LAS MISIONES DEL PARAGUAY Y LAS ARTES GUARANÍ JESUÍTICAS
Conferencia de JORGE BÁEZ
-I-
Fueron indudablemente las tan celebradas Misiones del Paraguay uno de los experimentos sociales más singulares que se llevaron a cabo en la América hispana, y cuyos asombrosos resultados dieron lugar a los comentarios más dispares, favorables los unos, desfavorables los más. En efecto, las comunidades cristianas que los padres de la compañía de Jesús desarrollaron en las Misiones bajo el régimen teocrático, bien pronto viéronse incrementadas por gran número de neófitos mediante el trato pacífico que los misioneros usaban con sus prosélitos; y por constituir sus reducciones un seguro asilo contra las tiranías de los encomenderos españoles, respectos a sus siervos. Estas cristiandades organizadas que comprendían en los primeros tiempos los 7 pueblos de la Guaira, con poblaciones florecientes, abundante bastimento en sus graneros y gran número de ganados en su dehesas, inquietaron bien pronto, como era natural, a las coronas de España y Portugal, hasta hacerlas víctimas de sus intrigas y persecuciones. Tanto es así que los actos vandálicos que los paulistas ejercían en sus frecuentes correrías contra la indefensas poblaciones guaraníticas, y el deseo que Portugal abrigaba de apoderarse de esas tierras, obligaron a los misioneros a emigrar al S. E. del Paraguay, con todos sus neófitos y semovientes, realizando un éxodo memorable, por las penurias consiguientes, inenarrables, que la historia consigna ron el nombre de HUIDA DE LA GUAIRA.
-II-
Las reducciones que se establecieron al S. del Tebicuary y a ambas márgenes de los ríos Paraná y Uruguay fueron las más importantes, por su carácter estable; y las que llamaron justamente la curiosidad del mundo, a través de las crónicas de sus visitadores.
En esa región favorecida por las grandes arterias fluviales, los Jesuíticas volvieron a fomentar la agricultura y la ganadería, y a explotar los bosques y yerbales. Con estos productos ejercieron un tráfico muy privilegiado con las provincias del Río de la Plata, como Santa Fé y Buenos Aires, sin abonar ninguna clase de impuesto, ni el de capitación, que debían por sus indios, ni el de importación, ni exportación de sus productos. Esos privilegios de que gozaban por causa de la complacencia de gobernadores venales, atrajeron sobre ellos el odio de los laicos, de quienes eran competidores en el comercio; y fueron las causas determinantes de la serie de disturbios políticos que caracterizaron a la "turbulenta República Municipal del Paraguay".
Pero a pesar de su tráfico activo, y de sus maquinaciones políticas, los padres de la Compañía no descuidaron de cultivar las aptitudes morales y artísticas de sus prosélitos, ni de aprender ellos mismos la lengua de los nativos. En efecto, el P Antonio Luis Montoya compuso una gramática de la lengua guaraní; y en el mismo idioma se tradujeron las oraciones, el catecismo católico, sermones y demás tesoros literarios que se publicaron en libros impresos por la propia imprenta, que los padres introdujeron en las Misiones por el año 1702.
En las reducciones, los neófitos recibían instrucciones en las artes de tejer y curtir; se les enseñaban los trabajos de carpintería, herrería, alfarería y cerámica: se les instruían en la música y en la ejecución del violín, de la flauta y demás instrumentos, con acompañamiento de cascabeles y tamboriles, todos apropiados para las ceremonias del culto. De ahí que las reducciones eran un taller donde se alternaban, para endulzar la vida del indígena, fiestas religiosas, danzas al son de música; juegos y ejercicios militares; donde comían abundantemente y vivía en sosiego, pero también donde se le exigía la más ciega obediencia, bajo el más severo control.
-III-
Dirigidos por los mismos padres, los guaraníes construyeron viviendas adecuadas, con los menesteres domésticos; y levantaron templos, algunos de los cuales de fastuosas arquitecturas. De éstos sólo quedan vestigios, por causa de la incuria de los gobernadores españoles, primero, y de los gobiernos paraguayos que se sucedieron después.
No obstante, de aquellas ruinas pueden admirarse todavía algunas de las riquezas artísticas encerradas en los altares, tabernáculos, confesionarios, pilas bautismales (de grandes bloques de piedras pulimentadas y esculpidas), púlpitos, y en otros objetos; así como las figuras murales que aún se observan en el interior de los templos, aunque` agrietadas y ennegrecidas por la pátina del tiempo.
El orden barroco, ornamental y plateresco caracteriza el arte religioso de los jesuitas. Las columnas de sus altares adoptan la forma espiralada o salomónica, sosteniendo capiteles corintios, ya conservando las hojas de acanto, ya sustituyéndolas por hojas de palmeras, pero sin degenerar el orden clásico.
Llaman la atención de los entendidos el magnífico tallado y decorado de aquellas filigranas de madera, teniéndose en cuenta los elementos rudimentarios que se habrían empleado necesariamente, para tales trabajos. Todos éstos están fabricados de maderas paraguayas que revelan duración indestructible, y nada tienen que no sea originario del país. Las pinturas que usaban o extraían del propio suelo o de las plantas tintóreas de nuestra flora.
El dorado de la obra ha dado lugar a disparidad de opiniones: mientras unos creen que es de mica amarilla, otros afirman que está hecho de oro puro extraído de alguna mina hoy desaparecida; que a golpe de martillo las pepitas se habrían convertidos en láminas para ser aplicadas a las maderas con estuco convenientemente preparado. (Si tuviéramos que decidirnos por algunas de estas opiniones optaríamos por la primera)
Sea de lo que fuere, es lo cierto que el dorado, como las pinturas no han sufrido mayores deteriodos, a pesar de los siglos en que está expuesto a la acción destructora del tiempo.
-IV-
Mucho cabe hacer para salvar los últimos restos del arte guaraní-jesuitico, pues lo que de ellos respeta todavía la furia de los tiempos, no lo respetan los hombres, por la falta de cuidado y de interés en conservarlo. Sin embargo tales reliquias no revelan a través de los siglos la enorme predisposición que poseían los guaraníes para las artes bellas; y que muchas de las cuales no tienen nada que envidiar a sus similares de la España de los siglos XVII y XVIII.
Pero también oprime nuestro espíritu la inutilidad de tan valiosas como colosales obras humanas, por causa de habérselas cimentadas sobre la arena inconsistente de la esclavitud y la barbarie. Los esqueletos de piedras de sus templos invadidos por exuberante vegetación salvaje, y las naves de los mismos convertidas en mingitorios, causan más que al régimen de los hijos de Loyola, a las autoridades coloniales, quien iniciaron la rapiña y destrucción de las célebres Misiones paraguayas, a raíz de la expulsión de los Padres de la Compañía de todos los dominios españoles de América.
Fuente:
ARTES Y ARTISTAS PARAGUAYOS PERIODO RENACENTISTA
Conferencia de JORGE BÁEZ
Biblioteca Nacional
Agencia Paraguaya del ISBN
1ª Reedición, con el apoyo de la
Cooperativa Universitaria Ltda.
Asunción – Paraguay,
Noviembre, 2007 (91 páginas).
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