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CARLOS MATEO BALMELLI

  CUESTIÓN DE ESTADO (CARLOS MATEO BALMELLI)


CUESTIÓN DE ESTADO (CARLOS MATEO BALMELLI)

CUESTIÓN DE ESTADO

CARLOS MATEO BALMELLI

Diseño Editorial/preimpresión: CELIA GAMBA

Industrias Gráficas NOBEL S.A.

Primera Edición

Asunción – Paraguay

2007 (236 páginas)

 

INDICE

A MANERA DE PRÓLOGO

PARTE I - ENSAYOS

EL FRACASO DE LA POLÍTICA EN LA DEMOCRACIA Y LA IMPRONTA DE LA REALIDAD

LAS INSTITUCIONES Y EL PROCESO POLÍTICO

PARTE II - ARTÍCULOS

EL FUTURO EN SOCORRO DEL PRESENTE

ECONOMÍA Y EMPLEO

CULTURA Y POLÍTICA

DAVID CONTRA GOLIAT EN EL COMBATE POR LA JUSTICIA

LA CORTE QUE PREFIRIÓ EL SUICIDIO A MORIR

EL LEGADO DEL PASADO Y LO INJUSTIFICABLE AL SERVICIO DEL RETORNO

CUANDO LA ANARQUÍA PROCLAMA PÚBLICAMENTE SU DERECHO A LA INJUSTICIA

EL PRESIDENTE EN SU LABERINTO

REELECCIÓN PRESIDENCIAL: LA REFORMA DE LA CONTRARREFORMA

¿ES CONTRARIO A LA LEY PAGAR IMPUESTOS AL CÉSAR?

"DEVUELVAN AL CÉSAR LAS COSAS QUE SON DEL CÉSAR, Y A DIOS LO QUE LE CORRESPONDE A DIOS"

¿ALGO BUENO TIENE QUE SER LA META FORAL DE LO MALO?

LA NECESIDAD DE LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL Y NO LA CREACIÓN DEL LEVIATÁN PARA COMBATIR EL CRIMEN

EL HOMBRE Y SU OBRA

EPÍGRAFE: AQUÍ YACE EL MERCOSUR QUIEN MURIÓ POR FATIGA DE SUS MIEMBROS

INMUNIDAD NO ES IMPUNIDAD

PUES, POR DONDE PASAN LOS HOMBRES PUROS, SE HACE MÁS VISIBLE EL ALMA

KAROL WOJTYLA JUAN PABLO II: EL ESTADISTA DE LA RAZÓN HUMANITARIA DE ESTADO

TUCÍDIDES Y LA SABIDURÍA DE RECONOCER EL INTERÉS PROPIO

CUANDO LA DECISIÓN DE LOS GOBIERNOS EMPOBRECE A LAS NACIONES

IMPUESTO AL AHORRO HA RACIONALIDAD DE LOS ACTORES, EL INSTITUCIONALISMO Y EL PRESUPUESTO DEL ESTADO

EL ERROR DE "ADOPTAR SIN ADAPTAR" LA RESOLUCIÓN 8

CESARISMO VERSUS DEMOCRACIA INSTITUCIONAL

EL IMPERATIVO DE UNA POLÍTICA EXTERIOR PREDECIBLE

PARTE III - DISCURSOS

DISCURSO DE LA TRANSMISIÓN DEL MANDO PRESIDENCIAL

EL ESTADO NACIONAL Y LA SUPRANACIONALIDAD

EL CONSENSO HERRAMIENTA VÁLIDA EN DEMOCRACIA

EL MULTILATERALISMO NO SUSTITUYE AL BILATERALISMO

EL PARLAMENTO Y LA INTEGRACIÓN

LA NECESIDAD DE IDENTIDAD PARA LLEGAR A SER QUIENES SOMOS

VAMOS A SALIR ADELANTE

A MANERA DE CONCLUSIÓN

BIBLIOGRAFÍA

 

 

 

A MANERA DE PRÓLOGO

 

Los obstáculos al desarrollo de la región derivan de la historia y son parte de la actualidad. La descripción y la comprensión de las dificultades por la que tiene que atravesar la democracia en América Latina y el Paraguay demandan una respuesta que debe reconocer la complejidad de la realidad. Con la presente obra que ponemos a disposición del lector estamos dando continuidad al pensamiento que reconoce en la calidad de la política y en las deficiencias de nuestro desarrollo institucional, una de las principales razones que explican nuestra situación de atraso.

Denominar Cuestión de Estado a esta compilación de artículos, ensayos y discursos, responde al razonamiento que entiende y prioriza la necesidad de encarar la gestión de gobierno con conocimiento, serenidad, liderazgo, racionalidad y ética.

Hablamos de Cuestión de Estado porque estamos convencidos de que las leyes que rigen el buen gobierno son diferentes de aquellas a las que están sometidos el comportamiento del individuo y de la sociedad.

Si bien es cierto que el individuo, la sociedad y el gobierno se rigen por leyes distintas, no se puede dejar de reconocer que estos tres términos configuran un triangulo en el que el gobierno es el ángulo que reúne en sí la capacidad de obligar con sus decisiones al individuo y a la sociedad.

Desde el razonamiento democrático se concibe al gobierno como instancia que respalda y posibilita los derechos del individuo y de la sociedad. Por ello la necesidad de contar con gobernantes que atiendan y resuelvan los problemas del Estado con la sabiduría y el compromiso de entender que la obligación de un gobierno democrático consiste en ampliar los derechos de ciudadanía política y social.

El énfasis en un tratamiento diferente y superior de la tarea gubernamental, como Cuestión de Estado, obliga a reconocer la necesidad de estar preparados para gobernar y no caer en la tentación tan habitual de la improvisación, el voluntarismo y el populismo.

Las circunstancias provenientes del mundo global y del aumento de las expectativas de ciudadanía social, inducen a construir un orden político que preste atención y satisfaga las demandas sociales. La sociedad política hermética que penetra en la sociedad pero que es impenetrable por esta última, se expresa en un accionar político que en los últimos tiempos ha desnudado su incapacidad y su insensibilidad de resolver y responder a las expectativas sociales.

El orden político no se construye desde la lógica del espontaneismo y el orden político superior no deviene nunca del azar histórico. Desde los griegos la política y el orden político ideal y el real son objeto de reflexión. El ejercicio intelectual de contraponer el orden ideal con el real evidencia la necesidad de un razonamiento que entiende a la política y al orden político como dos realidades susceptibles de ser mejoradas.

Cuando se entiende la política como fenómeno electoral exclusivamente, distante e indiferente a la Cuestión de Estado, prevalece la preocupación de lo inmediato por sobre la visión estratégica que requiere la gestión de los asuntos de gobierno. Se debe buscar en su justa medida dimensionar la distancia que existe entre lo real y lo ideal, apartando la coyuntura electoral de aquello que es permanente en el manejo del Estado.

Es tarea de quien gobierna aproximarse a los asuntos de gobierno con el conocimiento que permita descubrir cómo funciona la realidad para que una vez dimensionada se planteen proyectos de sociedad viable y compatible con las posibilidades históricas.

El ejercicio tradicional de la política en nuestros países debe ser perneado por el conocimiento y la sensibilidad social que sugiera la pasión por un nuevo comienzo.

En un momento histórico en el que emergieron paradigmas que hacían desaparecer a la política y que profetizaron la desaparición de lo político frente a los mercados, a las multinacionales, a los sindicatos y a la internet, etc., se observa en contraposición la realidad del presente que se revela, que no asimila la disolución del Estado, el gobierno y la política dentro de las tendencias globales de carácter social y económico.

Más que nunca se necesita imponer el paradigma del retorno de la política. La historia no llegó a su fin y la política no se diluyó en el mercado. La historia no ha terminado y sigue teniendo aspectos trágicos que demandan ubicar a la política como la fuerza creadora del orden social.

Los paradigmas científicos siempre se estructuran en torno a problemas irresueltos. En esta compilación de escritos no se ofrece un paradigma nuevo, sino se demanda un accionar y un pensamiento político que se autorefiera, vale decir: que se observe y se piense a sí mismo.

El problema del gobierno como Cuestión de Estado exige la conformación de una dirigencia política que entienda que la política es acción pero al mismo tiempo objeto de análisis.

Se debe establecer un diálogo entre el pensamiento y la acción, e introducir el pensamiento como herramienta valida y necesaria para diseñar y encarar las políticas públicas. En el pensamiento se establece la primacía de la posibilidad sobre la realidad, lo que le permite al gobernante reflexivo deducir de un marco teórico un conjunto de soluciones para resolver los problemas que devienen de la complejidad social.

Sin temor a estar equivocado, se puede afirmar la necesidad de establecer un vínculo entre la decisión y el conocimiento. Quien sea responsable de gobernar y atienda los asuntos de gobierno como Cuestión de Estado no lo puede hacer a tientas, ni desde el optimismo ligero ni tampoco desde el facilismo que considera la posibilidad de solucionar los problemas de la convivencia sin la mediación de la política.

Quienes gobiernan deben hacerlo con el conocimiento que desenmascare los falsos dilemas y no utilizar el conocimiento, según Nietzsche, para "curar la herida de la existencia". Las elites políticas que asumen la responsabilidad de liderar los procesos sociales deben incorporar el pensamiento como ejercicio irrenunciable de una buena gobernanta.

La Cuestión de Estado debe ser atendida con pensamiento y acción sin que el hiperactivismo neutralice el pensamiento y sin que este último inhiba la acción. Se necesita del pensamiento que estimule la acción y que quizás conduzca a la especulación inexacta, pero audaz y precursora que anticipe las necesidades del proceso político.

Para el buen gobierno es más conveniente el saber participar en el cómo se hace que el ver pasivamente el cómo se suceden las cosas.

El escenario de la globalización se presenta con muchas dificultades, si bien es cierto que ofrece oportunidades, las naciones deben entender que hay un juego de ocasiones entre el ordenamiento nacional e internacional. Depende de la capacidad de los gobiernos conquistar el futuro para sus pueblos, el futuro no es de quien espera, en contrario, pertenece a quien se prepara. Por esta razón se deben liderar racionalmente los procesos locales de ordenación social con inteligencia, imaginación y responsabilidad histórica.

Los políticos que quieran gobernar para ofrecer un porvenir a sus pueblos deben abordar los asuntos políticos desde la lógica que distinga lo accesorio de lo principal, lo urgente de lo importante, lo anecdótico de lo sustantivo. Bajo estas circunstancias grandeza significa marcar una dirección.

Los actores políticos han de comprender que el aumento de la complejidad proveniente del entorno internacional y del aumento de las demandas domésticas, exige que ellos actúen en la función pública desde una visión que les permita dimensionar los problemas del Estado como una cuestión que demanda para su solución, seriedad, racionalidad y ética.

La gobernanta exigida por la Cuestión de Estado obliga a que los actores actúen con una ética que reconozca los hipervalores de la democracia.

La ética sirve para fortalecer los valores democráticos de los actores y enmarca las aspiraciones de éstos. La ambición desmedida de poder de los actores amenaza y socava la continuidad de las instituciones, deteriorando la calidad institucional del proceso político.

La ética para la gobernabilidad democrática restringe las ambiciones de los actores políticos e impone un patrón de comportamiento en el que éstos deben autolimitar sus ambiciones.

Los actores sí no autolimitan sus pretensiones, evidencian una vocación de poder que es motivada a partir de una racionalidad que contradice la razón que define la Cuestión de Estado.

 

EL FUTURO EN SOCORRO DEL PRESENTE        

 

Hace años, desde mi mocedad, he venido construyendo un proyecto político que tuviera como epilogo mi candidatura a la Presidencia de la República. La decisión de plasmar en la realidad una noción de la libertad y de la justicia ha sido el elemento que moviliza mi voluntad y reverdece mis ilusiones.

Mi compromiso y mi trayectoria política siempre la he comprendido como una voluntad al servicio de un destino, que garantice el porvenir como oferta de un mundo auténticamente mejor. He actuado entendiendo la política como un accionar colectivo, que es impulsada por liderazgos que ven constreñida su capacidad de influencia por los componentes estructurales que zonifican el radio de acción, en el que puede incidir el actuar humano.

Siempre, entendí los procesos históricos como una combinación de variables estructurales de diversas índoles, en la que se inserta el accionar de los individuos y los dirigentes como una forma capaz de trazar nuevos caminos al destino de los pueblos. Nunca he analizado la política como un escenario en donde las variables actúan desconectadas entre sí, por ejemplo: considerar que la condición del individuo es ajena a los factores estructurales.

El esquema analítico, que siempre me sirvió para analizar los momentos históricos, parte del presupuesto en el cual lo individual interactúa con lo estructural.

Acepto la vigencia de los liderazgos individuales capaces de orientar el esfuerzo humano hacia metas que permitan superar o corregir adversidades que impiden el desarrollo de las naciones. Nunca he dado crédito a la necesidad histórica de los hombres providenciales, del líder mesiánico, o de la fuerza avasalladora que pueda despertar el carisma de un individuo.

En ningún momento concebí un proyecto democrático de transformación social a partir de liderazgos tradicionales que reconozcan la hegemonía política en la figura de un caudillo, al cual se le atribuyen capacidades que por sí mismas puedan cambiar todo lo que sea necesario en una sociedad.

Según Stefan Zweig: "Gracias a los hombres desmesurados la humanidad conoce su última dimensión", esta afirmación no me lleva a concluir que lo individual sea el elemento que aisladamente provoque las grandes transformaciones sociales.

No concibo el proceso histórico como la resultante del espontaneismo; tampoco presumo la linealidad de la historia. Entiendo que ésta última no responde a una finalidad que le trasciende; en contrario, ella resulta del accionar colectivo impregnado por el carácter de los líderes, que de acuerdo a la finalidad que persiguen harán que lo obsoleto y atávico, distorsionador de la convivencia superior, deje de existir.

Nunca me consideré un político que enmarca la política dentro de los límites de la acción. Siempre, consideré que el trabajo político circunscrito al ámbito de la acción, dirigida en exclusividad a la conquista del poder y no relacionada a ningún proyecto superior de sociedad, desnuda el apetito de los actores que interpretan que el deseo de llegar justifica la prostitución en la política.

En otro orden de cosas no se puede actuar en política sin contar con un diagnóstico de lo que sucede. No dimensionar la realidad implica decidirse por una terapia equivocada, esto es un inconveniente para la vida, pero en la política se convierte en un impedimento insalvable.

Muchas veces el proceso político demuestra que los actores actúan a partir de objetivos que se contradicen o de expectativas inviables. Atribuirles ligeramente a los actores un comportamiento racional que responda a la racionalidad del sistema significa contemplar los procesos históricos desde un enfoque precario y carente de base empírica.

En el plano de lo ideal, se considera que el accionar político debe fundarse en valores y dirigirse a buscar soluciones que afectan a la convivencia, esto reflejaría un accionar político que responde a dos constantes, por un lado, la lucha por el poder y por el otro, la necesidad que desde la política se proporcione las respuestas a las dificultades que derivan del proceso de ordenación y pacificación social.

Nuestro proceso político es conducido por actores que han demostrado su sagacidad y audacia a la hora de disputar el poder. Sin embargo, el proceso paraguayo posee una dirigencia anestesiada que no demuestra sensibilidad y capacidad para solucionar los problemas de la sociedad. Hemos ejercido una política hecha a base de maniobras, intrigas, conspiraciones, pactos ocultos, paranoias, traiciones, cálculos egoístas, cinismo absurdo y toda clase de malabares. Una política a la hechura de los intereses particulares.

Ejercimos en casi dos décadas de democracia una política que se excita y mantiene firme la conducta de los actores en la búsqueda del poder y sus beneficios. Nos hemos apartado de la política que sirve al común de la gente con ideas, valores e imaginación, para decirlo con crudeza, con generosidad, con solidaridad e idealismo.

Este estilo de ejercicio político testimonia lo inadaptado que podemos estar los políticos ante la presente situación y lo inadecuado que resulta, ante tanta demanda social insatisfecha, priorizar los intereses individuales o grupales en detrimento de la sociedad.

Los políticos padecemos de credibilidad y hemos perdido la confianza de la ciudadanía. Esto supone en los hechos prácticos la desconfianza de que pueda emerger de la clase política tradicional un liderazgo con vocación y capacidad transformadora.

Mi renuncia a la postulación a la Presidencia, entre otras razones, responde a las circunstancias de que la sociedad no concibe que desde los partidos tradicionales pueda surgir un liderazgo, con la capacidad de convencer e impulsar el accionar colectivo hacia metas compartidas, superiores y alcanzables.

Los políticos hemos perdido liderazgo social. Nuestros discursos no encienden ganas y cada vez es menor el eco que despierta nuestra voz.

Estas circunstancias definidas por el agotamiento del ejercicio tradicional de la política y por el desgaste de la dirigencia me llevaron a comprender en primer lugar, la necesidad de la alternancia para el cambio social, económico e institucional y en segundo lugar, me hicieron entender la razón del momento histórico que vive la república. La coyuntura demanda renunciamientos que permitan conformar acuerdos políticos que representen a una nueva mayoría predispuesta a construir el cambio.

En este sentido siempre valoré mi paso por la política no como un capítulo de la historia paraguaya sino como un elemento anecdótico de ella.

De 1989 al 2007 estamos hablando de 18 años de democracia que se han caracterizado por su baja intensidad institucional. Inicialmente, se produjo el momento fundacional, es decir: la creación de la arquitectura institucional. Las instituciones que han sido creadas pueden ser consideradas, muchas de ellas, disfuncionales a la gobernabilidad de la democracia. No obstante, no se puede dejar de reconocer, que la causa principal del mal desempeño institucional encuentra su primera razón explicativa en la actitud transgresora y desleal de los actores y de la sociedad hacia sus instituciones.

La clase política pícara y mezquina y una ciudadanía con poco entusiasmo de participación, han terminado conformando un panorama político en el que las instituciones no son forzadas por la movilidad y participación social, sino, por grupos políticos que confiscan el poder y la indiferencia social.

El desprestigio de la política como actividad social, la descalificación de la clase política y el descreimiento de las instituciones es el resultado de la acción inspirada en el cálculo egoísta que niega la dimensión moral de la convivencia y de la democracia. La política reducida solamente al logro de intereses, individuales o sectoriales, se equivoca y a menudo no logra alcanzar el objetivo que pretende, pues al debilitar su fuerza moral pierde su verdadero poder. El contrato político que le sirve de fundamento a la democracia no es amoral, el mandato que deriva del poder político democrático es incompatible con la idea de llegar al poder y mantenerse en él a cualquier precio.

No podemos desconocer que existe una tradición del pensamiento político que considera que la construcción del Estado y la organización de la sociedad se realizan sin presumir inclinaciones altruistas de sus miembros. Tampoco, desconocemos la dicotomía que plantea Maquiavelo entre moral y política y termina éste prefiriendo la dimensión real de la política por sobre la ideal.

Lo que nosotros señalamos es que siendo la democracia una forma superior de organización política exige que los actores actúen en consecuencia con los valores que ella postula.

Cualquier agenda de gobernabilidad democrática debe prever como uno de sus tópicos la necesidad de moralizar e higienizar la actividad y el sistema político.

Si la política, los políticos y las instituciones sufren una falta de credibilidad y su capacidad ejecutiva es socavada por el cuestionamiento que ella recibe del conjunto de la sociedad, entonces tenemos que comprender que el imperativo del momento nos impone el esfuerzo de represtigiar todo lo relacionado a la política y a lo político.

A tal efecto debemos de reconocer los límites del lenguaje retórico. La palabra y la promesa de los tiempos electorales no se convierten en realidades desde el gobierno, por ello la inflación retórica de los procesos electorales se desvaloriza en el momento de gobernar, provocando de esa manera una dualidad entre la gobernanza y los procesos electorales.

La sociedad espera muy poco del lenguaje retórico de los políticos que no se compadecen con la realidad. Llegó el momento de demostrar el nuevo compromiso político en la acción. Hay que conocerse así mismo y que nos reconozcan en la acción.

Mi declinación a la candidatura a la Presidencia de la República responde a la necesidad de volver a robustecer la representatividad de la política a partir de los gestos y de la acción. Postergo una ambición personal para facilitar el entendimiento político que nos permita a los paraguayos salir del atolladero que nos obliga a tener un proceso histórico circular, en el sentido de que estamos siempre girando alrededor de los mismos problemas y no somos capaces de instalar un proceso histórico en el que coincida historia y desarrollo, democracia e institucionalidad.

Esta descripción crítica que confirma una realidad que defrauda, no nos debe conducir al error de rescatar la política de manos de los políticos. La política ha de ser realizada por políticos que serán mejores en la medida que sean fiscalizados y seleccionados por procesos racionales de conformación de elites y de la consecuente elección de autoridades. La política debe ser liderada por los políticos y por la ciudadanía que asume su compromiso político. No hay que caer en la tentación de idolatrar a los ingenieros sociales (tecnócratas) que desde la sobrevaloración del conocimiento científico infieren que los problemas sociales solo tienen una única solución.

Para concluir, doy un paso al costado para que mi país pueda ir adelante y a través del renunciamiento podamos las fuerzas opositoras lograr un entendimiento que nos permita el logro de un Paraguay en donde nuestra libertad se convierta en esa fuerza que nos permita hacer de nosotros algo distinto.

Considero el trabajo político como una actividad colectiva y no pienso que mi persona encaje en aquella definición napoleónica de Víctor Hugo en la que refiere un Napoleón Bonaparte desequilibrante de las fuerzas sociales, "el peso excesivo de este hombre en el destino humano perturbaba el equilibrio".

La lucha de los políticos para ser noble y popular debe hundirse en la vida de sus pueblos, y, la visión del hombre de Estado debe entender que solo se justifica la postergación del presente siempre que se quiera construir un futuro que nos permita celebrar la belleza del más acá.

 

CULTURA Y POLÍTICA

 

Tener la inquietud y la predisposición a establecer en el Parlamento de la República un diálogo entre la cultura y la política pasa de ser más que una buena idea un imperativo de las políticas públicas que persiguen el propósito de fortalecer la capacidad local para encarar las tendencias globales. Más, aún cuando se trata de un diálogo que se va a desarrollar sin ningún tipo de prejuicios, y que además carece de la intención de lograr definiciones concluyentes.

Por el contrario lo que se busca es conducir un diálogo que permita definir las herramientas para la ejecución de políticas culturales que estimulen la capacidad endógenas de las sociedades nacionales. El propósito de la actividad consiste en destruir lo que se tenga que destruir y crear lo que se tenga que crear, entendiendo, que en el mundo de la cultura se reserva mejor lugar al creador que al juzgador. En este sentido, creo que, el esfuerzo compartido que hemos realizado los parlamentarios de la República, supone un aporte a las políticas culturales. Al ver a esta diversidad de protagonistas de la cultura, al percibir el despertar de una sensibilidad juvenil que rinde su voluntad a la belleza, podemos decir que valió la pena.

A dos años de su existencia los hechos demuestran que hay méritos suficientes en ceder un edificio histórico para jerarquizar la cultura. Se justifica, no por deseable sino por necesaria, crear una comunicación que permita transgredir los límites convencionalmente establecidos entre la cultura y la política.

Recuerdo que cuando inauguramos el Centro Cultural de la República Cabildo el Presidente de Chile Ricardo Lagos me señalaba dos cosas. Me decía que él fue Ministro de Educación y de las dificultades que se tropieza para crear un centro cultural, como así mismo, me manifestaba la heterodoxia que significa ver a un parlamento realizando políticas culturales. Es extraño el rol parlamentario en políticas culturales esto sugiere que para la promoción cultural hay, un margen de acción mayor y de combinaciones posibles, que para la ejecución de otras políticas públicas.

La intención del Congreso Nacional fue la de abrir un espacio que cobije a las diversas expresiones de la cultura nacional. Dotar a la cultura de un edificio emblemático significa entender que la cultura no es un elemento marginal de la política ni tampoco un epifenómeno de los conflictos sociales. La cultura es herramienta para expandir y posibilitar un ejercicio de vida superior.

La dirigencia política debe entender que en un mundo global que cuenta con tendencias avasalladoras las políticas culturales son necesarias no para amurallar a la sociedad nacional sino para vigorizar el carácter de una Nación que viere beneficiarse del mundo global.

En un escenario global en el que la soberanía es permeable por 1'swlore;; exógenos, en el cual los gobiernos nacionales pierden la capacidad de controlar ciertos procesos internos, en el que se especula en construir la arquitectura institucional global diluyendo al Estado Nacional se requiere más que nunca reafirmar la singularidad nacional, no para permanecer excluido del mundo sino para aumentar las consecuencias beneficiosas y disminuir las desventajas que ofrece la membrecía del mundo global.

La afirmación de lo local no es en detrimento de lo universal, se invoca lo particular para enfatizar el requerimiento de un sincretismo que reúna lo propio con lo extraño para oponerse a los que quieren exacerbar los procesos de fragmentación o de homogenización.

Por eso es que tenemos que reafirmar nuestra cultura para desenterrar, como decía Octavio Paz, el mejicano que cada mejicano lleva adentro. Tenemos que desenterrar el Paraguay que tenemos adentro hay que darle expresión al desconocido, que tenga voz el Paraguay que nos habita, a ese trozo de sentimiento, imaginación que se oculta dentro de nosotros como un desconocido.

A este sentimiento que es música, poesía y color hay que proporcionarle los recursos institucionales y realizar las políticas necesarias para que el Paraguay se encuentre a sí mismo. Las políticas culturales permiten abolir la desorientación que provoca las perturbaciones del mundo global, en donde el hombre siente que no va a ninguna parte si es que no va al encuentro de sí mismo. Para robustecer moralmente a los individuos y naciones hay que entender que la conquista del espacio interior no es sucedánea de lo exterior. La gran empresa no consiste en conquistar lo que está fuera sino lo que está adentro.

En el pasado Grecia, Roma, España, Gran Bretaña, Francia, eran portadores de valores universales pero no globales. Los mitos, los valores y símbolos de esas culturas eran transportados a otros medios, reconocidos y emulados como su lugar de origen. Cuando en la actualidad se refiere la existencia de una cultura global significa reconocer el origen de éstas en los medios de comunicación. El fenómeno cultural en la sociedad global contiene elementos de un presente elusivo, tan difícil de aprehender y de un futuro imaginario.

El dilema de los pueblos es que estamos muy lejos de nosotros mismos y en el mundo global no se puede estar sin identidad, no se debe modelar identidades excluyentes o que alimenten la xenofobia, se deben desechar las propuestas que quieran hacer prevalecer el valor de una cultura sobre otra.

Están los que quieren una sociedad contemporánea moldeada desde la competencia y el conflicto entre los sistemas culturales. La propuesta que se compadece con el mundo global es la de reinventar identidades que alimenten la pluralidad del mundo global sin que esto conlleve a menoscabar la singularidad de cada pueblo.

La ecuación funcional en el mundo global exige el reconocimiento de la alteridad y la afirmación de nuestra mismidad sin ensimismarnos. Debemos afirmar nuestra singularidad para hacer historia y para estar en la historia.

Lo primero deviene de la exigencia de inventar el futuro huérfanos del pasado se vuelve esquiva la misión de inventar el futuro, y, para estar en la historia se debe comprender que ésta no es el mero resultado de otros hechos que la causa, si no de una voluntad singular, capaz de regir dentro de ciertos límites su destino.

Debemos promover nuestra permanencia y pertenencia en el mundo global sin dejar de ser quienes somos.

Se puede vivir cuestionando pero no abandonando el mundo global. Hay que apartarse del ejemplo de Filoctetes Iriradigma de la soledad en la mitología griega, este personaje mitológico de la guerra de Troya vivió nueve años en solitario en una isla. Que no nos pase que habitemos nuestra soledad como Filoctetes su isla, no esperando, sino temiendo volver al mundo. Que no nos ocurra la experiencia de este personaje de la mitología griega que vivió y gozó su soledad y temía incorporarse al mundo. Hay que estar en el mundo no a partir de un comportamiento homogéneo si no despertando a la historia que significa adquirir conciencia de nuestra singularidad.

Nos produce estupor escuchar las recomendaciones de aquellos arquitectos de la globalización que cuando diseñan los proyectos ubican a lo cultural como un subproducto, marginal a otros procesos.

Las políticas culturales deben formar parte de la agenda de los países que quieran vivir en plenitud sus potencialidades, aquella es una exigencia no solamente de una cuestión de soberanía sino ella es herramienta que permite aumentar las capacidades de nuestras sociedades. El mundo global es más libre y controversial que el mundo de ayer y vivir con mayor libertad significa estar constreñido o sometido a tener que elegir y a sobrellevar una lucha más intensa.

En la actualidad es fácil comunicarse, más difícil es el control, la mayor complejidad del mundo global no nos debe impedir ver el aspecto agonal, competitivo y no solidario de este nuevo sistema internacional.

Se necesita diseñar y ejecutar políticas culturales desde una visión estratégica que nos develen el misterio de saber quiénes somos, para ser lo que somos. El nuevo escenario internacional depara, a los pueblos que no llegan a ser lo que son, una realidad social desoladora e incierta.

Las políticas culturales deben servir para potenciar las capacidades y las destrezas de los individuos de la sociedad.

Los pueblos tendrán derecho en el futuro si estos son conquistados, la promesa de esperanza de felicidad de lo que se avecina es de quien se prepara no de quien espera. La cultura y política se caracteriza por tener una relación fundada en la indiferencia o el sometimiento de la cultura a la política.

Aquí se refiere de una relación que se convierta en herramienta triunfadora para edificar una nueva sociedad. Política y cultura para construir lo bello, expandir la vida, redimir al pueblo, descubrir quiénes somos y explorar posibilidades más allá del horizonte de capacidades conocidas.

¡Y por qué no!, para soñar, porque, "cuando soñamos que soñamos está próximo el despertar".

 

EL PRESIDENTE EN SU LABERINTO

 

Desconcierta, anarquiza y siembra incertidumbre el Presidente Duarte Frutos cuando decide las cuestiones de gobierno que son de su competencia. La gestión administrativa y el comportamiento político del Presidente se enmarcan en un patrón de gobierno arcaico que se muestra insuficiente para y en un Paraguay que debe abandonar lo tradicional para adentrarse en la modernidad.

El proceso de toma de decisiones de gobierno dentro de un Estado democrático y moderno debe ajustarse a una visión que además de racional debe reconocer las restricciones que imponen la realidad y la complejidad de gobernar. El gobernante debe estar ocupado y preocupado en resolver los problemas del más acá y no los del más allá.

Con esto no es que se propone renunciar a la utopía, sino se afirma la necesidad y la obligación de gobernar, no a partir de arrebatos de nervios o reacciones emocionales, ni inspirados en sueños no realizables, sí en cambio sustentado en principios y criterios equilibrados y coherentes.

El Presidente debe liderar, estimular y sensibilizar el proceso de toma de decisiones gubernamentales, pero dentro de un marco que resulte compatible con el principio de legalidad de los actos de gobierno, con la racionalidad administrativa y con la razón política que faciliten la continuidad institucional, el avance del progreso social y el acceso a una forma superior de convivencia política.

Sin embargo, se advierte que estas reglas aceptadas hasta por el sentido común no son atendidas por el titular del Poder Ejecutivo. El Presidente se ha involucrado en varios esfuerzos que confirman aquello que, si en política se hace lo innecesario se generan circunstancias inconducentes, así como, de no ejecutarse el mandato de lo necesario se sufren las consecuencias adversas de un destino no deseado que así se ha contribuido a construir.

Estas consideraciones nos permiten concluir con la afirmación de que la calidad de la política se mide por sus resultados y no por la intencionalidad aparente que la motiva.

En este sentido, la gestión gubernamental 2003/2005 del Presidente Duarte Frutos puede ser calificada de social populismo porque se invoca la necesidad social para apartar la racionalidad económica, se apela retóricamente al pueblo para defraudar lo popular y se aleja de la sensatez reformista para gobernar como el Presidente quiere y no como se necesita. Lo cierto y concreto es que hasta la fecha, esa gestión gubernamental no ha traído resultados positivos para el bienestar general.

Esta realidad es muy preocupante a causa de que en adelante se debe enfrentar un escenario más complicado y controversial:

a) En lo económico en general, no se han corregido las deficiencias estructurales de la economía, pues, entre otras cosas, no se han creado condiciones para generar nuevas ventajas competitivas que permitan aumentar la capacidad de nuestra economía, tampoco, se ha transformado el modelo del desarrollo y la gestión económica arroja la tasa de crecimiento más baja de la región, que ni sirve para compensar el crecimiento demográfico;

b) En lo fiscal en particular: se está implementando una reforma tributaria que aumenta y transfiere los costos de una buscada formalización de la economía al contribuyente, pretendiendo extraer más recursos del sector privado sin tener como contrapartida el mejoramiento de la calidad del gasto público que se traduzca también en una presencia eficiente y eficaz del Estado en las áreas sociales pertinentes, como educación, salud y seguridad; tampoco se ha iniciado el proceso de reordenamiento y racionalización del sector público (ni siquiera se han dado a conocer los resultados que arrojan las auditorias de las empresas públicas).

El aumento de los costos de transacción debido a la reforma tributaria y la ausencia de política reformistas hacen que se instalen expectativas de crecimiento económico muy bajas para el 2006;

c) En lo financiero: la crisis del Banco Central originada en el excesivo interés del Presidente de la República de tener presencia en los medios de comunicación y en el deseo de la Presidenta del BCP de conformar un directorio a su hechura, ha llevado a un conflicto con los demás miembros del Directorio del Banco Central que no ayuda a superar la ausencia de condiciones que permitan la obtención de créditos a tasas de interés accesibles y que el ahorro se convierta en inversión productiva a largo plazo.

La incapacidad del liderazgo presidencial al no lograr una solución a la crisis de la cúpula del BCP termina creando un ambiente de crispación interna que impide innovar en materia financiera, monetaria, cambiaria y crediticia;

d) En política exterior: no se percibe una orientación clara, firme y coherente. Así en algún momento se tiene un discurso cuestionador de la globalización que nos acerca al Presidente Chávez, recurriendo en el escenario internacional a una retórica que pretende reivindicar los derechos de los pueblos postergados y se orienta a criticar el liderazgo norteamericano y europeo, posición que se desdibuja cuando se recibe al Secretario de Defensa Rumsfeld, quien queriendo significar con su presencia el deseo de una política de seguridad que reclama una mayor influencia político militar norteamericana en la región.

También se escucha un discurso crítico contra el MERCOSUR, pero en contrario, se observa una conducta que favorece el fortalecimiento de la dimensión política del MERCOSUR que beneficia a los socios mayores, sin que se exija eliminar los obstáculos que inhiben la consolidación de un mercado libre que garantice igualdad de derechos y de posibilidades para que las partes puedan competir.

Asimismo, se tienen gestos que reemplazan a las actitudes firmes y coherentes en la relación con el Brasil lo que explica la negociación en la que se estarían enajenando derechos y reparaciones históricas del Paraguay por compensaciones económicas de poco alcance.

e) En la política partidaria: el Presidente encara una elección interna partidaria polarizada sobre la base de la negación o la reafirmación de su liderazgo, desconociendo la legalidad de su candidatura. Las fuerzas internas partidarias se configuran a partir de los que reconocen y de los que niegan el liderazgo político del Presidente. La fracción partidaria negadora del nicanorismo ya tiene su expresión y su ubicación dentro del partido de gobierno; cualquiera sea el resultado de las elecciones internas, éstas terminarán erosionando y desfigurando el liderazgo presidencial.

En la hipótesis de un triunfo presidencial, con el desgaste que esto acarrea, conllevaría una victoria pírrica para el Presidente Duarte Frutos. En la hipótesis de la derrota presidencia provocaría consecuencias políticas difíciles de prever.

f) En la gobernabilidad democrática, la convivencia institucional ha desmejorado su calidad. El Parlamento presenta un escenario en el que el gobierno y la oposición se muestran incapaces y desinteresados en alcanzar un entendimiento que signifique la normalización del funcionamiento de este Poder. Prácticas políticas inapropiadas inhiben la posibilidad de hacer que el Parlamento como una institución colectiva funcione con una lógica en común.

La reforma del Poder Judicial no ha logrado los resultados que se esperaban, la incapacidad de gestión de los administradores de justicia más la politización de la justicia retratan una situación que sugiere la necesidad de un acuerdo para la reforma integral del Poder Judicial y de la Fiscalía.

g) En la relación gobierno-oposición: se socavaron las bases del buen entendimiento al ponerse en práctica la política de cooptación, por la cual el oficialismo busca domesticar a la oposición. Es inconcebible que un Presidente demócrata no entienda lo saludable y beneficiosa que es para la democracia la tensión oposición-gobierno. Pretender, anular la dicotomía oficialismo vs. Oposición es querer negar la razón histórica de los sistemas democráticos que reconocen su justificación existencial en la pluralidad y la competencia que existen entre los actores que integran la sociedad política.

La actitud errática o equivocada del Presidente de la República conduce al conjunto del gobierno a una suerte de perplejidad, en la que la confusión impide percibir un gobierno con ideas claras que con su liderazgo marque rumbos e impulse el esfuerzo nacional hacia metas compartidas. De seguir gobernando el Presidente Duarte Frutos como ha gobernado hasta ahora, estará escribiendo un capítulo repetido en la democracia paraguaya:

"De nuevo cinco años perdidos". Esta situación dará méritos suficientes a un Paraguay kafkiano en el que "Habrá esperanza pero no para nosotros".

 

LA NECESIDAD DE LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL Y NO LA CREACIÓN DEL LEVIATÁN PARA COMBATIR EL CRIMEN

 

No habrá política criminal exitosa, si no se implementan las siguientes modificaciones legislativas:

a) Elevar las penas: las penas deben sancionar con mayor rigor las conductas delictivas, con ello el Estado tiene una mayor capacidad intimidatoria y la sociedad se siente y está más protegida. La Constitución paraguaya del 92 establece que el objeto de las penas es doble, por un lado, la rehabilitación y por el otro, la protección de la sociedad.

Con la reforma del Código Penal, el legislador optó por hacer realidad el mandato constitucional de la rehabilitación, esto explica que la pena inicial por secuestro iba de 6 meses a 15 años. La propuesta de reforma del Código Penal que se propone debe hacer realidad el segundo mandato. El bien jurídico de la seguridad debe estar garantizado por el Estado.

La pena máxima de 50 años de prisión sin goce de libertad condicional no es inconstitucional, el límite máximo de la pena que la Constitución le impone al legislador se da en la abolición de la pena de muerte y no por la limitación de los años de reclusión. Es por ello que el sistema constitucional paraguayo es compatible con el sistema de acumulación de las penas, y sin embargo, taxativamente prohibe la pena de muerte.

Así, como en el pasado reciente el legislador priorizó la rehabilitación del reo, las circunstancias del presente urgen resguardar a la sociedad con penas más severas. La preferencia del legislador debe optar por la sociedad, sin que esto se haga en detrimento de los derechos del recluso.

La pena de 50 años por secuestro y muerte de la víctima es inferior a la de otros países de la región. En la legislación de otros países se establece la Pena de Muerte ó 70 años de prisión por secuestro y muerte de la víctima.

b) La propuesta de reforma debe ampliar la capacidad de actuación preventiva de los órganos del Estado encargados de garantizar la seguridad y el derecho a la vida. Estamos refiriendo el accionar de la Policía, la Fiscalía y los órganos jurisdiccionales. La lucha contra el crimen organizado es un proceso que demanda decisión y ejecución y no deliberación.

c) La Reforma del Código Penal como herramienta del Estado Democrático de Derecho y no como herramienta del Leviatán. Se debe legislar para garantizar la vigencia de la libertad y la seguridad ciudadana. A tal efecto, la ley penal debe disponer que toda intervención de la Policía sea previamente autorizada por el Juez. La legislación penal no puede permitir la discrecionalidad de la actuación policial. El accionar de la Policía no debe ser discrecional, sino ésta debe estar reglada por la ley penal.

Finalmente, la necesidad de Reforma del Código Penal, surge del resultado que se obtiene al contrastar la ley Penal vigente y los resultados obtenidos.

La tendencia legislativa internacional consiste en ser más severo con las penas y en ampliar la capacidad de acción preventiva del Estado. Eso se constata en todas las reformas penales que combaten el crimen, ya se trate de narcotráfico, terrorismo, secuestros, homicidios, etc. La Ley Antisecuestro que he presentado pretende señalar un nuevo horizonte para la Reforma Penal. Buscamos la Reforma Penal para que el Estado Democrático sea capaz de garantizar la libertad, la seguridad y el derecho a la vida de los paraguayos y paraguayas.

La decisión de haber remitido a Comisión este Proyecto de Ley nos da la impresión que expresa la poca capacidad instalada para el cambio que hoy en día existe en la clase dirigencial paraguaya.

 

INMUNIDAD NO ES IMPUNIDAD

 

La sociedad internacional puede ser descripta como "las aguas heladas del cálculo egoísta", en términos que desnudan su naturaleza mezquina. Esta expresión refiere a una comunidad interestatal constituida por un conjunto de actores que interactúan entre sí en un escenario en el que cada uno busca maximizar sus intereses. Por ello, la premisa de toda buena política exterior exige un accionar orientado a la afirmación y a la realización de la agenda nacional propia.

De esta noción tan elemental de política exterior, se infiere que el comportamiento externo de los Estados debe motivarse a partir de las preferencias y necesidades de cada uno. Dentro de este contexto, cabe la siguiente interrogante: ¿Se ajusta al derecho internacional público y es políticamente ventajosa la presencia de tropas americanas en Paraguay? Esta doble interrogante vamos a encararla por separado sin que esto signifique desconocer la necesidad de conciliar el poder con el derecho en la sociedad internacional.

Desde el prisma jurídico, la decisión del Senado de permitir el ingreso de tropas americanas y el otorgamiento de inmunidades al personal militar estadounidense se ajusta al ordenamiento constitucional de la república y no contraría los compromisos internacionales a los que adhiere el Paraguay.

El acuerdo por notas reversales entre nuestro país y el gobierno de los EEUU contiene disposiciones que fundamentan lo pactado entre ambos Estados en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas firmada el 18 de abril de 1961. Este convenio distingue el personal diplomático que goza de inmunidad total, Art. 31, del personal administrativo, Art. 37, que posee una inmunidad restringida exclusivamente a los actos realizados en el desempeño de sus funciones. Esto quiere decir que los soldados americanos, equiparados a la categoría del personal administrativo de las legaciones diplomáticas, gozan de inmunidad limitada al ejercicio de sus funciones.

En este caso, inmunidad no es impunidad puesto que este acuerdo bilateral se limita a regular el derecho de uno u otro Estado a ejercer su jurisdicción para el juzgamiento de ciertos crímenes, y por lo tanto, no nos sustrae de la jurisdicción supranacional de la Corte Penal Internacional establecida en el Estatuto de Roma.

Asimismo, el convenio bilateral de referencia está enmarcado en el Art. 30, numeral 4, inciso b, de la Convención de Viena sobre Tratados de 1969 en lo relativo a la interpretación de los tratados sucesivos concernientes a la misma materia, en que los derechos y obligaciones recíprocos se rigen por el tratado en el que los dos Estados son partes, y con el Art. 98, numeral 2, del Estatuto de Roma, que dispone lo pertinente sobre la cooperación con respecto a la renuncia a la inmunidad y consentimiento a la entrega.

Debido a estas razones, podemos ser concluyentes al afirmar que el Acuerdo bilateral es consecuente con las obligaciones contraídas por el Paraguay en virtud de tratados internacionales vigentes.

Cuando dimensionamos el aspecto político de nuestra decisión, tenemos que tener presente que por fortuna no se obtiene nada en el mundo global, y que nuestra ubicación geográfica nos indica que los paraguayos hemos sido arrojados a una existencia entre dos gigantes, lo cual nos obliga a decidir constantemente y con cautela lo más conveniente a nuestros intereses.

En este sentido, nuestra fortaleza dependerá de la combinación de dos factores: a) alcanzar y consolidar un ordenamiento doméstico socio-político superior y, b) apoyarnos en actores de otras zonas, a los efectos de diversificar nuestras relaciones. De esa manera se podrá vigorizar nuestra inserción en la región.

La soberanía de los Estados se funda en realidades y no en meras declaraciones en las que se postula la independencia e igualdad jurídica de los Estados. Por las vías de hecho se reconocen las asimetrías de poder que neutralizan el contenido jurídico de la convivencia interestatal. De hecho, y no jurídicamente, se viola el derecho.

En un momento en el que un país vecino, Bolivia, evidencia síntomas de inestabilidad política que amenazan su unidad nacional e integridad territorial, el Paraguay debe fomentar relaciones bilaterales que respondan a una visión estratégica y que apuntalen el proceso de creación institucional de la sociedad internacional.

En "las aguas heladas del cálculo egoísta", no identificar los intereses propios es perecer por no saber ser arquitectos de nuestro propio destino y no animarnos a ser quienes somos.

 

CUANDO LA DECISIÓN DE LOS GOBIERNOS EMPOBRECE A LAS NACIONES

Los procesos gubernativos de toma de decisiones han dejado de ser considerados un apéndice en el diseño de las políticas públicas. Para la teoría del desarrollo es necesario reconocer la relación que existe entre la decisión gubernamental y la promoción del crecimiento económico.

Los gobiernos y las sociedades deben internalizar en sus patrones de conducta el dato de que el progreso social depende en buena medida del estilo de liderazgo y de la calidad del proceso gubernamental.

Según este razonamiento, se le atribuye al gobierno una preponderancia en los procesos de transformación social. Esto sugiere apartarse del facilismo ideológico que presume que el desarrollo resulta del esfuerzo social espontáneo y desordenado, realizado al margen de las instituciones y prescindiendo del entorno predecible que se establece, a través, de la macropolítica gestionada desde las instituciones públicas.

Cuando la decisión del gobierno es equívoca, errátil, tardía o irracional, instala entre los actores expectativas inconducentes e incentivos perversos que desalientan el activismo económico. Los diseñadores y ejecutores de la decisión estatal deben comprender que la razón económica precede al postulado social, si no crece la economía no hay meta social alcanzable. Es más, desde un enfoque Marxista se puede sostener que sin dinamismo y sin expansión de la economía se atenúa la lucha de clases. Esta afirmación corrobora la tensión social que acarrea la modernización económica.

Estas consideraciones preliminares nos sirven para desmerecer la decisión del gobierno demostrada en su preferencia por la reforma fiscal en detrimento del crecimiento económico. El gobierno invocando el imperativo de la formalización de la economía, propuso un sistema fiscal complejo que aumentaba los costos de transacción, restándole competitividad a nuestro sistema económico.

La ley del impuestazo que fue elaborada a partir de un enfoque fiscalista, agrava aún más la situación recesiva por la que atraviesa nuestra economía.

No se puede concebir que con un crecimiento esperado del 2% del P.I.B se aumenten los impuestos y éstos no tengan un efecto recesivo.

No se puede esperar un impacto positivo en una economía recesiva cuando se amplía la fiscalidad sin previamente haber dado inicio a un proceso de reformas que supongan el reordenamiento del sector público y cierto margen de ahorro público.

No se puede desconocer que si no se mejora la calidad del gasto público, toda transferencia vía tributaria, conduce a la esterilización de recursos económicos, por medio de un proceso de transferencia que significa la descapitalización de la economía privada.

El enfoque fiscalista de la política económica no permite reconocer los pilares en los que se debe fundar el crecimiento económico sustentable: la consolidación del ahorro doméstico y el aumento de la capacidad exportadora.

Para aumentar la capacidad exportadora, la economía privada debe gozar de altos niveles de capitalización para proveer al mercado internacional de bienes y servicios que reúnan las virtudes del buen precio y calidad.

Por ello, cualquier decisión que so pretexto de una mayor recaudación impida la reinversión en el sector privado o dificulte la exportación, debe ser tachada de la agenda de políticas públicas por ser causa del empobrecimiento nacional.

Las políticas gubernamentales deben orientarse a crear las ventajas competitivas para que nuestra economía pueda tener la posibilidad de crecer hacia afuera, puesto que, la estrechez de nuestro mercado doméstico nos impide crecer hacia adentro.

 

VAMOS A SALIR ADELANTE

 

13 de abril de 2007 • Ciudad de Limpio, Paraguay

Queridas paraguayas

Queridos paraguayos

He venido hasta aquí a compartir con ustedes un mensaje de esperanza.

Quisimos reunirnos para decirle al Paraguay y al mundo que aquí estamos los liberales para seguir siendo centinelas con el puño alzado en defensa de la causa popular y nacional.

Este encuentro expresa la voluntad política de nuestro partido que siente el honor de estar en contra del Gobierno que más paraguayos y paraguayas ha expulsado del país por falta de trabajo y oportunidades.

Esta noche se pone en marcha el cambio.

Los liberales nos ponemos de pie y, esta vez, no descansaremos hasta llegar al Palacio de López y, desde allí, todos juntos, como paraguayos, podamos gritar:

"Somos un pueblo libre, somos un pueblo digno". ¡Nuestra pasión es el Paraguay!

Por eso, unimos nuestros corazones, nuestras voluntades, nuestras ilusiones en el esfuerzo de redimir a nuestro pueblo del atraso y la pobreza.

Les decimos basta! a los que a pesar de manejar el poder a su antojo no supieron y no quisieron construir la nación justa y solidaria que tanto anhelamos.

Hoy, desde Limpio, les pido que levantemos firmes nuestros brazos en señal de resistencia.

Levantemos en alto nuestras banderas paraguayas y azules llenas de historia y llenas de brillo, de lucha y de patriotismo.

No nos resignamos a que el Paraguay siga siendo un país rico lleno de pobres.

No aceptamos la realidad insultante de tener un pueblo hambriento y un Gobierno mentiroso.

¡Y que no nos vengan con la mentira de que no se puede cambiar!

¡Sí se puede! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede cambiar! Yo les garantizo.

Se puede cambiar este país ¡y nosotros lo vamos a hacer! Se puede gobernar con justicia social. Se puede gobernar con dignidad para el pueblo.

Algunos pesimistas dicen que los paraguayos tenemos que elegir entre lo malo conocido y lo malo por conocer.

Y yo les digo, queridos compatriotas, que entre estos dos extremos existe un proyecto político alternativo. Un proyecto liberal, serio, íntegro y confiable.

Nuestro liberalismo es una mirada sensible que prioriza al pueblo y no a los intereses de las dirigencias partidarias. De corazón. Representamos un proyecto comprometido, que sabe cómo solucionar los problemas que aquejan al pueblo paraguayo.

Un buen presidente debe sentir y saber.

La crisis que atraviesa nuestra patria es tan compleja que no basta sólo con buenas intenciones.

Hace falta unir, la mente y el corazón, la razón y el sentimiento bajo un mismo objetivo: encontrar las mejores soluciones para detener el padecimiento de nuestro pueblo. Sólo así, sintiendo y sabiendo, se pueden generar puestos de trabajo bien pagados, viviendas accesibles, hospitales realmente gratuitos, educación para nuestros niños y jóvenes. En fin, una vida digna para todos.

Es un castigo para el pueblo que el gobierno de Nicanor Duarte Frutos sea indiferente e ineficiente ante el maldito dengue, una enfermedad que debió ser evitada a tiempo. Es una vergüenza nacional que las familias paraguayas se tengan que separar, para viajar a España o Argentina, ante la desesperación de no encontrar oportunidades de progreso en nuestra propia tierra.

Por eso, nos comprometemos a unir a la familia paraguaya en territorio paraguayo.

¡Y vamos a mandar a Nicanor y a sus amigos al exilio económico, para que ellos sientan en carne propia lo que hoy sienten miles de paraguayos y paraguayas!

Quiero que sepan, queridos amigos, que estoy dispuesto a dejar todo en esta lucha, ¡Mi vida! para servir a la causa más noble que habita en el corazón de un político.

¡Quiero servir a mi pueblo!

¡Quiero ser servidor de ustedes!

Estoy decidido a liderar este proceso de cambio. El Paraguay merece dejar atrás el pasado y entrar en el futuro. Después de tanto sufrimiento popular se acaba el sistema en el que el rico es más rico y el pobre es cada vez más pobre. Los paraguayos ya sabemos lo que no queremos. No queremos más mentiras. No queremos más desilusiones. No queremos volver atrás.

Pero tampoco queremos saltar al vacío.

En el 2008, los paraguayos vamos a expresar en las urnas lo que si queremos.

Iniciaremos un nuevo ciclo histórico, que deje atrás los fantasmas del pasado y se concentre en la construcción de un futuro mejor.

Vamos a poner en marcha un cambio positivo: que incluya a los excluidos, que le de trabajo a los desocupados, que le de vivienda y salud a los desamparados, que le de seguridad a toda la ciudadanía.

Mi visión del nuevo Paraguay busca recuperar las instituciones.

Una sociedad genuinamente democrática requiere una justicia honorable, una clase política honesta pero también una ciudadanía más comprometida.

Nosotros, los paraguayos, somos un pueblo heroico, que quiere progresar y ser feliz, por eso reivindicamos nuestros derechos históricos en Itaipú y Yacyretá.

Vamos a trasparentar y someter a auditoria pública los gastos sociales de las binacionales, que hoy se utilizan para fines políticos del Nicanorismo o simplemente para que algunos se metan la plata del pueblo paraguayo en sus propios bolsillos.

Como país católico y cristiano, el cambio debe apoyarse sobre el primer escalón de la sociedad.

Por ello, antes que nada, debemos recuperar a la familia como célula básica de nuestra comunidad.

En los últimos años la familia paraguaya ha sido diezmada por emigraciones forzadas y hoy presenciamos con dolor la existencia de miles de hogares mutilados, hogares incompletos.

La mujer paraguaya, que reúne en su ser la fuerza y la belleza, se ve obligada a emigrar a lugares lejanos para enfrentar un destino incierto. Y eso me duele en el alma.

Y para colmo, el presidente Duarte Frutos no tiene mejor idea que denigrar a la mujer paraguaya con sus comentarios bajos y ofensivos.

¿Será que este hombre no tiene madre, será que este hombre no tiene esposa, será que este hombre no tiene hijas? ¿O será que la soberbia lo hace insensible?

La mujer paraguaya, cuyo sacrificio ha sido clave en la historia de nuestro país y lo es hoy para que miles de familias salgan adelante, no se merece semejante agravio.

Y desde Limpio le exijo, Presidente, pídales disculpas a nuestras mujeres.

No sea arrogante. ¡No sea resentido! ¡No sea resentido!

El Estado debe asegurar el bienestar común y la igualdad de oportunidades, y no el buen pasar de los inquilinos del Palacio de los López.

Por ello, los que aspiran a conducir este país tienen que estar preparados.

Hay que dominar las reglas del buen gobierno. Hay que conocer cómo funciona el mundo. Hay que entender la economía.

Pero, por sobre todo, por sobre todo, hay que comprender a la gente y conocer sus necesidades.

Vengo a ofrecerles mi experiencia. Vengo a ofrecerles mi corazón. Asumo el compromiso de liderar esta lucha por una democracia con pan, tierra y trabajo. Una democracia con pan, tierra y trabajo

No nos dejemos engañar.

No más negociados de semillas.

No más robo en la distribución de los subsidios. No más impuesto para el campo.

No más secuestros.

No es cierto que para gobernar este país hace falta tratar al pueblo con mano dura y a los poderosos con mano blanda. Yo no soy ni seré un tendotá.

El pueblo paraguayo no necesita mandamases que le dicten lo que tiene que hacer, sino hombres preparados y serenos que sepan conducir el destino de nuestro país.

Seré un servidor público.

Vamos a luchar por un Poder Judicial que no se arrodille ante los poderosos y desampare a los desprotegidos. Habrá seguridad jurídica en el Paraguay para hacer de nuestro país una plataforma de inversiones a favor de la producción y de la creación de trabajo.

Basta ya de gobernantes que se sirven del pueblo y no sirven al pueblo.

Tenemos que construir un proyecto nacional para el siglo XXI, debemos ser hacedores de nuestro destino.

Si buscan un nuevo salvador, que no escucha a nadie y crea que lo sabe todo, yo no soy ese hombre.

¡Si buscan un Presidente que respete a su pueblo y a su Constitución y sepa escuchar antes de decidir, cuenten conmigo!

Tienen mi compromiso para conducir un cambio en paz, un cambio moderno y predecible.

Ustedes ya me conocen, a mí no me va a temblar el pulso a la hora de tomar las decisiones.

Gobernaremos como el Paraguay necesita. Sin ambiciones reeleccionistas.

Estoy convencido de que el mejor modo de fortalecer la Concertación es vigorizando nuestro propio partido.

Esa es la trinchera que nos toca a los liberales y estamos dispuestos a hacer nuestro aporte.

Con humildad, pero también con decisión.

No es el momento de exclusiones ni de egoísmos. Es el momento de poner el hombro.

Y esta reunión de miles de liberales se pone al servicio de la causa concertacionista para el 2008.

Somos concertacionistas, pero no somos personalistas ni sectarios, queremos liderar la Concertación.

El Partido Liberal es y será razón y luz del pueblo paraguayo. Sabemos que nuestros verdaderos enemigos son el hambre, la inseguridad, la desocupación, la violencia doméstica, la desnutrición, el dengue, la ignorancia, el exilio económico y la injusticia.

 

Estamos convencidos de que no es suficiente con ganar las elecciones.

Hay que prepararse para gobernar. El futuro es de quien se prepara. Hay que gobernar para cambiar el destino de miseria al que nos han sometido por el destino de esperanza que vamos a construir!

¡Y nosotros lo vamos a hacer! ¡Y nosotros lo vamos a hacer!

Queridos correligionarios, queridos paraguayos, paraguayas, quiero agradecerles su apoyo y su entusiasmo.

Me emociona ver sus sonrisas sinceras y sus manos firmes. ¡Como liberal, me hacen sentir muy orgulloso!!

¡Y, como paraguayo, me hacen sentir la esperanza de un futuro mejor!

¡Tengan la seguridad que vamos a salir adelante! Por ustedes, por sus hijos, por mis hijos.

Por nuestra tierra que ¡tanto sufre! ¡Para ser bella y libre!! Por nuestra Patria, tumba de nuestros padres y cuna de nuestros hijos.

¡Los abrazo en mi corazón!

Quiero permanecer al lado de ustedes, en un abrazo eterno, que nos una en el esfuerzo y en la esperanza de un Paraguay libre y justo.

¡Los quiero mucho! ¡Viva el Paraguay!

 

 

A MANERA DE CONCLUSIÓN

 

La compilación de este conjunto de escritos no estuvo conducida por la idea de alcanzar una sistematización. Hemos juntado y recuperado una serie de trabajos y lo hemos publicado en este libro porque creemos que hay que recuperar el pensamiento en y para la política.

Estamos convencidos que una de las razones que explican la baja intensidad de la democracia en la región y en Paraguay encuentra su explicación en un ejercicio político, cargado de mezquindades y desprovisto de creatividad y compromiso social.

En el transcurso del libro se abordaron temas diversos que hacen a la agenda de gobierno. En todo momento se destaca la necesidad de un abordaje racional de los temas que hacen a la Cuestión de Estado.

Denominamos Cuestión de Estado a la necesidad de tratar los problemas sociales y políticos, con un estilo y una valoración que apuntalen un accionar estatal mentado y orientado desde una visión estratégica que permita diferenciar los aspectos anecdóticos de los estructurales dentro del proceso político.

De forma trasversal está presente en el transcurso de todos los ensayos la necesidad de que el proceso político sea conducido por un conjunto de actores, que si bien se disputan el poder, deben poseer en común un compromiso de impulsar un proceso histórico viable y compatible con las necesidades del desarrollo institucional.

Nuestros países demandan políticas de Estado y éstas son sustentables por actores que tengan una capacidad de actuar en términos estratégicos. Se requiere de un accionar político que respete los híper valores de la democracia y sea pensado a largo plazo para escenarios globales.

Los gobiernos deben actuar incorporando la realidad como un dato que no puede ser ignorado. La Cuestión de Estado demanda políticas cuyos diagnósticos y plan de acción se ajusten a la realidad.

Se debe gobernar reconociendo las restricciones que impone la realidad y conociendo las herramientas y las capacidades del gobierno que hacen viables y sustentables la ejecución de las políticas públicas.

En el escenario de la globalización los gobiernos tienen poco margen para improvisar. El dogmatismo y la ideologialización tienen que ceder a favor del enfoque pragmático que, si bien, no prescinda de una axiología, se funde en un conocimiento científico y riguroso de la realidad y de la capacidad operacional de los gobiernos. Por eso, no más gobiernos que den la espalda al conocimiento, no más diseños de políticas públicas que partan de supuestos falsos, no más intenciones políticas que se propongan sueños inalcanzables.

El mandato del momento impone gobernar con sensatez, serenidad y sentido común, no pueden alcanzar el resultado esperado las políticas que se ejecuten a partir de diagnósticos de la realidad equivocados. Como diría T. Adorno: "No hay vida verdadera en la falsa".

Los gobernantes deben asumir sus compromisos abriendo los ojos a una realidad más compleja, más controvertida, más cambiante y más dinámica. Cerrar los ojos ante esta realidad y no prepararse para gobernar tiene como resultado empobrecer a los pueblos apartando el proceso histórico del desarrollo.

La gobernanza exige generosidad, imaginación, ética y racionalidad. Los gobiernos han de aproximarse a la realidad a través del conocimiento científico, se requiere la lucidez necesaria para saber dónde estamos ubicados y hacía donde ir. Para esto último claridad en el pensamiento con pocas oscuridades, para ello la dirigencia política necesita estar predispuesta a buscar "la luz, solo luz, aunque alumbre cosas malas".

 

 

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