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BERNARDINO CABALLERO (+)

  BERNARDINO CABALLERO - EL CAUDILLO PROMINENTE (Obra de ERASMO GONZÁLEZ)


BERNARDINO CABALLERO - EL CAUDILLO PROMINENTE (Obra de ERASMO GONZÁLEZ)

BERNARDINO CABALLERO - EL CAUDILLO PROMINENTE

ERASMO GONZÁLEZ

Colección: PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA Nº 5.

Editorial EL LECTOR,

www.ellector.com.py,

 comercial@ellector.com.py,

Coordinador Editorial: BERNARDO NERI FARINA,

Director de la Colección: HERIB CABALLERO CAMPOS

Diseño de tapa: DENIS CONDORETTY

Tel.: 595 21 491.966/ 610.639

Asunción – Paraguay,

2011 (138 páginas)




CONTENIDO


PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

I. PERFIL DEL HOMBRE

1. SUS VÁSTAGOS

II. EL SOLDADO DE LÓPEZ

1. DESTACADO MILITAR

2. EL ASCENSO A GENERAL

3. GENERAL DE DIVISIÓN

4. EL CAUTIVERIO DEL GENERAL CABALLERO

III. UNA AGITADA VIDA REVOLUCIONARIA

1. EL CAUDILLO

2. EL REVOLUCIONARIO Y LA OBSESIÓN DEL PODER

3. DE REVOLUCIONARIO A REACCIONARIO

4. LOS TORMENTOS POR EL PODER

5. JUZGAMIENTO A LOS REVOLUCIONARIOS

6. EL MAGNICIDIO DE 1877

7. LA MATANZA EN LA CÁRCEL PÚBLICA

8. LA CONSOLIDACIÓN POLÍTICA

9. EL GOLPE DE ESTADO DE SETIEMBRE DE 1880

IV EL PRESIDENTE CABALLERO (1880-1886). SU HEGEMONÍA POLÍTICA

1. LA PRESIDENCIA PROVISIONAL (1880-1882)

2. PRESIDENTE CONSTITUCIONAL (1882-1886)

3. LA ENAJENACIÓN DE LAS TIERRAS DEL ESTADO

4. EL IMPULSO EDUCATIVO Y CULTURAL

5. LAS CONCESIONES

6. RELACIONES EXTERIORES

7. LA PRENSA Y LA OPOSICIÓN

V LOS PARTIDOS POLÍTICOS

1. NI LOPISTAS NI ANTILOPISTAS

2. LA CONTINUIDAD DEL "CABALLERISMO"

3. EL 18 DE OCTUBRE DE 1891

4. EL BRASIL Y EL GOLPE DE ESTADO DE 1894

5. EL FUGAZ INTENTO DE GOBIERNO PLURALISTA

6. EL CAMINO A LA LLANURA

8. LA REVOLUCIÓN DE 1904

9. FIN DE LA HEGEMONÍA REPUBLICANA

10. LA AGONÍA DEL CABALLERISMO

VI. CABALLERO Y LA MASONERÍA

VII. CRÓNICAS DE UN SEPELIO

1. EL TRIBUTO AL LÍDER REPUBLICANO

CONCLUSIÓN

FUENTES CONSULTADAS

EL AUTOR


***********

 

PRÓLOGO

         En este libro Erasmo González, un joven investigador y recientemente doctorado en Historia, analiza la figura del militar y caudillo político Bernardino Caballero Melgarejo, quien fuera una destacada figura durante los terribles años de la Guerra.

         Luego de estar prisionero por varios meses regresó al país, y desde su arribo se hizo sentir su influencia en la política criolla.

         Encabezó revueltas, suscribió pactos para ir posicionándose a tal punto que su liderazgo se impuso más allá de la Constitución Nacional, que juró defender para ser designado como presidente provisorio.

         Durante sus dos presidencias, tanto la provisoria como la segunda, logró establecer un período de relativa calma, obteniendo el mérito de ser el primer jefe de estado de la Postguerra en concluir su mandato constitucional.

         Tras dejar el Palacio de Gobierno, en manos de un caudillo y aliado -Patricio Escobar- continuó dedicándose a la actividad política, con la fundación de la Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado, uno de los partidos tradicionales del Paraguay.

         En el libro, González va analizando cada uno de estos aspectos para ir perfilando al hombre público que logró ser, posiblemente, el caudillo político más relevante de fines del siglo XIX.

         El autor nos presenta al político, pero así también al hombre al cual sus adversarios políticos acusaron de crueles crímenes y conspiraciones. En medio de esas dudas, González pretende que el lector pueda comprender la situación de su tiempo y sacar sus propias conclusiones. Concluye este libro con referencia a la relación de Bernardino Caballero con la Masonería, institución iniciática que tenía amplias influencias a fines del siglo XIX y a través de sus hombres propició la educación primaria obligatoria entre otras medidas, como el establecimiento del Registro Civil de las Personas.

         Antes de concluir, quisiera instar al doctor Erasmo González a proseguir por la senda de la investigación y la divulgación de los conocimientos históricos en nuestro país, y de esa forma contribuir al desarrollo nacional a partir de una reflexión serena y desapasionada sobre la historia paraguaya.

HERIB CABALLERO CAMPOS

Asunción, marzo de 2011



INTRODUCCIÓN


         Después de 1870, los acontecimientos registrados en el Paraguay estuvieron determinados por la actuación de los grupos políticos existentes. Esto derivó en la fundación de los partidos tradicionales en el año 1887: el Partido Liberal, constituido el 10 de julio; y la Asociación Nacional Republicana, formada en el Teatro Olimpo el 11 de setiembre.

         En la actualidad los discursos políticos de ambas facciones siguen inspirándose en sus fundadores o caudillos. Tal es el caso que hace referencia a la Asociación Nacional Republicana, o Partido Colorado, facción política creada en torno a la figura de Bernardino Caballero, personalidad de nuestra historia reconocida no sólo por haber sido el artífice de su fundación, sino además, por haber prestado servicio a la patria como soldado del mariscal Francisco Solano López en la guerra contra la Triple Alianza.

         Caballero se erigió como el caudillo más representativo de la posguerra al punto de seguir las sendas que lo llevarían a la Presidencia de la República, convirtiéndose así en una de las figuras políticas vitales de nuestro país, después de la tragedia nacional a causa del conflicto bélico que culminó en 1870 con la muerte de Solano López a orillas del Aquidabán.

         No es casualidad que el nombre de Bernardino Caballero sea venerado y esté tan vigente en ciertos discursos políticos con el fin de querer, generalmente, hacer prevalecer los principios y ejemplos de los doctrinarios del Partido Colorado.

         Es necesario conocer la figura del general Caballero para comprender el devenir político que vivió nuestro país en las tres últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del siguiente siglo. Por ello sería ineludible para esta investigación mencionar los hechos acontecidos en el país durante su vida.

         Abordamos este trabajo, mencionando hechos acontecidos en el país desde los inicios de la Guerra Grande, pasando por la etapa de inestabilidad política de la posguerra con los diferentes gobiernos que se vieron afectados por acontecimientos revolucionarios y conspiraciones, hasta llegar a la hegemonía del "caballerismo", que se mantendrá hasta inicios del siglo XX. Seguidamente se precisa sobre aspectos relevantes que determinaron el protagonismo del general Caballero en la vida nacional.

         Representa, sin dudar, un capítulo esencial de nuestra historia referimos en estas pocas hojas de la vida de Bernardino Caballero, pues, quiérase o no, su actuación en el acontecer político del Paraguay de la posguerra fue resaltante, no escapando a las polémicas, a veces más por juicios influenciados por posturas políticas que por razones históricas. Es así, como otros protagonistas centrales en el desarrollo de nuestra nación, el general Caballero fue objeto de mitificaciones que crean a un personaje endiosado, olvidando muchas veces que se habla de un hombre el cual emprendió medidas y acciones en razón de su tiempo y espacio.

 


II. EL SOLDADO DE LÓPEZ


         La juventud de Bernardino Caballero se desarrolló en medio de la tensa situación del Paraguay con sus países vecinos. La inestabilidad en las relaciones exteriores reflejada en los primeros años de gobierno del general Francisco Solano López (1862-1870), desembocó en la guerra que, sin dudar, constituyó el episodio más negro de nuestra historia. Es lógico suponer que de no haber acontecido la guerra contra la Triple Alianza, Caballero no hubiese pasado de ser un desconocido de nuestra historia.

         Bernardino Caballero se presenta al servicio de la patria en Cerro León, campamento del ejército del mariscal López, como soldado raso, en marzo de 1865. Se dice que fue la propia doña Melchora, su madre, quien lo acompañó y lo presentó al mismo presidente de la República. Tener una certeza de que haya acontecido eso es muy difícil, considerando la incipiente formación militar de Caballero y la misma circunstancia en que se desarrollaron los hechos además de las preocupaciones propias de López. No obstante, no se puede negar que el ascenso de Caballero y ganarse la consideración del Mariscal en torno a una contienda desventajosa, constituye todo un mérito.

         Lejos de recibir alegre el año de 1865, la tensión de la nación paraguaya se centró en el conflicto internacional de la región del Plata con la crisis del Uruguay, la posición de la Argentina de negar el paso a las tropas de López y la política expansionista del Brasil.

         En vísperas de la Navidad de 1864, el ejército paraguayo invadió la provincia de Mato Grosso, al nordeste del territorio nacional. El Mariscal creyó que por cuestiones de estrategia, sería más favorable invadir esta región, pues se suponía que como el origen de la guerra surgió en el Uruguay, las primeras batallas se realizarían en el territorio del que fuera la república cisplatina. El Fuerte de Coimbra fue abandonado tras dos días de combate por las tropas brasileñas, cayendo también Alburquerque el 31 de diciembre; dos días después: Corumba, Colonia, Miranda y Dorados.

         Al producirse la Campaña de Mato Grosso, Bernardino Caballero como sargento de Caballería formaba parte de las fuerzas comandadas por el coronel Vicente Barrios, quien era acompañado con el entonces coronel Isidoro Resquín, capturando las posiciones de Bella Vista, Nioac y Coxín.

         En 1865, el mariscal López nombró como su ayudante al alférez Bernardino Caballero.

         Los aliados al bordear el río Paraná instalaron su campamento al sur de Estero Bellaco, mientras que Solano López se instaló al norte. El general Díaz recibió la orden

de atacar al enemigo por sorpresa, con 3.800 infantes y 1.000 hombres compuestos por las armas de Caballería y Artillería. El combate tuvo un inicio favorable para las tropas paraguayas, pero el general Osorio, con su artillería, venció a los nacionales. Esta batalla, conocida como Estero Bellaco, se libró el 2 de mayo de 1866, y por su rol es ella es que Bernardino Caballero obtiene la Estrella de la Orden del Mérito y asciende a Teniente.

         Después de la batalla de Tuyutí, la más sangrienta de Sudamérica, el ejército paraguayo se mantuvo a la defensiva teniendo como fortaleza a Humaitá, donde se ordenó abrir trincheras en los bosques de Boquerón y Sauce, dicha posición posibilitó desde el inicio aventajar a las tropas aliadas. Sin embargo, en Boquerón se produjo una pérdida sensible para las tropas de López, la muerte del coronel José Elizardo Aquino.

         Como capitán, Caballero actúa en la batalla de Boquerón, el 17 de julio, y en la de Sauce al día siguiente; teniendo a su cargo el Regimiento 8 de Caballería. Las victorias libradas en estas dos batallas levantaron la moral del ejército paraguayo.

         En la batalla de Curupayty, el genio militar de José Eduvigis Díaz quedó demostrado con las trincheras, producto de la creatividad y esfuerzo del soldado paraguayo. Caballero dirigió la caballería en uno de los frentes, siendo amparado por la batería del río y la infantería.

         Como jefe de caballería en Curupayty, recibe la Estrella Oficial de la Orden del Mérito el 24 de setiembre de 1866.


         1. DESTACADO MILITAR


         El 29 de enero de 1867, Bernardino Caballero fue llamado a Paso Pucú, y en febrero fue designado jefe de extramuros, habiendo ascendido a sargento mayor.

         En el lugar denominado Isla Tajy, hacia el sur del departamento de Ñeembucú -15 millas al norte de Humaitá-, se libró el combate de ese mismo nombre. El entonces sargento mayor Caballero recibió la orden del mariscal López de abrir un camino por el Potrero Ovella con el fin de evitar que el ganado se conduzca por el arroyo Hondo, ya que las fuerzas enemigas estaban enteradas de que el ganado se dirigía por allí a San Solano para pastar. La presencia cercana de gran cantidad de las fuerzas brasileñas al mando del "Barón del Triunfo", obligó a Caballero a realizar un ataque temerario, pues sus tropas constituían la cuarta parte del total de las fuerzas enemigas. Fue un 3 de octubre de 1867 cuando paraguayos y brasileños se batieron a sable y lanza en un combate desigual que se prolongó por más de tres horas.

         La bravura demostrada por las fuerzas de Caballero no pudo ser controlada por los numéricamente superiores brasileños; éstos solicitaron refuerzo obligando a los paraguayos a retirarse hacia Humaitá a fin de resguardarse con los cañones de aquella fortaleza. La batalla dejó como saldo más de trescientos muertos para los enemigos, mientras que las tropas paraguayas se cree que llegaron a doscientas bajas. Considerando las desventajas del combate, la acción de Isla Tajy fue memorable; el mariscal López no pudo hacer menos que honrar a los heroicos sobrevivientes con una medalla conmemorativa y ascendió a Caballero al grado de teniente coronel.

         Días después, el 21 de octubre, dos regimientos de caballería, comandados por Bernardino Caballero, marcharon hacia el paso Tatayibá, lugar en que se encontraban apostados los aliados; donde el general Luís Alves Lima, marqués de Caxías, preparó una emboscada con 5.000 hombres para cazar a los paraguayos. El objetivo de los regimientos al mando de Caballero fue desalojar a los enemigos pues su presencia bloqueaba la comunicación terrestre con Asunción. Se produjo la batalla que duró más de cuatro horas.

         Finalmente, ante el acoso de los aliados, las tropas de Caballero se vieron obligadas a embestir frontalmente contra los enemigos buscando el camino que las condujese a Humaitá, para protegerse de las tropas aliadas con los cañones de la fortaleza. La caballería paraguaya tuvo cuatrocientas bajas, más ciento treinta y ocho heridos y prisioneros; mientras que los brasileños habían perdido ciento cincuenta hombres. Después de esta batalla, en honor a la admirable resistencia paraguaya de los combatientes, el Mariscal decretó la creación de una medalla para los soldados de Tatayibá; mientras que Caballero ascendido pocos días antes a Teniente Coronel, fue promovido al grado de Coronel.

         El 3 de noviembre de 1867, el Mariscal decide atacar Tuyutí, al mando del general Vicente Barrios secundado por los coroneles Luis González con la infantería y

Bernardino Caballero al mando de la caballería. Se envió una expedición de ocho mil hombres para apoderarse de la artillería aliada. El ataque realizado por los paraguayos le costó mil doscientas vidas, a pesar de haber conseguido gran cantidad de municiones. En esa ocasión las tropas de Caballero asaltaron a cuchillos a una guarnición enemiga, cuyos soldados imposibilitados de defenderse tuvieron que rendirse para impedir que sean víctimas de los carniceros paraguayos. El regimiento de caballería tomó a doscientos cincuenta brasileños prisioneros y diez oficiales, mientras que los mayores Cunha Mattos y Aranda -brasileño y argentino respectivamente- fueron enviados por seis hombres de la caballería al estado mayor paraguayo con el propósito de brindar informaciones. El 15 de noviembre de 1867 le fue concedida a Bernardino Caballero la medalla "A los bravos de Tuyutí".

         El 30 de abril de 1868 el general argentino Rivas con mil doscientos hombres de sus fuerzas, más dos mil quinientos brasileños, debían desembocar en el Timbó e introducirse en las selvas para cortar la comunicación con Humaitá.

         El 2 de mayo, Caballero, quien comandó las trincheras del Timbó, decidió atacar la zona del Anday que estaba defendida por los brasileños, quienes registraron en ese combate trescientos muertos. El 4 de mayo, el coronel paraguayo con cuatro batallones de infantería y dos regimientos de caballería desmontados atacó al reducto del Anday, por el flanco que estaba más cerca del Timbó. El ataque paraguayo no tuvo éxito, se produjo en sus filas trescientas bajas, mientras que los aliados perdieron ochenta hombres.


         2. EL ASCENSO A GENERAL


         El 18 de julio, el general Rivas dispuso otro ataque a la guarnición paraguaya situada en el lugar denominado Reducto Corá. La guarnición estaba compuesta por un

batallón de infantería y doscientos hombres de caballería desmontados. Los atacantes estaban al mando de los coroneles Martínez de Hoz y Campos, sus fuerzas estaban compuestas en su mayoría por argentinos y algunos brasileños, pero estos últimos decidieron retirarse, quedando solo tropas argentinas que al aproximarse fueron atacadas a cuchillazos por los paraguayos. El fracaso argentino dejó como saldo cuatrocientos muertos y la captura de los dos coroneles. Esta batalla denominada de Acayuazá, determinó que el Mariscal condecore a los combatientes paraguayos con una cruz de malta en plata. En julio de 1868, Caballero obtiene el grado de general de brigada tras el combate de Acayuasá.

         El 24 de julio Solano López ordenó la evacuación de Humaitá. Con canoas fueron transportados al Chaco, para luego llevar por tierra sus botes hasta la laguna Verá para llegar a Timbó donde el general Caballero con sus tropas les aguardaba.

         Al enterarse de la retirada de los paraguayos, el general Rivas recibió refuerzos enviando sesenta canoas armadas con cañones para impedir la evacuación paraguaya. Las pequeñas embarcaciones paraguayas tuvieron que soportar los disparos de la artillería enemiga que hacían fuego día y noche, llegando a encarnizadas luchas cuerpo a cuerpo con participación de niños y mujeres.

         La fortaleza de Humaitá quedó a cargo del coronel Francisco Martínez, quien se mantuvo en combate hasta el 5 de agosto, fecha en que capituló después de cuatro meses de estar sitiada. Para ese entonces la falta de alimentos hacía mellas en los paraguayos, pues muchos de ellos hacía más de cuatro días que no habían recibido alimento alguno. Según Isidoro Resquín, Caballero fue comisionado por Solano López para ponerse de acuerdo con el coronel Martínez, pero éste "...se hizo cada vez más remiso, rompiendo la nota que contenía la orden, y alegando que no podía apurarse por tener muchos enfermos".

         El 6 de diciembre de 1868 el mariscal López ordenó al general Caballero y a su segundo, el coronel Serrano, a frenar el avance aliado sobre el arroyo Ytororó. Con tres

mil quinientos paraguayos -entre los que se encontraban mayoría de mujeres, niños, ancianos y heridos- se enfrentaron a dieciocho mil hombres al mando del marqués de Caxías.

         Con una admirable bravura las fuerzas de Caballero rechazaron consecutivamente a los aliados en tres ocasiones. La terrible fusilería paraguaya, al mando del mayor Moreno, causó estragos a los enemigos. Caxías, al ver a sus tropas despavoridas por la muerte de sus compañeros, se puso al frente de ellas. Al atardecer Caballero ordenó la retirada para ir a defender la colina ubicada sobre el arroyo denominada Avay, dejando a los brasileños con un saldo de cinco mil bajas.

         El 11 de diciembre, las tropas paraguayas comandadas por el general Caballero libran la batalla en Avay. Como en toda la contienda los paraguayos eran inferiores en número; cinco mil paraguayos contra veinte mil enemigos. La lluvia caída imposibilitó la utilización de los fusiles de chispa con que contaban los compatriotas, razón por la que llegó a defenderse con cuchillos. La superioridad tanto humana como armamentística de los enemigos determinó la derrota paraguaya. El general pudo escapar milagrosamente, por no ser reconocido por los brasileños, al punto que se lo arrancó de su montado quitando su poncho y las espuelas de plata.

         Los rumores de la captura de Caballero fueron comunicados a Caxías, quien además recibió la noticia de que el general paraguayo había muerto; información falsa que remitió a sus superiores erróneamente. O’Leary describió los sucesos de Avay como una "batalla desigual, batalla imposible, que no decidió el valor del enemigo, sino la crueldad de la naturaleza o los designios de un destino adverso...".

         Luego de los episodios sangrientos que deparó la batalla en Avay, el mariscal López decidió hacer frente al enemigo en Lomas Valentinas, el 21 de diciembre de ese mismo año. A pesar de ser numéricamente inferiores al enemigo, los paraguayos no se dejaron amedrentar y ofrecieron una tenaz resistencia, al punto de que la batalla se prolongó por siete días, hasta el 27 de diciembre de 1868. Al ser superado el ejército y ante la imposibilidad de hacer frente al enemigo, el mariscal López emprendió su retirada hacia Cerro León. Bernardino Caballero cubrió la retirada de Solano López con 90 hombres.

         Después del desastre de Lomas Valentinas, el Mariscal se decidió a reconstruir un nuevo ejército. Para el efecto, los generales Caballero y Resquín se hicieron cargo

de un campo de entrenamiento, para formar oficiales de la manera más rápida posible, en Caacupé. Para fines de febrero de 1869 el general Caballero encabezó el segundo de los dos únicos cuerpos de ejército con que pudo contar el Paraguay en ese año. El ejército del "Centauro de Ybycuí' estuvo compuesto por 6500 hombres.

         Replegados los paraguayos en la Cordillera, el general Caballero fue enviado a Ybytymí, donde las fuerzas brasileñas comandadas por el general Mena Barreto tuvieron intenciones de deportar a 6.000 mujeres desamparadas en ese pueblo. El factor sorpresa empleado por el general Caballero fue decisivo para liberar a esas mujeres y acabar con 352 aliados.


         3. GENERAL DE DIVISIÓN


         Los últimos episodios de este triste capítulo de nuestra historia lo extendemos a Acosta Ñú, lugar donde se materializó uno de los actos más trágicos para la nación. A pocas horas de haberse cometido los horrendos crímenes en Piribebuy, los niños paraguayos acompañados por mujeres y ancianos debieron sucumbir injustamente ante las ambiciones foráneas que no encontraron límites buscando el exterminio de esta nación. Milagrosamente, el general Caballero pudo escapar de Acosta Nú sin ser reconocido por los enemigos. Esta batalla representó el ascenso del entonces general de brigada; en agosto de 1869 llega a ser general de división.

         La superioridad de los aliados imposibilitó que el ejército paraguayo pudiera sobreponerse de las constantes batallas libradas, las fuerzas paraguayas se iban desgastando lentamente. El camino al Amambay, representó simplemente la prolongación de lo que para esa época ya era evidente, el triunfo de los países de la alianza. Aún en esa circunstancia no resulta menos sorprendente la devoción de aquellos sufridos combatientes que siguieron luchando, sabiendo que lo más seguro era su propia muerte.

         El epílogo de la guerra contra la Triple Alianza se desarrolló en la campaña del Amambay, donde el Mariscal: "queriendo dar un testimonio público de honor y justicia a los beneméritos defensores de la patria, que con abnegación ejemplar y patriótica virtud hicieron de la campaña de Amambay...", resolvió otorgar la medalla de Amambay con la inscripción "Venció penurias y fatigas".

         En el periódico GENERAL CABALLERO, José Miranda se refirió a Cerro Corá esbozando:

         "Vió la larga caravana de sus enjutos, apergaminados, seres de ultra tumba, caminar por los caminos en silencio. La ruta trágica, inmenso tendal de cadáveres, era la viacrucis de un pueblo que iba a desplomarse en brazos de su heroísmo, a recibir el ósculo de la gloria".

         El 14 de febrero de 1870, Caballero es enviado a la zona de Miranda y de Granados en busca de ganados para la provisión de los últimos combatientes paraguayos, quienes eran mayormente oficiales y jefes. Según el coronel Juan Crisóstomo Centurión después del asesinato del Mariscal, "el general Caballero, así que tuvo la noticia por sus espías que se habían encontrado con algunos dispersos de Cerro Corá, de la muerte del Mariscal, recurrió a todos los jefes y oficiales, y les dijo: Que con la muerte del Mariscal quedaba terminada la guerra, y que a esta razón no les quedaba otra cosa que irse a entregar a los aliados, salvo que estuvieses dispuestos, lo que no creía, a recurrir al bandidaje. Todos contestaron unánimemente que acatarían lo que el general resolviese".

         En Bella Vista, a orillas del río Apa, el general Caballero y sus hombres se encontraron con una columna brasileña a quienes se entregaron en calidad de prisioneros, a las tropas enemigas comandadas por el mayor Francisco Marques Xavier, siendo conducidos a Concepción.

         El 16 de mayo parte como prisionero al Brasil, permaneciendo allí por siete meses, tiempo del cual volvió al país para activar en los destinos políticos del país y para nunca más vestir el uniforme militar. Pero su carácter militar le valió para marcar presencia en los destinos de la política nacional.


         4. EL CAUTIVERIO DEL GENERAL CABALLERO

        

         La política de gobierno que el país heredó de sus tres primeros gobernantes, Francia y los López, no permitió que después de la genocida Guerra del 70, se practique una convivencia democrática, fruto de la evolución del pensamiento cívico. Por el contrario, la imagen fuerte de los caudillos siguió fomentando el autoritarismo en la población, ocasionando más tragedia a la ensangrentada nación guaraní. La contribución de los vencedores de la guerra consistió en apoyar revoluciones -para sacar ventajas de ello-para lo cual las intrigas entre políticos locales les venían como anillo al dedo.

         La Constitución Nacional que fue adoptada en 1870 fue poco útil a la hora de cumplir sus preceptos, especialmente por parte de los caudillos de la posguerra.

Esto se debió a la nula expresión cívica que la sociedad paraguaya tuvo, más bien acostumbrada a la opresión durante la Colonia, y a los gobiernos paternalistas desde 1811 a 1870; además de la presencia de brasileños y argentinos por seis años en territorio paraguayo. Esta constitución, de corte liberal, no encontró a gran cantidad de ciudadanos deliberantes. Los traumas sicológicos generados por la guerra habrán dejado huellas en la conducta cívica de la población paraguaya, pues cinco años de violencia pueden ser más que suficientes para generar rebelión, sufrimiento o sometimiento.

         En octubre de 1870, el periódico EL PUEBLO publicó un artículo referente al cautiverio del general Caballero en el Brasil expresando la injustificada medida de las autoridades brasileñas, ya que el general se rindió al conocer la muerte de López. La publicación instaba al gobierno de entonces, presidido por Cirilo A. Rivarola, para buscar medios a fin de que el general regresara puesto que "este proceder del Gobierno Brasilero no guarda analogía con su noble proceder en iguales casos y es de sentir que tan solo en la persona del valiente general Caballero haya hecho esta excepción (sic), mientras Resquin pasea por nuestras calles". Sentenció este artículo que "el General Caballero debe regresar al seno de su patria, a prestar su contingente a los nuevos campeones de la nueva época a fin de obtener la reconstrucción del país".

         Tres días después de aparecer ese artículo, un brasileño reaccionó ante esa publicación y contestó al diario que Caballero no se entregó voluntariamente, sino que fue tomado por sorpresa por el coronel Bento Martínez de Meneses. Cayó prisionero como otros oficiales paraguayos como Resquin, Delgado y González que regresaron a la patria.

         El columnista replicó al lector brasileño que Caballero fue reconocido por su honradez militar al permitírsele portar sus armas y recalcó:

         "No sé cuales sean los deseos del Gobierno Imperial, pero si sé, que no encuentro la razón porque se coloca al General Caballero en peores disposiciones que a Resquín, Delgado, González y otros. En esto hay un misterio, nada más pues si hubiese un crimen, estaría el General Caballero en el banco de los acusados; ya, ante los Tribunales Paraguayos, ya, ante los consejos de guerra de quienes lo tomaron".

         Sin embargo, estando en el Brasil, mediante la influencia del barón de Río Branco, Caballero fue preparado por este país para dirigir los destinos de nuestra nación. De esta manera, Brasil tendría mayor dominio y control sobre el Paraguay, que la Argentina. El caudillo paraguayo, según Ashwell, había llegado a Río de Janeiro como prisionero "andrajoso y desaliñado, vestido con el ropaje gastado con que terminó la guerra y con el cabello enredado y la barba negra". El barón de Río Branco se encargó de que Caballero, "de prisionero de guerra se vuelva un huésped distinguido", cambiando así su fisonomía al brindarle especial cuidado en su trato y comodidades, al punto de alojarse en un hospedaje más confortable que los demás prisioneros.

         Meses después, el 16 de diciembre de 1870, el general Bernardino Caballero regresó del Brasil, según el libro de Henri Pitaud, donde cita a Idalia Flores: "Toda Asunción se conmocionó por su regreso... Para unos, es la aurora de la esperanza. .. Para un reducido número de privilegiados, es la inquietud".



VI. CABALLERO Y LA MASONERÍA


         Durante el siglo XIX, esta sociedad secreta tuvo importante crecimiento, formando parte de ella muchos próceres de la independencia americana. En el Paraguay, la masonería se originó libremente. Según Alfredo Boccia, en 1869 cuando las fuerzas aliadas ocuparon Asunción durante la guerra contra la Triple Alianza. Personajes destacados de la política paraguaya pertenecieron a logias masónicas: presidentes, vicepresidentes, parlamentarios y empresarios.

         El general Caballero fue uno de los fundadores del SUPREMO CONSEJO DEL GRADO 33° DE LA REPÚBLICA DEL PARAGUAY, el 1 de junio de 1871. Tiempo después, él mismo fue uno de los responsables de la LOGIA AURORA N° 1 DEL PARAGUAY el 6 de junio de 1887, siendo su primer presidente.

         No se duda que el general Caballero se incursionó a la masonería estando prisionero en Brasil, donde casi todas las personas de poder y del ejército eran masones. Inclusive se supone que en esa incursión, el general llegó a conocer y comprender las ideas republicanas del patriota italiano Giuseppe Garibaldi, quien luchó con el líder de la efímera República de Río Grande do Sul, Bento Goncálves da Silva, ambos masones.

         El vizconde de Río Branco, doctor José María Paranhos, se encargó de que el prisionero paraguayo sea tratado no como jefe, sino como masón y que recibiera un sueldo como miembro de la logia. Fue el propio Paranhos quien dio a conocer a Caballero las ideas de Garibaldi y de Goncálves da Silva. Se dice que para la revolución de 1873, el caudillo paraguayo llegó a solicitar al que entonces fue su aliado político, y también masón, Juan Bautista Gill, adquirir gorros colorados para caracterizar a los revolucionarios que enfrentarían en 1874 a los aca morotî del general Ferreira.

         Adoptó para su organización política el color rojo de origen garibaldino como distintivo; de allí el origen del nombre y del color del partido. Se cree que el motivo popular de la "Polca Colorado" pertenece a las notas del italiano Guerressi.

         Caballero llegó al Grado 33° de la masonería paraguaya perteneciendo a las logias Aurora del Paraguay N° 1, y a la Sol Naciente N° 2.

         El general, no fue el primer presidente masón del Paraguay, Cirilo Antonio Rivarola, Juan Bautista Gill y Cándido Bareiro fueron los anteriores. El único que no perteneció a una logia, en la línea predecesora a Caballero, fue Jovellanos. Muchos masones han figurado en la fundación de los partidos políticos.

         Un hecho que no deja de llamar la atención fue la suerte que tuvieron muchos políticos masones del Paraguay en aquella época, pues fueron asesinados por ordenes de hombres que pertenecieron a logias masónicas. Este es el caso de Cirilo Antonio Rivarola, cuyo asesinato que involucró a los masones Bareiro y Caballero. Igualmente la confraternidad entre los masones distó de una relación de hermandad, pues analizando las disputas entre Juan Bautista Gill, Benigno Ferreira, Adolfo Saguier, además de los mencionados Rivarola, Bareiro y Caballero por el poder, se demuestra claramente que los principios enunciados por la masonería fueron solo en el ámbito interno de la logia, o simplemente olvidados en su obsesión por el poder.

         Considerando que varios políticos que acapararon la vida nacional de la época pertenecieron a alguna logia masónica hubiese sido normal esa rivalidad por los intereses en juego. Los nombres inscritos en la fundación de los partidos políticos son una prueba de ello.

         En la fundación del Centro Democrático -Partido Liberal- figuraron los nombres de los masones: Idelfonso Benegas, Simeón Irigoitia, Salvador Rivarola, Cecilio Báez, José María Fretes, Daniel Candia, Fabio Queirolo, Antonio Taboada, José Zacarías Caminos, Víctor Soler, José Mateo Cuellar y Manuel Amarilla.

         Por su parte, el Partido Colorado tuvo en su fundación además de Caballero, a numerosos masones como: José de la Cruz Giménez, Juan G. González, Lorenzo Ortellado, Otoniel Peña, además del propio José Segundo Decoud.

         A modo de referencia, Warren recoge un hecho anecdótico de nuestra historia, en 1899 cuando Decoud, como masón, atacó el fanatismo religioso de las mujeres católicas. El periódico LA REFORMA publicó artículos contra el fanatismo religioso firmado con el seudónimo de Tancredo -no sería descabellado suponer que se trató del propio Decoud- quien criticó a las mujeres por "posponer las laboriosas pero dulces satisfacciones que muchas tareas domésticas exigen para el cuidado de la familia". Sostenía este artículo que la creencia en la condenación de las almas, el infierno o en todo caso el purgatorio mantenían aterrorizadas a las mujeres por las amenazas hechas por los sacerdotes, y "olvidan sus deberes naturales para tratar de vivir eternamente en la presencia de Dios". Ante el fanatismo femenino, Tancredo instó a los hombres, especialmente a los esposos, que permanezcan más tiempo en sus casas antes que frecuentar los clubes y cafés con el propósito de imponer el orden y la paz doméstica.

         A pesar de la condición de masón de Caballero y sus allegados, durante su presidencia la relación con el clero no fue quebrantada. Al contrario, el general comprendió la importancia del catolicismo en la población, razón que motivó su preocupación hacia la iglesia según lo atestiguan sus mensajes. En su balance al Congreso Nacional en 1882, el general valoró la gestión de los sacerdotes para cubrir las necesidades del culto en la medida de sus posibilidades, resaltando que la iglesia:

         "Marcha pues hacia una organización definitiva con aquella fe inquebrantable en su porvenir glorioso, inspirando a sus hijos la perseverancia y la abnegación que realizan las grandes y duraderas obras. No está muy lejano el día en que la Iglesia reconquistará su antiguo esplendor y prosperidad".

         Los apologistas del general dan cuenta de que en los últimos momentos de vida tres sacerdotes le administraron los sacramentos de la santa religión cristiana "en la cual se formó y se educó el valiente general, permaneciendo siempre fiel a su credo durante su larga y gloriosa vida".



VII. CRÓNICAS DE UN SEPELIO


         El general Caballero pasó los últimos años de su vida en su quinta, con la salud quebrantada. Tuvo como doctores a Ricardo Odriosola y Cayo Romero Pereyra, quienes lo asistieron hasta en sus últimos suspiros, hasta el 26 de febrero de 1912 a las 4 de la madrugada, hora oficial de su muerte.

         Ese mismo día, tras su defunción, su esposa, hijos, hermanos y deudos invitaban a concurrir al sepelio que se realizó al día siguiente en el cementerio de la Recoleta a las 3 de la tarde. El cortejo fúnebre partió del Palacio de Gobierno. El Poder Ejecutivo, tuvo que cumplir con el protocolo de rigor decretando: "Ríndase al ilustre extinto los honores debidos a Jefe de Estado, de acuerdo con las disposiciones de la Ordenanza Militar". De acuerdo a tal disposición se dispararon veintiún cañonazos como señal de fallecimiento y un cañonazo cada cuarto de hora hasta su inhumación.

         El Partido Nacional Republicano resolvió formar una comisión para organizar la guardia de honor en la capilla ardiente instalada en el Palacio de Gobierno. Las condolencias a la viuda del general por parte del directorio del partido decía entre otras cosas: "El nombre del que fue nuestro dignísimo jefe ha pasado, señora, a la posteridad escrito con letras de oro en las páginas inmortales de la historia".

         Por su parte Pedro P. Caballero, presidente del Partido Liberal Democrático, envió una atenta nota al señor vicepresidente de la comisión central del Partido Colorado, general Patricio Escobar, para participarle que el liberalismo "ha resuelto asociarse al duelo que motiva tan sensible pérdida que afecta al país entero".

         El presidente Roque Sáenz Peña, en nombre de la República Argentina, envió un telegrama al presidente Liberato Rojas para expresarle "los sinceros sentimientos de condolencia con que el pueblo y el gobierno argentino se asocian al duelo de la noble nación paraguaya por el fallecimiento del ilustre general Bernardino Caballero". LA GACETA, CRÓNICA y LA RAZÓN fueron los periódicos argentinos que informaron la noticia de la muerte del general. Al respecto el último sentenció al final: "Esta muerte representa una pérdida irreparable para el Partido Nacional Republicano o sea el Partido Colorado".

         El cuerpo de Caballero fue conducido a las 6:30 de la tarde al Palacio de Gobierno, los oradores designados fueron: por el Ejecutivo, Eduardo López Moreira; por el Partido Liberal gubernista, el senador Manuel Irala; por el Partido Liberal democrático, Elías Ayala; el doctor Antolín Irala por el Partido Colorado; por el ejército, el capitán Francisco Arróm; por la comisión parroquial republicana de San Roque, el diputado Manuel Chávez; y por el centro estudiantil, el joven Pablo Max Insfrán.

         La muerte del general Caballero, coincidió con otro periodo de inestabilidad de la política paraguaya, en los discursos pronunciados en el sepelio. Varios oradores se refirieron a la muerte del ex presidente con la realidad nacional. El senador Manuel Peña en su discurso hizo votos por la unidad nacional expresando además:

         "El general, en su clarividencia característica, comprendió que solo así sería posible la unión de la familia paraguaya y por consiguiente la paz duradera de la República. Y este ideal del noble patricio y de mi partido se hubiera realizado plenamente a no haber surgido la inconsulta revolución que hoy ensangrienta al país."

         Mientras, el capitán Francisco Arrórn expresó:

         "Ayer se premiaba el patriotismo; hoy desaparecen los patriotas ante la prepotencia de la vulgaridad audaz, ayer se moría en el campo de batalla con los honores y veneración del pueblo; hoy se cae también en el combate, pero el militar que ahora sacrifica su vida en pos de la dignidad de su carrera apenas se le sepulta. Parecemos al aliento semidesnudo, que trata de romper el último andrajo que cubre su vergüenza. Y aún suenan promesas de grandezas y resurrecciones futuras."

         Por su parte el coronel Elías Ayala instó a que

         "En este momento, único de la eterna despedida, callen las ambiciones, calle la envidia, calle el rencor, el odio también y surjan de nuestros corazones sentimientos de amor, de paz y de concordia para depositarlos sobre estos restos como un tributo digno de nuestra gratitud".

         Pablo Max Insfrán no en vano expresó en ese momento:

         "... algo como una ironía providencial encierra la muerte de este guerrero; ¿no os extraña efectivamente que haya muerto en el instante más crítico para la Patria -esa Patria que él tanto defendiera- como si huyese espantado del derrumbe inevitable?

         Sí, señores; la desaparición del General tiene algo misterioso (...) Su muerte inoportuna es un secreto apóstrofe lanzado contra nosotros que destruimos la obra inmensa que costó el martirio de toda una generación de hombres magnánimos.

         Allá donde esos adalides escribieron con sangre una epopeya que sería el orgullo de sus hijos, estos, dando cuerpo a una ambición desmedida, reniegan de esa gloria, porque es renegarla al verter sangre entre hermanos donde debía correr el sudor noble y generoso de los que quieren coronar el esfuerzo de sus padres con los lauros del progreso y la labor constante."

         Es importante acotar que la muerte del general Caballero coincidió no solo con las acostumbradas anarquías y revoluciones de la política del país, una circunstancia trascendente para que su nombre sea venerado fue el gran despertar nacionalista que para la época estaba germinando en aquella nueva generación de jóvenes intelectuales de la nación. Muchos, como O'Leary, Ignacio A. Pane, Juan Stefanich, Irala Burgos, Pablo Max Insfrán, justo Pastor Benítez, Natalicio González y otros, se encargaron de reivindicar la historia desde la ideología nacionalista, para ello empezaron por recurrir al pasado buscando hombres que encarnen las virtudes de la nación. Para los nuevos nacionalistas, especialmente para los colorados, Bernardino Caballero fue uno de ellos.


      EL TRIBUTO AL LÍDER REPUBLICANO


         La desaparición física del fundador y líder del Partido Republicano hizo que sus adherentes no solo se encargaran de divulgar sus proezas de guerra, sino además no les faltó elogios para describir las virtudes cívicas que, sostenían los republicanos, poseía el Caballero, asociándolo así como símbolo del partido.

         Vale decir que los desaciertos de los gobernantes liberales de aquel entonces representaron en cierta forma un motivo para que los colorados reafirmen sus principios en contra de los actos gubernativos. Prueba de ello es que los partidarios del general lanzaron un periódico que apareció en diciembre de 1913, con el nombre de GENERAL CABALLERO, cuyo director fue el doctor Juan Manuel Frutos. Para los republicanos, ese nombre estaba plenamente justificado puesto "que su nombre fue siempre vínculo de unión entre colorados". Naturalmente, los partidarios no tardaron en brindar sus "voces de aliento" al director del mencionado periódico "por el nombre que ha elegido ese diario, que es toda una bandera de principios".

         Uno de los objetivos de este medio escrito fue primeramente realzar la figura de Bernardino Caballero y consolidar al partido. Contaba entre sus columnistas con Ricardo Brugada y Juan E. O’Leary. Por otra parte, otro de los objetivos, como lo señalamos anteriormente, fue que los colorados aprovechen este medio para denunciar, cuestionar y acusar a los gobernantes de turno, utilizando para ello un discurso nacionalista que defienda entre otras cosas la protección del imperio de la legalidad.

         Por otra parte, a pocos años de volver al poder los colorados, se realizó un tributo cargado de simbolismos que aconteció el 20 de mayo de 1949, fecha en que el

entonces presidente de la República Felipe Molas López decretó el traslado de los restos del general Bernardino Caballero al Panteón Nacional de los Héroes. Este decretó fue promulgado a petición del Comando de la Primera División de Caballería "General Bernardino Caballero".

         Ese día el ejecutivo declaró asueto oficial, a fin de disfrutar de la ceremonia que se realizó a las 8 de la mañana, hora en que los familiares del extinto sacaron la urna del Panteón Familiar, coincidiendo con los disparos de veintiún cañonazos del cañonero Humaitá. El regimiento Aca Caraya escoltó la cureña hasta el Panteón Nacional acompañado por el presidente Molas López, sus ministros, jefes militares y dirigentes del Partido Colorado. Varias "matronas paraguayas" acompañaron el féretro del general, una de ellas su viuda doña Julia Álvarez. Cabe acotar que su viuda falleció en abril de 1960.



CONCLUSIÓN


         No cabe duda que Bernardino Caballero marcó una época en la vida política del Paraguay de posguerra.

         Las etapas de su vida se desarrollaron en medio de hechos relevantes para la historia nacional. Nació en el ocaso de la dictadura francista, su juventud lo pasó en medio de la fecunda obra de don Carlos A. López y defendió a la patria acompañando al propio Mariscal López. Luego, la existencia del general Caballero transcurrió en el nexo por el cual se transitó desde el final de la "patria vieja" a la reconstrucción de la "patria nueva".

         La difícil tarea de reconstrucción nacional tropezó con muchos inconvenientes, como la injerencia extranjera, la pobreza, sumadas a la falta de estructuras políticas, económicas y sociales de la nación. Otro obstáculo que dificultó la tarea de reconstrucción nacional fueron los fervientes deseos de poder de las nuevas clases dirigentes -inexpertas en el arte de gobernar-, y el general Caballero no estuvo ajeno a esa realidad. Los diversos métodos para llegar a coronarse con el poder formaron parte de la praxis política de aquella generación de paraguayos que sobrevivió a cinco años de guerra con penurias y muertes, sumados a la inexistente actividad democrática de la sociedad, pues entre 1811 y 1870 se acostumbró a obedecer antes que a discernir.

         En aquella sociedad de posguerra las revoluciones, traiciones y asesinatos fueron la forma más viable para llegar al poder, fue uno de los mejores ejemplos del pensamiento maquiavélico de que "el fin justifica los medios". La hegemonía de Caballero y su aliado Escobar se mantuvo hasta 1904, empleando mecanismos políticos cargados de vicios como la corrupción, golpes de estado y revoluciones. Sin embargo, para 1904 la política paraguaya continuó con los mismos errores, Con la misma inestabilidad.

         Los logros del gobierno del general Caballero fueron significativos, en el sentido de estabilizar al país acostumbrado a la versatilidad de las instituciones. Hubo indicios de mejorar la debilitada economía nacional sin descuidar la educación popular gracias a la habilidad de su ministro asesor José Segundo Decoud. No obstante, la falta de amplitud política de aquella generación obstaculizó primeramente el desarrollo espiritual y moral de la nación, condición necesaria para alcanzar el progreso material.

         O'Leary no se equivocó al decir que Caballero como soldado pertenece a todos los paraguayos; pero como político al Partido Colorado, pues no se puede menos que admirar su destacada actuación combatiendo por la patria. Por otra parte, la fundación de este partido representó uno de los legados más significativos de este caudillo a la actividad política del país. La sólida vinculación entre Caballero y el partido de su fundación sigue vigente en los discursos políticos.

         Analizando esta época, podemos comprender aquella frase "los hombres pasan y las instituciones quedan"; sin embargo, después de 1870 se practicó la lealtad y obediencia a hombres antes que ampararse en las instituciones. Esto se explica por la fragilidad de las estructuras del estado paraguayo de esos tiempos; con ciudadanos que no comprendieron que las leyes establecidas en la Constitución Nacional son garantía de bien común y no las decisiones de caudillos.

         Finalmente, rememorando aquella etapa de nuestra historia debemos reformular nuestro futuro buscando una nación donde la institucionalización política convalide el bienestar de la sociedad. Sería una pena que en doscientos años de independencia no sepamos comprenderla íntegramente.




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El Fénix. Año I. 1875.

El Progreso. Año I. 1873.

La Reforma. Año VI.1880.

El Látigo. Año I. 1885.

La Democracia. Año IV 1884.

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El Veterano. Año I. 1889.

El País. Año III. 1904.

General Caballero. Año I. 1914.

General Caballero. Año II. 1915.

General Caballero. Año III. 1916.

Patria. Año X.1926.

La Tribuna. Año XXIII. 1949.


 

 


ARTÍCULOS PUBLICADOS EN EL DIARIO ABC COLOR

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BERNARDINO CABALLERO, EN UNA APASIONANTE BIOGRAFÍA

 

BERNARDINO CABALLERO, ESCRITO POR ERASMO GONZÁLEZ, ES EL PRÓXIMO LIBRO, EL NÚMERO 5 DE LA COLECCIÓN PROTAGONISTAS DE LA HISTORIA, PUBLICADA POR LA EDITORIAL EL LECTOR Y QUE APARECERÁ EL PRÓXIMO DOMINGO.

 

 

Esta serie bibliográfica que presenta biografías inéditas de 23 personalidades de la historia paraguaya, escritas por connotados intelectuales compatriotas y extranjeros, es una iniciativa de El Lector en conjunto con ABC Color y ha logrado una extraordinaria receptividad por parte del público.

A tal punto ha sido exitosa la colección –que ya publicó 4 libros– que en los próximos días se reeditarán los primeros títulos cuya cantidad de ejemplares no dio abasto para satisfacer la demanda de la gente.

Quienes no han podido acceder a estos primeros cuatro libros –Gaspar Rodríguez de Francia, de Ana Ribeiro; Carlos Antonio López, de Luis Verón; Francisco Solano López, de César Cristaldo, y Elisa Alicia Lynch, de Ana Barreto Valinotti– podrán adquirirlos próximamente y tienen la oportunidad de reservar sus respectivos ejemplares con sus canillitas o el distribuir de ABC Color de su zona.

La Colección Protagonistas de la Historia ha roto todos los récords de venta en una demostración cabal del interés del público por conocer pasajes de la historia de nuestro país. El director de esta serie, el historiador Herib Caballero Campos, había señalado que a través de la biografía de cada uno de los 23 protagonistas se reconstruye gran parte de la memoria histórica del Paraguay.

Caballero, hijo de Juan Caballero de Añazco y de Melchora Melgarejo, héroe de la Guerra contra la Triple Alianza y fundador del Partido Colorado, nació en Ybycuí el 20 de mayo de 1839 y falleció en Asunción el 26 de febrero de 1912.

Fue presidente de la República. En un primer período (1880-1882), sucedió a Cándido Bareiro, quien murió de una enfermedad en pleno ejercicio presidencial. Posteriormente, Caballero fue electo para el período gubernativo 1882-1886. Fue el primer presidente de la posguerra que pudo finalizar su mandato.

Al comenzar la Guerra de la Triple Alianza en 1864, tenía el rango de alférez y era ayudante del Mariscal Francisco Solano López en Humaitá. A raíz de su actuación en Estero Bellaco, el 2 de mayo de 1866, obtuvo el ascenso a teniente y la condecoración de la Estrella de la Orden al Mérito. En Boquerón y Sauce, el 16 y 18 de julio de 1866, ya era capitán y en la Batalla de Curupayty, el 22 de setiembre, comandó la Caballería.

A principios de 1867, fue ascendido a sargento mayor y nombrado comandante de la Caballería. El 3 y el 21 de octubre tuvo brillante desempeño en Isla Tayy y Tatayybá, tras lo cual recibió sus despachos de Tte. Coronel y la Medalla de Tatayybá. El 3 de noviembre de 1867 comandó una división del ejército en la segunda batalla de Tuyutí y obtuvo otra condecoración y el ascenso a coronel.

El 24 de julio de 1868 recibió sus despachos de General de Brigada. Participó en la Campaña de Pikysyry y en las batallas de Ytororõ, Abay, Itá Ybaté y Lomas Valentinas. El 24 de febrero de 1870 le fue conferida la Medalla de Amambay.    Al finalizar la guerra fue tomado prisionero y llevado a Río de Janeiro. Regresó al Paraguay en 1871 y fue protagonista principalísimo y árbitro de la política paraguaya hasta bien entrado el siglo XX.

29 de Marzo de 2011

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BERNARDINO CABALLERO, BAJO LA ÓPTICA DE UN JOVEN HISTORIADOR

 

 

BERNARDINO CABALLERO, HÉROE MILITAR, PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y FUNDADOR DEL PARTIDO COLORADO, ES LA PERSONALIDAD CUYA BIOGRAFÍA SERÁ PRESENTADA EL PRÓXIMO DOMINGO, EN UN LIBRO ESCRITO POR EL JOVEN HISTORIADOR COMPATRIOTA DOCTOR ERASMO GONZÁLEZ.

 


Este será el volumen número cinco de la Colección Protagonistas de la Historia, publicada por la Editorial El Lector, bajo la dirección del doctor Herib Caballero, y que viene teniendo una gran receptividad por parte del público a tal punto que los cinco primeros libros de la serie serán reeditados ante la demanda existente que excedió de manera señalada la cantidad de textos impresos.

Esta obra, que tiene como título Bernardino Caballero y un subtítulo que reza “Un caudillo prominente”, ha sido elaborada por un joven investigador y recientemente doctorado en Historia por la Universidad Nacional de Asunción (UNA).

En el prólogo de esta edición que aparecerá el domingo próximo, Herib Caballero Campos señala que el autor nos presenta al político, pero así también al hombre al cual sus adversarios políticos acusaron de crueles crímenes y conspiraciones.

“En medio de esas dudas –dice Caballero– González pretende que el lector pueda comprender la situación y sacar sus propias conclusiones. Cierra este libro la relación de Bernardino Caballero con la Masonería, institución iniciática que tenía amplias influencias a fines del siglo XIX y que a través de sus hombres propició la educación primaria obligatoria, entre otras medidas como el establecimiento del Registro Civil de las Personas”.

Caballero tuvo una destacada actuación en la Guerra contra la Triple Alianza. Luego de permanecer algunos meses en el Brasil en carácter de prisionero, regresó al país donde tuvo una gran influencia política.

Herib Caballero, en su prólogo, recuerda que el general Bernardino Caballero encabezó revueltas, suscribió pactos para ir posicionándose a tal punto que su liderazgo se impuso más allá de la Constitución Nacional que juró defender para ser designado como presidente provisorio, en 1880, a la muerte del entonces mandatario Cándido Bareiro.

Durante sus dos presidencias, tanto la provisoria como la segunda, Bernardino Caballero logró establecer un periodo de relativa calma, obteniendo el mérito de ser el primer jefe de Estado de la posguerra en concluir su mandato constitucional. 

Tras abandonar el Palacio de Gobierno, junto con otro caudillo y aliado –su compadre el general Patricio Escobar— se dedicó a la actividad política, con la fundación de la Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado, uno de los partidos tradicionales del Paraguay.

El prologuista manifiesta que en el libro, el autor, Erasmo González, va analizando cada uno de los aspectos de Bernardino Caballero “para ir perfilando al hombre público que logró ser posiblemente el caudillo político más relevante de fines del siglo XIX”. 

Erasmo González González nació en Luque el 14 de setiembre en 1975. Licenciado y Doctor en Historia por la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional de Asunción, es Profesor y Licenciado de Lengua y Literatura Guaraní por el Ateneo de Lengua y Cultura Guaraní.

30 de Marzo de 2011

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BERNARDINO CABALLERO ES EL CAUDILLO MÁS REPRESENTATIVO.

 

El joven historiador compatriota Erasmo González señala que Bernardino Caballero fue el caudillo más representativo de la posguerra y una de las figuras políticas vitales, no solo del Partido Colorado, sino de toda la memoria colectiva nacional.

 

Precisamente, el próximo domingo  aparecerá una nueva biografía del fundador de la Asociación Nacional Republicana, titulada Bernardino Caballero: el caudillo prominente, escrita por Erasmo González, doctor en Historia por la Universidad Nacional de Asunción.

El libro se publicará en el marco de la Colección Protagonistas de la Historia, publicada por la Editorial El Lector y distribuida los días domingo con el ejemplar de ABC Color. El libro sobre Caballero es el número 5 de esta serie que consta de 23 volúmenes en total.

Caballero tuvo una destacada participación en la Guerra de la Triple Alianza; en marzo de 1870 fue tomado prisionero por los brasileños y llevado a Río de Janeiro en calidad de tal. Retornó a Asunción e incursionó en la política. Encabezó varios alzamientos contra el gobierno de Salvador Jovellanos, se hizo ministro y luego presidente de la República. En 1887 encabezó la fundación de la Asociación Nacional Republicana, Partido Colorado, entidad política de la que fue primer presidente. La fundación de la ANR, el 11 de setiembre de 1887, fue una respuesta casi inmediata a la creación del Centro Democrático, Partido Liberal, nacido el 10 de julio de ese mismo año, teniendo como cabeza a don Antonio Taboada (el fundador hoy olvidado incluso por los propios liberales).

Después de 1870, los acontecimientos registrados en el Paraguay estuvieron determinados por la actuación de los grupos políticos existentes. Esto derivó en la fundación de los partidos tradicionales en el año 1887.

De acuerdo con lo señalado por el historiador Erasmo González en la introducción del libro que se publicará el próximo domingo, en la actualidad los discursos políticos de ambas facciones siguen inspirándose en sus fundadores o caudillos. Tal es el caso que hace referencia a la Asociación Nacional Republicana, o Partido Colorado, facción política creada en torno a la figura de Bernardino Caballero, personalidad de nuestra historia reconocida no solo por haber sido el artífice de su fundación, sino además, por haber prestado servicio a la patria como soldado del mariscal Francisco Solano López en la Guerra contra la Triple Alianza.

Caballero –según González– se erigió como el caudillo más representativo de la posguerra, al punto de seguir las sendas que lo llevarían a la Presidencia de la República, convirtiéndose así en una de las figuras políticas vitales de nuestro país, después de la tragedia nacional a causa del conflicto bélico que culminó en 1870 con la muerte de Solano López a orillas del Aquidabán.

No es casualidad que el nombre de Bernardino Caballero sea venerado y esté tan vigente en ciertos discursos políticos con el fin de querer, generalmente, hacer prevalecer los principios y ejemplos de los doctrinarios del Partido Colorado.

Afirma  que es necesario conocer la figura del general Caballero para comprender el devenir político que vivió nuestro país en las tres últimas décadas del siglo XIX y los primeros años del siguiente siglo. Por ello sería ineludible para esta investigación mencionar los hechos acontecidos en el país durante su vida.

Para el autor del libro sobre Bernardino Caballero, la vida de Bernardino Caballero representa un capítulo esencial de nuestra historia.

31 de Marzo de 2011

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BERNARDINO CABALLERO FUE UN HOMBRE DE RELEVANCIA


DE ACUERDO CON EL HISTORIADOR ERASMO GONZÁLEZ, LA GUERRA CONTRA LA TRIPLE ALIANZA LE DIO AL GENERAL BERNARDINO CABALLERO LA TRASCENDENCIA HUMANA QUE LUEGO LO PROYECTÓ A LA VIDA POLÍTICA, DONDE FUE NADA MENOS QUE FUNDADOR DEL PARTIDO COLORADO Y PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA ENTRE 1880 Y 1886.


La Editorial El Lector, en el marco de la Colección Protagonistas del Paraguay, presenta un nuevo libro biográfico sobre Caballero, escrito por el joven historiador compatriota doctor Erasmo González. El libro se publicará mañana, domingo, con el ejemplar de ABC Color y se constituirá en otra gran novedad bibliográfica en este año del Bicentenario de la Independencia Nacional.

A continuación, transcribimos la entrevista mantenida con el autor de Bernardino Caballero, la obra que llegará mañana a manos de miles de lectores.   

–¿Cuál fue el origen de Bernardino Caballero, pues podría afirmarse que la Guerra contra la Triple Alianza le brindó la oportunidad de su vida?   

–Nacido en el seno de una familia campesina humilde dedicada como tal a esos quehaceres, evidentemente la figura de Bernardino Caballero empezó a adquirir relevancia durante la guerra; es natural deducir que su presencia en el campamento de Cerro León constituyó el inicio de lo que luego sería su protagonismo en los años posteriores del enfrentamiento contra los países aliados, es decir, los duros años de la contienda del 70 representaron el primer eslabón para que este caudillo adquiriera trascendencia en nuestra historia.   

–¿Cuáles fueron las acciones más destacadas en las que participó?   

–Es meritoria la figura de Bernardino Caballero como soldado y guerrero. Los combates como los de Isla Tajy, Tatajyva, donde sus tropas enfrentaron a un enemigo superior, son ejemplos de admirable valentía de aquella generación de paraguayos. El Mariscal López reconoció la actuación de Caballero al otorgarle varias condecoraciones como la de Tuyutí, la de Amambay, entre otras. Los combates en Avay, Ytororõ, además de cubrir aquella tan comentada retirada de Lomas Valentinas del Mariscal López, forman parte de las proezas militares de nuestro personaje.   


–Muchos les recriminan tanto a Caballero como a López el combate de Acosta Ñu. ¿Cuál fue la actuación de Bernardino Caballero en dicha batalla?   


–Bernardino Caballero ascendió a general tras los sucesos del 16 de agosto de 1869, donde se encargó de dirigir a niños y adolescentes en Acosta Ñu. El hecho de que los niños hayan combatido en Acosta Ñu no representa otra cosa que el recurso extremo de una nación que luchó por impedir la intromisión extranjera en asuntos nacionales. La batalla de Acosta Ñu demostró el desesperado intento de luchar contra un hecho que para ese momento ya era inevitable: la victoria enemiga.   


–Se tejen muchas conjeturas sobre la ausencia de Caballero en Cerro Corá el 1 de marzo de 1870. ¿Puede explicarnos por qué no estuvo al lado de su jefe en dicha batalla?   


–Según la afirmación de varios historiadores, la ausencia de Caballero en Cerro Corá se debió a la propia voluntad de Solano López de salvarlo de Cerro Corá ya que lo consideraba como su posible sustituto. Por lo que es de suponer que con esa intención el Mariscal lo salvó de perecer en Cerro Corá.   


El libro que se publica mañana tendrá un costo de 20.000 guaraníes, incluido el ejemplar del diario de la fecha.

2 de Abril de 2011

Edición digital: http://www.abc.com.py





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