todos. El Comandante del Bat. 40 quiere rematar su maldad, al incluir en una página, una supuesta esquela del Coronel Garay, y otras afirmaciones donde quiero inclusive atribuir a este viejo soldado, la idea de una posible retirada y quo solo fue insinuada por el Tte. Vega, Comandante del Bat. 40, cuando aparecieron las defensas del Fortín. Al proponer a sus Oficiales, éstos se opusieron y principalmente, el Tte. Troche, quien según dos estafetas que vinieron del Bat. 40, llevando parte al Coronel Garay, al preguntárseles de la situación de su Regimiento, contestaron, así:

I vaí la porte amó, Oficial cuera oicovaipá jhicüai. Tte. Vega oye retirá sé, jha Lombardito jha Troche, ndoi cuaa sei mba'evé upeagüi. Ape ña manó Mbá va'erá oñondivé jhe'i jhicui chupé. Versiones, ciertas o no, hoy día hace cerca de 50 años apenas saludan al general Vega Gaona los Oficiales del Bat. 40, molestos además por atribuirse la casi exclusividad de los éxitos obtenidos por su Unidad y sus dos compañeras, el Mariscal López y el Pitiantuta, aceptando orondamente la condecoración que otorgaron por la victoria de Yrendagüe, y cierta chuscada que expresa en su libro sobre dicha batalla. Queda a cargo del lector su concepto sobre todos los por menores, aparentemente sin transcendencia ya a esta altura del tiempo, pero que conlleva el propósito de evitar la impunidad de versiones mentirosas que quieren manchar actuaciones meritorias de auténticos beneméritos Oficiales de Reserva quienes fueron protagonistas sobresalientes tanto en El Carmen como en la incomparable maniobra para la retoma de los pozos de Yrendagüe, donde el Tte. Vega, según su primo Tte. Piccardo Gaona: OCACAPA CEFERINO.

La transcripción de la pieza que antecede he creído conveniente, por corroborar precisamente, el nerviosismo vivido en aquella mañana del 8-XII¬34, por el Comandante del R.I. Bat. 40, ante la defensa organizada encontrada en el Fortín .

El Tte. C. Vega Gaona, Comandante del R.I. Bat. 40, con ese parte del 8-XII-34, por la mañana, demostró su flaqueza espiritual, su pesimismo, su error conceptual, al insinuar en él, una retirada; según dice; porque el enemigo estaba bien posicionado, recibiendo continuadamente refuerzo del Oeste y del Norte y el inconveniente de permanecer allí de día, por el pelado del lugar para campo de tiro y más el poderío aéreo enemigo, podrían dar cuenta de nosotros. Como se ve, completamente negativo, defectuoso.

Los Oficiales del R.I. Bat. 40, esa mañana del 8.XII.34, 5 horas más o menos, fueron convocados a una reunión preparatoria y al recibir la propuesta de retirada, se rieron burlonamente rechazándola, oponiéndose con firmeza a la propuesta, hasta recibieron amenazas de baleadas por tal actitud. Según me dijo personalmente el Tte. Troche, los oficiales que se opusieron a la propuesta de retirada volvieron a sus puestos de lucha a continuar con fe y esperanza, el asedio hasta que rato más tarde, se produjo la evacuación de la posición en forma inesperada, dejando la plaza fortificada en poder de los nuestros.

Como se puede ver, el papel que le correspondió al Comandante del R.I. Bat. 40 en la retoma de Yrendagüe es triste y vergonzosa. Erró en todas sus apreciaciones, el resultado de la operación contrarió categóricamente su propuesta de retirada y vino el premio de la victoria a la D.8., una condecoración, que tal vez, le ofrecieron, injustamente, y que él aceptó orondamente, sin ningún escrúpulo, usurpando así el derecho de los que realmente hicieron posible esta sacrificada victoria.

Naturalmente, que este inmerecido premio le creó un falso orgullo y necesita reparar su conducta guerrera de la oportunidad, buscándole una aparente legitimidad, para los que desconocen estas intimidades de la acción. Empieza a buscar elementos que se presten a cohonestar sus falsedades para justificar sus errores y se pone a escribir libros que no reflejan la verdad de los hechos sobre el terreno que despertó la animada versión de la Oficialidad del R.I. Bat. 40, que reaccionó con toda justicia con la enérgica repulsa a su ex-Jefe, por tantas falsedades, aprovechando que muchos ya han fallecido y no podrían rebatirle.

El Mayor Julio P. Saldívar escribió un libro para reparar en parte la verdad. El Tte. Reinaldo  G. Troche estaba también terminando el suyo, pero falleció sin dar a luz su trabajo.

El General Ceferino Vega Gaona, con ese premio, seguramente que buscó crearse una posición de mérito, pero él no supo ubicarse dignamente en esa situación y se puso a recelar y a despotricar contra todos, incluso su propio benefactor, su Jefe inmediato, sus Camaradas y Subordinados. Y hasta se metió en la mente, por efecto de su egoísmo, de que el R.I. Bat. 40, sólo hizo el trabajo de la maniobra de la retoma de Yrendagüe. Solamente él y su único colaborador A.S. Alberto Segovia desconocen la eficiente y exitosa defensa opuesta por fracciones del R.I. 18 Pitiantuta y R.I. 16 Mariscal López, que habíamos llegado tan oportunamente al lugar para oponer esa resistencia a la 7a. División boliviana, que en su misión de restablecer comunicación entre las tropas bolivianas, venía de hacia el sur y que le hubiera obligado a verse entre dos fuegos. ¿Qué hubiera sido así de nuestra misión?.

El general Ceferino Vega Gaona, ahora, en su delirio de grandeza, no respeta, ni la gloria bien legítima de los demás, ni de las otras unidades hermanas de la D.8., ni los méritos adquiridos por derechos propios de sus subalternos, que le cultivaron su gloria (falsa de toda falsedad) y a quienes les ha birlado su premio. Y en su afán de aplastar a los demás, queriendo erigirse como un limpio y verdadero héroe de la jornada, plantifica en su libro que vengo refiriendo, en la pág. 253, párrafo 1 °- el supuesto informe, extraído de su "archivo oficial", el Tte. A.S. (Albergo Segovia), el único Oficial, que en los últimos tiempos de la guerra pasó a revistar en el R.I. Bat. 40, que le responde y que paso a transcribir.

 

PUNTO XX. Pág. 253, párrafo 1.

En este punto, el general Ceferino Vega Gaona, dice:

El pasaje que seguidamente reproducimos, es de la cosecha A. S. y dice:

Al definirse la victoria el Coronel pasó un informe, no sé si al Comanchaco o al Comando del II.C. E., en el que decía que la victoria se debía única y exclusivamente al Bat. 40, habiendo los Regs. 16 Mariscal López y 18 Pitiantuta huido criminalmente al creernos perdidos. Y es la pura verdad ya que el Batallón del R.1. 16 que llegó lo hizo tarde y sin fuerza combativa. Su consecuencia fue un abismo entre Garay y Medina, quien nunca perdonó por esa nota y de cuando en cuando, tenían discusiones acaloradas.

 

PUNTO XX. CONTESTACION. Pág. 253, párrafo 1.

Como puede verse, la irresponsabilidad campea en las manifestaciones del autor y su colaborador, su "archivo oficial", el Tte. Alberto Segovia, porque el primero echa mano con toda mala fe e intención al supuesto informe que le da el segundo falsamente, como si fuera dueño absoluto de la verdad. Porque si hay gloria en la acción, los tres Regimientos de la D.8. hemos participado en la victoria y si hay miseria, también las tres grandes Unidades han tenido su representación en la parte desgraciada. Pero que sabe A.S. (Albergo Segovia) de la "pura verdad" si él no vivió el drama y su imaginación maliciosa vertida sobre el hecho, tan lejos de la realidad. Pero es el único del Bat. 40 comprometido que tenía que ir dorando las píldoras al autor del libro "El R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco", para ver de compaginar una posición que mejor haga a su conveniencia.

 

PUNTO XXI.

Siempre falseando la verdad, dice en la pág. 254, párrafo último que continúa como primer párrafo en la pág. 255.

Los casos que a continuación transcribimos, ocurrieron también en los días que vamos registrando cronológicamente:

La defección del R.1. 18 Pitiantuta "íntegramente" y de la mayor parte del Mariscal López y PARTE DEL BATALLON 40, motivó el proceso de unos cinco Oficiales de estas Unidades. Cuando estaba ya en el camión, me ordenó el Coronel para llevarlos a entregar al Auditor del II. C. E. que está en Mr. Long, etc. etc.

 

PUNTO XXI. CONTESTACION. Págs. 254 y 255, párrafo último y primero último respectivamente.

Yo no se porque el general Ceferino Vega Gaona y su "archivo oficial" Tte. Alberto Segovia, quieren ensañarse contra el R.1.18 Pitiantuta, diciendo éste: La defección del R.I. 18 Pitiantuta "íntegramente", como sabiéndolo bien y su amigo le copia sin respetar absolutamente la verdad bien conocida. Porque el general Ceferino Vega Gaona no puede ignorar la participación efectiva y feliz de parte el R.I. 18 Pitiantuta y parte del R.I. Mariscal López N°- 16, en la organización y defensa tenaz, del P.C. Divisionario (D.8.) y retaguardia desguarnecida del R.I. Bat. 40, contra la 7a. División boliviana. Una buena fracción del R.I. 18 Pitiantuta, 93 hombres con 18 piezas automáticas incluyendo una AMETRALLADORA PESADA, la única que llegó a destino en esa maniobra y otra fracción del R.I. 16 Mariscal López, también bien armado, que habíamos llegado tan oportunamente en el P.C. de la 8a. División, en la ex-sanidad bolí capturada, para haber tenido la oportunidad de participar con éxito, con una demostración de potencia de fuego que incidió en el ánimo enemigo, según versión del Sargento boliviano ZAPATA, para producirse el milagro de la evacuación inesperada de la plaza fortificada de Yrendagüe. El Bat. 40 no tenía en esta oportunidad, en esta acción, AMETRALLADORA PESADA como en EL Carmen, porque prescindía de ellas en las maniobras.

El general C. Vega Gaona, conoció estos hechos, sobre la retoma de Yrendagüe porque transcribió en su libro, artículos sueltos y de libros de otros autores que hacen referencia a estas acciones, pero como es el hombre de la "MENTIRA" transcribe como está la colaboración de su único adicto de su Unidad.

Precisamente este sentido de su escrito (libro) objetado por la Oficialidad del R.I. Bat. 40, sin conseguir que entrara a ceñirse a la realidad de los hechos, motivó la categórica repulsa a su ex-jefe. De modo que este caso, otra mentira más del general Ceferino Vega Gaona, sin causarle ninguna vergüenza el hecho de saberse que está mintiendo.

 

PUNTO XXII.

Sigue diciendo, en la pág. 255, último párrafo, lo que sigue:

El siguiente dice:

"CUENTAN" que formó el Regimiento, y le habló así:

Uds. los del. . . . . han cometido una traición inigualable, `pe cacá la patria syváre" Y para limpiar lo que han hecho, espero de Uds. una hazaña inigualada, etc. etc.

 

PUNTO XXII. CONTESTACION. Pág. 255, último párrafo.

Como el ensañamiento de esta pareja Vega Gaona-Segovia siempre se dirige más en contra del R.I.18 Pitiantuta, quiero tomar como tal esta información, que como procede de quienes procede, hay que revisarla.

En principio, si el que habló, dijo así a una sola gran Unidad, está errado, porque debió formar los tres Regimientos que tuvieron en la acción desgraciada su representación, como así también en la acción de gloria.

Si esta pareja, general Ceferino Vega Gaona - Alberto Segovia pretende burlarse de una Unidad tan gloriosa como el R.I. 18 Pitiantuta, deben hacer primeramente una auto-crítica, si están en condiciones morales para hacerlo.

Porque este glorioso R.1.18 Pitiantuta, en El Carmen ya había hecho, la hazaña inigualada e inigualable, con su "ejemplar patrullaje" de preparación de la maniobra victoriosa, del lado norte, y la culminación exitosa de la maniobra, sobre el Camino V, detrás de Independencia el 16-XI-34, por la mañana, en una batalla defensiva, en condiciones precarias y claramente inferior al enemigo en número y armamento, pero cumpliendo a cabalidad una orden específica y promoviendo en consecuencia, la primera condecoración al valor militar "CRUZ DEL CHACO", concedida, pero con toda justicia, sobre el terreno en la guerra del Chaco. Con la victoria de El Carmen precisamente, hemos cambiado el curso de la guerra, posibilitando otros trabajos ofensivos como en Yrendagüe, Ybybobó, etc.

Yo, como oficial del R.I. 18 Pitiantuta, debo manifestar en este caso que nunca, jamás, he llegado a saber de estas cosas. En mi primer periodo de Chaco, casi 18 meses ininterrumpido, sin fallar en las actividades de mi Unidad ni por motivo de mis heridas, no sé en qué momento pudo haberse llevado a cabo tal reunión del Regimiento sin mi presencia. Me parece este lecho un tanto sugestivo. Por entonces yo era ya Comandante de Batallón en el R.l.18 Pitiantuta y bien conocido por el Comandante de la 8a. División y no veo como pudo habérseme escapado esta información, no haber oído semejante observación, que si la escuchara, me parece que me impactaría como para no olvidarlo nunca, de vergüenza. Jamás he escuchado tal observación.

Mi convicción en consecuencia, es, que esta información es una mentira más de la pareja.

 

PUNTO XXIII.

En la página 257 sin embargo, transcribe la Orden General N°- 214 de la D.8. que dice en la parte pertinente lo que sigue:

Al separarme de mis compañeros de la D.8, quiero expresarles mi convicción profunda de que se hallan en condiciones físicas y morales para seguir cumpliendo como hasta ahora cualquier orden. Si el enemigo presentara resistencia en alguna parte, la D.8, tendrá seguramente otra oportunidad. No creo que el enemigo presente esa resistencia, pero confieso que deseo que la presente para que las fracciones de la División 8, cuya conducta en la operación sobre Yrendagüe ha sido tan desgraciada, se laven de esa manera ejecutando hechos honrosos como en Cañada El Carmen.

 

PUNTO XXIII. CONTESTACION. Pág. 257

Como se ve en la transcripción precedente, el Comandante de la D.8, en su mensaje de despedida, se expresa correctamente, afectando a las tres Unidades de la División, sin ninguna distinción en la conducta desgraciada en la operación sobre Yrendagüe. Así mismo debe ser con los que tuvieron conducta acertada ¡Correctísimo!

Para terminar con este capítulo «YRENDAGÜE, quiero insertar a continuación, dos testimonios interesantes que aclaran suficiente y definitivamente dos verdades:

I) El del glorioso Sargento 1 °- Ramón Reyes, herido esa madrugado del 8-XII, por balas enemigas en cumplimiento de una misión dádale por el Tte. R.G. Troche, entre Yrendagüe-Picuiba, y que fuera recogido oportunamente en el P.C. del R.I. Bat. 40. Allí tuvo la oportunidad de protagonizar viva y totalmente el incidente producido entre el Comandante del R.I. Bat.40, Tte Ceferino Vega Gaona y el Tte. Reinaldo G. Troche, Comandante de la Cía., del mismo Regimiento, que se opuso muy enojado a la orden de retirada que impartió el Tte. Vega Gaona.

II) Y el otro del Tte. Alberto Segovia, que aclara ahora, después de saber la verdad por bocas de los verdaderos protagonistas, de que la dudosa orden de retirada, del 7/XII/34, por la tarde, imputada falsamente a Comando de la D.8, no existió.

 

CARTA DEL SARGENTO 1° RAMON REYES

Asunción, Campo Grande, Diciembre 8 de 1957

Mi estimado Teniente Reinaldo Troche

Hoy se cumple veinte y dos años que yo, herido por balas enemigas, estaba en sus manos y la de Dios, por eso le escribo esta carta para rememorarle un recuerdo triste de mi situación en la toma de los pozos de Yrendagüe en aquel 8 de Diciembre de 1934, día de la virgen de Caacupé. Eran las cuatro de la mañana cuando Vd. mi Tte. me ordenó que ocupe la recta Picuiba-Yrendagüe, cortar el hilo telefónico si había y haga un tiroteo fuerte como demostración de fuerza y luego esperar orden suya y de nadie más. Me dio un fuerte abrazo y me dijo: «Ñandeyara tojhó nendivé» - Inmediatamente marcho con mi Pelotón, habré ido cuatro cientos metros cuando fuimos sorprendidos por el fuego de una ametralladora pesada que hasta ese momento no descubrimos su presencia: ahí terminaba mi misión y mi suerte desgraciada, me caí herido y el Sargento Benito Zarza muerto y el resto del Pelotón todos totalmente heridos; Ud. mi Tte. Troche por suerte nos hizo recoger, llevándonos al Puesto del Comando Tte. Vega, donde estábamos tirados al suelo con desesperación, porque nada estaba claro y nuestra suerte nada, en manos de Dios y de la suya mi Tte. «Y vaí la porte,,! Serían cerca de las cinco y media de la mañana, cuando el Tte. Vega le hizo llamar y Vd. se presentó diciendo a la orden mi Tte., nosotros todos los heridos estamos atentos a la conversación que escuchábamos por la distancia y cercanía y queríamos saber qué iba a suceder y el Tte. Vega le dijo a Ud,, en la guerra mi hijo hay que mirar la mayoría y no importa que se sacrifique algunos con tal de salvar el grueso y así muchas cosas más dijo finalmente le ordenó que prepare su tropa para retirarse ordenadamente, Ud. le miraba a él y a nosotros y enérgicamente», che mandu'á re ye balanceama nde py punta re jha re porandú y chupé, avá orden pa upeva y el le contestó: orden Superior, y de qué Superior le dijo Ud. mi Tte. -Eso no importa Tte. Troche», yo cuando escuché esto desesperado y con las lagrimas en mis ojos te dije, mi Tte. Troche, orereyá ta pico? y Vd. me miró y me dijo: nunca, che co amanó vará penendivé cuera che ra'y, y como un tigre reveré jha rejhó y le contestó al Tte. Vega: Yo no acepto esa orden mi Tte., no voy a retirarme hasta alcanzar los pozos Yrendagüe y cumplir mi misión, y soy responsable de mis actos y después me han de fusilar sobre los pozos por desobedecer la orden suya, y después se marchó tan enojado hacia el frente que nos quedamos con la gran esperanza por su decisión para rezar que todo salga bien.

Un rato después escuchamos que gritaba dos o tres veces diciendo: Aiqué ma co la Yrendagüe pe Tte. Vega. Su voz era como una bendición para nosotros que realmente no sabíamos lo que pasaba, pero eran las palabras de consuelo, le vimos parado sobre una pequeña altura del terreno, gritando: Aiqué ma co: a mi me parecía la aparición de un Dios, y rato después tiroteo de aquí, tiroteo de allá y en realidad nadie sabíamos lo que pasaba, todos nos mirábamos.

Cayó Yrendagüe y los pozos, y nunca me he de olvidar su figura siempre enérgica y decidida cuando decía no acepto su orden, vivo o muerto la segunda Compañía tomará Yrendagüe y ahí me fusilarán, ndapo jheyaichene che rá'y cuera. Nada más que quise recordarle este pasaje triste de mi vida en la guerra por si alguna vez Vd. quiera recordar sobre nuestra actuación en la guerra y donde mi Tte. Troche que jamás encontraré un Oficial como Vd.

Con mi mayor respeto y admiración le doy un abrazo mi Tte. Cte. del 4°- Pelotón Ramón Reyes Sgto. 1 °

 

TENIENTE ALBERTO SEGOVIA

Por su parte, el Tte. Alberto Segovia, en una carta fechada en Santa Rosa, Marzo 19 de 1970, dirigida al Tte. 1°- Reinaldo Troche, le dice:

Santa Rosa, Marzo 19 de 1970

Señor Teniente 1 °- de Rva. don Reinaldo Troche

Asunción

Los sucesos resaltantes de los días 7 y 8 de diciembre de 1934, a los que yo podría referirme, son los siguientes:

El día 7, a primera hora, reanudamos la marcha.

Hacía un calor sofocante, lo que hizo que a medio día nadie tuviera una gota de agua. Fue aquí cuando tuve que dar el último trago a uno que pedía agua por favor.

Antes de emprender la marcha desayunamos maní con galleta. Después fue imposible comer nada a causa de la deshidratación, pues ya no teníamos saliva para poder tragar los alimentos. Nos íbamos secando, lenta, inexorablemente, sin más esperanza que la toma de los pozos de Yrendagüe. Era una huida hacía adelante, pues sabíamos que había atrás menos esperanza aún.

Durante toda la mañana marchamos por un cañadón y, durante mucho tiempo, un avión iba y venía sobre nosotros. Me pareció que no podíamos pasar desapercibidos para la observación área. Por otra parte; aunque había de cuando en cuando un grupo de árboles, era muy difícil que se escondieran todos.

Se transmitió el siguiente mensaje: AL II C. E.-7/12/34, las 15,15. –Nº 5 ref. N°- 2641. Hemos pasado la rama E.O. del camino camionable que viene de Yrendagüe hacia Picuiba. Seguimos marchando D.8.

Cuando se envió al II C.E. el último cifrado, se nos anunció otro del cuerpo, que no recibimos por impaciencia del Coronel Garay por seguir adelante.

Aquí fue tiroteado un camión enemigo.

Por la tarde la falta de agua ya desorganizó la columna. Los aprovisionamientos de agua no llegaban. Se perdió contacto con el R. 18 y dos batallones de R. 16, los que quedaron rezagados, y aún retrocedieron,

Estábamos deshidratándonos rápidamente. Ya no teníamos saliva, los ojos resecos, la lengua pegajosa.

Desde la transmisión del último mensaje, perdí contacto con el coronel.

Íbamos marchando como podíamos, con velocidad cada vez menor, con la radio y un cajón de pilas, que pesaban unos 50 kilos, transportados por dos hombres con una palanca. Los hombros de uno de ellos sangraban.

El tiempo estaba amenazante. El calor era bochornoso. La tropa pensó que iba a llover. Pero no vino la lluvia y cundió una gran desilusión. No había más remedio que seguir adelante, que era lo único que nos restaba y, sin embargo, ya no podíamos más; habíamos llegado al límite del agotamiento.

Los equipos pesados que no fueran necesarios para el combate iban quedando por el camino. El Coronel dio el ejemplo tirando la carpa del Comando, luego su depósito de agua, su catre de campaña, etc.

Ya después de la entrada del sol, hicimos el último esfuerzo, al término del cual decidí pasar la noche. No pudimos ir más de 500 metros y quedamos, felizmente, con una sección de pesada. Esa misma noche mandé a uno de mis hombres para informar al Coronel donde estaba y decirle que necesitaba más gente para seguir adelante. Habíamos quedado a unos dos kms. antes de salir a la carretera N.S. que va a Yredangüé, como a 13 kms. de este punto.

Supe que desde el anochecer del 7 la compañía Reinaldo Troche, del B.40, pasó a ocupar la vanguardia, y que el Coronel Garay y el Tte. 1 °- Vega estaban, con esa unidad. El Tte. Troche era el oficial de mayor confianza del coronel, dentro del 40.

Oímos ruido de camiones hacia la derecha, varias veces. De la situación no tenía la menor idea.

Esta fue nuestra segunda noche triste, en que no pude dormir de sed. Pensaba en la forma en que me recibiría el Coronel, por haber quedado rezagado con el equipo de radio y la clave.

Al fin amaneció. Un rato después llegó un oficial, enviado por el Coronel Garay, con la noticia de que a un kilómetro estaba un camión en el que seguiríamos viaje. Era la ex intendencia del Rgto. Chuquisada tomada al enemigo.

Recibí para ser transmitido al II C.E. el siguiente parte: «Desde anoche estamos combatiendo en Yrendagüe. D.8>,.

La orden del Coronel era para alejarme lo más pronto posible hacia Yrendagüe y, una vez llegado a terreno más seguro - 10 kms.- instalar la radio y transmitir el citado parte al II C. E.

Llegamos a la ex intendencia, donde había dos camiones, uno de ellos sin agua en el radiador. El otro estaba en condiciones, y en él fuimos cargando pesadas, morteros, fusiles, caja de banda, valijines, etc.

Partimos, pero no podíamos seguir a causa de los soldados que querían subir. Alzamos a algunos, pero esto no podía hacerse con todos, Trataron de atajarnos varias veces. Llegó un momento en que tuve que dar orden para seguir adelante atropellando todo lo que encuentre. Recién entonces marchamos rápidamente hacia Yrendagüe. Un avión andaba volando, pero no le hicimos caso con el apuro.

Me recibió el Coronel en forma inesperadamente buena, sin decir nada por haber quedado rezagado. Enseguida se instaló la radio y se transmitió el siguiente parte: «8/12/34.- A II C.E. - Yrendagüe en nuestro poder. Enemigo destruyó bombas de pozos y quemó parque e intendencia; Informaré sobre botín tomado D.8. «Y este otro: A Intendencia D.8. Bombas de pozos de Yrendagüe están destruidas y poceros anunciados por Cuerpo no llegaron... Diga como organiza servicio para aprovisionarnos. .D.8».

Más tarde, otro mensaje: «Al II C.E. e Intendencia D.8.-8/12/34.- Las 15-N°- 5 - Cif. N°- 268 - Ya estamos extrayendo agua suficiente de los pozos D.8.

Esta si que era una buena noticia, y significaba nada menos que nuestra salvación.

Se había realizado una hazaña sin precedentes. Yrendagüe fue capturado en la mañana del 8. Supe más tarde que el Tte. Reinaldo Troche del B. 40, derrochando temeridad y valor, fue el héroe principal de la jornada y que él, juntamente con el Tte. Julio P. Saldívar, fueron los primeros en entrar, en el fortín.

El Coronel Garay, gran patriota y gran soldado, marchó en todo momento a la par de sus tropas, exhibiendo su optimismo y energías proverbiales. No me explico como este hombre sabía dominar el cansancio. El conocía los peligros que nos asechaban por todas partes y , sin embargo, seguía adelante. Quería llegar a toda costa, pero a la vez ponía cuidado en no tener tantas bajas.

Afrontó sin una queja todos los sufrimientos y penurias, y a la hora del triunfo se mantenía recio como un lapacho.

Hoy, después de conocer la verdad mediante la opinión de los principales protagonistas puedo afirmar que en ningún momento el Coronel impartió la orden de retirada (adonde hubiéramos podido ir?), y que el temible Avión Pytá sin perder el mando ni la serenidad un solo minuto, se mantuvo firme en su puesto y en su decisión.

No puede negarse que el Coronel Garay cumplió un papel digno de aplauso en esa emergencia. Se comportó como un verdadero Jefe, dando el ejemplo a los subordinados.

El Coronel Garay, creo yo, actúo con una abnegación que asombra y cumplió satisfactoriamente un papel histórico al que no sería justo buscarle reparos o imperfecciones. El Viejo, como le llamábamos, merece bien de la Patria.

Sin otro motivo, le saluda con toda consideración. Alberto Segovia

Tte. 1 °- Rva.

El Comandante del R.I. Bat. 40, teniente 1 °- Ceferino Vega Gaona, fue el agraciado con la condecoración Cruz del Chaco por la retoma de Yrendagüe, en la 8º división, impuesta por el propio Comanchaco, en presencia de los Comandos del 2°- C.E. y de la 8º División, dándole toda la formalidad requerida para su legitimidad.

Pero en verdad, cayó tan mal en nuestra gran unidad, este premio, contrariando la justicia. Los que hemos actuado en aquella operación en el ámbito de la 8á división, pronto nos enteramos de los detalles íntimos previos

a la caída del fortín aquel, 8-12-34, por la mañana temprano. La defección vergonzosa del comandante del R.I. Bat. 40. Se nota pues en su parte del 8-12-34. Sugiere a su jefe una retirada (ya imposible) que fue desoída; imparte a su subordinado, el teniente Troche, la orden preparatoria para la retirada que fue rechazada de plano.

Informó a su Jefe a modo de una intimidación que el fortín estaba recibiendo creciente refuerzo del oeste y del norte, y que seguir así de día en nuestras posiciones actuales, nos ofrecería inconvenientes por la eficiente aviación enemiga.

Horas más, y cayó el fortín con los pozos de agua, en poder de la 2º Compañía del R.I. Bat. 40, a cargo del teniente Reinaldo G. Troche. Como puede verse, todo su concepto, su sugerencia, contrariados por la realidad sobre el terreno.

Este es el héroe con pedestal de barro de Yrendagüe.

Ahora ¿cómo puede haber quedado este profesional de las armas en esta posición?

Por un lado el Héreo y por el otro......?

Por supuesto que para cohonestar esta «justicia misericordiosa», tuvo que recurrir a subterfugio desleal, que provocó la reacción de sus ex subordinados, que le respondieron con su categórica repulsa.

El hizo preparar por tercero, otro desleal, un parte falso pretendiendo involucrar en la responsabilidad al comandante de la 8º división, que no llegó a calar en el ánimo de nadie porque el coronel Garay es muy conocido por todos nosotros de la 8º división que no va a caer en esa defección y por otro lado no hay motivo, lugar, ni tiempo, para haber caído en esa debilidad, que absolutamente no es propia de este valiente jefe.

Por expresar este concepto mío sobre el coronel Garay, ante la desleal é injusta actitud del general Ceferino Vega Gaona, éste me hace su crítica contra mi trabajo de patrullaje en la preparación de la maniobra victoriosa de «El Carmen», en que no acierta también a dar juicios razonables que le rescate de su flaqueza conceptual y profesional.

Y ahora, después de mucho cavilar seguramente, su archivo oficial, el teniente Alberto Segovia, da su verdad en carta al teniente Troche, diciendo en la parte pertinente:

Hoy, después de conocer la verdad mediante la opinión de los principales protagonistas, puedo afirmar que en ningún momento el coronel impartió la orden de retirada (adonde hubiéramos podido ir), y que el temible avión pytá, sin perder el mando ni la serenidad un solo minuto, se mantuvo firme en su puesto y en su decisión.

El testimonio que nos da el glorioso sargento 1 °- Ramón Reyes, en carta al teniente Troche del 8-12-57, nos da la realidad de lo que se vivió en la comandancia del R.I. Bat. 40, ese 8-12-34 por la mañanita, con la defección de su Comando que daba parte antojadizo apartado completamente de la real situación, que fue desoída por el Superior por su pesimismo, Impartió orden preparatoria para una retirada ordenada que su subalterno, el teniente Troche le rechazó de plano. Y se cumplió la misión de la D.8.

Con esta figura conque se le conoció en el ámbito operativo de la D.8 él aceptó la condecoración sin ningún escrúpulo, sin temor a un posible, escándalo, que sin embargo, con una prudente disciplina ya iba pasando como moneda sana, pero con su indigna actitud hipócrita, removió y atizó el fuego, para llegar necesariamente a esta situación de desnudar su posición ante el Juez natural que juzgará nuestros actos, El Lector.

 

UN TESTIMONIO CONCLUYENTE E INAPELABLE

Estando yo, en la necesaria tarea de refutar y desvirtuar los "INFUNDIOS" del general de División Don Ceferino Vega Gaona, sobre mi actuación como patrullero de la D.8. en la preparación de la maniobra victoriosa de El Carmen y justificar las falsedades cometidas deliberadamente en sus libros "Yrendagüe-Picuiba". "El R.I. Bat. 40 en la guerra del Chaco, T.I., llegó en mi poder como una colaboración, este relato sobre la "RETOMA" de Yrendagüe y sus pozos, del valiente Oficial de Reserva, Tte. 1 ° Don Reinaldo G. Troche, como protagonista responsable, que me brinda la oportunidad para transcribir con gusto aquí, la parte pertinente, como una prueba concluyente e inapelable, para demostrar la "DEFECCION" del Tte. 1°- Ceferino Vega Gaona, en la maniobra de retoma de Yrendagüe, en la mañana del 8-XII-34, y de que el Comando de la D.8, el entonces Coronel Don Eugenio A. Garay, no pudo haber caído en la defección que pretende atribuirle gratuitamente el general Ceferino Vega Gaona y su "archivo", el Tte. Alberto Segovia, con toda falsedad, intentando así cohonestar sus crasos errores.

El Comandante de la D.8., Coronel Eugenio A. Garay, activando sobriamente esa mañana, con su optimismo inalterable, con su presencia física, anímica y espiritual entre nosotros, nos ha calado muy hondo a los que hemos llegado con él, comprometiendo nuestra decisión de acompañarle en su empeño en el cumplimiento de la misión de la D.8, hasta la última consecuencia.

Estábamos aproximándonos al objetivo, después de largas horas de marcha en silencio. No sabíamos, en ese momento, la distancia precisa que faltaba recorrer.

Siendo las 18 horas del día 7 de diciembre, soy llamado a presentarme en la vanguardia del B. 40. Dejo la compañía (cuatro pelotones) a cargo del Tte. Julio Saldívar, comandante del primer pelotón, y me dirijo hacia adelante llegando a una senda llamada Picada de Circulación N°- 1, donde estaban reunidos el coronel Eugenio A. Garay, comandante de la D.8, el Tte. Ceferino Vega, comandante del B.40, el Tte. José D. Lombardo, comandante de la 1a. compañía, y otros oficiales.

Me presento al coronel Garay con todas las exigencias de la disciplina y recibo orden del mismo para hacerme cargo de los trabajos de punta, constituyéndose mi compañía en la cabecera del B.40 y vanguardia de la D.8. Misión: llegar a Yrendagüe.

En cumplimiento de esta orden hago correr la voz para que avance la 2a. compañía. Una vez reunida mi tropa designo al Tte. Saldívar para que tome a su cargo, con su pelotón, los trabajos de punta. Y el resto de la compañía, en la escala numérica que correspondía.

Reanudada la marcha, a las 20.40 más o menos y luego de haber recorrido poca distancia, aparece allá lejos el reflejo potente de la luz de un camión. Inmediatamente se toman las medidas del caso. Rato después, el primer camión cargado de grapas, bebida boliviana, dulces y comestibles, cae en nuestro poder, capturado por el primer pelotón al mando del Tte, Saldívar. Estas eran las primeras novedades relacionadas con el desarrollo de un intenso drama posterior, y con estos hechos empieza todo un episodio cuya verdad se ha querido modificar con inexactitudes y mentiras.

A la captura del primer vehículo se sucedieron la de otros dos camiones más, con tanta suerte que el último vehículo transportaba un tanque de agua, que era la salvación para todos, por cuanto que la sed ya venía haciendo estragos en la tropa. Desgraciadamente un soldado boliviano que viajaba en el camión-tanque sentado allá arriba y cantando a viva voz, consiguió darse a la fuga. No se hizo ningún disparo, por elemental medida de prudencia, y sería este soldado quien llegaría al fortín, horas después, a delatar nuestra presencia. Caso contrario, no hubiéramos tropezado con dificultades para alcanzar nuestro objetivo: los pozos.

En el curso de estos acontecimientos y en el duro trajín en que me encontraba, aparece sorpresivamente el coronel Garay, a quien le informo de las novedades pues la situación evolucionaba con características de justificada alegría, de mucha emoción y hasta de un poco de nerviosismo. Lo observo al coronel y me doy cuenta que este hombre era capaz de correr él sólo hasta Yrendagüe. Tanto era su entusiasmo, fortalecido por un dinamismo incontenible. Parecía imaginar que las alternativas nos ponían ya en los umbrales de una victoria definitiva. Daba órdenes personalmente, de un lado para otro. Estaba en todas partes. Le propongo seguir con mi compañía hasta el final haciendo uso de los camiones prisioneros. Al principio le gustó la idea, pero luego de meditar brevemente ordenó que se continuara a pie. Así reanudamos la marcha, y rato después el pelotón Saldívar se apodera de la Sanidad boliviana a cargo del Mayor médico Dr. Navarro.

A las 2 tomamos contacto con el enemigo atrincherado a unos 700 metros del fortín. Hago frente con los pelotones del Tte. Saldívar y del Sgto. Adriano Lafuente. Me aproximo todo lo posible bajo el fuego enemigo.

Mientras se produce un breve combate hago un estudio para conocer la importancia numérica de los bolivianos, cantidad de armas automáticas, orientación de sus posiciones, y luego las posibilidades que tenía. Mis cálculos indicaban que no pasaba de los 90 a 100 hombres con dos A.P., lo que significaba que me resultaría fácil romper aquello y llevarlos por delante. Pero lamentablemente mi tropa ya no respondía. Estaba dominada por el cansancio y el sueño, lo cual era lógico si se mide el esfuerzo que venia realizando. No quedaba más remedio que postergar cualquier actividad durante un tiempo prudencial, para que los soldados descansaran.

A las 3 de la madrugada llega hasta mí el coronel Garay acompañado del Tte. 1°- Ceferino Vega en la misma línea de combate en un cañadón pelado, en el que, dada la oscuridad de la noche, no se nos veía. Le doy parte de la situación en voz baja y le informo que estábamos a muy corta distancia del enemigo, aproximadamente a unos 50 metros, a lo que él me contesta: "No importa, mi hijo, peligro hay en todas partes, y el soldado debe morir en su puesto". En seguida me pregunta que pienso hacer, y yo le contesto: que una vez descansada mi tropa, y antes de amanecer, me tiraría encima del enemigo como para llegar hasta los pozos. Tuve la impresión de que mi aplomo en contestar con profundo optimismo le llenaba de satisfacción pues mirándome fijamente posa su mano sobre mi hombro y me da unas palmadas, diciendo con cariño paternal, en guaraní: "reiquéne pa che ra’y". Le contesto: "Sí, mi coronel. A jurá ndeve che syre jha nde syre avei, aiquéta salvo caso a manó tapere". Entonces vuelve a contemplarme un rato, y dice: "Nde co la única y la última esperanza Tte. Troche jha upévare apytá tranquilo, porque aicuaá reiqueta jha". Con estas palabras el coronel dio por terminada la entrevista. Yo sabia muy bien que era una orden que tenía que cumplir, y nunca dejó de llamarme la atención la maestría psicológica y el verdadero tacto y sabiduría con que la estaba impartiendo.

A las 4 de la mañana todavía seguía pensando en la forma de operar y actuar, ya que la responsabilidad de este frente era totalmente mía. Habiéndose dirigido el coronel hacia otro lugar donde era mucho más necesaria su presencia, en medio de mis cavilaciones surge la idea de cortar el camino de Yrendagüe a Loma Vistosa o El Cruce, que lo había descubierto mediante las luces de un camión que cruzara antes por esa zona o paraje, Lo envió al Sgto. Ramón Reyes para que ocupe esa recta con su pelotón, corte el hilo telefónico y haga una serie de disparos. Todavía no estaba amaneciendo y esto me hizo creer que la desmoralización del enemigo iba

a ser muy grande al escuchar los disparos, instante que yo aprovecharía para efectuar un rápido ataque frontal. Pero, mala suerte, a poco de haberlo desplazado el pelotón Reyes fue a caer en un bolsón, bajo el fuego de una ametralladora, resultando muerto el Sgto. Zarza y heridos el Sgto. Reyes y su pelotón completo. Hago recoger a los heridos, como se podía, y los deposito a 40 metros más o menos detrás de mi línea, donde se hallaba precisamente el P.C. del Tte. 1 °- Ceferino Vega.

La situación se me agrava. A las 4.20 más o menos lo hago llamar al Tte. Vega, quien inmediatamente vino. Le comunico lo sucedido e insisto en mi intención respecto a la pequeña maniobra y que solo necesito de 8 hombres capaces de llegar al objetivo antes de aclarar el día. En ese momento viene llegando el Tte. Lombardo. La situación se ponía difícil, en un campo pelado sin ninguna defensa, terreno casi plano sin accidentes y con tropa fatigada. El Tte. Lombardo pregunta qué pasa. Aprovecho el momento psicológico y planteo la situación a ambos, cargando un poco la tinta, en espera de una orden de mi superior. El comandante del B.40 dispone que el Tte. Lombardo se entienda conmigo, y se despide y se aleja rumbo a su P.C.. Al quedarnos solos Lombardo y yo le refiero mi plan y le demuestro la urgente necesidad de cumplir esa misión sin pérdida de tiempo, pues que de esa manera teníamos ganada la batalla. Lombardo comprendió perfectamente y, todo corazón y valentía, se dirigió resuelta y velozmente, cambiando el rumbo que siguiera el Sgto. Reyes, para evitar el mismo percance. Habíamos hecho con el Tte. Lombardo el compromiso de no abandonarnos el uno al otro en ninguna situación adversa, porque el asunto no se presentaba fácil y la misión consistía en llegar al objetivo cueste lo que cueste.

A las 5.30 amanecía. Lombardo se aproximaba a su objetivo. Mi tropa estaba pronta para atacar cuando el Tte. 1 °- Vega me hace llamar por intermedio de un ordenanza. El momento no era propicio para abandonar mi puesto. Furioso y muy disgustado interpelo al estafeta si porque me hacían llamar, y el soldadito, quizá algo asustado, me dice: "a maliciá ya ye retirata mi Tte.". Las palabras de este soldado me causaron pavor y extrañeza y una profunda indignación. Lo llamo al Tte. Saldívar y le ordeno que cuide la tropa mientras yo voy junto al Tte. 1º Vega. Me presento rápidamente. Mi superior se hallaba sentado bajo un árbol muy alto y recostado por él. Estaban allí su ayudante y otros oficiales, más el Sgto. Reyes, herido, y los hombres de su pelotón acostados en el suelo sin atención médica aun.

Se, levanta el Tte. Vega, se pone frente a mí, y me ordena que prepare la tropa para retirarnos, cuidando mucho el orden a seguir. Tanto me extrañó esta orden que me atreví a preguntar si de quién emanaba la misma, contestándome que era orden superior, sin definir, no obstante, de que superior se trataba. En la confusión de ideas que me asaltaban no podía yo aceptar que pudiera ser una orden del Comanchaco, ni del comando del Cuerpo, ni mucho menos del comando de la D.8, porque hacia poco rato el coronel Garay en persona me había dado la orden precisa de llegar hasta los pozos y yo había jurado cumplir; y también porque a esa hora la totalidad del II C.E. se encontraría empeñada. Un razonamiento sencillo, o la buena lógica, o el instinto, o un resto de confianza en la Unidad a la cual yo pertenecía me gritaban desde lo más hondo de la conciencia que algo anormal estaba ocurriendo en el ambiente y que no tenía porque someterme a esa pretensión. Así las cosas, nuestro diálogo se ve interrumpido por la voz quejumbrosa, casi entre llantos, del Sgto. Reyes, quien me pregunta si cómo lo iba a dejar abandonado en ese estado, a lo que respondo con toda energía de mi espíritu: "Ndoro jheyaichene, che ra-y. Tte. Troche omanó vaerá pe nde ykere". Y al escuchar esto, el Tte. Vega, en tono terminante, me plantea que un militar debe considerar al grueso de la tropa, y no a la minoría, puesto que la ley de la guerra era muchas veces el sacrificio. Como la conversación iba subiendo de todo cada vez más, le hablo a mi comandante en los términos que siguen: "Mi Tte., no acepto esa orden, venga de quien venga, y desde este momento la 2a. compañía marchará adelante bajo mi total responsabilidad, y cuando ya esté consumada la victoria tendré la satisfacción de que me fusilen por desobediencia, pero moriré gloriosamente". Dicho esto me alejo apresuradamente para ir a reunirme con mi compañía, lo tomo del brazo al Tte. Saldívar y en pocas palabras le informo lo sucedido. Y desde ese momento nos pusimos de acuerdo sobre las determinaciones posteriores cuya culminación se verá enseguida.

(Obra en mi poder una carta del Sgto. Reyes, que presenció lo relatado, y por otro lado tenemos el libro del mayor Julio P. Saldívar, valiente oficial que refiere los hechos encuadrado en la más pura verdad. Mucho me agrada que un oficial del 40, y mucho más de la 2a. compañía, no se aparte de la obligación de contar la verdad).

Instantes después veo que Lombardo llega a su objetivo, se produce el tiroteo previamente convenido, y observo que comienza un incendio tras las posiciones bolivianas que teníamos delante. En seguida aparece en escena allá a la distancia un cura con sotana montado a lomo de burro que se estaba escapando, y detrás de él varias personas que corrían en igual dirección. Cesa el tiroteo en nuestro frente, y ahí, con toda la fuerza de mis pulmones, grito al Tte. Vega "roiquéma co la Yrendagüe pe..." y acto seguido nos lanzamos sobre el enemigo que, ya en la huida, disparaba todavía uno que otro proyectil. Sin detenernos para nada, y avanzando a medio trote, nos dirigimos hacia el centro del fortín, sin pérdida de tiempo. Un destino favorable junto con nuestra buena estrella permitió que llegara victoriosa la 2a. compañía hasta los pozos de Yrendagüe, antes que lo hicieran efectivos bolivianos transportados en camiones que también venían llegando a la carrera pero apenas pudieron alcanzar la boca del cañadón, donde fueron detenidos por el fuego de nuestras armas.

A las 7.15 de la mañana del día 8 era dueño de los pozos de Yrendagüe ese núcleo de jóvenes valerosos y esforzados que formaba la 2a. compañía del B.40, y yo no pude menos que meditar acerca de lo que consideraba un milagro, y elevar mi pensamiento para rendir homenaje a la Virgen de Caacupé, que nos había protegido y ayudado para conquistar un triunfo tan memorable.

Recuerdo que en ese instante sólo ansiaba darle un abrazo de alegría al más auténtico héroe, el coronel Garay, por el resultado del esfuerzo realizado sin desmayos, en cumplimiento de las órdenes que él había dado con firmeza pero con cariño paternal a la vez. Y pensé que las generaciones futuras escucharán, de algún modo, su voz de patriota cuando decía: "Morirá hasta el último soldado, pero llegaremos a los pozos de Yrendagüe".

Con mucha posterioridad me enteré que el comandante del B. 40 había remitido al comandante divisionario (libro pág. 45 "Yrendagüe¬Picuiba") un parte del cual transcribo: "Resulta imposible romper la línea enemiga porque la ocupan regularmente y les favorece demasiado el campo de tiro que es excesivamente ancho y pelado", y "Comunico a esa superioridad que la permanencia durante el día en nuestra línea actual será perjudicial".

No busco negar méritos a nadie, sino revelar cuál fue el papel que correspondió a la 2a. compañía del B.40 en aquella ocasión. No hay motivos para que yo pretenda disminuir la imagen del Tte. 1 ° Vega. Yo estoy haciendo un simple relato de los hechos que me tocó vivir, y aquí no se ponen en discusión las cualidades profesionales de mi ex superior hoy general en retiro.

Hemos visto        que a las 7.15 la 2a. compañía, menos un pelotón, se adueñaba de los pozos de Yrendagüe, al mismo tiempo que las tropas bolivianas se hacían presentes en la boca del cañadón. Pero con la oportunísima progresión de la 2a. compañía la suerte se había volcado a nuestro favor, puesto que llegarnos antes.

Las circunstancias exigían determinaciones inmediatas y medidas que se ajusten a la necesidad de resistir a cualquier precio, que era textualmente la orden que el coronel Garay nos había impartido en aquellos momentos y que, según recuerdo, influía poderosamente en mi espíritu, manteniendo mi fe en el triunfo.

Mientras funcionaba una pesada en mis manos, obligando a los refuerzos enemigos que llegaban a detenerse y desembarcar de sus camiones, se desplegaba y tomaba contacto el pelotón al mando del Sgto. Adriano Lafuente, después oficial, y el pelotón del entonces Sgto. Juan B. Britez, quienes ocuparon rápidamente la orilla del monte, mejorando mis posibilidades de defensa, pues, por otro lado, el pelotón Saldívar cubría la recta que va a El Cruce y Picuiba.

Este trabajó demandó una gran actividad y mucha rapidez. No se podía vacilar ni perder un minuto. Esa es la razón por la cual demoré un tanto el envío de un parte a mi coronel, con quien estaba ligado directamente, a raíz del hecho que expuse antes. La distancia que nos separaba puede calcularse en dos kilómetros. El parte fue verbal, por varias razones. Y el encargado de llevar el parte fue un soldado de mi grupo de mando, al cual el Viejo le había pedido el día anterior que sea él el primero en traerle una caramañola de agua de los pozos del fortín, y Dios quiso que así ocurriese.

Posiblemente a causa del pequeño retraso en enviar el parte y de la tardanza de dicho soldado en llegar hasta el coronel Garay haya originado la mención de las 8 de la mañana como hora de la caída del fortín y de los pozos de agua. Hay que reconocer, sin embargo, que cualquier diferencia de minutos es concebible, por cuanto la acción no había terminado aún. Pero fijar las 12 del día, como lo hacen algunos historiadores, no corresponde a la verdad de los hechos.

Mi estafeta no regresó enseguida. Volvió a las 10.30, dos horas y media después de recibir la orden. Tuve que censurarlo, y el soldadito, muy nervioso y preocupado, me explicó que en el camino de vuelta encontró muchos obstáculos, pues los bolivianos se habían filtrado por todos lados y arrasaban, en su desesperación y retirada, lo que hallaban a su paso. Supe de ese modo que el coronel estaba en plena actividad, organizando la defensa con algunos efectivos incompletos del Pitiantuta y del Mariscal. Y me enteré, más tarde, que contaba con la colaboración de los Ttes. Arsenio Molinas, Emérito Recalde, Cecilio Escobar Rodas, Alfredo Trinidad Dayán, del capitán Pacífico Miranda, del estudiante de medicina Jorge Ritter, cirujano del B.40, y de otros oficiales más que acompañaban al gran soldado; dispuestos, como el Jefe, a cualquier sacrificio. También colaboraba el abnegado mayor Lorenzo Medina, con igual decisión.

En un momento dado el enemigo comienza a desplazarse hacia el sur, lugar donde se encontraba ese resto de la División, lista para accionar; al mando directo del coronel Garay.

Así las cosas, siendo las 12 aproximadamente noto la presencia del Tte. 1 °- Vega a una distancia de 400 metros más o menos, cubriéndose detrás de un árbol, en posición de cuclillas. Al verlo tan solo, me invadió una sincera alegría porque esto significaba un reencuentro con el nombrado superior y camarada. Fue entonces cuando resuelvo mandar un soldado junto a él, y, según su libro, pág. 80, yo le había gastado una broma. Lo cierto es que me valí de ese medio como una forma de volverlo a la realidad y de tenerlo a nuestro lado, porque nos faltaba algo que hacer todavía. Al llegar el estafeta al lugar indicado, lo veo al Tte. 1 ° Vega incorporarse y caminar con arrogancia hacia el lugar donde yo estaba. Como de costumbre, sin perder el respeto ni la disciplina, me presento y le digo: "Ahí están los pozos, mi Tte.; misión cumplida". No podía ocultar mi satisfacción, mezclada con un poco de orgullo, por lo que había realizado la 2a. compañía.


CAPITULO III - TOMA DE MACHARETI 28-I-35

 

PUNTO XXIV

En el mismo libro del general Ceferino Vega Gaona, en la pág. 292, último párrafo y que sigue en la pág. 293, primer párrafo, dice:

Nosotros para el mediodía, ya estuvimos en Tigüipa donde almorzamos y descansamos. Volvimos a partir dejando en el lugar una pequeña guarnición pero recogiendo la de Camatindy; ya las 18,30 hs. más o menos, llegamos a Machareti que la ocupamos también sin resistencia antes de caer la noche.

Sobre este episodio, quiero creer que en nuestra División hubo algún mal entendido, para resultar ahora según los partes del Cuerpo al Comanchaco, que Machareti figura como tomada en la hora de la caída de Tigüipa, y luego la de éste a la que corresponde al de la de Machareti que se produjo recién a las 18,30 de ese mismo día, lo que fácilmente se demuestra porque la campana de la Iglesia Machareti ha más de 50 años que repica en la del pueblo natal del glorioso trinidense el Cap. de Cab. José D. Lombardo de feliz memoria, al que concedí gustosamente la autorización correspondiente como es "secreto a voces" pero que no la hubiera dado en el caso de no ser nosotros los verdaderos dueños de casa, por ser yo, el menos antiguo de todos los otros Comandantes de Unidad.

Y sigue, en la misma pág. 293, último párrafo:

Los partes del Cuerpo que cuestionamos dicen: Comanchaco (Oruro)

De P. C. II C. E. 28-1-35 a las 16,40 horas: Recibido a las 18 y 58 horas. Oficial Urgente

PARTE N° 2. Esta mañana a las 10 horas hemos ocupado "Machareti" (*) por la forma como se desarrollaron los acontecimientos en nuestro frente Oeste tengo la impresión que el enemigo abandona el sector comprendido entre Villamontes-Boyuibé dividiendo su Ejército en dos porciones, etc. etc.

Horacio Fernández

Jefe de la Sec. Criptográf. E.M.      

 

II Cuerpo

V° B°

Garay

Cnel. Jefe E.M.G.

 

En la pág. 294 sigue otro parte del II C. E. al COMANCHACO y dice COMANCHACO (Oruro)

De P.C. II C.E. 28-I-35, a las 21,40 horas. Recibido a las 22,40 horas.

Oficial Urgente

PARTE N° 3) A las 19,45 horas de hoy ha caído en nuestro poder al Fortín enemigo Tigüila (*)Estas tres (**)poblaciones enemigas tomadas hoy son importantes y están en nuestro poder en perfecto estado, etc etc.

Horacio Fernández

Jefe Sección Criptográf. del E.M.   

 

II Cuerpo

Vº B°

Garay

Coronel Jefe E.M.G.

 

PUNTO XXIV. CONTESTACION. Págs. 292 y 293.

El general Ceferino Vega Gaona en su papel de usurpador de derechos ajenos, aquí se ridiculiza una vez más, pretendiendo deformar la verdad a su favor, poniéndose a objetar los registros oficiales asentados cronológicamente y con seriedad. Vemos en los partes N°s 2 y 3 del II C.E. al Comanchaco establecer con claridad la hora de la caída en nuestro poder de los poblados Machareti y Tigüipa. La población de Machareti, capturó el R.I. 18 Pitiantuta, a través de su II Batallón a mi cargo aquel 28-I-35, hacia las 10 horas de la mañana, habiéndoseme herido un Sub-Oficial, C. Fonteina y muerto el Cabo Villalba, en la orilla del Río Marchareti, en la presión de forcejeo por la posesión de la población. Nosotros, los del Pitiantuta al retirarse el enemigo, subimos la ladera de la montaña para establecer nuestra defensa a 2 kilómetros más o menos al Oeste del pueblo, sin requechear casi nada, porque nos interesaba más la defensa contra el enemigo que era nuestro deber. Había un pique importante que ladeaba paralelamente el río Machareti y en un punto lo cruza hacia el norte, por donde escaparon militares y civiles que evacuaron la población. Sobre este pique, abarcando el río, nuestra posición, donde tuve el honor de recibir la visita de atención del gran Jefe, el Coronel Eugenio A. Garay, quien aprovechando la oportunidad, me pidió colaborar días más con él, que se aproximaba un lindo trabajo de maniobra, que si resultara exitoso, podría producir la terminación de la guerra. Me recordó su deuda de un permiso.

Aquí también recibí la visita de inspección del enérgico Comandante del 1 er. C. E. Coronel Carlos J. Fernández, que abarcaría con su Cuerpo de Ejército, todo este frente, liberando a mi Unidad para tomar parte en acción en otro sector que indicara el Coronel Garay.

Es risible el caso del general Ceferino Vega Gaona. Como aquella vez, en la maniobra de El Carmen, 14-XI-34, la bala perdida (no tan perdida) que me impactó a mí en la cara, le causó a él, moretones en el corazón, acostado boca abajo detrás de un gran tronco de árbol caído, esta vez, después de ocho horas y media a nueve horas de estar en nuestro poder (II/ R.I. 18 Pitiantuta) la población de Machareti, llega él, de dirección Sur, de hacia Tigüipa, a capturar tranquilamente y a disponer como dueño de casa de los trofeos casi intactos que encontraron. De esta población también, el flamante par de platillos para orquesta que el Tte. José D. Lombardo, me pidió para traer a su pueblo natal, Trinidad, ya que estaba por venir con permiso y mi suerte era en aquel entonces incierta. Tuve que cederle con gusto.

Resulta que Machareti era una población civil, que encontramos con muchos elementos para instalación petrolífera, que queda sobre el camino internacional, conocido antiguamente como límite con Bolivia, al Oeste.

Va de Villamontes sobre el río Pilcomayo enlazando varias poblaciones como Camatindy, Tigüipa, Machareti, Timboy, Boyuibé, ltatique, Cambeity (pozo) Cambeity (estancia) hasta Casa Alta sobre el río Parapití).

De Carandayty, al Este, sale un camino que va al Oeste, a Machareti. Este camino bifurca hacia el S.O. en un ramal que va a Tigüipa. Este camino a Tigüipa siguió el R.I. Bat. 40, que capturó dice al medio día. Su conquista tuvo que extender hasta Camatindy y de allí recogiendo todas las fracciones de su Unidad, vino tranquilamente por el camino internacional, llegando a Machareti a las 18,30 horas o sea de ocho y media a nueve horas después que los del R.I.18 Pitiantuta, habíamos limpiado de enemigos, estableciendo su defensa a dos kilómetros más o menos al Oeste, sobre la cordillera. Mis muchachos de la Plana Mayor, en una ronda de curiosidad recogieron del Altillo de la Iglesia y me llevaron un flamante violín (antiquísimo) un trombón casi nuevo, sin ninguna abolladura y el par de platillos que cedí al Tte. Lombardo.

Estos trofeos fueron recogidos, varias horas antes de que el Tte. Vega Gaona se hiciera dueño de casa en la población civil abandonada por el enemigo y asegurada por el R.I. 18 Pitiantuta, con posición defensiva a dos klmts. más o menos al Oeste de la población, sin descuidar desde luego otro servicio de seguridad.

Yo, sin embargo, no descarto que esta pretensión del general Ceferino Vega Gaona, sea parte de esa persecución deliberada en mi contra, porque él no debió ignorar que Machareti fue capturado por el II/R; 1.18 Pitiantuta y no es extraño que quiera usurpar este derecho, mío, como pretendió en varios pasajes registrados en el capítulo I, relacionado con El Carmen. En el capítulo II referente a Yrendagüe consiguió birlar la gloria a sus Oficiales que salvaron el nombre de su Unidad y ahora, busca anular Registros Oficiales de los Comandos sin poder ya conseguir su designio, oponiéndose a la verdad.

Pregunto, ¿como podría llamarse a este hombre dándole su debida calificación?.

Como testimonio de mis afirmaciones en este capítulo, traigo a colación, esta carta, del año 1982, del amigo Tte. Félix Ramón Prieto Galeano que fuera Comandante de Pelotón en el II/ R. I. 18 Pitiantuta, a ml cargo, y que me escribiera de casualidad, sin ninguna intención, aprovechando la ocasión de la presencia en su Oficina de un Villetano, el Sr. Onofre Benítez Céspedes. Transcribo esta carta, que no ha llevado ninguna intencionalidad, más que saludarme y darme algunos recordatorios sobre ciertos episodios de la guerra del Chaco, hacia los últimos tiempos, para identificarse en mi memoria a través de las referencias que hace en la carta y dice:

A mi querido e inolvidable Capitán Don Cecilio Escobar Rodas. Respetuosamente.

El portador Don Onofre Benítez Céspedes. Un villetano. Desde hace un tiempo lo ando atendiendo como un paraguayo y así le recordé, si no le conocía al Capitán S. R. C. Escobar Rodas. Pues bien de Ud. y le dije que yo fui compañero suyo, en los momentos en que la patria clamaba nuestra decisión y antes de ahora quiero recordarle que fui uno de su ayudantes del Batallón y como el Sgto. Claudelino Fronteina y otros se hirieron con el Cabo Villalba que murió casi en la orilla del Río Machareti, me hice cargo de nuevo de mi viejo Pelotón 2°- donde fui herido en Campo Jurado antes de llegar a esos lugares. Luego al hacerme cargo, me designó Ud. para forzar el paso del famoso pueblo Machareti. Luego llegamos a tomar con mi Pelotón, la Iglesia y el Pueblo. Subimos en la Cordillera al Oeste frente donde después hubo (1) una contra maniobra por parte de los bolivianos en una madrugada y al despertarnos los llamé al cabo Julián Martínez y otro soldado Blasrramendia designándolo a partir junto al R.I.4 al Sur donde fueron a sorprender la columna de los bolivianos que le hirió al cabo Martínez y el soldadito del 2°- Batallón mientras llegaba el cabo Martínez herido a comunicar que aparecía a retaguardia (1) una columna. Luego por conducto del Tte. Garay que tomara contacto con el 2°- Pelotón nuestro a darle aviso que hay boliviano a la retaguardia nuestro, donde flameaba victoriosa nuestras tres banderas de guerra sobre la Iglesia y la farra de Uds., en compañía de nuestro glorioso Coronel Garay Eugenio A., Ceferino Vega Gaona y nuestro Capitán Pancho Curé - Francisco Miranda y otros.

Pues deseo que por su digno intermedio confeccionar (1) un legajo personal de aquella lucha que necesito y yo por lo menos me iré junto a Ud. ante de ahora para darle un abrazo, esto le hago como un toque de alerta para no ser sorprendido por un compañero que le aprecia.

Mi respeto a sus familiares a quienes no le conozco pero no obstante estos días llegaré. Gracias - a su visita. FIRMA Tte. 1°- Félix Ramón Prieto Galeano.

Policía Caminera. Eligio Ayala N°-185 - Asunción. Planta Alta -1982. Que esté alerta. Yo le invitaré a mi casita especialmente. En Km. 8 Vía Férrea. Stma. Trinidad.

 

 






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