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GUSTAVO LATERZA RIVAROLA

  DOS INDEPENDENCIAS - Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA - Domingo, 12 de Mayo de 2013


DOS INDEPENDENCIAS - Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA - Domingo, 12 de Mayo de 2013

DOS INDEPENDENCIAS

 

 Por GUSTAVO LATERZA RIVAROLA

No es raro que algunos países tengan más de una conmemoración patria. Argentina y Brasil tienen dos cada uno, sin ir más lejos. Aquí tendríamos que celebrar al menos en cuatro ocasiones, como se verá más adelante.

Era regla y tradición en nuestro país evocar la independencia los días 14 y 15 de mayo, hasta que el General Rodríguez, por mal consejo de vaya uno a saber quién, sustituyó el 14 por el día siguiente. Ni siquiera se fijó que en el país había muchas calles, plazas, clubes deportivos y sociales con el nombre “14 de Mayo” pero ninguno con el de “15 de Mayo”.

Al asumir como cónsul Carlos A. López haría notar algo grave: el Paraguay carecía de una declaración oficial de independencia. No la teníamos, pese a las numerosas oportunidades que hubo de asentarla en el papel. Pudo hacerse el 15 de mayo de 1811; o el 9 de junio, cuando destituyeron a Velazco del triunvirato. O en la asamblea del 20 de junio. La Junta Superior Gubernativa pudo haberla labrado en agosto de 1813, en ocasión de convocarse al primer congreso nacional de diputados; o en su clausura, el 12 de octubre de 1813, en cuyo testimonio se inscribe, inauguralmente, el término República del Paraguay.

Pudo haberlo hecho Rodríguez de Francia, cuando asumió el cargo de cónsul, antes o después de sentarse en el sillón al que denominó “César”. O al año siguiente, en ocasión de la asamblea que lo eligió dictador por cinco años. O en 1816, cuando se hizo declarar dictador perpetuo. No lo hizo. En 26 años de autoridad omnímoda, a Francia no se le ocurrió que era indispensable declarar formalmente la soberanía del Estado que presidía, aun sabiendo que ningún país vecino, salvo el Brasil, la reconocía. Recién desaparecido el Dictador pudo subsanarse esta enorme omisión histórica.

Bajo la inspiración de Carlos Antonio López, el Congreso de 1842 formuló finalmente el acta solemne de declaración de independencia, jurada el domingo 25 de diciembre de ese año, data que don Carlos declaró “fiesta cívica de la República”. La fecha misma de la independencia, no obstante, se mantuvo fuera del almanaque oficial. Y no se halla información que oriente al respecto; tal vez porque en el Paraguay, nación de cultura raigalmente ágrafa, era mal hábito no poner las cosas por escrito. Debemos llegar hasta 1887 para encontrar algo, una “Ley de Fiestas”, que indica que el 14 de mayo y el 25 de noviembre son “aniversarios nacionales”.

Pocos toman en cuenta que, en realidad, nuestro país tuvo dos procesos de independencia distintos; uno, la ruptura con el Virreinato del Río de la Plata y su heredera, la Junta porteña; y, segundo, la ruptura con España. La primera fue concreción de un proceso iniciado con la derrota del ejército de Belgrano y culminado con el “Congreso”, reunido del 17 al 20 de junio de 1811, que en realidad no fue sino una “respetable asamblea” (según calificación de Francia y Zeballos, sus convocantes), integrada por doce “diputados” elegidos a dedo, pero cuya decisión de mantener al Paraguay apartado de la Argentina le dio un carácter histórico singularísimo. Un titán olvidado, de esa primera independencia, fue Mariano Antonio Molas, cuya moción triunfante selló la ruptura.

En esa misma ocasión, los gobernantes Francia y Zeballos declararon que “No por eso hemos pensado ni pensamos dejar de reconocer al Señor don Fernando VII; muy distantes de semejante idea, públicamente por bando, hemos protestado y ahora protestamos nuevamente una firme adhesión á sus augustos derechos, que no son ni pueden ser inconciliables con los de la provincia…”. Dejaron pues, bien claro, que nos independizábamos de Buenos Aires pero no de Madrid. Al parecer, el concepto de patria aún no existía; aunque sí, posiblemente, un vago sentimiento de ella.

En agosto de 1813 todo era diferente. En España acababa de terminar la Guerra de la Independencia y se preparaba el retorno de Fernando VII. Mas, en Asunción, ya se lo había olvidado; la Junta Superior Gubernativa convocaba a un congreso con el fin, entre otros, de declarar república a la provincia paraguaya. Reunido desde el 30 de setiembre al 12 de octubre, esta asamblea constituyó el final del segundo proceso de emancipación, el de España, iniciado el 14 de mayo de 1811. Que tuvo muchos titanes. Pero, los héroes numerosos se vuelven anónimos, y así, difíciles de imitar y fáciles de olvidar.

 

Fuente: ABC Color (Online)

www.abc.com.py

Sección: OPINIÓN

Domingo, 12 de Mayo de 2013

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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