Ciudad de Asunción, es dulce volver
a mirar el sol de tu atardecer,
tu vieja estación de edad colonial pero siempre fiel
al extraño amor silente y tenaz de un tiempo que fue.
Y al volcar mis pasos sobre tus veredas
mezclando quimeras con la realidad
estrechar las manos de tu gente buena en cualquier lugar
con su oficio limpio de ejercer la vida ganándose el pan.
Y el manso paisaje de tu río azul sigue siendo luz que invita a soñar
y vuelve a encender tu ansiada quietud, mi bella ciudad.
Y el viejo tranvía que no se cansó de cantar contigo la misma canción,
la eterna guarania que besa tus calles, ciudad de Asunción.