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ADRIÁN CATTIVELLI

  ENRIQUE BORDENAVE - Por ADRIAN CATTIVELLI


ENRIQUE BORDENAVE - Por ADRIAN CATTIVELLI

ENRIQUE BORDENAVE

Por ADRIAN CATTIVELLI

Colección GENTE QUE HIZO HISTORIA N° 9

© El Lector (de esta edición)

Director Editorial: Pablo León Burián

Coordinador Editorial: Bernardo Neri Farina

Director de la Colección: Herib Caballero Campos

Diseño de Tapa y Diagramación: Jorge Miranda Estigarribia

Corrección: Rodolfo Insaurralde

I.S.B.N.: 978-99953-1-385-2

Asunción – Paraguay

Esta edición consta de 15 mil ejemplares junio, 2013

(112 páginas)

 


CONTENIDO

Prólogo

Introducción

Capítulo I

LOS ORÍGENES

El hijo de un inmigrante

Primeros años     

El Paraguay de entonces

Reivindicación de López

El fin de una era

La economía de posguerra

Matrimonio

Capítulo II

LA VIDA PÚBLICA    

1- EL PARLAMENTARIO

La cuestión menonita

2- MINISTRO Y CANCILLER

La cuestión chaqueña

El caso Rojas Silva

Compra de armas

Anécdota

Reforzamiento de las relaciones con Argentina

Escuela Artigas

Delegado a Washington

3. EMBAJADOR EN EE.UU

Se desploma la hegemonía liberal

4. MINISTRO DE HACIENDA

Anécdota

Capítulo III

EL OCASO DE UN SERVIDOR PÚBLICO

Deceso

Epílogo.

Cronología

APÉNDICE

I- Contestación de la Delegación del Paraguay al Memorial Boliviano Delegación paraguaya a la Comisión de Investigación y Conciliación

II- Intercambio de notas con Bolivia por el caso Rojas Silva...

FUENTES CONSULTADAS

El autor



PRÓLOGO

La vida de Enrique Bordenave Franco es no solamente la vida un político más, sino que es sin duda un ejemplo del servidor público que creía que su trabajo en el estado estaba al servicio de la nación. Enrique Bordenave formó parte de la pléyade que tuvo que preparar a la nación para el conflicto chaqueño.

En esta biografía escrita por Adrián Cattivelli Taibo, el lector puede conocer aspectos no solamente formales sino que también enriquecedoras anécdotas que retratan al doctor Bordenave en diversas facetas en las que se desempeñó. El autor ha realizado un minucioso trabajo de recopilación de informaciones que retratan de cuerpo entero a un hombre que demostró integridad, capacidad y por sobre todo inteligencia.

El libro nos sumerge en la realidad del Paraguay de la Post-guerra y comienza con los aspectos relevantes de la familia Bordenave, que se originó en el Paraguay a partir de tres hermanos franceses que migraron al Paraguay tras la finalización de la Guerra contra la Triple Alianza.

Posteriormente se inicia el desarrollo de la intensa carrera pública del doctor Bordenave en cuanto sus actividades como parlamentario, ministro de Relaciones Exteriores, Ministro Plenipotenciario del Paraguay ante los Estados Unidos de América (durante la Guerra del Chaco) y posteriormente como Ministro Hacienda durante el gobierno del doctor Félix Paiva.

En todos esos cargos fue importante su vínculo con la cuestión chaqueña, porque como un joven senador fue uno de los defensores del proyecto de ley que favorecía la colonización del

Chaco por parte de los Menonitas durante el gobierno de Manuel Gondra, como Canciller del gobierno de Eligió Ayala (1924- 1928) le cupo defender los intereses del Paraguay en el incidente del Fortín Sorpresa en el cual perdió la vida el joven teniente paraguayo Adolfo Rojas Silva en febrero de 1927. Además de la explicación de la actuación del canciller Bordenave en dicho incidente que fue uno de los prolegómenos de la Guerra del Chaco, en el apéndice el autor incluyó las cartas intercambiadas entre ambos países.

Posteriormente se relata las vivencias del doctor Bordenave como representante diplomático del Paraguay ante los Estados Unidos de América, en los que mediante testimonios directos se describe las limitaciones que acuciaban al servicio diplomático paraguayo en aquellos años en los cuales la mayor parte del presupuesto estaba destinado para la defensa nacional.

Este libro aporta la biografía de un paraguayo que hizo historia, el cual fue rescatado por Adrián Cattivelli para que tengamos presente que la política no es incompatible con la integridad, la honestidad y por sobre todo la inteligencia.

Herib Caballero Campos

Junio de 2013



INTRODUCCIÓN

Enrique Bordenave Franco fue una figura relevante y de gran actuación pública durante el período de gobiernos liberales que se sucedieron entre 1904 y 1936. La historia, sin embargo, no lo ha reconocido lo suficiente. Probablemente ello se deba, en parte, a la gran cantidad de figuras que descollaron por sus dotes intelectuales o políticas durante dicho periodo.

Bordenave incidió en los más variados planos de la vida pública nacional. Fue docente, parlamentario, y Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública; también ejerció a cartera de Relaciones Exteriores durante el gobierno constitucional del gran Eligio Ayala (1924-1928); además fue embajador -ministro plenipotenciario, como se le llamaba por entonces- ante los Estados Unidos de América durante los difíciles días de la Guerra del Chaco (1933-1936). Finalmente fue ministro de Hacienda bajo el gobierno del doctor Félix Paiva.

Participó igualmente en diversas conferencias internacionales, las cuales abarcaban desde temas financieros hasta asuntos de alta política y diplomacia. En este último plano, se destaca particularmente su participación en la Comisión de Investigación y Conciliación sobre la cuestión limítrofe del Chaco, celebrada en Washington entre mayo y septiembre de 1929.

Como parlamentario, Bordenave tuvo destacada participación en un asunto de importancia para la vida del Paraguay y el desarrollo del Chaco, cuyas consecuencias se extienden hasta el presente: la llegada de los menonitas. Siendo Senador Nacional, impulsó la ley que permitió la llegada de dichos inmigrantes, no solamente en el entendido de que los mismos habrían de contribuir decididamente al progreso de esa importante parte del país, sino también asumiendo que su afincamiento en el Chaco Boreal implicaba un acto de posesión que permitiría consolidar la presencia nacional en esa región paraguaya entonces disputada por los bolivianos. Su perspectiva, hoy podemos afirmarlo, fue no solamente acertada, sino también visionaria.

Como Ministro de Relaciones Exteriores, primero, y como diplomático después, Enrique Bordenave también cumplió un rol fundamental en dos asuntos de crucial importancia: la promoción de la posición paraguaya en defensa de la territorialidad chaqueña, y la lenta pero sostenida adquisición de armas dispuesta durante la administración de Eusebio Ayala (1924-1928). Pocos años más tarde esto le permitiría al país ejercer una digna protección de la soberanía nacional.

Hombre de una integridad y una moral probadas, Enrique Bordenave poseía cualidades intelectuales excepcionales. No solamente se manejaba con solvencia en varios idiomas -desde luego el francés y el inglés-, sino que tenía un conocimiento prácticamente enciclopédico para su época.

El profesor Manuel Riquelme, de la Escuela Militar, lo recordaba con un panegírico en su funeral:

"Fue un creador silencioso de sí mismo. Era un continuo martillar sobre su propia materia. La 'ductilizó' tanto que se espiritualizó en una cultura refinada, la más completa, acaso, de su generación. Hombres de esta naturaleza dan siempre una visión nueva del mundo o un nuevo sentido de la vida."

Por lo demás, la vida de Enrique Bordenave estuvo entroncada a una familia generosa que significó una contribución trascendente para la vida pública paraguaya a través de la acción de referentes de gran renombre. Medio hermano por parte de padre del doctor Eusebio Ayala -el "Presidente de la Victoria"- y cuñado de otro notable político y diplomático liberal, el doctor Rogelio Ibarra, Ministro de Relaciones Exteriores y embajador en Chile y Bolivia.

Refiriéndose a la vida pública de los dos primeros, el doctor Enrique Bordenave Legeren (hijo de nuestro biografiado), señala en unos apuntes biográficos dedicados a su nieta bajo el título de Para Alicia, que tanto su padre como Eusebio:

“…fueron figuras sobresalientes del Partido Liberal, que estaban en el gobierno, pero nunca ocuparon cargos públicos elevados en un mismo momento. Cuando mi padre fue Ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Eligió Ayala, tío Eusebio estuvo como Ministro del Paraguay en Washington; cuando tío Eusebio fue Presidente de la Republica, el que se fue a Washington como Ministro fue papá. El nepotismo les fue un vicio repudiable."

Desafortunadamente para el país, la insigne vida de don Enrique Bordenave Franco fue breve. De grandes servicios se hubiera beneficiado el Paraguay si ella se hubiera extendido en el tiempo. A su deceso, acaecido el 23 de enero de 1940 -dos años y medio antes que el de Eusebio Ayala-, la sociedad entera lamento su partida.

La noticia de su desaparición física y su obituario correspondiente fueron publicados en la portada de los principales diarios de la época: El PAÍS, El TIEMPO, El DIARIO. Todos, incluso aquellos periódicos de tendencia opositora, exaltaron su figura y lamentaron su pronta partida. "La muerte asume proporciones de duelo Nacional, ya que el país pierde con él a uno de sus hijos más ilustres, más de una vez abocado a su defensa y estructuración con firmeza y talento en instantes difíciles”, afirmó El Diario.

En este modesto trabajo se pretende, pues, rescatar para las generaciones presentes la figura y la trayectoria de un paraguayo patriota y honesto. Un hombre del que quizás no se ha hablado ni escrito todo lo que su importante actuación pública merecía.

Esta tarea, es preciso señalarlo, no hubiera sido posible sin la valiosa y paciente contribución del doctor Enrique Bordenave (h), quien de manera desinteresada ha proporcionado abundante información biográfica sobre su padre a fin de poder completar la presente obra.

Es de esperar que ella contribuya no solamente a conocer más acabadamente una época fructífera de la historia paraguaya, sino también la trayectoria de un hombre que ha contribuido acabadamente a la vasta empresa del engrandecimiento del país. Tal vez este volumen pueda servir como punto de partida para que otros historiadores e investigadores se adentren aún más en el devenir de una vida que muchos servicios prestó a la República.



Capítulo II

La vida pública


1.      El parlamentario La cuestión menonita

Una de las cuestiones claves en las que el doctor Enrique Bordenave tuvo una actuación decisiva mientras ejercía funciones como senador de la República -cuando tan solo tenía 37 años de edad- fue la concerniente con la venida de los menonitas al Paraguay.

En 1921, el gobierno del presidente Manuel Gondra propuso al Poder Legislativo un proyecto de ley por el que se concedían ciertas exenciones y franquicias que favorecieran la inmigración de los colonos, fundamentalmente a aquellos provenientes de Canadá y Rusia.

El gobierno liberal de la época tenía en vista dos objetivos trazados: por un lado, el progreso del país, favoreciendo la radicación de agricultores extranjeros que desarrollaran una zona del Paraguay bastante deshabitada, por un lado, y la instalación de los menonitas como un acto de posesión soberana del Chaco. Se estimaba, al mismo tiempo, que en caso de una conflagración bélica con Bolivia, los colonos jugarían un rol preponderante en lo atinente a la atención, mantenimiento y alimentación de las tropas.

Pese a esta visión estratégica, el debate público al respecto no estuvo exento de controversia. La oposición al proyecto de ley liderada por los representantes del entonces Partido Nacional

Republicano, quienes rechazaban el mismo alegando que se trataba de una propuesta inconstitucional inapropiada, puesto que establecería una desigualdad impropia entre menonitas y el resto de la población autóctona.

Alegaban, por lo demás, que la ley propiciaría la creación de un "Estado dentro de otro Estado".

Como bien lo explica el historiador Alfredo Seiferheld en su libro Economía y petróleo durante la Guerra del Chaco, los primeros contactos entre representantes de la comunidad menonita y autoridades paraguayas se produjeron hacia el año 1919, cuando Manuel Gondra se desempeñaba como ministro plenipotenciario en Washington DC.

Ya en ejercicio de la Presidencia, Gondra propuso al Congreso el estudio de un proyecto de ley mencionado, que autorizaba el desembarco menonita en el Paraguay.

Refiere Seiferheld:

"A pesar del apoyo que les brindara el gobierno del presidente Gondra, la ley fue aprobada en el Parlamento con oposición de importantes figuras de la minoría, pertenecientes al Partido Nacional Republicano, que había recalcado la evidente inconstitucionalidad de la misma, y que entendían distorsionaba valores sumamente arraigados como los de patria, religión y lengua. Primaría, sin embargo, el concepto del 'patriotismo dinámico' por sobre el estático, en palabras del legislador gubernista Enrique Bordenave. Una de las discusiones parlamentarias, tenidas en el Senado en julio de 1921, reflejaba la postura oficial en la materia, así como la de un legislador de oposición, el Dr. Francisco C. Chaves, quien en disidencia con su bancada apoyaba el proyecto en cuestión."

A continuación extractamos parte de los debates que se registraron en el Congreso con motivo del estudio de la citada norma, ya que refleja de manera muy precisa parte de las visiones que se ventilaban en el ámbito legislativo, así como la contribución especial de nuestro biografiado en la materia.

"Enrique Bordenave (Liberal): Pido la palabra. El proyecto cuyo estudio nos está ocupando ahora es, sin duda alguna, el más trascendental para el progreso económico del país que haya llegado a la representación nacional. Con esta afirmación, me creo en el deber de decir breves palabras en apoyo del voto que he de emitir.

A nosotros se nos anuda la garganta, según el decir del diputado en presencia de este proyecto; ni pensamos ir a quemar nuestra Carta Magna al pie de la estatua de la Libertad, como lo quería un iconoclasta de nuevo cuño, el diputado Sr. Salomoni. Lo que hay, Sr. presidente, es que nuestras convicciones y nuestras actitudes parten de dos clases de patriotismo. Y digo así, porque declaro desde ahora, como admito como leal y honrada la conducta de los que se oponen al proyecto. Lo que hay es que el patriotismo es estático en los unos, y dinámico en los otros.

El patriotismo de los unos es estático, porque parece que sólo pudiera exteriorizarse, indicar su arraigo y demostrar su actividad, sobre todo con glorificaciones, un poco estériles, en ciertos casos del pasado. Porque se hace visible, celebrando únicamente con loas y con himnos las grandes efemérides, pero se concreta a adoptar actitudes pesimistas y a revelar alarmas infundadas frente a un proyecto de resultancias positivas y eficaces como el que estamos tratando.

El patriotismo estático es el que se inclina a alarmarse ante el pensamiento de que los colonos no pueden entrar en el Chaco, porque no hay en él caminos, ni ferrocarriles; como si los gloriosos colonizadores de la conquista, los hijos de hierro de la madre España, hubieran tenido vía férrea, para transponer los llanos, los montes y los ríos del Nuevo Mundo... (Aplausos en la barra).

El patriotismo estático es el que invoca precedentes que no vienen al caso, porque si los precedentes tienen fuerza, ella nace solamente de la concomitancia y de la correlatividad de causa y efecto y de circunstancias.

La circunstancia de que los colonos franceses de Nueva Burdeos y los sicilianos de Trinacria, recordada por el diputado Salomoni, hayan fracasado, no puede ser aducida como argumento lógico en este debate, porque nadie nos ha dicho que las circunstancias a que se hallaban y las condiciones intrínsecas de vida y organización de esos colonos fueran las mismas de las que hoy se presentan con propósitos análogos.

El patriotismo dinámico es el nuestro, decía, porque nuestro patriotismo no se contenta con exteriorizaciones efímeras y vanas.

Nuestro patriotismo, si bien tiene sus raíces en el pasado, se preocupa también de la suerte que depara el destino al niño de hoy y al hombre de mañana. Nuestro patriotismo quiere que no permanezca cruzado de brazos, esperando que una suerte providencial haga milagros entre nosotros y siembre en las matrices de nuestra tierra, como dijo el Sr. diputado Salomoni, el polen fecundador de un triunfante cosmopolitismo. Nuestro patriotismo desea abreviar y acelerar el ritmo de nuestro progreso."

En ese mismo debate, el entonces ministro del Interior, José Patricio Guggiari, sostuvo:

"¿En qué situación queda el territorio del Chaco? Preguntaba el diputado señor Salomoni. Forma parte de nuestra soberanía. Es una pregunta que se explica precisamente por el error en que el señor diputado estaba al creer que los menonitas van a constituir una República distinta de la nuestra, con leyes propias. Esa región del Chaco seguirá siendo un pedazo de nuestro país, una parte de nuestra soberanía, con la única diferencia de que en vez de tolderías de indios, vamos a tener ciudades (Aplausos)..."

Finalmente, y más allá de los reclamos planteados por la oposición colorada, el oficialismo impuso su mayoría y la ley fue aprobada el 21 de julio de 1921. La misma prescribía que los menonitas que llegaran al país y sus descendientes tendrían los siguientes derechos y privilegios:

a. Practicar su religión con entera libertad. Quedar exentos de hacer juramentos ante la justicia y de hacer el servicio militar obligatorio

b. Fundar escuelas en las que se enseñara su religión y se aprendiera el alemán

c. Prohibir la venta de bebidas alcohólicas en un radio de cinco kilómetros de distancia de las colonias

d. Libre introducción de muebles, maquinarias, utensilios, animales e implementos y exención de impuestos nacionales y municipales por un período de diez años

g, Evitar que ley alguna prohíba el ingreso de menonitas por razones de edad e inhabilidad física o mental.

A fuer de ser justos, es preciso señalar que los opositores colorados tenían argumentos legales de peso para oponerse al proyecto de ley, no obstante, los liberales tuvieron más visión de futuro, y efectivamente propiciaron una medida que facilitó la posesión efectiva del Chaco, entonces en litigio con la República de Bolivia. El tiempo, estimamos, les dio la razón.

De hecho, como bien lo destaca Seiferheld en el libro precedentemente mencionado, "cuando el año 1924 el Paraguay admitió la presencia del primer grupo de inmigrantes canadienses, que debía llegar dos años después, se hizo sentir una primera protesta boliviana a través de una nota de su legación en Asunción fechada el 21 de mayo de 1924 y dirigida al ministro de Relaciones Exteriores Rogelio Ibarra". Como ya hemos consignado anteriormente, Ibarra era cuñado de don Enrique Bordenave, por estar casado en la hermana de éste, Rosa.

La nota del encargado de negocios boliviano Benjamín Mujía Fernández señalaba que el Gobierno boliviano había tomado conocimiento de que era:

"...un hecho la venida de los colonizadores menonitas a quienes el Gobierno paraguayo concediera extensiones considerables de tierras en el interior del Chaco. Importando dicha concesión ejercicio de soberanía por parte del Paraguay sobre territorios que afectan la soberanía de Bolivia, me cumple, señor ministro, de acuerdo a instrucciones, solicitar informes de Vuestra Excelencia acerca del hecho arriba mencionado, dejando desde luego constancia de la protesta de mi gobierno, en salvaguarda de los derechos soberanos de Bolivia, por actos que el gobierno de Vuestra Excelencia haya podido realizar en oposición al compromiso de observar el statu-quo."

Como se ve, mal podría acusarse a los menonitas de haber instaurado un "Estado dentro de otro Estado", como argumentaban los colorados. Directa e indirectamente, su presencia en el país le prestó un gran servicio a la causa de la defensa territorio paraguaya sobre el Chaco Boreal.

 

 

2.      Ministro y Canciller

Al asumir el poder, el doctor Eligió Ayala, el 15 de agosto de 1924, designa ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública al doctor Enrique Bordenave y ministro de Relaciones Exteriores al doctor Manuel Peña.

Este último fallece a causa de una enfermedad el 15 de marzo de 1925. Dos días más tarde, el titular del Poder Ejecutivo emitió un decreto por el cual nombraba encargado del despacho de la Cancillería al doctor Bordenave.

Finalmente, y tras una serie de ataques impulsados por la oposición, Eligió Ayala designa el 11 de mayo de 1925 como ministro de Relaciones Exteriores a Enrique Bordenave y en la cartera de Justicia, Culto e Instrucción Pública al doctor Adolfo Aponte. En suma, el doctor Bordenave ocupó la titularidad de la Cancillería durante la mayor parte de la administración encabezada por Ayala.

En tal carácter, le cupo desempeñar un importante rol en todo lo atinente a las complejas relaciones internacionales con Bolivia, las negociaciones limítrofes y, muy particularmente, lo que guarda relación con los preparativos para un eventual conflicto bélico, en especial participando en los muy sigilosos planes de adquisición de armas.

 

La cuestión chaqueña

Para entender con mayor propiedad todo lo actuado por el doctor Bordenave en la Cancillería durante el tiempo que le cupo desempeñarse como ministro de Relaciones Exteriores, es preciso enmarcar su gestión en el marco más amplio de las muy controvertidas relaciones bilaterales con la República de Bolivia, particularmente en lo referente a la situación pendiente de la demarcación fronteriza.

La cuestión de límites con Bolivia por la demarcación de la frontera se remonta a épocas antiguas. Se trata, en efecto, de un asunto harto complejo, con inmensidad de antecedentes que sería imposible abarcar aquí de manera exhaustiva. De todos modos, nos proponemos dar una visión lo más amplia, abarcativa y también sintética de la situación.

Al asumir el doctor Enrique Bordenave Franco el cargo de ministro de Relaciones Exteriores durante la administración de Eligio Ayala, el litigio con Bolivia en torno a los límites del Chaco- tema que prácticamente abarcaría todo el periodo durante el cual nuestro biografiado se desempeñó como canciller de la república- se encontraba prácticamente como sigue:

"Durante la etapa de normalización institucional que procedió a la Guerra de la Triple Alianza, Paraguay y Bolivia habían suscrito cuatro convenciones de límites, a saber:

El tratado Decoud-Quijarro, del 15 de octubre de 1879 l

El tratado Aceval-Tamayo, del 16 de febrero de 1887

El tratado Benítez-lchazo, del 23 de noviembre de 1894

El tratado Soler-Pinilla, del 12 de enero de 1907, declarado caduco por el Protocolo Ayala-Mujía del 5 de abril de 1913."

En todos estos instrumentos, queda previamente establecido que la cuestión es de límites y no de soberanía. El propio doctor Eusebio Ayala así lo manifiesta en un artículo que escribe en 1929 para la REVISTA MILITAR: "Todos estos documentos dejan en el ánimo la evidencia más perfecta de que la cuestión entre el Paraguay y Bolivia no es de soberanía sobre la región denominada Chaco, sino de definición de fronteras".

Uno de los argumentos esgrimidos por la diplomacia boliviana para sostener sus "derechos" sobre el Chaco consistía en incluir todo el territorio del mismo dentro de la jurisdicción de la antigua Audiencia de Charcas. Partiendo de esta premisa, los diplomáticos bolivianos, en particular el doctor Ricardo Mujía, sostuvieron la tesis denominada uti possidetis jure de 1810.

Por su parte, el Paraguay afirmaba que "el uti possidetis real efectivo, ejercido por medio de actos de jurisdicción política, administrativa, económica, eclesiástica y religiosa sobre el Chaco, correspondió a la Provincia del Paraguay antes de la independencia y a la República del Paraguay después de ella. Esos hechos jurisdiccionales están probados por una inmensa copia de documentos incontrovertibles".

El diferendo con Bolivia al momento de asumir el cargo de canciller el doctor Bordenave está perfectamente sintetizado por uno de sus predecesores -además de cuñado- el doctor Rogelio Ibarra, en la exposición que hizo ante el Congreso Nacional, en el año 1924, es decir, a poco de abandonar el puesto de ministro de Relaciones Exteriores.

En su declaración, Ibarra lamentaba profundamente que en el momento de la suscripción del acuerdo Solar-Pinilla (1907), existieran ya los fortines bolivianos Guachalla y Ballivián, cuyo establecimiento motivó en 1906 una protesta de la Legación paraguaya en La Paz (Bolivia), entonces encabezada por el doctor Pedro Peña.

El canciller de entonces, tras referirse a una serie de incidencias que dieron por caduco el Tratado Soler-Pinilla de 1907, explica que el Protocolo Ayala-Mujía de 1913 establecía en su parte más importante que ambas partes contratantes se comprometían a celebrar un tratado definitivo de límites en el término de dos años a contar desde la aprobación del citado convenio.

No llegándose a un arreglo directo, se sometería la cuestión a un arbitraje de derecho. Mientras se llevase a cabo el arreglo, ambas partes se comprometían a mantener el statu quo del acuerdo Soler-Pinilla, declarando no haber modificado sus posesiones respectivas desde aquella fecha. El documento fue aprobado por ambos gobiernos en julio del mismo año.

“La controversia, pues, se retrotraía a su estado inicial por lo que toca a la discusión de derecho, y nuestro Gobierno designó al señor Fulgencio R. Moreno como plenipotenciario especial para entablar las negociaciones, que comenzaron en mayo de 1915", dijo el Canciller ante el congreso.

Debido a la dificultad de las negociaciones, ambas partes acordaron en 1918 que el statu quo fuese declarado extendido hasta el finiquito del pleito.

La inestabilidad política que afectaba en la época a ambos países, sumada a una serie de incidentes en que los dos se acusaban recíprocamente de violar el statu quo, permitiendo la instalación de empresarios en la región o bien denunciando la incursión de fuerzas militares, hicieron que la interrupción de las negociaciones se extendiera hasta el mismo año de 1924, cuando el Gobierno resolvió enviar a La Paz una misión encabezada por Modesto Guggiari, con el objeto primordial de proponer que los plenipotenciarios especiales de ambos países reasumieran la consideración del arreglo.

No deja de ser llamativo que, en su interpelación ante el Congreso, el doctor Ibarra hiciera un enfático llamado a la unidad nacional como medio efectivo de asumir los dilemas que planteaba la política exterior de la época, fundamentalmente en lo atinente al diferendo con Bolivia por el Chaco, lo cual viene a evidenciar la existencia de diferencias y debates de carácter político que ejercían algún tipo de interferencia y contaminación en la solución del litigio, o cuando menos en el abordaje diplomático del mismo.

"Pero, ¿para qué recordar nada en estos momentos? Solo para hacer comprender a la opinión pública, a todos los ciudadanos que en los asuntos internacionales no puede haber sino un solo criterio, una sola orientación y un solo anhelo. El criterio de que las cuestiones de esa índole no pueden discutirse, ni mantenerse con eficacia sino es con la cooperación de todos los partidos.

La orientación de que ellas deben ser dirigidas de acuerdo a nuestro derecho, que no debe ser debilitado en su estrictez, sino en los casos de qué intereses nacionales de la mayor elevación así lo aconsejasen, y el anhelo de que, en todos los grandes problemas que afectan la esencia

misma de la nación o la dignidad de la patria, no tengamos preocupaciones que nos separen y dividan, sino la preocupación, sagrada en fuerza de su propia elevación, de que nada debemos a nuestros partidas, que no debemos posponer y abandonar ante lo que debemos a la patria”.

Como bien lo expresa el doctor Alfredo Viola en su libro Eligio Ayala. Presidente Constitucional 1924-1928, el gobernante asume la Primera Magistratura del país en un ambiente sumamente conflictivo.

"La oposición afirmaba que cada día se intensificaba la ocupación boliviana, en cambio el oficialismo acusaba a la oposición de alarmista y de crear una falsa alarma, con el solo fin de desacreditar al Gobierno.

En efecto, en julio de 1924, a menos de un mes de llegar al Palacio de López, el diario El Orden señala que la penetración boliviana no es reciente y que los bolivianos están cerca de Nanawa. El periódico acusa igualmente al Gobierno de estar perfectamente al tanto de la situación, ya que envió emisarios para que investiguen e informen al Ejecutivo.

Al asumir Eligió Ayala la Presidencia, el Gobierno boliviano presenta una propuesta formal de arreglo, mediante la cual ambos gobiernos, previa conformidad con el de los Estados Unidos, debían nombrar y enviar a ese país sus respectivas delegaciones para tratar en Washington la cuestión territorial existente, y en caso de no llegarse a un acuerdo directo, someter la cuestión del Chaco al arbitraje directo del presidente norteamericano.

La propuesta fue aceptada por el Gobierno paraguayo, con la declaración explícita de que debía respetarse el protocolo Soler- Pinilla. Desde luego, la prensa opositora, como PATRIA y El ORDEN, cuestionaron severamente la aceptación del acuerdo.

 

 

El caso Rojas Silva

Los antecedentes descritos con antelación sirven para hacerse una idea acabada de cuál era la situación existente con Bolivia al momento en que el doctor Enrique Bordenave se hace cargo del Ministerio de Relaciones Exteriores. El clima, pues, era de una tensión creciente y ya podía preverse, de una u otra forma, que la cuestión iría complicándose aún más en el futuro inmediato.

Sin iludas, el diferendo limítrofe con Bolivia estaría en el corazón de la gestión desarrollada por Bordenave al frente de la Caballería, constituyendo la muerte del teniente 2º Adolfo Rojas Silva uno de los momentos de mayor tensión en las desgastadas relaciones con la vecina república del noroeste.

Previamente, es oportuno hacer referencia a una extensa nota que el canciller Bordenave remitió a su par boliviano, Alberto Gutiérrez, en fecha 25 de febrero de 1927. En la misma, el ministro de Exteriores le recuerda al jefe de la diplomacia de Bolivia que su gobierno nunca tuvo a bien responder un reclamo paraguayo tendiente a que se informe si la empresa William S. Murray había recibido en concesión tierras abarcando lugares comprendidos dentro de la zona de statu quo.

Con posterioridad, Bordenave pasa a explicar lo que el Gobierno paraguayo entiende por zona de statu quo, tal como la misma fue establecida en el protocolo del 12 de enero de 1907. En el acuerdo, ambas partes se comprometían desde aquel momento "a no innovar ni avanzar las posesiones que en esta fecha existan".

"La zona sometida a arbitraje, y afectada por el statu quo (relata el canciller paraguayo) era pues la comprendida, por el Occidente entre los meridianos 62º y 61º 30' Oeste de Greenwich, y por el Norte, entre el paralelo 20º y 30' y el que más arriba señalara 'la línea que en sus alegaciones sostenga el Paraguay'."

Con posterioridad, y aquí viene la parte sustancial de la nota, Bordenave denuncia la instalación de dos fortines bolivianos en el Chaco, en violación de la zona del statu quo. El ministro recuerda que, si bien el presidente Bautista Saavedra, en un mensaje dirigido al Congreso boliviano en 1925 sostenía que tales fortines se habían establecido para "resguardar la línea del statu quo", un mapa incluido en una obra impresa circulada recientemente en el vecino país por el doctor David Alvéstegui, ubicaba los fortines “no solo en la zona donde las dos Naciones están obligadas a abstenerse de todo acto posesorio, sino más acá de la línea del statu quo, en territorio incuestionablemente paraguayo". Expresa, por lo tanto, la protesta formal del caso.

Coincidentemente, el mismo día que está fechada la nota aludida, a las 15 horas, "aparecieron en el fortín boliviano Sorpresa, situado cerca del Pilcomayo, un oficial y tres soldados paraguayos, con un guía indio", según relata el historiador norteamericano David Zook, en su libro La conducción de la guerra del Chaco. El mismo señala además:

"El teniente 2º Rojas Silva y sus hombres, mientras exploraban las corrientes de agua del lugar, salieron por inadvertencia en el fortín boliviano e inmediatamente fueron detenidos. Rojas Silva fue confinado, mientras esperaba un interrogatorio, en un pequeño rancho, bajo la custodia de un solo conscripto. Como suele ser de práctica en tales circunstancias, el teniente paraguayo intentó fugarse, pero en la lucha que entabló con el custodio, éste le dio muerte. ¡Primera sangre derramada en el Chaco Boreal, que de unas pocas gotas se convertiría con el tiempo en un torrente!”

Un comunicado del Ministerio de Guerra boliviano detalló su versión de los acontecimientos de la siguiente manera:

"El teniente paraguayo prisionero logró fugarse, refugiándose en el bosque. Al ser perseguido entabló lucha con el soldado Froilán Tejerina, a quien logró desarmar, hiriéndolo. Tejerina recuperó su arma, y en uso de legítima defensa y en cumplimiento del deber lo hirió a su vez, mortalmente. En aras de la confraternidad sudamericana, y a solicitud del Gobierno paraguayo, fueron puestos en libertad los prisioneros, previa autorización del Estado Mayor General."

Al ser conocido en Asunción, el suceso generó una tremenda conmoción en la ciudadanía y en la clase política. Inmediatamente de acontecido, comienza un intercambio epistolar oficial entre las autoridades de uno y otro país.

El 27 de febrero del 27, el encargado de Negocios de Bolivia en Asunción, Bailón Mercado, remite una nota al canciller Enrique Bordenave en la cual denuncia una "violación de la soberanía territorial" boliviana por parte de Rojas Silva y sus acompañantes, y solicita que no se vuelvan a repetir actos de similar naturaleza.

El 1 de marzo, el canciller Bordenave contesta a Mercado: "Mi Gobierno carece, hasta este momento, de informes respecto al hecho que V.S comunica haberse producido". Tras consideraciones de distinta índole, el ministro pide que se disponga inmediatamente de parte del Gobierno boliviano la libertad de la patrulla detenida.

Casi una semana más tarde, el 7 de marzo, Mercado dirige una nueva nota al ministro Bordenave en la que comunica la liberación de los integrantes de la patrulla paraguaya. Hasta entonces, no había mayores novedades acerca del teniente Rojas Silva.

No obstante, el 17 de marzo, el encargado de Negocios boliviano vuelve a remitir una nota al canciller Bordenave en la que comunica la muerte de Rojas Silva, a tenor de lo expresado en el comunicado del Ministerio de Guerra de Bolivia citado anteriormente.

Aquí es cuando la ciudadanía paraguaya toma conocimiento del hecho, provocándose una furibunda reacción por parte de la opinión pública. Refiere el historiador Luis Verón en su artículo "Adelantado y Mártir", publicado en el diario ABC COLOR en abril de 2010:

"El Centro de Estudiantes de Derecho realizó una reunión en el Unión Club para reflexionar y debatir ante los incidentes ocurridos en el Chaco. Fueron invitados los directores de periódicos, presidentes de partidos políticos, el obispo diocesano y otros notables. Unos días después, una multitudinaria manifestación de repudio por el alevoso asesinato del teniente Rojas Silva llenó las calles de la capital paraguaya."

Siguiendo con el intercambio epistolar entre ambos países, responde el ministro de Exteriores al día siguiente, el día 18. En primer término, Bordenave lamenta que Bolivia haya demorado tanto tiempo en dar a conocer oficialmente el deceso del teniente Rojas Silva.

Existe, por el tono y el contenido de la nota del canciller Bordenave, una suerte de "aceptación" de que el incidente de Rojas Silva supuso, de algún modo, una vulneración de la soberanía territorial boliviana, al menos como estaba establecida hasta la fecha.

"Dada la forma como se produjo el acontecimiento, mi Gobierno considera que el fatal incidente que nos ocupa, es un hecho lamentable, desgraciado, pero individual y sin proyecciones internacionales, toda vez que existe la categórica y leal declaración que en su nombre he formulado: de que no ha tenido ni el más remoto propósito de lastimar el no desmedrado honor de la Nación y del Ejército paraguayos".

Mercado le responde el 2 de abril, asegurando que su Gobierno procederá a esclarecer nuevamente los hechos, "castigando a los culpables si los hubiese".

El canciller Bordenave vuelve a enviar una nueva y última nota a Mercado, esta vez el 19 de abril de 1927. En ella, puede notarse un cambio en el tono del ministro paraguayo. Informa al boliviano que, independientemente de las investigaciones dispuestas por el Gobierno boliviano para aclarar el caso, el Gobierno del Paraguay también ordenó la instrucción de un sumario que esclarezca por completo las circunstancias en que se produjeron la detención y la muerte del teniente Rojas Silva y todos los hechos relacionados con ese luctuoso suceso. "Recién cuando obren en su poder todos los elementos formales de juicio, le será dado  hacer llegar a vuestra señoría su respuesta definitiva".

En una segunda parte, Bordenave le recuerda a Mercado que Bolivia aún no respondió al reclamo paraguayo que él mismo formuló en su nota del 1° de marzo pasado, a saber, si la patrulla de Rojas Silva se produjo más allá del meridiano 61º 30' Oeste de Greenwich o al Este de referida línea (es decir, en incuestionable jurisdicción paraguaya).

"El incidente de Rojas Silva reveló al mundo que el Chaco era potencialmente un barril de pólvora", afirma Zook. El caso, por otra parte, sirvió para que Bolivia aceptara con mayor celeridad la celebración de una conferencia en Buenos Aires para abordar la cuestión de límites.

Finalmente, el canciller boliviano Alberto Gutiérrez, y el diputado paraguayo Lisandro Díaz León, suscriben el 22 de abril de 1927 en la Legación de Bolivia en Buenos Aires un protocolo por el cual se aceptan los buenos oficios del Gobierno argentino para promover la solución del diferendo limítrofe. El artículo 4º establece que "en caso de no poderse arribar a un acuerdo sobre la fijación definitiva de la frontera internacional, los plenipotenciarios harán constatar los motivos del disentimiento y fijarán la zona determinada sobre la cual deba recaer el fallo de un tribunal arbitral que designarán de acuerdo".

La Conferencia de Buenos Aires inauguró su trabajo el 29 de setiembre de 1927. Tras un estancamiento inicial, las Conversaciones fueron retomadas el 7 de mayo de 1928. Los esfuerzos diplomáticos naufragaron completamente ante la mutua desconfianza de los dos países dé pretender quedarse con "indebidas" extensiones de territorio chaqueño.

Hasta aquí llega la gestión del doctor Bordenave como canciller de la República del Paraguay. La cuestión limítrofe con Bolivia, como decíamos, consumió gran parte de sus ocupaciones como jefe de la diplomacia paraguaya. El 15 de agosto de 1928 asume la Presidencia de la República el doctor José Patricio Guggiari, quien designaría al doctor Gerónimo Zubizarreta como ministro de Relaciones Exteriores.

Bajo esta administración, y como consecuencia del choque producido entre fuerzas paraguayas y bolivianas en las proximidades del Fortín Galpón, se produjo la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países.

Ante la gravedad de los hechos y el notorio deterioro de la situación, la Conferencia Internacional Americana de Conciliación y Arbitraje, reunida en Washington, ofrece sus buenos oficios para mediar en el conflicto.

 

 

Cuerpo Docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales junto al Rector Dr. Cecilio Báez, a finales de los años veinte. De pie, de izq. a der. Sigfredo Gross Brown, Justo Pastor Benítez, Amadeo Báez Allen­de (Secretario) un niño, Juan Ramón Chaves, Francisco Rolón, César López Moreira, Pedro P. Larán, Aníbal Delmás, Adolfo Aponte, Pedro P. Samaniego, y Luis A. Argaña. Sentados en el mismo orden, Luis De Gasperi, Félix Paiva, justo P. Prieto, Cecilio Báez, Luis A. Ríart, Enrique Bordenave y Celso R. Velázquez.

 

3. Embajador en Estados Unidos

El momento en que le cupo al doctor Enrique Bordenave Franco desempeñarse como Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario ante el Gobierno de los Estados Unidos de América (entre 1933 y 1936) era particularmente complejo para vida histórica del Paraguay: el país se encontraba sumido en conflicto bélico con la República de Bolivia por la posesión del Chaco.

Esos años tampoco eran fáciles para el país receptor del evo embajador paraguayo. Tras triunfar en unas elecciones en las que hizo hincapié en orientar los esfuerzos del Gobierno Estadounidense a la recuperación económica del país, castigado severamente con la crisis financiera del año 1929, Franklin Delano Roosevelt asume la Presidencia de los Estados Unido de América el 4 de marzo de 1933.

Al momento de llegar a Washington y presentar sus carta credenciales, Roosevelt también estaba abocado al reforzamiento de los lazos políticos y económicos en todo el Hemisferio Occidental.

Aunque muchos imaginan que el cargo de Embajador en Washington estaría rodeado de gran pompa, la situación no era precisamente tal en aquellos tiempos. Bordenave, el embajador, era el único diplomático paraguayo existente en la legación. Ello obligó a su esposa, Margot, a desempeñar en la práctica, y sin remuneración de ningún tipo, las funciones de una funcionaría administrativa.

En su libro Para Alicia, el doctor Bordenave (h) así rememora aquella circunstancia:

"En esta última actuación en los Estados Unidos, Mamá fue bastante más que la esposa del diplomático paraguayo. Era la ama de casa, desde luego, y la encargada de llevarnos a Peggy y a mí a la escuela (al principio, después íbamos solos), pero también la mecanógrafa, secretaria, telefonista, recepcionista y hasta la chofer de la Legación. Era asimismo quien descifraba los telegramas en 'clave' que recibía la Legación del Gobierno paraguayo, y quien ponía 'en clave' los mensajes que Papá enviaba al gobierno nacional.

Mamá, además, podía y solía ser muy simpática. No puedo olvidar cómo una sonrisa transformó su rostro, iluminándolo, en una oportunidad que a Peggy y a mí -con seis y cuatro años- nos pareció especial: nuestros padres habían sido invitados a cenar con el presidente F.D. Roosevelt en la Casa Blanca, y Papá debía ir de smoking y Mamá de vestido largo. Ambos también muy abrigados pues hacía un frío loco y todo estaba cubierto de nieve.

Peggy y yo los acompañamos hasta el auto porque ¡se iban a la Casa Blanca! Algo extraordinario para los chiquilines locales y para nosotros, contagiados por ellos. The president of the United States of America era en aquel tiempo -y para los americanitos- algo así como un Dios Griego descendido a la Tierra. Lo creíamos un descendiente directo de personajes como Jorge Washington, Tomás Jefferson y Abraham Lincoln.

Llegados al auto, Mamá, chofer -sin sueldo- de la Legación, abrió la puerta, se sentó en el asiento correspondiente a su cargo, y dio una patadita con una de sus piernas para que el vestido largo se levantara y no le molestara para conducir el coche, y al mismo tiempo encendió su cara con una sonrisa maravillosa [...] Subió al auto también Papá, y partieron hacia la Casa Blanca. Happy times are here again, como decía una canción de la época, que en realidad, era bastante dura todavía para los listados Unidos, desde la gran crisis de 1929."

Durante su estancia en Washington DC, el ministro plenipotenciario Bordenave realizó diversas gestiones ante el Departamento de Estado y la Unión Panamericana -predecesora de la Organización de los Estados Unidos de América, fundada en 1948- para explicar la posición paraguaya en torno al conflicto Bélico que se desarrollaba con la República de Bolivia.

 

Se desploma la hegemonía liberal

La actividad diplomática del doctor Bordenave en los Estados Unidos se vio abruptamente terminada por el derrocamiento de los gobiernos liberales por parte de la conocida como "Revolución Febrerista".

Para entender los hechos que precipitaron la caída del doctor Eusebio Ayala del Gobierno de la República, es importante analizar algunas cuestiones históricas relevantes, que nos permiten visualizar el marco en el que se produjeron aquellos acontecimientos que tan particularmente incidirían en el desarrollo de la vida política institucional de la República del Paraguay.

En el primer aniversario de la "Revolución Libertadora" del 17 de febrero de 1936, el propio presidente provisional de la República, coronel Rafael Franco, da cuenta en un "Mensaje al Pueblo", de los motivos por los cuales se produjo el colapso de lo que él llamaba "régimen" liberal que se extendió a lo largo de 32 años, desde 1904 hasta que él produjo el golpe de Estado contra el presidente Eusebio Ayala.

"Los dos últimos períodos presidenciales fueron de anormalidad institucional. El estado de sitio rigió permanentemente durante ocho años y los principios constitucionales existieron de nombre. La representación popular carecía como era inevitable de todo prestigio y justificación por falta de libertad electoral.

La preocupación política, la pasión por un color, ha dejado de ser la inclinación dominante en nuestro pueblo. Justos anhelos de mejoramiento económico y patriótico han desplazado de su espíritu al fanatismo partidario de tipo antiguo que nunca le procuró alguna ventaja. Y así emigraban del país los elementos más capaces de iniciativas propias, en busca de condiciones más favorables al trabajo.

El vínculo de partido no ataba a los ciudadanos al terruño; antes bien era un factor de relajamiento porque los dirigentes políticos no pudieron imprimirle fines elevados y nobles. Los intereses de círculo, siempre personalísimos, proyectaban sobre el país la discordia y la intranquilidad, que a la larga tenían que producir ese profundo cisma entre el pueblo y a Gobierno, que hizo crisis el 17 de febrero, una vez producidas las condiciones que hacían impostergable un cambio de sistema.

Este desenlace natural se presentía fácilmente en el frente de guerra, donde se caracterizaron perfectamente las fuerzas que debían gravitar después de la victoria. Esta circunstancia es una garantía de larga vida de este movimiento renovador, que no podrán destruir los gastados procedimientos de la política vieja. [...]

Los caudillos de ayer ya no engañan ni entusiasman a nadie. Así se explica que durante la corta agonía del 'régimen' no se moviese nadie en su socorro. Algunos de esos caudillos, populares en otro tiempo, lograron escapar a pueblos vecinos a la Capital para juntar 'correligionarios' y sólo encontraron indiferencia y desdén en todas partes."

Como el mismo Franco lo confiesa, su movimiento estuvo particularmente dirigido por fuerzas militares, sobre todo aquellos que habían tenido participación en el conflicto bélico del Chaco, oficiales intermedios, y que se creían desplazados o desatendidos por el "régimen" aludido por el presidente provisional en su mensaje, donde también resaltaba:

"Las considerables fuerzas civiles que apoyan y sostienen a la Revolución han adquirido una organización y una consistencia que no tenían antes. Las componen en su mayor parte excombatientes del Chaco, es decir, ciudadanos que en punto a patriotismo y cumplimiento del deber no necesitan recibir ejemplos de nadie. Forman ellos, por su calidad y por su número, jamás legítima esperanza de la Nación y cualquier gobierno del mundo podría sentirse honrado de una guardia como ésta.

Esas aspiraciones son las que se han concretado en la formación del Partido de los excombatientes o sea la Unión Nacional Revolucionaria, a la que han adherido además ciudadanos que por razón de su edad o de sus conocimientos especializados no tuvieron oportunidad de tomar parte en la defensa militar del Chaco. Se comprenden en esta categoría hombres que se distinguieron también en la defensa de los derechos mi país por su preparación intelectual y elementos de trabajo y orden, que habían perdido todo interés por la política y que ahora participan en ella en mérito de la misión histórica que le toca cumplir a la Unión Nacional Revolucionaria."

Estos antecedentes permiten entender el origen de la Revolución Febrerista y las acciones gubernativas desplegadas por el coronel Franco durante el ejercicio provisional de la Presidencia de la República.

No obstante, su paso por el Gobierno no duró demasiado. Descontentos con las medidas impulsadas por el franquismo, algunos sectores conservadores de las Fuerzas Armadas, de consumo con la cúpula del Partido Liberal, producen el derrocamiento de Rafael Franco. Lo sucede en el Gobierno un político sumamente ilustre y honesto, quien en el pasado ya había ejercido importantes servicios a la República desde distintos ámbitos de la actividad pública, el doctor Félix Paiva (1877-1965).



Epílogo

De esta forma se extinguió la vida de un gran servidor público del Paraguay, un hombre de sólida preparación profesional e impecable catadura moral, como los muchos que existieron y dieron lustre al nombre del país durante los más de 32 años durante los cuales el Partido Liberal tuvo la responsabilidad histórica de conducir los destinos de la nación.

Tal como señalábamos al comienzo de esta obra, seguramente el paso del tiempo -las más de siete décadas que nos separan de su desaparición física- constituye un factor que contribuyó al hecho de que su vida y su destacada acción pública no sean lo suficientemente ponderadas por las generaciones presentes. De allí la importancia de rescatar, aunque más no sea de manera breve y modesta, la trayectoria de Enrique Bordenave Franco. Su nombre, sin lugar a dudas, quedará siempre unido a las esforzadas acciones que desplegó la República del Paraguay para defender su territorialidad y su soberanía nacional.

Además, su figura se acrecienta notablemente al considerar las dimensiones de sus convicciones más profundas y, de modo muy particular, su profundo sentido de honestidad y de compromiso ético con la promoción de las grandes causas nacionales.

Quede, pues, este humilde trabajo como un testimonio de servicio prestado a la República por un intelectual de fuste y un hombre público que encarnó en su propia vida los ideales que muchos paraguayos consideramos deben constituir el necesario derrotero de todo hombre y mujer que pretenda en el presente así como en el futuro honrar al país con un trabajo denodado, digno y, muy por encima de todo, auténtica e impecablemente transparente.





APÉNDICE

 

I. Contestación de la delegación paraguaya al memorial boliviano. Delegación Paraguaya a la Comisión de Investigación y Conciliación

Washington, mayo 16 de 1929

Señor Presidente:

Tenemos el honor de presentar a la comisión que vuestra excelencia tan dignamente preside, nuestra réplica al memorial de la delegación de Bolivia. En esta tarea, nos empeñaremos en ser breves y concisos, todo cuanto nos permita naturalmente la defensa de la causa que sostenemos, tan respetable como justa.

Antes de entrar al examen de dicho documento, nos será permitida una disgregación previa.

A raíz de los incidentes que se produjeron en el Chaco en el mes de diciembre último, el Gobierno de La Paz se esforzó en colocar al Paraguay en la situación de autor del delito de agresión contra derechos e intereses bolivianos, y en demostrar que el incidente de Vanguardia no era sino un hecho esporádico, sin causa en el pasado y ajeno enteramente a los antecedentes del litigio entre ambos países. La delegación de Bolivia no ha hecho si no traducir fielmente esa actitud de su Gobierno.

El incidente de Vanguardia, como los demás ocurrido anterior y posteriormente, son el resultado lógico de la situación creada en el Chaco contra la voluntad y los deseos del Paraguay, evidenciados en diferentes oportunidades.

La conducta del Paraguay en Vanguardia comporta, al propio tiempo que un acto de soberanía, la defensa legítima de su territorio, custodiado por una antigua y pública posesión. Y si el Paraguay en esa emergencia buscó la justificación de los hechos, fue por la convicción profunda que tiene del concepto moderno de la vida internacional de los pueblos. Es indudable que este concepto hoy en día ha experimentado una honda evolución respecto de lo que era en épocas pasadas. Un país no vive ahora absolutamente aislado como antes, y por consiguiente, sus relaciones hallan se íntimamente entrelazadas con las de todo lo demás. Puede decirse que en los destinos de un pueblo, en el presente, pesa e influye el espíritu y el juicio de los otros.

Hay en este sentido una especie de control recíproco que, manto más eficaz sea, tanto mejor ha de ser para la suerte de la humanidad. Así se explica cómo con motivo de los incidentes surgidos entre el Paraguay y Bolivia, que colocaron a estos dos países al margen de la guerra, hubo un movimiento muy grande y muy generoso el opinión universal, encaminado a impedir la lucha, considerando esta como un crimen en que no se debía incurrir. La conciencia del mundo civilizado ha quedado evidenciada en esta forma.

Es ante esta opinión universal, tan claramente traducida por los Gobiernos, la diplomacia y la prensa de los países en General, que el Paraguay ha querido justificar su conducta en los lamentables incidentes del Chaco, afanándose en concurrir, donde quiera fuese necesario, para esta justificación. Pero no se pretenda confundir los propósitos de esta conducta con la idea más remota siquiera de una culpabilidad, que el Paraguay rechaza, apoyado en la verdad y en la justicia.

El protocolo del 3 de enero de este año, en virtud del cual ejercer sus funciones esta comisión, define, sin dejar dudas de ningún género, la posición del Paraguay en los términos precisos que creemos conveniente transcribir:

"El representante del Paraguay niega que su país haya cometido agresión alguna, y afirma que el Paraguay se mantuvo siempre dentro de las normas jurídicas y del cumplimiento leal de los pactos vigentes. Añade que ha sido Bolivia la que realizó actos de provocación y de agresión penetrando con sus fuerzas armadas en territorio poseído por el Paraguay, no sólo en el caso del fortín 'Vanguardia', en que dichas fuerzas fueron las primeras en hacer fuego sobre las fuerzas paraguayas, sino anteriormente a él, en que se hizo en dicho territorio diversas incursiones fundando nuevos fortines. Que posteriormente al suceso del fortín 'Vanguardia' fuerzas regulares del ejército boliviano invadieron el territorio poseído por el Paraguay, atacando fortines y bombardeando posiciones paraguayas. Que la comisión debe investigar ampliamente todos esos hechos y los antecedentes de derecho para establecerse a qué país incumbe la responsabilidad y el deber de las consiguientes reparaciones."

Hecha esta digresión, que conceptuamos indispensable, vamos a entrar al examen del referido memorial, documento extremadamente simplista, desde que se concretará exclusivamente a relatar el incidente de Vanguardia. Desvinculado de sus antecedentes, cual si fuese, como ya hemos dicho, un hecho esporádico. Es, además, el mismo documento exageradamente tendencioso, sin mucho respeto a la verdad y buscando una finalidad exclusivamente particular e interesada.

De las primeras páginas del memorial, surgen afirmaciones que iluminan con nítida precisión el pensamiento y el propósito de Bolivia en lo que toca a la manera de considerar la cuestión de límites con el Paraguay y a la forma de solucionarla.

"Bolivia, fiel a la política de paz y armonía americanas, que en el curso de su historia le valiera la pérdida de su salida al océano...", dice el alegato, olvidando que la incomunicación con el Pacífico fue el resultado de su intervención en la guerra con Chile, “ha procurado siempre por todos los medios, alcanzar un arreglo amistoso con el Paraguay..."

El Paraguay mantiene su posesión sobre el Chaco desde el año 1536 en que lo descubrió, exploró y ocupó. Natural es, pues, que cuando Bolivia perdió su costa en el Pacífico y comenzó a pensar en la posibilidad de orientar sus pretensiones hacían las márgenes del Río Paraguay, se dirigiera al Gobierno del Paraguay en procura amistosa de convenios que dieran forma y realidad a sus, hasta entonces, inseguros y vacilantes deseos.

Sensible es que el memorial no precisé y haga constar cuan noble y fraterna fue la conducta del Paraguay en ese momento del proceso históricos del litigio. En 1979, fecha del primer tratado de límites, en instantes poco afortunados de la vida de Bolivia, el Paraguay, apenas convaleciente de su enorme infortunio, sacrificaba expresamente su derecho a una parte del norte del Chaco, renunciando a favor del pueblo Hermano a una porción de su heredar. Y la historia de este tratado muestra claramente que un reparo fundamental, opuesto por el Congreso boliviano, marcó el comienzo de las dificultades que se opondrían a su sanción definitiva.

Las mismas observaciones, con algunas variantes pueden ser aplicadas a todos los demás convenios, para cuyo perfeccionamiento opuso Bolivia obstáculos de diversos órdenes, pero que le son imputables. Así, los tratados de 79 y 87 fueron modificados sustancialmente por el Congreso boliviano, sobre todo el primero; el del 94 no llevó a considerarlo, bajo el fútil pretexto de que primero lo hiciese el Congreso paraguayo; y en cuanto al último, el de 1907, son demasiadamente conocida las causas de su fracaso: un incidente diplomático entre Bolivia y la República Argentina, acabó por inhibir al Presidente de esta última, árbitro designado por aquel tratado. El Paraguay fue enteramente ajeno a los motivos que invalidaron el susodicho pacto, aparte de que también ha sido notoria la repulsa de Bolivia al convenio Pinilla- Soler, a raíz misma de haberlo rubricado.

Expresa el memorial de la delegación de Bolivia que "convencidos los gobiernos bolivianos de la inutilidad de sus esfuerzos por obtener una solución armónica, se limitaron a proseguir en el Chaco la esforzada obra civilizadora, iniciada a raíz de la independencia, mediante el fenómeno de exploraciones científicas, el establecimiento de reducciones a cargo de misioneros y la fundación de colonias agrícolas y militares, que, con el nombre de fortines, han ido ganando para la civilización... Territorios abandonados a la barbarie."

Cúmplenos puntualizar y destacar la grave afirmación que entraña el párrafo transcrito, porque nunca como en esta ocasión, representante alguno de Bolivia ha enunciado tan claramente ante el juicio imparcial de las naciones, el móvil real, el pensamiento directriz de la conducta internacional de su patria con respecto al Paraguay.

Cambiando los términos que aprisionan el concepto, el párrafo que comentamos dice paladinamente lo siguiente: "cuando nos convencimos de que no podíamos obtener que el Paraguay cediera amistosamente lo que queríamos del Chaco, que nunca poseímos, no decidimos a abandonar las vías legales, senda por donde se encaminaron las negociaciones, e iniciamos a raíz de la independencia, no antes ni en el momento del 'uti possidetis', el avance de nuestras posiciones"

Y en esa forma, continúa el memorial, "llegó momento en que los fortines bolivianos se encontraron con los puestos avanzados del ejército del Paraguay". Queda por tanto en evidencia, por la propia declaración de la delegación de Bolivia, formulada ante esta altísima comisión de naciones, que Bolivia, cuando no pudo obtener la total satisfacción de sus pretensiones, por los medios que autorizan el derecho internacional y los principios que regula la existencia de los estados soberanos, se resolvió y decidió innovar el estatus de derecho y tomar de facto lo que no poseía, o mejor dicho, lo que poseía el Paraguay.

Queda igualmente evidenciado que en este camino y legal por el cual había entrado Bolivia, no le detuvo la posesión paraguaya exteriorizada y mantenida mediante el ejercicio permanente de actos civiles, y que sólo contuvo el proceso de su avance ante los primeros puestos militares paraguayo. Lo que calla el alegato boliviano es que el avance de sus fortines no se detuvo, en ocasiones, ni siquiera en la zona custodiada y vigilada por el ejército del Paraguay, en las que viejas y consentida guarniciones velaban por la soberanía de su patria.

Tal es el caso del fortín Vanguardia, situado al sur del Río Negro, hasta donde llega la posesión material del Paraguay, levantando y clavado en la región de nuestras guarniciones del norte, todas existente desde ante de 1907. Y todo esto nos autorizada a calificar de simplista y tendenciosa la exposición boliviana, intentando desvincular el incidente de Vanguardia de su proceso natural, tan claramente diseñado, y ante lo cual tan sólo cabe pensar que de no mediar, el esta emergencia, el reflexivo y honestos pacifismo del Paraguay, los sangrientos incidentes ocurridos se hubieran producido mucho antes.

Bolivia durante el periodo de su independencia ha continuado poseyendo los territorios de Apolobamba hasta el Brasil, celebrando pactos para su delimitación, y no es verosímil, por tanto, suponer que hubiese mantenido esta posesión y hubiese firmemente arraigado en su conciencia nacional su legítima soberanía in haber tenido el derecho de dominio inamovible.

Estos hechos históricos que se han producido y desarrollados por siglos y que persisten hasta el presente, serian bastante por si solos, para consignar y hacer respetable los derechos de Bolivia

Los hechos que se suceden en la vida de los pueblos tienen lógico encadenamiento. No es posible admitir la aparición súbita de un derecho o de un acto cualquiera de soberanía como un fenómeno esporádico, no procediendo causas determinantes que le sirvan de fundamento y antecedente.

Comentando los párrafos transcritos, dice el publicista paraguayo Don Fulgencio R. Moreno, en su obra el problema de las fronteras:

"En los expresivos párrafos, La república de Bolivia, presentaba hace años en un debate análogo al que nos ocupa, la comprobación final y decisiva de sus derechos a un vasto territorio que pretendía también el Perú.

La no interrumpida posesión, los actos internacionales basados en la misma y el arraigo de su soberanía en la conciencia nacional eran alegados por Bolivia como títulos incontestables de su legítimo dominio. Y en tal concepto tachaba de nulas las pretensiones contraria que, según decía, se manifestaban intempestivamente como un fenómeno esporádico, sin arraigo en el pasado, sin causas determinantes que le sirvan de fundamento y antecedente.

Prescindiendo de las aseveraciones nosotros estamos completamente de acuerdo con los principios generales que proclamó Bolivia como base de su defensa."

Pues bien, la delegación del Paraguay hace suyos también ahora esos principios enunciados en el alegato del Dr. Villazón, y denuncia que el memorial boliviano se aparta de sus términos al pretender presentar los incidentes del Chaco como sucesos esporádicos, sin causas originarias, si la lógica coordinación que los hace aparecer como la crisis final determinada por el avance boliviano en el territorio secularmente poseído por el Paraguay y para cuya delimitación celebró el Paraguay pactos internacionales, por el norte, con el Brasil, y con la Argentina, por el sur.

El Tratado la Triple Alianza, de 1865, asignaba de antemano a la República Argentina todo el territorio del Chaco hasta Bahía Negra, y un millón de paraguayos sucumbieron abnegadamente defendiendo la integridad del solar nativo. ¿Qué hacía entretanto Bolivia? En 1867, en la mitad de nuestra guerra, pactaba límites con el Brasil arrancando su línea desde el norte de la Bahía Negra, y dejando por consiguiente fuera de discusión el territorio comprendido entre Bahía Negra y el Pilcomayo, y es que entonces, aun cuando la devastación y la muerte se enseñoreaban del Paraguay, el gobierno de Bolivia respetaba todavía lógico encadenamiento de los hechos que se suceden en la vida de los pueblos, y ya que traemos a cuenta, por vía de defensa, la guerra del 65, que aniquilo al Paraguay, es justo deducir de ella la razón que ampara nuestra causa frente a los pretensos derechos dominiales de Bolivia sobre el Chaco. La verdad fluye incontrarrestable.

Cuando la guerra hace de esto más de medio siglo, tanto la Argentina como el Brasil y el Uruguay, consideraban el Chaco como de exclusiva propiedad del Paraguay. No ha menester de probanzas semejante evidencia.

Por el Tratado de la Triple Alianza, se adjudicaba el Chaco íntegramente a una las naciones beligerantes. No es posible conseguir que los países que constituyeron y firmaron ese tratado previo para llevar la guerra al Paraguay, no tuviesen la plena convicción de que los territorios que se adjudicaban, no fuesen de la pertenencia perfecta del Paraguay. Acabamos de decir que Bolivia, lejos de cumplir con el primordial deber de quien se cree dueño de un territorio, esto es, o poner la fuerza a la fuerza, pactó con el Brasil, arriba de Bahía Negra, dejando libre la adjudicación del Chaco a la República Argentina; y no se arguya que bastasen meras resalvas diplomáticas por parte de Bolivia frente al Tratado de la Triple Alianza, resalvas que no pueden interpretarse, de acuerdo a sus antecedentes, sino como derechos litigiosos allá por las cabecera del Pilcomayo y del Parapití, y por los contrafuertes andino de Santa Cruz y Chiquitos. No puede darse otra interpretación ni otro alcance a las reservas hechas por Bolivia al Tratado de la Triple Alianza, del lº de marzo 1865.

En cuanto a las reservas que hiciera el tratado de límites de 1876, cabe expresar que tales reservas son nulas y de ningún Valor, de acuerdo a la tesis sustentada por Bolivia en repetidas ocasiones. Con esa tesis, podríamos fulminar la validez de tales reservas, hechas no en el cuerpo del texto de ese tratado sino aparte, en el acta de la quinta conferencia de los plenipotenciarios que concurrieron a su estudio y discusión, con sólo alegar que el tenor expreso y sustancial de un tratado es su plena por prueba. Este no puede ser modificado ni condicionado por documentos extraños a él, a menos que se observen en ellos las mismas solemnidades que requiere un tratado para ser eficaz y obligar a los estados.

Precisando el pensamiento de la tesis, puede decirse: un tratado no se modifica, ni se altera sino mediante otro tratado. Por consiguiente, las reservas que Bolivia formuló contra el tratado de 1876, ajustado entre la Argentina y el Paraguay, carecen de todo Valor jurídico, desde que no integraron su texto y no fueron sancionadas ni por el Congreso Argentino, ni por el Congreso Paraguayo como lo ha sido aquel tratado.

Poco habría costada Bolivia para rodear a dichas reservas de las condiciones formales que eran indispensables para su validez y eficacia, con sólo requerir del Paraguay y la Argentina el requisito esencial que le faltaba. Bolivia, empero, nada hizo en este sentido. No hay antecedentes que pruebe su gestión.

Explicable es, sin embargo, la negligencia de Bolivia al respecto. Es que sus pretensiones sobre el Chaco eran por aquella época muy limitada, y, sobre todo, muy vacilantes, al revés de las que son hoy día, desmesuradas, tocando a veces los límites del absurdo.

El recordado argumento fue esgrimido por el Gobierno de Bolivia recientemente y en una forma resonante. Cuando la comisión de investigación de Montevideo, para prevenir conflictos entre los estados, en virtud de la convención Gondra, reclamó de Bolivia su incorporación a ella con la designación de dos representantes, el Presidente de aquella comisión, Sr. Fortunato Vega, adujo extensas consideraciones jurídicas para demostrar que Bolivia está obligada a intervenir en su seno. Esta, por su órgano legítimo, replicó en los siguientes términos, que valen la pena de ser transcritos.

"Vuestra excelencia expresa que la adhesión del Gobierno de Bolivia al convenio panamericano de Santiago tiene los caracteres de una ratificación concluida y que dentro de los principios internacionales, incumbe al ejecutivo de cada estado obtenerla y, sólo después de perfeccionada, depositar el instrumento de adhesión. Me perdonará vuestra excelencia, que anote que son cosas muy distinta adhesión y ratificación y que el ejecutivo de Bolivia no ha expresado en ningún momento, al comunicar su adhesión, la del ejecutivo, a Santiago, que estuviese ella ratificada por el legislativo, y la prueba de la sinceridad con que procede, es que el 20 de noviembre último, dieciséis días antes de la invitación de esa comisión permanente, pasó el convenio para su ratificación al Congreso.

Al examinar el pacto de Santiago, se confirman nuestra tesis, puesto que el artículo nueve establece y reconoce que dicho pacto debe ser ratificado previos los respectivos procedimientos constitucionales.

El gobierno de Bolivia, con apresuramiento revelador de su sincero pacifismo, avisó a Santiago que se adhirió al convenio; pero si este mismo exige la ratificación por los medios constitucionales, es irredargüible que, mientras ellos no se hayan cumplido, la adhesión presentaba a Bolivia en las mismas condiciones que los estados originariamente signatarios, siendo indispensable para ella y estos se hallen perfeccionados o perfectamente comprometidos, que se produzca para todos la ratificación del poder competente.

Parece que de las citas de tratadistas que V.E. Invoca quisiera desprenderse que la adhesión la pueda dar sólo el Gobierno, aun sin autorización del poder encargado por el derecho público de cada país de concluir los tratados. Esto es imposible. Todas aquellas citas revelan y suponen que la adhesión, para ser perfecta debe ser autorizada por el poder competente y cuando está autorización aún no se ha producido, se trataría de una adhesión imperfecta. Entonces se presenta la doctrina expresada por el clásico Vattel:

Si una persona pública celebra un contrato o un convenio, sin orden del soberano, o sin estar autorizado para ello por el poder de su encargo y excediendo los límites de su comisión, el tratado es nulo, como hecho sin poder suficiente y no puede adquirir fuerza sin mediar la ratificación.

Luego el acto del Gobierno boliviano fue un acto preliminar que para su plena validez requiere la aprobación legislativa, según nuestro sistema constitucional."

Lo transcrito, que condensa el criterio oficial de Bolivia, sería perfectamente aplicable al caso de las reservas hechas al tratado de 1876, celebrado entre el Paraguay y la República Argentina.

Pero tanto, por vía de hipótesis, que esas reservas no adoleciesen del vicio enunciado, aun así, e interpretadas de acuerdo a sus antecedentes, no tendrían otro alcance sino el de referirse a derechos dudosos en los fondos del Chaco, cuyos exactos deslinde, es precisamente lo que ha de aclararse en nuestro litigio de fronteras.

Antes de seguir adelante, cúmplenos repetir que si en nuestra exposición recordamos el hecho histórico conocido con el nombre de Guerra de la Triple Alianza o guerra del Paraguay, es sólo por razón de encadenar ordenadamente el curso de los sucesos y en defensa de los derechos e intereses sagrados de nuestra patria, pero de ninguna manera con el propósito de avivar sentimientos contrarios a los de real y limpia hermandad que hoy vinculan a los pueblos otrora combatientes.

Otra peculiarísima característica del memorial que comentamos, es la del profundo y significativo silencio que guarda respecto a los incidentes que siguieron de inmediato al de Vanguardia.

Las tropas paraguayas que vigilan la parte norte del Chaco, ante la negativa boliviana de desalojar el fortín Vanguardia, instalado en nuestro territorio, y después de verse atacadas, hicieron uso de la fuerza en virtud del derecho de legítima [...]

Bombardeó Bahía Negra y otras posiciones y realizó otros actos de guerra, según consta en los anexos que anteriormente presentamos. En estos hechos, seguramente, localiza la delegación de Bolivia los esfuerzos que su gobierno realizó para hacer viable la aceptación de los buenos oficios ofrecidos por la conferencia de Washington.

El Paraguay soportó con estoica serenidad el ataque de sus posiciones, y continuó empeñándose en la gestión que había iniciado ante la comisión de Montevideo. Desahuciada está por Bolivia, aceptó inmediatamente la intervención, sobre venida después, de la conferencia de Washington. Es sensible que, no obstante, conocer estos hechos la delegación de Bolivia haya rubricado la afirmación de que el Paraguay deseaba infligir a su país un ultraje irreparable. Pero la H. Comisión conoce también esos hechos, y en su oportunidad, ha de juzgar imparcialmente el contraste de las dos actitudes, las causas que las provocaron y la forma en que se ejercitaron.

Cabe, en efecto, establecer netamente la distinción, entre el incidente de Vanguardia, en el que el Paraguay se limitó a defender una posición secular, y los incidentes de Boquerón, Mariscal López, Bahía Negra, etc.. Posiciones indiscutiblemente paraguayas atacadas sin más propósito que el de agravar el conflicto e impedir su solución amistosa.

Desalojado el fortín Vanguardia, las fuerzas paraguayas se retiraron del lugar. En cambio, las tropas bolivianas tomaron Boquerón y se mantuvieron en el fortín, y aún ahora, cuando cinco países amigos se empeñan y se esfuerzan por hallar soluciones amigables a la cuestión, con una nobleza de intención que obliga nuestra gratitud y respeto, Bolivia no depone su encono y mantiene sus fuerzas en el fortín paraguayo de referencia.

¿Concuerdan siquiera lejanamente estos hechos innegables con las afirmaciones del memorial boliviano? ¿Puede el Paraguay haber premeditado un ataque, preparado cautelosamente una agresión? En ese caso, ¿no es lógico admitir que sus precauciones y medidas dispositivas hubiera sido de orden General, y que los fortines todos hubieran sido puestos en condiciones adecuadas?

La toma de las posiciones paraguayas, realizadas de improviso, en pocos momentos, demuestra que esos pequeños reductos no estaban advertidos, y no podían estarlo, porque el supuesto propósito del Paraguay de atacar con cautelosa premeditación no existió nunca.

La única operación de guerra preparada y meditaba fue la que las tropas bolivianas dirigieron contra los fortines paraguayo del oeste. Seguramente, en el norte, por juzgar arriesgado el movimiento, Bolivia se limitó a poner en acción sus aviones de guerra, que lanzaron bombas sobre Bahía Negra. Orgulloso de su fácil hazaña, un aviador boliviano declaraba, algo después, a un periódico extranjero, que era la primera vez que el avión había sido empleado en América como un medio de combate.

Y esa afirmación es cierta, por desgracia. Nunca los cielos de América, tantas veces estremecido con el eco de los combates, por ideales a menudo extraviado pero siempre generoso, y sostenido con romancesco Valor, habían presenciado, hasta entontes, el paso del gran instrumento moderno si no conduciendo mensaje de paz y protestas cordiales de afecto entre los pueblos.

A título de represalias, contra un hecho que es consecuencia necesaria de su avance en el Chaco, Bolivia realizó operaciones mucho más importante es que la de Vanguardia y sin ninguna clase de justificación, por la amplitud del objetivo propuesto, por el número de hombres empleado, por la pérdida de vida que causaron. Las represalias, conviniendo que las operaciones bolivianas puedan tomar ese carácter, fueron desproporcionados, en todo caso con respecto a la causa originaria. Esa desproporción debe figurar como elemento de juicio entre los que la comisión lome en cuenta. En la historia de las comisiones europeas de encuestas, hay ya precedentes en la materia. Cumple recordar que las represalias, de cualquier género, se explican cuando la parte contra la cual se ejercitan ha producido actos o hechos injustos, y ya hemos puntualizado más de una vez, sin perjuicio de insistir ahora, que lo que el Paraguay realizó en fortín Vanguardia es un acto legal, por cuanto entraña la defensa legítima de su propiedad y posesión.

La delegación del Paraguay, ante el silencio del memorial boliviano, se ve precisada a denunciar nuevamente la actividad abiertamente bélica que Bolivia ejecutó contra las posiciones militares paraguayas y reitera así mismo su denuncia protesta de que el fortín Boquerón continúa en poder de las fuerzas de Bolivia.

Al propio tiempo, insta respetuosamente a la comisión para que se digne considerar esa situación doblemente anómala, como contraria al derecho y como inconciliable con los propósitos que originaron el funcionamiento de nuestra comisión.

El memorial boliviano afirma que Vanguardia se halla ubicado al norte del Otuquis, afirmación que ya hiciera la Cancillería boliviana, cuando altos jefes militares de su estado mayor fueron detenidos en el mes de agosto del año próximo, pues como ya hemos dicho, en el lugar o sitio en que se produjera esta detención, fue, posteriormente, un mes a penas después, levantado aquel fortín.

La delegación paraguaya repite que el fortín Vanguardia se halla al sud de aquel río, y, por tanto, en territorio de plena jurisdicción paraguaya. Una constatación sobre el terreno puede fácilmente aclarar la duda, que se refiere a una sencilla cuestión geográfica.

La delegación del Paraguay vería con todo agrado que esa constatación se verificara, en cualquier forma que pueda resultar conducente al averiguamiento de la verdad.

Vamos a entrar ahora a considerar muy brevemente el Valor y significado de algunos elementos de prueba que en los anexos de su memorial presentó la delegación de Bolivia.

El anexo número uno, es un folleto titulado descripción de la nueva provincia de Otuquis en Bolivia, que se refiere a la concesión obtenida del Gobierno de Bolivia, en 1832, por el ciudadano argentino Manuel Luis de Olinde para plantear un puerto en la confluencia los ríos. Otuquis, Tucabaca y Lateriquique al sur de la provincia de Chiquitos.

El límite de la concesión de Oliden abarca 25 leguas en derredor, dentro de la zona meridional de Chiquitos, y venía a limitar al sur por el grado 20, arriba de Bahía Negra.

El folleto de referencia encierra algunas constancias que son enteramente comprobatorias del derecho paraguayo. En él, precisamente queda constatado que el señor Oliden llegó a Fuerte Olimpo y fue allí detenido, sometiéndose sin protesta alguna, y sin que el Gobierno de Bolivia reclamará contra la ocupación paraguaya.

En él, se afirma que la Cordillera de Santiago "ha servido de barrera entre la provincia de Chiquitos y el Gran Chaco" y que esa Cordillera va de oeste a este hasta terminar en la margen del Río Paraguay, en la fortaleza de Coímbra.

En él, finalmente, aparece la siguiente nota: "después de escrita esta obra se ha recibido la noticia oficial de la muerte del Dictador del Paraguay, Dr. Francia, y de que se había instalado un nuevo Gobierno. Las noticias más positiva de la nueva política de ese Gobierno, son que se franqueara los puertos a todas las naciones y que se dejara libre la navegación del Río Paraguay. Este acontecimiento abre la era..."

Si la delegación que presentó este anexo, hubiera querido demostrar que el Paraguay era dueño absoluto del río del mismo nombre, el sus dos márgenes, que podía o no franquear los puertos a las demás naciones, que podía a su arbitrio soberano, declarar o no libre la navegación de ese rio, hallaría difícilmente un elemento de prueba más eficaz que el empleado.

Y la empresa Oliden, vitalmente interesada en poder tener acceso al Río Paraguay, único objeto de su constitución, esperaba con paciencia y con fe que el nuevo Gobierno paraguayo consintiesen en facilitarle su aspiración, pero no soñaba siquiera en pedir al Gobierno boliviano que reclamase un derecho de salida a la arteria fluvial.

¿Por qué si Bolivia quería comunicar su región oriental con el Atlántico, asignaba a Oliden el cometido de fijar un puerto sobre el Otuquis, en vez de autorizarle a establecerse directamente sobre un lugar cualquiera de la margen derecha del Río Paraguay? Brota de suyo la afirmación de que Bolivia consideraba imposible esa medida, porque ella importaría una intrusión en territorios que no le pertenecen.

El puerto fundado por Oliden, según el folleto, estaba destinado a ser el único y florido puerto de la República de Bolivia. Y ese puerto único con que soñaba su fundador, y era toda la esperanza del oriente boliviano, estaba tierra adentro, al norte del Otuquis, y lejos de su desembocadura en el Río Paraguay. El folleto presentado por la delegación de Bolivia como anexo de su memorial y como elemento de prueba sometido a la comisión, establece y confirmar que el Río Paraguay era río interior del país del mismo nombre, al cual pertenecía y que no podía ser navegado sino con el consentimiento del Gobierno paraguayo.

En ello, la delegación de Bolivia se ajusta viejos precedentes. Cuando el imperio de Brasil se interesó en facilitar sus comunicaciones con la provincia de Mato Grosso, para lo había que salvaguardar el libre curso el Río Paraguay, no se dirigió Bolivia sino al Paraguay.

Plenipotenciario brasileño, Dr. José Antonio Pimienta Bueno, acreditado a tal efecto, suscribió, en Asunción, el 7 de octubre de 1844, un tratado de navegación y límites en que se convenía: "queda garantido para las dos potencias y sus súbditos la navegación de los ríos Paraguay y Paraná en toda la extensión de sus dos estados y dominios".

En presencia de ese ajuste, Bolivia no protestó, ni habría podido suceder tal cosa, pues Bolivia no dudaba entonces de los derechos del Paraguay a ambas costas del sur río.

Por todo cuanto queda dicho, sobra razón en considerar al folleto agregado al memorial boliviano con el título de descripción de la nueva provincia de Otuquis en Bolivia como prueba en contra de las pretensiones bolivianas en la cuestión que se debate.

Una tendencia singular y particularísima existe en la conducta boliviana al controvertir las cuestiones: y es la de apoyarse frecuentemente en testimonio puramente personales y verbales.

Cuando las conferencias de Buenos Aires, la delegación boliviana atribuyo al Dr. Eusebio Ayala algunas manifestaciones que decía fueron formuladas por este hombre público cuando ejercía las funciones de Ministro de Relaciones Exteriores que nuestro país. Al Dr. Ayala le cupo entonces hacer de inmediato una rectificación rotunda que no fue contradicha.

En el presente, ocurre idéntica cosa con el Dr. Eligió Ayala.

El memorial boliviano que estudiamos, afirma que en ocasión de la transmisión del mando última en la República Argentina, el Sr. Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia y el Dr. Eligió Ayala habían acordado verbalmente un modus vivendi sobre las actuales líneas de posición de ambos países.

Debemos hacer una rectificación terminante al respecto. El Dr. Ayala es un eminente hombre público de nuestro país para quien no son extraños los asuntos y problemas nacionales. Bajo su inspiración e instrucciones desempeño su función la delegación del Paraguay en Buenos Aires. Nos bastará transcribir algunos párrafos de las actuaciones de esta delegación y que constan cual el Libro Blanco, publicado por la Cancillería paraguaya.

"Respecto al primer punto, la delegación paraguaya no tendría inconveniente alguno en acordar cualquiera investigación acerca de los avances posesorios y violaciones de los pactos vigentes. Pero ¿Cómo puede hacerse esa investigación sin previamente definir el criterio según el cual los hechos deban ser juzgados como avances o innovaciones? El esclarecimiento del status quo apare así inevitable.

El Dr. Sánchez Bustamante y el Dr. Salamanca trataron de suavizar el efecto de las declaraciones hechas, manifestando que la delegación de Bolivia estaría dispuesta a adoptar como modus vivendi, las posiciones actuales; que en todo caso, no sería sino una situación provisoria que permitiría llevar adelante los trabajos de esta conferencia.

El Dr. Ayala expresó que esta solución es inaceptable, pues equivaldría a poner el visto bueno del Paraguay a los avances de Bolivia en violación de los compromisos existentes; que precisamente la negativa de Bolivia a resolver el diferendo sobre status quo mediante un procedimiento jurídico, responde al propósito de obtener un consentimiento implícito del Paraguay para sus avances.

Dijo, además, el Dr. Ayala que quería resumir, en pocas palabras su actitud. Y así dijo que la delegación paraguaya insiste en que hay necesidad de un modus vivendi; que ese modus vivendi puede ser el actual o uno nuevo; que, si es el actual, tiene que ser definido mediante una decisión imparcial; que si es uno nuevo tiene que respetar los pactos existentes; que la delegación paraguaya aceptara cualquier fórmula del modus vivendi con tal de no implicar la consagración de violaciones del modus vivendi actual."

Tales fueron los puntos de vista que los delegados paraguayos sustentaron en las conferencias de Buenos Aires sobre el status quo o modus vivendi cuando el Dr. Eligió Ayala ejercía la Primera Magistratura de la República. Mal podría, entonces, tener fundamentos de verosimilitud la afirmación del memorial boliviano que lo hace aparecer aceptando, siquiera verbalmente un acuerdo distinto a sus propias ideas y a la de la delegación que actuó bajo la inspiración de su Gobierno.

Tampoco podemos dejar en silencio los conceptos vertidos en el memorial boliviano respecto a la conducta de nuestro ejército en el incidente de Vanguardia.

Se le acusa de "actos de condenable crueldad y de ensañamiento; de apropiación del dinero y objetos personales de oficiales y tropas”.

Reclamos de esta H. Comisión una especial y completa investigación acerca de tales cargos, en la seguridad de quedar evidenciados cuan gratuitos y aventurados son ellos.

El Paraguay se enorgullece de las virtudes militares y condiciones morales de su ejército. Cualquiera sea el ardor y el apasionamiento del momento, al través del cual se le juzgue, no servirán al fin sino para confirmar y resaltar aún más su antiguo prestigio de honor.

El memorial adverso puntualiza una aserción que no es verdadera: la de que los fortines bolivianos tienden a proteger a los hombres civilizados contra las incursiones de los salvajes o las depredaciones de los cuatreros.

Ni en la región donde tienen su asiento los fortines bolivianos y en la zona hasta dónde puede alcanzar su influencia, hay población civil, ni establecimiento ganadero; a menos que, se consideren como tales, los soldados, y algunos pequeños planteles de ganado para abastecer las tropas.

Y no existiendo esos pequeños e incipientes núcleos de civilización y trabajo, no puede pensarse que se hallen establecidos en la región, emporios de labor, ni de industria que proteger.

Esos fortines, por su construcción, proporciones y ubicación, tienen carácter y fines puramente militares.

Además, las erogaciones de dichos fortines gravitan en forma extraordinaria sobre el presupuesto General de gastos de Bolivia, hecho que viene a confirmar plenamente nuestro aserto.

En el curso de esta exposición, hemos puesto de relieve algunos puntos del memorial boliviano que no se conforman exactamente con la realidad de las cosas. Hemos de destacar ahora, ante la H. comisión, una contradicción muy sugestiva.

Según la circular telegráfica dirigida por el Sr. Presidente de la República de Bolivia a sus legaciones en el extranjero, denunciando la agresión paraguaya contra el fortín Vanguardia, éste tenía solamente una patrulla de 25 hombres; y expresaba, además textualmente: "es inexacta y absurdas toda afirmación contraria".

Según el memorial de la delegación de Bolivia “la dotación del fortín Vanguardia, al tiempo de realizarse la agresión paraguaya, era de dos oficiales y 42 soldados".

Al terminar esta exposición, confirmamos los términos y fundamentos de nuestro anterior memorial, en que expusimos los hechos y antecedentes de derecho que, a tenor del preámbulo del protocolo de Washington, deben ser tenidos en cuenta por la comisión para la apreciación y juicio de los incidentes y la determinación de las responsabilidades y reparaciones consiguientes.

Una vez cumplido el proceso que el protocolo establece, y llegado el caso del pronunciamiento respecto a la responsabilidad de las partes, llegaría tan bien el momento de considerar cuáles han de ser las reparaciones de indemnizaciones que correspondan.

Y para entonces, la delegación paraguaya se reserva el derecho de reclamarlas y justificarlas.

Francisco C. Chaves - Enrique Bordenave

Fuentes consultadas



BIBLIOGRAFÍA

ADEP (Asociación de Diplomáticos Escalafonados del Paraguay). Representantes Diplomáticos Paraguayos. Nómina de los Jefes de Misiones Diplomáticas de la República del Paraguay (1842-2011). Asunción. Arandura Editorial.

Ayala, Eusebio, "La cuestión boliviana al través de los tratados". Revista Militar. Septiembre de 1929. Año VI. Número 53.

Bordenave, Enrique. Para Alicia. Asunción. Edición Privada 2005.

Bordenave, Enrique-Rachid de Racca, Leila. Tratados y Actos Internacionales de la República del Paraguay. Tomo III. Asunción. Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos. 1984.

Cattivelli Taibo, Adrián. Ignacio A. Pane. Asunción. El Lector- ABC Color. 2011.

Franco, Rafael (Cnel.). Mensaje al Pueblo del Presidente Provisional de la República Coronel Rafael Franco. 17 de febrero de 1937. Primer Aniversario de la Revolución Libertadora. Asunción. Imprenta Nacional. 1937.

Freire Esteves, Gomes. Historia Contemporánea del Paraguay. Asunción. El Lector. 1996.

González, Teodosio. Infortunios del Paraguay. Asunción. El Lector. 1997.

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Ibarra, Rogelio. Paraguay-Bolivia. Cuestión de Límites. Exposición del Ministro de Relaciones Exteriores Don Rogelio Ibarra, ante el Congreso Nacional sobre los antecedentes y estado actual del litigio. Asunción. Imprenta Nacional. 1924.

Pastore, Carlos. Capítulos de la Historia Política Paraguaya. 1935-1940. Asunción. Criterio Ediciones. 1986.

Seiferheld, Alfredo. Economía y Petróleo durante la Guerra del Chaco. Asunción. El Lector. 1983.

Viola, Alfredo. Eligió Ayala. Presidente Constitucional 1924- 1928

Warren, Harris Gaylord. La reconstrucción del Paraguay, 1878- 1904. La primera era colorada. Asunción, Intercontinental Editora. 2010.

Zook, David. La conducción de la guerra del Chaco. Asunción. El Lector. 1997

Diarios

EL País

EL Diario

EL Tiempo

Entrevista

Conversación con el doctor Enrique Bordenave Legeren, hijo de Enrique Bordenave Franco. Septiembre de 2012.



EL AUTOR

Adrián Cattivelli Taibo nació en Montevideo el 5 de agosto de 1969. Su familia emigró al Paraguay en agosto de 1983, en una época en que ambos países eran gobernados por presidente militares: el Teniente General Gregorio Álvarez (actualmente detenido por violaciones contra los derechos humanos) en el primero, y el General de Ejército Alfredo Stroessner, en el segundo.

Tras haber pasado la mayor parte de su vida radicado en el país, decidió adoptar la ciudadanía paraguaya por naturalización, la cual le fue concedida sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 3 de noviembre de 2006.

Luego de realizar estudios de Filosofía y Teología en Asunción, Buenos Aires y Florencia (Italia), retomó al país desde Europa a fines de 1994, dedicándose desde entonces de manera ininterrumpida al ejercicio del periodismo y a la comunicación institucional.

A partir de ese año se desempeñó primeramente como colaborador del hoy desaparecido semanario TIEMPO 14, y posteriormente integró el plantel de periodistas de los diarios LA NACIÓN y ÚLTIMA HORA. En este último trabajó hasta agosto 2003, cuando fue nombrado Director de Prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores, cargo que ocupó hasta agosto de 2006. Posteriormente, entre mayo de 2007 y enero de 2010 fue editor del Departamento de Prensa de la Organización de los Estados Americanos (OEA), con sede en Washington DC.

A partir del 1 de febrero de 2010 se desempeña como editorialista y columnista del diario ABC COLOR.



 

ARTÍCULOS EN EL DIARIO ABC COLOR SOBRE EL LIBRO


 

BORDENAVE, UN POLÍTICO QUE DEBE SER RECORDADO

 

La Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y la editorial El Lector, presenta hoy, con el ejemplar de nuestro diario, la biografía del doctor Enrique Bordenave, en un libro escrito por Adrián Cattivelli. Bordenave tuvo una destacada trayectoria pública en las décadas del 20 y 30 del siglo pasado.


Este es el noveno volumen de la serie bibliográfica que se ha especializado en el rescate de figuras nacionales a los que las obras historiográficas actuales no las recuerdan asiduamente.

El doctor Enrique Bordenave (Barrero Grande, 1888 - Asunción 1940) ha sido una personalidad relevante en la política (militó en el Partido Liberal), el derecho, la diplomacia y la docencia universitaria.

Prestó servicios a la patria como parlamentario, como ministro del Poder Ejecutivo y también como embajador, cargo que ocupó entre 1933 y 1936 ante los Estados Unidos de América, en representación del gobierno de su hermano, el doctor Eusebio Ayala.

Bordenave fue canciller de Eligio Ayala (1924 – 1928) en los delicados tiempos de la preguerra del Chaco, y acompañó al presidente en decisiones extremas tales como la compra secreta de armas en Europa o el acercamiento del Paraguay al gobierno argentino, que tuvo aportes importantes a nuestro país durante el conflicto bélico con Bolivia.

 

LOS MENONITAS

Una de las cuestiones claves en las que Bordenave tuvo una actuación decisiva mientras ejercía funciones como senador de la República –con tan solo 37 años de edad– fue la concerniente con la venida de los menonitas al Paraguay.

En 1921, el gobierno del presidente Manuel Gondra propuso al Poder Legislativo un proyecto de ley por el que se concedían ciertas exenciones y franquicias que favorecieran la inmigración de los colonos, fundamentalmente a aquellos provenientes de Canadá y Rusia.

El gobierno liberal de la época tenía en vista dos objetivos trazados: por un lado, el progreso del país, favoreciendo la radicación de agricultores extranjeros que desarrollaran una zona del Paraguay bastante deshabitada, y la instalación de los menonitas como un acto de posesión soberana del Chaco, por el otro.

Se estimaba, al mismo tiempo, que en caso de una conflagración bélica con Bolivia, los colonos jugarían un rol preponderante en lo atinente a la atención, mantenimiento y alimentación de las tropas.

Pese a esta visión estratégica, el debate público al respecto no estuvo exento de controversia. La oposición al proyecto de ley fue liderada por los representantes del entonces Partido Nacional Republicano, quienes rechazaban el mismo invocando que se trataba de una propuesta inconstitucional inapropiada, puesto que establecería una desigualdad impropia entre menonitas y el resto de la población autóctona.

Alegaban, por lo demás, que la ley propiciaría la creación de un “Estado dentro de otro Estado”.

De todos modos, el Congreso aprobó la ley y llegaron los menonitas, que contribuyeron a sentar soberanía en un territorio en disputa y con el tiempo a convertir al Chaco Boreal en un emporio productivo.

“Sin dudas, era un hombre con una formación intelectual notable. Un excelente orador y un conocedor de varias lenguas extranjeras, lo cual le fue de gran utilidad en los cargos que ocupó vinculados con la política exterior paraguaya”, señala Adrián Cattivelli.

Publicado en fecha: 7 de Julio del 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY


 

LIBRO SOBRE ENRIQUE BORDENAVE

El doctor Enrique Bordenave, cuya biografía aparecerá mañana con el ejemplar de nuestro diario como noveno título de la Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y la editorial El Lector, fue un hombre fundamental en un período difícil del país. El libro fue escrito por Adrián Cattivelli.

Como canciller de Eligio Ayala, le tocó lidiar en los prolegómenos de la guerra del Chaco y ser protagonista en las gestiones para evitar el conflicto armado.

Enrique, hijo de Abdón Bordenave y Dolores Franco Centurión, nació en Barrero Grande el 30 de octubre de 1888. Estudió Derecho en la Universidad Nacional y en 1921, como miembro del Parlamento, tuvo una destacada gestión para que se aprobara ley que permitiría a los menonitas asentarse en nuestro país.

El 9 de julio de 1925, Bordenave refrendó como ministro el decreto para la compra de armamento para un –entonces– eventual conflicto bélico con Bolivia. Luego, ya en plena guerra, en 1933, el doctor Eusebio Ayala lo designó como ministro plenipotenciario ante el gobierno de los Estados Unidos, cargo que desempeñó hasta 1936, cuando sobrevino el golpe militar que instaló en la presidencia de la República al coronel Rafael Franco.

Se exilió entonces en Buenos Aires, de donde volvió en 1937 para ser ministro de Hacienda del gobierno del doctor Félix Paiva. Enrique Bordenave moriría súbitamente el 23 de enero de 1940, siendo aún relativamente joven, de un ataque cardíaco.

Publicado en fecha: 6 de Julio del 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

 


ENRIQUE BORDENAVE, FIGURA RELEVANTE, POCO MENCIONADA

El doctor Enrique Bordenave fue una de las personalidades más brillantes de nuestro país en las décadas del 20 y el 30 del siglo pasado. Hermano del gran Eusebio Ayala, Bordenave tejió su propia historia de servicios a la Nación y colaboró muy de cerca con aquel durante la contienda con Bolivia.

Cativelli cuenta que Bordenave fue “un ilustre hombre público que ocupó importantes cargos: senador, ministro de Relaciones Exteriores, embajador ante los Estados Unidos en el complejo periodo de la Guerra del Chaco. En el gobierno de Félix Paiva fue ministro de Hacienda, hasta poco antes de su deceso, el 23 de enero de 1940. Fue una personalidad intelectual en la rica etapa de gobiernos liberales entre 1904 y 1936”.

El autor señala que hoy es una figura poco mencionada, por el paso del tiempo y su corta existencia. “Además, el gobierno de Stroessner eliminó del debate público a aquellos que eran contrarios al partido político que lo sostuvo a él en el poder y a los que, por la eminencia de sus virtudes morales y su ética profesional, eran un paradigma que a su dictadura no le interesaba promocionar”, subraya.

Publicado en fecha: 4 de Julio del 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY


 

“ENRIQUE BORDENAVE”, EN LA COLECCIÓN DE BIOGRAFÍAS

UN LIBRO SOBRE UN POLÍTICO CON INTEGRIDAD Y HONESTIDAD

La siguiente propuesta de la Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y El Lector, es la biografía de un hombre que desde la política prestó grandes servicios al Paraguay, Enrique Bordenave, quien en su vida pública siempre se manifestó con la más absoluta integridad y honestidad.

El noveno libro de esta colección, que aparecerá el domingo 7 de julio con el ejemplar de nuestro diario, fue escrito por el periodista Adrián Cattivelli Taibo.

El libro aporta la biografía de un paraguayo que hizo historia, el cual fue rescatado por Cattivelli para que tuviéramos presente que la política no es incompatible con la integridad, la honestidad y por sobre todo la inteligencia.

En la introducción de su libro, Cattivelli Taibo informa que Enrique Bordenave Franco (1888-1940) fue una figura relevante durante el período de gobiernos liberales que se sucedieron entre 1904 y 1936.

La historia, sin embargo, –aclara el autor–, no lo ha reconocido lo suficiente.

Bordenave incidió en varios planos de la vida pública. Fue docente, parlamentario y ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública; también ejerció la cartera de Relaciones Exteriores durante el gobierno constitucional de Eligio Ayala (1924-1928); además fue ministro plenipotenciario ante Estados Unidos durante los difíciles días de la Guerra del Chaco (1933-1936). Finalmente fue ministro de Hacienda bajo el gobierno del doctor Félix Paiva.

Participó en conferencias internacionales sobre temas financieros, asuntos de alta política y diplomacia. En este último plano, se destaca particularmente su participación en la Comisión de Investigación y Conciliación sobre la cuestión limítrofe del Chaco, celebrada en Washington entre mayo y septiembre de 1929.

Como parlamentario, Bordenave tuvo participación en la llegada de los menonitas. Siendo senador nacional, impulsó la ley que permitió la llegada de dichos inmigrantes, no solamente en el entendido de que los mismos habrían de contribuir decididamente al progreso de esa importante parte del país, sino también asumiendo que su afincamiento en el Chaco Boreal implicaba un acto de posesión que permitiría consolidar la presencia nacional en esa región paraguaya entonces disputada por los bolivianos.

Publicado en fecha: 3 de Julio del 2013

Fuente en Internet: ABC COLOR DIGITAL/ PARAGUAY

 

 

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