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JORGE BÁEZ SAMUDIO (+)

  LOS ESCULTORES - PERIODO RENACENTISTA (Conferencia de JORGE BÁEZ)


LOS ESCULTORES - PERIODO RENACENTISTA (Conferencia de JORGE BÁEZ)

LOS ESCULTORES

PERIODO RENACENTISTA

Conferencia de JORGE BÁEZ

 

 

Nos ratificamos en nuestra opinión anterior, del "Proemio" de este libro, que aunque tenemos escultores no aparecen las esculturas por ningún lado, salvo las importadas que decoran nuestras plazas, pero que también están como que lanzan un desafío a lo que debe ser la interpretación de nuestras cosas, por el propio sentir del escultor paraguayo.

Nuestro pueblo que ha realizado la más alta epopeya de América; que se ha reducido a su última expresión geográfica, en defensa de su honor y de los atributos universales de la libertad, vive todavía en la paradoja de no poder honrar sus glorias, en esas formas magníficas en que brilló el genio de un Fidias, en la Grecia antigua, o de un Rodin, en la Francia contemporánea. La escultura paraguaya debe seguir grandiosa y auténtica, pues escultores no nos faltan repetimos; lo que falta es el incentivo que debe provenir de la iniciativa privada y a falta de ésta, de los hombres superiores, capaces de promover desde el gobierno las grandes realizaciones del progreso, en las cuales ellos puedan tener su participación.

Una ciudad capital como la Asunción, que aspira a adquirir fisonomía de ciudad moderna, ya debía de tener sus monumentos y estatuas. La columna que sostiene la estatua de la Libertad, en la Plaza Constitución, es de una sencillez rayana a la pobreza, que urge renovarla.

Si primero debemos construir puentes y caminos, para desembarazar a nuestro país de su atraso actual, no justifica que olvidemos la otra faz del progreso que involucra lo material con lo moral, por la función educadora del arte. ¡Cuántos países hay que, como los EE.UU., invierten ingentes sumas de dinero en adquirir obras de arte y en contratar artistas, cuando eso no pueden conseguir por el genio natural de su raza, y sin embargo, nosotros, por no saber apreciar las obras artísticas, nos privamos de ellas, ahuyentando a sus realizadores! ¡Cómo no han de aleccionarnos Inglaterra y Francia, en la actual conflagración europea, cuando nada aseguran tanto, contra los bombardeos aéreos, como las esculturas antiguas que conservaban en sus museos! Aquellos tesoros de la antigüedad clásica, se hallan a cubierto de todo peligro, como cosas, cuyo valor supera a la vida de sus propios ejércitos. Y si así piensan y accionan los pueblos más cultos y progresistas de la tierra, es porque no de otro modo se tendría el derecho de participar de los beneficios de la civilización.

 

FRANCISCO ALMEIDA, de sangre ruso-paraguaya, es uno de los primeros escultores que hicieron sus estudios en Italia en los años 1905 al 11. La falta de ambiente artístico que encontró, a su vuelta a la patria, le mantuvo alejado de la Asunción, por espacio de dos décadas, ocupándose durante ese lapso en funciones administrativas, ya como intendente ya como cónsul, en la frontera paraguayo-brasileña. Más a pesar de sus ocupaciones burocráticas no abandonó completamente su arte, y así fue que se le debe la erección del primer monumento, aunque modesto, al Mariscal Solano López, en el campo mismo donde se libró la última batalla, en Cerro Corá, y otro al prócer Pedro Juan Caballero, en la placita del pueblo del mismo nombre.

Tras largos años de ausencia ha vuelto a la capital a reanudar sus actividades artísticas, modelando algunas esculturas para adorno de parques y jardines. No obstante eso, conserva un remanente de amargura en su espíritu, de los desengaños sufridos en su juventud, lo cual le priva del entusiasmo necesario para consagrarse de lleno a su profesión. Además, la política le interesa más que todo; sin embargo Almeida es un animalista de excelentes condiciones.

De esa época de estudiante en Europa, conserva todavía una colección de "MAQUETTE" de diferentes animales, que poco a poco va reproduciendo en tamaño natural, como la "PANTERA" emplazada en el jardín del Oratorio y Panteón de los Héroes, en actitud de dar una zarpada; y el “CIERVO” que levanta su hermosa cabeza, como coronada de armas secas, de entre el pastizal del Parque Carlos Antonio López.

 

VICENTE POLLAROLO.- Al revés del primero, a éste no le interesa para nada la política; al contrario, se acerca confiado a todos los gobiernos, y con su habitual sonrisa bonachona, propia de su carácter, les fabrica un busto o una cabeza.

Pollarolo es todavía joven. Vástago de un antiguo músico de la Banda de la Policía, le gustaba, al principio, la música vocal, hasta que su padre le envió a Italia, (su patria) para perfeccionar el canto, y cosa rara, de allá volvió un escultor hecho y derecho.

Estudió en la real Academia Albertina de Turín, bajo la dirección de Eduardo Rubino (vastamente conocido en el Río de la Plata). Desde 1926 participó en varias exposiciones extranjeras, como en la de Roma, Turín, Estraburgo, etc. Regresó a la Asunción en 1932, desde cuya fecha concurre anualmente a exponer en los salones de Primavera del Ateneo Paraguayo.

A pesar de su laboriosidad, no se conoce de Pollarolo sino muy escasas obras de importancia. Ellos son: el gran busto de GASPAR RODRÍGUEZ DE FRANCIA que se alza sobre el pedestal de la Plaza que lleva el mismo nombre; el de MARISCAL SOLANO LÓPEZ, que decora la placita del Palacio de Gobierno; y la ESTATUA DE CRISTO que presidía el recinto del Panteón de los Héroes.

Entre todos los suyos, ese es el mejor trabajo de envergadura que ha realizado hasta el presente, y en el que ha revelado su recio temperamento de escultor. Pues los pequeños bustos que hacía a los presidentes y demás hombres públicos, mediocrizaba su obra y la rebajaba a la vulgaridad.

Su "CRISTO", mide dos metros de altura; la serena majestad de su presencia de hombre fuerte es realmente la de un conductor de almas. Mientras sostiene con una mano la vaporosa túnica que le cae hasta los pies, con la otra, que lleva a la barbilla, parecía imponer silencio bajo la cúpula que guarda las cenizas de los héroes.

La "maquette" que preparó para el concurso del monumento a José Martí, en Cuba, merece un estudio especial, últimamente representó, Pollarolo a nuestro país, en carácter de Delegado, en la Feria Mundial de Nueva York, y en la Exposición Latino-americana de "River Side Museum".

Se trasladó después a Venezuela donde fraternizó con un crecido número de intelectuales y artistas de la patria de Bolívar, y ejecutó varias cabezas, de interesantes rasgos fisonómicos de escritores y maestros venezolanos.

A pesar de su juventud, Vicente Pollarolo ya tiene cimentada su fama de escultor en los círculos artísticos de Europa y América. Su insaciable sed de superación le llevó por ambos mundos, paseando consigo el nombre de su pequeña, aunque gloriosa patria.

 

E. MAY - Nacida en Connecticut (EE.UU.) Comenzó a estudiar en la Asunción bajo la dirección del escultor Pollarolo. Aunque no hace más de seis años que modela -tiempo relativamente corto- realiza sin embargo un gran progreso en la escultura.

Sus obras de envergadura son de carácter folklórico, entre las cuales están la "RESIDENTA", el "ARPISTA CIEGO", y otras del mismo carácter que tiene en preparación.

Completa sus estudios un bueno número de bajo-relieves, bustos y cabezas, en los cuales despunta la seguridad de ejecución. La señora May trabaja con entusiasmo juvenil; siente por su arte una pasión tal, como la madre por su hijo. La plástica arcilla se amolda a su inteligencia que dirige sus obras y a su sensibilidad, la geometría para adquirir los gráciles contornos.

Sus esculturas diríanse que viven, que están como dotadas de movimiento. A cada motivo le da su expresión peculiar y adecuada. Así en el "ARPISTA CIEGO", se advierte cierta vibración en los dedos, pulsando las invisibles cuerdas de su arpa, y en "TIMIDEZ", -otra de sus esculturas- aparece una joven desnuda que al verse sorprendida en esa circunstancia adopta una pose pudorosa, ocultando su cabeza entre sus miembros.

La escultora E. May, se embebe en nuestro ambiente nativo, y ejecuta un arte típicamente paraguayo; participa activamente de nuestro afán de cultura artística, concurriendo todos los años con sus obras a las exposiciones de artes plásticas del Ateneo. Ella reconoce que se debe más al Paraguay que a su patria de origen, porque en él realizó sus ideales artísticos, condición que la sitúa entre la "élite" mantenedora de nuestro idealismo, frente a la rémora del medio indiferente.

 

AMADEO PENA y LORENZO ORSINI - Compañero de labor y asiduos concurrentes a las exposiciones anuales del Ateneo Paraguayo, son los nombrados artistas nacionales. Ambos revelan condiciones sobresalientes en la escultura, a despecho de una gran escuela.

El primero de los cuales tiene realizado gran número de bustos. De éstos mereció la perdurabilidad del bronce, el del Tte. José María Fariña, héroe de los lanchones, que el reconocimiento público del pueblo de Caacupé mandó levantar en la placita de recreo de esa localidad en memoria de su glorioso compueblano. Tiene además varias cabezas bien caracterizadas de hombres ilustres desaparecidos. Las de los historiadores Moreno y Domínguez y del ex gran Intendente Guggiari, figuran entre ellas.

Su gran yeso del "SOLDADO PARAGUAYO" es una escultura simple, sin afectación exterior, tal como era el soldado labriego que emprendió las rudas campañas del Chaco, exento de arrogancia y de alarde de su valor guerrero.

 

Esbozado así el perfil de nuestros escultores, y trazado el comentario de sus obras, en forma sumarísima, agregaremos, finalmente, dos palabras sobre la técnica que desarrollan sin excepción.

Afortunadamente ninguno -para la sinceridad del arte-incurre en el snobismo de la estilización, que con tanto furor ha penetrado en América. Antes bien conserva la tendencia clasicista en la ejecución, con una rigurosa autocrítica, que participa del gusto del público ilustrado.

El alisamiento de la materia empleada, y la perfecta disposición formal, dentro de la concepción realista y objetiva de los seres y las cosas, forman los términos de la ejecución de sus obras, con los cuales nuestros escultores van acercándose al logro de la belleza eterna y sin rival de la escultura greco-latina.

 

 

 

Fuente (Enlace Interno):

ARTES Y ARTISTAS PARAGUAYOS PERIODO RENACENTISTA

Conferencia de JORGE BÁEZ

Biblioteca Nacional

Agencia Paraguaya del ISBN

1ª Reedición, con el apoyo de la Cooperativa Universitaria Ltda.

Asunción – Paraguay, Noviembre, 2007 (91 páginas).

 

 

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