DESGOBIERNO Y FALTA DE VISIÓN PAÍS

Por ALBERTO ACOSTA GARBARINO

El desarrollo de un país pequeño como el Paraguay solamente es posible integrándose al mundo. Allí están los mercados, las tecnologías y los capitales necesarios para incrementar la inversión que es la única palanca que permite el crecimiento económico.

El Paraguay tiene hoy condiciones excepcionales para atraer inversiones, porque el mundo está demandando lo que nosotros tenemos en abundancia, tierra fértil, agua y abundante energía limpia y renovable.

Hoy estamos recibiendo inversiones en el sector agropecuario, que han permitido el crecimiento de nuestras exportaciones de soja y carne, que sumadas a la cesión que hacemos de nuestra energía al Brasil y a la Argentina ayudan a nuestro crecimiento actual. Pero esta expansión totalmente apoyada en materias primas es insuficiente para un crecimiento sostenible con generación de empleo.

Para que esto sea posible, necesitamos incrementar fuertemente las inversiones en el sector industrial, especialmente en la agroindustria, en la maquila y en aquellas de uso intensivo de la energía eléctrica.

En este contexto aparece la empresa canadiense Rio Tinto Alcan, demostrando su interés en construir en nuestro país una Planta de Aluminio diseñada para una vida útil de 50 años, que con una inversión superior a los 3.500 millones de dólares prácticamente duplicará el consumo actual de energía de nuestro país.

Una inversión de estas características va a ser la mayor que reciba el Paraguay después de Itaipú y Yacyretá y para su concreción se requiere de una absoluta seguridad jurídica, porque su realización supera varios periodos presidenciales.

La propuesta de Rio Tinto va a ser negociada en un contexto muy diferente al de las hidroeléctricas. Aquellas fueron negociadas en dictadura y con un presidente que tenía todo el poder para decidir, pero ahora la negociación se realizará en democracia y con un gobierno de alianza que reúne a diversos sectores ideológicos, sin liderazgo presidencial y a un año del final de su mandato.

Personalmente no tengo aún una posición sobre la conveniencia del proyecto, pero sí estoy en contra de la manera absolutamente desprolija en que se está tratando este tema en el seno del Gobierno e incluso de la sociedad en su conjunto.

El manejo de la propuesta de Rio Tinto está desnudando nuestros graves problemas como país, que son la falta de institucionalidad y de consenso sobre una visión de futuro de nuestro país.

La falta de institucionalidad se demuestra en los enfrentamientos dentro del mismo Gobierno, donde, por un lado, se crea un Equipo de Trabajo Interinstitucional para estudiar la propuesta y, por otro lado, el Viceministerio de Minas y Energía, en un comportamiento absolutamente poco institucional, realiza una Audiencia Pública de alto contenido ideológico, donde se descalifica al proyecto.

Todo esto ante la ausencia de liderazgo presidencial y ante la indiferencia de gran parte de la sociedad, incluido el sector empresarial y el académico.

Independiente a que aceptemos o no la inversión de Rio Tinto, creo que tenemos que aprovechar este megaproyecto, para debatir democráticamente sobre el país que queremos y llegar a ciertos consensos básicos.

¿Queremos atraer inversiones extranjeras? ¿Qué tipo de inversiones extranjeras? ¿Qué vamos a hacer con nuestra energía? ¿Vamos a seguir cediéndola al Brasil y a la Argentina o vamos a utilizarla localmente? Estas preguntas tenemos que respondernos.

Porque van a venir otras empresas como Rio Tinto y nosotros tenemos que saber lo que queremos y lo que no queremos y tenemos que transmitir seriedad y predecibilidad para atraer inversiones que necesitan horizontes de tiempo que superan los periodos presidenciales.

Porque, o si no, nos va a pasar lo que expresa el refrán: "Cuando uno no sabe a dónde quiere ir, ningún viento le es favorable".

Eso le pasa hoy al Paraguay con la propuesta de Rio Tinto.

Fuente:  ULTIMA HORA (ONLINE)

www.ultimahora.com

Sección OPINIÓN

Domingo, 10 de Junio de 2012

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