REGRESO TRIUNFAL DEL EJÉRCITO PARAGUAYO
COMENTARIO DE FULGENCIO YEGROS GIROLA
ASUNCION, 22 DE AGOSTO DE 1935
El corazón de la Patria se extendió en un inmenso arco triunfal al paso de las legiones vencedoras. Jamás el alma nacional ha vibrado de un júbilo tan intenso, como el provocado por el regreso lleno de fatigas heroicas de nuestros soldados. En la marcha de retorno, no han sonado “los clarines de los paladines” como dijera el poeta. El invicto Ejército de la Patria hizo su entrada con la sencillez propia y magnífica de un pueblo que debe ser fuerte en la adversidad y en el triunfo.
No había ritmo marcial en el paso de los vencedores. Ningún rasgo de insolencia manchó la pureza humilde de su prestancia. El mismo y sencillo uniforme verde olivo con qué cubrió su cuerpo a través de todas las jornadas de sacrificio y de gloria, es el que vistió para desfilar ante, la admiración y la simpatía de propios y extraños.
La presentación de nuestro Ejército en la forma que lo hizo, puso de manifiesto el contenido espiritual del pueblo paraguayo. A su presencia, nadie ya podía dudar de las causas que le impulsaron a aceptar una lucha sangrienta de tres años. Un ejército, después de haber vencido en innumerables batallas y obligado al adversario a desandar a golpes de coraje, centenares de kilómetros, hasta asfixiarlo en un reductor de hierro para imponerle allí su voluntad, no podía volver con la modestia con que nuestras legiones volvieron. Ninguna bandera enemiga de las tantas que cayeron en poder de nuestro ejército, como símbolos de sus victorias, ha sido paseada por las calles. Nuestros soldados volvieron con la misma pureza moral con que habían ido al Chaco, obedeciendo al imperativo de dignidad de la patria.
¡PURO EN EL SACRIFICIO Y PUROS EN LA VICTORIA!
Eran las nueve de la mañana, a lo largo de las calles por donde estaba anunciado que pasaría el ejército, remolineaba una multitud de personas, ávidas de presenciar el paso de los héroes. A lo lejos, sobre la Avenida Colombia (hoy Mcal. López), se destaca la figura de un jinete. La emoción vibra a lo largo de las aceras. De pronto estalla el júbilo de todos los corazones. Y el eco de los vítores, de las hurras y de los sones marciales de la música, se asocia en un coro rumoroso de epopeya en que vibraba el homenaje y la gratitud de la Patria para el vencedor que retorna cargado de glorias.
Pasa el gran General, frente al Presidente de la República que ocupaba el primer palco sobre la Avenida Colombia, saluda con su espada, símbolo de sus victorias, vestía el mismo sencillo verde olivo de sus soldados. Modesto en su porte sencillo y espontáneo en la expresión de su saludo, nadie pensaría al verlo pasar que sea él, el hombre en cuyas manos estuvo el trágico recodo histórico de que acabamos de salir, todo el legado de nuestra tradición de pueblo libre y soberano, y la suerte y el porvenir de la patria. El aspecto y la simpatía de la muchedumbre se polarizaban en la figura de este gran soldado. Bien sabía que tiene levantado un monumento en cada pecho, pero un grito que viene de las profundidades de nuestra historia, hace rato ha llegado hasta el para recordarle cuan grande es la sencillez del heroísmo.
Las flores que fueron arrojadas a su paso y el júbilo y los aplausos de la multitud le testimoniaron el afecto y la admiración que por el se siente. Todo ello es la afirmación del reconocimiento patrio a sus sacrificios de soldado.
¡Venía el General!, eso le basta, la patria sabe que él cumplió con su deber.
Seguidamente al palco oficial se hallaban los mutilados de la guerra, ubicados allí para que ellos también pudieran presenciar el regreso victorioso de sus camaradas de arma Un trágico ruido de muletas se dejó oír. La emoción popular vibró con intensidad dramática. Todos los mutilados se pusieron de pie al paso del General. El gran vencedor extendió a un costado la diestra con que empuñaba la espada para saludar con ella a ese resto heroico de la epopeya.
Y ante la sugerencia emotiva de aquella escena, todos los ojos se empañaron de lágrimas que expresaban dolor, admiración y respeto.
A distancia reglamentaria del General Estigarribia que iba acompañado de su Ayudante y de todos los Jefes y Oficiales de su Estado Mayor, correspondió al I Cuerpo de Ejército iniciar el desfile de tropas.
Encabezaba la marcha el Coronel Carlos J. Fernández, Comandante de dicha Gran Unidad.
En medio de las hurras y de los aplausos populares tributados al glorioso I Cuerpo de Ejército, el Coronel hace el saludo de estilo frente al palco ocupado por el Señor Presidente de la República. Detrás de él venían las distintas unidades integrantes del Cuerpo, con sus respectivos Jefes y Oficiales, cumpliendo todos ellos el saludo reglamentario.
Y los vítores de júbilo para esta invicta fracción de nuestro Ejército, no cesaron hasta el paso del último soldado.
A su turno, el II Cuerpo de Ejército pasó frente el palco oficial. A la cabeza de esta columna, se destacaba la simpática silueta de su Comandante, el Coronel Rafael Franco. El entusiasmo excitante de la multitud se manifestó cálido y fervoroso al paso de estos guerreros invencibles. En ese momento caía una fuerte llovizna, pero nadie se preocupaba de esta especie de irreverencia atmosférica. Se ejecutaron los saludos bajo el coro ruidoso de los aplausos populares.
Pasó luego frente al palco oficial el Coronel Nicolás Delgado, encabezando el III Cuerpo de Ejército. Puede decirse que los vítores de la multitud no tenían solución de continuidad. Los aplausos habían estallado ante la aparición del General Estigarribia frente a toda la columna del Ejército, y transcurridas dos horas, el eco de los palmoteos se prolongó en su empeño de homenaje para todas y cada una de las unidades que formaron para el desfile.
A continuación de este Cuerpo de Ejército desfilaron la Aviación, la Artillería, la Sanidad y la Intendencia, habiéndose igualmente tributado a todos ellos el más caluroso homenaje de simpatía.
Cuando las distintas unidades, desfilaron frente al palco oficial, se notaba una mayor solemnidad y compostura tanto en los componentes del Glorioso Ejército como en el público que desde allí presenciaba. Pero cuando venían acercándose al centro de la ciudad en medio de aceras repletas de personas, ya la muchedumbre no podía contener sus impulsos jubilosos, ni reducirse a simples aplausos.
Todos sentían el deseo de estrechar en sus brazos a los heroicos Jefes, Oficiales y Soldados que volvían a sus hogares luego de terminar la magnífica epopeya. Y así a lo largo de todas las rutas del desfile se sucedían los abrazos entre la población y el ejército en una conjunción de hermandad y alegría.
PROCLAMA DEL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA
DOCTOR EUSEBIO AYALA
AL EJÉRCITO DEL CHACO:
Ciudadanos en armas, volvéis a vuestros hogares después de haber defendido a la patria con alma y cuerpo. Muchos de vuestros camaradas rindieron el supremo tributo de sus vidas en tierras chaqueñas. En la hora de recoger los frutos del esfuerzo, la memoria de los queridos ausentes se aviva en nuestros corazones. La deuda que tenemos con ellos se mide por la magnitud de los bienes que esta generación y las generaciones venideras han de recibir en compensación del sacrificio.
El pueblo paraguayo se mostró indomable de espíritu, sublime de abnegación, ante el riesgo de perder su honor y si libertad. Los pueblos que no están dispuestos a morir por tales privilegios, no serán jamás felices.
SOLDADOS DEL CHACO:
En nombre de la Nación os doy la bienvenida en nuestra capital. Vuestros parientes, vuestros amigos, vuestros compatriotas, os saludan con entusiasmo. Encontraréis que todo el Paraguay es ahora una sola familia, merced a vuestras acciones que nos unen en el fervor de la patria renovada. Sean las glorias del Ejército, prenda de eterna dicha para nuestro país.
Eusebio Ayala.
PROCLAMA DEL COMANDANTE EN JEFE DEL EJERCITO EN CAMPAÑA
GENERAL DIVISION JOSE FELIX ESTIGARRIBIA
A los Jefes, Oficiales, Clases y Soldados del Ejército en Campaña, con profunda emoción os anuncio la cesación de la lucha. En tres años de guerra habéis demostrado ser dignos de nuestros mayores, realizando una obra que las generaciones del porvenir recordarán con orgullo; quiera Dios que ellas se inspiren siempre en vuestro ejemplo. Habéis vencido en jornadas inolvidables a un enemigo tenaz y una naturaleza hostil.
La Nación no olvidara a quienes combatieron y sufrieron por salvarla de la mutilación y la deshonra. Si un pueblo debe ser grande por la inteligencia, el valor y el sacrificio de sus hijos, digo que el nuestro está llamado a los más altos y nobles destinos. En este día tan feliz, recuerdo especialmente con el corazón dolorido a los hermanos que cayeron desde PITIANTUTA hasta CHARAGUA. Sea para ellos nuestro homenaje y sírvanos en todo tiempo el Santo ideal que los llevó a la muerte en plena juventud.
Jefes, Oficiales, Clases y Soldados combatientes y de los servicios, a todos mi gratitud de paraguayo y de soldado. Yo llevaré en la tranquilidad de mi hogar, como el más grande honor de esta guerra, el haber sido vuestro Comandante en Jefe.
JOSE FELIX ESTIGARRIBIA
El fin de la guerra y el regreso triunfal del Grupo de Artillería Nº 2 “General Roa” al mando del Mayor de Artillería Fulgencio Yegros Girola.
Todo Honor y toda Gloria para los Señores Jefes, Oficiales, Clases y Tropas, Paraguayas y Bolivianas que combatieron en la Guerra del Chaco (1932 - 1935).
EN ESPECIAL
GENERAL DIVISIÓN FULGENCIO YEGROS GIROLA
DORILA (BEBE) SEMIDEI ARBO - MADRINA DE GUERRA
CAPITÁN DE SANIDAD DR. LEÓN W. SMITH
GENERAL DIVISIÓN MIGUEL ÁNGEL YEGROS GIROLA
MAYOR LUIS CELESTINO YEGROS GIROLA
CORONEL FLAVIANO ENRIQUE YEGROS GIROLA
TENIENTE 1º ALEJANDRO YEGROS GIROLA
TENIENTE 1º DE SANIDAD CELIA SEMIDEI ARBO
CORONEL LUIS IRRAZÁBAL
SOFÍA W. SMITH - MADRINA DE GUERRA
CORONEL FEDERICO W. SMITH
TENIENTE GUILLERMO W. SMITH
CAPITÁN JULIO W. SMITH
Fuente:
“EL DIARIO”, edición 23 de Agosto de 1935
Fuente digital: http://generalyegros.com (Registro: Agosto 2011)
