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JUAN MANUEL ALARCÓN YAMPEY

  WICCA - EL LLAMADO DE LA DIOSA (Obra de JUAN MANUEL ALARCÓN)


WICCA - EL LLAMADO DE LA DIOSA (Obra de JUAN MANUEL ALARCÓN)

WICCA

EL LLAMADO DE LA DIOSA

Obra de JUAN MANUEL ALARCÓN

Diseño y fotografía de tapa

MAXIMUS ARZANI VITALE

Grafipack S.R.L.

Email: grafipac@pla.net.py

Asunción – Paraguay

 

ÍNDICE

Dedicatoria// Agradecimientos

Prólogo

Introducción

*. La Leyenda de la Creación// Espiritualidad Hoy

1.- Wicca, El Llamado de la Diosa

2.- Historia de la Religión de la Diosa

3.- Los dioses

4.- La Diosa, Un enfoque de lo Sagrado Femenino

5.- El Dios, Un Enfoque de lo Sagrado Masculino

6.- Conexión con los dioses

7.- Ética y Conducta de un wiccan

8.- Karma y Reencarnación

9.- El Estudio y la Dedicación en Solitario

10.- El Libro de las Sombras

11.- Las Herramientas Mágicas

12.- El Altar

13.- El Espacio Sagrado

14.- Celebrando los Sabbats

15.- Celebrando los Esbats Lunares 

16.- Los Cuatro Elementos de la Naturaleza

17.- Los Espíritus Elementales

18.- El Arte de la Magia

19.- Las Prácticas Mágicas

20.- Tradiciones, Círculos y Covens

21.- Los Ritos de Paso

22.- Invocaciones & Salmodias

Bibliografía

Lectura recomendada por el Autor

El Autor.

 

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ESPIRITUALIDAD HOY

 

LA NECESIDAD DE TRASCENDER

Uno de los aspectos más notables de la incoherencia humana se manifiesta en buscar culpables, en vez de asumir que, como seres humanos, necesitamos de nuestras experiencias tanto positivas como negativas para aprender en esta vida.

Para todo individuo se hace preferible buscar en otros un culpable de todos sus males. Nuestra historia pasada y presente es, desafortunadamente, muy prolífica en acontecimientos sangrientos de persecuciones y discriminaciones por diversos motivos. Es necesario tener en cuenta que las situaciones negativas de la vida son las que más aprendizajes nos dejan.   

Muchas religiones, que en teoría deberían ser formas de ejercer el amor al prójimo, en la práctica, se apoyan en ciertas ideologías y doctrinas dominantes de épocas pasadas. Las mismas han perseguido, torturado, masacrado e incluso quemado vivos, a quienes han estimado herejes. Lo mismo, en diversos grados, ha sucedido entre grupos políticos, económicos o geográficos. Las guerras en el mundo son y han sido crueles y sanguinarias. Han tratado y tratan de eliminar a los culpables, a los que están errados en su religión o en su manera de pensar, a los culpables de los males del mundo. Con este pensamiento, solo consiguen sembrar dolor, angustia y oscuridad.

La época de la Inquisición, basada en la intolerancia, violencia destructiva y el fanatismo sectario e inhumano, fue una muestra más de la crueldad humana en el nombre de Dios.

Hoy, el ser humano emerge de las sombras, es una época de despertar sin precedentes, cansado, tal vez, cargando en sus machacados hombros, miles de años de luchas, persecuciones y pensamientos negativos, pero con fuerza, ante la imperiosa necesidad de trascender y de ver la realidad.

Camina el hombre entre las sombras, ante un mar de desesperanza que se le avizora en el horizonte, embotado de problemas que pierde totalmente de vista lo real, lo trascendente, lo divino, lo humano. Pero ante estos sinnúmeros de desaciertos y obstáculos, todavía le queda al hombre una señal de esperanza. Transitar por el sendero de la espiritualidad será, pues la estrella que brillará en los cielos del amor y la paz.

¡Que necesario es para el hombre pisar la tierra con los pies descalzos! ¡Que necesario es para el  hombre conocerse! ¡Conócete a ti mismo! Frase atribuida a Sócrates, aunque estaban escritas desde mucho antes, en la entrada del Templo de Apolo en Delfos. Es la llamada de atención para considerar apenas mirar donde comienza el largo y difícil sendero de la iluminación.

Pero antes de aplicar esa frase a nuestras vidas, nos hace falta un elemento más; el elemento transmutador, el motor, el líquido vital que mueve a todo ser viviente, lo único que puede hacer que el ser humano considere mirarse a si mismo y enrolarse hacia un camino de mejoría, es el amor. El amor que va mucho más allá del amor de pareja, el amor que no tiene sexo ni fronteras, el amor a uno mismo y a los demás.

El amor verdadero es primero: El amor a uno mismo porque: ¿Cómo podemos estar hablando de convertirnos en seres mejores si ni siquiera nos conocemos a nosotros mismos? ¿Cómo estaríamos hablando de convertirnos en seres mejores si ni siquiera nos amamos a nosotros mismos?  El amor verdadero es, también, una expresión calida de empatía con el otro, que comienza valorando  al otro y tratando de aprender de él. Es decir, procurando sintonizar con quien tenemos a nuestro lado, cualquiera sea su color de piel, religión, preferencia sexual o  ideología política.

Al tratar de definir el término religión, nos encontramos con varias definiciones rebuscadas. Estos conceptos encontrados les  atribuyen la culpa a las religiones, de los actuales males de la humanidad. Esta forma de pensar es una muestra irrefutable de la búsqueda de culpables. ¿Son acaso las religiones la base de la desgracia humana? O podemos decir que: ¿Es el propio ser humano el culpable de sus propias peripecias y sufrimientos? Si el ser humano pudiera despertar el amor hacia si mismo y hacia los demás, esto derivará, sin dudas, en un profundo sentimiento de respeto hacia las creencias y formas de vida presentes a nivel mundial.

Todo esto sólo será posible, cuando el ser humano tenga  un sentido trascendente en su vida. La tragedia del ser humano actual es, sin duda, su falta de sentido. La sociedad moderna y consumista nos muestra, hoy, una falta total de solidaridad, que genera una gran ausencia de amor en el ser humano. Es la muestra más palpable de la alienación humana. El mejor ejemplar de la falta de sentido vital actual en el ser humano es: El egoísmo. Solo lo que yo pienso, lo que yo quiero, lo que a mí se me antoja es lo importante. No importan los medios para llegar a ese fin anhelado, no importan cuántas cabezas pise, no importan cuántas personas queden dañadas. Esta forma de pensar es parte de una manera de alienarse, de atontarse, de no querer pensar.

Los que nos hemos embarcado en el largo viaje del autoconocimiento y la espiritualidad, hoy, hemos llegado a la convicción de que lo significativo es apuntar hacia la trascendencia. Debemos darnos cuenta de que en este mundo vivimos una gran ilusión, y que el esfuerzo de conectarnos con lo que se denomina lo divino y sagrado, es una manera de trascender. Pero esto solo es posible trascendiendo el propio YO reconociendo lo divino en nosotros mismos y en los otros. Reconocer que somos seres que tenemos valor y que nos corresponde  respetar y amar a todo ser viviente. Mientras  grupos específicos o seres humanos en particular, traten de imponer sí o sí sus ideas, su religión y sus intolerancias, el mundo irá de mal en peor.

Muchos nos calificarán de ilusos o ingenuos, pero debemos mantener la esperanza de alimentar la idea del respeto, del aprendizaje permanente, de la apertura a la diversidad de pensamiento, del desenvolvimiento humano, es decir, del amor en su máxima expresión. A pesar de todo lo que puedan decir muchas personas, todavía creemos en un mundo mejor, porque de otra forma: ¿Qué sentido tendrían nuestras vidas?

 

CONÓCETE A TI MISMO

¿Quién Soy? Todos los seres humanos nos hacemos varias preguntas a lo largo de nuestra vida, estas interrogantes buscan respuestas, que traten de hacernos entender el motivo de nuestra  existencia. Pero, tal vez, una de las cosas que menos hacemos los seres humanos en la vida, es preguntarnos lo más importante y trascendente: ¿Quién Soy?

La respuesta a esta pregunta se resume en una frase en apariencia muy simple, mas al iniciar un análisis minucioso de su significado, nos encontramos con la complejidad de su explicación, ya que se refiere precisamente al ser humano, el ser más complejo de toda la creación. Si queremos saber realmente quiénes somos y cuál es nuestro lugar en el Universo, la respuesta seria: Conócete a ti mismo, pero: ¿Cuál es realmente el sentido exacto de esta frase?

Conócete a ti mismoha sido una de las consignas que el hombre ha venido enseñando y escuchando desde siempre. Lo han dicho los padres a los hijos, los maestros a sus alumnos, las religiones a sus adeptos, los libros a sus lectores y los líderes de cualquier organización humana a sus seguidores.

Vivimos una época tremendamente cambiante y con una sensación de vacío, donde van surgiendo posturas radicales, que rayan en el individualismo, la ausencia de solidaridad, el rechazo hacia lo religioso como algo alienante, que aleja al hombre de su dimensión más humana, el desprecio hacia el futuro, el apego hacia las apariencias y la moda, la competencia cada vez más despiadada, el culto al dinero y al poder como las únicas realidades seguras de cimentar una vida sin grandes creencias y planteamientos racionales de lucha. En definitiva, una sensación de cambio vertiginoso, que van dejando a muchos hombres y mujeres en un estado de desequilibrio y desajuste emocional y es entonces cuando brota la pregunta más radical de la propia existencia del hombre:

¿Qué es el hombre? ¿Hay diferencia entre el hombre y el resto de los animales?La diferencia radica en que el hombre es un animal con capacidad de pensar y aprender de situaciones nuevas y misteriosas. También, en que ha recibido el don de amar y ser amado.

Si los seres humanos hemos sido bendecidos con la capacidad de discernir: ¿Por qué razón no nos dedicamos a conocernos y a querernos a nosotros mismos? ¿Cuándo nos daremos el tiempo necesario?

Nosotros mismos no nos dejamos ni el espacio, ni el tiempo, ni la libertad para tener la oportunidad de mirarnos hacia adentro. Como estamos muy ocupados tratando en satisfacer a los demás, en  cumplir con sus estándares de vida y formas de pensar, nos olvidamos completamente de nosotros, nos alineamos y la vida nos pasa ante los ojos, que miran perdidos al horizonte infinito.

Desde que nacemos todo se nos impone: cómo caminar, cómo vestir, y hasta cómo sentir. Se nos impone la religión, la política, el idioma y se nos puntualizan las normas de conducta, para interactuar con los demás. Es tanta la influencia, que hasta se nos enseña la forma de hablar. Asimismo, nuestras expresiones corporales, también son, subjetivamente, impuestas por quienes nos educan.

Cuando despertemos del largo letargo en el que nos sume el medio en que vivimos, comprenderemos quiénes somos y nuestra razón de existir. En la mayoría de los casos, cuando el ser humano despierta, encuentra en el subconsciente muchas órdenes que le dicen cómo pensar, cómo comportarse. Esto se encuentra registrado en nosotros, para actuar como hipnotizados.

Así, una de estas órdenes preestablecidas en el subconsciente, es la falta de tiempo para el autoconocimiento, ya que es preciso para el ser humano, resolver primero, ciertos problemas que él cree o le hacen creer que son de carácter urgente.

El tiempo necesario para el auto análisis y para empezar un proceso de mejoramiento personal, existirá en forma proporcional a la voluntad que pongamos para dedicarnos a nosotros mismos. Automáticamente el tiempo se transforma en nuestro aliado, en el momento en que hacemos un paréntesis en nuestra acelerada vida profesional y en nuestra ocupada vida familiar. No existen recetas mágicas para comenzar un camino espiritual, es solo una cuestión de actitud, de voluntad y amor hacia uno mismo.

Mediante esta preparación, el hombre es llevado a ciertos estados, que le permiten superar el conocimiento racional al que había llegado anteriormente, y se conecta con la parte más sagrada y divina, que es el conocimiento intuitivo.

Veinte o quince minutos al día para dedicarnos a una exploración íntima, nos resulta muy difícil. Al ejercer la voluntad para dedicarnos a nosotros mismos, habremos dado el primer paso, el más importante de todos.

No es necesario tomar como primer paso, el rebuscarse en corrientes esotéricas, filosóficas o doctrinas religiosas para encontrarnos a nosotros mismos. Lo primero que debemos abordar en el proceso, es la búsqueda interior, responder a la pregunta primordial que aquí se expone.

Al lograr ingresar a ese estado de conexión con uno mismo, sabremos las respuestas a la preguntas que nos hacemos, es ahí donde quizás el hombre pueda, con exactitud, elegir libremente el camino que quiera seguir.

El hombre debe retomar su más valioso tesoro, ser una imagen divina, renacer en ella, libre de pasados fracasos, otra vez puro y sin culpa, para reiniciar un nuevo ciclo, un nuevo girar, una nueva promesa de vida. El tiempo sagrado marca los ciclos cósmicos de muerte y renacimiento. En un estado de conexión con todo lo creado, el hombre se sitúa en el mundo, se asienta en su devenir y aprende del pasado, se muestra  un rumbo para el futuro y evita que sea arrastrado por los torbellinos.

 

EL TALENTO PERDIDO

Quizás una de las cosas más tristes que nos ocurren a los seres humanos en la vida y no nos damos cuenta de eso, es perder la oportunidad de explotar nuestros talentos. Todos somos poseedores de aptitudes naturales para hacer una cosa. En algunas personas estas aptitudes se hacen evidentes en los primeros estadios de la vida, en otros se revelan a través de situaciones de dolor, dificultad o felicidad. En algunos no se muestran tan fácilmente, pues se encuentran ocultos, tal vez, porque ciertas situaciones de la vida lo han enterrado y necesita de ciertos procesos de exploración para reflotarlos y salir a la luz.

Irónicamente, somos los  últimos en enterrarnos lo valiosos que somos y de qué pueden llegar a ser nuestros talentos. Muchas veces, son las personas que nos rodean, las que se dan cuenta de las capacidades ocultas que tenemos, y que no las explotamos.

Los Maestros y Guías Espirituales son muchas veces personas capaces de ver las cualidades de las personas. Todo líder espiritual comprometido con la GranObraUniversal de elevación de la conciencia humana, sufre y muere un poco al ver cómo las personas desperdician sus talentos y capacidades ocultas. Si bien, todo Maestro tiene como misión ayudar a las personas a descubrir sus dones y explotarlos para su mejor calidad de vida, muchas veces las personas no se sienten preparadas para emprender un camino de autoconocimiento y dejan de lado sus sueños, abandonan a aquellos que lo aprecian, desprecian lo sagrado y divino para alinearse a la corriente de un mundo lleno de ilusiones y apariencias.

Michael Bernard Beckwith, afamado Maestro de Meditación y Oración Científica, fundador del Ágape International Spiritual Center,nos dice al respecto:“Somos seres ilimitados, no tenemos tope. Las aptitudes, talentos, dones y poder que hay en el interior de todo ser humano de este planeta son ilimitados. Lo único que necesitas es a ti mismo y tu habilidad para pensar cosas que se hagan realidad. Todo lo que se ha inventado y creado a lo largo de la historia de la humanidad ha empezado con un pensamiento. De ese pensamiento ha surgido un camino y se ha manifestado desde lo invisible”

La correcta utilización de los talentos humanos muchas veces se ve rezagada por culpa de situaciones de desgracias, tristeza, pérdidas y dolor. Los seres humanos caemos como en un estado de inacción, aplazamos nuestra vida, nos  alejamos de nuestro Yo Interior,para convertirnos en enemigos de la convivencia humana y aliados de las intrigas, miedos y desilusiones. Muchas veces, tomamos como consigna en nuestras  relaciones personales lo siguiente: Si yo no soy feliz, tú tampoco lo serás o si yo no le he logrado, tú tampoco lo lograrás.

Esta situación de estancamiento trae consigo una amargura para las personas, actuamos con total incoherencia, y dañamos a seres queridos que se encuentran a nuestro alrededor. Las desilusiones que han pasado en por nuestra  vida son como fantasmas del pasado, que se alejan y que vuelven cada día más poderosos.

Estos fantasmas desaparecen cuando los talentos son aprovechados al máximo. La mente humana se ejercita y purifica al estar ocupado trabajando, creando, generando ideas de desarrollo personal. Al obtener éxitos, las personas nos damos cuenta de que el logro ha sido por nuestro propio esfuerzo y dedicación, y nos sentiremos listos para emprender nuevos proyectos de vida y hasta a veces para aconsejar, guiar y ayudar a otras personas.

"Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado" es una de las frases más celebres del Buda. Nuestra mente es tan poderosa que podemos alentar a otras personas a descubrir y aprovechar sus talentos para obtener resultados positivos. Pero primero, debemos descubrir los nuestros y trabajarlos.

Ahora es el momento de renovarse, de rejuvenecerse y de potenciarse. Este es un tiempo de despertar. No podemos seguir aplazando nuestras vidas para dar gusto a los demás. Debemos emprender el camino de autoconocimiento para descubrirnos a nosotros mismos y para comprender mejor el actuar de los demás.

Cuando logremos esto, muchas de las locuras e incoherencias del mundo de las sombras, ya no nos sorprenderán y el Universo nos verá capaces de sobreponernos a cualquier situación de dificultad.

 

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WICCA

EL LLAMADO DE LA DIOSA

 

La Gran Madre, la Diosa de los diez mil nombres, llamada por los antiguos de diferentes maneras, retorna hoy con un llamado misterioso, despertando en el corazón de las personas sedientas de sabiduría una curiosidad inmensa.

Ella no camina sola entre los hombres, viene acompañada de su eterno Rey Consorte, el Maestro de Luz, el Dios de los animales salvajes y el bosque verde.

Juntos representan el poder de una sabiduría que se creía perdida pero que hoy renace con fuerza. Un sistema de creencias, prácticas y ritos basado en el amor a la Naturaleza, la tolerancia religiosa y la fraternidad se eleva majestuosa ante los ojos de los buscadores de la luz de la verdad.

Basada en las antiguas creencias y practicas de los primeros habitantes del mundo, en los profundos conocimientos del antiguo culto de la Brujería y la sabiduría de la filosofía oculta, nace la Wicca, como un camino espiritual hacia la iluminación por medio de la veneración de la Diosa y el Dios y coronada con la belleza del arte místico de la Magia.

La Wiccaes una religión pagana, que reverencia a todos los seres vivos como manifestación de los dioses. La Wicca es un camino de autoconocimiento, que promueve la libre expresión del ser humano, la creatividad artística, la individualidad y el crecimiento personal, espiritual y psíquico. Es una escuela de vida, donde el ser humano puede verse a si mismo reflejado en la infinita danza de vida, muerte y renacimiento de los dioses.

Todo en el Universo esta vivo. No existe nada en el Universo que no tenga Madre y Padre, la Naturaleza es sagrada, los seres humanos somos una manifestación directa de los dioses y a su vez somos divinos. Así, la Wicca se convierte en un camino espiritual basado en las antiguas creencias donde se diviniza al hombre y se humaniza a los dioses.

La Wiccano afirma ser el único camino valido hacia la iluminación y no promueve la crítica negativa en contra de otras tradiciones religiosas. La Wicca no está en contra de las religiones tradicionales, pero desconoce la existencia del pecado, del Dios del mal o la existencia de una divinidad juzgadora y vengativa.

La Wiccanos enseña a respetar y vivir en armonía con todos los seres vivos. La Wicca y sus seguidores no practican el proselitismo. Sus creencias y fundamentos simbolizan una eterna afirmación de amor por la vida y el respeto por las creencias y pensamientos de todas las personas, por lo tanto, aquellos que se acercan a nuestro camino deben hacerlo en forma voluntaria y de acuerdo a su propio convencimiento.

 

 

PRINCIPALES DIFERENCIAS ENTRE LA WICCA Y OTRAS CREENCIAS:

 

  • Se veneran dos divinidades principales llamadas; la Diosa y el Dios.
  • Considera a la Magia como una filosofía de vida.
  • Respeta, honra y reverencia al planeta Tierra y a todos los seres vivos.
  • No se practica el proselitismo.
  • Acepta la reencarnación y el karma como parte de los ciclos de la vida.
  • Considera a la muerte como un paso de un estado de existencia a otro.
  • La tolerancia religiosa es considerada como una de las bases de la convivencia humana.

 

ORIGEN DE LA PALABRA WICCA

En la actualidad, el origen etimológico exacto de la palabra Wicca es ampliamente debatido por diversos autores e investigadores.

La palabra aparece por primera vez en las obras de Gerald B. Gardner; Witchcraft Today, de 1954, y The Meaning of Witchcraft, de 1959, aunque el autor lo escribía con una sola “c”, o sea, “Wica”. Gardner utilizaba el término como adjetivo, para referirse a los practicantes de la Brujería, “Los Wica”, y no a la religión, a la que alude como Brujería.

La palabra "Witch" en inglés antiguo era “Wicche”, que deriva de la raíz indoeuropea “Wik” o “Weik” y que hace referencia a la religión y la Magia. Esto derivaría en la palabra “Wicca”, pronunciado “Wicha” y que se utilizaba para referirse a un brujo masculino, y “Wicce”, pronunciado “Wiche”, para el término femenino.

De esta raíz también se deriva el verbo en inglés antiguo “Witan” que significa: Saber, y que dio origen a las palabras "Wise", traducido: Sabia o Sabio y "Wisdom": Sabiduría.

El diccionario inglés Oxford nos dice que la palabra "Witchcraft" viene de la palabra “Wiccecraeft” en inglés antiguo que también se escribía “Wiccecraefte”, “Wicchecrafte”, “Wichecraft”, “Wesch-craft”, o “Wicche craft”, y que significa literalmente: El arte u oficio de la bruja o brujo.

Esta conexión es la razón por la cual los brujos de la actualidad llaman a la Wicca, "The Craft of the Wise" o El arte de la sabiduría.

Con el renacer de las religiones paganas y una mayor difusión y aceptación de la Wicca como camino espiritual, diversos autores y estudiosos, prefieren utilizar términos como Brujería Neo-pagana o Brujería Moderna para referirse a nuestra religión.

 

 

LA WICCA COMO CAMINO DE AUTOCONOCIMIENTO

 

El contacto con los diferentes aspectos y arquetipos de los dioses es parte de un proceso reflexivo por el cual una persona adquiere noción de su propio YO y de sus propias cualidades y características. En todo proceso varios elementos deben ser observados. El amor por uno mismo, es siempre el primer elemento a ser tenido en cuenta al empezar todo camino de crecimiento espiritual.

No puede haber autoestima sin autoconocimiento. De ahí la importancia del autoconocimiento para el desarrollo personal.

El autoconocimiento esta basado en aprender a querernos y a conocernos a nosotros mismos. El conocimiento propio, supone la madurez de conocer cualidades y defectos para apoyarse en los primeros y luchar contra los segundos. Conocernos a nosotros mismo no es igual que conocer a otros.

El motivo principal de estudio de la Wicca es el ser humano y sus capacidades, es por esto que la Wicca puede ser definida como un camino de autoconocimiento.

En el proceso de autoconocimiento podemos definir diferentes fases, aunque cada uno podrá vivir y sentir los cambios de maneras diferentes.

 

RECONOCER NUESTRAS SOMBRAS Y POTENCIAR NUESTRAS CUALIDADES

 

La Wiccanos enseña a reconocer nuestras sombras y aceptarlas como parte de nuestras vidas, a entablar una relación de amistad con ellas, no luchar contra ellas y tratar de eliminarlas, pues eso seria imposible, ya que la dualidad es una característica innegable dentro de todo ser vivo. Las personas tienen la tendencia a negar sus defectos y virtudes muchas veces por pudor, una excesiva modestia, soberbia o simplemente desconocimiento.

La Wiccanos muestra que el ser humano se ve reflejado en los dioses antiguos que poseen innumerables características, vicios y defectos del mundo de los mortales. Esto puede ser comprobado en diferentes leyendas de culturas antiguas.

 

TOMAR CONCIENCIA DE QUE SOMOS SERES DIVINOS

 

Reside en la propia naturaleza del autoconocimiento, ya que no basta con descubrir una serie de datos o características de una manera fría, descriptiva, y aséptica. El conocimiento de uno mismo pasa por una toma de conciencia que se relaciona mucho más con los sentimientos y que requiere de tiempo, reestructuración de nuestros conceptos y confrontación con la propia realidad.

El proceso de autoconocimiento no es sencillo ni breve y necesita de una toma de conciencia que no es fácil de conseguir. Para ello podemos servirnos de ciertas prácticas para facilitar el autoconocimiento.

La celebración de las festividades sagradas acerca cada vez más al practicante hacia la comprensión que de la misma forma que los dioses nacen, viven, crecen, mueren y renacen, también nosotros pasamos por ese proceso evolutivo que se repite infinitamente.

 

CUMPLIR CON NUESTRAS METAS Y OBJETIVOS

 

Frecuentemente choca lo que somos con lo que queremos ser. Las personas siempre están dibujando en su mente aquello que le gustaría hacer o ser. Luego se dejan llevar por diferentes situaciones que se le presentan en la vida y van aplazando cada vez más a largo plazo la concretización de sus sueños. Así la vida les pasa de largo y cuando se dan cuenta del tiempo pasado, nace la sensación de frustración.

La Wiccanos enseña que somos seres libres. No podemos quedarnos atados a las situaciones difíciles y dolorosas de la vida, ni a los caprichos y deseos de otros. Debemos trabajar arduamente y sin descanso para cumplir con nuestras metas y objetivos que nos hemos trazado, sin esto, perderíamos totalmente nuestra individualidad y nuestra libertad, convirtiéndonos en esclavos del tiempo y de las otras personas.

 

EL MENSAJE DE LA WICCA

 

Mucho se ha escrito sobre la religión Wicca, sus prácticas y creencias, pero muy poco se habla de cual es su mensaje específico como camino espiritual. Así nacen preguntas importantes que son dignas de analizar y reflexionar.

¿Qué nos enseña la Wicca? ¿Que nos han legado los grandes exponentes de la Wicca a nivel mundial?

La celebración de las maravillas de la Naturaleza y el respeto hacia todos los seres vivos, como bases de la creencia Wicca, nos inspiran dos cosas fundamentales para la raza humana: paz y amor.

El mensaje de la Wicca es un mensaje de paz y amor. Paz y amor con uno mismo y con todo lo que nos rodea.

 

Porque estoy encendido de amor, siento que el fuego transmutador

quema mi ser desde las entrañas, pero no siento dolor, solo paz con el Universo.

 

 

REFLEXIONES SOBRE EL AMOR

Muchos estudiosos y esoteristas, alquimistas y magos han buscado por miles y miles de años, aquel elemento transmutador, aquel elemento que cambie definitivamente el estado de una cosa a un estado superior.

Muchos lo han buscado en vano y han desperdiciado su vida pensando que ese elemento es algo material y que se encuentra en algún lugar del mundo, en forma externa, física y tangible.

Otros, con objetivos más nobles y espirituales siguieron y seguirán el sendero de los antiguos Maestros Ascendidos que entendieron el verdadero significado del elemento transmutador, porque a diferencia de los materialistas han buscado adentro y no afuera de su ser.

Siguiendo el camino de la espiral, debemos viajar al centro de nuestro ser, viajar al centro de la Tierra y ahí en ese pequeño cuarto de reflexiones, debemos meditar sobre nuestras vidas. Ahí encontraremos al elemento que transmuta todo lo que toca, como la Diosa lo hace con todo lo existente en la Naturaleza, inclusive con nosotros mismos.

Pero antes de emprender este místico viaje a las profundidades de nuestro ser, debemos estar dispuestos a enfrentarnos a todo lo que se nos presentará en el camino a modo de prueba, como por ejemplo, mirar cara a cara a nuestro Yo Inferior, no desafiándolo sino comprendiéndolo, y no renegando en contra de esto sino aceptándolo pues es también parte nuestra y de toda la creación, y así decidirnos a transmutarlo.

Así es como comprenderemos a este elemento mágico, aceptando nuestros defectos, potenciando nuestras virtudes y dones que la Gran Madre nos ha entregado. Luces y sombras viven en nuestro interior, debemos pararnos siempre en el centro de la cruz de los elementos, para llevar una vida de equilibrio, armonía y amor con todos los seres vivos.

 

REFLEXIONES SOBRE LA PAZ

 

Toda religión debe ser un instrumento de paz.La paz presupone la plena preservación del amor, la compasión, la dignidad humana y la justicia. La paz nos enseña a comprender el hecho de que todos somos interdependientes y estamos relacionados los unos con los otros. Individual y colectivamente, somos responsables del bien común, que incluye el bienestar de las generaciones futuras.

La paz nos exige que respetemos la Tierra y todas las formas de vida, especialmente la vida humana. La paz es un viaje, un proceso que no tiene fin.

Cuando pensamos en la paz, lo primero que nos viene a la mente es la ausencia de guerra. La guerra no solo reside en los conflictos bélicos entre naciones, también existe en nuestras mentes.

Los antiguos sembradores y recolectores realizaban muchas tareas para preparar la Tierra. Este proceso incluía seleccionar y bendecir las semillas, elegir el momento oportuno para la siembra, introducir las semillas en la Tierra, luego recolectar las cosechas y celebrar las bendiciones de la Gran Madre. Así la paz también implica muchas cosas. La Pazimplica preparar el terreno para que no surjan circunstancias que puedan poner en peligro la convivencia humana.

La Paznecesita de la tolerancia, justicia, igualdad, solidaridad, y también de la responsabilidad de los seres humanos, para tomar decisiones acertadas que hacen al bien común.

La Pazse nutre de las buenas intenciones, de la educación, de la comunicación, del compromiso, del respeto.

La Pazse hace presente en cada momento del día, en la comida familiar, en la dignidad del trabajador honesto, en el trato cordial, en los jóvenes que se preparan para ser personas de bien, en el vuelo de las aves, en un niño que aprende a leer y escribir, en la primera risa de un bebé, en la evolución del ser humano hacia su destino superior, en el progreso de la medicina para curar enfermedades, en el respeto por la Madre Tierra, por las aguas del mundo, por nuestros hermanos animales, por la memoria de nuestros ancestros, por nosotros mismos.Todo esto es la paz.

Viviendo la paz podemos descubrir miles de maravillas a nuestro alrededor en cada instante de nuestras vidas.

 

 

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EL SABBAT DE LAS BRUJAS

Cuento contemporáneo

 

Solo y ensimismado, iba caminando por los verdes prados, que se teñían de un gris plateado brillante en esa oscuridad reinante bajo el poderoso imperio de la Luna Llena.

A lo lejos solo se podía divisar la espesura y la profundidad de un bosque negro. ¿Qué poderosas y místicas criaturas habitarán en tan sagrado lugar? – me preguntaba en mi interior.

Casi al llegar a una gran roca, disminuí mis pasos hasta quedarme parado  frente a un misterioso monumento. Observé cuidadosamente todos los detalles a mi alrededor y descubrí con mis ojos algo maravilloso, estaba en el medio de un gran círculo de piedras, adornado por innumerables hiedras, que por poco lo cubrían todo, pero algunas piedras quedaban aún al descubierto y dejaban ver símbolos misteriosos inscriptos en ellos, como espirales, triángulos, estrellas y trísqueles.

Sorprendido, en el medio de la oscuridad de la noche, nadando en un sin fin de pensamientos e ideas, con los latidos de mi corazón sonando sin parar, no podía dejar de preguntarme: ¿Acaso fue este un lugar sagrado? ¿Qué tipo de ritos se celebraban aquí? ¿Quiénes estuvieron en este lugar?

Al instante, oí unos pasos, estos salían de la profundidad del bosque encantado, que se levantaba majestuoso a mis espaldas. Eran pasos fuertes, firmes, que formaban una hermosa melodía monótona.

Intrigado, con un miedo casi paralizante, me quedé inmóvil, no tuve las fuerzas para girar y mirar qué estaba pasando. Nada más, segundos después de haber sentido esto, observé que el círculo se iba llenando de una gran fila de personas de rostros oscuros vestidas con túnicas y cintos blancos. Cada una portaba un cuenco, cuyo contenido líquido no se podía precisar con exactitud desde ese lugar. Realizaban aspersiones alrededor del círculo con el líquido, a un ritmo armonioso y con un sigilo atemorizante.

Yo no sabía qué hacer ante tan maravilloso espectáculo. Me quedé ahí, solo, anonadado, ensimismado, parado en el medio del círculo, abrazado por la oscuridad de la noche.

Segundos después de aquel inolvidable espectáculo, de nuevo escuché pasos. El inconfundible sonido depasos en la oscuridad. Los escuché con atención, eran pasos entrecortados, se escuchaban con claridad sonidos de pasos lentos, cada vez más apagados, como pasos de soldados que se quedan rezagados, caminando a un mismo ritmo. Todos mis sentidos estaban muy atentos.

Me quede ahí observando, no entendía qué me estaba pasando. ¿Tal vez estoy soñando? – me pregunté un poco atontado, y, al pestañear un segundo, que pareció interminable, dos gotas de sudor de mi frente cayeron al suelo sagrado. Cuando volví a levantar la cabeza, cientos de personas conversaban amenas alrededor del círculo, algunas vestían ropas de antaño y otras, ¡estaban vestidas de brujas!

Los sonidos de una campana empezaron a sonar a lo lejos. En la espesura del bosque, pude divisar una llama de fuego que se acercaba rápidamente en dirección al círculo sagrado. Muy pronto la luz se dejó ver en el claroscuro: era un hombre joven, que vestía un pantalón de lanilla arremangado, una faja, camisa a cuadrillé, un sombrero negro en forma triangular y llevaba una campana de oro brillante en la mano izquierda y una antorcha en la derecha.

Algo gritaba o algo iba cantando, no podía escuchar lo que decía, tenía una poderosa voz, gruesa y firme, pero solo a medida que se acercaba podía entender lo que decía.

¡Aprisa, aprisa!, gritaba el hombre.

¡Vamos al sabbat! ¡No demoréis!, cantaba una y otra vez.

¡Aprisa, aprisa!, ¡Vamos al sabbat! ¡No demoréis!

Se acercó a mí, en medio del círculo donde me encontraba hasta ese momento sin hallar respuestas a lo que pasaba.

Me miró fijamente a los ojos, con una mirada plácida que parecía decirme ¡bienvenido!, pero yo no distinguía dónde estaba, y, si me invitaran a esta reunión, no sabría qué responder.

¿Quién eres? – pregunté con la voz entrecortada. Soy el pregonero del círculo – respondió. Ya habréis escuchado en mi pregón, que estoy anunciando el inicio del sabbat – agregó.

¡El sabbat! – respondí sorprendido. ¿El antiguo sabbat de las brujas? – pregunté.

¡Pues, claro hombre! Las brujas y brujos hemos retornado, así como Ella también ha retornado con todo su poder y esplendor – dijo sonriendo.

¿Quién es Ella? – pregunté

¡Hombre! – me gritó desesperado – ¿Pues dónde has estado? La Religión de la Diosa ha despertado de nuevo, en el corazón de mujeres y hombres. El amor a la Naturaleza ha renacido. Como en la antigüedad, Ella ha retornado y viene acompañada de su eterno compañero.

¿Y quién es Él? – me animé a preguntar, a sabiendas de que el hombre joven se estaba impacientando por mi ignorancia.

Es el Señor de la oscuridad, Nuestro Dios, el Maestro, el Sol Infinito, la divinidad más temida y más querida del bosque – respondió el Pregonero, con una actitud medio burlona, ya que percibía el sentimiento de desagrado que le producía mi presencia en ese lugar.

Después de todo, ni siquiera sabía por qué estaba ahí, ni cómo llegué hasta ese mágico lugar. Tal vez no debería estar aquí – pensé.

Pregunté al Pregonero una vez más: ¿Qué hago aquí?

Y con un ataque de ira, un poco incómodo y algo nervioso me respondió: Ya cállate, hombre, y disfruta de este momento mágico. Si estás aquí, es porque alguien te ha llamado, no te diré quién fue; eso lo debes descubrir tú solo. ¡Es un misterio, un misterio! ¡Diosa Madre de la abundancia! – gritó mirando a la hermosa Luna Llena, que alumbraba el lugar.

Y ahora calla – me dijo – que la Diosa y su consorte están por llegar.

En ese momento me di cuenta de lo que estaba pasando. El Pregonero no estaba enojado conmigo; solo estaba un poco nervioso porque algo iba a  pasar. Yo lo sentía en el ambiente porque todas las personas, que estaban conversando tan alegremente, callaron de pronto. Brotó un silencio profundo. Así como del fondo de la música nace una nota, así brotó del fondo del silencio otro silencio. Se desvanecieron las risas, los gritos y las voces. El silencio enmudeció en el silencio, eterno, tranquilo, relajante, divino.

El Pregonero me agarró de las manos y me ubicó en un lugar alrededor del círculo. Ahí estaba yo, expectante como las cientos de personas a mi lado, esperando el momento. Y ese momento no se hizo esperar.

El sonido de un tambor empezó a retumbar en mi pecho. Era un sonido armonioso, una explosión de ritmo, como un latido cósmico.

Todos pudieron ver ese espectáculo indescriptible: una fila de hombres semidesnudos, con el cuerpo totalmente pintado de rojo y blanco, marchaban a la izquierda, mientras otra fila de mujeres casi sin ropas, pintadas de blanco y negro, con sus senos al descubierto, marchaban sigilosamente a la derecha. Todas las personas, de ambas filas, portaban antorchas. Otros llevaban el tambor de guerra, que estaba acompañado por lanzas, que golpeaban contra la tierra, también,  tenían los rostros pintados de colores furiosos y los arcos y las flechas listas para defender. Anunciaban la llegada de alguien importante. Alguien poderoso quizás – pensaba yo. Una mujer vestida con un hermoso vestido de encajes blancos, que estaba parada a mi derecha, me miró a los ojos y me dijo: Nuestra Señora, Nuestro Señor.

Y los tambores seguían sonando. El sonido era cada vez más estruendoso, pero melódico, como un sonido que cura: el sonido que aleja la enfermedad y la muerte, que exorciza los bajos espíritus, que limpia el cuerpo y el alma. Los tambores que convocan la lluvia, llaman a la fertilidad, provocan que la semilla crezca y el árbol dé fruto, que la vida continúe, que vuelva a salir el Sol, que tras la sequía vuelva la primavera y tras la noche el día.

Detrás de esa infinita fila de mujeres y hombres con los cuerpos pintados, detrás de aquellos, que parecían guerreros con sus lanzas, venían otros que vestían pieles de animales salvajes, tenían la cabeza adornada con cuernos, la cara pintada con grasa y sangre. Las personas que vestían pieles cargaban en sus manos los tambores, los tambores que sonaban sin parar, era el sonido de una marcha triunfal, que erizaba los pelos de la cabeza y hacía al corazón palpitar y palpitar. 

De manera perfecta se podía percibir el sonido de los tambores, de todos los tambores, los antiguos y los presentes, también era perceptible el palpitar rotundo de la Tierra, de los tambores de todas las tribus del planeta, de los tambores golpeados por hombres y mujeres de distintas razas y tribus allí reunidas. De pronto… la ausencia absoluta de los golpes de todos los tambores, que permitía escuchar el tambor más imperceptible, el palpitar más pequeño y deslumbrante: el silencio.

Me sentía bien, muy bien. Nunca me había sentido tan liberado, tan tranquilo, tan puro. Parado ahí, en el medio de un círculo de piedras, sin saber antes el porqué de mí presencia en ese mágico lugar. Repentinamente, empecé a comprender, algo estoy por descubrir. Recordé las palabras del Pregonero. Un misterio se estaba por revelar.

Detrás de esa inmensa fila de mujeres y hombres, vestidos y adornados especialmente para la ocasión, venía caminando sola, tomada de la mano, a pasos humildes, una pareja joven y sencilla, pero con un aura de poder.

Ella llevaba un vestido de color blanco impecable, lentejuelas plateadas colgaban de sus telas, estaba adornada con una tiara de plata con la forma de una Luna creciente en la frente. Llevaba en su mano derecha un báculo de madera, con una enorme piedra de cuarzo en su punta. Una corona de flores silvestres de innumerables colores colgaba de su cuello, largo y fino como el de un cisne. Ella irradiaba luz, paz, amor, tenía una mirada tan apacible, los ojos azules y profundos; era hermosa, la más hermosa entre todas las mujeres.

Él por su parte, vestía ropa de guerra: un kilt de cuero marrón, un gran cinto de color negro, una camisa a cuadros, un retazo de tela colgaba de uno de sus hombros, portaba un arco, carcaj y flechas a la espalda. Su cabeza estaba adornada con cuernos de ciervo. Una corona de dientes de animales colgaba de su cuello maltratado, con cicatrices y heridas a medio sanar como un animal salvaje. Él irradiaba poder, fuerza, sabiduría. Tenía una mirada que inspiraba coraje, los ojos negros y profundos. Era fuerte, el más fuerte entre todos los hombres.

Cientos de gaitas empezaron a sonar al unísono: hombres vestidos impecablemente con el tradicional kilt de los antiguos bardos y gaiteros de la lejana Escocia e Irlanda ingresaron al lugar. Todos giraban alrededor del círculo; al ritmo de las gaitas gaélicas empezaron a danzar, se empezaron a mover, como en una danza cósmica, al típico ritmo de los meticulosos pies.

Y mis pies, ahí estaban. A la danza se ha dicho – pensé. ¡Qué alegría siento en mi corazón! Nunca había estado así: qué sentido tan profundo de pertenencia. Todos sonreían, todos danzaban sin parar, dando vueltas y vueltas alrededor del círculo, al ritmo antiguo de las gaitas sin parar.

No existía el odio en ese lugar, no había distinción de razas. Hombres y mujeres se abrazaban, danzaban las mujeres con las mujeres, los hombres con los hombres, sin pudor ni prejuicios.

¿En qué mundo estoy? – me pregunté. No es mi mundo, no es el que conozco – me invadían las ideas. Mi mente se turbaba de pensamientos que iban y venían sin cesar, pero el gozo en mi corazón era más fuerte, más ameno, más vivo.

Toda esa unidad hacía aunarme con el bosque, con las piedras, con las personas que danzaban juntas. Percibía una profunda comunión con el Universo.

Y de pronto, de nuevo el silencio. Sin sonidos, sin voces, sin palabras.

El sonido de la campana de nuevo. El Pregonero con una seriedad inmutable en su rostro caminaba alrededor del círculo y empezó a cantar: A este lugar nadie puede entrar, de este lugar nadie puede salir.

Una mujer vestida de bruja, con un impecable negro en toda su vestimenta y un cinto de color púrpura empezó a recorrer el círculo, en cada punto cardinal se detenía y con una voz firme entonaba la siguiente invocación: ¡Poderes elementales, seres que pisaron estas tierras antes que nosotros, antiguos ancestrales de la tierra, aire, fuego y mar, los invitamos a nuestra reunión, benditos sean!

Las mujeres y hombres semidesnudos con sus cuerpos pintados formaron otro círculo dentro del círculo de las personas que estábamos danzando. En el medio quedaron los celebrantes. Los representantes de la Diosa y del Dios.

Los tambores volvieron a sonar, esta vez con un ritmo más apacible, más lento, más relajante.

Ella, miró a la Luna Llena, y dijo: Yo soy la Gran Madre, quien en tiempos remotos fue llamada entre los hombres Artemisa, Astarté, Atenea, Diana, Melusine, Afrodita, Cerridwen, Cibeles, Arianhrod, Isis, Diana, Brighid y por muchos otros nombres; y en cuyos altares las juventudes de los antiguos pueblos hacían los rituales correspondientes.

Ella bajó los brazos y se dirigió hacia los presentes diciendo:

Soy la belleza de la Tierra verde y, la blanca Luna entre las estrellas; Soy el misterio de las aguas y, el deseo en el corazón del hombre. Alzaos y venid hacia mí. Pues Soy el alma de la Naturaleza, que da vida al Universo.

De mí todas las cosas proceden y a mí deben retornar; y ante mi rostro, amado por dioses y hombres, permitid que vuestro Ser Divino interior se envuelva en el éxtasis del Infinito.

Que la adoración hacia mí esté en el corazón de quien se regocija; pues ved que todos los actos de amor y placer son mis rituales.

Y en ese momento, en ese tiempo de Magia y poder, Él, su consorte, se acercó dulcemente a Ella y le entregó una rosa roja, le dio un tierno beso en los labios y elevó sus manos hacia arriba diciendo:

Yo Soy el Gran Padre, quien fuera llamado por nuestros ancestros Osiris, Adonis, Zeus, Pan, Kernunnos, Herne, Lugh, y por muchos otros nombres. Yo Soy el que baila al son de la música de la risa de aquella que mueve los vientos, escuchen la voz que llama las estaciones.

Él bajó los brazos y dirigiendo su mirada a las personas en el círculo, dijo:

Mi ley es la armonía con todas las cosas. Mío es el secreto que abre todas las puertas a la vida, y mío el plato de sal de la Tierra que es el cuerpo de Kernunnos, que es el eterno ciclo del renacimiento. Yo doy el conocimiento de la vida eterna, y más allá de la muerte doy la promesa de regeneración y renovación. Yo Soy el sacrificio, el Padre de todas las cosas, y mi protección cubre la Tierra”

Y al finalizar esto, Ella se acercó a Él con la dulzura de una amante apasionada, y le dio un beso en la boca, que pareció durar una eternidad. Le entregó una rosa blanca y luego ambos caminaron alrededor del círculo, dando las bendiciones a todos los presentes.

Cada uno de nosotros los vio cara a cara y sin temor. Todos compartimos con Ellos y sin excepciones fuimos bendecidos por la luz de su amor. Así es el amor de los Grandes Sacerdotes e Iniciados: inmutable, leal e imperecedero.

El ritmo ensordecedor de los tambores no se hizo esperar, la Señora y el Señor llamaron al Pregonero y le dieron unas indicaciones al oído.

De pronto, decenas de mujeres vestidas de brujas con escobas aparecieron dentro del círculo. Al ritmo de los tambores empezaron a danzar, se colocaron las escobas entre las piernas y simulaban volar, daban saltos y saltos, con las manos hacían unas señales raras que nunca había visto en mi vida. Cantaban sin parar: Gracias a la Señora y el Señor por las cosechas recibidas, que la rueda vuelva a girar.

Todos empezaron de nuevo a danzar y el Pregonero tocando la campana empezó a anunciar: ¡Que corra el vino y el pan, bendecidos por los poderosos están!

Varios cálices de plata cargados al tope con vino tinto empezaron a repartirse, enormes y brillantes pedazos de pan adornados con semillas fueron bendecidos, y todos bebimos, comimos y danzamos en alabanza a los dioses.

Estábamos en un tiempo sin tiempo y en un lugar sin límites, donde los seres humanos muestran su parte más humana, donde los dioses se humanizan y los humanos se hacen dioses. Estábamos en el medio de la infinita danza espiral de La Diosa y El Dios, en el centro del círculo, donde todo comenzó y a donde todo volverá. Estábamos en el Gran Teatro Universal donde no existían los prejuicios, errores y la incoherencia profana. Estábamos en un lugar sagrado y de poder, en el hogar de los poderosos. Nos bañamos con su amor.

Cuando el sonido de los tambores se hizo más lento, la Señora y El Señor terminaron su danza cósmica. Sin ninguna despedida lujosa ni cánticos alabadores se despidieron, se marcharon de vuelta a la espesura del bosque, concentrados en la sencillez y humildad de sus pasos, mientras el resto de nosotros, muy en el fondo de nuestros corazones, sabíamos que Ellos no nos abandonarían nunca porque han estado con nosotros desde el comienzo y estarán con nosotros hasta el final.

Una voz misteriosa retumbó en mi cabeza. ¡Despertad! ¡Despertad! – me decía. Con un sobresalto, abrí los ojos, contemplé el reloj colgado en la pared. Atontado, medio dormido, sin saber qué pasó y con la cabeza dando vueltas y vueltas, como después de un gran festín de alcohol desenfrenado, volví a mí mismo y miré a mi alrededor.

¿Ha sido solo un sueño? – me pregunté.

Muy en el fondo de mi corazón sabía la respuesta.

Lo he vivido, lo he vivido – dije convencido.






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