LA INCONSTITUCIÓN CONTEXTUADA

Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA

En la última sesión del período legislativo, el senador Lugo, presidente de su Cámara, anunció que tomaría juramento a los senadores electos y proclamados recientemente, menos a dos. A las siete de la mañana, una jueza electoral en plan de desayunar, es interrumpida, en grado de urgencia, por una petición de amparo en la que uno de los ladeados reclama un ultimátum judicial al presidente del Senado para que le tome juramento, sí o sí.  

Poco después, el segundo candidato ladeado acciona del mismo modo, exigiendo lo mismo, debiendo él jurar en reemplazo de Horacio Cartes, presidente de la república en ejercicio pero también, simultáneamente, senador electo y proclamado, y senador vitalicio en suspenso. Un par de horas después, el que seguía en la lista del Partido Colorado, perjudicable por la eventual proclamación del anterior, se suma al desconcierto con su propio amparo, solicitando el rechazo de la pretensión del que se le anticipó, in limine litis.

La jueza, moviéndose más rápidamente que Usain Bolt, despachó el primer fallo tres horas después, mediante una resolución insólitamente dictada inaudita parte, que, llegada al Congreso, y como era de esperar, fue soslayada por el presidente del Congreso, fundado éste en el antiguo principio del derecho romano conocido como defecatio in limine, o sea, la inmediata deposición fecal que realiza una autoridad sobre una orden judicial, sin mérito de su contenido.

Quien no esté habituado a los eventos judiciales ni a los latinajos que aquí se leen, pensará quizás que una enredada trenza como esta nadie podría desenmarañar fácilmente; que le tomaría algunos días de estudio y la preocupación por escuchar a las partes para interiorizarse de sus respectivos alegatos. Error. La jueza amparista carpió este berenjenal en pocos minutos y, a las 14 hs. de aquel viernes memorable, tenía listos todos sus fallos, otorgando a algunos lo que querían y negándoselo a otros.

Finalmente, el senador electo, proclamado por la Justicia Electoral y con derechos declarados por la Corte Suprema de Justicia (aunque a despecho de la Constitución), blandiendo una orden judicial, se hizo presente en el acto formal de nominación y juramento pero, no habiéndosele incluido en la lista leída por secretaría, tuvo que privarse de levantar el brazo para hacer el solemne saludo de estilo fascista, que es como se acostumbra a jurar oficialmente en este país. En su lugar, sí levantó el brazo su sustituta, que, sorpresivamente, había aterrizado en la banca contigua.

Para que todo quedase más claro, el presidente que obtuvo el juramento de los nuevos senadores, no se hizo jurar a sí mismo porque no disponía de un espejo en ese lugar. No quiso que el trámite solemne se lo tomara el vicepresidente, como solía hacerse, porque sospechaba de que este aprovecharía para hacer lo mismo con los recientemente radiados, con lo cual la guerra judicial de los juramentados se expandiría hasta los campos de batalla del mismo Congreso.

Tal como se da la situación actualmente, tenemos una cámara de Senadores con 45 miembros, de los cuales los dos que no fueron proclamados pero sí juramentados, arrastran la calidad de “truchos sine die”, condición jurídica que los sitúa en una especie de estado de hibernación.

Pero ahora mismo es ya otro senador quien ejerce la presidencia del cuerpo, el que, con la misma autoridad que lo inviste, se dispone a enderezar los entuertos. De suceder así anuncia, los dos juramentados por Lugo serán defenestrados y devuelto a sus orígenes, desde donde, según dicen los agoreros, nunca se retorna.

Así es como hacemos las cosas aquí. Somos tan celosos de la legalidad e institucionalidad que a veces tenemos que incurrir en inconstitucionalidades para defender mejor la Constitución y patear fuerte alguna institución para que eche a andar. Al final, no es más que política, de la que un escéptico publicista inglés decía que es el arte de buscar dificultades, encontrarlas en todas partes, diagnosticarlas mal y aplicar remedios inadecuados.

Fuente: ABC Color (Online)