Portal Guaraní - EN UN PAÍS QUE NO TIENE ESPERANZAS, LA GENTE VALORA LO POSITIVO - Por MARYCRUZ NAJLE

Son casi cuarenta las bibliotecas callejeras inauguradas en todo el país y para Aníbal Barreto Monzón es más que un sueño que pensó imposible desde que vio junto a su esposa un ejemplo en un pequeño pueblo de Virginia, EEUU. Pero la realidad y la gente le demostraron que todo es posible cuando se unen idea, acción y compromiso de las comunidades.

Todavía le causa asombro que ya sean casi 40 las bibliotecas callejeras inauguradas en todo el país. Todo empezó con una historia relatada en Facebook sobre lo que pasaba en un pequeño pueblo de Virginia (EEUU). “Lo que pasó es que cuando estuvimos con Cielo (Ávalos), en Clifton, que es un pueblito de Virginia, nos encontramos con un buzón con libros, hermoso y debajo de un árbol. Las personas de la comunidad podían usar esos libros, llevarlos y devolverlos, intercambiarlos con otras personas y así promover la lectura en la comunidad”, explica Aníbal.

Sigue relatando: “Cuando volví a Paraguay compartí la historia en mi Facebook, diciendo que es una pena que cosas como esas no pudieran ocurrir en nuestro país, en el Paraguay”. El relato en su Facebook fue nada más que una catarsis propia de alguien que se confiesa como un constante lector ante la frustración de estar en un ambiente en el que una biblioteca, o los libros, no le interesan a mucha gente. “Era imposible que ocurriera aquí algo parecido”, dice, “y por eso ahí nomás lo dejé”.

Pero las cosas no siempre son como uno cree y la sorpresa vino en un mensaje de la misma red social que había usado para “plaguearse”. “Una señorita llamada Priscila me escribió al Facebook y me dijo que quería comprar mis libros (los que publicó Aníbal en su faceta de escritor) y que, además, estaba pensando en que la idea de las bibliotecas populares podían hacerse realidad en nuestro país. La verdad es que no le di mucho crédito, pero igual pactamos que ella iría a mi casa a comprar mis libros un día”. Ese primer encuentro pactado no pudo ser, pero un día “de lluvia torrencial”, recuerda Aníbal, llegó a la puerta de su casa la señorita Priscila León con la fuerza de un huracán. “Ella no solo compró mis libros, sino que me dijo que iríamos a habilitar la primera biblioteca callejera en Lambaré, en una plaza, y el acuerdo era que yo pondría los libros y ella mandaría a hacer la estructura, la ‘casita’, para ponerlos”.

La cosa no fue tan fácil porque esa inofensiva casita con libros estaba ubicada frente a una comisaría. Entonces, el comisario les dijo que para instalar cualquier cosa en una plaza deberían tener permiso del municipio. Allá fueron con la señorita Priscila y su fe inquebrantable a golpear las puertas del intendente de Lambaré. “Nos recibió divinamente bien”, recuerda Aníbal, “pero nos derivó al Departamento de Cultura del municipio en donde nos atendieron muy bien, pero nos derivaron a otro departamento de no sé qué cosa. Lo cierto es que estuvimos toda la mañana y parte de la tarde de oficina en oficina y salimos de allí cansados y con la promesa de que si presentábamos un proyecto detallado, bla, bla, bla, estudiarían la posibilidad… etc., etc…”.

La desesperanza volvió a anidar en la cabeza –acostumbrada a ella, según él– de Aníbal. Entonces, otra vez la catarsis sobre el trámite sin resultados en la Municipalidad de Lambaré, al que tituló “Eju lune”, típica frase con la que definimos lo que significan los interminables trámites burocráticos.

Entonces, otra vez, la realidad le sorprendió al incrédulo autor. “Un día después de mi plagueo llamó el propio intendente de Lambaré y me dijo que ya estaba todo resuelto y que la primera biblioteca callejera iba a ser inaugurada como se debe”. Y así fue. “Una emoción grande para nosotros”, dice.

“La verdad es que yo fui y sigo siendo el más sorprendido de todos”, relata Aníbal al contarnos que hasta el momento en que hicimos la nota ya eran 36 las bibliotecas habilitadas en el país. “Creo que para este fin de semana ya habrá 40, porque el sábado (ayer) se inaugura la de Barcequillo, a la que voy a ir, pero otras más en Emboscada y Limpio”. Y entusiasmado relata: “No te imaginás lo que es cada vez que nos invitan a inaugurar una biblioteca, la gente es maravillosa. Hace poco estuvimos en Piribebuy, en donde se inauguró en la plaza, con un acto hermoso en el que estuvo toda la comunidad, la gente entusiasmada, un lugar hermoso. La verdad es que yo creo que en un país sin esperanza como el nuestro, porque no tenemos esperanzas, esta acción positiva es como un bálsamo para la gente, como una sensación de que algo que podemos hacer es bueno para todos”.

Comentamos lo que significa para la gente de todas las edades la experiencia de poder acercarse a la lectura, a una variedad de títulos y autores que no siempre se pueden adquirir o conocer. “Es increíble eso. A mí me pasó personalmente con un autor al que yo rechacé siempre. Nunca me puse a leer a Mario Halley Mora, yo tenía el prejuicio de que era un estronista y, por lo tanto, no lo leí. Sin embargo, cuando accedí a sus obras en la biblioteca callejera, me encantó como escribe. Valoro sus obras como excelentes. Me encantó ‘Cita en el San Roque’, ‘Amalia al amanecer’”, dice entusiasmado. “Y como yo habrá mucha gente que aprenderá a conocer y valorar a autores que nunca tuvo en cuenta. Ese es un valor más de este sistema”.

Recordemos que en Facebook hay una página llamada “Bibliotecas callejeras”, a la que se accede fácilmente y se puede intercambiar pareceres. Allí se publican, por ejemplo, datos estadísticos sobre las preferencias, etc. “Es un trabajo que se está iniciando, como todo, a pulmón, por gente que se suma con entusiasmo, como los jóvenes que están preparando un sistema para acceder a obras en forma virtual con el código QRS, por ejemplo. Y se puede interactuar allí también, o donar libros que siempre hacen falta sobre los más diversos temas y autores”.

“La idea –repite Aníbal– es rescatar lo positivo de esta historia que empezó casi como de milagro y siguió creciendo con un resultado más que positivo. Solo tuvimos un pequeño acto de vandalismo en nuestra biblioteca de Lambaré y uno en Coronel Oviedo, pero la experiencia es demasiado positiva en cuanto al compromiso de la gente con el cuidado de las bibliotecas, así que vale la pena”.

Nos despedimos, hablando de otro éxito relacionado con la lectura: el Concurso Nacional de Literatura de la Gobernación de Caaguazú que instauró un premio que está en curso y es dotado con una más que interesante suma de dinero, cuyo ganador o ganadora se determinará el próximo mes de diciembre. Para que este se hiciera realidad, Aníbal y otros miembros del la familia Barreto Monzón, oriundos de Coronel Oviedo, hicieron un fructífero lobby ante las autoridades de la gobernación. “Algo que también es una agradable y feliz sorpresa”, termina diciendo Aníbal.

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