En 1942 RODIS SEGOVIA -nombre artístico de ROSARIO ELEUTERIO SEGOVIA, nacido en el barrio asunceno de Trinidad el 2 de octubre de 1927-, salía del cuartel. Por esos días la añoranza le acosaba y recordaba con insistencia a Piribebuy. Si bien vivió aquí tan sólo desde los siete años sentía que era parte de ese pueblo que lo vio crecer desde el mismo instante en que su padre había muerto en la Guerra del Chaco y su madre, Salvadora Segovia, tomó la determinación de regresar a la tierra de sus parientes más cercanos.
Rodis -hasta la hora de su conscripción, en la Marina-, andaba por esos parajes que fueron durante muchos años parte de su itinerario vital. "Pépe niko che añeñandu (allí tomé conciencia de la vida)", resume para expresar lo que Paso hû -una compañía de Piribebuy-, y su entorno espiritual y geográfico significaron para él en los primeros años de su existencia. Conocía los secretos de ese territorio donde su infancia encontraba el gozo de disfrutar de la naturaleza circundante.
Todo ese mundo era el que regresaba con fuerza a su mente cuando estaba concluyendo su servicio militar. De adentro, entonces, le brotó la inspiración.
"Me iba a la casa de una señora. Cuando estaba en lo que hoy es Colón e Ygatimí, frente al Cristo Rey me quedé en la esquina para escribir la última parte de mi poesía que se llamaba TE AÑORO PIRIBEBUY. De repente se me acercó un policía a preguntarme si qué estaba haciendo. Le conté que escribía un poema para Piribebuy. Che ajapóta ndéve la música (te voy a poner la música), me dijo esa persona que por una de esas casualidades resultó ser el músico y compositor FAUSTO GONZÁLEZ. Le di la letra y anotó mi dirección en Piribebuy. Un tiempo después me llegaba una carta suya en la que me contaba que la música estaba lista y que podía venir a Asunción cuando quisiera para escuchar lo que había hecho", recuerda Segovia.
Desde entonces, Fausto González y Rodis se hicieron muy amigos. "Llegó incluso a formar parte, durante muchos años, del conjunto que yo había formado y que actuaba tanto en nuestro país como en el exterior haciendo giras", cuenta el músico que a los 12 años tenía ya clara conciencia de que su destino estaba en la música.
La canción, de manera inmediata, gustó a todos los que la escuchaban y empezaron las grabaciones. Los más renombrados dúos -entre ellos VARGAS-SALDÍVAR -, lo incluyeron en su repertorio cotidiano.
Con HERMINIO GIMÉNEZ -en la década del `40-, estudió guitarra y canto, pasando posteriormente a formar parte de la AGRUPACIÓN TRADICIONALISTA GUARANI que él dirigió hasta la guerra civil del '47.
RODIS SEGOVIA cumplió el sueño de tener su propio conjunto musical. Con sus compañeros hizo una gira a pie hasta SAN IGNACIO DE LAS MISIONES. Actuaban en cada pueblo. De acuerdo a la respuesta del público se quedaban más o menos días. En San Ignacio conoció a CHORITA RODIS, nombre artístico de IRENE SILVA VERA. Con ella no solamente cantó en dúo sino que se casó en Santa María de las Misiones.
Luego RODIS SEGOVIA y su CONJUNTO FOLKLÓRICO desarrollaron una intensa actividad, completando 27 años de actuaciones. En 1958 emprendieron una gira por diversos países latinoamericanos, retornando al país para continuar con lo que cada uno de sus integrantes llevaba en la sangre.
En 1992 Piribebuy lo declaró hijo ilustre por la canción dedicada a ese pueblo que -según dicen sus versos-, durante muchas noches no le permitía conciliar el sueño por la añoranza.