LAS PUERTAS, 2008
Fotografía y collage de RICARDO MIGLIORISI
Centro de Artes Visuales/ Museo del Barro
Colección de la FUNDACIÓN MIGLIORISI
Fotografías: Fernando Allen
LA HERIDA ENMARCADA (Fragmento)
La herida como marca, como cifra de una imagen liminal: la que traza la línea imposible entre el adentro y el afuera del cuerpo, del cuadro, de la imagen misma vuelta sobre sí y rasgada.
La herida, estigma o gala, de la piel.
Las manos como herramienta del artista que mira el dorso entreabierto mientras cierra sus dedos entintados sobre el pincel, la gubia, el cuchillo o el lápiz. Con cada corte, trazo o pincelada, la herida late y su pulso imprime intensidades y pausas en el despliegue de la imagen.
Lo importante ahora es la herida, la herida real que agrieta la mano; por eso una lupa aumenta sus bordes inflamados y el esmerilado del vidrio deja un claro sólo para mostrar el corte. Todo el resto es representación, montaje de escena, reflejos u opacidades: trampa del cristal que encubre, imagen devuelta por el espejo que cada cuadro levanta para tentar la mirada. Sólo la lesión es real: ante ella se cierran y entreabren los artificios del cuadro. Sólo la brecha que raja la piel abre un espacio en esa caja cerrada y lacrada. Sólo lo invisible (la sangre que aguarda, la carne violada, el mundo oscuro que enmascara la piel) puede rayar el límite y abrir una rendija, una herida, en la escena clausurada.
Entonces los contornos de esa escena vacilan. Rasgada la pantalla de la representación, se arquean y se doblegan los marcos, los perímetros que acotan el territorio de la mirada. El artista no puede acá dejas de citar el tajo de Fontana, la herida abierta al otro lado; pero, tampoco, de recordar los desvaríos del recuadr de Magritte, que olvida su destino rectangular (su función esencial de fundar una ventana) y sucumbe ante las curvas caprichosas del cuerpo, cuyos desbordes debe refrenar.
LAS 100 PUERTAS
La herida infligida al poderío de la representación, el marco que capitula y se dobla: esas dos figuras constituían las premisas de esta obra de Ricardo Migliorisi. Pero en ese momento, buscando otros datos, apareció un texto que él mismo había escrito hacía unos años, a comienzos del 2003:
Las cien puertas se cerraban con extremada violencia exhalando bocanadas de lava hirviente.
Entonces, sin descartar las connotaciones originarias de su obra, ésta apuntó a otro lado. Se volvió retroactivamente sobre su ecrito e hizo de él un aforismo premonitorio,…
TICIO ESCOBAR
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